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Seminario
Las alucinaciones en la psicosis
Estructura y operación

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Dictado por : Andrea Perdoni


Clase 5


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EL CASO MARRANA EN LAS AXIOMÁTICAS DEL SEMINARIO III

Introducción

Retomamos en este encuentro el caso conocido por todos, extraído de una presentación de enfermos realizada por Lacan en el transcurso del Seminario III, "Las psicosis". Como lo anticipa el título de esta clase, el recorrido a realizar consiste en situarlo en relación a las axiomáticas que atraviesan el Seminario en el que tuvo lugar, camino que no es sin avatares ya que se entrecruzan aquí la dialéctica intersubjetiva y sus raíces hegelianas con la estructura del lenguaje y las referencias lingüísticas que producen un cambio de foco en la lectura misma de la alucinación. Para ello, hemos de apoyarnos en los rodeos hechos en nuestro encuentro anterior, ahora para entrar de lleno con los avatares despejados, a la clínica del fenómeno alucinatorio en particular.

Hay un doble movimiento como hemos visto en este seminario, el primero de las referencias teóricas a la clínica, transformándose desde las primeras el campo sobre el que operamos; el segundo movimiento, tiene su punto de partida en la clínica, ya que es finalmente del análisis de los fenómenos y su operatoria, volviendo desde aquello que la alucinación revela, que los conceptos se transforman haciendo visible un campo oscuro hasta el momento.

La primera axiomática: abordaje inicial de la relación entre el fenómeno alucinatorio y la estructura.

El caso de la presentación de enfermos fue llamado con el tiempo por su nombre: "¡Marrana!". Se trata, recordemos, de un delirio de a dos en el que la paciente junto con su madre sufrían de las constantes molestias de una vecina del piso. Esta vecina de "vida fácil" era amante de un hombre que, cruzándolo en el pasillo, le dirige a la paciente un término grosero. No lo confiesa rápidamente, primero concede la frase que ella misma había formulado entre dientes en el instante anterior; ella había dicho "yo vengo del fiambrero", cuando este hombre le dirige un "¡Marrana!".

La primera pregunta a formular es por qué "¡Marrana!" es una alucinación. ¿Por qué pensar que es un significante que se independiza del sujeto retornando desde el exterior, y no un insulto del vecino?.

A través de las coordenadas en que Lacan aborda el fenómeno situaremos las primeras respuestas.

El fenómeno es leído en primer lugar, a partir de la estructura de la palabra en la comunicación intersubjetiva. Las respuestas son formuladas en este momento sirviéndose del esquema Z y haciendo uso del estadio del espejo.

Merleau Ponty también analizará el fenómeno alucinatorio en las coordenadas de la intersubjetividad, pero, en función del sujeto de la percepción, concluirá que la alucinación es "inaccesible": fuera del mundo pertenece a un mundo facticio.

Lacan, que opera con otro sujeto, aquí, el sujeto del sentido constituido en la palabra plena, llamará a este fenómeno "Interlocución Delirante".

¿Por qué supone en este caso la "interlocución" y no lo hace por ejemplo en los fenómenos elementales?. Hay ya aquí una diferencia señalada.

Decir interlocución implica hablar del circuito de la comunicación. Esto no deja de ser paradójico en la medida en que la dialéctica intersubjetiva se sitúa en la relación del sujeto con el Otro.

El Otro es del reconocimiento, previamente reconocido pero no conocido. El Otro es el lugar del oyente instaurado en una disimetría fundamental, es de quien el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida. Reformulación operada sobre el circuito de la comunicación por el poder discrecional del oyente. Lugar desde el que se decide el sentido de lo dicho, 1 situando la posición del sujeto a partir de la alocución, de la palabra plena, comprometedora: "Tú eres mi amo", "Tú eres mi mujer", son los ejemplos que da Lacan, desde donde el Yo (Je) se sitúa como "Yo (Je) soy tu discípulo", o bien "Yo (Je) soy tu hombre", retornando al sujeto su mensaje en forma invertida.

El significado es constituyente, "la palabra instituye el juego comparable a todo lo que sucede en Alicia en el país de las maravillas, cada personaje se transforma él mismo en el lugar que el juego significante le asigna". El sujeto es "eso" donde queda posicionado por la palabra: "los personajes disfrazándose de cartas se transforman ellos mismos en el rey de corazón, la reina de pique, etc.". Del Otro del reconocimiento depende la existencia misma del sujeto en el valor de la palabra en que se hace reconocer. 2

En la palabra verdadera la alocución es la respuesta. La consagración del Otro como "mi mujer" o "mi amo" es lo que responde a la palabra. "Yo (Je) soy tu hombre", o "Tú discípulo", es el lugar en que el sujeto se reconoce a partir de la consagración del Otro.

Dos tiempos implicados:

1.consagración del Otro,

2.reconocimiento del sujeto en el lugar que le es asignado por el retorno de su mensaje en forma invertida.

Lacan leerá el caso atendiendo a la semántica, oponiéndolo a esta temporalidad en que, en el movimiento retroactivo que la invocación supone, adviene la alocución en que el sujeto se reconoce. En el caso, "Marrana" es la alocución presupuesta en la frase "vengo del fiambrero", ya que la frase completa es "yo, la marrana, vengo del fiambrero" 3.

Yo (Je) soy la marrana, en cortocircuito, ya que la frase lo incluye. Se dislocan los tiempos en un juego en que el Otro del reconocimiento no participa, aquí la alocución no es la respuesta retroactiva, sino que está supuesta en la respuesta (Yo vengo del fiambrero). Sin embargo se trata para Lacan de una interlocución 4.

¿ Qué es lo que caracteriza a la alusión?. Planteada la pregunta será abordada en dos ejes:

En relación al sistema del lenguaje en el que aún es priorizado el sentido, la continuidad en la significación -señalamiento en el que encontramos retoños jasperianos- es contrapuesta a la discontinuidad en el quiebre de la frase;

En relación al esquema Z y al estadio del espejo, será situado el mecanismo, la proyección, en esta primera formulación.

ÿ Abordemos el primer punto: "diciendo vengo del fiambrero la paciente nos indica que esto remite a otra significación. "usted comprende bien" quiere decir que ella misma no está muy segura de la significación y que ésta remite no tanto a un sistema de significación continuo y ajustable sino a la significación en tanto inefable: la significación intrínseca de su realidad propia, de su fragmentación corporal". "Marrana", un cochino cortado en pedazos, es a lo que remite "vengo del fiambrero". Tenemos ya la indicación de una "disociación" en el hecho de que "Marrana" "está cargado de un sentido oscuro", inefable. La significación en un sistema continuo y ajustable se detiene. "La injuria 5 es siempre una ruptura en el sistema del lenguaje". Podemos decir que la continuidad de la significación es el antecedente del encadenamiento significante, pero no estamos aún en la estructura del lenguaje.

Ahora bien, hay una indicación que quedará pendiente en cuanto a su relación con la estructura. Estos elementos que se aíslan, se disocian, conllevan una carga libidinal particular. Lacan habla de "erotización del significante". Y este elemento que se aísla de la frase, cargado de un sentido oscuro, concierne a su ser. "La injuria del caso en la medida en que lo que está allí en juego eran las amenazas del marido que quería ni más ni menos que cortarla en pedazos, se ajusta al proceso de defensa vía la expulsión". Mecanismo de defensa en la expulsión de un término, con una carga libidinal particular que atañe a su ser.

ÿ Esta formulación será encuadrada en el eje imaginario desde el esquema Z volviéndose la expulsión, proyección en el circuito del yo y su doble. La expulsión, dice Lacan, hace pensar en el propio mensaje del sujeto, y "este mensaje concierne al más allá que ella misma es en tanto sujeto". Concierne a su ser pero no es su propio mensaje recibido del Otro en forma invertida, sino su propia palabra, y en la medida en que no es recibida del Otro, es en el ping-pong, por reflexión, en espejo, recibida del pequeño otro, la marioneta que está frente a ella, su doble.

Lacan, en el inicio del Seminario , antes de encontrarse con el caso, sitúa a la alucinación en el esquema Z fuera de la relación entre el sujeto y el otro. Da cuenta del fenómeno elemental formulando al sujeto identificado al yo con el que habla, "el yo asumido bajo el modo instrumental", "él habla de él", "el sujeto habla con su yo y es como si un tercero, su doble hablase y comentase su actividad". Los fenómenos como el comentario de los actos, el eco del pensamiento, ya eran concebidos de este modo en "Los Complejos Familiares" leídos con el estadio del espejo. "Marrana" es "su propia palabra lo que está en el otro que ella misma es". En el esquema Z, de S, a 6 le dijo "marrana". El ciclo entraña una exclusión del Otro. "El circuito se cierra sobre los pequeños otros que son la marioneta que está frente a ella que habla y en la que resuena su mensaje, y ella misma en tanto que yo es siempre otro y habla por alusión". La alusión imaginaria es el modo de hablar del sujeto e indicar su existencia, excluido el Otro. La palabra que desde a, yo (moi) que está en el otro (el vecino), habla de S, y lo que dice, la injuria, concierne a su ser. "Yo vengo del fiambrero", en a´ (ubicada la enunciación en primera persona en el lugar del otro en el esquema) 7 ¿quién? : La marrana, un cochino cortado en pedazos, "la significación intrínseca de su fragmentación corporal".

Por esta vía retomaremos por qué se trata de "interlocución" en esta alucinación en particular.

Por un lado podríamos decir que la interlocución es en el circuito imaginario, entre el yo y su doble; pero el mensaje habla de otro lugar, del sujeto. Por otro, podemos buscar las razones en la función de la injuria, en la medida en que este término aislado, implica una significación en relación a su ser, que en las coordenadas de la axiomática de la palabra, es constituyente.

Una primera torsión: el contrapunto con Schreber y sus frases interrumpidas

En la página 177 que retomaremos del Seminario, Lacan hará un paralelo entre las frases interrumpidas de Schreber y este caso Marrana en que la frase está cortada.

Atiende aquí a lo que podemos llamar un mecanismo lingüístico e introduce un cambio de foco en cuanto a la axiomática en juego. A la estructura de la frase en ambos casos articulará una lógica de la suspensión inherente a la estructura del lenguaje. Dice aquí: "hay allí - en la frase de Schreber - un procedimiento particular de evocación de la significación, que nos ofrece sin duda la posibilidad de concebirla como una estructura: la que destaqué a propósito de esa enferma que en el momento que escuchaba que le decían "¡Marrana!" murmuraba entre dientes la voz alusiva, la mención indirecta del sujeto. Ya habíamos podido vislumbrar en este caso una estructura muy cercana al esquema que damos de las relaciones entre el sujeto que habla, el que sostiene el discurso, Yo (Je), y el sujeto del inconsciente, que está ahí, literalmente en ese discurso alucinatorio".

La suspensión del sentido en la voz alusiva, es en esta lógica: un procedimiento particular de evocación de la significación, la que adviene en el complemento de frase, escuchado, "marrana", que sitúa, indicando, dando el índice, al "sujeto del inconsciente" 8por la vía de la alucinación.

Podemos entonces añadir una segunda articulación en el punto en que el caso se encuentra con la estructura.

Francamente priorizada, la significación es concebida en este momento del Seminario, en términos de su producción. La significación es lo que da vida a la frase, y la misma está ligada a que el sujeto está a la escucha, se destina a esta significación. Se trata de un fenómeno de lenguaje y no de la sonoridad. "En un discurso lo que uno comprende es distinto de lo que uno percibe acústicamente", diferencia que conduce a dar cuenta de cómo se engendra la significación, ya que esta no se escucha, no está a nivel sensorial. Podemos escuchar un discurso en una lengua desconocida sin que este signifique algo para nosotros. Pero no sólo no se comprende una lengua extranjera; la lengua propia puede devenir extranjera. "Lo que diferencia la frase comprendida de la frase que no lo es, cosa que no le impide ser escuchada es precisamente lo que la fenomenología del caso delirante destaca tan bien, a saber, la anticipación de la significación" (página, 197). La significación siempre remite a otra significación, tiende a cada instante a cerrarse para quien la escucha. El significante arrastra la significación. El sentido va hacia algo que está adelante o que retorna sobre sí mismo. "¿Quiere decir esto que no tenemos punto de parada?, ¿dónde se detiene?: siempre a nivel de este término problemático que se llama el ser (página, 198).

Tenemos en el caso, una frase que siendo dicha, permanece enigmática en el punto del corte ("yo vengo del fiambrero" de cuya significación ella no está muy segura). La significación aquí no remite a otra, la anticipación y la retroacción en la que a cada instante se cierra la significación no están en juego. Lo que está en juego es el corte, la escansión que juega con las propiedades del significante: la interrogación implícita que ella supone. Sin embargo, la significación se detiene, pero no permanece enigmática, ya que en el punto de corte, de la escansión en la que el sentido se suspende, llega un "¡Marrana!" alucinatorio, pleno de sentido. Hay un punto de parada a nivel de este término problemático que es el ser.

Con esta última puntuación, nos detendremos en un rodeo por los fenómenos que se oponen en tanto vacíos de sentido, a la alucinación del caso; para volver sobre ella desde la fórmula final "tú eres", retomando la línea ya planteada propuesta por Lacan en el segundo capítulo de "La pregunta histérica": "que el sujeto en la psicosis sólo puede reconstituirse en la alusión imaginaria, se los mostré in vivo en una presentación de enfermos. A este punto preciso llegamos. El problema que debemos indagar es la constitución del sujeto en la alusión imaginaria" (página, 231).

Los fenómenos elementales vs. La alusión imaginaria. El problema del estatuto del Otro

Abordaremos la pregunta planteada en función de lo que diferencia a nivel de la "reconstitución subjetiva", al fenómeno elemental de la alusión.

Por esta vía emprendemos el camino que lleva a Lacan a resituar los términos en la estructura de la psicosis.

El eje del sentido desde el inicio del Seminario diferencia estos dos fenómenos: la formula y la intuición, el vacío a nivel de la significación versus el sentido pleno. Es una descripción que opone los términos por la vía de la significación, pero que, sin embargo, no se correlaciona en un principio con una diferencia estructural.9

Lacan vuelve a formularse la misma pregunta a lo largo de todo el Seminario: ¿quién habla en la alucinación? Cuando parece haberla respondido al principio: de S, el otro en tanto Yo(moi). Vuele a ello "ese doble, que hace que el yo nunca sea más que la mitad del sujeto, ¿ cómo es que se vuelve hablante? ¿ quién habla ? ¿ es ese otro, reflejo imaginario, es él quien habla?. Esta pregunta se la resuelve implícitamente cada vez que se habla de mecanismos de proyección vía el transitivismo infantil" (página, 210). La fórmula en juego en el caso. Lacan se refutará, "los mecanismos en juego en la psicosis no se limitan al registro imaginario (...) la alienación es constituyente en el orden imaginario (...). Pero nada puede esperarse de un abordaje de la psicosis en el plano imaginario, porque el mecanismo imaginario da la forma, pero no la dinámica de la alienación psicótica" (página, 211). "Encontramos la noción de que más allá del pequeño otro, debemos admitir la existencia de otro Otro. No nos satisface tan solo porque le otorgamos una mayúscula, sino porque lo situamos como correlato necesario de la palabra" (página, 212).

Lacan comienza a preguntarse cuál es la relación del sujeto con el significante que diferencia los fenómenos mismos de la psicosis. La descripción fenoménica está basada en la diferencia entre significante y significado.

-Se ordenan por un lado los fenómenos del automatismo, aquellos en que el sujeto está en una relación de eco interior respecto de su propio discurso. En el "automatismo de l discurso" la invasión y la parasitación "dejan al sujeto suspendido de su presencia". "En la relación a - a´ en que el sujeto está capturado por el doble -correlativa del discurso permanente- este otro lo niega, lo mata literalmente ". El pensamiento repetido, robado, el discurso redoblado -los fenómenos específicamente delimitados por De Clérambault- se correlacionan con la muerte del sujeto, el sujeto suspendido de su presencia en la invasión de un discurso que emerge en el yo, irreductible, involuntario, en el que el sujeto está "fijado" e "incapacitado" de restaurar su sentido (página, 190). Lacan formulará: el psicótico está habitado por el lenguaje.

Pero es por esta misma vía, tratándose del Otro del lenguaje, que Lacan formalizará el estatuto del Otro en la psicosis: Otro ajeno, errante "Otro que el sujeto rechaza en la medida en que se afirma como Yo (Je)" (página, 195); "heterogéneo" en tanto "es captado sólo en la cáscara, la envoltura, la sombra del significante" (página, 365). Se trata del significante vaciado de su significación. "El significado está vacío, el significante es retenido por sus cualidades formales que sirven por ejemplo para hacer series. Es el discurso de los pájaros parlantes, al que Schreber otorga el privilegio de carecer de significación". "Los fenómenos neutralizados que significan cada vez menos un verdadero Otro: palabras aprendidas de memoria, machacadas por quienes la repiten, los pájaros del cielo que no saben lo que dicen" (página, 370). Esta relación a un Otro, cada vez menos un verdadero Otro, ajeno como el lenguaje que parasita al sujeto, "lo suprime como sujeto en tanto admite una heterogeneidad radical del Otro" (página, 363).

Ahora bien, está el otro polo de la fenomenología de la psicosis, en oposición a la envoltura, la cáscara del significante, la palabra reveladora que da el sentimiento de una comprensión inefable: la alusión "los fenómenos alucinatorios hablados que tiene para el sujeto un sentido en el registro de la interpretación, de la ironía, del desafío, aluden al Otro, como término siempre presente, nunca visto nunca nombrado más que de modo indirecto" (página 367). Las alucinaciones en este polo opuesto llegan aún más lejos, dan la palabra clave. Campo en el que será formulada la iniciativa del Otro, Otro sujeto, que tiene la iniciativa en el delirio, ese que dice "Lúder" a Schreber, Otro "que quiere esto" , su transformación en mujer, "que quiere significarlo". Otro divino hecho de lenguaje que lleva a Lacan a formular el delirio "en el dominio de la intersubjetividad" (página, 275).

Encontramos aquí otra razón para denominar a la alusión imaginaria "interlocución delirante". "En la psicosis siempre hay Otro, esto es decisivo estructurativo" (página, 389). El Otro verdadero es el lugar donde se constituye la palabra clave, fundamental en cuanto a sus efectos de sentido. Sentido fijo en la psicosis. Otro verdadero en cuanto a sus efectos; pero ausente la dialéctica, el mensaje en la "afirmación primordial de la iniciativa" del Otro se impone.

Admitida la existencia del Otro en la psicosis, la exclusión del Otro inicial es reformulada: en términos de una exclusión en el interior de un primer cuerpo significante. Es a nivel de la Bejahung primordial como primera admisión del sujeto en lo simbólico donde un paso no ha sido dado jamás: Verwerfung, mecanismo a la base de la paranoia que implica una exclusión en este primer cuerpo constitutivo; punto que antecede al concepto de agujero en lo simbólico. "La alucinación tiene su origen en la historia del sujeto en lo simbólico".

El mecanismo freudiano de la Verwerfung dará cuenta del retorno desde el exterior de lo que fue excluido en lo simbólico. Eso mismo que fue excluido, es lo que retorna preso en la Verwerfung, en nuestro caso, curiosamente, la palabra que nombra su ser.

El estatuto del Otro y el mecanismo a la base de la psicosis son problematizados en el pasaje por el caso Schreber, en el que los fenómenos mismos cuestionan la axiomática primera. Sin embargo, la dialéctica intersubjetiva hace obstáculo. Lacan no deja de oscilar entre el Otro y el otro. Trata al Otro del psicótico en términos de una "degradación imaginaria de la alteridad". Busca respuestas que culminarán en la diferencia entre el Otro del lenguaje, primordial, y el Otro de la ley, el Nombre-del-Padre, en la formulación de la metáfora paterna como operación constitutiva.

 

"Tú eres"

"Tú eres" es la formulación final del Seminario por la que Lacan intenta dar cuenta de la correlación del sujeto al Otro. Correlación de orden significante en la que el Yo (Je) es fundado por el Tú en el llamado, mandato, recibido del Otro en la intersubjetividad. 10

En el Otro "se sitúa la palabra, solución del enigma, por cuyo intermedio toda palabra plena se realiza: ese Tú eres en que el sujeto se sitúa y se reconoce". El sujeto se toma por el Yo (Je) identificado al "eso" a nivel del Yo (Moi) (página, 389). La constitución del sujeto por la palabra es a partir del "Tú eres... eso", función de punto de almohadillado que implica una designación y particularmente una predicación implícita, en la medida en que conlleva la indeterminación inherente a la estructura del significante en dos sentidos:

Por una parte, Yo (Je) nunca está ahí donde aparece en forma de un significante particular. "El Yo (Je) está ahí a título de presencia que sostiene el conjunto del discurso". "El Yo (Je) es el Yo (Je) del que pronuncia el discurso" (páginas, 390 y 391). Yo (Je) designa al sujeto que habla en el discurso pero no lo significa.

Por otra parte, ese "Tú eres...mi mujer, mi amo, mil otras cosas (...) cuando lo recibo me hace en la palabra otro que lo que soy". Al tú eres mi amo, responde un cierto ¿qué soy?¿qué soy para serlo si es lo que soy?. "Ese lo, no es el amo, es la enunciación total de la frase que dice soy tu amo". La consagración como "Tú eres" lo es en tanto la respuesta del lado del sujeto implica un "soy" "soy el que acabas de decir", "Yo lo soy". "¿Qué quiere decir?: Yo soy precisamente lo que ignoro porque lo que tú acabas de decir es indeterminado..." (página, 433), en la medida en que todo enunciado está sujeto a las leyes del significante. Lacan formula este lo del "yo lo soy" como lo que está implícito en el discurso.

El sentido es un orden enajenado, pero además ignorado. El sujeto en la dialéctica intersubjetiva depende del sentido abrochado por el Otro, pero es eso que no puede determinar. A La palabra verdadera le corresponde una única repuesta certera: "Yo lo soy".

Volviendo desde las coordenadas del "Tú eres" como la axiomática en la que es concebida la constitución subjetiva en este Seminario, ¿cuál es la particularidad de la alusión a la que responde "¡Marrana!"?. Hay allí designación y predicación, la significación está enganchada por "¡Marrana!": "Yo (Je) soy la Marrana". Allí donde en la palabra plena el sujeto no puede decirse, en el lugar que se plantea la pregunta ¿qué soy?, el sentido de eso que soy queda implícito: en el caso escucha la injuria. La tesis es la siguiente. "¡Marrana!" funciona como un "Tú eres" que designa al sujeto y predica sobre él.

"Pero ese Tú esta en al psicosis muerto". El Tú esta ahí como cuerpo extraño. "Si el sujeto no duda de lo que escucha es en función de ese carácter de cuerpo extraño que presenta siempre la intimación del Tú delirante" (página, 395). La pregunta que Yo (Je) me hago sobre lo que Yo (je) soy, la encontramos expresada en el sujeto fuera de si mismo.

Paralelamente, este Tú es lo que Lacan llama la "carretera principal". "El Tú es en el significante un modo de hacer picar el anzuelo al otro, de hacerle picar el anzuelo del discurso, de engancharle la significación". El Tú es una puntuación en la cual el sujeto es fijado en un punto de la significación (eso que soy desconocido e implícito en el discurso, término en que la significación se clausura). Cuando falta la carretera principal "se siguen los indicadores colocados a orillas del camino; cuando el significante no funciona eso se pone a hablar a orillas de la carretera, aparecen los carteles con palabras escritas: es la función de las alucinaciones auditivas verbales, son los carteles a orillas del camino" (página, 419).

Hasta la próxima

Nota: Inquietudes, cuestiones, preguntas, cuentan con mi dirección de correo para hacérmelas llegar.

Andrea. D. Perdoni.

Notas

1 Es muy ilustrativo un chiste en este punto.
Un niño dice a su padre

a lo que éste responde

2 Claramente se trata en esta axiomática del sujeto del sentido alojado bajo el significante al que se identifica. Sin embargo, hay huellas en el seminario de lo que en este sentido no cierra. Ya lo veremos.

3 Frase que prescinde de la invocación como de la consagración del Otro.

4 Interlocución paradójica ya que se trata del circuito de la comunicación a pesar de la exclusión del Otro.

5 Notemos en este punto que no está subrayado que se trate en particular de la injuria alucinatoria.

6 Es decir, Yo (moi), siendo a´(otro) quien dijo " Vengo del fiembrero"

7 De hecho la paciente no sabe quién dijo ese "Vengo del fiambrero" que sale de su boca.

8 Entendiendo sujeto del Icc. en función de su posición enunciativa.

9 Nota: Luego de trabajar años después el tratamiento que Lacan hace de los fenómenos de lenguaje en la psicosis durante este Seminario, al correlacionarlos con la estructura de la cadena significante propuesta por F. De Saussure llegamos a establecer la diferencia estructural ausente pero deducible, entre los dos tipos de fenómenos aquí trabajados.
Dos estructuras, la intuición y la fórmula aquí postuladas, ambas rompen con las leyes establecidas para el funcionamiento de la cadena significante: relaciones diferenciales discretas que implican al menos dos significantes para significar. Ambos fenómenos se encuentran fuera de la dialéctica que habilita el intervalo entre los significantes definidos por su valor diferencial en relación a los otros términos. Teniendo esto en común, estos dos fenómenos se diferencian en lo siguiente:

  1. La intuición: implica un sentido pleno pero inefable. En ella la estructura es la de la cadena rota, en la que el sentido, partiendo del significante aislado, no puede significar, pero conlleva una significación implícita a advenir.
    S: sólo, desencadenado, en lugar de la retroacción S1->S2, que necesita al menos dos para significar.
    Frases interrumpidas, injuria, neologismo, la alusión, la intuición.
    El significante en tanto elemento suelto, desencadenado, conlleva la certeza más el enigma, y por la estructura retroactiva de la cadena llama al complemento significativo, S2 (que transforma al primero en S1), pues, en tanto el significante funciona por relaciones diferenciales y discretas no es aislable por estructura. Este llamado a la significación faltante constituye lo inefable de la certeza. La estructura funciona anómalamente, pero no deja de tratarse de la estructura del lenguaje. Así, eso significa, el sujeto lo sabe, pero ¿qué? le es imposible decirlo. Los fenómenos de corte de la cadena implican en esta lectura, una interrogación implícita, que en tanto juega con la escansión, que es propiedad del significante, favorece, motoriza la construcción, la producción de un complemento significativo.

  2. La fórmula: en el extremo opuesto, fenómenos vacíos de sentido: jergofasia, cuchicheos, estribillos; en los que la ausencia de dialéctica también tiene su origen en la ausencia de intervalo entre dos significantes; pero bajo la estructura de la yuxtaposición: S, S, S... donde el juego es con las propiedades formales del significante, homofonías, asonancias; no llamando por su estructura misma a complemento significativo alguno.
    No hay aquí corte, que pueda devenir intervalo; sino yuxtaposición con el solidario efecto de vacío, cáscara, envoltura... "parloteo" como decía Schreber, consistente en una aterradora repetición monótona de las mismas frases: Santiago, Cartago.. . "Les da lo mismo" a los pájaros parlantes... Schreber (pag. 171.173 de las "Memorias de un enfermo nervioso", ed. Lohlé.)
    Un paciente respondía a la pregunta por su nombre: Pedro, Pedrito, pedropa, figueroa alcorta y tagle. (se llamaba Pedro. Figueroa).
    Es necesario aclarar que para leer en este sentido los fenómenos, no es posible hacerlo poniendo el acento en la significación, ni aún en el significante estructurándola; sino en el intervalo como estructurante.

10 Ver en relación a este punto, la personización, Èmile Benveniste: punto V "El hombre en la lengua", "Problemas de lingüística general" I, SIGLO VEINTIUNO EDITORES.


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