Seminario
La importación de
referencias en la enseñanza de Lacan
un diálogo
particular entre el campo del psicoanálisis y otras disciplinas
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Capítulo 1 - El
significante
Anexo 1: Freud y la linguistica
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La lingüística no parece haber sido una de las disciplinas científicas más tenidas en cuenta por Freud. De las más de 100 referencias a la lingüística que podremos encontrar en las obras completas, la inmensa mayoría es como adjetivo (norma lingüística, concesión lingüística, uso lingüístico, asociación lingüística, imágenes lingüísticas, giros lingüísticos, expresión lingüística, uso lingüístico, formas lingüísticas, etc.). Las pocas referencias a la lingüística como ciencia, o a determinados lingüistas, son las referencias a Carl Abel y Hans Sperber, donde la cuestión del origen evidencia los obstáculos para una lectura estructural.
Carl Abel
La referencia más "clásica" 1 a Carl Abel se encuentra en el texto de 1910 "Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas" 2. Allí Freud retoma una característica del proceso del sueño "todavía no entendido del empeño analítico" 3, más precisamente la particular "conducta del sueño hacia la categoría de la oposición y la contradicción, lisa y llanamente omite el no parece no existir para el sueño. Tiene notable predilección por componer los opuestos en una unidad o figurarlos en idéntico elemento. Y aun se toma la libertad de figurar un elemento cualquiera mediante su opuesto en el orden del deseo, por lo cual de un elemento que admita contrario no se sabe a primera vista si en los pensamientos oníricos está incluido de manera positiva o negativa" 4.
Según señala el propio Freud, la solución a ese enigma la habría encontrado en "la accidental lectura 5 de un trabajo del lingüista Karl Abel 6, publicado en 1884 como folleto separado y al año siguiente incluido entre los "Ensayos de lingüística" de ese autor, me permitió entender esa rara inclinación del trabajo del sueño a prescindir de la negación (Verneinung) y a expresar cosas opuestas por medio del mismo recurso figurativo" 7 (subrayado mío).
Antes de avanzar en el entendimiento que le proporciona a Freud esa asociación, tomemos nota de los matices que median entre un párrafo y otro. En la cita de la "Interpretación de los sueños", se afirma que el sueño omite, "lisa y llanamente", "la categoría de la oposición y contradicción", siendo la composición de opuestos "en una unidad" o su figuración en "idéntico elemento" una expresión de esa conducta. En el segundo, en cambio, se matiza aquella afirmación señalando que la ausencia de la "negación" para "expresar opuestos" puede suplirse "por medio del mismo recurso figurativo". Se percibe, por un lado, que no es exactamente lo mismo la composición de opuestos en un mismo elemento que la omisión o prescindencia del "no", y por el otro, que esa omisión o prescindencia del "no", no le impide al sueño operar inversiones que lo suponen e, incluso, expresarlo figuradamente. Ya retomaremos más en detalle estos matices, pero los señalo ya mismo para tenerlos presentes a la hora de precisar qué es lo que Freud cree haber encontrado en Abel.
Carl Abel fue un filólogo alemán de la segunda mitad del siglo XIX. El libro al que refiere Freud lleva por título "Sprachwissenschaftliche Abhandlungen" 8 ("Ensayos de lingüística"). El capítulo citado es el octavo, titulado "Über den Gegensinn der Urworte" 9 ("Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas" 10). En él, Carl Abel se remonta al periodo en el que el ser humano habría empezado a formar sus conceptos, los tiempos primitivos en los que se habría formado el lenguaje, proponiendo como expresión más antigua del habla humana los jeroglíficos egipcios (que se remontan hasta los 4.000 años a.C.).
Lo que Freud destaca del artículo de Abel es su hallazgo en la lengua egipcia, "reliquia única del mundo primitivo", de "un considerable número de palabras con dos significados, cada uno de los cuales designa exactamente lo contrario del otro" 11. Los ejemplos que reúne Abel demostrarían que, "por lo menos en una lengua existió una multitud de palabras que designan una cosa y lo contrario de esa cosa al mismo tiempo" 12. Y esta demostración de la existencia de estos compuestos primordiales de significados contradictorios podría incluso extenderse, según Abel, a las lenguas semitas e indoeuropeas. Las similitudes entre estas operaciones primitivas en la lengua y la operatoria del sueño le sugieren a Freud "el asombroso esclarecimiento de que la indicada práctica del trabajo del sueño coincide con una peculiaridad de las lenguas más antiguas conocidas" 13 (subrayado mío).
Para Abel, lo que aquellas palabras con significados contrapuestos permiten dilucidar es "el nacimiento del concepto y del lenguaje en tiempos primitivos" 14. Justamente, este tema del "origen" motiva una segunda referencia 15, por parte de Freud, a otro capítulo del mismo libro de Abel 16, "Über den Ursprung der Sprache" 17 ("Sobre el origen del lenguaje"), donde, como su título lo indica, Abel presenta más en detalle sus proposiciones sobre la cuestión del origen del lenguaje, abordándola a partir de la oposición clásica 18: ¿pertenece el lenguaje al campo de la naturaleza (physei, jusei) o es el resultado de una convención (thesei, qesei)?
La tesis de Abel es que las lenguas, en un su estado original, eran incomprensibles. En ellas predominaban la homonimia y sinonimia: "Luchamos con una confusión torrencial de palabras, en la cual muchas palabras designan todo tipo de cosas, y toda clase de cosas están designadas por muchas palabras. En resumen, estamos en presencia de la incomprensibilidad en su forma más evidente" 19. En ese contexto, "el egipcio nos retrotrae al periodo de la infancia de la humanidad, periodo en el cual los conceptos tenían que ser conquistados de manera reflexiva (en el sentido en que los espejos reflejan).Para aprender a pensar la fuerza había que separarla de la debilidad, para concebir la oscuridad, aislarla de la luz, para imaginar mucho, había que tener poco en la mente" 20. Estas situaciones plantean la pregunta por el modo en que aquellos egipcios "primordiales" daban a entender qué lado del concepto dual referían en cada caso. La respuesta, por el lado de la escritura, se encontraría en imágenes, llamadas "determinativas", que se colocaban detrás de los caracteres, para indicar su sentido. Y en la lengua hablada, "en opinión de Abel", lo que definiría el signo positivo o negativo de la palabra sería algún "gesto " del hablante.
Esta antítesis en el orden del significado encuentra su homólogo en la metátesis 21 del significante. Llega un periodo en el cual, en el marco de algunas fronteras nacionales, se supera este estado en que cada uno "podía proferir cualquier sonido para cualquier cosa", y "la decisión de asignar sonidos determinados a cosas determinadas está tomada", quedando, no obstante, abierta la posibilidad de "continuar formando los sonidos así elegidos, las raíces, por cambio o repetición de sus diversas partes" 22. Tendríamos así un trabajo de perfeccionamiento de la lengua que instrumentaría convenciones (qesei) cada vez más próximas de las condiciones naturales (jusei) de relación del significante con el significado.
La serie de ejemplos reunidos por Abel en el apéndice 23 del primer texto mencionado por Freud, varios de los cuales son retomados por Freud en su artículo - como es el caso de los de "clamare" y "clam" ("gritar" y "callado") de "altus" (" alto" y "profundo"), de "sacer" ("sagrado" y "maldito") 24, etc. - ilustrarían "las transiciones" que llevarían, en el desarrollo del antiguo egipcio, "a la univocidad del léxico moderno" 25.
En síntesis, podríamos decir que más que como filólogo comparativo, Abel le interesa a Freud como especialista reconocido en lengua egipcia y por su teoría respecto al "origen" de la lengua, que le aporta confirmación a su "concepción acerca del carácter regresivo, arcaico, de la expresión de los pensamientos en el sueño" 26.
Esa referencia al origen es la que motivará la crítica de Emile Benveniste, en un artículo que le solicitara Lacan para el primer número de la revista "La Psychanalyse" 27, titulado "Observaciones sobre la función del lenguaje en el descubrimiento freudiano" 28. Allí, Benveniste despliega una crítica filológica lapidaria tanto del método seguido por Abel como de sus ejemplos. Señala que "si se pretende remontar el curso de la historia semántica de las palabras y restituir su prehistoria, el primer principio de método es considerar los datos de forma y de sentido sucesivamente atestiguados en cada época de la historia, hasta la fecha más antigua, y no considerar una restitución sino a partir del punto último que nuestra indagación logre alcanzar. Este principio rige otro, relativo a la técnica comparativa, que es el de someter las comparaciones entre lenguas a correspondencias regulares. K. Abel opera sin cuidarse de estas reglas y junta todo lo que se parece. De una semejanza entre una palabra alemana y otra inglesa o latina de sentido diferente o contrario, concluye una relación original por "sentidos opuestos", desdeñando todas las etapas intermedias que justificarían la divergencia, de haber parentesco efectivo, o echarían por tierra la posibilidad de dicho parentesco demostrando que tienen diferente origen. Es fácil demostrar que ninguna de las pruebas alegadas por Abel puede conservarse" 29 (subrayado mío). Del mismo modo, Benveniste va demoliendo cada uno de los ejemplos elegidos por Freud (está históricamente probado que "clamare" no tiene ninguna relación con "clam"; "sacer" no encierra dos sentidos contradictorios sino que son las condiciones de la cultura las que han determinado dos actitudes opuestas ante el objeto "sagrado"; etc.).
Pero lo más importante de la crítica de Benveniste es la correlación que señala entre los errores de Abel y la concepción de Freud, en particular, el deslizamiento de la idea evolucionista 30, que lo lleva a ubicar lo "primitivo" en el inconsciente bajo la lógica de que "la ontogénesis repite la filogénesis". Este planteo, para Benveniste, es equivocado, y es también contradictorio con el principal gesto diferencial de Saussure respecto a la filología comparada, que consiste en dejar de lado las mezclas de referencias históricas, es decir, de las cuestiones "evolutivas". Justamente, ese recurso al "origen", sistemático en Freud, y que el artículo de Benveniste subraya, ha sido, quizás, su principal obstáculo hacia una concepción estructural que, sin embargo, le fue contemporánea 31.
En el seminario sobre "Las psicosis" 32, Lacan comenta, tanto el artículo de Freud como el de Benveniste. En la sesión del 25 de enero de 1956 señala que persiste "un gran malentendido a propósito de lo dicho por Freud", cuyo único "error" fue el de "tomar como referencia un lingüista al que se encontraba un tanto avanzado, pero que aludía a algo justo" 33 (subrayado mío). ¿Cuál es el malentendido?, ¿en qué sentido Freud estaría "avanzado" respecto de Abel?, y ¿en qué consiste ese "algo justo" que plantearía el propio Abel (más allá de la crítica de Benveniste)?
La explicación que sigue puede dar lugar a confusiones. En efecto, Lacan subraya que "está fuera de discusión que un sistema significante tenga palabras que designen dos cosas contrarias a la vez. Las palabras están hechas justamente para distinguir las cosas. Cuando existen palabras, están hechas necesariamente por pares de oposiciones, no pueden unir en sí mismas dos extremos. Otra cosa es cuando pasamos a la significación" 34. El acento puesto en que las palabras están hechas "por pares de oposiciones" y "para distinguir las cosas", que explicita una adhesión a la concepción de Benveniste, deja en segundo plano, y en cierto malentendido, la diferenciación, sin embargo planteada, entre el nivel de la "designación de cosas" y el nivel de "la significación".
Esa distinción, en cambio, se encuentra más claramente señalada con más precisión en la sesión del 30 de noviembre de 1955, cuando Lacan recuerda que "la trampa, el agujero, en el que no hay que caer, es creer que los objetos, las cosas, son el significado. El significado es algo muy distinto: la significación, les expliqué gracias a San Agustín que es tan lingüista como Benveniste, remite siempre a la significación, vale decir a otra significación. El sistema del lenguaje, cualquiera sea el punto en que lo tomen, jamás culmina en un índice directamente dirigido hacia un punto de la realidad, la realidad toda está cubierta por el conjunto de la red del lenguaje" 35.
En efecto, como bien señala Milner 36, el problema del sentido antitético de las palabras, "gegensinn", no pasa tanto por el problema que plantea Freud respecto a la inexistencia del "no" en los procesos del sueño (puesto que, como ya lo señalamos, el mismo opera inversiones que lo suponen 37), sino por la cuestión de la indecibilidad, es decir, el punto que requiere del intérprete que introduce una distinción allí donde la simple vista no alcanza (de ahí la importancia de la distinción planteada, por Lacan, entre las cosas y el significado).
En ese sentido el planteo de Benveniste respecto de Abel tiene varios niveles. Más allá de la crítica filológica, tanto de las cuestiones metodológicas como de las evolutivas y del problema del "origen", lo que Benveniste no admite es la indecibilidad en la lengua. Su crítica de fondo apunta al absurdo que es para él el gegensinn en la lengua, es decir, la idea de que un solo elemento X de la lengua designe A y no-A a la vez 38. Para Benveniste, "si se supone que exista una lengua en la que se diga lo mismo "grande" o "pequeño", será que en tal lengua la distinción entre "grande" y "pequeño" carece literalmente de sentido y no existe la categoría de la dimensión, no que se trate de una lengua que admita una expresión contradictoria de la dimensión" 39. Más allá de todas las anomalías, la lengua no deja de "ser sistema, de obedecer a un plan específico, y de estar articulada por un conjunto de relaciones susceptibles de cierta formalización ( ) la lengua es el instrumento para ordenar el mundo y la sociedad ( ) cada lengua es específica y configura el mundo a su manera propia" 40.
A diferencia de Benveniste, para quien la lingüística no tiene porqué saber nada de una instancia externa a la lengua, lo propio del gesto del hablante en Abel, y de la interpretación en Freud, es introducir a partir de un exterior, diferenciaciones en el objeto sobre puntos en los que el objeto mismo no diferenciaba. Más allá de los errores en sus datos filológicos, es que, al demostrar la homofonía ocasional de los antónimos, señala un encuentro con otras diferencias que las que la lengua instituye como sistema de diferencias. Como bien señala Milner, el escándalo de esa posición es que "atenta contra el concepto mismo de lengua tal como el Curso [de De Saussure] lo define" 41. Para Benveniste, en cambio, la lengua realiza por si sola todas las diferencias de las que tiene que conocer. En ese sentido, Benveniste es claramente Saussureano: la lengua es solo un sistema de diferencias.
Lo que el debate con Abel revela, en cuanto a la posición de Benveniste, es que este se refiere al sentido (sinn) y no a la referencia (bedeutung). Eso se evidencia en el examen del término "sacer", donde la eventual confusión en un mismo lexema de dos nociones que la lengua distinguiría en otros puntos se resuelve, no como un gegensinn sino a partir del "empleo" del lexema. En efecto, los estudios sobre la fenomenología de lo sagrado demuestran que ese término "no encierra dos sentidos contradictorios, (sino que) son las condiciones de la cultura las que han determinado ante el objeto "sagrado" dos actitudes opuestas" 42. Es decir, "la palabra "sacer", tiene por referencia (bedeutung) dos actitudes inversas en el seno de una sola y misma cultura, pero su sentido (sinn) es único" 43. En otros términos, "lo que determina las propiedades del lexema es la ambivalencia de lo sagrado; lo que determina las propiedades de lo sagrado no es el sentido del lexema. Aquí la lengua está afectada por algo que le es radicalmente exterior" 44.
En suma, aún cuando la serie de los ejemplos de gegensinn de Abel se tuviera que restringir, para Milner, lo importante es que existen. El ejemplo de lo sagrado es una ilustración particular de una estructura más general: "toda palabra que designe el límite separador entre dos dominios será una palabra desdoblada". Y un límite puede ser abordado de un lado o del otro, y por poco que los dos lados se conciban como opuestos, la doble posibilidad se cumplirá en gengensinn. Es decir, aunque los datos de Abel sean falsos, el problema que él señala es auténtico. Este es el "algo justo" que menciona Lacan, y que da lugar a lo válido en el planteo de Freud.
Según Milner, el "gegensinn" (sentido antitético) implica negar el principio leibnizeano de los indiscernibles 45 , según el cual no puede ser que dos seres que serían semejantes por todas sus propiedades sean, sin embargo, distintos. En efecto, las propiedades de un ser lingüístico son, a grandes rasgos, su forma fónica y su sentido: si ninguno de estos dos órdenes permite discernir las unidades, el principio de los indiscernibles concluirá que hay nada más que uno solo.
Pensar que dos unidades no forman más que una desde el ángulo de sus propiedades materiales y sin embargo forman dos desde el ángulo del análisis lingüístico, es pensar que los unos están disjuntos. Entonces, si hay indiscernible en Abel y Freud es en nombre de un discernimiento externo. Si hay indiscernible en Benveniste es porque no hay instancia externa y la decisión última la tiene la estructura. En los primeros, la lengua no basta para decidir, y en el segundo, la propia realidad es indistinta. Según Milner, esto mismo es un gegensinn ya que la lingüística falaz y fantasmática de Abel invierte la lingüística positiva y rigurosa de Benveniste como en un espejo.
Hans Sperber
Hans Sperber fue filólogo en la Universidad de Upsala (Suecia), y luego migró a Alemania donde trabajó en Semántica 46. Freud le publicó, en 1912, en la revista Imago, un artículo titulado «Über den Einfluss sexueller Momente auf Entstehung und Entwicklung der Sprache» 47 ("Sobre la influencia de los factores sexuales en la génesis y evolución del lenguaje" 48), lo que da cuenta de un posible trato entre ellos o, al menos, un cierto conocimiento mutuo de sus trabajos.
Freud lo menciona 49 en "El interés por el psicoanálisis" 50, un texto de 1913, escrito para la reconocida publicación científica italiana "Scientia". El objetivo de este texto era poner de relieve el interés que puede tener el psicoanálisis para las prácticas no médicas. En primer lugar (primer capítulo del texto), la psicología, para la cual el psicoanálisis ha conquistado "un gran fragmento de la patología" al que ha podido fundamentar en "supuestos de naturaleza estrictamente psicológica". En segundo lugar (segundo capí tulo del texto), otras prácticas, como la ciencia del lenguaje, la filosofía, la biología, la psicología evolutiva y la historia de la cultura. El ítem que nos importa aquí, justamente, es el de "la ciencia del lenguaje" 51.
En opinión de Freud, hay dos temas en los que el psicoanálisis podría ser de interés para el lingüista. Uno es la ausencia de la negación en el lenguaje del sueño y la circunstancia de que "en su contenido, los opuestos se subrogan uno al otro, y son figurados mediante un mismo elemento" 52. Como ya lo vimos, el problema es analizado por Freud en términos de una regresión al origen: "en el lenguaje del sueño los conceptos son todavía ambivalentes, reúnen dentro de sí significados contrapuestos, tal como supone el lingüista que ocurría en el caso de las raíces más antiguas de las lenguas históricas" 53, referencia explícita, aquí, a Carl Abel, en cuyo antiguo egipcio Freud encuentra una lengua en la que la homonimia y la sinonimia actuarían de forma aparentemente ilimitada, como en el simbolismo onírico
El segundo problema es el de la naturaleza del símbolo y las conjeturas que del mismo derivan sobre el "tertium comparationis" 54, lo que lleva a Freud, nuevamente, a la cuestión de "las fases más antiguas del desarrollo del lenguaje y la formación de conceptos" 55, en este caso en asociación con la sexualidad, tal como lo formularía el mencionado lingüista de Upsala, Hans Sperber.
Esto es retomado con más detalle en la 10° de las "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", de 1916, titulada "El simbolismo en el sueño" 56. En ella Freud aborda las razones de la desfiguración onírica que estorba la comprensión del sueño, señalando que debe contemplarse otro factor, además de la censura en juego en los procesos asociativos. Ciertos casos en que la asociación fracasa permiten descubrir que "esa contingencia no deseada se presenta a raíz de determinados elementos oníricos y empieza a reconocer una nueva legalidad allí donde al comienzo se creía experimentar sólo un excepcional fracaso de la técnica" 57. ¿En qué consiste, o a qué remite, esa "nueva legalidad" que introducen estos "elementos oníricos mudos " (es decir, sin asociaciones por parte del paciente)?
Freud descubre que, en esos casos, la interpretación de los símbolos que podría arriesgar el analista suele obtener "un sentido satisfactorio" y que, incluso más, "el sueño permanece falto de sentido y su trama interrumpida hasta que uno no se resuelve a esa intervención" 58. Lo que lo lleva a verificar "traducciones constantes" para toda una serie de elementos oníricos. Freud sistematiza esto del siguiente modo: "llamamos simbólica a una relación constate de esa índole entre un elemento onírico y su traducción, y al elemento onírico mismo, un símbolo del pensamiento onírico inconsciente" 59.
Freud reconoce que "en la medida en que los símbolos son traducciones fijas, realizan en cierto grado el ideal tanto antiguo como popular de la interpretación del sueño, del cual nos habíamos alejado mucho por nuestra técnica" 60 (es decir, de la asociación). En seguida advierte que no conviene dejarse seducir por eso, ya que "la interpretación basada en el conocimiento de los símbolos no es una técnica que pueda sustituir a la asociativa o medirse con ella. Es su complemento, y únicamente insertada dentro de ella brinda resultados utilizables" 61. Pero el problema queda formulado y por eso se plantea la cuestión del "tertium comparationis" 62 (la comparación con un tercer término), es decir, la necesidad de conjeturar la existencia de un hecho interno en la lengua misma, que en esas operaciones o procesos de traducción se conserve, permanezca igual, invariante.
La búsqueda se orientará, una vez más, hacia el "origen". Luego del análisis de una larga lista de símbolos, Freud remite a Hans Sperber como el lingüista que habría "sentado la tesis de que necesidades sexuales han tenido la máxima participación en la génesis y ulterior formación del lenguaje. Los sonidos iniciales del lenguaje servían a la comunicación y llamaban al compañero sexual: el posterior desarrollo de las raíces lingüísticas se adhirió a las actividades de trabajo de los hombres primordiales {Urmensch}. Estos trabajos, sostiene Sperber, se hacían en común y se acompañaban de manifestaciones lingüísticas repetidas rítmicamente. Así se habría injertado en el trabajo un interés sexual. El hombre primordial habría convertido su trabajo en algo agradable, por así decir, tratándolo como equivalente y sustituto de la actividad sexual. La palabra proferida en el trabajo en común, prosigue Sperber, tuvo así dos significados: designó tanto el acto sexual cuanto la actividad de trabajo que se le equiparaba. Con el tiempo, la palabra se desprendió del significado sexual y se fijó a ese trabajo. Generaciones después, sufrió la misma suerte una palabra nueva que hasta entonces poseía significado sexual y fue aplicada a una nueva modalidad de trabajo. De tal manera se habría formado un número de raíces lingüísticas, todas de origen sexual, pero que perdieron ese significado" 63
Esta metáfora generalizada por la cual, de objetos originalmente sexuales, las palabras de la lengua se desplazaron hacia los objetos del trabajo, le permite a Freud confirmar como invariante (tertium comparationis) la referencia sexual: "Entenderíamos la razón por la cual en el sueño, que conserva algo de estas condiciones antiquísimas, hay en número tan extraordinario símbolos para lo sexual y, en general, armas e instrumentos hace siempre las veces de lo masculino, y los materiales y materias trabajadas, de lo femenino. La referencia simbólica sería el relicto de la vieja identidad léxica; cosas que una vez se llamaron de igual modo que los genitales podrían ahora reemplazarlos en el sueño en calidad de símbolos" 64 (subrayado mío).
Estas consideraciones dieron lugar al agregado de una nueva sección en "La interpretación de los sueños", a partir de la edición de 1914, titulada "La figuración por símbolos en el sueño" 65, en uno de cuyos párrafos (de 1914) Freud insiste en la "naturaleza genética" de la referencia simbólica: "lo que hoy está conectado por vía del símbolo, en tiempos primordiales con probabilidad estuvo unido en una identidad conceptual y lingüística. La referencia simbólica parece un resto y marca de una identidad antigua" 66 (en 1925 Freud agrega aquí una nota a pie de página refiriendo al artículo de Hans Sperber).
Las paradojas de esta posición se reflejan en el debate de Jones con Jung y Silberer. En un artículo, titulado "La teoría del simbolismo" 67, Jones contrapone lo que entiende son los errores de la que él llama "escuela Jung Silberer" 68, con la "escuela psicoanalítica", representada por él y Freud, en torno a las cuestiones del genetismo y las referencias de los símbolos. Para Jones, Jung y Silberer plantean un carácter inmediato en la conjunción operada por el símbolo entre una imagen del objeto y una idea o significado. A su juicio, ese lazo conlleva siempre una larga historia. Su lectura es siempre mediata y necesita el despliegue de una cadena de sustituciones a lo largo de la cuál irán apareciendo los términos reprimidos.
En otros términos, retomando lo planteado por Freud, podríamos decir que Jung y Silberer profundizan la dimensión del símbolo donde la interpretación quedaría en manos del analista. En cambio Jones defiende la vertiente donde la interpretación prioriza la vía de las asociaciones del paciente.
Esto se evidencia en la discusión respecto al simbolismo de la serpiente. Para Jung, la asociación entre la serpiente y la idea de sexualidad se remonta a un pasado lejano y a partir de la misma derivan, luego, toda una serie de variaciones. Los arquetipos, entonces, son el nombre de la permanencia de estas formas significativas que, por esa misma "permanencia", pueden ser interpretadas directamente, funcionando como una "mancia" que habilita una lectura directa de las significaciones y formas del mundo.
En cierto sentido, esto no es más que una radicalización del propio planteo freudiano de los símbolos como "relictos de la vieja identidad léxica" 69. Por eso, cuando Jones le reprocha a Silberer retornar a la "concepción popular" del simbolismo, parece olvidar que el propio Freud reconocía este punto común en los casos en que la interpretación del símbolo encontraba el silencio del paciente al tiempo que se revelaba accesible directamente desde el analista.
Para precisar qué es lo que entiende como "simbolismo verdadero" ("true symbolism"), Jones explica la metáfora como el producto de una identificación, una comparación inconsciente entre dos "ideas", donde una de ellas sustituye a la otra. Para Jones el simbolismo es "verdadero" si responde a este desplazamiento (inconsciente) del sentido de una idea a otra a partir de la identificación entre ambas. En cambio Jung trata el símbolo como una realidad y por eso lo utiliza sin "leerlo", es decir, sin desciframiento (ya que el acceso a su sentido es directo). A modo de ejemplo, a diferencia de Jung, para Jones, la serpiente no tiene una relación directa con la sexualidad sino que es una idea segunda que se ha sustituido al falo real en tanto que idea primera.
El problema para Jones es donde se detiene su lectura, es decir, la serie de sustituciones del símbolo, pues su planteo no deja de suponer un grupo de ideas esenciales o más comunes que confluyeron en las "ideas primeras". Así es como, cuando llegamos al falo, Jones se encuentra con el problema de cómo dar cuenta de aquella primera sustitución del falo a sí mismo ("itself"). La aporía genetista lo deja arrinconado en el mismo punto donde creía poder criticar y denunciar a Jung y Silberer y que, de última, es también el problema del "origen" donde queda atrapado el mismo Freud, una y otra vez. Lo único que ha logrado Jones es desplazar esa impasse, dando prioridad, tal como lo recomendaba Freud, a lo que este último llamada su "técnica", es decir, el proceso interpretativo basado en las asociaciones del paciente.
Este impasse es el que señala Lacan en su artículo en memoria de Ernest Jones 70.Como vimos más arriba, para Lacan, el remontarnos en la sucesión de las sustituciones, de ningún modo podría llevarnos a algún punto donde el significado pudiera confundirse o equivaler al objeto o referencia, como lo suponen las ideas primeras o "concretas" de Jones. Por "parecidos" que pudieran ser, el significado y el objeto no son del mismo orden: "el sistema del lenguaje, cualquiera sea el punto en que lo tomen, jamás culmina en un índice directamente dirigido hacia un punto de la realidad, la realidad toda está cubierta por el conjunto de la red del lenguaje" 71. Detrás de una sustitución solo encontraremos un nuevo significado pero nunca un objeto "concreto".
De ahí su cuestionamiento al estatuto de ese "falo real" caracterizado por Jones como "concreto" en su representación de sí mismo ("itself"). Para Lacan, el falo no remite a un objeto, sino que "es el significante de la pérdida misma que el sujeto sufre por el despedazamiento del significante" 72. Para el Lacan de ese entonces, la implicación del deseo humano en la cadena significante tiene una base narcisista: "es con las imágenes que cautivan su eros de individuo vivo con lo que el sujeto llega a abastecer su implicación en la secuencia significante" 73. A diferencia de Jones, para quien hay continuidad entre el simbolismo más arcaico y el saber científico actual, para Lacan los símbolos no nos dicen nada respecto a lo real, solo son nombres para designar proyecciones narcisistas que quisiéramos fueran partes del mundo, pero que no son más que fragmentos corporales. Siguiendo el modelo del sempiterno renacimiento de Osiris, "el origen se esfuma en el mismo movimiento por el cual el desmembramiento que impone el significante cae repetitivamente bajo la unidad narcisista del viviente" 74.
Lacan refiere a Sperber en las sesiones del 9 y 16 de marzo de 1960 del seminario sobre la ética del psicoanálisis 75 (la misma época de la primera publicación de su crítica a la teoría del simbolismo 76 de Jones). Allí retoma las relaciones entre las técnicas primitivas y los actos de la agricultura con el órgano sexual femenino, "más exactamente la forma de abertura y de vacío (que) está en el centro de todas estas metáforas" y la idea de que "la vocalización que supuestamente acompaña el acto sexual haya podido dar a los hombres el bosquejo del uso del significante para designar o bien, sustancialmente, el órgano, y especialmente el órgano femenino, o bien, verbalmente, el acto del coito" 77. Aunque la idea parezca "muy interesante" Lacan subraya la diferencia entre el "grito" que acompaña una actividad y "el uso de un significante que desprende de ella tal elemento de articulación": "la modulación temporal de un acto cuya repetición puede entrañar la fijación de ciertos elementos de la actividad vocal no puede todavía darnos el elemento estructurante, incluso el más primitivo del lenguaje. Hay allí una hiancia" 78.
Ferdinand de Saussure
Finalmente, concluyo con un apartado relativo a Ferdinand de Saussure, no porque Freud refiera a él, sino por lo contrario, por lo llamativo que resulta la ausencia de toda referencia a él.
Freud no podía desconocer ni su existencia ni su trabajo, puesto que conoció a su hijo Raymond (en 1920, en el Congreso Internacional de La Haya) al que analizó durante algunos meses. Por lo tanto, tuvo noticias del lingüista, sobre todo si tenemos en cuenta el interés que parece haber tenido Raymond en abrir un dominio de investigación común al psicoanálisis y la lingüística, según lo testimonia en una carta a Charles Bally, en 1916 (es decir, ya desde antes de analizarse con Freud), a poco de que este editara, junto a Albert Sechehaye, el "Cours de linguistique génerale" 79
Recordemos que Raymond de Saussure 80, si bien había comenzado estudios de letras, rápidamente se orientó hacia la psicología, apasionándose por los cursos de Théodore Flournoy 81, donde tuvo noticia de las teorías freudianas. Ese apasionamiento con Flournoy parece haber abarcado varios aspectos, uno de ellos su hija, con la que se casó y tuvo dos hijos. Finalmente, completó sus estudios de medicina en Zurich y desarrolló su formación psiquiátrica en Paris, Viena y Berlín. En Viena hizo su primer análisis, con Freud (luego de conocerlo en el Congreso de La Haya). Y en Berlín hizo un segundo análisis con Franz Alexander. Raymond de Saussure fue uno de los primeros psicoanalistas de lengua francesa y junto a Charles Odier, uno de los fundadores de la Société psychanalytique de Paris (SPP) en 1926
En 1922 Freud redactó un prólogo 82 para su libro "La methode psychanalytique" 83. El mismo tuvo que ser retirado de circulación (y nunca tuvo republicaciones en francés) porque contenía el relato de un sueño (que Freud comenta en el prólogo) con una serie de detalles sexuales que permitían identificar al paciente. Por la misma razón, ese prólogo tampoco fue publicado en alemán. Fue el propio De Saussure quien le facilitó a Strachey 84 el manuscrito original en alemán, que fue utilizado como fuente para su traducción al inglés en la Standar Edition. De hecho, este texto de Freud fue incluido en el tomo XIX de dicha colección, a pesar de que por su fecha debía incluirse en el anterior, porque Strachey tomó conocimiento de él cuando ya había sido publicado ese tomo XVIII.
En 1940, Raymond de Saussure viajó a los Estados Unidos, donde rehízo sus estudios de medicina y se incorporó a la New York Psychoanalytical Society (NYPS). Allí conoció a Roman Jakobson, quien le habló de la obra de su padre, haciéndole ver los vínculos fructíferos que podrían acercar al psicoanálisis y la lingüística.
Pero Freud, no solo ya había muerto, sino que nunca percibió la afinidad que podía tener su concepción del inconsciente con la lingüística estructural.
Notas
1 Porque es la que han comentado Benveniste y Lacan.
2 Sigmund Freud, "Sobre el sentido antitético de las palabras primitivas", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XI, páginas 147 y siguientes
3 Sigmund Freud, op. cit., página 147
4 Sigmund Freud, op. cit., página 147. Este párrafo es cita, a su vez, de "La interpretación de los sueños", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo IV (Capítulo VI "El trabajo del sueño", apartado C " Los medios de figuración del sueño"), página 324
5 En sus notas introductorias al texto de Freud sobre el sentido antitético de las palabras primitivas, Strachey hace el siguiente comentario: "Según nos informa Ernest Jones (1955, pág. 347), Freud tomó conocimiento del folleto de Abel en el otoño de 1909. El hallazgo lo complació particularmente, como lo muestran las numerosas referencias a él en sus escritos. En 1911, verbigracia, agregó una nota al respecto en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 4, pág. 324, y resumió su contenido con cierta extensión en dos pasajes de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 15, págs. 163-4 y 210"
6 En los textos de Freud, y en la gran mayoría de las menciones o citas en otros libros - por ejemplo, el artículo de Benveniste sobre el texto de Freud, o la traducción del artículo referido por Freud en la recopilación de Guillermo Koop en la editorial Catálogos (ver nota al pie n° 10), etc. - el nombre figura escrito con K. Pero el nombre correcto es con C, tal como puede apreciarse en la edición alemana de su libro (ver en la nota al pie n° 8)
7 Sigmund Freud, op. cit., página 147
8 Disponible en internet (en varios formatos) en alemán aquí. Algunos artículos de ese libro fueron traducidos al inglés y recopilados, en otro orden, aquí
10 Carl Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas" (traducción de Guillermo Koop), incluido en "El psicoanálisis y las teorías del lenguaje", Guillermo Koop Compilador, Editorial Catálogos, Buenos Aires 1988, páginas 39 a 76
11 Cita de Carl Abel en Sigmund Freud, op. cit., página 148. Car Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas", Guillermo Koop traductor y compilador, Editorial Catálogos, página 40
12 Cita de Carl Abel en Sigmund Freud, op. cit., página 148 Car Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas", Guillermo Koop traductor y compilador, Editorial Catálogos, página 42
13 Sigmund Freud, op. cit., página 148
14 Car Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas", Guillermo Koop traductor y compilador, Editorial Catálogos, página 48
15 Sigmund Freud, op. cit., páginas 151/2: "En su ensayo sobre el origen del lenguaje, Abel (en 1885, página 305) registra aún otras huellas de antiguas fatigas del pensamiento"
16 El mismo Abel refiere a ese otro artículo, cuando trata de ejemplos que, en el habla, habrían requerido el uso de un gesto para poder definir su sentido: "como se ha mostrado en mi Origen del lenguaje", Car Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas", Guillermo Koop traductor y compilador, Editorial Catálogos, página 53
17 Publicado en 1885, y también incluido en "Sprachwissenschaftliche Abhandlungen" ("Ensayos de lingüística"), páginas 285 a 309.
18 Eugenio Coseriu, "El lenguaje entre physei y thesei", ver aquí
19 Carl Abel, "El origen del lenguaje", citado por Michel Arrivé, "Lingüística y Psicoanálisis", Editorial Siglo XXI, páginas 136/7
20 Carl Abel, "El origen del lenguaje", citado por Michel Arrivé, "Lingüística y Psicoanálisis", Editorial Siglo XXI, página 138
21 Se denomina metátesis al metaplasmo (figura de dicción que consiste en alterar la escritura o pronunciación de las palabras sin alterar su significado) que consiste en el cambio de lugar de los sonidos dentro de la palabra, atraídos o repelidos unos por otros. Ver más en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Met%C3%A1tesis
22 Carl Abel, "El origen del lenguaje", citado por Michel Arrivé, "Lingüística y Psicoanálisis", Editorial Siglo XXI, página 138
23 "Apéndice con ejemplos de sentido contrario en las lenguas egipcia, indogermánicas y árabe", en Car Abel, "Acerca del sentido antitético de las palabras primitivas", Guillermo Koop traductor y compilador, Editorial Catálogos, páginas 62 a 74
24 Sigmund Freud, op. cit., página 151
25 Sigmund Freud, op. cit., página 150
26 Sigmund Freud, op. cit., página 153
27 Emile Benveniste, "Remarques sur la fonction du langage dans la découverte freudienne", en el primer volumen de «La Psychanalyse », 1956.
Incluido luego en « Problèmes de linguistique générale », Gallimard, Paris, 1966
Lacan no quedó muy conforme con ese artículo de Benveniste. Su desagrado, tenuemente esbozado en la sesión del 25 de enero de 1956, del seminario sobre las psicosis, se hará explícito en "Radiofonía" (publicada en el número 2/3 de la revista Scilicet, en 1970): "Pude comprobar esta carencia del lingüista, por una contribución que solicité al que fuera entre los franceses el más grande para ilustrar la partida de una revista a mi manera"28 Emile Benveniste, "Observaciones sobre la función del lenguaje en el descubrimiento freudiano", Incluido en "Problemas de Lingüística General 1", ed. Siglo XXI, México 1971, páginas 75 a 87 (disponible en internet aquí, acompañado del texto de Freud sobre el sentido antitético de las palabras)
29 Emile Benveniste, op. cit., página 80
30 Hemos subrayado, más arriba, en la cita de Freud, esta coincidencia ("la indicada práctica del trabajo del sueño coincide con una peculiaridad de las lenguas más antiguas conocidas")
31 Más adelante comentaremos las relaciones de Freud con De Saussure
32 Jacques Lacan, El Seminario, Libro III "Las Psicosis", Editorial Paidós. Las referencias a Benveniste y el artículo de Freud sobre el sentido antitético de las palabras se encuentran en las sesiones del 23 de noviembre de 1955 (página 44) y del 25 de enero de 1956 (página 158)
33 Jacques Lacan, El Seminario, Libro III "Las Psicosis", Editorial Paidós, sesión del 25 de enero de 1956, página 158. En francés: « le tort de prendre comme référence un linguiste qu'on trouvait un peu avancé, mais qui touchait quand même quelque chose de juste »
34 Jacques Lacan, El Seminario, Libro III "Las Psicosis", Editorial Paidós, página 158
35 Jacques Lacan, El Seminario, Libro III "Las Psicosis", editorial Paidós, página 51
36 Jean-Claude Milner, "Sentidos opuestos y nombres indiscernibles: K. Abel reprimido por E. Benveniste", incluido en "El periplo estructural", Editorial Amorrortu, páginas 65 y siguientes
37 De hecho, Freud hace acotaciones explícitas. Por ejemplo en la "Interpretación de los sueños" señala: "Antes afirmé que el sueño no tiene ningún medio de expresar la relación de la contradicción, la oposición, el «no». Ahora paso a contradecir por primera vez esa afirmación. Según vimos, una parte de los casos que pueden agruparse bajo «oposición» son figurados simplemente por vía de identificación: ello sucede cuando a la contraposición puede conectarse una permutación, un remplazo. Repetidas veces hemos citado ejemplos de esto. Otra parte de las oposiciones incluidas en los pensamientos oníricos, que cae bajo la categoría de «lo inverso, lo contrario», logra figurarse en el sueño de la siguiente manera, asombrosa y casi se diría chistosa. Lo «inverso» no llega como tal al contenido onírico, sino que exterioriza su presencia en el material por el hecho de que se invierte -como con posterioridad- un fragmento ya configurado del contenido onírico, que fue arrimado a este por otras razones. Ilustrar este proceso es más fácil que describirlo" (Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo IV, página 331).
38 Justamente, este planteo es al que adhiere Lacan en su comentario de la sesión del 25 de enero, tal como lo señalamos más arriba
39 Emile Benveniste, op. cit., páginas 82
40 Emile Benveniste, op. cit., páginas 81/ 2
41 Jean-Claude Milner, op. cit., página 72
42 Emile Benveniste, op. cit., páginas 81
43 Jean-Claude Milner, op. cit., página 76
44 Jean-Claude Milner, op. cit., página 76
45 Sobre este principio ver en Wikipedia y en Raúl Quesada, "Principios lógicos y principios morales: la identidad de los indiscernibles", revista Dianoia V olumen XLIX, número 52 (mayo 2004). Sobre la filosofía de Leibniz se puede consultar aquí (artículo de la enciclopedia de José Ferrater Mora) y aquí (resumen filosófico)
46 Su obra más conocida, como lingüista, es Einführung in die Bedeutungslehre ("Introducción a la semántica"), publicada en Bonn y Leipzig en 1923 y reeditada en 1930.
47 Debido a la extensión del título, a los efectos de su impresión en la parte superior de cada página (alternada con la que lleva el nombre del autor), el mismo se acotó a "Uber den Sexuellen Ursprung der Sprache" ("Sobre el origen sexual del lenguaje"), resultando homónimo, por lo tanto, al segundo de los artículos referidos de Carl Abel
48 Hans Sperber, "Sobre la influencia de los factores sexuales en la génesis y evolución del lenguaje", traducción de Guillermo Koop, en "El psicoanálisis y las teorías del lenguaje", Guillermo Koop Compilador, Editorial Catálogos
49 También lo mencionan Otto Rank y Hans Sachs en un libro conjunto titulado "Die Bedeutung der Psychoanalyse fur die Geisteswissenschaften", publicado en 1913, traducido al inglés como "The Significance of Psychoanalysis for the Mental Sciences", New York, Nervous and Mental Disease Pub. Co., (disponible aquí en varios formatos)
50 Sigmund Freud, "El interés por el psicoanálisis ", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIII , página 169 y subsiguientes
51 Sigmund Freud, op. cit., páginas 169 y 170.
52 Sgimund Freud, op. cit., página 179
53 Sigmund Freud, op. cit., página 179
54 Sigmund Freud, op. cit., página 179
En los silogismos, el tertium comparationis es el término medio que habilita la asociación entre el sujeto y el predicado de las premisas, en el juicio conclusivo. En traductología, el tertium comparationis es elemento no lingüístico, intermediario entre el sentido de un texto fuente y el texto final, utilizado para la evaluación de la trasferencia de sentido.55 Sigmund Freud, op. cit., página 180
56 Sigmund Freud, "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", 10° Conferencia, "El simbolismo en el sueño", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XV , páginas 136 y subsiguientes (disponible aquí)
57 Sigmund Freud, op. cit., página 137
58 Sigmund Freud, op. cit., página 137
59 Sigmund Freud, op. cit., página 137
60 Sigmund Freud, op. cit., página 138
61 Sigmund Freud, op. cit., página 138
62 Sigmund Freud, op. cit., página 139
63 Sigmund Freud, op. cit., página 152/3
64 Sigmund Freud, op. cit., página 153
65 Sigmund Freud, "La interpretación de los sueños", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo V , páginas 356 y siguientes
66 Sigmund Freud, op. cit., página 357/8
67 Ernest Jones, "The theory of symbolism", British Journal of Psychology, Volume 9, Issue 2, pages 181229, October 1918
68 Ernest Jones, "The theory of symbolism" (disponible aquí), chapter VII in "Papers on Psychoanalysis" (disponible aquí), página 170
69 Sigmund Freud "Conferencias de Introducción al Psicoanálisis", 10° Conferencia, "El simbolismo en el sueño", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XV, página 153
70 Jacques Lacan, "En memoria de Ernest Jones. Sobre su teoría del simbolismo", en Escritos 2, Siglo XXI, edición revisada de 2008, páginas 663-82
71 Jacques Lacan, El Seminario, Libro III "Las Psicosis", editorial Paidós, página 51
72 Jacques Lacan, "En memoria de Ernest Jones. Sobre su teoría del simbolismo", en Escritos 2, Siglo XXI, edición revisada de 2008, página 680
73 Jacques Lacan, op. cit., página 675
74 Guy El Gaufey, "Símbolo, símbolo y símbolo", en "El caso inexistente. Una compilación clínica", Epeele, México 2006, página 220 (disponible, en francés, aquí)
75 Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós.
En la sesión del 9 de marzo Lacan le cede la palabra a Hubert para que desarrolle un comentario del artículo de Sperber. Ese comentario no fue incluido en las ediciones oficiales (Seuil y Paidós) del seminario, pero puede encontrarse en internet (disponible aquí y aquí).76 La primera publicación de "En memoria de Ernest Jones. Sobre su teoría del simbolismo", fue en el quinto número de la revista "La Psychanalyse", en 1960.
77 Jacques Lacan, El Seminario, Libro VII "La ética del psicoanálisis", Editorial Paidós, página 205
78 Jacques Lacan, op. cit., página 206
79 Ferdinand De Saussure, "Curso de lingüística general", Editorial Losada
80 Ver la biografía de Raymond de Saussure aquí y en Wikipedia . En lengua castellana tuvo cierta difusión el libro (que escribió con Robert Merle) titulado "Psicoanálisis de Hitler", publicado por "La Pléyade" (disponible aquí y aquí)
81 Entre las casualidades cabe mencionar que fue el nieto de Théodore Flournoy, Olivier Flournoy, psicoanalista suizo, quien invitó a Jacques Lacan a Ginebra en 1975, para su conferencia sobre el síntoma (disponible aquí), en el Centre Raymond de Saussure (ver reportaje que le hicieron a Olivier Flournoy, aquí)
Para más información sobre el ambiente psicoanalítico ginebrino ver el artículo de Guillermo Delahanty aquí82 Sigmund Freud, Prólogo a Raymond de Saussure "La méthode psychanalytique", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVIII , páginas 272/3
83 Raymond de Saussure, "La méthode psychanalytique", 1922, Payot ; disponible aquí en varios formatos
84 Ver nota a pie de página en Sigmund Freud, Prólogo a Raymond de Saussure "La méthode psychanalytique", Obras Completas, Editorial Amorrortu, Tomo XVIII, páginas 272