Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoMundo
Seminario
Los nombres del padre
http://wwww.edupsi.com/ndp
ndp@edupsi.com

Organizado por : PsicoMundo

Dictado por : Lic. Alfredo Eidelsztein


Clase 6: Relación del padre y el deseo

Transferir clase en archivo .doc de Word para Windows


Estatuto del padre – Deseo, demanda y goce del Otro – Relación sujeto – Otro – Objeto a – objeto de amor – La voz y la función del nombre – Superyó - Padre y posición del analista –

Hoy vamos a concluir con la última clase del Seminario X, acerca de cómo construye Lacan la cuestión de los distintos tipos de deseo y de objeto; y ahí le vamos a dar entrada a la cuestión del padre como ya está planteada en Freud. Luego, vamos a trabajar estas dos últimas páginas de la clase 25 del Seminario X sobre el padre y el analista. La cuestión del padre como papá, como persona o cualquier otra persona que cumpla el rol de lo que en la sociedad llamamos el papá, con una preescisión respecto del deseo y el valor del deseo del padre en la historia del deseo en cada sujeto. Y luego, una preescisión sobre el deseo del analista y la posición del analista también como la persona de carne y hueso y su historia, la historia de vida del analista.

¿Hay preguntas sobre la reunión anterior o las anteriores? ¿Cuestiones que quieran plantear sobre lo que vimos?

Intervención: Yo te quería preguntar: en el grafo de la otra vez, las líneas horizontales y verticales, ¿qué representan?

No es un grafo porque no hay elementos conectados por vectores, no es esa lógica la que está en juego. Podría ser un grafo lineal, hay grafos lineales. Pero mi impresión, es que no se trata de nodos y los vectores que los unen. De hecho, Lacan no lo llama así. Por otra parte, Lacan no dice qué valor darle a esa línea. Más aún, las horizontales son puestas por mí, en Lacan no están. Me parece que no están escritas, pero están sumamente indicadas por el texto. Hoy, voy a profundizar bastante en el desarrollo de sus lógicas. Eso en cuanto a lo que tenemos de texto: las líneas horizontales no están y Lacan no dice que es eso. Parecería que es tan sólo un esquema que Lacan escribe en la pizarra. Es un esquema que tiene las virtudes que propuse la vez pasada: primero, quiebra la idea de evolución progresiva y lineal de lo oral, anal, uretral, genital, amor adulto, que era la forma de concebir estas problemáticas hasta él. Esta línea que él hace:

Uno podría partirla y escribirla así:

Con lo cual, uno podría empezar a pensar que en la tradicional forma de concebir estos problemas, esto ya inscribe un ida y vuelta. Por otra parte, ustedes recuerdan que yo les propuse que también nos va a dar la chance de cerrarlo en forma circula y con esto se quebraba la idea de una dialéctica progresiva lineal.

Mi impresión es que no es nada más que una forma de complementar, con un esquema, una lógica que Lacan está presentando. En el texto propone que estas son las correlaciones (líneas punteadas del siguiente esquema) y que este es el punto de inflexión (señalado en rojo):

Pero, más datos no tenemos. Nunca dice qué es esto, tampoco dice que esto cierra, tampoco dice que rectifica la línea del tiempo. Si uno lo lee en el contexto de la propuesta de la enseñanza de Lacan en general, mi impresión es que no cabe duda que lo que él está haciendo es un ida y vuelta. Indicaciones de él no hay más y habrán visto que los autores, en general, los comentaristas, tienden a preguntar lo que se acaba de preguntar. Hay una cierta preponderancia a quedarse con el contenido del decir más armado con las palabras propias del psicoanálisis y las frases más comunes del psicoanálisis. En general, nos perdemos de preguntarnos la cosa más gruesa, que es ¿cuál es la superficie que está sosteniendo el argumento? Más no tengo para responder. Mi impresión es que es una forma de inscribir un recorrido que tiene la virtud de proponernos, aunque no parezca, un ida y vuelta. Se podría decir que se va de abajo para arriba y de arriba para abajo, especialmente, si lo fálico inscribe un punto de inflexión. No funciona como una tercera etapa cronológica progresiva. De ser así, se disuelve toda la historieta del Edipo entre los tres y los cinco años. Creo que la estructura circular disuelve cualquier idea que uno pueda tener respecto del Edipo a los tres o a los cinco años. Porque la vía de retorno te daría los seis o los siete años que te quedaría equiparado con el nacimiento. La modalidad del argumento, elegida por Lacan, directamente despeja ese problema. Pero como es la modalidad del argumento y no explícitamente lo que Lacan hace, para muchos lectores que no están dispuestos a hacerlo, no se produce la consecuencia. No se lo lee como una crítica al complejo de Edipo que sucede entre los tres y los cinco años, porque Lacan no dice: "Con esto, explícitamente quiero criticar a Freud porque, para mí, no es cierto que el Edipo sea algo que suceda en la vida de las personas entre los tres y los cinco años". Como no lo dice y nosotros no estamos muy disponibles a esa crítica respecto de Freud, la posición de los psicoanalistas es no criticar a Freud, especialmente a partir de su muerte, sucede que queda toda la teoría llena de parches, elementos entre sí contradictorios y emparchados. Pero, lo que sí dice Lacan es que la metáfora paterna opera, o no opera, desde el origen. Con lo cual, en este sistema hay que poner al Nombre-del-Padre desde el origen. Con Freud también, la identificación primaria es al padre. Si ponemos lo oral en la primera posición del esquema y al padre en la quinta, como dice Lacan, uno puede decir: "¡Espectacular! Se escribe mejor Freud así". Se acuerdan el argumento freudiano: antes de toda relación de objeto, el niño incorpora un rasgo del padre. Y la pregunta que uno siempre se hace es: ¿qué estatuto tiene el padre? En relación al niño, antes que para el niño advenga una relación con la mamá. ¿Qué sería el padre antes de la relación con la mamá? Es decir, en nuestra imaginería de la psicología infantil, ¿qué sería el padre antes de la lactancia? Para nosotros no existe, como tampoco existe la mamá. No existe nadie. Con lo cual, el problema que nos planteaba el argumento freudiano era: ¿cómo podía ser que se identifique al padre? ¿Qué es un padre? ¿Por qué no a la mamá? ¿Por qué Freud no hace referencia a un rasgo del otro que lo cuida? Aquí se empiezan a resolver los problemas, con este tipo de lógica. Pero lo que pasa es que es una lógica que no nos permite ya escribir: nacimiento, seis meses, año y medio, tres años en línea del tiempo. Esto no lo podemos hacer más. Esto ya no nos permite escribir así. Es decir, ganamos lógica y perdimos una dimensión. Me lamento de perderla, yo no estoy contentísimo de perderla, ojalá pudiésemos seguir sosteniendo una buena lógica y poder dar cuenta así de cómo funcionan las cosas. Pero esta aproximación, que es la estructural, nos hace perder este tipo de argumentación. Es la consecuencia de ese planteo. Hay una ganancia, hay una pérdida. Ustedes sabrán si conviene. Porque como no hay otra forma de verificación en ciencias sociales que la práctica, ustedes verán cuál es más potente: si el acceso estructural que pierde la evolución histórica o los accesos vía evolución histórica. No hay forma de garantizar cuál es la mejor vía.

Voy a retomar el argumento, voy a empezar con el destete y a partir de allí voy a intentar, lo más rápido posible, poder concluir y hacer todo el recorrido para llegar al padre. Preguntarnos, qué hace el padre allí por primera vez. Quería trabajar con ustedes las últimas dos páginas, las últimas palabras, que Lacan dio sobre la cuestión de la angustia en su Seminario, porque ahí aparece una teoría del padre. Ya se habrán dado cuenta que salteé, de nuestra propuesta de trabajo original, la metáfora paterna del Seminario V y VI y la elaboración de El padre humillado de la tragedia de Claudel. Les había propuesto seguir a Lacan y lo salteé porque sino no vamos a llegar a poder revisar un mínimo conjunto de los argumentos en torno a los Nombres del Padre.

La propuesta de Lacan, desde el origen mismo del argumento, que es comenzar con el destete, es plantear como elementos originarios de análisis los mínimos posibles y no meter hipótesis agregadas innecesarias. Por ejemplo: el niño desea sexualmente a la madre. ¿Eso cómo se verifica? No se verifica. Es una hipótesis que introduce Freud que para él es tan obvio que ni siquiera dice que es una hipótesis, para él es un hecho observable, obvio. Lacan va a intentar no trabajar con eso. Va a intentar trabajar con aquellos elementos mínimos con lo que de seguro contamos y que no requieran ninguna función mítica. Con lo cual, para el destete, con lo que vamos a contar es con el niño recién nacido. Les voy a proponer agregar dos elementos: su llanto y la condición social humana mínima que es la presencia de alguien encargado de la crianza. Entonces, la primera entrada del desarrollo lógico que Lacan propone es absolutamente inversa, radicalmente inversa, a la la de Freud. Para Freud, el niño desea incorporar en sí al pecho. Más aún, para Freud opera una época en la que efectivamente el pecho constituye parte de sí. Es lo que ustedes conocen como Yo purificado de placer. Todo lo que me da placer participa de mí, todo lo que me causa displacer es expulsado afuera (la ausstossung hacia lo real). El seno materno es parte de mí. Pero es parte de mí en la misma medida en que yo lo incorporo porque me produce placer. La propuesta intelectual que Lacan va a hacer al respecto es la contraria. Lacan va a decir que el niño tiene un deseo de destete. Justo lo contrario. No sé cómo puede haber una contrariedad tan flagrante entre Freud y Lacan, y que nosotros nos hayamos dedicado tantas décadas a reprimirla.

Ahora, ¿por qué el deseo de destete? Les proponía trabajar de tal manera que no fuese un axioma introducido por Lacan sacado de la galera. Un mito. Entonces les voy a proponer que lo sigamos a él concibiendo al deseo como emergiendo más allá de la demanda. Y en realidad, para advenir como tal, tiene que implicar una transformación de la demanda.

Este es un límite cualquiera:

Supongan que yo vengo con una banda de papel y que me encuentro con el límite:

Si yo atraviese el límite, ya estoy más allá del límite:

Pero no tengo verificado, así como lo he escrito, que ha habido transformación de lo que estaba a la izquierda del límite a lo que estaba a la derecha del límite. Con lo cual, Lacan plantea que el deseo es un más allá de la demanda. Pero entiendan, que con ese más allá hace falta escribir algún tipo de transformación porque sino no lo es. Sería una demanda que atravesó cierto límite. A ustedes les pueda pasar: Supongan que alguien les hace un pedido, la demanda adquiera la forma de un pedido, y pide y pide hasta que rompió los pies. Entonces, ustedes le dicen a esa persona: "Ya me rompiste los pies con tanta demanda". Con lo cual, ¿Qué se puede decir? Que esa demanda atravesó un límite. El límite de los pies de uno, lo que uno es capaz de aguantar. Pero, por atravesar ese límite, ¿dejó de ser demanda? No está inscripto que sí. Para una representación de las que a mí me gustan, podríamos hacer así:

Ha hecho como una torsión moebiana. Ahora sí tenemos algo que ha atravesado cierto límite, pero en el proceso de atravesar ese límite se ha transformado. En este caso se ha invertido: lo que era AB pasa a ser BA; se invierte el sentido. Lacan está proponiendo trabajar el advenimiento del deseo en el mundo humano partiendo de los datos mínimos con los que podemos contar seguro, sin introducir ningún mito psicoanalítico, que son: un niño que nace y llora, alguna persona que se encarga de su crianza y una dialéctica humana inscripta como demanda. El niño y ese otro participan de un mundo humano donde hay palabra y entonces vínculos entre las personas sostenidos por las modalidades de esas palabras.

Lacan dice que no es cierto que el adulto destete al niño, sino que el niño desea destetarse. El niño se desteta, se separa, se desprende del seno. En el nivel argumentativo en el que estamos, no veo ningún inconveniente en que hagamos un análisis de lo que en ciencias sociales tiende a ser llamado fenomenológico. ¿Qué de los bebés recién nacidos, efectivamente, tiene que ver con todo esto? Nos preguntamos: ¿Es cierto que los chicos quieren destetarse? ¿O es como dice Freud que los chicos padecen pasivamente la privación causada por el destete inducido por la cultura? Privación, frustración, agresión. Si por esta privación el niño se siente frustrado, entonces no quería eso. Mi impresión es que no es cierto, no se verifica que haya deseo de separación. Mi impresión es que se verifica que en los niños hay aceptación gustosa del seno alimenticio provisto por el otro y también rechazo. No sé si ustedes estuvieron en contacto con algún niño lactante. ¿Era Winnicott el que decía que el ‘sí’ era consecuencia de la reacción instintiva de mover la cabeza al estímulo de costado que realiza el niño cuando va a la búsqueda? No digo que eso no exista. Lo que digo es que nos quedemos con lo más llamativo y son los gestos, regularmente observables, del niño rechazando el alimento. Me da la impresión, que el problema que tenemos ahí es cómo lo explicamos. Un niño que tiene hambre, su madre con el olor que él conoce le ofrece el seno con la leche y el niño lo agarra. Se acabó la experiencia. No hay pregunta, no hay nada. Es como cuando en matemática uno se encuentra con un caso trivial, no se puede hacer nada. El problema son los casos de rechazo. No los niños que se caracterizan por convertirse en casos de rechazo. Si no, lo que se observa en todo niño cuando rechaza. No sé si lo habrán visto. Las madres empiezan a decir: "No, lo que pasa es que estaba pasado de hambre." ¿Por qué el niño no toma el pecho? Vos le das puré de calabaza, todo bien. Igual vos no te olvidás la primera reacción del niño al puré de calabaza, ¿no? Esa carita de asco que pone. ¿Por qué después no toma el pecho? Digo, no va con el Yo purificado de placer de Freud. Para Freud toda esta dialéctica se mueve con que hay un deseo que quiere y que la cultura te quita. El malestar en la cultura. Lo primero que te se le quita, a los seres humanos mamíferos, es el pecho. Primera gran pérdida que te deja ya privado de una parte de sí. Lo que Lacan dice es: Se observa en los niños, más allá de cualquier principio cultural, que el niño en muchos de sus gestos rechaza el pecho, no lo toma, quita la cabeza, cierra la boca. Es cuando Lacan empieza observar lo llamativo- entiendan que es a donde el psicoanalista va a mirar, nosotros entramos donde la cosa no va- lo que él denomina como anorexia, la anorexia mental. Que adviene en la etapa oral. Lacan dice que, llamativamente, en la crianza de los niños se observa, en algunos con más fiereza, en otros con menos, en algunos regularmente a la hora de las brujas -a las siete de la tarde-, en otros a la mitad de la noche, en otros a la mañana, en otros solamente en un período, un momento en donde el niño rechaza el pecho. Y Lacan dice que lo que adviene, para ser observado por el psicoanalista y registrado como primer movimiento, es ese rechazo del pecho. Porque en el caso en el que, el niño hambriento, tome el pecho no hay problema. Un niño está hambriento, le dan el pecho y lo toma. Lo increíble es que se verifica regularmente, con una vez alcanza. Con un sueño es suficiente para decir que hay inconsciente. No hace falta que el paciente sueñe durante los años de análisis todas las semanas un sueño. Lo que Lacan propone es que ese rechazo es el esbozo del advenimiento del deseo. El deseo que él va a llamar deseo de separación o deseo de destete. Pueden poner en lo oral una modalidad, pero todavía entre comillas, de deseo que es deseo de destete, deseo de separación o deseo de desprendimiento.

¿Cuál es su lógica? Lacan va a proponer que el niño llora, ese llanto convoca al adulto encargado de su crianza que entra a la escena mediante un: "Déjate alimentar". Podríamos reducirlo un poquito más y decir un: "Tómalo". Entonces, el deseo no tiene otro margen de advenimiento que decir que no a esa demanda. Con lo cual, observen que la inversión que les propongo, necesariamente, tiene que ser un "no". El deseo no puede advenir de otra manera si es un más allá de la demanda. La única que hay es: "Tómalo". ¿Vieron las mamás metiéndole la teta en la boca del bebé? Y, a veces, no sé si lo habrán visto, la manito de la mamá que maneja la cara del bebé tiene cierta fuerza.

Sin agregar ningún mito explicativo psicoanalítico, ¿cuál sería la posibilidad de margen desiderativo aquí? El deseo es un más allá de la demanda que implica cierta, por más mínima que sea, transformación. Para Lacan, el advenimiento del deseo tiene que ser con un "no". O sea: "Tómalo", "No". Un rechazo del seno materno. Es claro que quizás no sea inicial, el día del nacimiento, pero cuando ya el chico coordina el movimiento de su cabeza, o la capacidad para cerrar su boca o seguir llorando, etc.

Si esto es así, si tenemos llanto del niño, no es nada, no se inscribe, no es humano todavía. El asunto es que ha despertado una reacción del otro como si el llanto hubiese sido demanda. El otro que está encargado de la crianza, responde al llanto como si fuese demanda. Pero toda esa tramitación es del otro, no es del niño. Para el niño su llanto no es demanda. ¿Me siguen en esta psicología infantil? El primer advenimiento de la demanda es cuando viene el otro y le enchufa un ‘tetazo’, imagínense el pobre bebé, y ¡bum! "Tómalo", se lo mete en la boca.

De pronto, cada tanto, aparece esa teta en la boca. Para Lacan el primer advenimiento del deseo es decirle que no a eso. El problema es que el seno, así planteado, no constituye el objeto a. No tiene el requerimiento mínimo para convertirse en objeto a. Lacan dice en la última clase del Seminario X:

"Pero el seno no es propiamente hablando objeto a ya que le falta su plena relación, lazo, al Otro"

Aún no está enlazado al Otro ese pecho porque aún el niño no ha convocado al Otro. Y así Lacan dice que, efectivamente, Winnicott tenía razón al poner a trabajar a esta altura, la designación objeto transicional. El objeto oral es transicional entre el objeto de la necesidad y el objeto a. No es objeto de la necesidad y no es aún, cabalmente, objeto a, según la teoría de Lacan. Ese sería el primer movimiento.

En el segundo, en el nivel anal, para Lacan sí aparece cabalmente el objeto a. En el nivel anal es función del objeto a. Les leo la cita de Lacan y después la pensamos juntos:

"Función del objeto a: ‘subjetivación’, aquello en lo cual y por lo cual el sujeto es requerido ante todo por el Otro a manifestarse como sujeto, como sujeto de pleno derecho."

Tenemos aquí que, de vuelta, la demanda es una demanda que parte del otro, que para el caso de la analidad es: "Entrega tu producto". Podríamos decir: "Dalo". Entonces, si teníamos en el primer nivel un deseo de rechazo, aquí nos vamos a encontrar, si la demanda es "Dalo", y hace falta una inversión respecto al "Dalo", vamos a tener un deseo de retener. Nada vinculado al goce del recto y del ano. No es por la satisfacción que el bolo fecal produce en el recto. No hacemos entrar esa categoría. Lo seguimos trabajando en la relación sujeto-Otro, Demanda-deseo. Nada más. El objeto a advendrá como un producto de esa dialéctica. Y no agregamos ninguna otra condición.

Ahora, ¿por qué esta demanda, la demanda vinculada al control de esfínteres, es una demanda hecha al sujeto como sujeto?, ¿Por qué implica manifestarse como sujeto? Si enseñaron a controlar esfínteres a algún niño, o vieron como se hace, habrán visto que no es sencillamente "Dalo". En realidad, "Dalo" es ridículo. Es como decirle a alguien: "Cagá". En el mundo humano las cosas ridículas se realizan igual. No digo que no exista la escena donde alguien diga graciosamente: "Cagá". No digo que eso no suceda, lo que digo es que la enseñanza de control de esfínteres no funciona así. ¿Cómo funciona? Piensen en una mamá con su niñito.

Intervención: En donde sí y en donde no.

¿Así se le enseña? ¿Vas al baño y le decís: "Acá cagas" y vas al comedor y le decís: "Acá no cagas"?

Intervención: La madre se lo pide.

¿Pero es la única condición?, ¿Cuál es la otra? El niño tiene que decir cuándo. Ese es el asunto. "Dámelo cuando tú tengas necesidad". Porque el control de esfínteres, ¿qué es? Regular la necesidad a la vida social. Estás en el colectivo, acabás de subir, pagaste el boleto, es medio tarde y el nene te dice: "¡Ay! Tengo ganas de ir al baño". ¿Uno que le dice? "Me hubieses avisado antes". Los niños, en general, son tan tontos como los adultos y no dicen nada. Pero hubiese sido muy simpático si el niño dice: "Pero yo ahora tengo ganas, antes no tenía". En general, los niños son tan buenos que la dejan pasar, no nos hacen esa chanza. Porque en realidad, lo que se intenta hacer es una economía, pero es una economía que necesita inscribir la "necesidad". Es una demanda pero no es una demanda que se pueda saltear, se le está demandando algo a alguien en función del otro, pero que requiere de ese alguien que haga un procesamiento interno vinculado a esa demanda, que con el hambre no se puede hacer. ¿Le dirían a alguien: "No tengas hambre"? Es ridículo. A nivel oral esto no puede advenir. Observen ustedes que es la entrada a la dialéctica a la demanda del Otro, el comienzo. No así el llanto como era en el primer movimiento. Directamente es la entrada del Otro. No hay límite para esto. Depende siempre de los padres, de los adultos encargados de la crianza, ver cuál es el buen momento. Porque habrá niños que dejan de pillarse a la noche, pero no por eso son niños que demandan el control de esfínteres de sí. El control de esfínteres es una demanda del Otro, pero es una demanda subjetivizante porque es: "Tienes que darlo cuando advenga en vos las ganas". Hay que regular, entonces, el darlo y las ganas. Lacan dice que la inversión del deseo va a ser un deseo de retener. Es decir, que del lado izquierdo ya se produce otra nueva inversión. No sé si la vieron:

¿Ven cómo se produce la inversión? Porque es una lógica dialéctica, entonces en cada paso, vamos a ir viendo, que se produce una inversión. No solo se produce una inversión de la demanda para que advenga el deseo, sino que en cada paso se tiene que producir una inversión. Si no se produjese esa inversión, ¿qué habría de paso? Si esto fuese así:

Sería una continuidad absoluta. No tendríamos oportunidad de marcar los cortes. El corte es, entonces, cuando adviene la inversión entre el deseo de expulsar al deseo de retener.

Dado que es requerido el registro subjetivo, Lacan propone:

"Tiene que dar lo que es, esa entrada de lo que él es como sujeto no puede ser sino como resto, como irreductible resto en relación al sello Simbólico".

Entonces, lo que Lacan va a proponer es que la demanda del control de esfínteres es una demanda que hace a un requerimiento al registro subjetivo. Y entonces, eso que se le pide al niño que entregue, en la demanda del Otro no está el contenido de: "Entrégame eso que eres tú". Eso no está, aunque la madre le diga: "Eres una mierda". No tiene nada que ver. ¿Cómo le decían a Barreda?

Intervención: "Conchita".

Supongan que una madre llama a su hijo (debe estar lleno de madres así): "¿A ver ‘mierdita’? Hacé caca, mierdita." ¿No puede suceder que haya una madre que diga así? Pero no tiene que ver con esto, no es con el contenido de la demanda, por la forma de decir caca. Porque siempre se confunde la dimensión de resto, con la que se trabaja a nivel anal en la teoría de Lacan, con la designación de "mierda" como basura, lo execrable en el mundo humano. No se trata del contenido de designación. De hecho, les advierto, que para los niños la caca es lo más maravilloso que hay. Así que no es en esa dimensión. Lo que Lacan está diciendo es que la demanda del control de esfínteres es una demanda que exige que el niño de algo que implica la condición subjetiva. Lo que Lacan propone es que, como el niño a nivel Simbólico ya se encontró con el efecto del sello Simbólico, se va a producir la equiparación entre lo que el niño es como consecuencia del sello Simbólico a ese resto y que vale como tal porque lo inscribe a él en la demanda del Otro. Se articula que el niño ya está enfrentado al efecto del sello Simbólico. ¿Cuál es el efecto que deja el sello Simbólico? Que hay un resto, si ustedes quieren, en el pasaje del nene a yo. Vieron que muchas veces coincide la etapa del control de esfínteres con el pasaje de esta designación. Es decir, el niño se designa a sí mismo en tercera persona y luego lo hace en primera persona. Un niño aprendiendo a controlar esfínteres, puede decirle a la mamá: "El nene quiere caca". Piensen ustedes en el pasaje de "el nene" a "yo". "Mami quiero caca". El problema es que nosotros, en castellano la dialéctica se nos disuelve un poquito porque, la buena forma de hablar en castellano, hace no presentar los pronombres personales. El nene le dice a la mamá: "Quiero caca", no le dice: "Yo quiero caca", pero lo que está en juego es el "yo". Lo que pasa en el decir, en la forma coloquial, tiende a no decirse. ¿Por qué? Porque cuando el niño se empieza a designarse como "yo", él ya ha inscripto una pérdida de sí. Porque cuando él se designa "yo" y sus congéneres se designan "yo", él se da cuenta que "yo" no es cabalmente él. Porque si "yo" fuese cabalmente él, ningún otro niño podría llamarse "yo" también. No por nada es lo último que se aprende del sistema básico de toda lengua con pronombres personales. Se acuerdan que el artículo de Jakobson dice que lo último que se aprende es lo primero que se pierde. Justamente, porque es el elemento Simbólico por excelencia. Si ustedes lo quieren ver de otra manera –a mí me parece que esta es la mejor manera- piénsenlo en la fórmula de Lacan: El niño se dé cuenta de su propia cuenta. Mamá y papá tuvieron tres hijos, pero yo tengo dos hermanos: Carlos, Roberto y yo. Cuando adviene el "y yo", el "yo" implica una pérdida. En la designación más estricta que yo hago de mí, hay una pérdida. ¿Entienden la pérdida? Que categóricamente lo que me designa, ya no lo hace plenamente. No pierdan de vista que toda persona humana hablante se designa como "yo". No hay nada que sea menos "yo" para mí mismo que lo que "yo" me puede dar. ¿Ven el resto de la inclusión del niño en el mundo Simbólico? Lacan dice que se articula su condición de resto, cuando adviene plenamente en el mundo Simbólico. Piénsenlo como "yo", a lo que se le exige que entregue, como "Dalo", como demanda –que no es la misma demanda que: "Déjate alimentar"- que es "Dalo cuando necesites". Lacan, propone que el resto de lo Simbólico se articula a ese objeto que se le exige al niño que entregue como registro subjetivo. Son dos dimensiones del registro subjetivo a pérdida. La primera por la demanda del Otro y la segunda por un hecho del lenguaje. Con lo que, ese objeto, el objeto anal, pasa a ser un representante cabal del resto de la pérdida del mundo Simbólico.

"Tiene que dar lo que es, esa entrada de lo que él es como sujeto no puede ser sino como resto, como irreductible resto en relación al sello Simbólico."

Y para que ustedes tengan la fórmula del deseo que estoy utilizando todo el tiempo, aquí en la clase del Seminario X, la número 25 que es la que estoy comentando, Lacan agrega:

"El deseo se vuelve contra la función que introduce al objeto a como tal."

Es esa inversión que les proponía. La única forma que el deseo puede advenir es en contrariedad con aquello que lo introduce. Con lo cual nos encontramos con:

"El deseo de retener. Deseo en tanto que determinado por el primer objeto característicamente cesible."

Según Lacan, la dimensión más elemental y la primera que caracteriza al objeto en el mundo humano como objeto a es que sea un objeto cesible. Algo que participa de la demanda del Otro y que el sujeto entrega de sí. Una cita para que lo escuchen bien:

"Resto precario y sin duda entregado, porque soy para siempre el objeto cesible..."

Para Lacan queda fijado que el ser del sujeto, va a coincidir con ese resto. Y ese resto se caracteriza no por su condición de "mierda" sino por cesible. ¿Entienden lo que quiere decir cesible? Que participa de la dialéctica intersubjetiva entre: demanda, deseo o goce del Otro en el que uno queda inscripto en el mundo humano.

"Resto precario y sin duda entregado, porque soy para siempre el objeto cesible, como hoy en día cualquiera sabe: el objeto de intercambio. Y ese objeto es el principio que me hace desear, que me hace deseante de una falta que no es una falta del sujeto, sino un no presentarse hecho al goce que se sitúa en el nivel del Otro."

Aquí Lacan plantea, directamente, la cuestión del goce del Otro. Nosotros lo vamos a dejar planteado para articular. Pero, entonces, lo primero, se trata de que lo que soy –mi condición de ser- pasa por resto. Hay una maniobra que deja un resto. Ese resto es operable, tiene estatuto de objeto. Lacan va a proponer que hagamos coincidir, en esta concepción, el resto de mí que no entra en lo Simbólico. Podríamos escribirlo así:

Lo que yo soy, menos lo que me designa como "yo", Lacan dice: Queda un resto. Hay un resto de esta operatoria. Lo que yo soy puede ser cualquier cosa, "x":

Lacan dice que es el objeto a si participa de una relación al Otro. Si no participa de una relación al Otro, no. Con lo cual, tiene que ser el resto que me toma a mí en relación a "x" función implicando al Otro. Recuerden la cita:

"Resto precario y sin duda entregado, porque soy para siempre el objeto cesible... "

Cesible en función del Otro, no lo que cae de mí. Muchas veces se presenta este esquema cerrado como suficiente:

Y es la metáfora que muchos utilizan del Seminario X: la tripa carnal. Es aquello que de la carne, no atraviesa pleno el campo Simbólico. El significante mata la cosa. Lo que queda muerto como resto es el objeto a. ¡No! No alcanza eso. Este resto solamente tiende a ser objeto a cuando también aparece algo de la índole de la demanda del Otro [D(A)], del deseo del Otro [d(A)] o del goce del Otro [j(A)].

Si no hay inscripción de estas funcionas hay mero resto, puro resto. Y no todo resto es objeto a. Podríamos pensar, por ejemplo, en un paciente psicótico, esquizofrénico, con un deterioro de varios años de desarrollo que uno lo ve tirado en el banco de la placita del hospital, de los pabellones, o tirado en la cama; uno podría poner a trabajar, por qué no, que ese "tirado ahí"... ¿Se acuerdan que para Schreber Dios se lo iba a c... y tirar como una porquería? Era el primer momento del delirio cuando era persecutorio, luego lo iba a convertir en la mujer de Dios y el origen de la especie shreberiana. Ahí ya es otra posición la del delirio. Pero uno podría decir: "He ahí alguien en posición de resto", "He ahí alguien en posición de objeto a", ¡No! No alcanza el análisis de la escena, así como lo he dicho, para que se pueda decir que es objeto a. ¿Por qué no es objeto a? Porque no está inscripto en el campo del Otro. Otra cosa es la histérica que hay en la ronda del hospital de día, cuando se hace la asamblea, se desmaya en los brazos de alguien. Ahí sí figura un resto, ese desmayo, esa carne desmayada, pero que calcula bien sobre quién se va a caer y cae en los brazos de ese. Ahí se figura bien objeto a. Porque tienen algo de la índole de un resto de sí, el cuerpo desmayado de la histérica lo describiría bien, más una función que inscriba algo de una función de una instancia del Otro. Sigo leyendo:

"...el objeto de intercambio. Y ese objeto es el principio que me hace desear, que me hace deseante de una falta que no es una falta del sujeto..."

No alcanza para el objeto a con que algo falta de mí para mí.

"... sino un no presentarse hecho al goce que se sitúa en el nivel del Otro. Es por esto que toda función del a no se refiere sino a esa abertura central que separa a nivel sexual el deseo del lugar del goce."

Y ahí Lacan nos propone, ahora lo vamos a analizar, una forma para el goce prometido al deseo y una forma del deseo que es ir al encuentro del goce. Observen que son fórmulas de deseo y de goce que son impensables una sin la otra. No hay goce sin deseo ni deseo sin goce. Lo digo para todos aquellos que a esta altura estén pensando estas nociones, porque no se podría hablar, por ejemplo, del advenimiento de un goce. Porque si es goce, como dice Lacan, está prometido a un deseo.

Intervención: Pero sí se podría pensar como las dos caras de una misma moneda, ¿no?

Si con "dos caras" estás produciendo algún tipo de lógica de inversión de alguna índole, alguna transformación. Por ejemplo, para pasar de una cara de la moneda la otra hay que producir algún tipo de inversión, sí. Porque si me quisieses decir que son las dos cosas que van juntas, hay otras metáforas para decirlo que no lo implican: el andrógino, mitad hombre mitad mujer. Son las dos caras de una moneda. Pero ahí está planteado sin posibilidad de transformación.

Para Lacan, se trata del advenimiento del objeto a, en la etapa clásicamente designada como etapa anal. ¿Por qué? Porque la dialéctica comienza con una demanda del Otro que habría que ver qué inscribe de ese otro, del otro Real que encarna esa demanda. Hay madres que le pueden demandar al niño que haga caca en ese momento, y ellas están tomadas por un asco sin límite en el mismo momento que lo demandan ¿Toda mamá tiene que gozar, necesariamente, de la caca de su bebé? Puede estar inscripta como asco. Hay una función que es genérica que es la de la demanda, pero, además de la demanda tenés qué ver que posición asume la persona que encarna ese lugar respecto de esa demanda. El niño que está en control de esfínteres, ¿capta o no capta la posición del otro frente a eso? Me parece que no es una psicología demasiado sofisticada darse cuenta que si a la madre le da un asco, que si está al borde del vómito cada vez que el niño hace caca, o si tiene una satisfacción muy grande porque el niño lo hace y responde a su demanda, o la madre que quiere matarlo, ahogarlo adentro del inodoro porque el niño después de una hora y media no hace nada y hace falta que ella de vuelta le ponga el calzoncillo y salgan del baño para que se haga encima. La dinámica con el otro es intensa a ese nivel. Ya estamos hablando de subjetividades plenas.

Con lo cual, para Lacan tenemos objeto a cuando hay de origen, lo mínimo: demanda del Otro que implica la condición subjetiva del sujeto; el encuentro con lo que el Otro demanda se articula al resto como marca de lo Simbólico y que, ese resto como marca de lo Simbólico, entre en un juego de intercambios. Es algo que el otro quiere, rechaza, valoriza, penaliza, etc.

Les voy a proponer que pasemos al nivel escópico, lo que llamamos anticipadamente invocante. Ahí, Lacan, nos va a proponer trabajar con el ejemplo de Edipo en un punto bastante freudiano, porque para Lacan en el nivel escópico es donde empieza la cuestión del saber. Una articulación freudiana típica, la curiosidad sexual, que arranca con la visualización de la diferencia sexual anatómica. Aquí hay dos movimientos que hay que resaltar: primero que Lacan rechaza el deseo de saber, lo que en Freud se llama pulsión de saber. El apartado agregado en 1915 a Tres ensayos de teoría sexual. Lacan dice, a partir del Seminario XVII y fundamentalmente en el XXI, un poco tardío en su enseñanza, que no hay pulsión de saber. Lo que hay en todo caso, no es deseo de saber, sino horror al saber. De vuelta va a trabajar el ejemplo de Edipo. En la dialéctica escópica es donde se produce, para Lacan, el nivel máximo de velamiento de la dimensión de ese resto perdido que implica el deseo. Si ustedes quieren, una verdadera revalorización del Estadio del espejo. Donde el Estadio del espejo, deja de tener el valor que tenía para Lacan, en el sentido de la fijación que produce al comienzo de la vida, para entrar a este nivel, a lo escópico, como siendo lo que vela fundamentalmente la falta como i(a). No sólo, que el resto irrecuperable, que es el objeto a, queda velado en función del i(a) y ahí aparece el amor. Por primera vez aparece un objeto que puede venir al lugar de ese resto perdido de mí. Y es por eso que Lacan articula, a este nivel, el duelo. Puedo producir la maniobra de tomar a alguien como sustituto de la parte perdida de mí, y es por eso que puede haber amor vinculado a esto, y es por esto que puede haber duelo. En ese sentido es como el duelo. Porque el otro que pierdo, el otro del amor, sería una versión narcisística del amor. Pero entiendan que narcisístico no tiene nada que ver con el narcisismo de la etapa primera luego del autoerotismo de la dialéctica freudiana. No tiene nada que ver. Es que perfectamente podría venir otro a ocupar el lugar del resto perdido de mí, si es que es así lo amaré y si es que así, con su pérdida, volveré a pasar por un dolor enorme porque me hará reconducir a la pérdida de esa parte de mí.

Para colmo también está la posibilidad de sustituir al otro por el espejo. Con lo cual, observen ustedes, que el narcisismo como vínculo de espejo, queda inscripto en esta lógica con estas transformaciones que hemos ido haciendo. No sólo que soy capaz, en el nivel del desconocimiento de velar el resto que falta de mí mediante un objeto de la realidad que tomo como sustituto. Lo que pasa es que me hipoteca a perderlo. Se acuerdan que la pregunta de Freud en Duelo y melancolía es: ¿Por qué duele la pérdida de objeto? ¿Por qué sencillamente no lo sustituyo por otro? La segunda pregunta es: ¿Por qué el duelo lleva tanto tiempo? Freud no tiene respuesta para esa pregunta. Lacan dice que la pérdida del objeto duele porque se pone en relación directa a la pérdida de mí, porque la elección del objeto tiene que ver con un intento de desconocer llevarlo al lugar de esa parte perdida de mí. Pero no solamente por eso hay desconocimiento, sino que también hay desconocimiento porque puedo sustituir la función del Otro por el espejo. ¿Se acuerdan que en ese capítulo de la pulsión de saber de la teoría sexual infantil, Freud dice que el motor de la pulsión de saber es lo escópico? Lacan dice que es al revés, que no hay pulsión de saber porque justamente a nivel escópico la falta puede ser de más plenamente velada por: a) La sustitución de un objeto que elijo llevar al lugar de mi propia falta, b) porque hasta soy capaz de sustituir la mirada del Otro por la función del espejo. ¿Entienden lo que esto quiere decir? Debilidad mental. Un argumento que, Lacan, tarda en proponer hasta los últimos Seminarios. Y es que lo que él observa no es deseo de saber en el mundo en general, sino debilidad mental, justamente porque donde Freud coloca el advenimiento de la causa que habilitaría la pulsión de saber, Lacan dice que es al revés. Es a partir que vemos, a partir de la capacidad de ver, que contamos con una dimensión más de velamiento de la falta, de desconocimiento. Con lo cual, a donde Freud pone pulsión de saber, Lacan pone desconocimiento. Lacan está a medio paso. Eso nos va a llevar a poner, también, en tela de juicio la noción lacaniana de deseo de saber. Porque si no hay pulsión de saber, Lacan va a decir que tampoco hay deseo de saber, que es otro nombre de lo mismo. Lacan termina proponiendo que la transferencia se sostiene como amor al saber y que ese es el único motor del análisis. Porque deseo de saber no puede haber, mejor dicho pulsión de saber no puede haber, porque el deseo se ubica en un nivel de horror. Eso lo van a tener muy bien, si lo quieren leer, en una pequeña carta que Lacan escribió a tres italianos, que se conoce como La nota italiana. Está ubicada en Uno por uno. Está también en los Otros escritos, como Nota italiana y está mal fechada. Se equivoca Miller cuando pone la fecha 1973, porque en realidad, es de abril del ’74. En francés está en la página de la Ecole Lacanienne 1. Ahí escribe Lacan muy bien lo que él piensa que es un científico, un psicoanalista, el problema del deseo de saber, el problema del amor al saber y el problema del horror al saber.

En el nivel escópico, que es donde Freud pone a trabajar la pulsión de saber, Lacan dice que el movimiento típico es de velamiento de la falta. ¿Se acuerdan que yo les decía que Lacan trabajaba con esto Edipo? Ustedes saben que, entorno a Edipo, Freud hizo un lío terrible y que en torno al mito se juega mucho el problema del saber. Freud, a mi entender, se quedó muy apegado al Edipo que es capaz de contestarle a la efigie la famosa pregunta que estaba causando la desgracia de Tebas, porque el que quería entrar y salir necesariamente moría porque era incapaz de contestar esa pregunta intelectual. En la pulsión de saber, si ustedes revisan Tres ensayos.. es donde Freud arma toda las teorías sexuales infantiles. Arma todo un mundo seudo científico.

Según Lacan, es el momento donde Edipo se arranca los ojos y donde sus ojos están tirados por el suelo. Ahí habla de horror de saber. No puede haber deseo de saber. Lacan, no niega que haya mucha gente con ganas de saber, pero ganas de saber es leer más cosas o ver más películas por la tele o bajar más música por Internet. Pero, para Lacan no tiene que ver con lo que él llama deseo porque para que sea deseo tiene que inscribir este resto:

Que inscribe mi propia pérdida y que me hace, para colmo, entrar en conflictiva con lo que el Otro pide. Entonces, entiendan que hay un no para mí y un no para el Otro. Con lo cual, para Lacan, el momento donde en Edipo se inscribe el deseo de saber, es el momento donde él se arranca los ojos. Ustedes saben que, analizada así, está alterada la historia, porque cuando empiezan a producirse de vuelta plagas desgraciadas en Tebas, Edipo empieza a querer saber qué sucede. Porque él era el famoso rey que había liberado la plaga de la efigie en la puerta de Tebas. Nuevamente, es convocado a esa posición y el oráculo dice que el problema es el que mató a Layo y que hay que vengar la muerte del rey anterior. Ahí es cuando aparece este famoso ayudante, campesino, que algo de la historia quiere saber y Yocasta le dice, como dicen las mujeres: "No, pero si más o menos estamos bien así, ¿Para qué vamos a hacer tanto lío? ¿Qué querés averiguar? Ya estamos así". Edipo quiere saber, va más allá de querer saber y como resultado de lo que se espera es que toma el alfiler de su ropa, se arranca los ojos y Yocasta se ahorca en el interior del palacio. Con lo cual, en realidad, es a costa de querer saber, como consecuencia de querer saber, que Edipo pierde los ojos. Para Lacan hay como una cierta inversión y el horror a saber es estructural, porque es no querer saber nada de la pérdida mía que implica mi condición subjetiva. Pérdida para mí y pérdida para el Otro. Porque, necesariamente, me he tenido que inscribir mediante un "no" al Otro para que advenga el deseo en función de la demanda. Para Lacan, solamente hay acto del deseo cuando uno realiza cierta maniobra vinculada a la falta en ser, pero esto es horroroso. Es el encuentro con la condición perdida de sí y tiene un margen horroroso. Lo que Lacan sí dice que hay es amor al saber, ganas de saber más, habitualmente él dice que es por amor a alguien. Lo más frecuente es que sea por amor a alguien que uno, a partir de la relación con ese alguien, quiera saber. Es lo que sucede tanto en el vínculo entre discípulos y maestros: Es por el amor que el discípulo tiene al maestro que lee tanto, estudia tanto, prepara las clases, etc. Pero que no habría como tal, como propone Freud, curiosidad propia del mundo humano porque en el mundo humano el saber está vinculado, esencialmente, con ese horror del momento constitutivo. Es decir, tenemos horror al saber como estructural, y el momento donde Freud inscribe el advenimiento de la pulsión de saber, es para Lacan, todo lo contrario: es donde adviene el desconocimiento, el meconnaissance, el no querer saber nada. Y este no querer saber nada del lado de uno y del lado del Otro. Del lado de uno, ¿Cómo es? Una idea. Se puede velar la condición del a, se puede vestir dice a veces Lacan [i(a)], velando la condición del a mediante cierta imagen, imagen del Otro. Y, para colmo, hasta puedo sustituir la instancia que me inscriba al Otro vía el espejo. Se acuerdan que la metáfora de la Mantis Religiosa, en el punto máximo de angustia, era todo lo contrario del espejo: donde había una mirada desde la Mantis hacia mí, pero donde yo no puedo saber qué es lo que ella veía en mí. ¿Qué hacía Lacan? Utiliza la metáfora de los ojos de la Mantis para mí en función de espejo. Observen ustedes que, tanto el espejo por un lado, como i(a) por el otro, tienen la virtud de inscribir el desconocimiento. Quiere decir que la torsión que hay entre este pasaje y este otro (en el esquema las posiciones segunda y cuarta) es que en la posición segunda adviene el objeto a y el siguiente movimiento de advenimiento del objeto a es su velamiento. Adviene el objeto a mediante esta lógica porque no queda otra. Adviene y después desaparece. Y desaparece por la vía del amor o por el taponamiento de lo que es la demanda del Otro, sustituyendo al Otro por el espejo. Entonces, objeto a es definido como pérdida de sí para el Otro. A nivel escópico es donde queda oculto, y Lacan propone la metáfora de enmascarado.

En el quinto nivel es donde Lacan escribe superyó, al año siguiente escribirá pulsión invocante. Va a proponer que el superyó tiene dos dimensiones: la auditiva, la función de la voz y la función paterna. Ahí nos advierte que va a introducir, en el Seminario siguiente, los Nombres del Padre. ¿Se acuerdan que en el nivel anterior dejamos el amor? Porque Lacan va a articular el pasaje de la cuarta posición a la quinta la función del amor: que no se puede amar nada que no tenga nombre. Piénsenlo: Si el amor pudiese estar vinculado a algo que no tuviese nombre no habría duelo. Uno no hace un duelo por una vaca cualquiera del ganado, uno hace duelo porque se ha encariñado con cierto conejito, en la casa había cien pero uno se encariñó con uno, llega el momento de matarlos a todos y uno se entristece por uno en particular. Esa condición particular es la que escribe el nombre. Con lo cual, no pierdan de vista que Lacan está diciendo que con Nombre-del-Padre lo que aparece es la dialéctica del nombre de la cosa y que no hay amor sin nombre. En el nivel anterior teníamos el advenimiento del objeto de amor, entonces en el paso siguiente que va a ser el de Los Nombres del Padre, La cuestión va a ser que no se puede amar nada que no lleve nombre. Ahí, pueden empezar a pensarlo como lo que está en juego en la identificación primaria. Habrá que ver que si lo que está en juego en la identificación primaria no es la dialéctica del nombre. Hasta aquí era condición particular: lo perdido de mí para el Otro. Pero aquí adviene otra dimensión de la condición particular que es el nombre.

Lo otro que quería indicarles es que si en el nivel oral había expulsión, lo que articula Lacan del otro lado, es la incorporación. Vean cómo se ha cerrado el ciclo:

Uno podría haber puesto incorporación en lo oral, ¿no? El niño toma la leche, incorpora la leche, más aún, incorpora el seno en su cuerpo. Lacan dice: nada que ver. La tendencia que inscribe al niño como sujeto es deseo de expulsar al pecho, de destetarse: "No". Pero lo que sí viene como incorporación, es lo que termina de cerrar este ciclo, que se articula entonces al rasgo paterno y a la voz. Entonces, lo que será incorporado será la voz. Es notable este cuadro, Lacan es un autor así. Hace falta que uno se sumerja en una clase de su Seminario, para que esa clase cobre envergadura. Es lo que él buscaba y lo que tenía capacidad de hacer. Si pusimos expulsión en el nivel oral y acá incorporación, en realidad Lacan dice introyección, nos queda muy bien articulado si escribimos proyección en el nivel escópico e introyección en el invocante:

Primero, no sé si ustedes manejan toda la dialéctica, i(a) para Lacan es proyección y, por otra parte, ya les había dicho, que i(a) es efectivamente la proyección de la condición de sí recuperada a nivel Imaginario. Con lo cual, fíjense, que las inversiones moebianas - inversión moebiana es un metáfora, una forma rápida que yo tengo para decirlo, en realidad no son bandas de Möbius, es una banda que avanza en cierta posición donde se produce un punto de inflexión y se produce una inversión-.

Hemos logrado producir un círculo completo con cinco inversiones y hemos recorrido todo el esquema mediante la incorporación de la voz y el Nombre-del-Padre. Lo primero que inscribimos como Nombre-del-Padre es la cuestión del nombre, la función del nombre. No se puede amar, dice Lacan, un objeto elegido como sustituto de la parte perdida de mí para el Otro y que como tal lo amaré. No alcanza con que haya parte perdida de mí para el Otro, está bien para que yo esté como amante, pero para que yo pueda amar a algo hace falta el nombre. Es a partir de la quinta posición donde adviene la dialéctica del nombre. Y viene articulada, entonces, por la vía de la voz y de la función del nombre. Lacan escribe allí superyó. El superyó es aquella instancia que Freud caracterizó como heredera del Otro, heredero del complejo de Edipo y, por otra parte, que me trata a mí en tercera persona; es la voz interior. Se articula bien a esta dialéctica. Dialéctica en el sentido de tesis, antítesis y síntesis.

Así está, entonces, hecho el esquema de toda la secuencia desiderativa para Lacan, e incorporado el problema del padre. Ahora van a ver, que respecto del padre y del analista, hace dos o tres reflexiones que es muy importantes que las consideremos.

Retomo en este nivel el texto de la clase de Lacan, él dice así:

"La dialéctica de lo que sucede en el quinto nivel implica una articulación más detallada de la que hasta ahora pudo efectuarse, con lo que hace poco designé como introyección, la cual implica –me contenté con indicarlo- la dimensión auditiva y también la función paterna.

"Si en el año próximo las cosas ocurren de manera que yo pueda proseguir mi Seminario según el camino previsto, será alrededor no sólo del nombre sino de los nombres del padre que les daré cita.

"No es por nada que en el mito freudiano el padre intervenga de la manera más evidentemente mítica como aquél cuyo deseo sumerge, aplasta, se impone a todos los demás. ¿No hay aquí una evidente contradicción con el hecho, manifiestamente ofrecido por la experiencia, de que por su intermedio lo que se opera es precisamente otra cosa, a saber: la normalización del deseo en las vías de la ley?"

Lacan dice que para la relación del padre, Freud, siempre hizo una introducción del padre como aquello que se opone a la satisfacción del deseo. Lacan se está preguntando por la necesidad del mito del padre en la obra de Freud. Dice: si es por la oposición al deseo, la clínica psicoanalítica, ¿no indica todo lo contrario? Mí impresión es que sí. Observen ustedes que en la clínica, donde se observa la falla más grande a nivel desiderativo, es cuando el deseo ni existe, es en la clínica de la psicosis. En la clínica de la psicosis, justamente, decimos que el deseo no opera porque no ha operado el padre. Con lo cual, la función del padre es totalmente amiga del deseo. En Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Lacan dice que, la función del padre es unir deseo con la ley. Efectivamente, la función del padre, articula deseo y ley. Sin la función paterna, lo que nosotros vemos es un cataclismo del deseo y no todo lo contrario que sería el deseo manifiestamente puesto en una vía sin interrupción. Sólo hay francamente deseo cuando opera el padre. La clínica indica que es todo lo contrario: no podemos tener a partir de aquí justificado por qué a Freud le hace falta colocar al mito del padre. Freud dice: el padre es necesario para explicar cómo se hace para reprimir el deseo. Lacan dice: como la clínica indica todo lo contrario, la pregunta de Lacan es: ¿Por qué le fue necesario a Freud sostener el mito del padre con tanta insistencia en un punto central de la teoría psicoanalítica? Lo que hace Lacan es una maniobra que yo a veces no hago. Yo, directamente lo critico (a Freud, a Lacan o a cualquier autor) y digo: "No va. Veamos si hay una teoría mejor para lo que queremos explicar." Lacan tiene, respecto de Freud, otra posición y es no sólo criticarlo muchísimo más de lo que parece; esto es: casi antifreudiano en cada uno de sus pasos, como si Freud fuese el neurótico al cual Lacan tuvo que ir interpretándole todas las inversiones que se había "morfado". Lo que Lacan siempre sostiene es como si hubiese necesidad, en psicoanálisis, de despejar aquellas cosas que Freud sostuvo desde la perspectiva de por qué le fue necesario sostenerlas. ¿Recuerdan que para Lacan el deseo de Freud va a quedar siempre inscripto en el psicoanálisis? El psicoanálisis, siempre, va a ser de filiación freudiana, pero no porque Lacan considere a Freud como un padre, como él dice que es el efecto de la I.P.A., y más padre que nunca como padre muerto y en tanto que tal haber reproducido un pacto de hermanos para no volver a tener, como en la horda primitiva, etc. Sino que, lo que Lacan se pregunta es si en el psicoanálisis las marcas de Freud van a ser indelebles, lo que tenemos que hacer es analizarlas. Se va a preguntar por qué la insistencia, como si fuese un caso. Hay que preguntarse en psicoanálisis por las insistencias de Freud, especialmente las que no responden a la clínica psicoanalítica. Hay que preguntarse especialmente por qué la insistencia de los errores. No para encontrar la verdad. No para justificar a Freud. Sino porque uno no va a saber cuál es el problema, que se le está escapando en psicoanálisis, si no despeja eso. Con lo cual, la pregunta que nos vamos a hacer es por qué la insistencia puesta por Freud, de la función contrariante del deseo del padre. Porque en la estructura el padre articula ley con deseo, así que no puede ser por eso.

"Pero, ¿es esto todo? ¿Acaso la necesidad misma, al lado de lo que aquí se nos traza, se nos presenta, se nos torna sensible por la experiencia y hasta por los hechos, muchas veces pesados por nosotros, de la carencia de la sunción del padre, acaso la necesidad del mantenimiento del mito no atrae nuestra atención sobre otra cosa, sobre la necesidad de la articulación, del apoyo, del mantenimiento de esta función: que el padre, en la manifestación de si deseo, sabe a qué se refiere dicho deseo?"

Lo que Lacan va a decir es que hay una función contrariante para el deseo del sujeto y es: qué posición ha asumido el padre – el padre es el papá-, respecto de su propio deseo. Por ejemplo, si sabe el padre a qué dimensión de objeto a su deseo estuvo vinculado. De hecho, yo me imagino, que ninguno de ustedes jamás se ha dejado de preguntar sobre eso. No voy a la cuestión de si el deseo del padre, el de los padres, ha recaído sí o no sobre ustedes. No si han sido hijos deseados o no que, seguramente, para quienes sí no será cuestión y para quienes no será un problema pero de otra índole. La pregunta que propone Lacan del deseo del padre como obstáculo, como contrariante del deseo del sujeto, es si el padre ha realizado o no el camino de su deseo. Si el padre ha realizado su deseo.

"El padre no es causa sui..."

Causa sui es un debate religioso. Los cristianos han racionalizado la función de Dios, eso es la teología, y se han preguntado si Dios es causa de todo, si Dios es causa de sí mismo. La expresión "causa de sí mismo" en latín se dice causa sui. En la respuesta, hay polémica, la que prefiere Lacan es la respuesta de Santo Tomás que dice que no, que Dios es causa de todo pero no es causa de sí mismo. Entonces, el padre no es causa de sí. ¿Entienden? El padre está perdido para él.

"El padre no es causa sui –de acuerdo con el mito religioso- sino sujeto que ha llegado lo bastante lejos en la realización de su deseo para reintegrarlo a su causa cualquiera que sea, a lo que hay de irreductible en la función del a, como aquello que nos permite articular, al principio de nuestra búsqueda misma y sin eludirlo de ninguna manera, que no hay ningún sujeto humano que no tenga que ponerse como un objeto finito del que están suspendidos deseos finitos, los cuales no toman la apariencia de infinitizarse sino en la medida en que al evadirse unos de los otros alejándose cada vez más de su centro, llevan al sujeto cada vez más lejos de toda realización auténtica."

Aquí hay una importantísima teoría del deseo de Lacan que es antilacaniana por excelencia, y es que el deseo no es metonimia. Es un problema decirlo así, porque prácticamente fue en la misma época en que Lacan sostuvo que el deseo es metonimia y el síntoma es metáfora, La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud es del ’57 y aquí estamos en el ’63. Seis años después ya se está contradiciendo. No se construye una teoría así, en ciencias humanas, si uno no es capaz de estar contradiciéndose todo el tiempo. Si uno no es capaz de pegar torsiones moebianas con lo que dijo a donde lo lleva el nuevo paso, no se puede producir una teoría así. Para ser coherente y sistemático, no se puede ser así de creativo en la teoría.

El deseo es finito e implica un recorrido en torno a determinado objeto:

Como la posición más común del sujeto humano hablante respecto del deseo agrega un entre comas porque no se sabe cuál es el problema, al menos en nuestra cultura. Lacan dice que en nuestra cultura el deseo ha sido adormecido. En la Antigüedad, ¿no había horror? ¿O sí había? Para mí, este tema es demasiado difícil de pensar, con lo cual, para no cometer errores digo: al menos en nuestra cultura. Al menos para nuestra cultura ha reinado una teoría de que, francamente, no hay un acto finito de realización de un deseo, sino que los deseos tienden a infinitizarse:

Y como los deseos se infinitizan, como nosotros nacemos en hogares donde los deseos no han sido interpretados y no han recibido el acto de su realización, el deseo de nuestros padres es obstáculo para nuestro deseo. La pregunta que teníamos es: ¿Por qué le hace falta a Freud inscribir a nivel estructural el obstáculo del padre a la realización del deseo? Lacan dice que el obstáculo del padre en la realización del deseo no es de la estructura, porque en la estructura el padre articula deseo con ley, pero es el Nombre-del-Padre como instancia estructural. Lo que Lacan nos propone es que los papás de carne y hueso, en términos generales, en nuestra sociedad, han claudicado respecto de su deseo. Y en la medida en que han claudicado, con la teoría lacaniana, no hay nada que en sí sea el deseo, el deseo no es nada más que un recorrido, un andarivel. Hasta los analistas mismos en la práctica sostienen que la deriva metonímica es lo que garantiza que el análisis funcione. ¿Vieron que muchas veces se analizan los casos de tal manera que la intervención del analista favorece a que el sujeto siga hablando? Lo que se busca es esto, porque se supone que no hay realización del deseo. Entonces, para Lacan, la cuestión del padre como obstáculo al deseo, es la cuestión de si nuestros padres – los de carne y hueso- han o no realizado su deseo.

"El padre no es causa sui..."

Ha perdido la causa, el padre no cuenta con la causa de sí, la causa de sí está perdida.

"... sino sujeto..."

Eso quiere decir que ha perdido, que ha sido extraído el objeto a.

"El padre no es causa sui –de acuerdo con el mito religioso- sino sujeto que ha llegado lo bastante lejos en la realización de su deseo para reintegrarlo a su causa cualquiera que sea, a lo que hay de irreductible en la función del a, como aquello que nos permite articular, al principio de nuestra búsqueda misma..."

En nuestra búsqueda. Nosotros advenimos en un hogar y lo primero que tenemos como testimonio del deseo es si lo otros de carne y hueso que participan del hogar han realizado o no el camino de su deseo. Si se han enfrentado con lo que tiene de particular ese resto irreductible perdido y han actuado en consecuencia. Si se han tomado el trabajo durante todo el recorrido de ver de qué índole es eso perdido irreductible, no para recuperarlo por perdido, sino para poder interpretarlo. O si se han alejado todo el tiempo para no saber nada de eso. Se acuerdan que teníamos el desconocimiento en el nivel escópico y en el invocante tenías el padre. Si el padre aparece aquí, lo primero que le preguntamos al padre es: ¿Y tú, te has dedicado toda la vida a los espejitos de colores para el desconocimiento de tu propio deseo? ¿Entienden por qué el padre aparece ahora en este nivel? Porque como nosotros tenemos introyección del rasgo paterno, Lacan se pregunta por qué Freud lo tomó como contrariante, si yo verifico en la clínica que donde no hubo padre está muerto el deseo, ¿qué otro nivel? Me parece que lo que Lacan está respondiendo es que tiene que ver con los padres de carne y hueso, con aquellos que participan de nuestro hogar, los que están con nosotros al principio de nuestra búsqueda misma. Es decir, cuando nosotros nos encontramos en nuestra casa con lo que se encuentra, por ejemplo en La muerte de un viajante, el libro o la película. Es un viajante, alguien que viajó, viajó y viajó para hacer de su vida un fracasado. No sé si ustedes se acuerdan la relación del fracaso total de su vida y la relación con sus hijos. Él había fracasado en su vida pero quería que los hijos no fracasen y todo en su vida estuvo sostenido en que los hijos no fracasen. Los hijos fracasaron el triple: uno ladrón y el otro ¿homosexual? Se acuerdan que el que mejor venía de los dos es aquél que lo fue a buscar y lo encontró en la cama con otra mina en el hotel, lo encontró en esa falla de la posición desiderativa del padre respecto de la madre.

Lo que plantea Lacan es que los padres son obstáculo a su deseo porque en nuestra cultura reina la claudicación frente al deseo. Con lo cual, somos algo así como niños sanos que nacemos en una casa infectada. Entonces, el padre es obstáculo al deseo porque nos encontramos nosotros con padres de carne y hueso que, en términos generales, han claudicado frente a su deseo que es la norma de nuestra sociedad y nuestra cultura.

El deseo infinitizado es el que no tiene punto de arribo y Lacan dice que cuando uno nace el padre no es tan niño, ya ha caminado un camino, como para que uno pueda ver si está dándole la vuelta a esa condición particular como causa perdida interpretando su deseo o si está escapando asquerosamente para no querer saber nada de ello. Sigo con la lectura:

"Ahora bien, dicho desconocimiento del a deja una puerta abierta. Siempre lo supimos, ni siquiera hubo necesidad del análisis para mostrárnoslo, pues creí poder hacerlo manifiesto en un diálogo de Platón: El Banquete. El objeto a en tanto al término –término sin duda nunca acabado- es nuestra existencia más radical, la única vía en la cual el deseo pueda entregarnos aquello en lo cual nosotros mismos tendremos que reconocernos, ese objeto a debe ser situado como tal en el campo del Otro y no sólo tiene que ser situado allí sino que allí es situado por cada uno y por todos. Y esto es lo que denominamos posibilidad de transferencia."

Lacan dice que esta realización del acto del deseo se produce en el campo del Otro:

En el campo del Otro, quiere decir que le es exigido a los padres por parte del niño que los observa que el acto del deseo sea inscripto, no puede ser fantaseado; no puede ser un libro escrito pero no publicado, una película totalmente hecha en la cabeza pero nunca filmada, no puede ser el viaje a Israel que nunca se realizó. Esa no es la verdadera interpretación porque no está inscripta en el campo del Otro. Se acuerdan que hablábamos que esta es la realización del sujeto, porque lo más propio de mí es el resto perdido. Quiere decir que yo, en el acto del deseo, no recupero el objeto. En realidad lo que estoy diciendo a través de recupero del objeto, es recupero del yo. ¿Cómo me recupero yo? ¿Por qué no hay más pérdida? Porque he inscripto algo vinculado a poder haber interpretado cuál era. Me recupero yo, es como darme un nombre. Lo que siempre quise hacer fue escribir ese libro perfecto y en el camino escribí catorce libros de poemas.

Lo que Lacan dice es que el padre es obstáculo en la realización del deseo porque cuando uno nace en su casa lo que observa, lo primero que diagnostica, es si el padre ha inscripto en el campo del Otro su nombre. Les advierto que hay que pensar muy bien en nuestra sociedad si esa inscripción estaría realizada por vía del mero éxito, o por la vía de la acumulación del dinero. En nuestra sociedad, hoy día, la diferencia entre éxito y dinero ya casi no existe. Nadie acepta que alguien tuvo éxito si no tiene "guita". Es un gran no sé qué cosa, pero si se muere de hambre es un fracasado para sus hijos, para su mujer también, para la madre, para todos. Hoy día el objeto de intercambio, el intercambio mismo ha recibido una metáfora que son los dólares. Con lo cual, para colmo, en nuestra sociedad ha habido una transformación muy importante que es la monetaria, y el saber y la cultura. Escribir cultura acá es muy difícil:

Tiene ocho mil discos de pasta pero no tiene coche. Para todos los hijos es un fracasado. Pero en ese caso estaríamos con un problema de ideal. Desconfíen, cuando piensen en estas preguntas de las respuestas que son por la vía del ideal. Como los "famosos", digo los personajes de cuarta que salen en las revistas y en la tele; esas personas que no hacen nada pero que son famosas. Había uno que me resultaba muy gracioso que le decían "Chicito" Winograd. Parece que una vez discutió con Moria Casán u otra de esas y le dijeron que lo tenía chiquito. Hubo una época que hubo mucho lío con eso y apareció mucho en la tele, todo el tiempo y yo no sabía ni quién era, entonces yo les decía a mis hijos: "¿Quién es?" Y ellos decían: "Es un famoso". Era famoso porque salía en la tele, era un círculo vicioso, y salía en la tele porque era famoso. Habría que ver, si pudiésemos escribir acá fama:

Habría que ver si en esa inscripción de su nombre, en la cultura, en la fama, de hecho lo conocen mucho más a "Chicito" Winograd que a mí... Pero fama es una forma casi directa de decir se ha inscripto en el Otro, como todo el mundo conoce su nombre. Habría que ver si es cabalmente la realización, porque hay que ver si en esa fama está la condición particular de ese resto, en función al entramado de las funciones del Otro que Winograd encontró en su vida. Quizás lo que Winograd únicamente hizo fue ser famoso, porque creyó que el fracaso del padre de él, la madre, no sé quién, es no haber sido famoso. Ahí estaría levantando la falta del Otro, pero no de la realización del deseo. Esto no se ve tan claramente, hay que analizar profundamente cada historia; para nosotros, lo mismo respecto de nuestros padres. Es mucho más fácil que un análisis establecer si, sí o si no se ha producido esto. Pero observen ustedes, que si el caso de realización tiene más que ver con el arrancarse los ojos de Edipo, serían pocos los casos. Igualmente, estén prevenidos de caer rápidamente en creer que la salida es arrancarse los ojos, quedar destruido –se acuerdan que va como un ciruja, acompañado por Antígona después de la tragedia. Ese personaje de Edipo en Colono, que Lacan trabajó como la expresión de Edipo en griego: "Ahora que nada soy, es que soy un hombre". Cuidado con el arrancarse los ojos de Edipo porque más el "Nada soy" con el ideal que hemos hecho en psicoanálisis lacaniano de Antígona destruida detrás de la pared... ¡Guarda con creer que esto es el sacrificio! Desconfíen muchísimo de la posición del sacrificio porque es la otra gran trampa. Decir que alguien sí llegó porque terminó destruido, por ejemplo, porque fue un guerrillero del ERP y fue a Monte Chingolo y mató a un montón, más de cien. No digo que no, quizás el acto de ir a Monte Chingolo que era una entrega asquerosa, a donde en realidad fueron como chicos a que los maten. O un suicida de Hamas, porque estos son un caso puro de un ideal, de una cultura que tiene ideales muy distintos a los nuestros. Es heroica, nosotros somos cualquier cosa menos héroes. Nosotros queremos que vayan los yanquis y que no muera ni uno, mientras que otros pueblos dicen que han hecho la guerra de verdad cuando se han puesto en el campo de batalla y murieron todos. Así que, es muy difícil de establecer: no es la fama, no es la riqueza, pero guarda con suponer que la contraria lo es. No pierdan de vista que lo que Lacan está proponiendo es que en nuestra cultura hay una claudicación cultural respecto del deseo, es la infinitización del deseo. Lo propongo así porque en psicoanálisis lacaniano es muy común decir que no hay acto de deseo, que hay nada más que lo otro, lo otro y lo otro y Lacan está diciendo que es un fracaso del deseo esa búsqueda de lo otro.

Lacan, afirma que al inscribirse esto en el campo del Otro es lo que habilita la transferencia. Quiere decir que, aunque nuestros padres hayan claudicado en su realización del deseo, como para nosotros la condición de la realización del deseo siempre, desde el comienzo mismo, es que sea inscripto en el campo del Otro, habilita al niño en el a, en el campo del Otro, a encontrar una salida. Hay análisis posible, porque sino se cerraría ahí la dialéctica. Si fuese el padre como tal el que realiza o no realiza, habilita o no habilita, en el caso de que no habilitase estaríamos muertos... ¡No! Te podés analizar. Porque como la realización implicaba, como parte constitutiva del acto del padre, el campo del Otro, uno puede ir al campo del Otro y hacer el camino inverso: En el campo del Otro revisar la claudicación del padre.

Quiero que escuchen como Lacan pone en esta misma posición de realización del deseo del padre al analista y en la próxima lo revisamos:

"Esto no es más que una huella, una huella de aquello que va de la existencia del a a su paso a la historia."

Esta es la existencia del a por estructura:

Esta es la existencia del a por historia:

Entonces, está perdida por estructura y al encontrarse con la pérdida en la historia, se encuentra el camino de la propia búsqueda, el padre es obstáculo. Pero ese freno no es definitivo, queda abierta la posibilidad del análisis. Así, uno podría concluir que quizás el análisis existe desde que en la cultura se ha inscripto la claudicación del deseo. Digo, es muy difícil que en una cultura surja una solución para un problema si ese problema no está en esa cultura. Podríamos pensar por qué las histéricas empezaron a hinchar con el psicoanálisis en ese momento. De hecho, habría que ver si había histeria antes. Cuando les digo que Lacan dice que no hay deseo de saber que hay horror al saber, que hay amor al saber, lo que digo es que Lacan lo piensa totalmente en relación al discurso histérico. No me fui a la clínica, tomé un elemento que para Lacan es estructural, que es la relación al saber del discurso histérico. Lo vuelvo a leer:

"Esto no es más que una huella, una huella de aquello que va de la existencia del a a su paso a la historia."

Con lo cual, con lo que nos hemos encontrado es que el padre es obstáculo en la historia, no en la estructura.

"Lo que hace de cada psicoanálisis una aventura única es esta búsqueda del agalma en el campo del Otro. Varias veces les interrogué sobre qué conviene que sea el deseo del analista para que, si tratamos de impulsar las cosas más allá del límite de la angustia, el trabajo resulte posible.

" Sin duda, conviene que el analista sea aquel que ha podido, en la medida que fuese y por algún sesgo, por algún borde, reintegrar su deseo en ese a irreductible, y en grado suficiente como para ofrecer a la cuestión del concepto de la angustia una garantía real."

¿Entienden de qué habla? Que si el analista, para operar como tal y para que el trabajo en análisis sea un trabajo que se pueda hacer, el analista, tiene que haber realizado esto:

Ya que si él claudicó en esto no podrá ser el conductor de un análisis.

Tenemos lo correspondiente a la estructura y lo correspondiente a la historia que es pérdida e irreductible. Nos podemos encontrar con el inconveniente de su extravío en la historia y que un encuentro sea en la familia. Pero Lacan dice que no está cerrado el camino en nuestra sociedad ya que como esto es en el campo del Otro, podemos ir al campo del Otro a buscar la solución. Ahora, si en relación a este campo también ha claudicado como tal... Es exigido al analista, como persona, que él no este infinitizado en su deseo, que haya interpretado su deseo para, de alguna forma, reintegrarse, vía cierto sesgo, o borde de interpretación del objeto a, ya que si está como analista alguien que en el fondo, vamos a decirlo como los kleinianos "en el fondo", no desea ser analista, toda la experiencia está podrida porque esto es estructural y no hay nada que hacer. Uno más otro produce la neurosis. El analista tiene que ser alguien que este posicionado en relación a su deseo, sino no podrá conducir un análisis.

Si ustedes quieren, es la forma más desarrollada de un psicoanalista postfreudiano del tema de los puntos ciegos del analista. Siempre se sostuvo que el analista era útil a su paciente en la medida en que el punto ciego de lo que él no tuviese analizado no coincidiese con lo que el paciente no tenía analizado. Porque si el analista había no analizado algo, no iba a ser ese analista el que lo podía ayudar para resolver ese problema. Se llamaba los puntos ciegos, aquello que el analista no podía ver a dónde había que ir si el no lo había visto en sí. Pero para Lacan es una posición más radical. No importa qué síntomas tenga el analista, que experiencia tenga, sino que si en su condición de analista está interpretada su verdadera condición desiderativa. Si es así no hay ningún problema. Ya no tiene nada que ver con los puntos ciegos del didáctico, qué puntos de pureza personal y a resolución de conflicto ha llegado. No es eso de lo que se trata, sino si es verdad que ser analista es la verdadera forma que él reincorpora la interpretación del objeto a para sí. Porque no se la puede "caretear", porque nuestra posición neurótica es encontrarse con una falta de estructura y la "careteada" de los padres.

 

 

20 de Junio de 2003


Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoMundo

Logo PsicoMundo