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Seminario
La ética en la integración socio educativa
de las personas con discapacidad

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Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Dictado por : Viviana Cuevas


Clase 1: Representaciones Plurentes


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Seres Plurentes - Xul Solar

Seres Plurentes - Xul Solar

Freud en el Malestar en  la cultura  escribe…con toda seguridad la civilización, la cultura le pide  demasiado al sujeto. Si hay algo que se llama  su bien y su felicidad nada tiene que esperar para ello ni del microcosmos, vale decir de él mismo, ni del macrocosmos.

Advertencia  que Freud nos da sobre los hilos sociales y como los mismos van delimitando, articulando un  limite, un adentro y un afuera.

La aceptación de estas reglas de orden social es fundamental, pero  es claro que ese orden social no necesariamente es un orden legítimo. Un orden se hace legítimo según diferentes formas de validez.

Max Weber especifica que las estructuras de autoridad  existirían en todas las instituciones, en todas las formas de organización hegemónica o de tipo de dominación.  Formas de dominación que está enlazada con estructuras de autoridad. (Weber, 2007)

Por autoridad se define a las formas legítimas de dominación, pensando estas como la posibilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos.

El orden legítimo, desde esta lectura, es un producto social, deja de ser un orden pensado para fundarse como una representación ideal de prácticas y relaciones sociales.
Advertimos como se constituye en fundamental esa creencia de la existencia de un orden legitimo, en su aceptación, consentimiento ¿para que? Para que el orden social parezca naturalmente valido.

Volviendo a Weber, la validez de un orden social, esta únicamente en aquella probabilidad de orientarse por la representación de la existencia de un orden legitimo. Veamos así cuan fundamental es esa creencia o representación de la existencia de un orden legitimo, en su aceptación, consenso, conformidad, sometimiento para que el orden social, aparezca como ya dijimos, como algo naturalmente válido.

Es una construcción ideológica, arbitraria, hegemónica? O ese orden legítimo  ¿conlleva mecanismos de socialización? ¿Es una imposición de la cultura?

La dominación puede ser sostenida, asegurada desde ideas aparentemente neutras, vehiculazadas con el carácter de valores universales por las diferentes instituciones.
 La legitimidad reposa  en la reproducción  de la aceptación-imposición de una creencia colectiva. Mas allá de su fundamento, se constituye en un orden entre otros posibles por el ejercicio hegemónico de un grupo, clase, que estructura el modelo de  dominación  que corresponde  a la imposición de la ley, norma de su  propia cultura.

Entonces el concepto de orden legitimo no posibilita  acercarnos a la visión que históricamente,  el ejercicio de la dominación, ha tratado que las creencias en la base de su legitimidad se presenten y sean consideradas como validas igualmente para la sociedad en su conjunto. Creencia que es ideológica, por lo tanto arbitraria.  Esto se visualiza a través del discurso,  frases tales como es del interés de la Nación, Sacrificio del pueblo de hoy es para la sociedad del mañana (mañana que nunca llega)
La validez del orden se sostiene mientras la creencia en la legitimidad del mismo tenga consenso y expresa solo un triunfo precario de alguna de las partes.

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Foucault reflexiona sobre los diversos procesos de exclusión, de coacción y de cohesión. El afuera con sus representaciones monstruosas, anormales, con sus listas de exclusión:

No es sin valor estar o no dentro de una lista. Es una lista que se hace a fin de negarla. En Las palabras y las cosas (1966) Foucault indica que el orden exige identidad pero impone jerarquías que se asientan en una moral y en esta legitimación, el discurso social  favorece la aceptabilidad, la cohesión e impone determinadas perspectivas.

El orden y su validez son complejos. Imponen estructuras de dominio y subordinación, funda horizontes de protección y normalidad, clausurando todo desplazamiento posible hacia la diferencia. Es así que el poder, por medio del interdicto, le consistencia al orden.

Nos aclara Foucault que  la penalidad perfecta que atraviesa todos los puntos  y controla todos los instantes de las instituciones disciplinarias, compara, diferencia, jerarquiza, excluye. En una palabra: normaliza.  Claro que, en esa delgada línea, se juega  la posibilidad de transgredir. La raya que ella cruza podría ser todo su espacio.

Cada cultura crea y recrea sus sistemas de interdicciones y  de transgresiones. Lo anormal, lo monstruoso, el crimen y la locura son penalizadas de modos diferentes en cada cultura.  Es desde ahí que podemos tomar prestado de Xul Solar el concepto de Plurentes para enlazarlo a las representaciones. Seres plurentes son seres diferentes, con diversas caras,  seres complicados. Pensar las diferentes caras, o mas bien esos dobleces (1) de las representaciones nos llevo a pensarlas como plurentes.

Ahora bien ese espacio que la transgresión funda además de propiciar imaginarios ligados al ideal, posibilita que también, que entren en crisis dichas representaciones. Podemos decir que para Foucault existe un mundo tradicional  de la representación conducido por la identidad, la  semejanza y una verdad que se legitima justamente en esa variedad de estratos discursivos.
Hay ciertos marcos referenciales que se convierten en ineludibles y son esos marcos lo que determinan lo que esta bien y lo que esta mal. Esto sitúa a su interior un universo moral. Hay representaciones que se instalan en el margen o fuera de él.
Pero como bien señalaba Foucault en este camino de la modernidad es el pasaje posible de la semejanza a la diferencia, valorada e incluida como tal. La modernidad (2) ha puesto en juego dos cuestiones tal vez ambiguas. Por un lado  la legitimación de un orden y por otro, el relato enmancipatorio que, mas allá de que ha posteriori sea clausurado, puede producir cierta distancia critica respecto de posibles formas de identificación.
La puesta en crisis de algunas representaciones podemos ubicarla en el centro de un pasaje  a otra representación posible. En el seno de la repetición, de eso igual que sostiene el orden, el poder, el sentido  y la moral,  se ubica ahí mismo,  la repetición de lo diferente.

El orden, el poder, el sentido  y la moral  son puestos en crisis. Hay una repetición de lo mismo y una repetición de la diferencia- Repetición de lo mismo que se encuentra en la noción misma de modelo.  Repetición como diferencia lleva a una percepción de lo heterogéneo, supone la crítica de la representación, del sentido. Critica la nomina, lo general. Desde Freud sabemos que, mas allá de los proceso identificatorios necesarios, la repetición de la diferencia se opone al recordar, dado que ese no es su objetivo, sino lo vivido  en un aquí y ahora,  que es siempre el mismo  pero distinto-

Roland Barthes nos dice que olvidamos que toda lengua es una clasificación y que toda clasificación es opresiva, y continua diciendo que  hablar  y con mayor razón, discurrir, no es comunicar, como suele  repetírselo de común y corriente, es someter, toda lengua  es un sometimiento  generalizado.

Por lo tanto, toda estructura social, cualquiera de sus órdenes, de sus estructuras opresivas, pueden ser interrogadas  en su trama discursiva.
Es a partir de ello que las representaciones toman una forma doble, creando una doble representación, pero también negando  la anterior. En la literatura hay muchos ejemplos de ello.  Podemos citar a Borges donde vemos como el absurdo, lo fantástico crea un espacio de no significación, donde las  reformulaciones de lo otro son representaciones de ese aspecto doble del lenguaje
.

 

Viviana Cuevas

Notas

(1) Al final de la clase trabajamos  lo doble del discurso, de las representaciones. 

(2) Sobre la modernidad y sus representaciones  se trabajo en el texto Relatos de Integracion.  Cáp. I. Ed. Letra Viva. Bs. As. 2011

Bibliografía:

Barthes, R. Un grano de voz .Ed. Siglo XXI
Freud, S. Malestar en la cultura- Obras Completas Tomo XXI  Amorrortu. Bs. As.
Foucault, M Prefacio a la transgresión en Del lenguaje y la literatura Barcelona, ed. Paidos.1996
Weber, M. Sociología del Poder. Los tipos de dominación. Ed. Alianza. 2007


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