Seminario
En el consultorio de
Freud: H. D.
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Organizado por PsicoMundo
Dictado por : Rebeca Hillert
Clase 4
Sobre
transferencias y resistencias
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Yo estaba enojada con el viejo,
quería una respuesta,
una pulcra respuesta,
cuando discutí y dije "bueno, dígame,
usted morirá pronto,
el secreto yacerá con usted",
él dijo,
"eres poeta". 1Sobre el goce de la belleza
Vamos a detenernos en algunos "comentarios" de Freud, no podría llamarlos interpretaciones, con antelación a sus efectos. Pero en cambio puedo afirmar que Freud la va llevando al reconocimiento del goce de la belleza que le es propio, una modalidad de goce predominante en H. D.
Cuando la paciente le relata una visita a la casa del Dr. Ellis, Freud no hace referencia al contenido de la historia, sino que dice:
"Ah, Ud.. relata todo esto de una manera tan bella".
En otra sesión ella analiza un sueño, el de la catedral. Freud:
"Pero Ud. es muy inteligente".
Más adelante ella le cuenta escenas que dramatizaba para su amiga y los distintos personajes que interpretaba. El profesor le habla del deseo de consolar a su amiga, y agrega que la actuación "era una serie poética". "Vea, después de todo Ud. es una poetisa"
Como dije más arriba, no me parece que lo más destacable de estos dichos de Freud tengan por objeto la seducción ni el halago. Establecen una diferencia entre el placer del relato y el goce de la belleza. Es decir que confirman aquello de que vale la pena la transitoriedad, como veíamos con respecto a la interpretación del amor: ¿vale la pena amar a un hombre viejo? ¿vale la pena amar a una poesía?
Vale la pena transcribir extensamente el sueño de la catedral. Nos enseñará algunas cosas importantes sobre la transferencia.
9 de marzo.
Soñé con una catedral. Camino por el majestuosos edificio de San Esteban casi todos los días y, además, me había interesado en ciertas imágenes de Chartres que había visto en algunos de los periódicos ilustrados del café. Dos niños están conmigo en este sueño, el mayor me muestra los alrededores, siento que el menor está de trop [de más].Le había dado una propina al más grande, por alguna razón, y ahora debía darle algo al pequeño. Esto me molestaba (me había preocupado el día anterior, de conocer el monto exacto de lo que debía darle a los dos botones del hotel.)
Parece que hubiera perdido al mayor de los niños, de modo que me quedo, a mi pesar, con el menor.
¿Mis dos hermanos? ¿O mi padre y su atractivo hermano mayor? Mi hermano mayor y el de mi padre se perdieron ambos en las guerras.
No se reconoce a los muchachos de mi sueño como los botones del hotel. Son fantasmas. Es decir, que están "haciendo de fantasmas" de otro o de otros; aunque los fantasmas tomen la forma de hermanos o de tíos, se verá sin duda que otra vez están haciendo de fantasmas. O, más bien, si proseguimos con el contenido del sueño, se diría que los fantasmas intermediarios, si se manifestaran, serían un paso entre los hermanos o el tío. Todos somos casas encantadas.
En realidad lo más importante es la catedral. Dentro de la catedral encontramos la regeneración o la reintegración. Esta habitación es la catedral.
El Profesor dijo, ¡Pero usted es muy inteligente". No soy yo la inteligente. Sólo aplico algunos de sus propios descubrimientos, a mi ecuación personal. La casa es el hogar, la casa es la catedral. Él dijo que quería que me sintiera aquí como en mi casa.
/.../
Sí (repetí), la catedral de mi sueño era Sigmund Freud. ..."No", dijo, "no yo, sino el análisis." 2
A veces pienso que escribo cosas archisabidas o archirrepetidas. Aún así vale la pena ¿no es cierto? La demanda de los pacientes a menudo nos conduce a creer que compartimos su realidad y podemos con imparcial juicio conducirlos hacia el sentido correcto que guiaría su acción. Otras, más modestamente, seguimos aferrados a lo que consideramos su realidad. Pero en este sueño yo aprendo y aprehendo lo más importante: la catedral. La catedral está poblada de fantasmas y es la transferencia, no el analista, aunque se llame Sigmund Freud.
Bien, sólo agreguemos que en la transferencia aparece nuevamente el dos, que antes fue peras y pares, a partir de fósforos. Y los hermanos: los dos mayores, muertos Luego veremos adónde deriva esto. Pero, por ahora los fantasmas son los mayores. Dos hermanos mayores muertos, y los menores, "de trop", de más. Reacordemos, las peras, los pares. A propósito, tomémonos el tiempo de leer un fragmento de este poema de la autora, según dicen, uno de los mejores:
Vi caer
La primer pera; la bandada dorada, buscadora de miel,
El enjambre amarillo
No fue más rápido que yo,
(ahórranos la belleza)
y caí postrada
llorando:
nos has castigado con tus flores,
ahórranos la belleza
de los árboles frutales.
....
Oh dios del huerto
Toscamente tallado,
Te traigo una ofrenda
Estas avellanas caídas
Recién despojadas de sus vainas verdes,
Uvas,
Rojo púrpura,
Sus frutos
Rebosantes de vino,
Granadas ya reventadas,
Higos arrugados,
Y membrillos intactos,
Te traigo como ofrenda.Ofrece los frutos que vio caer. Vio caer la primera pera. La ofrenda es un fruto. Se ha interpretado el ruego ahórranos la belleza de los árboles frutales, como si fuera un pedido de alejar la proximidad de la muerte, muerte para la cual la belleza es un anuncio y un parapeto ante su vecindad. Al menos nos hace sentir la atmósfera de la belleza próxima a la muerte, una goce insoportable. Un goce que está a la altura de constituir una ofrenda al dios. La ofrenda es un fruto. Un hijo. La ofrenda es un "algo" del que el tronco se desprende, o el árbol. A esto lo llamaría yo la atmósfera de la catedral: una ofrenda a dios.
Seguramente volveremos sobre esto.
2 El clima del análisis, su atmósfera
Este análisis se desarrolla en un clima sagrado. El temor a la vejez, al amor y a la muerte se va sustituyendo por relatos. En cada uno de ellos Freud subraya la belleza. Esa belleza remite a la muerte y a lo transitorio. Pero también a una poetisa que simultáneamente es la sacerdotisa de una nueva religión.
En el recuerdo del viejo en el jardín que le regalaba un lirio a la niña, las asociaciones llevaban a un objeto del consultorio del Profesor (Freud), y a su abuelo materno en el púlpito. Su abuelo fue el primer muerto que ella vio Recordemos:
El Vishnú de marfil está sentado en su caperuza de serpientes, como el pistillo de una cala, o como un pastor en el púlpito.
En el mismo apartado escribe:
Pero hay algo más: Después de darle el lirio a la niña, uno o dos días más tarde, envía su trineo. Es un hermoso trineo con cascabeles. El jardinero es el cochero. Hay una gruesa manta de piel. Guiamos por la nieve no hollada; no hay nadie en las calles.
Envía un mensaje con el cochero. Dice que ha mandado el trineo para la niñita. "¿Cuándo volverá?" le pregunto a mi madre. ¿Es invierno, es verano? "¿Por qué, qué?" /.../
Estábamos todos abrigados con la manta de piel.
Pero nadie nos había enviado un trineo, me dijo mi madre. 3
La atmósfera, la catedral, el viejo, remiten al abuelo materno. Ella lo dice así:
Llamaban a mi padre el Profesor y a mi hermanastro el joven Profesor. Nuestro Profesor tenía razón, no se parecen a este Herr Profesor vienés Sigmund Freud. Está más próximo al abuelo y a su religión, "una atmósfera"...
Entre muchos otros sueños, tiene una noche una pesadilla. Escribe la palabra "hemos bajado " en negrita. Me pregunto por qué. En el sueño de la princesa, es la princesa quien baja.
3 - La transferencia
No sé dónde ni cuándo hice esta transferencia. Pero la transferencia de hoy o la de ayer está manifiesta en el frasquito verde de sales aromáticas que llevaba en mi cartera y que "accidentalmente" dejé caer sobre la alfombra del Profesor o dejé bajo la almohada del diván. No pregunté al Profesor dónde había encontrado la botellita. Tiene un aire burlonamente triunfante cuando me la devuelve, "Ah, olvidó esto". Sabe que yo conozco el simbolismo del paraguas "perdido". 4
Este párrafo precede al relato del sueño de la catedral.
No me dejaré llevar por el simbolismo aludido por la autora. Pero hay un accidente para interpretar. En principio anotemos que es algo de ella, una de sus posesiones, la que cae. Es decir, una pequeña automutilación. Algo de ella ofrecido al otro. Por el tono de lo que venimos leyendo puede tener dos lecturas: una, ofrenda, en la transferencia, para calmar a ese Profesor colérico. Otra: separarse de una parte de uno mismo, como horadando un espacio para albergar la realización de una palabra nueva.
Comencé a estudiar este tema del separarse de algo o perder un objeto, en un artículo titulado "Libertad" 5. Voy a citar unos párrafos:
"Es uno de los rasgos más fulgurantes de la intuición de Freud en el orden del mundo psíquico que hayan captado el valor revelador de los juegos de ocultación, que son los primeros juegos del niño. Todo el mundo los puede ver; nadie antes de él había comprendido en su carácter iterativo la repetición liberadora que en ellos asume el niño respecto de toda separación o destete en su condición de tales." (Lacan: Acerca de la causalidad psíquica).
Entonces, aunque aparentemente ilógico, la libertad y la repetición van de la mano, por lo menos en el juego. Ya desde el primer juego, donde el pequeño arroja ese objeto repetidas veces, acompañándolo de ese "Fort da", estaría ejerciendo la libertad. ¿Qué libertad? Somos siervos del significante... La libertad de sustraernos del objeto que somos, ¿para el Otro?
Al juego del carretel, Lacan lo denomina automutilación. Sé que va contra el sentido común concebir el corte de la repetición como libertad. Pero es que ahí se desprende algo, Lacan lo llama el objeto "a". Veamos: la libertad no es de la madre... Cito de nuevo: "Ese carrete no es la madre reducida a una pequeña bola por no sé qué juego digno de los jíbaros es una pequeña cosa del sujeto que se separa aunque todavía perteneciéndole, todavía reteniéndolo. /.../ Es con su objeto que niño salta las fronteras de su dominio transformado en pozo y empieza el encantamiento. Si es cierto que el significante es la primera marca del sujeto, ¿cómo no reconocer aquí por el solo hecho de que ese juego viene acompañado de una de las primeras oposiciones que aparecen que es en el objeto en el que esta oposición se aplica en acto, el carrete, donde debemos designar al sujeto? (Lacan, Sem. XI)."
Esa botellita olvidada, lo interpreto ahora como un pequeño acto de libertad subjetiva. Hago un paralelo con el juego del niño de esconderse de la vista del adulto. Es como si dijera que se ocultó de la vista del Otro, en este caso del analista, al ocultar el objeto al que ella se reducía: una botellita. Y por qué no, escribo una metáfora: dejó caer al agua esa botellita para que el mensaje llegue a destino. Y aquí estamos nosotros recibiendo la botella, para aprender algo de lo que el sujeto dijo.
Sigue escribiendo, y confirma mis conjeturas:
Debo encontrar palabras nuevas, así como el Profesor encontró o acuñó nuevas palabras para explicar ciertos estados mentales o estados del ser no registrados hasta entonces.
...
Dijo que yo era impaciente con él. Hacía girar un pesado anillo de sello que tenía en el dedo.
Dije que no podía perderlo, yo había tenido sus libros antes de encontrarlo a él y los tendría nuevamente cuando me fuera de Viena. Hay una fórmula del Tiempo que no ha sido computada aun.
Es decir, ella no lo perdería a su analista. Todo lo contrario, en su libertad, la poetisa se perdería para el analista, se iría de Viena. Es muy importante esta diferencia para que el analista no se engañe.
Retomo el tema de la transferencia.
Escribe la autora luego de contar el olvido de la "botellita" en el consultorio de Freud:
Y ahora que hay entre nosotros esta transferencia tácita, hablo de Lawrence. El Profesor dijo que Lawrence le había impresionado, en el final de un libro.
Entonces constatamos que la transferencia había surgido justo antes de que aparecieran estas asociaciones sobre Lawrence. Voy a citar a Marta Pérez, quien hizo una presentación de Hilda Doolittle, en el libro "Analizarse con Freud":
"En el transcurso del segundo año [de estudios universitarios] fingió un colapso para abandonar los estudios y comenzó a noviar con Ezra Pound, iniciador del movimiento imaginista en USA, un hombre al que la familia de H.D. no quería. No obstante, se fue a vivir a Nueva York con él, donde comenzó a escribir y más tarde concluida esta tormentosa, apasionada relación que continuaría en amistad literaria- conoció al que sería su marido, Richard Aldington, también escritor, y se trasladaron a Londres para integrarse al grupo literario de D. H. Lawrence, por quien llegó a sentir un amor intenso." 6
Sobre el momento en que surge la transferencia, y aparece en primer plano la persona del analista, hay una referencia importante en el seminario I de Lacan. Allí leemos su comentario sobre un punto del artículo de Freud: "La dinámica de la transferencia".
4 - Transferencia y resistencia
Primero traigo lo escrito por Freud:
"Pues bien: si se persigue un complejo patógeno desde su subrogación en lo conciente (llamativa como síntoma, o bien totalmente inadvertida) hasta su raíz en lo inconsciente, enseguida se entrará en una región donde la resistencia se hace valer con tanta nitidez que la ocurrencia siguiente no puede menos que dar razón de ella y aparecer como un compromiso entre sus requerimientos y los del trabajo de investigación. En este punto, según lo atestigua la experiencia, sobreviene la trasferencia. Si algo del material del complejo (o sea, de su contenido) es apropiado para ser transferido sobre la persona del médico, esta trasferencia se produce, da por resultado la ocurrencia inmediata y se anuncia mediante los indicios de una resistencia p. Ej., mediante una detención de las ocurrencias-. De esta experiencia inferimos que la idea trasferencial ha irrumpido hasta la conciencia a expensas de todas las otras posibilidades de ocurrencia porque presta acatamiento también a la resistencia. Un proceso así se repite innumerables veces en la trayectoria de un análisis. Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno, primero se adelanta hasta la conciencia la parte del complejo susceptible de ser trasferida, y es defendida con la máxima tenacidad." 7
Ahora, Lacan:
"Los elementos a destacar en este párrafo son los siguientes. Primero, llegamos enseguida a una región donde la resistencia se hace sentir en forma neta. Esta resistencia emana del proceso mismo del discurso, de su aproximación, si me permiten la expresión. En segundo lugar, la experiencia muestra que es aquí donde surge la transferencia. En tercer lugar, la transferencia se produce justamente porque satisfacía a la resistencia. En cuarto lugar, un hecho de este tipo se reproduce un número incalculable de veces en el transcurso de un psicoanálisis. Se trata sin duda de un fenómeno perceptible en el análisis. Y esa parte del complejo que se manifestó en forma de transferencia resulta impulsada hacia lo consciente en ese momento. El paciente se empecina en defenderla con al mayor tenacidad.
/.../En ciertos casos, en el momento en que parece dispuesto a formular algo más auténtico, más candente que lo que ha conseguido hasta entonces alcanzar, el sujeto se interrumpe y emite un enunciado que puede ser éste: Súbitamente me doy cuenta de su presencia.
/.../ Este fenómeno se establece en conexión con la manifestación concreta de la resistencia que interviene en la trama misma de nuestra experiencia en función de la transferencia. Si adquiere un valor selectivo, es porque el sujeto mismo lo siente entonces como un viraje brusco, un giro súbito que le hace pasar de una vertiente a otra del discurso, de un acento a otro de la función de la palabra." 8
Lacan diferencia la resistencia debida a la evolución de un discurso que se va acercando a un nudo, de la llamada resistencia que surge entre un yo y otro yo: ésta última sería la resistencia del analista.
En cuanto a la primera, Freud la explica detalladamente en los "Estudios sobre la histeria". Nos describe al discurso organizado, estratificado, según tres órdenes diferentes:
"un ordenamiento lineal cronológico". Éste se manifiesta en las asociaciones en sentido inverso a los hechos rememorados, comenzando por los últimos y remontándose al pasado.
"estratificados de manera concéntrica al núcleo patógeno". La resistencia aumenta al acercarse al núcleo.
"ordenamiento según el contenido de pensamiento, el enlace por los
hilos lógicos que llegan hasta el núcleo. Dan la apariencia de una camino zigzagueante.
Freud usa símiles para explicarse. Dice que el material patógeno "no se comporta genuinamente como un cuerpo extraño, sino, mucho más, como una infiltración. En este símil, debe suponerse que la resistencia es lo que infiltra. Aclaro: la infiltración consiste, según el diccionario, en un pasaje lento de un líquido a través de los poros de un cuerpo. Agrega que la terapia no opera extirpando algo sino disolviendo resistencias.
Ahora veremos cómo recuerda Doolittle intervenciones de Freud sobre la resistencia.
Quizá tenía intención que yo lo contradijese cuando dijo que mis miradas al reloj significaban que estaba aburrida y que deseaba que terminara la sesión. Supuse que no esperaba que lo tomara Pied de la lettre cuando dijo que yo podía ser impaciente con la vida, y desear incluso su muerte, para evitar el análisis. ¿O acaso esperaba que lo contradijese? ¿Qué debí decir? 9
La paciente se pregunta por el deseo de Freud. Ese es el efecto. El hecho es que luego de las enseñanzas de Lacan, los analistas nos mostramos más "tímidos" en señalar o explicar las resistencias. Se abusó luego de Freud, de una técnica basada en oponer al yo del paciente, el yo del analista.
Además Freud le advierte sobre la inconveniencia de tomar notas y la de prepararse para las sesiones.
El Profesor repitió que quería que el trabajo fuera espontáneo. No me aconsejaba tomar notas, en realidad, preferiría que no lo hiciera.
Y el 12 de junio, escribe:
Interrumpí las notas por sugerencia del Profesor.
Advenimiento termina con las notas del 15 de junio.
Veremos ahora alguna otra intervención explícita de Freud sobre la transferencia. 186)
El Profesor me ha traído una manta gruesa ahora, para el diván. Siempre parece interesado cuando le cuento mis hallazgos animales y mis asociaciones de cuentos de hadas. Por lo menos, no fue mi padre quien me engañó. El Profesor dijo que yo no había hecho la transferencia habitual de la madre al padre, que suele ocurrir en la adolescencia de las niñas. Dijo que suponía que mi padre había sido un hombre frío.
Las asociaciones que siguen se refieren a recuerdos de escenas con el padre.
Otra vez siento, al yacer en este diván, que de mi frente se evapora una especie de fosforescencia y casi puedo respirar este anestésico, este éter.
Recuerda el nacimiento de su hija. Agrega:
Hablé con el Profesor de alguna de estas cosas. No puedo clasificar el contenido viviente de nuestra conversaciones refiriéndolas de una manera lógica o como en un libro de texto. Era, como 10 él dijo de mi abuelo, "una atmósfera..."
La paciente como autora de estas notas nos confirma que Freud se guiaba por los hilos que seguían distintas estratificaciones, según lo ya referido de sus "Estudios sobre la histeria".
La casa, de alguna manera indescriptible, depende de padre-madre. En el punto de integración o de regeneración, no hay conflicto entre lealtades rivales. El ambiente que rodea al Profesor, y sus intereses, parecen derivar de mi madre, más bien que de mi padre, pero decir que la "transferencia" se realiza sobre Freud como madre no me satisface del todo. Él había dicho, "Y debo decírselo (usted fue franca conmigo y yo lo seré con usted)- no me agrada ser la madre transferencial; siempre me sorprende y me molesta un poco. Me siento muy masculino". Le pregunté si otros depositaban en él lo llamaba madre transferencial. Dijo irónicamente y creo que un poco pensativo, "Oh, muchos". 11
Aquí está tomada la transferencia como transferencia a una imago. Freud en el texto citado más arriba, atribuye a disposiciones innatas como a influencias durante la infancia, la adquisición singular de "una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así como para las metas que habrá de fijarse. Esto da por resultado, digamos así, un clisé (o también varios) que se repite es reimpreso- de manera regular en la trayectoria de la vida, en la medida en que lo consientan las circunstancias exteriores y la naturaleza de los objetos de amor asequibles, aunque no se mantiene del todo inmutable frente a impresiones recientes" 12.
Pareciera que en el caso de H. D. esta transferencia materna estaba relacionada con un sentimiento de desamparo y vulnerabilidad que Freud discernía en su analizante. De ahí que supusiera que no soportaría el análisis y le señalara en varias oportunidades las resistencias. Es bastante notable que a pesar de ello, y el desacuerdo de la paciente, ésta siguiera su tratamiento. Tampoco ese desacuerdo la llevaría a desconocer la autoridad de Freud. Es decir, el análisis no pasa por la conciencia, no se trata de explicaciones más o menor lógicas y racionales. Estas sí vienen a la construcción más tarde, se van armando sin ayuda de la resistencia del analista.
Un detalle. La autora afirma que no hay conflicto entre lealtades rivales. Esto en el plano del amor. En otro plano aparece en una poesía suya, "Tributo a los ángeles", contemporánea a Escrito en la pared, algo que está en el lugar de la verdad. Lo cito:
¿Qué es este madre-padre
que desgarra nuestras entrañas?
¿Qué es esta dualidad insatisfecha
que no se puede satisfacer?Ahora voy a transcribir unos párrafos particularmente interesantes, porque ponen de relieve un Freud que sólo conocemos a través de esta autora. Su lectura no pide comentarios. Se basta a sí misma.
El Profesor está de pie en su estudio. El profesor me pide una sola cosa. Acerté en mi premonición, era un no debas. Me pide algo, confía en mí, me trata con su modo cortés y sutil, como si fuese igual a él intelectualmente. Es muy firme sin embargo y me lo explica con paciencia. "Por supuesto, usted comprende" es la manera casual en la que me ofrece, a veces, algún descubrimiento raro, algún hallazgo inapreciable, o "quizá a usted le parece otra cosa", como si mis opiniones, mis descubrimientos, pudiera compararse con los suyos. No impone la ley, salvo est vez, esta única ley. Dice, "Por favor, nunca quiero decir nunca, en ningún momento, en ninguna circunstancia- emprenda mi defensa, si alguna vez oye opiniones ofensivas contra mí o contra mi obra".
/.../No me haría bien a mí ni a mi obra, porque el antagonismo, una vez que predomina, no puede ser desarraigado desde la superficie y prospera y se profundiza con la discusión acalorada. La única manera de extraer el temor o el prejuicio es desde adentro, desde abajo, y como naturalmente ese tipo de mente prejuiciosa o asustada evitará cualquier sugestión de tratamiento psicoanalítico e incluso de investigación o de estudios que sigan esta línea, no se puede ir a la raíz del problema. /.../
Ese era el meollo de la cuestión. En nuestras conversaciones raras veces usábamos los términos técnicos ahora tan elaborados, inventados por él ... /.../
Cuando, en una oportunidad, trataba de explicarle una cuestión en la cual mi mente giraba en dos direcciones, dije, "supongo que usted diría que es una cuestión de ambivalencia". Y como no me respondiera, dije, "¿O usted dice ambi-valencia?[En inglés, las dos alternativas para la pronunciación de la palabra (ambi-valence y am-bi-valence) suenan menos forzadas que en la reproducción aproximada que ofrecemos en castellano. (T)] No sé si se pronuncia ambi-valencia o ambi-valencia ". El Profesor extendió un brazo como lo hacía cuando quería subrayar un hallazgo o concretar mi atención en un puno; dijo, con su estilo irónico y curiosamente casual. "Sabe usted, yo mismo me lo he preguntado siempre. Muchas veces deseo poder encontrar a alguien que me explique estas cosas." 13
Leímos algo sobre el estilo del Maestro, según este testimonio.
Hoy, dejamos por acá.
Notas
1 Hilda Doolittle. El Maestro (fragmento). Citado en "Analizarse con Freud". AAVV. Letra Viva. Bs. As. Argentina.
2 H.D. Advenimiento. Pág. 197-8
3 H. D. Tributo a Freud. Pág. 172.
4 Op. Cit. Pág. 194
5 Ver: www.psyche-navegante.com
6 AAVV: Analizarse con freud. Letra Viva. Buenos Aires, Argentina. Pág. 13/4.
7 Freud, S. O. C. Amorrortu. T. XII. Buenos Aires. 1980. pág. 101.
8 Lacan, J. Seminario I. Piados. Barcelona, Buenos Aires. Pág. 70/1
9 Advenimiento. Pág. 195.
10 Ídem. Pág. 186
11 Ibidem. Pág. 197.
12 Freud, S. Op. Cit. Pág. 97-8
13 Escrito en la pared. Pág. 135.