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Seminario
Puntuaciones sobre el autismo.
Cuestiones preliminares

wwww.edupsi.com/autismo
autismo@edupsi.com

Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Dictado por :
Viviana Inés Monserrat Aráoz y Margarita Maria Barrionuevo


Clase 4

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Transferencia- Juego

Partiendo de la idea, que analizar a los niños con síntomas autistas, psicóticos o neuróticos, es abordar toda la teoría y la práctica psicoanalítica -no un capítulo especial- quiero señalar que un análisis de la transferencia y el juego son preliminares ineludibles a las otras cuestiones que ahí se juegan.

En esta clase voy a subrayar la importancia: del libre juego de los significantes, es decir de la espera del significante cualquiera por venir, y la disposición flotante en la escena lúdica, la cual a la manera borgeana, es un libro que escribimos y al mismo tiempo nos esta escribiendo, es escritura donde el sujeto se apropia paso a paso de la letra y la letra del sujeto.

Ante comportamientos locos, caóticos, desordenados con los que el niño se presenta, lo más difícil es soportar nuestra angustia. No porque la angustia tenga que ver con la compasión sino porque la angustia tiene que ver con la imposibilidad de cubrir la falta del Otro, al no encontrar las trazas compartidas. ¿Qué sostengo con esta posición?. Sostengo la ilusión de que "yo soy yo" (que con el loco no tengo nada que ver; que es un coleóptero como dice Lacan en Breve Discurso a los Psiquiatras o que es un extra-terrestre como en el discurso de una mamá). Posición esta, desde la cual levanto un muro, para desconocer la castración. Posición desde la cual, como analista, no me siento concernida quedando al resguardo.

Por el contrario el psicoanálisis abrió una brecha esencial al poner de relieve que la locura es inherente a nuestra condición de sujetos.

Como de lo que se trata en la experiencia clínica es de textos y lecturas les propongo leer los textos impresos de la misma manera que se lee la experiencia en la escena transferencial. Cualquier lectura de los textos como portadores de la verdad en la medida que funcionan como sujeto supuesto saber no los podemos leer, lo único que podemos hacer es citarlos o usarlos como una especie de palabra revelada para autorizar nuestros dichos.

Viviana leyó como Silvia Tendlarz por corroborar una cita...Aparecen fenómenos proto – especulares (anteriores a la constitución especular) que se manifiestan como ecolalia y ecopraxia, es decir diferentes tipos de imitación verbal y motora... le preguntó (a Alex): ¿Cuántos cubos hay? y él repite "¿cuantos jugos hay?"cambiando la letra "c" por "j" y la "b" por "g". Desde un saber pre concebido el niño es signo de un déficit en lo simbólico. Ahí, no hay lugar para su subjetividad, para su singularidad, mostrándonos como la producción del niño se pierde en las jaculatorias psicoanalíticas. Sentencia además, un destino para ese niño: sólo imita, es un reproductor. Predicando sobre su ser, no recibe su equívoco. Lo deja congelado en una forma de ser.

Congelado es un significante que utiliza Lacan en sus escasas referencias al autismo, pero ahí, él muestra la importancia del enigma...se trata de saber por qué... hay algo en ellos que se congela (Conferencia en Ginebra sobre el síntoma). Porque hay una suposición de saber que permite el despliegue de la subjetividad. Es una suposición de significación en el síntoma. Hay un sentido que circula en las palabras, en el juego. Sentido que no es transparente para el que habla o el que juega pero tampoco para él analista. Esta suposición de saber es el saber en el lugar de la verdad ¿de que saber se trata? No es un saber referencial –ya dado- sino un saber textual que hay que producir en transferencia.

Porque si el saber supuesto es referencial alguien lo tiene, tiene el saber. El significante es un signo y como tal representa algo para alguien. Por ejemplo, José en la institución todos los días a media mañana detiene su actividad y se incorpora: significa un pedido (se lo acompañe al baño). Ahí su actitud se traduce como signo, como cuando vemos un S.O.S que nos refiere peligro.

En el signo hay alguien que sostiene la relación entre él y el algo que lo representa y entre el algo y el alguien media el signo. Ese mismo niño en otra situación se desnuda sin motivo aparente. Aquí se puede suponer una significación: se excita. Se puede elucubrar también: que siendo el padre de José un autoritario e insensible que al mismo tiempo permite que la madre duerma con el niño, no funciona el Nombre del Padre y por lo tanto no hay metáfora paterna, deslizándose ahí, lo quiera o no el analista, a la teorías deficitarias, no hay sujeto. Teorías que deslizan a distintos tipos de tratamientos: hay que hacer esto o aquello. Ahí, me posiciono como Amo, como dueño del saber, le proporciono sentido a lo que le pasa al niño haciendo funcionar el saber como la verdad. Cuando por el contrario la verdad esta en el saber que porto.

En el curso del seminario La Identificación, es cuando Lacan formula por primera vez su definición del significante, distinguiéndolo claramente del signo. Allouch agrega... los lacanianos propagan la confusión cuando ellos mismos usan el significante, contra la enseñanza de Lacan, actuando como si fueran sus amos en lugar de dejar que opere libremente la destitución del significante amo que, en cuanto mandato y tal como lo escribe el matema, se pierde en el otro significante.

En el caso de Silvia Tendlarz ella antepone un saber acabado, sin contradicciones, ni fisuras. Desde esa posición ella congela al niño en una forma de ser y se afana en la observación y en la descripción pormenorizada como con las transparencias de laboratorio.

¿Cómo se opera el pasaje de signo a significante?

El chiste, el equívoco, el juego, borran la relación entre el signo y el referente merced a la conjunción, a la relación de dos signos entre sí. Cuando el signo puede pasar a otros signos se eleva a la condición de significante. Si el equívoco jugo por cubo rompía la relación al referente, esta diferencia no fue registrada, no dio lugar a la concatenación significante a que se ligara a otros signos. Lacan en el S21 –el significante es un signo que se dirige a otro signo, es lo que hace signo a otro significante, y es por eso que es el significante.

Ya no remite más a algo para alguien desaparece el sujeto del signo, sostén de la relación de representación. Y es el sujeto del significante sostén supuesto de la relación entre dos representaciones que representan nada, signos sin referentes. Este saber fundado entre los signos entre sí, desprendidos de su relación con los referentes, es el saber textual.

La concatenación significante en la que los signos se remiten unos a otros produce efectos de sujeto y nuevos sentidos. Efectos que surgen de esa concatenación fuera de sus significaciones y referencias. Efectos por los cuales se sostiene la regla fundamental la asociación libre para hacer lugar a la producción de un saber que diga de la verdad de ese sujeto.

Al romper el signo lingüístico saussureano Lacan envuelve de un misterio total el paralelismo entre significante y significado. Y con la acentuación de la barra, la supresión determinativa del signo. Ahora, para hacer lugar a la asociación libre –... libertad de ficción de decir cualquier cosa, la cual, de resultas se verifica como imposible...- hay que poder soportar la suspensión de nuestro saber: esto... remite a esto. Lo que implica, abrir un tiempo a la espera del significante cualquiera por venir... Caída del sentido no fácil de soportar. Lo que nos lleva a sostener un saber pre-establecido. No se trata de saber que quiere decir ese hacer o ese grito, sino reconocer que quiere decir algo, que no es una secreción o un fenómeno, que ese grito, expresa el penar de más de un sujeto.

Como el saber esta agujereado nos llevará a indagar constantemente sobre lo que hacemos. Tendremos que practicar este ejercicio con honestidad intelectual, aún si nos enfrenta con las más tremendas contradicciones. De esta manera no evitamos el encuentro con lo real que la clínica nos propone. Encuentro que más que encuentro, es un desencuentro, un tropiezo.

Si el síntoma define el campo de lo analizable, no es el síntoma aislado del campo de la psiquiatría o de la psicología. Estas, le dan un estatuto ontológico: "es lo que es". Así definido el síntoma queda ligado al discurso del Amo, a la ontología. Cada vez que hacemos ontología, metafísica, nosografía; cada vez que decimos "fulano es loco, autista, hiper-kinético..." perdemos la singularidad del caso y perdemos fundamentalmente el tiempo. La transferencia es el tiempo del caso y estando la metafísica fuera del tiempo la dimensión transferencial se pierde.

Antes de Freud algunos síntomas como las parálisis o las convulsiones histéricas ni siquiera eran pensados como síntomas en el sentido médico del término sino que eran signos de otra cosa, por ejemplo: de una posesión demoníaca (a las histéricas se las condenaba a la hoguera, más tarde el discurso médico las rechaza por embaucadoras, simuladoras). Es Freud quien abre un espacio para su padecimiento, su decir, su deseo. Por eso el síntoma en el sentido analítico del término no estará acabado sino cuando sea reconocido y recibido como algo dirigido es decir soportado por dos.

El síntoma mismo es portador de una indicación de que ahí es cuestión de saber, esto explica lo que va a decir Lacan: que el analista completa el síntoma. Paso ineludible para asentar que la clínica psicoanalítica es una clínica en transferencia.

En un equívoco, en un olvido, en un sueño...nuestra división se hace evidente, se pone en acto. En un síntoma de parálisis en una mano (ahí no es más mi mano) no puedo hacerla funcionar, pero sin embargo es mía. Pero tener paralizada la mano puede ser vivido como una desgracia personal o como un castigo divino.

Ahora si me pregunto ¿por que? ¿qué significa esto? y no le adjudico como causa un saber (tensión muscular ...o exceso de masturbación...) estoy suponiendo que hay un saber a producir, no que alguien sabe. Ese es el comienzo de la transferencia. Ahí se produce una implicación subjetiva. En los niños ese registro en un primer momento lo hacen o no los padres. Pero para hacer lugar al despliegue de la subjetividad esa rectificación –primero- esta del lado del analista. Viviana mostraba como, a diferencia de la analista venezolana (que intentaba reconstruir la historia del niño con los padres para buscar alguna explicación a los fenómenos del niño) Rosine Lefort, va leyendo en el niño los efectos del encuentro con los significantes, va reconociendo un sujeto y no un raro bicho de laboratorio a ser analizado.

¿Cuáles son las articulaciones de saber y los supuestos dominantes en nuestro medio en relación a la locura y más aún a la locura en la infancia?

La proliferación de terapéuticas reparadoras para abolir los fenómenos descriptos como trastornos generalizados del desarrollo nos dicen del malestar en la cultura hoy. Desde la Concepción Global se rechaza el goce particular que expresa la diferencia. Desde los discursos dominantes se pretende un saber totalizador y estos trastornos se presentan como una falla en la consistencia de ese saber. Los niños que llegan a mi institución, por lo general, se oponen a toda adaptación, no son sugestionables y se resisten a la pedagogía. Pueden tener logros especiales: memoria asombrosa o reproducciones admirables, pero no se apropian de la palabra y de su cuerpo. La palabra no les sirve para la comunicación y el cuerpo es como si no les perteneciera ...no pueden decir yo, y a las palabras las repiten como eco.

No es que existe el niño y luego el juego sino que está el juego y por eso hay niño. El que se pretenda hoy, indagar en la justicia (como recientemente aconteció en nuestro país) a un niño de 5 años por la apropiación del juguete de otro niño ¡es aberrante!. Esto nos muestra la pérdida de valor del juego. Es la expresión del lugar que le damos a la niñez en la actualidad.

El jugar, define la niñez. Si se supone un niño que no juega, ahí deja de ser un niño. El ejemplo precedente, como muchos otros, muestra que no hay lugar entre nosotros para los niños.

El niño de hoy, incluso muy pequeño, no deja la escuela cuando vuelve a su casa. Nos esforzamos a poner en sus manos supuestos juguetes que de hecho son otros tantos procedimientos de pretendido aprendizaje: apenas regresa de la escuela a la casa, deberá colocar figuras geométricas en un tablero, tener en cuenta los colores y también las dimensiones (juguetes didácticos). El juego se ha hecho cargo del objetivo de la escuela. En cuanto a distracción, fantasía, ficción inventada por el mismo ¡es pérdida de tiempo! No hay espacio para el juego como invención propia, como puesta en escena de una ilusión, como vehículo en la construcción de lazos, como acción constituyente de nuestra subjetividad. Por el contrario se pretende materializar el fantasma, la ilusión, los sueños.

Al degradar el juego a rango de función –juego-terapia- arte-terapia- juego-aprendizaje- todo puede enseñarse, programarse, manipularse, por lo tanto, todo es cuestión de adiestramiento. Pero los genios niños como se los dio en llamar a los autistas, cuestionan esta pretensión, muestran que se puede ser un genio. Por ejemplo: se puede conocer como están integradas las grandes orquestas del mundo y por terror no dormir.

Otra característica de nuestra tiempo es el dominio de lo económico sobre lo cultural, la exigencia de la producción de bienes rentables. Exigencia que se traslada a la niñez: no podemos permitir que pierda el tiempo jugando.

La obligación que nosotros tenemos es sostener el valor de lo lúdico, reconstruir un lugar -donde la guerra pueda ser representada y no tenga que ser una especie de guerra presentada- donde se pueda jugar -a matar pero no matar- jugar -a robar pero no robar- Lugar que le permita dejar de ser la pelota y poner una pelota en juego.

Si las suplencias en la infancia pasan fundamentalmente a través del jugar esto nos marca el camino: la búsqueda es ¿como crear las condiciones de posibilidad para la emergencia de su palabra, de su verdad, de su juego?

Lacan interrogado por la locura (interrogante con el que ingresa al psicoanálisis y no abandona) da un vuelco de perspectiva: la pregunta será no de cómo alguien se vuelve loco, sino ¿como es posible no estar loco. Se pregunta ¿como es posible que algunos no sepan que la palabra es un parásito, que la palabra nos es impuesta?.

No hay no loco pero el psicótico no participa de la locura común, dado por ese horizonte de significación, que es la significación fálica. Lacan dice en su seminario La identificación: "Si no somos capaces de percatarnos de que hay un cierto grado, no arcaico, a poner en alguna parte del lado del nacimiento, sino estructural, a nivel del cual los deseos son, hablando propiamente, locos; si para nosotros el sujeto no incluye en su definición, en su articulación primera, la posibilidad de la estructura psicótica, jamás seremos sino alienistas"

La psicosis puede ocurrirle a cualquier hablante, es una posibilidad esencial, a partir que el sujeto se constituye por el lenguaje. De ningún modo el psiquiatra o el analista está fuera de la locura, salvo que es otra locura de la que se trata.

La locura nos revela lo precario de nuestra realidad. Hay mucho dolor y desesperación en estos niños –se mueven bajo imperativos permanentes: lávate, muévete... Es como una radio que les funciona sin parar en la cabeza. Nosotros la tenemos pero la podemos parar con el trabajo, con los lazos sociales, con el juego. La transformamos. Estos anudamientos de lo real de nuestro cuerpo con lo simbólico e imaginario que nos constituye, se realiza fundamentalmente a través del juego de la fantasía donde se diferencian y se enlazan estos registros. Cuando nos apropiamos de la palabra, cuando hacemos otro registro de ella, esta nos libera algunas veces y en lugar de tener dolor de estómago decimos "esto me revuelve las tripas " o en lugar de tener dolor de garganta decimos "se me quedó algo atragantado".

Esta inversión no hay no loco lo lleva a Lacan a operar de otra manera. La posición de la transferencia es otra que en Freud, para quien, la transferencia es algo que viene del paciente. Lacan introduce algo que produce un vuelco en esta concepción de la transferencia el deseo del analista que supone –hay un sujeto supuesto y un saber supuesto- no un sujeto que sabe.

Las modalidades de la transferencia son las que nos orientan. La di-rección de la cura es en relación al modo de la transferencia ins-ta-la-da. La rectificación subjetiva es primero del analista –como bien lo subraya Ricardo Rodríguez Ponte-.

El analista es responsable del efecto de transferencia: es la causa de su desarrollo y de su puesta en movimiento. La cura está a merced de la respuesta del analista. Ya sea que esta respuesta sea de presencia, de silencio o de palabra.

Si los padres de un nene de 3 años piensan que ese hijo los va a matar si sostienen que tienen miedo que es una fiera que sienten que va a destruirlos estos padres no suponen un niño, estos padres tienen dificultad para ratificar algo como un juego por su propia problemática. Pero... ¿cual es la nuestra si nos presentamos ante un niño de 3 años con un casco en la cabeza?

Desde el principio venimos sosteniendo que no es sin consecuencias lo que se pone en juego en presencia de estos niños. Por ejemplo leamos qué decimos cuando recibimos a un niño con un cas co en la cabeza (9 Lunas programa televisivo de la década pasada donde se relatan historias de vida, una de ellas aborda lo que le pasa a un matrimonio con su hijo autista. En el lugar especializado donde se efectúa el tratamiento los terapeutas atienden con cascos) Leemos que ahí no hay niño.

Si un niño le dice a la mamá: cuando sea grande me voy a casar con vos. Y la madre responde lúdicamente: si, vamos a invitar a príncipes y princesas..(o algún otro cuento por el estilo), no hay dificultades. Ahora si la madre, experimenta cualquier tipo de inquietud, perturbación..., ahí no hay niño. Pero, ¿qué de un terapeuta que no pueda acoger en un espacio lúdico lo que un niño trae? En el caso que presenta M. J. Izaguirre de Martel (y leyó también Viviana) –Juan "...Quiere introducir bajo su blusa un tiburón "para que salga por donde salen los niños"... Uds. pueden pensar Uf! de nuevo con la misma cantinela -la crítica a la venezola-. Pero aceptar un sujeto en análisis implica que estamos irremediablemente concernidos. No hablo de contra-transferencia que supone una relación dual, especular, donde si experimento bronca algo del paciente la provoca... No. Digo que el analista como en el cuadro de Velázquez (Las Meninas) forma parte del cuadro. Que el analista es al menos dos: el que con su presencia sostiene la escena transferencial y el analizante de la experiencia que ahí se escribe. Es por lo que Lacan señala que el análisis es de escrituras y lecturas.

Si pretendo hacer lugar al despliegue de la subjetividad no hay técnica, no hay receta, uno no puede calcular la intervención voy hacer esto o aquello para producir tal o cual cosa. El planteo es retroactivo: ¿qué resultó de lo que hice? ¿cómo me explico la intervención que tuve y el efecto que produje?

En el caso de Sebastián s u angustia y su agresividad son crecientes, da vuelta todo en mi consultorio, me escupe, hasta el día en que busca pegarme. Choca con un no. Le significo que si me pega no lo recibiré más. A la sesión siguiente llega como sin nada hubiera pasado, tranquilamente se sienta enfrente mío y en el momento en que no me lo espero, me tira una bola de nieve que había disimulado en su bolsillo. Río, él también se pone a reír. Hay allí un cambio de registro, concluye esta analista, lo que estaba en cuestión bajo el modo de la pura agresividad especular puede transformarse en juego.

En este cambio de registro el juego deja fuera lo real del golpe. Como dicen los niños: ¡pero... es de jugando...!! Esto implica que algo queda fuera del juego, lo real en menos. Esto es lo que hace posible jugar a la guerra sin destruir .

El jugar básicamente implica la puesta en juego de una pérdida. Es sabido que los chicos muy chiquitos juegan partiendo de algo que sería un : "dale que yo era ...". Implicando de esta manera un pasado "era", y un presente que "ya no", que el juego va a intentar reproducir. Pero no se trata de encontrar en estas palabras la explicación del accionar del niño ni de comprender: si "juega al doctor....", si "por que su padre tal cosa..."o si "por que la madre tal otra.." o si "por que no elaboró la metáfora paterna" (porque ahí pongo en juego mi saber referencial) De lo que se trata es hacerle un lugar a la escena lúdica. Hacerle lugar al "libre" juego de los significantes, a la disposición flotante, a la espera del significante cualquiera por venir.

El jugar es escritura donde el sujeto se apropia paso a paso de la letra. No se trata de desenmascarar puesto que no hay rostro verdadero. El vacío – la falta en el Otro- no tiene rostro ni verdadero ni falso. No hay otra cosa verdadera que la ficción. Es lo que lleva a Lacan a postular que la verdad tiene estructura de ficción. Inversión que exige operar de otra manera, a la manera que desciframos un sueño -tratamos las imágenes oníricas como jeroglíficos- es decir a modo de letras a leer. Y no lo que imaginariamente representan. Solicitamos asociaciones.... a la espera del significante cualquiera por venir.

Si no esperamos del hacer del niño algún efecto de verdad no hacemos lugar al despliegue significante y caemos en sostener la ética del Supremo Bien. En el caso de Leo -en mi institución- todo el tiempo pintaba lo que caía en sus manos con rosa y celeste, su analista insistía en ofrecerle la paleta de colores. El niño ignorando la propuesta, insistía. La analista advierte que debe abstenerse. A partir de lo cual, el niño sigue con su hacer, inscribiendo la diferencia nene-nena en otras redes (se trata de tomar las cartas que él muestra y no tomar cartas en el asunto.- J..Allouch)

Hasta la próxima

Mara Barrionuevo
A cargo de la dirección profesional del Centro de Estudio, Investigación y Tratamiento de ASANA-TUCUMAN (Asociación Ayuda al Niño Aislado) - E-mail:
barrionuevomara@hotmail.com

Bibliografía:

Lacan, Jacques. Breve Discurso a los Psiquiatras. Texto Inédito

Lacan, Jacques. La Identificación. Traducción para circulación interna de E.F.B.A -de Ricardo Rodríguez Ponte

Lacan, Jacques. Intervenciones y Textos 2. Ediciones Manantial

Allouch, Jean. Letra por letra. Ediciones Edelp


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