Seminario
El fantasma y la clínica
psicoanalítica
Su lógica
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por : Alfredo Eidelzstein
Clase 7
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Vamos a hacer un trabajo de preguntas y respuestas con la idea que les propongo hoy; primero les presentaré, lo más rápidamente posible, algo así como un hilo conductor de las seis clases pasadas -obviamente no va a ser más que una mínima versión de cada una de ellas. Siendo esta la séptima reunión, les doy el programa de lo que va a seguir.
La próxima clase, la octava, va a estar referida a los temas de la Lógica, la novena a la Teoría de Conjuntos, la décima va a ser sobre el Cuadrado Lógico, la undécima abordará el Número de Oro y la duodécima, la Relación Sexual.
Como bibliografía voy a utilizar la que ustedes ya tienen recomendada por mí para todos estos temas, las citas y las referencias se van a reportar al Seminario 14, "La Lógica del Fantasma"; sólo agregaré algo con respecto al Número de Oro; hay muy buenos trabajos al respecto; su autor es Matila Ghyka; fueron publicados por la Editorial Poseidón. Uno de ellos lleva por título "La Estética de las Proporciones" y el otro, "El Número de Oro" de este último hay una edición vieja, publicada en dos volúmenes.
El punto de partida, entonces, es la recuperación de lo que vimos hasta ahora; les voy a recordar entonces, en orden inverso a como fueron presentados, los temas de las clases:
- El tema de la sexta fue el universo del discurso, el universo o mundo freudiano, trabajado desde la noción psicoanalítica de campo freudiano;
- La quinta fue una clase sobre el fantasma y el arte de representación;
- La cuarta fue sobre el fantasma y el plano proyectivo;
- La tercera fue sobre retórica;
- La segunda fue sobre la fantasía inconsciente en Freud y el fantasma en Lacan;
- La primera fue sobre la lógica del fantasma.
En esa primera clase donde trabajamos la lógica del fantasma, partí de dos consideraciones: señalaba en la primera de ellas que para dar cuenta del inconsciente hace falta un abordaje lógico, esto es, no hay una aproximación directa, fenoménica del inconsciente; sin un dispositivo lógico no puede accederse a él y -espero que lo recuerden- había retomado una cita de Lacan en la cual proponía que la estructura del objeto a, introducido por él en el psicoanálisis, era la de un ludión lógico, ese aparatito para hacer experimentos. Entonces, el acceso, tanto teórico como práctico, ya sea al inconsciente como al objeto a, supone una lógica, un dispositivo lógico.
$<>a, el matema del fantasma, implicaba algo de la índole de este abordaje lógico. La $, (S barrada) señala al sujeto dividido, pero dividido por aquello que lo constituye. Una noción bastante dificil de entender, como el propio matema de Lacan, ya que no cabe leerla en términos de la ausencia de significante para el sujeto, como si eso fuera lo indicado por la barra. Esa escritura resulta complicada de entender porque cabe la pregunta acerca de qué es lo que se tacha allí: ¿acaso el significante que no hay? Se hace patente la necesidad de una lógica para ponderar esto, que no es tan obvio como uno a veces cree.
En su momento les propuse que la relación de $<>a con el sujeto era lógica; el objeto a se caracteriza por un valor lógico, su existencia es de esa naturaleza y no una existencia de hecho; es la resultante de una operación cuya estructura es lógica. Y finalmente hasta habíamos llegado a afirmar que el rombo mismo implicaba cierta lógica y les había recordado que en el Seminario 11, Lacan lo llama algorítmo; implica una doble relación: más grande / más chico; inclusión / exclusión y hasta habría que tomar en cuenta que el rombo puede ser entendido como un corte orientado y con sentido.
Esa misma clase les había propuesto la siguiente idea: que la "lógica simbólica", la disciplina lógica simbólica, se instala en el campo del fantasma; se acuerdan que les había propuesto que el título del seminario, "La lógica del fantasma ", no necesariamente era el anuncio de un trabajo que portaría sobre la lógica que le corresponde al fantasma, sino que la primera lectura que hicimos nos llevó a situar que esa disciplina, con sus cientos de años de vida y su desarrollo tan importante en la actualidad, tiene para Lacan una estructura de fantasma, por cuanto vela la castración del Otro. ¿Por qué se puede decir que la lógica vela la castración del Otro? Va a ser el tema fundamental de nuestra próxima reunión, pero al menos tengan en cuenta que la noción de universo de discurso, metalenguaje, el principio de identidad y la verdad como tabla de valores la verdad como un juego de letras-, las cuatro dimensiones son una forma de velar la castración.
Pero si la lógica simbólica se inscribe en el campo del fantasma y acabo de decir que hace falta un abordaje lógico tanto para el inconsciente como para el objeto a, entonces necesitamos otra lógica. Si la disciplina lógica que podríamos ir estudiando aquí vela la castración, no podríamos llegar a través de ella ni al inconsciente ni al objeto a; es decir que nos hace falta otra lógica, a la que llamaríamos sencillamente lógica del sujeto hablante. Es ella la que determina que ningún significante podría significarse a sí mismo, como así también que no hay universo de discurso, que la verdad tiene un valor dinámico -en el sentido de que produce un movimiento, la verdad tiene un valor dinámico aunque no hay verdad última- y finalmente, que nos hace falta una nueva operación lógica, la alienación, el O alienante.
En aquella primera clase, yo hice un breve recorrido histórico con referencia a los estoicos, motivado primero, en el hecho que Lacan se refiere a ellos en permanencia, pero además porque habíamos encontrado que para los estoicos la lógica tenía fundamentalmente estructura dialéctica -o sea, discursiva-; ya habían despejado por esta vía la función del significante, anudándola por lo demás al problema de la ética, función lógica que le corresponde al objeto a y al inconsciente, precisamente lo que nos proponemos trabajar.
En la segunda clase intenté hacer un recorrido del concepto de fantasía inconsciente en Freud, procurando establecer la relación que guarda con el de fantasma en Lacan. Para eso me reporté a la obra de Freud y ordené en seis temas la casi totalidad de sus escritos. Ellos fueron:
- Fantasía inconsciente e histeria;
- Fantasía inconsciente y realidad;
- Fantasía inconsciente, histeria y realidad;
- Fantasía y síntoma;
- Fantasía inconsciente y direcc ión de la cura en Freud;
- Deseo como motor de la fantasía.
Había agregado a ellos un sépitimo tema: Desplazamiento y un octavo: Condensación, que luego se convirtieron en temas de la clase siguiente.
En cuanto a la noción de fantasía inconsciente los planteos fueron los siguientes:
1. Fantasía inconsciente e histeria
Yo les había propuesto que la noción de fantasía inconsciente en la obra de Freud surge en forma simultánea con la de histeria, en los comienzos del psicoanálisis, a situar prácticamente en la articulación misma entre una y otra; les había advertido que ese nexo marcando los inicios de la disciplina bajo el nombre de proton pseudos sigue presente a lo largo de toda la obra de Freud. Así, les traje para ilustrarlo una serie de citas extraídas de las "Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", donde esa relación seguía vigente para Freud.
2. Fantasía inconsciente y realidad
Les había propuesto pensar que la noción de realidad psíquica, que parecía ser quizás una de las mas notables de la mente moderna y subversiva desde el enfoque que el psicoanálisis hace de ella, revestía en definitiva una calidad parasitaria y en consecuencia debíamos abandonarla. En efecto, la fantasía inconsciente no es en Freud el cristal a través del cual la realidad es vista modalidad según la cual se entiende comúnmente que opera la fantasía-, sino una forma de reinterpretación de los recuerdos.
Les había traído una buena serie de citas donde Freud decía que si la fantasía atacaba a la realidad, ésta no era la cotidiana, sino la realidad en juego en los recuerdos infantiles, algo que habíamos puesto en relación con las dos oleadas que supone la sexualidad en la teoría freudiana.
3. Fantasía inconsciente, histeria y realidad.
El tercer punto reúne los dos primeros y tenemos a la histérica como una mentirosa -que es lo que dice todo el mundo de la histérica, incluida la histérica misma. Les había propuesto para pensarlo el problema del fingimiento en la posición sexual de la mujer. Ahí habíamos despejado un poquito esta frase de Freud, "Ya no creo más en mi neurótica", y avancé como solución al problema de la fantasía inconsciente en Freud y el de fantasma en Lacan, el hecho que en psicoanálisis, una vez que uno introduce la noción de fantasía queda limitado al montaje de lo simbólico y lo imaginario. "Montaje" es una expresión de Lacan que vale la pena no olvidar, en la perspectiva del montaje escénico. La noción de "fantasma" en Lacan tiene al respecto la virtud de sumar a esa articulación entre lo simbólico y lo imaginario, la dimensión de lo real en tanto soporte y terreno de batalla del deseo inconsciente.
En su momento yo había planteado la pregunta acerca de la neurosis obsesiva: ¿acaso no hay fantasía inconsciente en la neurosis obsesiva? Quedaba pendiente, por lo demás, de qué manera se podía profundizar esta íntima relación planteada desde el psicoanálisis entre histeria, fantasía inconsciente y mentira.
Hoy les propongo que mi impresión es que la vía por la cual Lacan retoma el problema de la relación de la neurosis obsesiva con la castración del Otro, es a través del cogito cartesiano: "Pienso, luego e xisto". La duda metódica, el "pienso", del lado del obsesivo es más exactamente "dudo" -luego existo. Y habrán visto que simultáneamente, el problema de S (
) se constituye en contracara de la verdad. Entiendo que desde aquí es posible hacer un buen trabajo acerca de la estructura clínica de histeria y obsesión: la mentira como estructura de ficción por un lado y el cogito cartesiano por el otro.
4. Fantasía y síntoma.
Ahí habíamos articulado la fantasía sexual y hasta las fantasías universales. Yo les había propuesto como soporte de esa discusión directamente la estructura de acto del deseo; entonces les había dicho que justamente esa es la lógica que permite ir de S de
hacia el fantasma, y del fantasma hacia la significación del Otro donde se inscribe el síntoma, esto es, de la inscripción de la castración en el Otro vía el significante fálico, pasando por el fantasma, para llegar al síntoma.
En cuanto a la fantasía inconsciente y la dirección de la cura en Freud, recordarán la cita que traje, donde el éxito terapéutico viene a quedar planteado como obstáculo a la prosecución del análisis, en la medida en que no se hubiera podido destejer hilo por hilo la trama de la fantasía; les señalaba así que si bien no estaba en Freud la noción de fin de análisis como atravesamiento del fantasma, queda claro que en su clínica, en su práctica, esto ya estaba establecido.
Privilegiando como lo hice la relación de la fantasía inconsciente, la mentira y el problema que esto traía respecto de la realidad, se planteó el siguiente problema: si la fantasía, según se la entiende por lo común, separa de la realidad, correlativamente esto implica que sostiene un invento. A partir de allí, ¿cómo priorizar en psicoanálisis lo nuevo? ¿Cómo pensar que el acto que produce lo absolutamente nuevo sería separable del efecto de la fantasía en tanto invento del sujeto? ¿Por qué el fin de análisis no podría ser un paraíso inventado?, algo así como "Me sigo haciendo pis encima, pero ya no me importa", según lo que nos retorna de la sociedad acerca del modo en que enunciamos el fin de análisis en ese retorno de nuestro mensaje, el fin de análisis al cabo de veinte años quedaría acotado a una fórmula de ese tipo. Podemos preguntarnos si es así.
Había pensado el problema de cómo se accede a lo nuevo, sin que lo nuevo sea un invento, y efectivamente la cuestión que se planteó ahí fue la de la creación, para la cual ya teníamos algunos planteos previos en la cabeza. Primero, que para Lacan si la metonimia es falta en ser, el significante mata la cosa, de modo que es en la metáfora donde reside el valor creativo de la palabra; como tal, representa el fin de análisis en términos de la creación de la palabra.
Freud, por su parte, plantea para ese fin de análisis la sublimación; de modo que, llegados a ese punto, todos debemos ser pintores o músicos, inscriptos en el reconocimiento social, el reconocimiento del otro, le tiene que gustar al otro lo que uno hace. ¿Por qué acordar este lugar a la obra de arte? Porque en ella se inscribe el gusto del otro. Ahora bien: si uno se hace pintor al fin del análisis y pinta todas porquerías que nadie quiere ver, ¿terminó bien ese análisis o terminó en fracaso?
Ahí me propuse revisar un problema mudo, no ruidoso, pero un problema serio, como es el de la condensación y el desplazamiento. Fue Jakobson quien los articuló, de una manera diferente de la que trabajara Lacan. En efecto, Jakobson entendía el desplazamiento en términos de metonimia, en tanto la condensación, tal como la plantea Freud quedaba asignada a la estructura de sinécdoque y la metáfora reenviaba a la identificación y el simbolismo.
La retórica, no a la altura del Seminario 14, pero si más adelante, tiene una función aún más determinante en las consideraciones de Lacan, razón por la cual subrayamos su especificidad respecto de la gramática, señalando que la retórica, a diferencia de ésta, era un arte, un ars, esto es, algo que requiere tanto de arte como de ciencia recordarán lo dicho acerca del trivium y el quadrivium, ciencia o arte de los discursos particulares. Les había indicado, además, que para producir sus efectos la retórica, que es enseñable, no necesariamente debe ser compartida por el contrario, resulta más eficaz si quien escucha no tiene presente que se trata de un ejercicio de retórica. Si uno dice: "¡Ah!, esto que está haciendo es una sinécdoque ", resulta ser mucho menos eficaz al oído que en el caso de quien puede apreciarlo y estimar, por ejemplo: "¡Qué lindo que lo dijo!". La gramática, por su parte, supone otro registro, el que necesariamente debe ser compartido; por otra parte, produce un efecto mucho menor al de la apreciación sobre el bien decir.
El ejemplo que traje en su momento era el de aquella frase según la cual "El deseo está articulado pero no es articulable" y les había señalado que esta cita era parcial, ya que Lacan la había enunciado elípticamente y la elipsis es una figura de la retórica. A partir de ahí les había propuesto que entonces la figura, sintropos la retórica es una forma de decir el deseo, por ejemplo elípticamente. Si esto les produce una vez más cierta vacilación, les advierto que la interpretación es una figura retórica.
Quizá deberíamos recordar la otra cita que yo les traía respecto del síntoma, para señalar que habitualmente trabajamos dos definiciones del síntoma:
- 1) la del sufrimiento goce;
- 2) la de la envoltura significante;
pero que Lacan nos enseñaba que los síntomas se ordenan en las figuras y trozos del discurso que por eso son legibles y decifrables.
Una cita de "La instancia de la letra..." (pág. 501): "Esta es la razón de que un agotamiento de los mecanismos de defensa,..." "(...)se manifieste, sin que él dé cuenta de ello, y sin que ni siquiera se dé cuenta, como el reverso del cual los mecanismos del inconsciente serían el derecho.". Tanto el síntoma, o sea la defensa, se arma por la figura sintropos de retórica, tanto como su reverso son las mismas que utiliza el inconsciente.
Ahora pasamos a la noción del fantasma como plano proyectivo. Esto me parece que sigue bastante en línea con lo que venimos diciendo porque es la manera según la cual Lacan da la estructura verdadera de la realidad para el sujeto. Desde ese momento, empecé a plantearles si el fantasma es algo de la índole de lo que se ve en el mundo o bien si su naturaleza es la de una frase, como podría ser, por ejemplo, un axioma; trabajamos a partir de allí las dos dimensiones por separado y señalamos respecto del plano proyectivo todas estas características: se trata de una superficie cerrada, tiene una continuidad entre el anverso y el reverso, esto es, no hay corte entre la realidad y el sujeto, como tampoco entre el sujeto y la realidad.
Recuerden que el argumento traído por Lacan cada vez que aborda este problema se reporta a la filosofía alemana, donde se presenta la cuestión del mundo circundante versus mundo interno; de modo que si desconfían de la continuidad, allí está la pregunta de Lacan: "¿Qué hace el mundo ahí adentro?", esto es: a qué responde esta forma tan rara de designar el interior del sujeto.
"Mundo interno" / "Mundo circundante", es la misma palabra mundo- que está afuera y adentro; entonces Lacan señala que hay allí una presencia, un resto en el significante que trae este problema de la continuidad entre el mundo circundante y el interior del sujeto. Les anticipo que se trata de la estructura de los dos triángulos cruzados y superpuestos que figura en el Seminario 11.
Por otra parte, el plano proyectivo no puede ser sumergido en el espacio de tres dimensiones; estamos diciendo que una superficie como el plano proyectivo es lo que da cuenta de la estructura de la realidad, pero no se puede introducir en el espacio tridimensional. Pero entonces, si es inhallable en la realidad, ¿cómo es que constituye la estructura de la realidad?
El plano proyectivo está compuesto por dos elementos heterogéneos: la $ y una semiesfera equivalente al objeto a y al fantasma.
La cita 17 proviene de los "Escritos", "De una cuestión preliminar..."; allí figura un esquema del objeto a que resulta interesante para esclarecer lo que aporta en el campo de la realidad, cuyo funcionamiento exige la operación de la pantalla del fantasma planteo al que conviene prestarle todavía mucha atención.
Tal vez tenga su importancia señalar cuál es el aporte del esquema , plano proyectivo, donde no por casualidad ni por juego, hemos escogido designar las reglas según las cuales se corresponden los puntos "m" minúscula, "M" mayúscula, "i" minúscula, "I" mayúscula, indicando como único corte válido en este esquema aquél que sigue el trazado "m" minúscula "i" minúscula, por un lado, y por otro, el corte "M" mayúscula "I" mayúscula. Queda indicado así suficientemente que este corte aísla en el campo una barra de mayúsculas, con lo cual está dicho todo, ya que entonces ese campo no será sino el lugar pendiente del fantasma del que este corte da toda la estructura. Esto es, sólo el corte revela la estructura de la superficie entera, en la medida en que destaca en ella esos dos elementos heterogéneos presentes en el fantasma, como son:[ $<>a]. corresponde a la banda, que aquí ha de esperarse donde el efecto llega, es decir, recurriendo al campo "R" de la realidad, en tanto "a" se ubica en los campos "J y S".
"Es pues en cuanto representante de la representación en el fantasma, es decir, como sujeto originalmente reprimido, como el "$", "S" tachada del deseo, soporta aquí el campo de la realidad, -como a "S"- y éste sólo se sostiene por la extracción del objeto 'a' que sin embargo le da su marco.
Midiendo por escalones, todos vectoralizados de una intrusión del único campo "J" en el campo "R", lo cual sólo se articula bien en nuestro texto como efecto del narcisismo, queda pues enteramente excluido que queramos hacer entrar de nuevo, por una puerta de atrás cualquiera, que esos efectos (...) puedan teoricamente fundar de una manera cualquiera, la realidad.
Quien haya seguido nuestras exposiciones topológicas (que no se justifican por nada sino por la estructura por articular del fantasma), debe saber bien que en la banda del Moebius no hay nada mensurable que sea de retenerse en su estructura, y que reduce, como lo real aquí interesado, al corte mismo.
Esta nota es indicativa para el momento actual de nuestra elaboración topológica (julio de 1966)."
La cita proviene de la nota a pie de página identificada con el Nº 17, que figura donde se presenta el esquema "R" en "De una cuestión preliminar " (págs. 535-536)
En ese texto, como recordarán, figura la elaboración acerca del "perceptum", aquello de la realidad susceptible de ser percibido, avanzada por Lacan para dar cuenta de lo discontinuo en la estructura de la alucinación, cuando discute acerca de la manera de entenderla como percepción sin objeto. Afirma entonces que la realidad se constituye precisamente como percepción sin objeto, en tanto supone la extracción del objeto a.
En la quinta clase trabajamos fantasma y artes de representación visual, la perspectiva y la topología. Recordamos que el objeto a no es especularizable, pero centra, sostiene, toda especularización posible. El objeto a causa el deseo; domina, invisible, todos los espejismos. Les propuse, a la manera en que lo hace Lacan en el Seminario 14, intercalar en el matema del fantasma $<>a- una frase: "Pegan a un niño", por un lado y, por el otro, considerar la presencia de un objeto respecto del cual les señalaba la tercera fase de la fantasía identificada por Freud con esa frase. Ese ordenamiento significante, soporte del deseo, nos llevaba a un axioma lógico según el cual ningún significante podría significarse a sí mismo, de donde se desprende que no hay universo de discurso. Por el otro lado, por el lado del "a", de la presencia del objeto y de su extracción como causa del deseo, teníamos el problema del espectáculo, el fantasma como pantalla, marco, velo y escena.
Llegados a ese punto, me pareció importante distinguir los cuatro tipos de la función: por un lado pecho y heces, en su relación con la demanda; la voz, vinculada con el superyo y el deseo, más cerca del inconsciente y el privilegio de la mirada, en tanto es ella la que establece el puente con el fantasma.
Ahí habíamos trabajado los dos triángulos inversos y superpuestos del Seminario 11, donde Lacan había relacionado el punto de mirada -falso punto de unificación indicado por la ciencia- y el punto de fuga al infinito. Traté de demostrarles que tanto uno como otro eran imposibles en sus respectivos cuadros. Habíamos trabajado para eso la noción de mancha y la función de la pantalla; decíamos al respecto que en el mundo humano la pantalla del fantasma tenía una posición privilegiada.
Les voy a leer una sola cita del Seminario 13, donde Lacan plantea que "...la pantalla ya nos anuncia en el horizonte, la dimensión de lo que de la representación es el representante. Antes que el mundo devenga representación, -cumple la función de aquello que se interpone entre el sujeto y el mundo- su representante, entiendo el representante de la representación- emerge."
Finalmente, avanzamos desde el plano proyectivo y el campo escópico a la elaboración de un esbozo de teoría sobre la estructura del universo necesario, porque justamente el punto hacia donde vamos es la afirmación de Lacan según la cual no hay universo de discurso. Por eso me pareció pertinente el trabajo encarado siguiendo la perspectiva de la noción de universo. No tanto enfocado en términos de su estructura física, sino en cuanto a la estructura del saber al que tenemos acceso respecto de él, dado que al interponerse el saber, ya tenemos nuevamente el problema del significante.
Trabajando la noción de campo, dijimos que se había generado para responder al problema de la acción de un cuerpo sobre otro, especialmente la acción a distancia; en el caso del psicoanálisis, el concepto hace a todos aquellos problemas sobre los cuales la disciplina tiene algo para decir, en la medida en que siempre hay un cuerpo implicado en ellos; el psicoanálisis no es un idealismo, de modo que la noción de campo es pertinente en el marco de su reflexión. La noción de campo en ciencia es el modelo más general del mundo jamás producido hasta el presente y constituye por eso la cosmovisión más unificante.
Intentamos despejar entonces dónde conducía ese enfoque y habíamos encontrado que, pese al carácter revolucionario que comporta la física relativista de Einstein, la noción de campo que la subtiende responde a la misma estructura, aunque con distintas leyes, que la física que viene a sustituír, esto es, la de Newton; una y otra trabajan con la noción de campo unificante. A ella se opone la concepción de campo con la que opera el psicoanálisis y que responde al Principio de Indeterminación o de incertidumbre de Heisenberg.
Lacan dice justamente que el concepto de deseo en Freud en especial por lo que hace a su índole sexual-, habilita el paralelo con la estructura del campo, tal como la entiende la física cuántica, con la ley de incertidumbre o indeterminación. Así es como Lacan entiende circunscribir el Campo Freudiano.
Respecto de él, obtenido a partir de esta cosmovisión de la ciencia, subrayamos que:
1) la física cuántica era estadística, pero no por eso inexacta;
2) el conocimiento de la realidad, que será el del sujeto en tanto habla, se dará vía el significante y por lo tanto no conduce al uno de la unidad indivisible; no nos importa la estructura real de la realidad; su conocimiento, aquello que se puede saber de ella y lo que se puede transmitir, eso, si es hecho por el sujeto hablante, queda fuera del orden de lo unitario. De esto tenemos varios ejemplos: en física Einstein y Heisenberg, especialmente la de Heisenberg y el Principio de Indeterminación; en aritmética el teorema de Gdel, en la teoría de conjuntos la paradoja de Cantor y la paradoja de Russell. A pesar de que en cada una de esas disciplinas se comprueba que el saber no puede hacer todo, la posición del sabio (Lacan llama así a quien ejerce la tarea científica y lo define como aquél que se supone saber) es hacer uno. Es por esa razón que Lacan no habla del discurso de la ciencia, sino del discurso universitario.
Dos ejemplos del psicoanálisis para humanizar un poco esto que venimos diciendo; uno y otro demuestran que efectivamente el campo con el que debemos trabajar es el Campo Freudiano, cuya estructura responde al Principio de Indeterminación o Incertidumbre de Heisenberg.
El deseo del sujeto, el deseo del hombre, es el deseo del Otro; esto ¿qué quiere decir? Recordarán el comentario que les hice acerca de la estructura de la física cuántica, en términos de un saber que si podía determinar el momento de la partícula, no podía hacer otro tanto con su dirección y viceversa.
Respecto del deseo, tratándose del Campo Freudiano, o se tiene lo que se desea o se tiene quien lo desea, pero jamás se puede tener junto lo que se desea y quien lo desea. Como analista, uno puede encontrarse respecto de un paciente determinado en circunstancias por las cuales se conoce el texto de un deseo que se enunciaría en un "se desea" y también se puede tener a alguien deseando, pero nunca ambas cosas a la vez, jamás tendremos una fórmula del tipo "Este sujeto desea X".
Con el goce nos encontramos en un campo que tiene exactamente la misma estructura. ¿Cuál es? Supongan ustedes que en posición superyoica mandan a alguien a escuchar; no se puede evitar que del otro lado se produzca un goce, más allá de la escucha. Consideremos la inversa: el superyo manda gozar, no manda escuchar, entonces se manda a gozar y del otro lado oigo; así, no se pueden dar a un tiempo uno y otro, gozar y escuchar a la vez.
Nuestro campo es un campo no unificado; jamás podría estarlo. Se trata de algo de la índole de un campo constituído a la manera de la física cuántica, según el Principio de Indeterminación. Esto nos abre toda la problemática del fin de análisis, porque entonces ese fin no comporta recuperar algo, sino que responde a la estructura misma de ese campo.
Finalmente, nuestra última reunión estuvo consagrada a la pregunta acerca de la estructura de la relación sexual, por cuanto de ser su lógica aquélla que corresponde a la del sujeto hablante, tampoco se tratará en ese registro de "hacer uno", según el modo en que otras escuelas análiticas post-freudianas concibieron el fin del análisis en relación con lo sexual, limitándolo a lo genital. Si la lógica que estamos sosteniendo es la correcta, esto no es así.
Volviendo sobre la física cuántica, podemos preguntarnos cuál es la posición filosófica que se desprende de ella. Les leo al respecto un párrafo de la Enciclopedia Británica, proveniente del artículo consagrado a Heisenberg: "... él contribuyó en forma significativa al refinamiento conceptual en lo que se refiere a la estructura del núcleo atómico, así como al ferromagnetismo y las partículas elementales. En sus escritos filosóficos, insistió en que el científico es más un actor que un espectador en la investigación científica "
Entiendo que es una postura muy próxima a la del analista como "científico": somos más actores que espectadores, pero habrán visto que ese es, justamente, el punto donde todos aquellos que se postulan científicos en el campo del sujeto, los psicólogos, por ejemplo, nos reclaman nuestra falta de objetividad, señalándonos que una buena parte de lo que encontramos no es otra cosa que aquello que nos propusimos encontrar.
El deseo del psicoanalista se distingue con claridad de lo que podría ser el del científico. Primero, porque el psicoanálisis es una práctica cuyo efecto es, justamente, el de cambiar la posición del sujeto respecto del deseo de saber no así la ciencia. La práctica del psicoanálisis, si produce algún cambio en un sujeto es, dice Lacan, de la índole del deseo de saber, algo que suena un poquito anti-freudiano. Lacan dice: ¿Ustedes comprobaron que la gente quiera saber? El deseo de saber es el producto de haber atravesado un análisis. Ahora, según Lacan, ¿cómo se llama el sujeto que atravesó un análsis, o sea que cambió su relación respecto del deseo de saber? Se llama analista, porque un analista no tiene que ser un practicante, sino que tiene que ser alguien posicionado de una determinada manera respecto del deseo de saber. No se trata de una acumulación erudita, sino de una búsqueda orientada hacia el punto donde no se sabe.
Cuando Freud deja su teoría de la sugestión y se dirige hacia aquello que va a ser el psicoanálisis, lo hace en dirección de lo que nadie sabe. Cuando nosotros vamos a estudiar psicoanálisis en la Facultad, allí no está en juego el deseo de saber, porque el psicoanálisis, como conocimiento, es transmisible. Freud, en ese punto, quizá Lacan -y también algún otro- pusieron algo de la índole del deseo del saber, en tanto y en cuanto pusieron en relación al saber con lo no sabido.
La posición saber / conocimiento tiene varias vertientes distintas; una de ellas apela a la teoría que opone el conocimiento que el sujeto puede tener del objeto, por un lado, y por el otro el saber por vía del significante; resulta muy interesante aquella otra, indicada por Lacan cuando dice que el instinto es un conocimiento que nunca puede pasar a saber, y que la pulsión es un saber que nunca puede pasar a conocimiento. Así, con el saber alineado del lado del significante, para la pulsión nos queda más que nada la cuestión del objeto que se desprende -y ahí podríamos poner la voz. Y por el otro lado, el deseo de saber como aquello que en la estructuración del saber del Otro, implica lo no sabido, un ir hacia el deseo que nunca puede ser destino.
Nosotros, en el recorrido del Seminario 14, vamos a ir aproximándonos más a la lógica del acto y lo haremos como corresponde hacerlo en psicoanálisis: desde el acto del deseo del sujeto, pasando por el acto del analista, para llegar al acto que supone la relación sexual, y lo que vamos a tener que trabajar es la relación que el acto tiene con la falta en el saber del Otro. Algo que se enuncia mal cuando se dice solamente que el acto es sin Otro; realmente no hay acto sin Otro, porque de ser así no sería el del sujeto, que siempre implica al Otro. Cuando se dice que el acto es sin Otro, corresponde precisar, para que la fórmula sea correcta, que el acto es sin Otro del Otro. Esto implica ponernos a trabajar la idea de falta y de falla en el saber. El Principio de Indeterminación de Heisenberg lo pone como factor estructural en la posibilidad de conocer, aún, la estructura física del mundo.
Si bien ese principio intenta explicar otro orden de cosas, tiene un punto de contacto enorme con nosotros, en la medida en que aquél que intenta explicarlo es también un sujeto hablante. De modo que podríamos afirmar que no es lo mismo querer entender y explicar la estructura del sujeto humano que la de una partícula atómica; en ese punto la diversidad parecería total. Pero no hay que perder de vista eso que la ciencia siempre deja de lado, como es la condición de sujeto del científico y el hecho que toda teoría científica debe ser transmitida y en esa transmisión también está en juego un sujeto.
Para verificarlo, apunta Lacan, basta referirse a la historia de la ciencia; hay en ella suficiente cantidad de descubrimientos cuya estructura es la del parto y en consecuencia, se dan en la serie tanto los prematuros como los nacimientos plenamente viables y aquellos que no se producen antes de resolver un buen número de problemas.
El conocimiento de la partícula y del sujeto humano no coinciden en función del "objeto de estudio", sino del hecho que uno y otro apelan al significante y esto produce efectos estructurales; el principal de ellos es el de no hacer uno. No obstante lo cual, la posición del científico y la del psicoanalista al respecto no son idénticas. El científico busca hacer uno, busca resolver el problema que allí se plantea. El psicoanalista, sabiendo que no hace uno, justamente sostiene esa posición. Por eso nos oponemos a la demanda, porque la demanda, decimos, hace uno. El analista es aquél que se viene a hacer cargo del malestar de la cultura, producto de la ciencia. El psicoanálisis es la respuesta que la sociedad moderna dio a ese malestar de la cultura específico -no somos los únicos en formular una ni es la única respuesta. El crecimiento infernal de las fuerzas del bien lo demuestran; el crecimiento de las religiones es sorprendente; también se trata allí de una respuesta al malestar provocado por el discurso racional de la ciencia, pero esa respuesta es irracional, como lo es el fundamentalismo de cualquier índole, a diferencia del psicoanálisis, que es una respuesta racional.
¿Cuál es nuestra posición? Consiste en afirmar esa vía del significante en tanto no conduce al uno. Así planteada, me parece que no se trata de hacer una analogía respecto de lo formulado por Heisenberg, en el sentido de las pruebas categóricas de que vía el significante no se hace uno; la aritmética, la teoría de conjuntos, la física son otros tantos modos de mostrar que el significante no nos conduce al uno. En todo caso, la analogía corresponde más a una producción poética, una tragedia, ya sea griega o moderna.
Les leía la vez pasada que esta imposibilidad planteada por la física de tener el momento y la dirección al mismo tiempo se daba por principio. El teorema de Gdel viene a decir que la aritmética, como lenguaje, no puede racionalizarse totalmente a sí misma, es un argumento en contra del Otro del Otro; pero no dice que es dificilísimo y menos que no se puede, sino que es imposible. La noción de imposible no tiene para nosotros el estatuto de analogía, sino que se trata de la misma noción como tal. Por ejemplo: raíz cuadrada de (-1), no creo que sea una analogía en Lacan, me parece que es otra versión de S (
).Otro tanto ocurre con el número pi, cuyas cifras pueden escribirse (3,1416...), pero sabemos que tiene una serie infinita de dígitos después de la coma, de modo que esa es tan sólo una forma convencional de consignarlo.
Interpretar el deseo ¿es decir el deseo? Se podría responder sí y no, porque tratándose de una interpretación, fue formulada de una determinada manera, pero luego se produjo un encuentro que me hizo modificar la manera de interpretar. Ese "sí y no", no es analogía necesariamente.
Decir algo elípticamente, ¿es una contradicción? No, es decirlo y no decirlo, es la mejor forma de sortear la censura. Cuando las cosas están dichas entre líneas o elípticamente, no es fácil censurar, porque para censurar hay que demostrar la condición necesaria de una determinada interpretación. Por eso la mejor forma de sortear la censura es el desplazamiento, que es un decir entre líneas. Pero decir entre líneas, ¿es decir o no decir? Es decir y no decir. Entiendo que la retórica está todo el tiempo operando con esta posibilidad, que no es contradictoria ni analógica, en el sentido en que Lacan habla de analogía.
Ya con la homología podemos saltear totalmente el problema; el diccionario nos dice que la homología es una relación diferente de aquélla establecida según el modo analógico.