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Seminario
La formación del analista

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Organizado por : PsicoMundo
Coordinado por : Lic.
Mario Pujó


Clase 12
Sobre el deseo del analista en la supervisión
Daniel Paola

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Para cualquier referencia a este tema vale la consideración de la dificultad para nombrarlo. Porque decir supervisión que alguien efectúe sobre otro, resuena a cierta posición súper a desempeñar por un psicoanalista, cuando el discurso analítico lacaniano invalida con la función del deseo toda relación supra con su axioma "no hay metalenguaje".

Otra referencia por alusión al chiste podría ubicar a determinado hablante-ser en una posición cercana a la del todopoderoso superman, con superpoderes ilimitados tal cual propone la moderna versión del héroe que el comic difunde. Y no olvidemos la visión que acompaña al super, porque allí reposa otra contradicción donde la letra no es referencia única a lo pulsional escópico, si de psicoanálisis se trata.

Sin embargo aquel que en el dispositivo se ubique como supervisor corre con la ventaja de no haber participado en una escena sino en el a posteriori que lo deja libre de la presión que cierta transferencia establece.

En principio creo que el primer paso para poder efectivizar esta práctica implica lo que se ha dado en llamar autorizarse de sí mismo. Lejos que ese momento de autorización suponga el fin del dispositivo analítico, por el contrario marca un inicio posible. Por otra parte me parece que aquel que solicita supervisión no lo puede hacer antes de considerarse por alguna causa analista.

Una mayor autorización en este sentido, determina que la supervisión se desarrolle en un tiempo prolongado y con el mismo analista, dando lugar al análisis de control como denominación. Pero también habrá que decir que la palabra control no es la que más se ajusta a lo que sucede en este dispositivo que por el contrario tiende a la flexibilización de lo que se supone controlar como decir.

Voy a tomar algunos conceptos del Seminario "Le sinthome" (1) fechado el día 18/11/75, donde J. Lacan describe dos tiempos diferenciables para el análisis de control: en el primero donde se busca una aprobación del otro por ser necesaria la confirmación de un buen proceder en cuanto a la ética en juego, en el segundo donde se juega con el equívoco del que supervisa y es el inconsciente el que revela los obstáculos del analizante en transferencia con el analista en control

Parto de la suposición que ubica a quien controla como confuso frente a determinada situación transferencial. La necesidad de una aprobación responde en todo caso a una lógica en cuanto el que está confundido se cree excluido él mismo de la transferencia: la aprobación no es más que la demostración que esa transferencia existe y que la exclusión sentida es el resorte del obstáculo en juego.

Aquello que ha dejado en suspenso un proceder lógico es lo que podemos reconocer como punto ciego del analista. Este concepto de punto ciego se encuentra en "Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico", texto de S. Freud publicado en 1912. Allí dice: "…a cada una de las represiones no vencidas en el médico corresponde un punto ciego en su percepción analítica".

Si se ha perdido una lógica entonces allí hay un obstáculo para el analista, obstáculo a su vez no procesado aún en transferencia analítica. Vale decir que en el análisis de control nos enfrentamos a un obstáculo que no se resuelve en ese dispositivo en tanto no se trata de producir una interpretación sobre el analista que supervisa. En todo caso quien descubre su obstáculo podrá desarrollarlo en análisis.

Es por lo tanto difícil el sostén de un análisis de control, si no existe paralelamente un análisis en curso, debido a los efectos movilizantes que se producen. Es cierto que si se trata de una supervisión aislada, se puede tolerar más fácilmente este obstáculo, en la medida que una golondrina no hace verano.

Esta primera etapa toca a mi juicio de una manera fuerte, aquello del síntoma o del fantasma del analista que controla.

La segunda etapa consiste en jugar con el equívoco que comienza a liberarse: no se trata ya de una solución clínica para un problema sino que un obstáculo toca todas aquellas cuestiones clínicas en cuestión con lo ciego. Allí entonces es lógico que se haga flexible el decir del analista que supervisa hacia el dicho de todas las transferencias que soporta y así pueda empezar a jugar con su propio lapsus, su chiste o su olvido.

El lapsus del analista pasa a ser para el dispositivo del análisis de control, el punto donde se tuercen las aguas debido a que retorna el inconsciente donde el obstáculo lo ciega. Aquí sí podemos tomar aquello de la labor analítica producida de inconsciente a inconsciente donde el punto ciego es expresión de ese encuentro.

El lapsus del analista libera la posición imaginaria imaginaria del objeto del fantasma del analizante que el analista encarna sin saber. Aquí se pone de manifiesto que la castración se revela como verdad en el partenaire, en este caso analista que encarna la transferencia.

Para decirlo de otro modo: no hay más resistencia que del analista y es imposible que exista alguno liberado de la posibilidad del obstáculo. No hay analista que no presente obstáculo, en la medida que la dimensión que imprime la estructura es fallada. La relación a esa falla no es la misma habiendo transcurrido un análisis de control, aunque esa falla no desaparezca nunca.

Con respecto a otra variante de la estructura como es la psicosis, la concepción que entiendo de la supervisión no varía en cuanto que el momento principal sigue siendo el lapsus del analista. Pero esta vez no se trata del encuentro con el inconsciente del analizante, sino por el contrario el lapsus descubre el lugar imposible donde el analizante psicótico se encontraría con la amputación de la significación derivado de lo forclusivo en relación a la castración. Con el lapsus del analista se trata entonces de formalizar que es lo que no debe hacerse en la dirección de la cura para evitar el desencadenamiento.

En cuanto a la supervisión con niños, allí el lapsus del analista descubre aquel punto donde falla la articulación fantasmática parental y la interpretación se descubre en un medio camino entre el sentido del juego que se le propone al niño y aquel que se establece con los padres que no son los convocados a la escena del análisis pero juegan a que sí.

Se trata solo de un poco de sentido, el que se rescata de una deriva inagotable.

 

(1) "Sucede que yo me doy el lujo de controlar, como se llama a eso, a un cierto número de personas que se han autorizado ellas mismas, según mi fórmula, a ser analistas. Hay dos etapas. Hay una etapa en la que son como el rinoceronte, hacen más o menos cualquier cosa y yo los apruebo siempre – en efecto siempre tienen razón. La segunda etapa consiste en jugar con este equívoco que podría liberar el sínthoma. Pues es únicamente por el equívoco que la interpretación opera." Seminario 23 "Le sinthome". Texto establecido por J.A. Miller en Ornicar? 6. Seminario del 18/11/75.


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