Seminario
Psicopedagogía
analítica del maltrato infantil
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maltrato@edupsi.com
Organizado por PsicoMundo y Fort-Da
Dictado por : Silvia Casado
Clase 4
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Antes de comenzar con la exposición del caso me gustaría puntualizar que no me refiero a la violencia familiar con relación a casos aislados, sino cuando el ciclo de violencia se hace crónico, permanente y periódico. Caso contrario estaríamos hablando de situaciones aisladas de maltrato.
Por otra parte hay que considerar que las conductas violentas siempre se dan dentro de una determinada estructura: neurosis, psicosis y perversión teniendo determinadas características según sea una u otra.
La violencia familiar determina conductas antisociales en las tres estructuras, compromiso corporal y psíquico severo. Es importante, además, poder escuchar y analizar las ideas que cada uno trae sobre lo que la violencia familiar implica (recursos identificatorios con la víctima o el victimario, mitos, etc.).
La naturalización de la violencia muchas veces hace que los involucrados no vean lo que les pasa como algo disfuncional, ya que pueden hacerse adictos a la violencia contra sí mismos o contra los demás.
Por otra parte, es necesario escuchar cómo se dio el atravesamiento que la familia hizo de sus ciclos vitales, de los duelos familiares, qué sucede y cómo se sienten luego de la escena de violencia y, fundamentalmente, qué deseos hay en ellos de salir de esta situación aún cuando asistan a la consulta. Es imprescindible vigilar, además, qué sucede en la contratransferencia: ¿lo que relatan se relaciona con escenas temidas o deseadas en nuestra historia personal?
Cuando yo era chico, mi mamá siempre decía: "a los chicos hay que darles un buen mamporro en cuanto se levantan, aunque no hayan hecho nada...eso les enseña a que el resto del día deben andar derechitos..."
Después de la presentación de rigor, así comienza la entrevista con el papá de Alberto, un paciente de 6 años cuya madre consulta porque la maestra le dijo "que el niño no presta atención, vuela, no se concentra y le cuesta aprender". El papá por cuestiones no muy claras, desde el relato materno, se incorpora al final del proceso diagnóstico.
En esa entrevista, de la escucha rescato diferentes hechos que iré articulando a lo largo de esta clase.
Ambos progenitores fueron hijos golpeados, pero sólo Raúl, el papá de Alberto tuvo además un padre alcohólico, que según cuenta lo " mataba a palos todos los días mientras la madre miraba para otro lado para no ligarla ella, y además porque tenía otros hijos para atender." "Yo mismo fui un hijo golpeado por un padre muy violento, no digo que era malo, pero sí que era un hombre violento." Mi mamá tenía cosas más importantes que hacer, agrega. "No había lavarropas ni heladeras, todo se hacía a mano y la mujer no andaba por la calle sino en su casa..."
A manera de justificación encontramos esto de denominarse como mujeres golpeadas, hombres golpeadores, familia violenta. Al agruparse bajo un denominador común se sostiene el goce de la escena violenta y también les permite formar parte de un conjunto mayor con el que se identifican logrando así cierta identidad.
Es interesante observar que todo acto violento se acompaña siempre de una justificación que lo precede o que desencadena dicho comportamiento.
Avanzada la entrevista escucho: "le pegué a Alberto hasta que me cansé...tendría 3 ó 4 años, me pisoteó toda la huerta que yo había hecho. Me duele recordar cómo se atajaba los golpes, se tapaba la cara con las manos...No quiero pasar otra vez por eso."
La palabra alivia, Raúl dice que no lo volverá a repetir y que está arrepentido; sin embargo, el hablar de esto no opera de dique para que no lo vuelva a hacer y como veremos luego volverá a imponerse su voluntad de goce (Lacan) o de satisfacción (Freud).
Hay una pulsión de muerte que se apropia del cuerpo del otro y de sí mismo. Una fuerza que asecha desde el interior del sujeto y puede salir en cualquier momento.
Racionalizar sobre ello no le sirve, porque en todo caso Raúl está diciendo de qué padece pero no de su padecer (¿quién se tapaba la cara con las manos muchos años atrás? ¿Qué sentía en ese entonces?).
Me detengo aquí para hacer dos salvedades: primero, que me he preocupado por dejarles en claro a estos padres que mi paciente era su hijo, y que ellos deben buscar ayuda en el ámbito de terapia familiar; segundo, que no todos los hijos golpeados se convierten en padres golpeadores. Me parece de importancia vital aclarar esto antes de proseguir con el caso.
Volviendo a la entrevista, bastante más tarde agrega: "ayer me hartó... casi lo boxeo... después de frené... casi me muero cuando lo pensé... pero lo boxeaba, ¿eh? "(El niño había vuelto a romper sus juguetes).
Si me detengo justamente en esta expresión, "lo boxeo" ¿qué parámetros tengo para pensar en lo que los actos violentos implican?.¿ A un niño de 6 años, intenta boxearlo un adulto que es su padre?.
Algunos autores hablan de la violencia no como conducta imitada sino como manera de autopreservación aprendida, de modo tal que ello implique un intento de resguardar y sostener su pobre concepto de sí mismo. Sostienen además que, si cuando ejercen la violencia se sienten poderosos y enteros, cuando asumen la realidad de lo que hicieron...se desmoronan. Proyectan en el dolor causado en la víctima su propio sufrimiento como víctima también. "Me duele recordar, ...dice Raúl.
El arrepentimiento, las promesas y el dolor de quién golpea suelen ser sinceras, sin embargo, muchas veces por vía de la represión no aparece el recuerdo de lo que hizo su parte bestial, lo que tanáticamente trabaja en silencio destruye sin dejar huellas de su destrucción para el propio sujeto.
Por otro lado la desconfirmación que ellos han sufrido como personas se traslada a quienes se conectan afectivamente con los golpeadores. Dice : "parece una mariquita, llora por cualquier cosita..." , "yo no sé, a veces parece medio tarado, pero sé que no es ningún enfermo, no hace las cosas del co legio porque le faltan límites .No pasa por la inteligencia la cosa "...
Demás está decir que cualquier intento de mi parte por articular la distracción de Alberto con estos episodios, hubiera sido sistemáticamente refutado por ellos.
Hay además inmunerables descalificaciones hacia su esposa: "ya estás vieja" (tiene 40 años) "es una amarga"," no se acuerda las cosas, se olvida todo", etc.
Raúl explica los hechos de manera clara y pulcra, con un discurso muy lógico, muy concreto. No levanta el tono de voz (sin ser monocorde). Se diría que hasta lo que me cuenta está recubierto de cierta "dulzura " por ponerle un nombre a esta doble fachada con la que se presenta. Se evidencia una preocupación familiar y casi cuesta pensarlo involucrado en un acto violento. Sin embargo, pasando en limpio la escucha, encuentro maneras diferentes a las que apela para destruir la autoconfianza de Ana, su esposa, y la de Alberto. Sus propios padres, quedan por ahora dentro de un paréntesis que retomaré más adelante.
El utilizar sutiles maneras de tiranizar "a los que ama aunque no sea de expresarlo mucho," dice, lo coloca en un estar siempre en posición de saber qué es lo mejor para el otro, de elegir lo que al otro le conviene, el hacer todo por el bienestar del otro a costa de su autosacrificio.
"Claro, agrega, es por eso que soy siempre el malo de la película, el villano, porque me preocupo que nunca les falte nada, porque a pesar de todas las preocupaciones que tengo, que no sé si dentro de 3 ó 4 meses tengo que cerrar el negocio y dejar a todos los empleados en la calle, empleados que el que menos lleva tiene 6 años de antigüedad conmigo.Siempre llevo la plata a casa..."
Cuando indago acerca de otros actos de violencia dentro de la escena familiar, él cuenta "tuvimos algunas discusiones con mi mujer, gritos, alguno que otro empujón y una vez una zamarreada. Nada demasiado importante, nada que no pase en cualquier familia."
Es muy poco lo que Ana relata sobre la entrevista, él la obtura o se obtura ella sola, pero rescato algunas frases: "Me siento mal, desvalorizada, me toma por loca, dice que las cosas no son como yo las veo, me trata como una sirvienta, tengo que devolverle por día lo que me queda de lo que me da para las compras, así sean moneditas, y si vuelvo a necesitar le tengo que volver a pedir, no puedo tomar decisiones sin pedirle permiso, controla todo lo que hago." "Yo sé que trabaja duro, yo trabajo duro también..."
Es interesante observar que estas mujeres, poseen como cierto tipo de indefensión adquirida, muy baja autoestima, les cuesta ubicarse en tiempo y en espacio, se dicen y desdicen todo el tiempo, se equivocan con las fechas: "la semana pasada cuando me tiró el pantalón en la cara...¿o fue el jueves?. "Yo todavía lo quiero" versus "entre nosotros no hay cariño, seguimos por el nene", "por algo será que a pesar de todo seguimos juntos" dicen los dos.
De esta manera, el entramado de las relaciones patológicas se va sosteniendo y organizando sin que haya clara conciencia de ello. Ana se "queja" de que lo único que hace en la vida es cuidar de los demás. Incluso de su madre anciana y despótica. "La llamo por teléfono y me dice que se siente muy mal, que suba a verla...cuando voy, me echa me dice ¿quién te llamó, no ves que me molestas?". La vida es, desde su propio decir, "un infierno insoportable." "Mi única salida es llevar al nene al colegio y a su consultorio" (el mío). "Hace muchos años quise atender un kiosquito: no porque te vas a ir a hacer la puta por ahí" fue la respuesta. Ella obedeció. Hace poco volvió a insistir con un curso de peluquería, que le permitiera lograr cierta independencia económica, "colaborar con los gastos del hogar para que él no se sienta tan presionado y deje de ser violento". La respuesta fue similar: "no vas a andar loqueando por ahí, y poniéndome en ridículo frente a todo el mundo." Volvió a obedecer. Esto dio lugar a una escena de bastante violencia donde el esposo la empuja y la cachetea. Ana intenta hacer dos acotaciones al relato, Raúl no le da lugar. Intento recuperar su voz y le pregunto qué actitud tomó ella frente a esas situaciones, a lo que responde..."no recuerdo...a lo mejor le devolví el empujón, no sé.." .Él lo corrobora.
Así la dominación, el aislamiento, el hipercontrol que Raúl actúa sobre Ana, (quien además cuenta con una larga historia de postergaciones personales), impide que ella cuente con recursos propios para emanciparse, o para intentar alejarse de ese sufrir, propone un dique para cualquier intento de identidad que ella pueda buscar... Por medio también de la agresión psicológica, él utiliza distintas herramientas para que no se independice, por ejemplo: ..."además quien te va a dar trabajo en el estado en el que estás... sólo buscan chicas jóvenes...". (A pesar de eso, igual sospecha que lo puede engañar, traicionar).
Todo parece apuntar a constituir costosísimos intentos de anudar en ella la fallida función materna de su propia infancia."No quiero que descuide su rol de madre, de esposa y madre, que no sea un mal ejemplo para Alberto, que él no tenga nada que reprocharle mañana...". En una áspera disputa Raúl le grita; "donde vos tenés que estar es en tu casa con tu marido y tu hijo. Quiero una verdadera esposa, lo entendés? Y otra vez la proyección de la maldad femenina... ella lo engañará, lo avergonzará. Otra profecía autocumplida que no le deja más que una salida; la violencia, el golpe, el insulto.
Me parece importante incluir que la historia de Ana queda atravesada por situaciones muy límites: su padre fallece de cáncer al pulmón cuando ella tiene 14 años, y su único hermano, 3 años mayor que ella, "la luz de los ojos de mi mamá", muere a los 23 años de cierto cáncer no muy claro a mi entender. A partir de este episodio, Ana deberá acostumbrarse a vivir con frases del tipo:"ojalá te hubieras muerto vos y no tu hermano." Como ella nunca parece encontrar respuesta a este interrogante crucial de ¿PARA QUE ME QUIERE AL OTRO? pone en cada acto su cuerpo y su mente al servicio de esa búsqueda de manera tal que no pueda ir detectando los sutiles hilos de la telaraña en la que se entrampa, ni estar advertida de lo que la enlaza al Otro.
Silenciosamente, ella llora durante la entrevista, en diferentes momentos. R aúl no acusa registro de eso. Por medio del llanto trata de expresar procesos ligados a lo afectivo sin dejar sitio a las palabras. En otros momentos veo que alude a un permanente intento de sobreadaptarse a lo que el Otro desea, su madre, su marido, su hijo..."Míreme las manos...todo el día fregando...yo antes no era así...me da lo mismo como salgo...siempre limpia...eso sí..."No hay discurso catártico sino desafectividad en el relato de ambos.
"Vivo encerrada entre cuatro paredes...." Es así como entonces el exterior se convierte en un espacio sólo para acciones obligadas o necesitadas...las compras, el colegio...No sirve para tramitar deseos. "El no me lleva a ningún lado"se queja ella. "Salgo al café con los muchachos, no hago nada malo. Ella tiene que quedarse con el chico, para eso lo tuvo..."dice él.
Esto me permite entrar a interrogar sobre el lugar del niño en el deseo de los padres. Escucho "Yo no quería tener hijos, le dije que se lo sacara...no me hizo caso...no era el momento para tenerlo...Después claro que lo quise, y lo quiero...se parece a mi...es igual a cuando yo era chico."..Pregunto por qué decidieron ponerle Alberto. "Porque yo no quería que fuera un bis mío. Se lo puse por mi papá, a él le hubiera gustado" dice Raúl.
Retomo otros párrafos de la entrevista: "desde ese día (el de la huerta) " nunca más le puse la mano encima, pero que no me harte...","rompe los útiles, nunca tiene nada sano, nada le dura, nada cuida, siempre pide más de lo que se le da", " me pudre que siempre llore...". "Yo a su edad trabajaba, vendía diarios...dormía en el suelo porque no había espacio para mí, mis hermanos dormían de a dos (son 5 hermanos varones; no se visita con ninguno a pesar que de hay dos que viven a cinco cuadras aproximadamente).
No había espacio para él. Lo dice claro. ¿Hay espacio para Alberto?. A manera de profecía de autocumplimiento vamos a ver cómo el temor inconsciente de abandono frente a esta falta de lugar en el Otro que relata el esposo, reedita una pesadilla que puede convertirse en realidad. Ana intentó irse de la casa con el hijo casi enseguida de su nacimiento. El no lo permitió.El no soportaba que por "el chico " no lo atendiera a él. Ella no soportaba los gritos, los insultos.
Es así como el hombre violento no solo es victimario sino víctima de sus propias privaciones emocionales, de sus propias ausencias de ese lazo al Otro. Quizás otra persona en su lugar hubiera sufrido esto como sutiles exigencias emocionales que determinaran su sobreadaptación. Son sufrimientos que se traducen en nuevos circuitos de violencia.
El papá de Alberto agrega en un momento " Ya le dije que no soy de expresar mis sentimientos, pero si me hacen enojar...arde Troya, ahí sí que no me guardo nada. Largo lo que me viene. Hasta aquí lo que se escucha es pura hemorragia pulsional.
Atendiendo al pensamiento de Donald Dutton una sucesión de malas experiencias sociales y psicológicas de la primera infancia son la base de estas conductas, de manera tal que en la reiteración de su conducta violenta, en la esclavitud psicológica en la que el golpeador coloca al otro, trata de preservar su sentido de identidad de la única manera que ha aprendido; transformando su impotencia en omnipotencia.
Winnicott habla acerca de las tendencias positivas que las familias siembran en sus hijos cuando hay determinado grado de salud mental intrafamiliar, de manera tal que un sujeto logra su integración cuando puede sentir a sus padres como figuras confiables y disponibles. Es así que uno podría pensar que las tendencias antisociales de los golpeadores colocan a la familia como blanco de sus propios impulsos destructivos infantiles.
Me parece aquí importante rescatar lo que desde la psicopatología se denomina los dos tiempos de pasaje al acto, para intentar comprender como las parejas se complementan en estas relaciones tóxicas. Uno siempre se pregunta... Y si la trata tan mal... ¿Por qué no lo deja? ¿Por qué se quedan entonces las mujeres? Probablemente sea porque entre el amo y el esclavo se arma una dialéctica anudada con relación a los goces de cada uno y entonces el esclavo no es tan esclavo.
"Si yo no le pongo límites, descuida el hogar, es gastadora, me humilla permanentemente, no sabe ponerle límites a Alberto..." La rumiación parece no tener fin. Se retroalimenta dentro de un círculo vicioso en el que Raúl cae permanentemente. Sin embargo, a través de su relato aparece una dependencia encubierta con respecto a Ana. Surge casi misteriosa y tímidamente el relato de una brutal agresión física sufrida durante el segundo mes de embarazo, frente a lo cual Raúl siente vergüenza y donde se siente rechazado y avergonzado por lo que hizo. Fue en ese momento de arrepentimiento y (como en tantos otros con su hijo) donde se deshacen promesas de cambio o niega fervientemente esa representación intolerable de lo que hizo.
Hay un primer tiempo donde se va instalando un empobrecimiento subjetivo: el sujeto queda arrinconado por hechos o palabras de quien encarne al Otro primordial. Este tiempo no se ve venir, pero a manera de monstruo agazapado...va creciendo
Hay un segundo tiempo que es el acto en sí mismo: el golpe.
Si bien esta pareja recurre a un tipo de maltrato permanente psicológico y físico, siguiendo la clasificación que hace Dutton sobre los golpeadores, incluyo a Alberto dentro de lo que él denomina golpeadores cíclicos. A partir de allí él ubica en estos, dos fases;
Acumulación de tensión, malhumor, con miedo intenso a desintegrarse. Surge así la excitación aversiva: el sujeto está tenso, no puede relajarse, lo domina una fuerte molestia interna pero no sabe lo que le pasa. El lo llama marea roja.
Explosión con violencia física donde finalmente el sujeto pierde el control, lo invade el odio. Se interna en una espiral de violencia. Su acción finalmente lo libera de la excitación aversiva. La manera de aliviar esa tensión no tiene un tope inmediato porque los golpes son cada vez más rápidos y más violentos. Este autor habla de la "visión en túnel" donde el registro visual de lo que sucede es comparable con el mirar por un tubo: se recorta la realidad y enfoca lo que puede.
Otro dato interesante: Raúl le pide a su hijo que interceda ante Ana para que lo perdone por el "revoleo de pantalones y de ropa" que se relata más arriba. Este apelar a un recurso infantil podría significar la proyección de sus propias culpas temiendo que la relación con Ana finalmente se termine. Intenta retomar la búsqueda de su objeto infantil: la madre suficientemente buena de Winnicott, el adulto experimentado que debió dar respuesta a la necesidad del hijo, según Freud, el pecho gratificante y bueno de Melanie Klein, en definitiva apela a los sentimientos maternales de su esposa. Generalmente las esposas sucumben a estos ruegos y recomienza otra vez la fase de luna de miel, donde parece que todo lo anterior fue una terrible pesadilla que ha terminado para siempre, pero el violento no se contiene...
Ana Freud en este sentido, hablará de identificación con el agresor de manera tal que la única forma de salvarse de la destrucción es ver a través de los ojos del agresor, del que en última instancia tiene el poder. "Debo haber sido una mala madre para que a mi hijo le pase esto" se culpará Ana.
Una impotencia aprendida, vinculada a otros momentos de violencia, instala a los sujetos en el no reaccionar, no defenderse (en el caso particular de Ana jamás intenta defenderse o exponer lo que siente cuando la madre le dice que ojalá la muerta hubiera sido ella, o cuando Raúl la aniquila como mujer dueña de sus deseos).
Un niño golpeado en cualquiera de sus órdenes psicofísicos, debe ocultar sus sentimientos puesto que una mostración emocional de lo que el acto le imprime aumenta su sensación de vergüenza y de dolor. Necesita disociarse de lo que siente para soportarlo ya que parece ser que nada puede contra este superyo gigante que lo avasalla.
El golpe o insulto conlleva un mensaje: indiferencia y/o rechazo es lo que me inspirás.
Dutton habla de identidad difusa como aquella que es causada por un padre indiferente o ausente que maltrata y avergüenza permanentemente al hijo. Para un niño ser avergonzado como hijo es del terreno de lo siniestro ya que no solo lo desconfirma como persona sino como futuro hombre.
En el caso de Alberto, Raúl al elevar sus exigencias a un nivel cada vez mayor logra que el niño nunca alcance ni pueda disfrutar de los más mínimos logros porque permanentemente se los cambia. "Si lo llevo a pescar enrosca el hilo, pierde el anzuelo, si lo llevo a la fuente de la plaza rompe la hélice del barco, es macana tras macana..."
Este miedo al ridículo y esta vergüenza de lo que sucede intr afamiliarmente "sos un inútil, un tarado, nunca vas a tener nada" se recuerda por largo tiempo y así la víctima queda despojada de su propia dignidad.
Los niños que sufren estas acciones, como Alberto, no pueden discriminar qué es lo que han hecho mal, por lo tanto lo malo es él mismo y al ser tan malo es indigno de ser amado.
Algunos psiquiatras denominan asesinato del alma al mecanismo de defensa que utilizan algunos niños cuando recurriendo a la autohipnosis se cierran a toda emoción.
Hay un entretejido entre Eros y Tánatos que debe armarse para que haya un borde del cuerpo y que ese cuerpo no sea atravesado por el odio. Así la pulsión se vuelve contra uno mismo. El padre de Raúl tomaba alcohol sabiendo que ya tenía cirrosis, Raúl "come y fuma de todo, eso sí... beber no bebo"(tiene 45 años, pesa 118hg y es de una altura normal).
Los bordes pulsionales son los que marcan el límite entre el cuerpo y la palabra pero hay uno de ellos que no se cierra nunca: el oído, está siempre abierto a los insultos y a la descalificación del Otro.(como así también a todo lo benéfico de la voz).
A estos padres les es difícil aprender qué borde los habita en relación al aprendizaje.
Es importante destacar que la lectura de la violencia debe ser hecha desde lo individual, lo familiar, lo social y la salud mental.
El hombre para adaptarse a la cultura debe renunciar a sus pulsiones puramente narcisísticas. La función paterna falla cuando no hay metáfora posible. Este padre no está representando a la ley, es la ley. Si este padre no se priva de los excesos desfallece su función y aparece el síntoma del lado del niño.
Los padres de Alberto relatan los hechos de violencia física como algo que los emtrampa, pero no aluden ni ligan a la humillación, al desprecio, a la descalificación como un hecho de violencia psíquica que los comprometa.
¿Qué pasa cuando la sociedad se enfrenta a diferentes y sutiles modelos de violencia o cuando la cultura no brinda modelos suficientes para contener al sujeto en sus desbordes y frustraciones?.
Como la autogénesis no existe, la violencia familiar no puede ni pensarse ni explicarse desde un solo lugar. Esto nos lleva a sistematizar el enfoque desde tres factores:
1-Internos (de los que nos hemos ocupado)
2-Externos (del medio ambiente, de la neomodernidad, de la sociedad consumista que subsume al sujeto en un deseo sin fin, de la desocupación, etc.)
3-Históricos y culturales (de la sociedad patriarcal de la que venimos con un falso sentido de propiedad con respecto a la mujer y a los hijos, aunque el intento de cambio existe). En el caso de Ana aunque no hubiera realizado ningún acto de infidelidad... ya fue condenada.
Viéndolo así, podemos considerar a la violencia dentro de una dimensión individual (humillaciones, amenazas, desvalorizaciones, violencia sexual, robos.etc) o dentro de una dimensión social o grupal (supresión de libertad, de culto o de religión, invasión de intimidad, etc.). Pensándolo de esta manera el reduccionismo víctimas o victimarios... se complica. En todo caso, desde la psicopedagogía yo diría víctimas de sus propias matrices de aprendizaje. Matrices que implican la asimilación y la acomodación al concepto de no confíes en los demás de manera tal que la culminación sea la adaptación en sus versiones sobre o sub. Matrices que incluyen modos de relación evitativos, ambivalentes, independientes, dependientes etc. Me detengo un segundo acá: cuando el hijo es separado de la madre antes de que éste posea una representación interna de ella, como objeto total, es posible que esa dependencia no haya sido tramitada como corresponde por falta de una madre que lo ayudara a tolerar esa separación o por el contrario lo invadió tanto que se la inhibió, careciendo así de la fortaleza emocional que le permite acceder a un independencia y autonomía. Amenaza de absorción y distancia abismal de abandono son los puntos en los que el golpeador queda coagulado. Conflictos de acercamiento y separación por escasa tolerancia a la soledad o por fuerte lazo de dependencia son dos maneras de decir lo mismo y nunca seré lo suficientemente reiterativa al respecto. La inestabilidad del objeto causa terror, pánico frente a la desintegración que amenaza con destruir al sujeto.
Los vínculos psicológicos que la familia debe brindar tienen la función de cubrir las necesidades afectivas y la transmisión de roles sexuales que apunten al logro de la identidad personal. En toda matriz de aprendizaje esto está implícito. Se instalan en ella normas, valores, creencias, mitos, mecanismos de defensa, atravesamiento del Edipo, del narcisismo. Todo ello da cuenta de un estilo familiar propio de cada familia en cada momento evolutivo. Ello nos remite a considerar el deseo de saber que sustenta todo esto. Qué hacer para ganar y qué hacer para perder en la familia, en la vida. El niño aprende así el espacio psíquico inconsciente que le es propio a su familia y que le permite instalarse en la sociedad con sus propias marcas desde lo intrapsíquico, desde lo interpersonal.
A manera de cierre quiero detenerme un instante sobre este punto: ¿qué pasa con el psiquismo, y con la familia cuando la única preocupación es necesariamente la subsistencia? . Cuando el padre proveedor del sustento familiar fracasa en esa función debido al desempleo, a la subocupación, o al cierre de su fuente de ingresos (como en el caso de Raúl) la violencia social que se esconde detrás del hacinamiento, la desnutrición, la desigualdad de oportunidades en salud y educación, lesiona su identidad personal, se vuelve vulnerable y busca por todos los medios posibles revalorizar su autoestima. Hecho que lo puede llevar a buscar la salida a través de la violencia. Algo de lo que todos en algún momento escuchamos.
No haré referencia en esta clase a lo que incumbe a Alberto en su aprender, puesto que hoy nos ocupamos de los padres violentos. Lo dejo pendiente para su posterior articulación.
Como es mi costumbre y además parte de mi propio placer, les dejo un fragmento del cuento extraído de "Cuentos para pensar" del Dr. Jorge Bucay (3) titulado Juan Sinpiernas.
El relato refiere a un leñador que pierde sus piernas en un accidente causado por el desconocimiento en el uso de la sierra eléctrica, mientras cortaba los árboles. Como le es imposible recuperarse psíquicamente de este hecho, es derivado a psiquiatría. Una vez allí el médico vuelca toda su labor a lo real de la pérdida, hay un duelo que debe ser hecho por esa pérdida, pero el paciente no acusa recibo de ello y solo se queja de que sus amigos lo han abandonado y ya no puede bailar, ni nadar ni correr. El Doctor insiste en poner el acento en el cuerpo y él en lo social del hecho. La discusión se prolonga, el enfermo apela a otro argumento, ya que gracias a que aprendió a usar maravillosamente bien la silla de ruedas, todo eso lo puede seguir haciendo... pero falta el rasgo humano que lo liga al placer del hacer.
El psiquiatra hace una nueva intervención, Juan, el enfermo debe entender que sus viejos amigos ya no son sus pares, razón por lo cual deberá invertir todas sus energías "en fabricar nuevas relaciones con sus pares". Algo que Juan se fue repitiendo para sí mismo muchas veces para no olvidarlo.
Al llegar a su casa alista su sierra eléctrica con el objeto de mutilar las piernas de algunos de sus amig os y "fabricarse así... algunos pares".
Creo que el cuento merece distintas interpretaciones sobre lo que hemos venido desarrollando, ¿ustedes que creen?.
No quiero terminar esta clase sin disculparme por la excesiva demora en la entrega de la misma.¿ O quizás fue un deseo de dejarlos con ganas de ...
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
- El golpeador- Donald Dutton-S.Golant-Ed.Paidós- 1997
- El impacto de la violencia- Hospital José T.Borda- Ed.Letra Viva- 1999
- Cuentos para pensar- Dr.Jorge Bucay-Ed. Nuevo Extremo 1999-