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Seminario
Función del padre en el discurso analítico
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Coordinado por :
Maria Laura Maldonado


Clase 5
Hector Lopez

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Miércoles 15 de junio 1995

Vamos a empezar a referirnos a un lugar sumamente importante con respecto a la cuestión del padre en la obra de Lacan que es el Seminario 3 sobre la Psicosis, dedicado a la Psicosis pero también se podría ver como dedicado a la cuestión del padre, en su totalidad, desde el primero hasta el último capítulo.

Es un seminario en donde se ve, se palpa, se evidencia, un esfuerzo por ir construyendo una noción de padre que sea coherente con el discurso psicoanalítico.

Esto quiere decir desempantanar la cuestión del padre del plano psicologista y ambientalista en el que estaba esa noción a partir de la influencia de la corriente postfreudiana del padre como imago, del padre como presencia, del padre como función entendida como asunción de ciertos roles pautados por la cultura, en relación a lo que debe hacer un padre para ser un buen padre; esta no es la construcción del concepto de padre que Lacan intenta hacer.

El Seminario 3 va desde nociones en relación al padre vinculadas con la procreación hasta llegar a un punto que es el famoso capítulo que se llama "El Ser Padre o La Carretera Principal", cáp. 23, sobre todo el punto 3.

Aquí todavía no va a aparecer el Significante del Nombre del Padre como va a aparecer en "La Metáfora Paterna" (y tampoco aparece la Metáfora Paterna), pero ésto siembra, pone las bases y los fundamentos, de qué es para el psicoanálisis el concepto de padre; que va a ser formalizado en el Seminario 5, cáp. 7 y 8 que se llama "La Metáfora Paterna".

Por supuesto el texto que de alguna manera resume este seminario y da un pasito más sobre este seminario (que es tres años posterior), es el Escrito: "Una Cuestión Preliminar a Todo Tratamiento posible de la Psicosis"; en el que aparece cierto grado de formalización con respecto a la identidad entre la función del padre y el lugar del Otro.

Es muy interesante y nos va a permitir retomar algunos de los esquemas que yo había hecho la vez pasada y que había generado un cierto 'prurito', y que por otra parte tienen razón, porque los esquemas (si son esquemas vacíos), si son formas de hacer cuadros sinópticos, clasificaciones, subclasificaciones, etc, y llenan el pizarrón de cuadros, es un saber vacío, lo que Lacan había llamado en "Función y Campo de la Palabra": palabra vacía.

Ciertos esquemas nos permiten pensar y organizar ciertos conocimientos, me parece, que podríamos utilizarlos o tenerlos en cuenta, porque el problema que tenemos con nuestra disciplina es que algo pueda significar cualquier cosa, que todo esté bien o todo esté mal, que no se pueda determinar cuándo una noción es coherente con la lógica de la teoría y cuando no.

Por supuesto que no estoy intentando dar definiciones por ejemplo de qué es el falo o qué es el padre, pero sí manejarnos con cierto punto de anclaje que pueden estar dados en la clasificación o en una subdivisión o reducción de un concepto amplio que nos sirve para sistematizar algo.

En toda esta parte de este Seminario y hasta inclusive del Seminario 5 y de "Una Cuestión Preliminar...", rige lo que podríamos llamar la primacia de lo simbólico. El padre está ubicado en una función que se relaciona con lo simbólico que lleva la delantera o primacía sobre los otros registros.

Y suponiendo que el padre ejerce, a través de la ley, una función simbólica estando presente en la estructura, determina un destino para el sujeto en el campo de las neurosis o en el de las perversiones. Estando ausente esa función simbólica paterna o ley del padre en la estructura, determinaría el destino de las psicosis. Esto, como una gran división que podemos hacer, si bien está cuestionada por los discípulos de Lacan que fueron apartándose de sus enseñanzas y a partir de ciertas corroboraciones clínicas en las que advertían que por ejemplo: había psicosis en el sujeto o que había delirios en el sujeto, pero que no había rastros de esta ausencia del significante paterno en esta estructura. Me refiero, por ejemplo, a un libro de Jean Claude Maleval que representa a todo un movimiento y que se llama "Locuras Histéricas y Psicosis Disociativas".

En principio es importante situar al padre en relación a una función simbólica porque éste fue, por toda la psicología y el psicoanálisis postfreudiano, imaginarizada (la función del padre), al remitirla a una imago con quien el padre debiera coincidir para representar los valores de cierta cultura.

Lo que vemos clínicamente en la psicosis es el efecto clínico de un problema en el nivel simbólico que tiene que ver con el padre. La desestructuración imaginaria que vemos que llega hasta la fragmentación psicótica y a la aparición de todos los fenómenos vinculados con el estadío de espejo es un efecto de la falla en lo simbólico, lo cual es coherente con lo que venimos sosteniendo siempre: que no hay autonomía de lo imaginario, que lo imaginario depende de lo simbólico.

Por qué acentuamos ésto?: porque todo lo que se llamó psiquiatría dinámica (inspirada en el psicoanálisis postfreudiano), sitúa el problema de la psicosis como una perturbación al nivel de lo imaginario o debilidad del Yo (una desestructuración grave de las función del Yo).

Y como Freud acentuó que el problema de la psicosis está en la cuestión de la relación del sujeto con la realidad (y para cierta gente la cuestión del sujeto con la realidad es una relación yoica asumida por los criterios de evaluación realística del Yo --funciones cognoscitivas-adaptativas--), obviamente parece ser 'muy freudiano' decir que lo que falla en un sujeto es la realidad.

La causa de la Psicosis se sitúa así en un Yo que no sostiene (por la perturbación de sus funciones), una relación adecuada con la realidad. Pero para Freud, la relación del Yo con la realidad no es una relación cognoscitiva, de conocimiento del sujeto del objeto, sino es una relación libidinal del Yo (entendido como sujeto) con la realidad.

Lo que hace desfallecer la relación del sujeto con la realidad no es una atrofia de las funciones del Yo sino, en todo caso, es una atrofia de la función libidinal, de la función del deseo.

Si hablamos de deseo nos tenemos que situar en otro plano que el de la relación imaginaria, en un plano mucho más freudiano, donde, si hay algo en la psicosis que no se sostiene, no es tanto la función del Yo (aunque encontramos desestructuración al nivel del Yo), sino que es algo vinculado con el deseo fundamentalmente; vamos a decirlo así por ahora.

Entonces, si bien se ve en los psicóticos una grave desestructuración de la funciones de lo imaginario, ésto no obstaculiza (y sobre todo en la paranoia), que el Yo mantenga una fuerte relación con la realidad por lo menos en aquello que interesa al delirio. Es un delirio que los psiquiatras llamaron relacional.

Por otro lado es interesante que nosotros nos acostumbremos a pensar que en la paranoia no hay una especie de desestructuración de la realidad en términos que el sujeto no sepa de qué se trata o no sepa manejarse con los elementos de la realidad, sino que como lo decía Jorge Jinkis: 'el saber paranoico no es un problema de un saber loco sino un problema de una relación loca con el saber' (que son dos cosas completamente distintas).

Cuando un psicótico delira hoy en día: 'que la justicia está corrupta y hay que cambiar a la Corte Suprema y que él está destinado y enviado por alguien para hacer juicio en los Tribunales y hacer ese cambio', en este ejemplo, no podemos decir que el saber sea loco sino que hay una relación loca con el saber.

Esto me hace acordar a una anécdota cuando yo estudiaba y cursaba psicopatología: cuando llevaron un esquizofrénico para demostración, y posteriormente a que lo interrogara un ayudante; nos preguntaron si queríamos interrogarlo. Y nuestras preguntas eran del tipo del test de Weshler, como: 'un serrucho sirve para qué?', y el hombre se quedaba callado, o si le preguntábamos: 'si acá hay un incendio Ud. qué hace?', y el hombre se quedaba callado y a la tercer pregunta el hombre le dice al ayudante: 'discúlpeme doctor pero acá estos imbéciles me están cargando asi que yo me retiro'; y se fue.

Pregunta: Pero de todas maneras, cuando uno tiene la posibilidad de escuchar a un tipo delirante aparece con mucha frescura, pero eso no quiere decir que no se pueda llegar a defender.

Dr. Héctor López: Justamente eso es lo que yo estoy resaltando, que no es que no esté en la realidad, el problema con la realidad es otro, no es el del Yo.

Dice Lacan: 'Él (por el psicótico) vive en nuestra propia realidad y lo que confunde es que utiliza además nuestro propio lenguaje'. Tiene la imposibilidad de libidinizar la realidad, que es el esquema freudiano del tercer cáp. del caso Schreber de la retracción del la libido, de la imposibilidad de libidinizar la realidad. Acentuaba ésto: que el problema está en lo simbólico.

Lacan, en el final de su enseñanza va a retomar el problema de la psicosis, fundamentalmente en el Seminario 23 que se llama "Le Sinthome", pero que ya retoma en el Seminario 21: "Les non Dupés..", en el Seminario 22: "RSI", el Seminario 24: "L'insu que sait...", no tanto acentuando la exclusividad del registro de lo simbólico y su perturbación como causa de las psicosis, sino el anudamiento o articulación de los tres registros. Ya no se trata de un registro sino que se trata de la manera en que están anudados los registros, y ésto le va a permitir decir que la falta o perturbación en el anudamiento borromeo de los registros puede ser sustituida por otro tipo de anudamiento, dado por otros recursos que suplirían la ausencia del significante del nombre del padre; con lo cual éste no aparece como tan absolutamente decisivo y excluyente como para decir: 'si no funciona el nombre del padre hay psicosis y si funciona el nombre del padre no hay psicosis'.

Esto tiene que ver con el tomar, en cuenta de parte de Lacan, toda una crítica que había surgido en su escuela a través de aportes clínicos. Pueden leer el libro de Maleval sobre las locuras histéricas.

Nosotros habíamos relacionado la operación de la alienación con la función materna, el Otro primitivo, que de alguna manera inseminaba la estructura del significante en el sujeto produciendo su división. También habíamos dicho que esta alienación era constitutiva de todo sujeto y que una vez adquirido el lenguaje todas las tendencias del sujeto tenían que pasar por la palabra y que en eso no había reversibilidad.

En este campo del lenguaje también está incluida la estructura psicótica.

La alienación psiquiátrica, la alienación de la locura de quedarnos en manos de los significantes del Otro, de que no haya nada que ponga freno a la actividad de los significantes del Otro en el sujeto, nos coloca precisamente en el campo del alienado al lenguaje. Y si hay algo que define al psicótico es precisamente su alienación al lenguaje clínicamente verificable. No hay algo que pueda organizar, poner orden a la actividad del Otro que habla en el sujeto.

Dice Hegel: 'el hombre es un animal enfermo', recuerdan?: acción negatriz del origen, condición de la antropogénesis, la pérdida del Sein (ser natural dado) y el advenimiento del Geist (ser revelado por la palabra) como acción negatriz estructural en el origen. (El Hegel aprendido por Lacan).

Allí donde Hegel dice "el hombre es un animal enfermo', Lacan lee: 'el hombre es un animal enfermo por el lenguaje', enfermado por el significante, alienado, loco.

Hay algunos, como Juan Carlos Lindar, que sitúan a la psicosis antes de esta operación. No se cómo pueden situarla antes, porque antes estaríamos en el plano de un animal no enfermo, de un verdadero animal. Para mi, el psicótico no es un animal, es un sujeto dividido.

La clasificación ecolástica que había hecho la semana pasada, del Otro del lenguaje, del Otro de la ley; del Otro del deseo; del Otro del Goce, nos sirve para pensar a este Otro del lenguaje en el cual, en este otro plano de la inseminación del significante por parte del Otro materno, el sujeto está apresado en los significantes del Otro de la madre. Aahí falta el padre para que el lenguaje no hable sólo en el sujeto.

Porque el problema de la psicosis es que el Otro habla en voz alta. La diferencia es que el psicótico no es un sujeto que hable y que se haga cargo de la función de la palabra, sí de la función del lenguaje. Entonces mientras yo digo: 'Dios me va a castigar' (donde hay un Otro amenazándome), el psicótico escucha la alucinación que Dios lo castiga. El Otro vinculado con el lenguaje, habla. El Otro que tiene el lenguaje pero que no tiene la ley del lenguaje. El Otro que se larga a hablar es la alucinación.

Habíamos vinculado la función de la separación con el Otro de la ley y del deseo. La ley paterna es la ley del lenguaje. Hay algo que tiene que ponerle ley al lenguaje. Qué significa ley?: ordenar. Y qué significa ordenar el lenguaje, que exista una ley del lenguaje?. Significa: que la ley del lenguaje es romper, separar la palabra de la cosa. Una ley que se impone al lenguaje, que se impone a la madre que parlotea arbitrariamente significando al niño a su antojo; donde la ley significa la ley del lenguaje donde las palabras no remiten a las cosas sino que remiten a otras palabras, un significante que remite a otro significante o una significación que no remite a un objeto sino que remite a otra significación.

Esto qué función cumpliría?: mediante la separación de la palabra del goce de la cosa o de la relación con la cosa, darle al sujeto la palabra en términos de significantes; que pueda tener ley; la ley que es una ley vinculada con la metáfora paterna, que es una significación fálica, que es entrar en la significación fálica. O sea, que cualquier cosa no pueda significar cualquier cosa. O sea, que yo no pueda ser el amo de la significación sino que tenga una ley.

En el final "De una Cuestión Preliminar para un Tratamiento Posible de las Psicosis", es uno de los pocos lugares donde Lacan da una definición de lo que sería el significante del nombre del padre. Dice: 'el nombre del padre es el significante que en el Otro como lugar del lenguaje, es el Otro como función de la ley'.

Hay dos Otros y hay un sólo lugar, o sea que hay una sustitución, hay una pérdida y una separación.

Dice en el Seminario 5: 'el Nombre del Padre es un significante'; o sea, que es un lugar de la estructura del lenguaje que no puede ser asumida por nadie y que no se refiere a roles, a comportamientos o a prescripciones socioculturales, etc.

El Nombre del Padre es un significante que en el lugar del Otro del lenguaje (este Otro que habíamos dicho que es lenguaje pero que no tiene la ley que regule el lenguaje), es el Otro como función de la ley del lenguaje.

La esquematización que nosotros habíamos hecho de la función de la alienación vinculada con la madre (y que ahora aparece vinculada con el Otro del lenguaje), y la función de separación vinculada con el padre (que ahora aparece vinculada con la ley del lenguaje), es interesante porque cumple el movimiento lacaniano que es: resituar al padre como eje, como centro del Complejo de Edipo y de la castración.

La alienación implica también una suerte de castración en la medida que también interviene el significante, es decir, esa madre que transmite el lenguaje es una madre que también ha pasado por el Edipo, etc; pero en esta nueva operación es el sujeto mismo el que debe situarse en esa realidad, la única realidad verdadera que es la castración, según los últimos textos de Freud como: "El Fetichismo"; "La Esición del Yo"; "Compendio del Psicoanálisis"; "Pérdida de Realidad..." ; etc.

La realidad exterior es la realidad de la castración y no hay otra realidad. Hay una función adaptativa de l psicoanálisis, pero no como dijo Harttman.

Texto de James Joyce en "Ulises" que dice:

"la paternidad es un estado místico, una sucesión apostólica y del único engendrador alguien es engendrado. Sobre ese misterio y no sobre la Madonna que el astuto intelecto italiano echó a las masas de Europa está fundada la iglesia, y fundada irremoviblemente por estar fundada como el mundo, microcosmos y macrocosmos, sobre el vacío; sobre la incertidumbre, sobre la improbabilidad. Amor matis, genitivo, subjetivo y objetivo, quizás sea la única cosa verdadera de la vida. La paternidad quizás sea una ficción legal. Quién es el padre de cualquier hijo para que cualquier hijo tenga que amarle?, ni él a cualquier hijo?. (Le responde el interlocutor): a dónde diablos quieres ir a parar? (contesta): ya lo sé: cierra el pico, vete al cuerno, tengo mis razones" .

Esta otra pequeña cita que es de Lacan del Seminario: Le Sinthome, toma la problemática de la psicosis como anudamiento de los registros, y ya no como primacía de lo simbólico. Dice:

"que Joyce tiene el síntoma que parte de que su padre era carente, radicalmente carente, él (Joyce) no habla más que de eso. He centrado la cosa alrededor del nombre, del nombre propio, y he pensado que es por quererse un nombre que Joyce ha hecho la compensación suplencia de la carencia paterna".

En el Seminario 23, Lacan expresa que si el Nombre del Padre no funciona y para que los tres registros no bailen cada uno a su propio ritmo, hay recursos para inventarse un nombre. La invención de Joyce es haberse dado un nombre que el padre no le dio.

Lacan hace todo un recorrido para decir que el padre es un significante, y qué es un significante?: un vacío de sentido. No es ninguna persona, ni un imago, ni una significación, sino un vacío definido magistralmente por Saussure como: 'un significante es lo que los demás significantes no son'.

El significante es una diferencia, es un lugar, es algo que podemos situar en la intersección de lo simbólico y lo real en la medida en que hay un elemento simbólico, que es el significante, que se hace cargo de esa nada que es la diferencia, y que además fonológicamente está hecha de nada, porque está hecha de diferencia fonológica.

Un fonema, por ejemplo, sustancialmente no es nada, porque un fonema está constituido por rasgos distintivos que son diferencias fónicas que permiten articular un sonido que nos parece sustancial al oído pero que estructuralmente no tiene ninguna sustancia, que son diferencias puras.

El Nombre del Padre es un significante tiene que sufrir de algunas de esas condiciones del significante. La madre es un significante también, pero existen recursos imaginarios para hacer de la madre una madre, es decir, para hacer de la madre un lugar de certeza ( madre es certísima, dijo Freud); acerca de que ese hijo es de ella ( que fue parte de su propio cuerpo, que se nutrió en sus entrañas, que lo parió, que lo amamantó), algo imaginario perceptible que está ahí y que no se puede negar.

Pero el padre es, como dice Freud en "Moisés y la Religión Monoteísta": "un supuesto que se asienta en una premisa y en una deducción"; más: es una función legal, no de hecho.

El problema de la paternidad es un problema muy diferente a la maternidad en el sentido que: cómo puede asumir un padre la paternidad si no tiene recursos imaginarios donde poder asentar ese lugar o esa certeza? (al contrario de esa madre certísima de Freud, el padre es incierto y eso tiene que ver con que es puro significante).

En la cultura, y no solamente la primitiva sino también las civilizadas como por ejemplo la romana, no había una sola palabra para el padre sino dos palabras: genitor y pater familias. El padre era el pater familias, que no necesariamente era el que había embarazado a una mujer; inclusive había nobles que buscaban hombres de menor condición social, como por ejemplo esclavos, para que embarazaran a su mujer a fin para asegurar la fortaleza física de la descendencia. No había ningún conflicto en ello, la condición de padre era una función legal, una función de derecho aceptada con la cultura y con la ley, que no tenía que ver con el engendramiento.

Después está toda una discusión, que Lacan también va a recorrer también, hecha por algunos psicoanalistas como Ernest Jones, Ida Macalpine, etc, acerca de si los primitivos conocían la relación entre el coito con el alumbramiento. Ellos aparentemente pensaban que si no conocían esta relación, no había padre reconocido; y ello era seguir pensando en el padre como una persona, como algo sustancial que tiene la funciones psicológicas de educar al niño, de proveer al mantenimiento, como es en la vida cotidiana de todos nosotros.

Acá estamos hablando de otra cosa, estamos hablando de psicoanálisis y no de dinámica familiar o de puericultura, etc.

Dice Lacan, que no importa la cuestión de que si se conocía o no se conocía la relación del coito con el alumbramiento para la cuestión del padre, que el padre es otra cosa.

Por ejemplo, en la tribu, donde suponen que la mujer pasaba por un lugar determinado donde había una piedra sagrada y ahí quedaba embarazada, no solamente no desconocen al padre sino que lo sitúan en la dimensión estructural que realmente tiene. Ese mito mitifica la función simbólica del significante 'padre' que es la procreación ya que una de las funciones del Nombre del Padre es la procreación.

Lacan va a insistir en el cáp. 23 del Seminario 3 en la función del padre como procreación. El Nombre del Padre no está solamente con la procreación sino que está en relación, como por ejemplo, con la sexuación en tanto el sexo del sujeto depende del Nombre del Padre, y está también en la generación.

Para los primitivos o para los romanos, la procreación es otra cosa que lo que es para nosotros y lo que estamos acostumbrados a pensar.

Entonces, así como hay recurso imaginario para asumir la maternidad, no existe recurso imaginario para asumir la paternidad.

Sin embargo, Lacan dice: que el ser padre (no el ser hombre), es lo que opera como la carretera principal en las relaciones del hombre con la mujer. Para acceder a una mujer, para mantener una relación con la mujer, tiene que funcionar lo que Lacan llama en este cáp.: el significante Ser Padre; y lo llama así porque lo vincula con la procreación.

Qué lugar ocupa entonces ser hombre?: el ser hombre es un efecto de este pasaje por el padre, donde este Ser Padre se internaliza y permite las funciones del hombre.

Cómo se verifica ésto?: verifiquémoslo en el Edipo. En el Edipo invertido el niño pasa por una posición homosexual hacia el padre, se identifica a los emblemas paternos de la masculinidad y sale con ciertos recursos imaginarios-simbólicos para asumir este papel de diferencia con la mujer. (Porque ser hombre es nada más que eso, no es nada sustancial). Ser hombre se juega en la diferencia y nada más.

El hombre es un efecto casi imaginario de esta identificación al padre y de este pasaje por el Edipo invertido y por esta homosexualidad que nunca va a resolver pero que va a socializar.

La sociedad es masculina porque lo que hace el lazo social es la pulsión homosexual coartada en su fin; las amistades entre los varones son pulsiones coartadas en su fin, que se sostienen de ahí; y por tanto lo social tiene una condición perversa. Así como la cultura se hace por la represión de los deseos edípicos, etc, y tiene la condición neurótica; la sociedad tiene la condición perversa.

Continuando con la línea anterior, digamos entonces que si el significante es el padre, es él quien convierte al hombre como un efecto imaginario de la cultura (porque el hombre finalmente es identificación a los ideales del Yo; una operación simbólica pero donde el efecto es imaginario).

Y por qué este Ser Padre es lo que condiciona la estructura y lo que hace de carretera principal ?; y por qué lo que falla en el psicótico, dice Lacan, es este significante del Ser Padre, y por eso se precipita la psicosis cuando este 'ser padre' es invocado en el sujeto y éste no lo tiene y se desestructura porque no puede responder.

Por qué ?. Creo que una vía de respuesta es que no hay sujeto si no es en las relaciones (y acá voy al discurso antropológico) simbólicas de parentesco, y lo que organiza las relaciones simbólicas de parentesco es la paternidad y no la maternidad. El linaje está dado por la descendencia a partir del padre que genera un sistema de nomenclaturas (padre, hijo, cuñado, hermanos, etc), y actitudes (eso es lo que dice Leví Strauss). Todos esos nombres (padre, hijo, cuñado, etc) no responden al objeto, no tienen una relación del referente ( que sería así si no hubiera una ley del lenguaje).

La gran revolución saussureana es justamente ésto que dije ahora (1) porque acá la cuestión no es que la palabra nombre las cosas por una relación de motivación (como por ejemplo, susurro, tañido, ferrocarril que imita la cosa, etc), o tan arbitraria como cualquier partícula del lenguaje que no tiene nada que ver con las cosas (como por ejemplo, lo, aquel, etc), que no es ninguna revolución saussureana.

La revolución de Saussure es haber dicho que las palabras son arbitrarias con relación a las cosas y que no hay tal lenguaje ideal, primitivo, donde diciendo las palabras se conocían las cosas. La revolución es haber dicho: originalmente hay arbitrariedad en el lenguaje.

La subversión susureana en la lingüística, que es fundamental y base de todos nuestro conocimiento actual, es que las palabras no nombran las cosas ni necesariamente ni arbitrariamente, sino que las palabras son diferencias con otras palabras, que los signos se determinan diferencialmente con lo que no son en una relación de posición y diferencia.

Entonces, es necesaria la ley del lenguaje para que el lenguaje pueda funcionar fuera de la relación imaginaria de la palabra con la cosa y pueda organizarse una estructura donde los significantes remiten a otros significantes, donde cualquier elemento del parentesco no remite a alguna persona sino al lugar que cada uno ocupa en la estructura; y eso está determinado por la ley del lenguaje. Para eso tiene que haber padre, este significante de la procreación.

En el neurótico, como dice Freud en "El Hombre de las Ratas", hay fantasía de procreación femenina de embarazo, y de coito; pero sin embargo, ahí tampoco es una cuestión de darle un hijo al padre (lo cual ya es una manera de invocar al padre), cosa que vamos a ver la próxima vez con el fenómeno de la Couvade mal entendido siempre como una cuestión de imitación femenina y de envidia de la mujer y de las condiciones procreativas y de lo femenino. Para el psicoanálisis no es así aunque sea así para todo el pensamiento; el fenómeno de la Couvade está en la cuestión de la invocación al Nombre del Padre.

Para los que no lo tienen muy claro el fenómeno de la Couvade (más allá de ser una fantasía de procreación femenina en el sujeto masculino), son ciertos ritos de ciertos pueblos que cuando la mujer va a parir el hombre se echa con la mujer y tiene toda la sintomatología y los dolores e inclusive hinchazón de vientre, los movimientos, jadeos, etc, que la parturienta.

En nuestra cultura, donde no existe ritualmente, es un síntoma, a veces aparece como histeria masculina, que puede ser leve o llevado a este grado de dramatización (en realidad muy leve creo que se puede dar en todos, muchas veces inadvertido), pero muy grave sería una histeria masculina, o en la psicosis.

Por ejemplo, el problema de Scherber es justamente ese: su conversión en mujer para ser madre bajo la forma de delirio.

En los pueblos primitivos, la cultura ha asumido el síntoma y lo ha convertido en un ritual simbólico, entonces los varones no lo sintomatizan sino que lo ejecutan como ritual. Esa es una manera de ser padre.

Lic. Horacio Martínez: Retransmito la inquietud: esta cuestión de si en la psicosis hay sujeto o no hay sujeto.

Un comentario que a mi se me había ocurrido en relación a ésto (de alguna manera lo tomaba de cosas que Héctor dijo hoy, así como hablaba de esta revolución susureana, en donde es posible para el pensamiento postsusureano, que es el nuestro), desprender el significante de la cosa, y poder tomar entonces el significante como una pura diferencia, lo cual lo hace algo muy poco consistente en cuanto a la materia.

Habría que pensar que el sujeto que es efecto del significante, es menos materia todavía; es efecto de algo que ya de por sí tiene muy poca materia. Esto lo decía para no confundir esta idea de sujeto, en la psicosis, con algo del orden de la sustancia producido por algún hecho que decanta algo que es permanente. Si hay algo que no es el sujeto es permanente. Y si el sujeto es efecto del significante, tendríamos que suponer, al menos teóricamente, que hay sujeto en la psicosis en la medida que hay efecto del significante; aún en este mínimo detalle, que Héctor planteaba, que el sujeto oye.

Se acuerdan que Lacan señala que frente al Superyó el sujeto no puede más que responder: 'oigo'. Es mínimo lo que puede hacer, pero ese mínimo es efecto del sujeto.

De ahí podemos situar, por ejemplo, un sujeto de la psicosis aturdido ante lo que oye, pero oyendo, y dividido además.

Pregunta: Yo planteaba aquí, mientras estábamos charlando, que una cosa es que haya un sujeto en la estructura, en el Otro, alienado al Otro, a los significantes maternos, y es muy distinto, lo que llama en "Las Formaciones del Inconsciente", la subjetivación. Que haya sujeto en la estructura del Otro no quiere decir que halla subjetivación.

Dr. Héctor López: Sí, la vez pasada, poníamos alienación en relación al sujeto y separación en relación al objeto; entonces, con respecto a la psicosis, (si nos ponemos de acuerdo, en principio, que hay alienación y por tanto hay efecto de la alienación que es inseminación significante en el sujeto que queda automáticamente dividido por el significante), tenemos que pensar que se relaciona más con la operación de la separación y que el problema es la evacuación del objeto del cuerpo.

Entonces, estaría más en relación con el problema de constitución del sujeto vía el objeto.

En relación a Joyce, está el plantear un sujeto estructuralmente psicótico, que carece del significante del Nombre del Padre, y que adquiere un nombre propio, a partir de ciertos recursos (que no son meramente imaginarios), que le permite articular el anudamiento, y por tanto ahí funciona un sujeto. Por supuesto que no se cura de la psicosis, sigue siendo estructuralmente psicótico, pero ya no es clínicamente psicótico.

No toda psicosis estructural tiene su correlato en psicosis clínica, y no toda psicosis clínica remite a una estructura psicótica.

Tendríamos que trabajar la diferencia entre la psicosis a nivel estructural y la clínica, a partir de lo que Lacan llama la pre-psicosis; y por otra parte a nivel de esta cuestión de la sustitución, de las suplencias, del Nombre del Padre, donde hay un sujeto constituyéndose en el parirse, el engendrarse, que como en toda cuestión estructural aparece clínicamente manifiesta.

Dra. Analía Cachiari: Yo pensaba en relación a ésto que vos venís planteando, que nos quedaría la parte de abajo del discurso Amo. Y si uno completa ésto con la parte de arriba en relación a los significantes, S1 S2, y uno piensa: el S1 como aquel significante excluido por existir le da consistencia al resto de la cadena, me parece una vía interesante para poder pensar esta cuestión del sujeto en la psicosis.

Pregunta: La pregunta sería con el psicótico: qué pasa con este segundo?

Dr. Héctor López: Me parece que no hay que darle tanta importancia en el sentido de si está el sujeto o no está el sujeto, como si el sujeto fuera una cosa continua, estable, permanente. Vos lo planteaste como discontinuo, y sólo reconocible a través de sus efectos; o sea que el sujeto, como dice Lacan en el Seminario 20 es 'la hipótesis del psicoanálisis'.

Había pensado, referido a todo ésto, que existe forclusión, a nivel de la estructura (de un aspecto de la realidad, como dice Freud), en todos los sujetos; y la diferencia de sexos, que está desconocida por el sujeto y no hay inscripción de la diferencia de sexos en el Inconsciente, es la forclusión original. Y el Nombre del Padre ya es una suplencia. El Nombre del Padre viene a suplir estructuralmente la forclusión estructural de la diferencia de sexos; o sea, que no sólo hay suplencia y sustituciones del Significante del Nombre del Padre porque en algunos sujetos no funciona, porque aún eso que funciona en cualquier sujeto es suplencia de ese agujero forcluído dejado por la imposibilidad de la diferencia de sexos. Está forcluído, renegado, reprimido, pero, hay agujero.

Pregunta: Pero la diferencia está que no es lo mismo que haya la suplencia en ese agujero a que halla suplencia en el otro caso.

Dr. Héctor López: Clínicamente no es lo mismo, pero desde la estructura tenemos que empezar a pensar que...

Lic. Horacio Martínez: Digamos que la neurótica está más consensuada y da cierta idea de sustancia, de algo más consistente.

Dr. Héctor López: Es interesante lo que decís vos porque lo que dice Lacan en los primeros cáp. del Seminario es que: 'o se está en la locura de todo el mundo, o se está en la locura psicótica', pero la única alternativa con respecto a la locura psicótica es la locura de todo el mundo en la que vivimos todos nosotros. Cuál es la locura del todo el mundo?: la significación; que no se sostiene de nada más que del significante fálico, que no tiene ninguna relación con la realidad. Una significación que como la compartimos creemos que vivimos en la realidad, pero sólo la significación que nos hemos inventado.

Pregunta: Claro, pero creo que no pasa por una cuestión de ideales o de ideologías; en la clínica, creo yo, pasa por una cuestión de sufrimiento.

Dr. Héctor López: sí, pero no a nivel de estructura sino a: qué se hace con la estructura; si se puede reprimir o no la estructura. Si... hay ley del lenguaje (porque lenguaje hay), pero, hay ley del lenguaje que reprima?, existe un Nombre del Padre que reprima la estructura?.

El problema del psicótico es que la estructura no está reprimida, entonces, está ahí. La estructura habla; el psicótico te da testimonio de la estructura. Dice Lacan: 'el psicótico es un mártir del Inconsciente'. Así que ya estás viendo vos que el sufrimiento está presente en la cuestión.

El psicótico viene a revelar en la fenomenología de los fenómenos elementales y en la fenomenología de la sintomatología psicótica qué es la estructura, un: qué sería de nosotros si no pudiéramos reprimir la estructura? Y la pregunta se invierte y no es: cómo es que el psicótico escucha al otro?, sino: cómo es que nosotros no escuchamos al Otro?, y creemos que somos nosotros los que hablamos?. Lacan dice que el psicótico es el mártir en el sentido que da testimonio de la estructura del lenguaje liberada, enloquecida, sin regulación, sin padre.

Esta teoría está custionada inclusive por él. Pero, es bárbara...porque la clínica la confirma.

Notas

1Porque algunos creen que la revolución susureana fue el decir que el signo es arbitrario en relación a la cosa, pero eso, ya lo había dicho Platón en el Cratilo: si las palabras nombran las cosas en una relación de necesidad o en una relación de arbitrariedad, si hay motivación o si no hay motivación. Eso ya viene desde Platón y pasa por toda la discusión nominalista-realista del medioevo.


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