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Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por :
Oscar Pablo Zelis


Clase 7


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Sobre el método freudiano.
Continuando con los textos que veníamos trabajando, en particular ahora el del epistemólogo Gregorio Klimovsky (1), rescatamos una reseña o puntuación sobre el método freudiano de investigación que puede detectarse en varios trabajos del psicoanalista:
            a) en primer lugar, está el encuentro con un problema;
            b) se delimita o explicita un aspecto conductual raro –o hecho sorprendente, diría Peirce-,
           c) se trata de extender la muestra, esto es, de buscar más casos similares;
            d) a partir de esto, se trata de establecer, por inferencia inductiva,  regularidades conductuales;
            e) pero no se detiene allí, sino que “Freud, después del momento inductivo, recién comienza a preguntarse qué pasa; para él el verdadero problema es por qué se produce la regularidad inductivamente hallada”. (ob. cit.; pag. 34).

Este último paso es quizá el más rico y complejo. Dice Klimovsky que una posición conductista podría detenerse perfectamente en el punto d). Nos está marcando que Freud avanza sobre la pregunta por la causa. No se trata solo de una descripción de perturbaciones, sino de indagar en las causas que originan dichas perturbaciones o  síndromes –Freud tempranamente apuntaba a dar un paso más del punto en que  los actuales manuales de salud mental DSM se detienen-.
El epistemólogo hace una analogía entre esta actitud investigativa de Freud y la que tuvo  Dalton, para hallar la “ley de proporciones definidas”. En efecto, Dalton no podía explicarse el hecho observacional generalizado de que cuando las sustancias se combinan lo hacen siempre en la misma proporción, y en proporciones enteras. “El problema de Dalton fue: ¿porqué las combinaciones tienen que ser fijas y por números fijos y enteros? ¿Porqué no se realizan a la manera de las mezclas de harina y azúcar que hacen las amas de casa”, utilizando disímiles proporciones? “El problema de Dalton es que, para explicar la regularidad que a él lo estaba intrigando, tuvo que teorizar e hipotetizar sobre entidades no observables, pero a partir de las cuales, admitiendo ciertas características, lo intrigante en la esfera de la conducta y de lo observable se hacía pronto fácilmente comprensible. Freud hace exactamente lo mismo”   (ob. cit.; pag. 35).                                       
No se trata de una teoría azorosa, sino de una que pueda articularse al fenómeno y dar una explicación del mismo. Pero aún más, para tener valor científico, debe articularse con una serie de otras hipótesis que den cuenta de mecanismos de acción; se necesita una estructura de hipótesis que puedan explicar no solo el hecho inicial, sino predecir el comportamiento de otros.
“Freud ve bien claro que lo que hace científica a su teoría es el tipo de conexión que ella tiene con aspectos clínicos observables (…) Lo que se ve realmente es que Freud muestra cómo de sus hipótesis se deprende la explicación de hechos usando deducción. No una deducción formalista y pedante de tipo lógico-matemático como la que podría ofrecer un lógico hoy; porque eso no se lo pedimos a nadie, no hay ningún libro de psicología o de sociología actual (salvo algunas pocas excepciones) que cuando desarrolla sus deducciones lo haga desde este punto de vista; realmente eso no existe. Se supone que quien quisiera hacerlo se pondría y lo lograría. (…) Asi como tenemos competencia gramatical y podemos hablar bien un lenguaje sin ser gramáticos especialistas, podemos tener competencia lógica  sin ser lógicos especialistas.” (2)

Klimovsky hace referencia aquí a una objeción de Nagel, en el sentido de que estas “deducciones” freudianas no serían estrictas ni resistirían un examen crítico de todos sus pasos. Pero responde, como vimos recién, que efectivamente, no se trata de deducciones formalizadas en todos sus pasos, pero esto no significa que no mantengan una lógica argumental. Nosotros decimos, no es un defecto sino una consecuencia de la racionalización y argumentación de un fenómeno vivo, y de avanzar y progresar en la intelección de un hecho complejo. 
Pero más en general, nos gustaría detenernos un momento para sacarnos un prejuicio que aún se mantiene esparcido en el aire de nuestro entendimiento común y que consiste en la forma de entender lo que sería la lógica, y más aún, cuál sería la “buena lógica” que es exigible a una investigación o argumentación sobre algún hecho algo complejo o variado.  Si hacemos memoria, muchos recordaremos de nuestra experiencia escolar, el aburrimiento o el sentimiento de aridez cuando tuvimos que estudiar aquella “lógica formal”, de la cual nunca pasábamos de las “tablas de verdad” para las proposiciones. Siempre estaba la promesa que aprendiendo “lógica” lograríamos razonar con precisión; sin embargo, nunca se podía aplicar aquello que memorizábamos,  a la resolución de un problema real que no fuera evidente por sí mismo.  Es extraño que aun circule esta idea. Por supuesto, las ciencias y las investigaciones rigurosas tienen una estructura lógica sostenible. Pero no es que todo debe formalizarse y escribirse en los silogismos de  la lógica proposicional aristotélica ni menos aún que solo debería aceparse como válido los razonamientos basados en la deducción clásica. Todo razonamiento y argumentación investigativa por fuerza salta algunos pasos de demostración lógica que dá por evidentes (sino, todo tratado sería de miles de páginas, y quizá no bastaría) – es lo que se llama en lógica proposicional entinemas-. Y además, la mayoría de las veces nos encontramos explorando temas que por fuerza en una primera aproximación, deben ser tratados con una lógica que no delimite demasiado nuestro objetivo investigativo, hasta tanto no hubiésemos avanzado en su especificación adecuada. Es una evidencia que cuando hablamos, discutimos, argumentamos, no lo hacemos de manera lineal a una sucesión de proposiciones deductivas. Es llamativo que no sea vox-populi que hay una lógica de la retórica cotidiana,  muy distinta de la proposicional de las tablas de verdad binarias (3).
Volvamos a nuestro intercambio con Klimovsky, y agreguemos que acá puede ayudar Peirce, y su desarrollo de lo que es la deducción –más allá de la rigidez de la lógica proposicional lineal aristotélica-, ya que para él, esa es sólo una forma posible de deducción. Y nos mostrará, por ejemplo con su lógica de relativos, que una deducción puede tener más de una conclusión (4).  Y más en general, el trabajo que hizo el polifacético norteamericano para abrirnos el espectro de lo que es lógica y matemática, entendiendo a la primera en una ampliación que abrió el camino a las lógicas modernas, y a la segunda,  que lejos de reducirse a la aritmética, se expande a la topología y las lógicas del continuo y de los infinitos. Solo anticiparemos que para el abordaje de hechos de alguna complejidad, el tratamiento lógico inicial está situado en lo que se llama lógica de la vaguedad o lógicas paraconsistentes (5).   

Sobre praxis y método científico
Siguiendo a Klimovsky, hasta ahora, parecería que Freud cumple con los requisitos del método científico, al menos el hipotético-deductivo-empírico. Vale la pena ampliar un poco esta concepción de lo que sería el método científico. Para ello acudimos a lo que ya muchos años atrás había planteado Peirce: La indagación científica se inicia con una pregunta, ante un hecho sorprendente. Es el momento de armado de una hipótesis explicativa, por medio de una inferencia abductiva. A partir de esa hipótesis, o ley provisoria conjeturada, se deducen casos particulares (por inferencia deductiva), y esos casos particulares, hay que someterlos a la prueba empírica, donde si no se cumple la predicción, la hipótesis queda descartada, pero si se cumple la predicción, entonces tiene una verificación –provisoria-,  por inferencia inductiva (6).
  Sin embargo, no tenemos que olvidar las objeciones o recaudos que expresara antes y que citáramos en la Clase 5. Su crítica epistemológica parecía centrada en que el psicoanálisis no lograría constituir una teoría unificada, como sería exigible a una ciencia:
“Tal vez sea más exacto decir que se trata de varias teorías superpuestas, porque en el psicoanálisis conviven varios problemas, varios tópicos, y puede suceder que esté constituido (como por ejemplo en óptica o en física) por una serie de teorías relacionadas entre sí, algunas de las cuales presuponen a las otras, en tanto otras son independientes.”

Hechas las salvedades que desarrollamos en la Clase 6, lo que sí podemos decir es que, en primer lugar, hay que diferenciar de qué escuela o corriente psicoanalítica estamos hablando o analizando.  Desde nuestra línea, la distinguida por la continuidad Freud-Lacan, podemos sostener que sí hay una Teoría articulada a la práctica, dinámica, con puntos abiertos, situada en varios conceptos fundamentales, pero articulados y conectados entre sí. El ser una praxis, implica que es un dispositivo de abordaje, en nuestro caso, un dispositivo armado y pensado para abordar los padecimientos psíquicos concretos. Es por eso que se fueron articulando distintas hipótesis de trabajo de acuerdo a las distintas manifestaciones de los padecimientos psíquicos o subjetivos que se le fueron presentando. Quizá los límites del dispositivo  sean los determinantes reales de la delimitación de su objeto. Y uno no menor es la palabra, como su herramienta fundamental.   Y en este sentido, su estatuto no está muy lejos de lo que Klimovsky señalaba de la óptica o de la física. Ambas son ciencias teórico-prácticas cuya guía principal son los problemas que se suceden en lo que delimitan como su campo particular de experiencia. Estas ciencias abordan su objeto desde sus hipótesis iniciales, y éstas y su teorización se van modificando, ampliando, variando, de acuerdo a los resultados que van encontrando en su experimentación concreta. Es así que dentro de la física misma encontramos distintas teorías no necesariamente integradas o subsumidas unas a otras. Entonces, lo mismo podemos decir de la teoría psicoanalítica, tanto desde Freud como desde Lacan. Por ejemplo, desde Freud, podemos decir que algunas perturbaciones psíquicas pueden abordarse mejor desde su modelo dinámico (p. ej.,  si lo que aparece como síntoma concreto se manifiesta en el tratamiento como una defensa ante algo rechazado); y otras por su abordaje económico (p.ej., en una posición de padecimiento que se muestra resistente a las interpretaciones,  obligando al psicoanalista a buscar otra perspectiva de lectura, como pensar el caso como una fijación de goce).   

Desmitificando algunas ideas sobre el método científico.
Volviendo a aquel ideal de Exactitud y Certeza de la Ciencia –sintetizado en la popular frase: “está probado científicamente”-,  Klimovsky en el artículo citado, nos recuerda desde la lógica que el método científico hipotético-deductivo-empírico, si bien nos permite probar categóricamente lo que está mal, no permite sin embargo probar categóricamente que estamos bien. “El problema tiene orígenes lógicos, es una de esas cosas curiosas que se presentan en lógica y que siempre sorprende al lego en estas cuestiones.” Si tengo una teoría, y a partir de ella llego a resultados que verifico empíricamente, eso me llevaría a pensar que he verificado, que he demostrado que mi teoría era verdadera. Ahora bien, esto no es cierto. “Si llegué a una verdad, puede ser que haya partido de verdades, pero también pude haber partido de falsedades, porque la deducción lógica –aún la correcta- no garantiza la conservación de la falsedad, garantiza solamente la conservación de la verdad; puede suceder que, de premisas falsas llegue a una consecuencia verdadera.” (7)    
Esta es una forma de demostrar aquella sentencia de Popper al método científico, al  denominarlo con el término de falsacionismo.
Ahora bien, no es sólo en este nivel que el método no es productor de verdades irrefutables. Roxama Ynoub, siguiendo los lineamientos de Juan Samaja, avanzará en otro nivel donde tampoco hay una garantía de que el resultado correspondería a una verdad objetiva. Se trata del estamento que ya ha  sido nombrado como la etapa del armado o deducción de los casos a contrastar empíricamente.  Ynoub destaca que, incluso en esta etapa, donde en apariencia, a parir de una regla o ley hipotetizada, se obtiene por deducción los casos particulares a contrastar, en realidad aquí también va a tener que mediar otra abducción o inferencia conjetural, y será la que el investigador deberá realizar cuando tenga que decidir cuáles serán los indicadores que representen a la variable que hemos particularizado a partir de la hipótesis general. En efecto, el proceso de operacionalización de la variable “requiere estipular los procedimientos indicadores que se usaran para evaluar dicha variable en cada unidad de análisis.”
“Cualquiera sea la variable a trabajar, y cualquiera la disciplina en la que se la utilice, se asumirán decisiones a la hora de prever el modo en que esa información será producida: tanto en lo que respecta al qué observar o medir (=dimensión del indicador), como en lo que hace al cómo observarlo o medirlo (=procedimiento indicador).  Estas cuestiones anteceden a cualquier estipulación muestral, y por lo tanto no entran en el debate “inductivismo/deductivismo”, ya que son previas a cualquier tratamiento inductivo y posteriores a cualquier predicción deductiva.  En verdad el paso de la “variable al indicador” atañe a ese tipo de inferencia que C. Peirce definió con el nombre de inferencia abductiva.  Es abductiva la inferencia que permite determinar el “valor que le corresponde a una unidad de análisis en una cierta variable.” (8)
 En efecto, el indicador, es el nexo concreto entre el mundo sensible (la empiria) y el mundo inteligible (la teoría). Este planteo pone en evidencia que incluso en la cuestión de la base empírica, ahí también hay un paso conjetural (abducción), que no implica necesariedad lógica, sino solo posibilidad o probabilidad.  La conclusión metodológica es la siguiente:

“En el terreno de la metodología de la investigación científica, esto se expresa en la recurrente e invariante cuestión de la “validez” (medir lo que se cree o se espera estar midiendo) y “confiabilidad” (aplicar sin distorsiones los procedimientos) de los datos. Ni una ni otra pueden garantizarse de modo concluyente en la investigación real.”

Y la importante conclusión que se infiere es la siguiente:

“Si así fuera, estaría demostrando que no se cumple lo que asume el falsacionista, cuando sostiene que sólo hay certeza en el “rechazo de las hipótesis”; mientras su aceptación es sólo provisoria. Ni la aceptación ni el rechazo de hipótesis encuentran un fundamento lógico y metodológico que garantice de manera apodíctica su validez. Tanto una como otra situación se sustentan en procedimientos cuya validez formal es sólo probable (y, por lo tanto, “lógicamente problemática”). ¿Conduce esta conclusión a la toma de partido por una perspectiva “anárquica” del método científico? ¿Implica el rechazo del falsacionismo el abandono de toda racionalidad y validez del procedimiento científico?”

La autora responde desde su perspectiva:
“Nuestra presunción es que no; en el mismo sentido en que se impone reconocer el lugar relevante —e insustituible— de la inferencia abductiva en el proceso de construcción cognitiva.  Ahora bien, las condiciones que explican (y justifican) la recurrencia con que los investigadores se las ingenian para dar con buenos procedimientos indicadores (es decir, con buenas abducciones), debe rastrearse en la dirección de la historia formativa de los procesos cognitivos en todas sus escalas (camino hasta cierto punto rechazado por Popper en su rechazo frontal a todo lo que pueda evocar historicismo).  Aunque no entraremos aquí en este crucial asunto, interesa señalar que esa es la cuestión que queda planteada para una metodología y una lógica de la investigación con vocación dialéctica”.
 
Reseñando:
En esta clase, hemos encontrado una primera lectura epistemológica del método psicoanalítico, marcando sus virtudes, y sus dificultades. Esto  nos llevó a volver a la pregunta por el método científico, y dar unos pasos más allá de la primera idea algo ingenua y simple de la que partíamos. Volvimos a desarmar algunas de las sugestiones aún pregnantes sobre un Ideal de Ciencia que no se encarna en realidad en ninguna praxis. Finalmente, avanzamos  en descubrir nuevas problemáticas epistemológicas y metodológicas cuya explicitación nos permitirá –ese es el objetivo-, lograr algunos aportes para la investigación y la práctica del psicoanálisis.     

Oscar Pablo Zelis
Marzo del 2020.

(1) Klimovsky, Gregorio (1983): “Problemas metodológicos del psicoanálisis”; en Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Volumen 8: “Psicoanálisis y epistemología”. 

(2) Ob. cit.; pag. 37.

(3) Este tema puede ser abordado desde la oposición que desarrolla Peirce entre lógica utens y lógica docens, que quedará para otra oportunidad.

(4) Ver O. Zelis: “Aportes de la Lógica Triádica de Peirce para el Psicoanálisis. En nuestro Foro de investigación <> Psicoanálisis (www.psicomundo.com/foros/investigacion ).

(5) Les dedicaremos un tratamiento especial en próximas clases.

(6) Un desarrollo de las inferencias abductivas, deductivas e inductivas, y del proceso de investigación, puede encontrarse en nuestro libro Investigación<>Psicoanálisis: de S. Holmes, Dupin y Peirce a la experiencia freudiana. Buenos Aires: Letra Viva, 2000. Y on-line puede consultarse: “La lógica en Peirce: Algunas herramientas conceptuales de interés para la investigación y el psicoanálisis”.  En nuestro Foro: (www.psicomundo.com/foros/investigacion).

(7) Klimovsky, Gregorio (1983): “Problemas metodológicos del psicoanálisis”; pag. 25.

(8) Ynoub, Roxana (2008):”Abducción y falsacionismo: aportes de la teoría de la abducción de Peirce para iluminar los límites del falsacionismo popperiano”. Trabajo presentado en las III Jornadas Peirce en Argentina. Disponible en la web del GEP (https://www.unav.es/gep/JornadasPeirceArgentina.html).


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