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Seminario
Fundamentos clínicos del
acompañamiento terapeutico

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Gabriel Pulice y Federico Manson


Clase 8
El acompañamiento terapéutico en el hospital de día

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Por Andrea Kluger, Gabriel Ghenadenik, Martín Raffo 1

INCLUSION DEL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO EN EL HOSPITAL DE DIA

La idea de este desarrollo es la de transmitir, desde nuestra perspectiva, aquello que hace a la particularidad de los acompañamientos terapéuticos cuando estos son implementados en el marco del tratamiento de pacientes en el dispositivo Hospital de Día. Tomaremos como eje dos de los trabajos 3 realizados por el Equipo de acompañamiento terapéutico del Hospital de Día Vespertino del Hospital General de Agudos Dr. T. Alvarez (GCBA).

Algunas cuestiones introductorias. En primer lugar, para poder transmitir nuestra experiencia desde este nuevo espacio que se plantea para el abordaje de la psicosis, el Acompañamiento Terapéutico (AT), se nos hace necesario hacer una breve descripción del dispositivo en donde se enmarca, puesto que el acompañamiento responde a la estrategia planteada por el equipo que lo conforma.

El dispositivo Hospital de Día, es un tratamiento ambulatorio para el abordaje de la locura.

El Hospital de Día Vespertino del Hospital Álvarez, ofrece diversas actividades dentro de las que se incluyen: asambleas (de cierre y apertura), grupo terapéutico, talleres terapéuticos expresivos (taller de diario, de teatro, de movimiento, literario, de juegos, plástica, musicoterapia y radio), equipo de externación, equipo de familia, control de medicación, terapia individual y, (más reciente) el equipo de acompañamiento terapéutico.

Con la implementación de estas actividades, lo que se pretende no es mantener entretenidos a los pacientes, sino que estas actividades responden al objetivo del tratamiento que plantea el dispositivo, ya que estos espacios marcan tiempos, lugares, normas y reglas que hacen posible un ordenamiento que a la vez permita flexibilizar el enquistamiento del goce que mortifica a los pacientes. El entramado que resulta de todo esto permite restaurar algo del orden del lazo social, que por tratarse de pacientes psicóticos se encuentra notoriamente deteriorado. En este sentido entendemos al dispositivo como un espacio que posibilita hacer suplencia de la función ordenadora del mundo y de la realidad compartida que, por estructura, esta ausente.

Hasta la actualidad no hay ninguna disciplina que por sí misma dé cuenta de una respuesta eficaz para este abordaje, motivo por el cual, se necesita de la convergencia de diferentes disciplinas que aporten recursos que posibiliten caminos para el tratamiento de la locura.

Consecuentemente con lo antes expuesto, el equipo de trabajo del Hospital de Día Vespertino, acorde a las necesidades que van apareciendo en el campo de la clínica, se encuentra en una tarea cotidiana de búsqueda permanente de distintas formas de abordaje, tratando de planificar nuevas estrategias en función de los pacientes que atiende y de los recursos disponibles.

Desde esta perspectiva es desde donde se incluirán los acompañantes terapéuticos como agentes de salud mental, aportando una diferente posibilidad de intervención, ya que se inserta en la vida cotidiana del paciente. La incorporación del Equipo de Acompañamiento Terapéutico en el Hospital de Día Vespertino del Hospital Alvarez, entonces, es resultado de esta búsqueda de recursos para el abordaje de estas patologías.

Nos parece importante destacar que esta práctica se está llevando a cabo dentro de un encuadre, con reuniones de equipo, supervisiones y en contacto permanente con el terapeuta y psiquiatra del paciente. Esto es algo prioritario para que los AT puedan desplegar sus diferentes tácticas, pero siempre subordinadas a la estrategia general del tratamiento.

Pensamos que el AT es un "representante" del tratamiento y ello opera, entre otras cosas, como una "garantía". Para el paciente y para el equipo tratante: para el paciente, en la medida en que se siente contenido por el AT y ello le permite desenvolverse en situaciones y circunstancias de su realidad social, en las que sólo no podría. El acompañante le ofrece al paciente su presencia; está presente y es una presencia que, a su vez, evoca la presencia del tratamiento.

El AT opera ante el equipo como garantía de cuidado al paciente. Este sale y realiza actividades acompañado por un "representante" del equipo, "representante" que está formado para esa labor, que trabaja con objetivos planteados por un equipo, que tiene una escucha particular y que trabaja e intercambia con el equipo.

Teniendo en cuenta estas referencias, las cuales son imprescindibles a la hora de definir las diferentes tácticas planteadas en un acompañamiento, quisiéramos referir a partir de algunos recortes clínicos, cómo se instrumentan los acompañamientos terapéuticos en este Hospital de Día Vespertino.

Lo primero que podemos pensar, es que resulta imposible definir el rol del acompañante a priori, y solo partir de la estrategia planteada es que podrán delinearse tácticas en el abordaje del caso.

Pensamos al acompañamiento terapéutico, no como una herramienta sistematizada que se aplica de la misma manera a todos los casos por igual, sino como un recurso más amplio, en la medida que sus elementos se articulan de acuerdo a los requerimientos del caso particular del que se trate.

En cada uno de los casos en los que se implementa un acompañamiento, el equipo aborda la tarea de armar el andamiaje acorde a la situación clínica de la que ser trate, según cómo se haya pensado la inclusión del mismo en la dirección de la cura del paciente.

De los elementos que entran en juego en este espacio podemos despejar algunos que son constantes, de otros que son variables.

Dentro de aquello que pensamos como constante, encontramos que el acompañamiento terapéutico está subordinado a una estrategia general del tratamiento enmarcado en el Hospital de día; por lo tanto, se trata de una apuesta que apunta a acotar algo del goce mortificante del sujeto. Esto da lugar a una estabilización posible para el paciente, que a su vez le permite poder circular en el Otro, es decir, rearmar algo de su lazo social deteriorado. Ligado a ello encontramos una constancia que hace al posicionamiento del acompañante terapéutico, que va a operar desde un lugar determinado, con coordenadas establecidas que marcan su práctica y colaboran en el ordenamiento de su labor .

Dentro de lo variable ubicamos las posibles alternativas del acompañar. Una de las formas que el acompañamiento terapéutico puede adoptar es la de funcionar, en algunos casos, como lo que hemos denominado "alta intermedia", pensada esta como un puente o facilitador entre lo que es el tratamiento en el hospital de día y el alta definitiva.

Otra de las formas que puede adquirir el acompañamiento terapéutico es en calidad de "vía de entrada" a un tratamiento posible en el hospital de día, donde la implementación del mismo permite que un paciente se pueda alojar ahí donde antes no había nada. Por otro lado, el acompañamiento terapéutico puede operar en muchos casos colaborando en el sostenimiento de un tratamiento. En este momento consideramos enriquecedor ejemplificarlo mediante unas viñetas clínicas.

La experiencia de acompañar terapéuticamente en la psicosis

El primer caso que quisiéramos comentar es el de Ramiro. Tiene 39 años y concurre al hospital de día desde hace un año y medio. El acompañamiento terapéutico se pensó como una herramienta más dentro de su tratamiento. Específicamente se incluyó con el objetivo de sacar a este paciente de sus "tres paredes", haciendo referencia a su casa, su mayor queja es que antes y después del hospital, como así también los fines de semana no realiza ningún tipo de actividad, no tiene relaciones fuera del dispositivo, según dice pasa días enteros dentro de las tres paredes.

El acompañamiento se pensó como una forma de que Ramiro comenzara a salir de su casa, a conectarse con otros, a realizar actividades que fuesen de su interés, primero vía el at, luego y como un objetivo a largo plazo, que las actividades que fuesen de su interés las realice solo, es decir, que pueda volver a conectarse con el afuera. El gran obstáculo que se nos presentó fue el tema del tiempo, ya que parece ser un punto conflictivo en la vida de este paciente.

Al principio con Ramiro era casi imposible respetar el tiempo acordado, cada minuto miraba el reloj, y decía "bueno vamos", no parecía interesarse por nada. Frente a esto y supervisión mediante, se cambio la táctica, y en cada encuentro se reestablece el tiempo, ambos at y Ramiro, "sincronizan" sus relojes, acordando Ramiro un tiempo exacto del acompañamiento. De esta forma se logró un encuadre en el acompañamiento que hasta el momento no se había conseguido. Este primer logro enmarcó este espacio como una parte más de su tratamiento, y ordenó los sucesivos encuentros, otorgándole un estatuto de legalidad terapéutica. A partir de aquí se notaron algunos cambios de Ramiro en relación al acompañamiento, se lo nota mas entusiasmado, dice estar contento con el acompañamiento y ha logrado entablar una muy buena relación con el mozo del bar en el cual se desarrollan los encuentros. Por otro lado el acompañamiento terapéutico, parece estar funcionando como un lugar intermedio a través del cual Ramiro, puede restaurar algo de su deteriorada relación con el mundo exterior, su relación con el mozo del bar así parece demostrarlo.

Ahora bien, Ramiro es un paciente que durante todo su tratamiento, se ha ausentado del hospital en reiteradas ocasiones sin previo aviso, es casi una constante que falte varios días al hospital, según refiere él porqué no tiene ganas. También solía faltar a los acompañamientos. Al evaluar en reunión de equipo que era importante replantear algo de esto desde el espacio de acompañamiento, se comenzó, ante cada falta, a hacer algún señalamiento de manera nítida, marcando que había otro que lo estaba esperando, que tal vez se preocupaba por sus faltas sin aviso, etc. Se pensó en esta táctica a partir de cuestiones de su historia, al aparecer como un paciente que está muy solo, y dice sentir que "en todos lados se lo quieren sacar de encima".

En este punto, nos gustaría resaltar que durante el último mes y medio Ramiro no ha faltado a ninguno de los encuentros del acompañamiento, lo cual nos lleva a considerar que las variables de este lugar aparecen alojando al paciente, en donde encuentra un punto de sostén, y esto podría permitir la reinserción del mismo en el resto de los espacios del hospital. En el momento actual, este es otro de los objetivos a trabajar en el acompañamiento, ya que es interesante ver como Ramiro pudo encontrar en el acompañamiento un sostén, que abriría nuevas posibilidades en su tratamiento. Es por ello que se está pensando en incluir otro día de acompañamiento como una forma mas de convocar a Ramiro al dispositivo hospital de día.

Sofía es una paciente de 24 años con diagnóstico de esquizofrenia catatónica., traída por su madre al Hospital hace tres años. A pesar de los cambios producidos, la enfermedad sigue el curso de la defectuación y cronificación, debido a que no parece reaccionar a los distintos tipos de medicamentos y, por otra parte su madre "boicotea" una a una todas las estrategias terapéuticas. La última de ellas fue la incorporación de dos acompañantes terapéuticos (en principio, luego se agrego un tercero). El objetivo era claro y concreto: separar a Sofía de su madre. Esta indicación surge a partir de una Presentación de Enfermos en donde quedó expuesto que la paciente estaría ubicada como objeto de goce de la madre, como una extensión de su propio cuerpo. A raíz de esto se piensa en este caso el acompañamiento como ligado al concepto de "Espacio Transicional", en el marco de una estrategia que permita separar paulatinamente a Sofía de su madre.

Con relación a esa estrategia se empezó a desarrollar una táctica gradual. Los acompañantes íbamos a buscar a Sofía a la casa, para ir juntos al hospital, y una vez que cesaban las actividades, volvíamos con ella para su casa. La idea era abrir vías que faciliten establecer distancias, en principio, territoriales entre madre e hija. Fue necesario contar con dos semanas de "adaptación" para que esto pueda finalmente instituirse. El primer día la madre dijo, "¡No puedo separarme de ella, es como si me quitasen un órgano!" De modo que la primer semana, el recorrido se hizo junto con la madre. A la semana siguiente fue Sofía la que no quería ir sola con el AT, por lo tanto hubo un tiempo en donde el acompañamiento transcurría entre tres. Sin embargo, leímos esta negativa de Sofía, como algo positivo, ya que empezaba a asomarse un atisbo de su subjetividad.

El modo en el que transcurre este acompañar es ubicándose el AT en una posición diferente a la de su madre. Esto se traduce en soportar los silencios, en no acosarla con preguntas y en no pretender que cuando hable diga cosas "lógicas". Se trataba mas bien, de apostar al sujeto que hay en Sofía y por lo tanto ir construyendo un espacio para que eso pueda ir desplegándose paulatinamente. A partir de que la madre empieza a ceder, se pudo ir instaurando este espacio y pudimos comenzar a ver que ciertos cambios se iban produciendo muy rápidamente. Sofía empezó a caminar junto, a sus AT, ya no unos pasitos distanciados, sino al lado de ellos. Comenzó también a mirarlos a los ojos, cosa que antes no sólo no hacía, sino que cuando les hablaba, su cabeza estaba girada para el lado contrario. También empezó a mostrar una mayor accesibilidad al contacto físico.

En este trabajo continuo, los AT, fuimos modificando y aplicando diversas tácticas ante una misma estrategia, esto es, desde no hablarle ni preguntarle nada hasta responderle desde la ironía, tal como ella hacia. Por diferentes vías, pero siempre apostando a que algo de Sofía advenga, se hizo necesario apelar permanentemente a la creatividad de los AT, para intentar conmover en algún grado la posición de la paciente.

 

El acompañamiento terapéutico como vía de entrada al Hospital de Día

Oliverio tiene 22 años. Desde el comienzo presenta un gran inconveniente para alojarse en el dispositivo y llevar adelante su tratamiento. Oliverio comenta, una de las pocas veces que ha llegado hasta el hospital, que tiene grandes dificultades para ingresar a la institución. Vive en Villa Luzuriaga, desde allí toma tren y colectivo para llegar al hospital, pero una vez en la puerta, se encuentra imposibilitado para cruzar el umbral. Refiere quedarse un rato allí intentándolo, deambulando en la entrada, deambulando en los albores de lo que podría ser su tratamiento. Pero finalmente no lo logra y se vuelve hasta su casa. Se plantea en el equipo la incorporación de acompañamientos terapéuticos que colaboren en esta dirección.

Se implementan entonces los acompañamientos para que este paciente pueda alojarse en el dispositivo Hospital de Día. Se acuerda con él que en un comienzo los acompañamientos se harán de Lunes a Viernes minutos antes del comienzo de las actividades en el Hospital de Día. Cada día lo espera un profesional diferente en la puerta del hospital, que lo acompaña hasta el hospital de Día Vespertino. A lo largo de 6 semanas ingresa al Hospital acompañado y lentamente va alojándose en el dispositivo.

Transcurrido cierto tiempo Oliverio siente que ya no necesita más de los acompañantes terapéuticos para entrar al hospital. Ante ello se acuerda con él acompañarlo 2 semanas más y luego se concluyen los mismos. Desde entonces Oliverio continua su tratamiento en el hospital de Día hasta la actualidad sin haber sido el ingreso a la institución un obstáculo en la continuidad del mismo.

Notamos en este caso la importancia de la inclusión de los acompañamientos terapéuticos para que Oliverio haya podido comenzar y sostener su tratamiento, sin los cuales su ingreso al Hospital de Día desconocemos si hubiera sido posible.

 

El acompañamiento terapéutico pensado como alta intermedia

Luego de un cierto tiempo en el hospital de Día, Estela padece de una descompensación a raíz de conflictos con su hermano (su única familia), siendo alojada en la casa de su novio (quien vive con sus padres). En este momento reaparecen los "ataques de pánico", uno de los síntomas con el cual ella se identifica y se nombra. A raíz de esto se le imposibilita salir sola, por lo que pasa la mayor parte del día y de los días encerrada en la casa, sin estar motivada a realizar ninguna actividad. A su vez, en algunas ocasiones, aún saliendo con otra persona, se le vuelve insoportable "la gente", motivo por el cual se establece que concurra solamente a su terapia individual, dos veces por semana, junto a su suegra. Al mismo tiempo se decide la implementación de acompañamientos terapéuticos que colaboren en la dirección de hacer más soportable para Estela las salidas de su nueva casa, y que estas no transcurran siempre con su suegra.

Al cabo de dos meses, a medida que fue cediendo su sufrimiento, Estela paulatinamente fue recuperando su lazo social, fue perdiendo el miedo a salir sola, y poco a poco fue encontrando actividades para realizar. Se estipula, entonces, establecer el alta del hospital de día, manteniendo un seguimiento en su terapia individual (a la que ya concurre sola) y continuando con los acompañamientos instrumentados, como una modalidad de alta intermedia.

Con esto ilustramos que si bien acompañar implica hacerlo desde una posición bien definida, el acompañamiento terapéutico puede funcionar de muy diversos modos: sea acompañando a un paciente a un locutorio a navegar por internet, como estando con un paciente en su casa acompañándolo en el ordenamiento del ámbito, lo cual es bien diferente de esperar a un paciente en la puerta del hospital para acompañarlo hasta la entrada al Hospital de día Vespertino para poder acudir a su tratamiento. Son estas diversas formas posibles de acompañar.

Mediante estos breves recortes de casos diferentes, intentamos poner en evidencia diversas modalidades en las que se manifiestan distintos aspectos que se ponen en juego en el espacio del Acompañamiento Terapéutico.

El caso de Ramiro muestra cómo este espacio va funcionando a partir de sortear diferentes obstáculos, y haciendo un replanteo del trabajo periódicamente, con la ayuda de una supervisión, se logra establecer, vía el AT, un cierto vínculo con el medio social del paciente. Por otro lado, el acompañamiento esta funcionando, en este momento, como un punto de sostén que permitiría reestablecer la reinserción del paciente en los otros espacios del tratamiento.

El caso de Sofía tiene la particularidad de poner en evidencia lo que es el trabajo en equipo, poniendo de manifiesto los alcances y las limitaciones del acompañamiento (como herramienta de un dispositivo más amplio), ya que, a pesar de haber posibilitado ciertos cambios en la paciente, también era necesaria la articulación con los demás espacios del tratamiento, que al no haber sido respetados por la madre, motivaron la decisión de darle el alta del dispositivo.

Del Deseo del acompañante terapéutico

Como mencionamos en un principio, hay dos cuestiones que son constantes en lo que respecta a la estructura de un acompañamiento: por un lado, la dirección general del tratamiento, y por el otro: el posicionamiento específico del acompañante para que se desarrolle el acompañamiento.

Ya que no se puede perder de vista que un paciente psicótico (su estructura misma lo convoca automáticamente a ese lugar) en la mayoría de los casos procura ubicarse en una posición pasiva donde poder ser gozado por los Otros, creemos que tiene que estar bien diferenciado el lugar del at, como representante del tratamiento del sujeto, funcionando dentro de las mismas coordenadas simbólicas que el resto del equipo al cual pertenece. Por lo tanto, su función quedará respaldada en el dispositivo Hospital de Día, como lugar de terceridad simbólica que excede a todos los profesionales y desde el cual son instrumentadas todas las variables del tratamiento del paciente. Esto a su vez le permite quedar por fuera de cualquier tensión imaginaria que se pueda suscitar en el vínculo con el paciente que esté siendo acompañado, y de esta manera amortiguar y pacificar los efectos mortificantes que el sujeto padece, pero desde una legalidad que va más allá de la persona del acompañante.

Pensamos que en este campo intermedio donde se desarrolla un acompañamiento terapéutico, donde hay un at que acompaña con su cuerpo y con sus palabras, a un paciente que lo llama a ocupar otro lugar, tampoco se puede perder de vista la dimensión del deseo que organiza la dirección de un acompañamiento. Esto es, que el lugar de un at también está en función de una política del deseo, donde debe dejar por fuera (al igual que el analista )todo aquello que respecta a su subjetividad y a su ser, como dice Lacan en su "Dirección de la cura" [pág.567] (...) "también debe pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia "(...) "tiene que pagar con su juicio más íntimo, para mezclarse en una acción que va al corazón del ser"(...)

Hacer un acompañamiento terapéutico implica trabajar con el cuerpo; en la actividad misma de estar acompañando a un sujeto psicótico el AT está mucho más expuesto, su cuerpo está mucho más comprometido, por lo cual los fenómenos contratransferenciales van a tener otro tipo de registro. Con ello hacemos referencia a lo que implica acompañar al sujeto en su cotidianidad por fuera de los muros hospitalarios, en la vida misma del paciente. Esto, sumado a la exigencia que implica acompañar a un sujeto psicótico, por momentos es difícil de reconducir. Por tal motivo, se hace necesario constantemente acudir al soporte simbólico que comporta la institución referente (Hospital de Día vespertino), y situarse siempre dentro del campo del deseo del at, que por más que esté más escondido detrás de esa presencia física que acompaña, no deja de guiar su práctica. Es decir, que el at en su función misma tampoco debe operar desde lo que en su subjetividad pueda despertar el estar acompañando a un paciente que por ejemplo vive en una casa cuyas condiciones llegan a ser de una suciedad y un desorden extremo, o en situaciones donde se juega lo más crudo y lo más obseno de la locura. medio de la mugre. Se trata más bien de poder operar desde una orientación terapéutica, ante esas situaciones, o, como nos sucedió, con pacientes que necesitan ser acompañadon a Talleres Protegidos porque no pueden darle una significación diferenciada a ese espacio respecto del imaginario que trae para ellos mismos el hecho de que esos talleres se hagan en el Hospital Borda. Sus acciones deberán ser estructuradas desde aquella singularidad del paciente que se piensa debe ser acompañada terapéuticamente. Esto es lo central para dirigir la lógica de un acompañamiento, tener claramente definido el objetivo del mismo, en otras palabras: a quién acompañar?

Del lado del paciente, notamos un esfuerzo en cuanto a la forma de vincularse, ya que este espacio implica generar la emergencia de formas de vinculación alternativas. Es decir, el paciente psicótico se presenta y se ofrece como objeto para ser gozado. Operar sin ser llevado a hacerlo desde el lugar al que el paciente convoca, es un lugar diferente para el AT y exige un cambio de relación para el paciente. Implica entonces para quien es acompañado un esfuerzo para hacer algo distinto a lo que le sale automáticamente por estructura.

Entonces, un primer efecto del acompañamiento estaría en la dirección de que el paciente pueda alojar al AT sin arrasar con él.

Consideramos que otro de los efectos del acompañamiento será un ordenamiento que acote algo de la locura. Aquello de lo que puede hablar y desplegar en ciertos ámbitos, como en el de su terapia individual, no llevarlo constantemente a su vida cotidiana. De esta manera, acompañar propicia la emergencia de un espacio singularmente diferente respecto de aquel otro espacio en el que todo se encuentra desorganizado por la patología.

A veces, la generación de este espacio se ve obstaculizada por la particular característica de trabajar con el entorno familiar. Es muy frecuente que la familia sea un obstáculo que tapona la hiancia a la que apunta el acompañamiento terapéutico para que emerja algo de la subjetividad del paciente.

Todas estas cuestiones que aparecen como obstáculos específicos del acompañamiento terapéutico nos llevan a pensar aquella posición particular que implica ser acompañante.

Considerando la importancia que podrían adquirir en este contexto los fenómenos contratransferenciales, sostenemos que el efecto de no actuarlos conduce a extremar el deseo de aquel que sostiene una determinada posición ética.

A modo de conclusión

Hasta aquí se ha expuesto parte de la experiencia del Equipo de Acompañantes terapéuticos del dispositivo Hospital de Día Vespertino, con el fin de dar cuenta de la labor del acompañante terapéutico en el marco del trabajo en equipo; intentando alcanzar nuevos puntos de articulación entre la práctica diaria y la continua elaboración teórica que la conduce. Se trata, de este modo, de circunscribir mejor nuestro campo.

El Acompañamiento terapéutico, planteado como una herramienta implica (la palabra misma lo dice) estar en un vínculo con otro, por lo tanto el acompañante debe tener en claro que su mera posición puede, en muchos casos, significar una especie de esfuerzo para el psicótico. Esfuerzo, en tanto el psicótico tiene que enlazar con otro sin poseer el elemento que por excelencia cumple esa función organizadora del mundo y de la propia subjetividad. Estas cuestiones son las que el acompañante no puede perder de vista en ningún momento de su acompañar, ya que si lo hace, se le puede volver en contra, pudiendo operar en sentido opuesto a la dirección de la cura, por ejemplo, transformándose el espacio de acompañamiento en una exigencia gozosa para el paciente.

A la hora de decidir un acompañamiento, es importante tener bien en claro el objetivo que la implementación de este recurso tiene en la dirección de la cura del paciente del cual se trate.

No se trata de hacer otra cosa que acompañarlo en algunas de las actividades que realiza, donde no deja de ser psicótico, de tal modo que pueda ir apareciendo algo de su singularidad, que sí pueda poner en lazo, que sí pueda ser dialectizado, incluido en el discurso, ya que de este modo, eso que el sujeto ponga a trabajar (trabajo del psicótico) saldrá de la esfera de goce autoreferencial que tanto lo atormenta y aísla.

En principio, el AT no intervendrá desde su propia subjetividad y para ello, entre otras cosas, es que se instauran las supervisiones y reuniones de equipo. El lugar del AT no es el de un amigo, sino que de lo que se trata es de establecer una relación cordial con el paciente, en donde se le dé el lugar a éste para que pueda desplegar temas de su interés. Temas que no siempre son los que se despliegan en sesión, puesto que el rol del AT, no es indagar desde el lugar del analista, sino desde un lugar de intervención diferente. Como el nombre así lo indica, sería acompañar al sujeto en diálogos, tareas y proyectos de su interés que puedan abrir nuevos horizontes en su tratamiento, como una alternativa más, frente a distintos obstáculos que suelen presentarse.

A lo largo de nuestro recorrido, expresado de algún modo en este trabajo, podemos resumir que lo planteado busca poner de manifiesto las cuestiones que nos han hecho pregunta y nos han convocado a pensar.

De todas maneras sostenemos que estás son cuestiones en las que seguiremos reflexionando tanto lo que atañe al deseo del acompañante terapéutico, como las modalidades que puede adoptar un acompañamiento y su calidad de dispositivo, inmerso en una instancia más compleja como es la institución hospitalaria da marco.

Quisiéramos finalizar esta presentación de lo que es nuestra práctica cotidiana como equipo dentro del hospital de día, compartiendo también con ustedes aquello que hace a nuestra realidad como jóvenes profesionales. En este sentido no podemos dejar de mencionar nuestro interés de que nuestra práctica sea legitimada institucionalmente, teniendo en cuenta su importancia y su utilidad, como recurso en el abordaje de diversas patologías dentro del área de la salud mental.

Notas

1 Equipo de Acompañamiento Terapéutico del Hospital de Día Vespertino del Hospital General de Agudos "Dr. T. Alvarez" (GCBA).


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