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Seminario
Puntuaciones sobre el autismo.
Cuestiones preliminares

wwww.edupsi.com/autismo
autismo@edupsi.com

Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Dictado por :
Viviana Inés Monserrat Aráoz y Margarita Maria Barrionuevo


Clase 1

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Leía hace un tiempo en el libro El Principito, la dedicatoria que hace su autor, en la que dice, "pido disculpa a los niños, por dedicar este libro a una persona mayor". Pedido de disculpas que supone que los niños, aunque nos pese, pueden sentir.

Nosotros queremos iniciar este seminario diciendo "que nos disculpen los niños". Que nos disculpen por todos los conceptos a los que nos abrazamos como si fuera un salvavida para no hundirnos en nuestra angustia, borrando así la humanidad que los niños, con gritos mudos, traen a su analista para que los lea.

Todos habrán tenido en algún momento de su vida, esa frase, esa idea que los ayudó a mirar la vida de una manera y no de otra.

Que se yo, quien no se ha encontrado alguna vez con la lectura de Richard Bach, Herman Heisse, o con el mismo libro del Principito.

Uno a veces se asombra como estas frases guían la vida de la gente, y como estas no es sin consecuencia en nuestras acciones, actitudes y aspiraciones. Por ejemplo no es lo mismo una persona que piensa que lo importante no es ganar sino competir, a otra que sostiene que lo importante no es ganar, sino que los otros pierdan.

Bueno esto que es un mal chiste, lo traigo para introducirnos en la temática de este seminario, que es revisar las puntuaciones sobre autismo y las consecuencias en la praxis de sostener determinados postulados.

La propuesta es detenernos y preguntarnos ¿qué es lo que fundamenta nuestra praxis?

A veces, desde nuestra propia experiencia profesional, o desde la lectura de casos clínicos, vemos que se producen en el curso de un tratamiento muchos efectos, que pueden llegar a parecernos mágicos, esotéricos y hasta milagrosos.

Si no llegamos a interrogarnos sobre las causas del funcionamiento de ese tratamiento, y el por qué de la producción de ese efecto en un momento determinado, lo milagroso cubre de un manto mágico al psicoanálisis y a la psicología también.

Estas preguntas sobre el hacer del niño y sobre los efectos de las intervenciones es la lectura a posteriori que tanto insistimos en Asana (Asociación Ayuda al Niño Aislado), en la cual trabajamos.

Uds. saben, que un concepto, la comprensión que se tenga del mismo, determina la forma de estar del psicoanalista u operador terapéutico con ese niño, determina las lecturas o interpretaciones que se hagan de la producción del niño o del adulto en tratamiento y también es lo que guía la dirección de ese trabajo.

Jugaba con el mal chiste de que no es lo mismo decir lo importante no es ganar sino competir, a decir que lo importante no es ganar sino que el otro pierda, porque en muchos de los juegos a los que apostamos como operadores o psicoanalistas, el que pierde es el niño, se pierde en descripciones infinitas de fenómenos o se pierde en las transparentes versiones de las jaculatorias lacanianas.

Esto último lo digo con ironía, porque a veces los conceptos se tornan en la doctrina a sostener, el credo a practicar, perdiéndose allí el objetivo del trabajo clínico, que es que el sujeto pueda hacer algo distinto con ese penar de más de su existencia.

Este interrogante sobre qué es lo que funda nuestra praxis, lo vamos a hacer en dos partes durante este seminario, orientados por los concepto de Juego y Transferencia.

En la primera parte, revisando el concepto del Otro como tesoro del significante, nos detendremos en conceptos trabajados por muchos psicoanalistas para dar cuenta del estatuto de este Otro en el autismo y cómo de acuerdo a cómo se lo entienda se valora de forma distinta al juego del niño.

En la segunda parte, revisaremos desde el concepto de Transferencia considerado fundamental por Lacan. Revisaremos, como no es sin consecuencia en la clínica lo que se piensa de este concepto en niños que manifiestan su malestar a través de fenómenos autistas y en la clínica con niños en general.

En ambas partes articularemos con viñetas clínicas de nuestro trabajo y con otras aportadas por la casuística psicoanalítica.

 

Antes de empezar con las puntuaciones sobre autismo, hay que aclarar que la Clínica con Niños, tiene particularidades que la diferencian de la del adulto. Les voy a nombrar dos que vamos a ir desplegando a lo largo de este seminario.

Una es que el niño es traído por los padres y desde el discurso de los mismos.

Hay autores como Melanie Klein por ejemplo, que considera que los padres deben quedar afuera del tratamiento analítico del niño, y otros como Héctor Yankelevich ponen mucho énfasis en las entrevistas con padres. Yankelevich presenta a los casos desde los movimientos o hechos que salen a la luz en las entrevistas con los mismos, y él hace estas entrevistas ante la presencia del niño.

Muchas veces les habrá pasado a los que ya han incursionado en la clínica con niños, al menos a nosotros sí nos pasa todavía, que quieren cambiar a los padres, o en otros momentos no saben qué hacer con los padres ni se entiende bien por qué, cuándo y para qué deben venir a entrevistas.

La otra particularidad de la clínica con niños, es que con ellos no se hacen entrevistas, sino que se ofrece un espacio de juego. Los niños con fenómenos autistas colocan al límite al analista porque pareciera que no juegan el juego "como si" (el juego simbólico como lo definen los manuales psiquiátricos), pero pasa también con los niños que construyen escenas lúdicas, el no saber cómo leer esto que trae. Se abren las preguntas sobre qué acción del niño considerar juego, que valor o interpretación darle a esa actividad que despliega y sobre todo cómo participar como analista de esa hora de juego.

Hoy vamos a detenernos en cómo y desde dónde se valora lo que el niño trae y en el próximo encuentro vamos a detenernos más en los malos entendidos en el trabajo con padres.

Ustedes saben que el cuadro de "autismo" fue identificado por primera vez por Leo Kanner para designar el cuadro presentado por un grupo de niños "cuyas tendencias al retraimiento fueron observadas en el primer año de vida"

Les leo lo que dice Leo Kanner:

"La mayoría de estos niños fueron traídos con la suposición de que eran intensamente débiles mentales o bien con el interrogante acerca de una posible disminución auditiva", relata Kanner y continúa: "El factor común en todos estos pacientes es una incapacidad para relacionarse de manera habitual con las personas y las situaciones, comenzando esta dificultad a partir del inicio de sus vidas. Sus padres acostumbran describirlos como autosuficientes, cerrados en sí mismos, más felices cuando se quedan solos, actuando como si la gente no existiese, y dando la impresión de poseer una silenciosa sabiduría. Las historias de los casos indican invariablemente la presencia desde el comienzo, de una soledad autística extrema…" (Kanner, 1951. Pág. 768-9)

Siguiendo los requerimientos de la ciencia positivista del momento, Kanner logra sin embargo con sus suposiciones, poner en juego algo de la existencia afectada de estos niños. Hace poco leía en una novelista chilena, Marcela Serrano, una frase que decía: "la soledad es la luz sin sol". Esta frase, deja entrever algo de sufrimiento en esta ausencia de sol, la misma que Kanner dibuja con el uso de la soledad autística extrema. Ausencia de sol que no habla de déficit, y según entendemos, habla de dolor de una existencia afectada.

Esta descripción inaugural de Kanner, fue complicándose en descripciones y taxonomías cada vez más exquisitas por parte de la psiquiatría, hasta llegar a lo que actualmente se conoce, desde el DSM IV, o el CIE- 10, como Trastornos Generalizados del Desarrollo. Si bien, estas clasificaciones son necesarias para la comunicación científica, para trabajar con las obras sociales, sabemos que no nos dicen nada en relación a la verdad del niño, de su existencia afectada y del sufrimiento manifestado a través de estos fenómenos y menos aún de la dirección de trabajo a realizar como profesionales.

Muchas son las escuelas psicológicas que abordan esta "patología", intentando romper las murallas de la soledad autística, con planificaciones de entrenamientos y estimulación externa, en el siempre fallido intento de adaptar estos niños a la llamada normalidad.

Los psicoanalistas kleinianos y los de la escuela francesa también hicieron su recorrido, valiosísimo por cierto ya que inauguraron como posible la clínica con niños. Muchas de ellas son criticadas por los llamados psicoanálisis lacanianos y muchas son las aproximaciones conceptuales que se hicieron para entender que le pasa a estos niños.

Les voy a leer, unas conceptualizaciones de psicoanalistas lacanianos que rescata Silvia Tendlarz en su libro ¿De qué sufren los niños? A todo esto, este libro es una bellísima recopilación académica de textos y autores, pero uno llega al final del libro y no solo no tiene respuesta a la pregunta propuesta en el título ¿de qué sufren los niños?, sino que ni siquiera se pueden tomar elementos como para re construir la pregunta en el uno por uno de los casos.

Bueno, les leo algunas de esas conceptualizaciones.

F. Koehler (Paris) indica: La clínica del autismo debe operar sobre el corte y no sobre el maternaje, se trata de producir una falta que autorice el acceso a la palabra"

Los Lefort, distinguen el autismo de la psicosis y dicen: dado el fracaso masivo de la metáfora paterna en el autismo no hay Otro ni objeto a – lo que equivale a decir que no hay inscripción de la falta….. El niño autista se encuentra en relación a un Otro masivo y total, por lo que queda en un lazo cuerpo a cuerpo, sin división de un lado ni de otro. El Otro se reduce a una ausencia. También falta la imagen especular. El psicótico en cambio tiene un objeto y un Otro.

Siguiendo esta postura Leonardo Rodrigué (Australia) propone una actitud de pasividad en el analista para facilitar los intentos del sujeto de dividir al Otro. Esta afirmación, señala Tendlarz, toma como base la dificultad para el desarrollo de la transferencia en el autista por la ausencia del Otro (lugar del significante y del deseo)

Otro autor Guillermo Belaga, en su libro Formas Clínicas, plantea que el estatuto del Otro en el autismo tiene las opiniones más cruzadas, pero a pesar de las dificultades él sitúa que No hay Otro Barrado para el niño autista.

Bien, esto es lo que tenemos hasta el momento. No hay Otro, o si lo hay parece que es un Otro no Barrado, no hay inscripción de la falta, no hay metáfora paterna, y pareciera que tampoco hay transferencia.

Entendemos desde allí toda una serie de fenómenos pero…¿Qué nos dicen estos conceptos de esta luz sin sol de la soledad autística extrema que padecen estos niños?

Les quiero compartir, antes de continuar, el material clínico de un niño con el que trabajé, en la institución, guiada y fascinada por estos autores.

Adán, un niño de 8 años, hacia una y otra vez gestos de saludar con la mano, mientras iba y venía caminando como apurado por todos los espacios de la institución, sin poder quedarse en el consultorio ni mirar a ninguna de las personas con las que se topaba, menos aún a su supuesta analista. Parecía ignorarnos y al mismo tiempo requerirnos ya que decía, en un tono muy educado "¡Mire, mire!" y acto seguido se ponía en situaciones de riesgo.

Nosotros entendíamos que a Adán lo perseguían los signos de la presencia del otro humano. Que él intentaba con su indiferencia, anular a este Otro Omnipotente que le caía encima. Adán se encontraba en relación a un Otro masivo y total, que le imponía palabras y acciones. Pero el Otro Barrado, el Otro como Ordenador se reducía en él a una ausencia.

La ecopraxia, manifiesta en su deambular constante y en la realización de gestos al vacío, nos develaba las fallas en la constitución de lo imaginario. Sentíamos que con la incorporación de la palabra ecopraxia a la vida de Adán, habíamos descubierto el agujero del mate de su existencia.

Eso sí lo que nos desconcertaba era su llamado en ese Mire, Mire!!!, que insistía. Habíamos leído que los niños autistas rechazan el llamado del Otro y en contrapartida tampoco realizan ellos un llamado. Estábamos en la duda si Adán era autista o psicótico.

En tanto tuviéramos mejores datos para llegar a un buen diagnóstico, lo claro era que Adán estaba ante un Otro Omnipotente, Caprichoso y mi labor como analista era rectificar al Otro, tal cual lo señalaba Colette Soler, supliendo o intentando suplir la falla de la simbolización. Actuába desde la pasividad, me prohibía exigirle, ordenarle, y es más cuando le hablába lo tratába de UD. Intentando con todas estas intervenciones, construir una suerte de Otro a medida para Adán.

El resultado de todo este Rectificar al Otro fue desastroso para Adán, los actos en los que se ponía en riesgo se intensificaban cada vez más, tanto dentro como fuera de la institución, hasta llegar incluso a ponerse en peligro de muerte.

 

¿Qué es este Otro? ¿Es posible un Otro ausente? ¿Qué es el Otro no barrado? ¿Es posible rectificarlo? ¿Qué tiene que ver este Otro con el sujeto?

Son muchas preguntas que intentaremos responder siguiendo a Lacan en su texto de Subversión del Sujeto (Escritos II).

Lacan dice: "EL A (Otro), es el lugar del tesoro del significante, lo cual no quiere decir del código, pues no es que se conserve en él la correspondencia unívoca de un signo con algo, sino que el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable donde ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a cada uno de los otros."

Que el Otro sea el lugar del tesoro del significante, y no del código o de signos ya nos va diciendo que no se trata de un espacio donde las palabras tengan una relación directa con las cosas, que no se trata de algo que represente algo para alguien. De esto entendemos que si no se trata de signos, no hay una palabra que nos diga en plenitud sobre la existencia de una persona.

Allí tienen ya la primera imposibilidad lógica de un Otro Completo sin barradura como lo plantean estos autores, la primera imposibilidad de que el Otro tenga la verdad del sujeto. Si no hay una palabra que lo diga todo, entonces ¿de que completitud hablamos?

A ustedes les parecerá tonto, pero muchas veces, ¿qué decimos cuando decimos que un niño es autista, es psicótico o es neurótico? ¿acaso tenemos la ilusión de tener la palabra justa que nos diga todo sobre el niño?

Si bien es necesario ubicar los fenómenos tales como la "ecopraxia" , poco le puede servir a Adán, que corroboremos con sus "fenómenos" que Lacan no se equivocaba con sus primeras conceptualizaciones sobre la supremacía de lo simbólico. Cómo no se iba a poner peor si en nuestro esfuerzo de "Rectificar al Otro" de Adán dejé afuera toda posibilidad de escucha y lectura de su sufrimiento. Estaba tan ciega y sorda en la fascinación de pensar que el problema de Adán era un Otro omnipotente, que no me detuve a escuchar y leer su hacer. Mirando para atrás, diría que las locuras mayores de Adán eran ya gritos desesperados para que se le de un lugar a su dolor.

Lo que en su momento no pude valorar es qué Adán mostraba a su analista ese gesto y no otro, esas palabras "mire, mire" y no otras y no pude constituirme en su analista y preguntarme o preguntarle qué pasaba con los saludos, o qué quería que mire.

Sigamos con la definición del Otro de Lacan

Que el Otro sea el lugar del tesoro del significante y que diga que el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable nos va diferenciando dos cosas.

Primero que el significante, a diferencia del signo, no representa algo para alguien, sino que representa al sujeto para otro significante. Por eso habla de una reunión sincrónica ya que ningún significante se sostiene solo, sino que es necesaria su relación con otros significantes.

Ahora ¿qué quiere decir que sea numerable? Quiere decir que este tesoro del significante no es todo el lenguaje, toda la cultura, toda la historia de la familia como suele pensarse, sino que es una reunión numerable, finita de significantes. Les voy a compartir un ejemplo con el que me lo explicaron a mí, y que me sirvió para que nunca más olvide de la importancia de esta palabra "tesoro". Cuando decimos el tesoro de Pakistán, el tesoro de la Argentina, no estamos hablando de todo el oro del mundo ni del mismo oro, estamos refiriéndonos a los lingotes de oro, de un país llamado Pakistán, que les aseguro es muy pero muy distinto de lo que puede llegar a ser el tesoro de la Argentina.

Para mí, el Mire, Mire!! de Adán, era el signo de la educación formal de un niño que trataba cortésmente a sus mayores, eran signos que corroboraban mi hipótesis de un Otro Omnipotente y me daba tanta gracia como angustia cuando se ponía en riesgo. Este mire, mire, eran palabras dirigidas a todos y dirigidas nadie y en el cual tampoco se podía ubicar al sujeto de la enunciación.

Tiempo después, advertida de este error en mi posición, comenzé a tratarlo de vos y aunque a Uds. les parezca increíble le comenzé a hablar, a preguntarle. Un vos que tiene valor en relación a un Yo, hay un yo en la medida que hay un tu y un tu en la medida que hay un yo, un significante en relación a otro significante. Este cambio en las intervenciones posibilitó que Adán dejara de ponerse en riesgo y comenzara a desplegar otras cosas.

Estas especificaciones, tan de la mano de la lectura de Lacan y desde las idas y vueltas que como analista tuve por estos conceptos, las traigo para cuestionar a estos lacanianos que hablan de Otro omnipotente, o de Otro Ausente como estatuto del A para los niños llamados autistas y para compartirles mis propios cuestionamientos.

Pareciera que, desde la ausencia o la omnipotencia tuviéramos la verdad sobre ese niño (no digo sujeto porque le negamos su existencia desde esa posición) cuando Lacan justamente insiste en decir que el Otro en ningún caso es garante de la verdad. Puesto que el Otro en sí mismo, nada nos dice qué es un sujeto…Ni siquiera el Otro Gran Lacan, tiene la verdad del sufrimiento particular de cada sujeto.

Es más fácil sostener un Lacan que no es Lacan y decir que el Otro esta ausente o el Otro no está barrado a hacernos cargo de nuestra propia angustia en el encuentro con el sufrimiento de un sujeto en su existencia.

La existencia angustia, el hacer de un niño angustia, la posibilidad de pensar que sufre angustia, y generalmente como analistas tendemos a desentendernos de la angustia que la clínica nos provoca. No solo nos pasa con los chicos que manifiestan su sufrir con fenómenos autistas, sino con todo niño que trae su sufrimiento. Les debe haber pasado de angustiarse al ver como un niño grita, dice insultos, como si fuera el papá, hace gestos de pegar y uno se queda pensando pobre, como sufre.

Para que puedan entender un poquito más de esto que parece tan teórico, vamos a revisar un caso que trabaja Silvia Tendlarz, publicado en una revista que se llama Consecuencias de la Enseñanza de Jacques Lacan , en el artículo Lo que nos enseña la cura de un niño autista.

Alex es un niño de 4 años derivado a la consulta por una psicopedagoga porque se aísla de otros niños y juega en un mundo aparte. Los trastornos que se presentan son múltiples. Sólo acepta comer ciertos alimentos líquidos o picados. Al hablar, utiliza un soliloquio ininteligible en el que mezcla algunas palabras que escuchó en la televisión, utilizándolas fuera de contexto. En ningún momento dirige pedidos. A veces cuando se le habla –dicen los padres- es como si no entendiera nada. Cuando se le niega algo patalea contra el piso y da grititos. Rechaza la pelela y el inodoro…. Conoce los números, cuenta hasta más de 100 y los escribe. Pero ese conteo no remite a ninguna relación de objetos.

La analista señala que la fenomenología del trastorno infantil no se reduce a un déficit en el sentido de lo evolutivo y adaptativo, sino que donde no aparece el Nombre del Padre, aparecen fenómenos positivos.

¿Qué nos habla esto del niño, del sujeto y su existencia afectada? Solo nos dice que este caso com prueba la teoría de Lacan del Sem. III de la Psicosis

Dice Silvia Tendlarz de Alex: "En el caso de Alex, la jerga inentendible revela el uso holofrásico del lenguaje, cuya compactación impide establecer una discontinuidad entre las sílabas, y que una palabra quede separada de la otra. Esta solidificación de la cadena significante persiste aún cuando el niño comienza a hablar en forma clara, porque revela la estructura propia del lenguaje en la psicosis, como consecuencia de la falta de ordenador central que es el Nombre-del-Padre. Por otra parte, el uso estereotipado de ciertas palabras fuera de contexto, muestra cómo es hablado por el Otro sin establecer una dialéctica discursiva."

Uso holofrásico que no nos dice nada acerca del padecer de Alex, sino que sigue sosteniendo las palabras de Lacan. ¿Cómo impactaran esas palabras en Alex? ¿Cómo se sentirá Alex cuando esas palabras lo invaden? No tenemos noticia.

Ahora detengámonos en esta escena, una de las pocas que ella escribe de lo que el niño trae.

El trastorno simbólico repercute en lo imaginario (saber preconcebido otorgado por el Otro teoría-lacaniana). Aparecen fenómenos proto – especulares (anteriores a la constitución especular) que se manifiestan como ecolalia y ecopraxia, es decir diferentes tipos de imitación verbal y motora . Continúa.. En una de las primeras sesiones, intento explorar la relación que establece Alex entre los números que repite y los objetos y le pregunto: ¿Cuántos cubos hay? y él repite "¿cuantos jugos hay?"cambiando la letra "c" por "j" y la "b" por "g". Cuento "uno, dos"; el niño toma en forma simétrica.

En otro artículo la analista dice sobre esta escena que la falta de la inmersión subjetiva en la tridimensionalidad es efecto de la ausencia de la significación fálica, pero que esta falta no impide que se formen fenómenos protoespeculares.

¿Qué habrá querido Alex hacer ante la presencia de su analista? No lo sabemos, porque el hacer lúdico fue tapado por la teoría lacaniana que esta analista estaba dispuesta a sostener.

Al principio les decía que a veces los niños se pierden en las jaculatorias psicoanalíticas, pero es más grave, porque negándoles su existencia de sujeto, queda como un bicho de laboratorio, queda atrapado como un coleóptero en las transparencias de los vidrios de los conceptos analíticos.

Rezando y creyendo doctrinalmente en estas jaculatorias de un Otro omnipotente negamos la existencia del sujeto y nos perdemos todo el hacer del niño, aliviando eso sí, la angustia que como analista nos suscita el encuentro con el niño.

Creo que es mucho material el que trabajamos hoy, nuestra invitación a leer los textos con la clínica y no leer para después, para ver como lo leído se aplica a la clínica, continúa. Hasta el próximo encuentro.

Lic. Viviana Monserrat Aráoz

BIBLIOGRAFIA

Lacan, Jacques. Clase I: La Excomunión. Sem. XI Los Cuatro Conceptos Fundamentales. Ediciones Paidos

Lacan, Jacques. Breve Discurso a los Psiquiatras. Texto Inédito

Lacan, Jacques: Subversión del Sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano. Escritos II. Siglo XXI Editores.

Harari, Roberto: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, de Lacan: una Introducción. Cáp. 1 . Ediciones Nueva Visión.

Jerusalinsky, Alfredo: Psicoanálisis del Autismo. Ediciones Nueva Visión. Cáp.. 2

Tendlarz, Silvia Elena: ¿De qué sufren los Niños?. Introducción y Cáp.. V. Lugar Editorial

Belaga Guillermo A.: Formas Clínicas. Cáp.. 5 y 6. Descartes

Soler, Colette: Estudios Sobre las Psicosis. Cáp.. 3 : Rectificar al Otro. Editorial Manantial.


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