Seminario
Nociones de la Psiquiatría
Francesa
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Dictado por : Eduardo T. Mahieu
Clase 4 - parte
2
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4. La discordancia en la psiquiatría francesa (2° parte)
LA DISCORDANCIA EN LA OBRA DE LACAN
Algunos usos de la palabra discordancia
Comenzamos el estudio de la noción de discordancia en la psiquiatría francesa posterior a Chaslin con el uso que le da Lacan. Recorrer la obra de Lacan basta para ver el uso reiterado y en diversos contextos de la palabra discordancia. Aparece entonces que el uso de la palabra discordancia depende de los contextos y no reenvía siempre a la noción de Chaslin. ¿Dichos usos diferentes son heterogéneos? Haría falta un estudio muchos más exhaustivo que el simple recorrido que proponemos aquí. Intuimos sin embrago que un fil rouge recorre la utilización de la discordancia en su obra.
Unos de los usos que Lacan dá al término hace referencia a su significado más corriente y menos técnico de la palabra. Aparece en la Tesis (8) cuando Lacan comenta la citación de Spinoza que la preside:
"Digamos, para expresar la inspiración misma de nuestra investigación, que "una afección cualquiera de un individuo dado muestra con la afección de otro, más de discordancia, que la esencia del uno difiere con la esencia del otro" (Etica, III, 57)". Lacan no pierde la ocasión para referirse a la discordancia en relación con las relaciones de comprehensión: "Queremos decir con ello que los conflictos determinantes, los síntomas intencionales y las reacciones pulsionales de una psicosis, discordan con las relaciones de comprehenión, que definen el desarrollo, las estructuras conceptuales, y las tensiones sociales de la personalidad normal, de acuerdo a una medida que determina la historia de las afecciones de los sujetos" (8, pp. 342-343). Evidentemente el uso difiere de su fuente psiquiátrica, pero no podemos decir que no tenga ninguna relación.
Dicho uso, lo encontramos mucho mas tarde girando alrededor de las relaciones del síntoma y la Ley: "Un enunciado discordante, ignorado en la ley, un enunciado promovido al primer plano por un suceso traumático, que reduce la ley en un punto de caráter inadmisible, inintegrable - he aquí lo que es esta instancia ciega, repetitiva que definimos habitualmente en el término de superyo" (10, p. 222). Aquí, el uso se ve asociado al superyo, heredero de la discordia que la prematuración biológica introduce en el ser humano.
Del estadio del espejo a la pulsión de muerte, encontramos la discordancia: "La Gestalt visual del propio cuerpo, "se ve valorizada de todo el desamparo original, ligado a la discordancia intra-orgánica y relacional del pequeño hombre, durante los seis primeros meses, en los cuales porta los signos neurológicos y humorales, de una prematuración natal fisiológica" (9, p. 113). A esta primera referencia quasi fisiológica, le sucede otra de un tiempo mítico, en relación con el dualismo freudiano Eros, Tanatos, inspirada de Heráclito: " líbido négativa que hace brillar de nuevo la noción heracliteana de la Discordia, tenida por el Efesiano por anterior a la harmonía" (9, p. 116), o de Empédocles de Agrigento: "Tal es la muerte que la subjetividad hace su compañera en la tríada que su mediación instituye en el conflcito universal de Philia, el amor, y de Neikos, la discordia" (8, p. 318).
La discordancia le sirve a Lacan para reunir la intuición del estadio del espejo, del dualismo pulsional freudiano, con la clínica más evidente de las psicosis: "La tendancia agresiva se revela fundamental en una cierta serie de estados significativos de la personalidad, que son las psicosis paranoides y paranoicas.
[ ] Así se pone en serie de forma continua la reacción agresiva, desde la explosión brutal tanto como inmotivada del acto a través de toda la gama de formas beligerantes hasta la guerra fría de demostraciones interpretativas, paralelamente a las imputaciones de nocividad que, sin hablar del kakon obscuro al cual el paranoide refiere su discordancia de todo contacto vital, se escalonan " (9, p. 110).Otro uso, quizás mas alejado que los precedentes de la noción de Chaslin, debe agregarse aquí. Maleval, en su estudio del origen del concepto de forclusión (13), recuerda que en el seminario "El deseo y su interpretación", Lacan fija su atención sobre las diferencias introducidas por Damourette y Pichon, entre lo forclusivo y lo discordancial. Este segundo término suscita su inetrés, no en referencia a la teoría de la psicosis, sino en el marco de su investigación sobre la estructura del sujeto. Maleval dice "En la lengua francesa, el proceso de negación posee la particularidad de apoyarse sobre dos términos (ne pas; ne jamais; ne rien ), en la mayoría de las otras lenguas uno solo basta: en inglés not, en alemán nicht, en español no, etc. Parece, escriben Damourette y Pichon, que "la lengua francesa se haya provisto de dos útiles psicológicos más finos que la antigua herramienta latina de negación: uno, el discordancial, que marca una inadecuación del hecho sospechado con el medio; el otro, el forclusivo, qie indica que el hecho amplecté (nota de Maleval: "Amplecté" es un término formado a partir del latín amplecti, "envolver") es excluído del mundo aceptado por el locutor (13, p. 68).
Lacan y la discordancia de Chaslin
Lacan utilizó desde muy temprano la noción psiquiátrica de discordancia tal como la elaboró Chaslin, y para darle el sentido de signo semiológico diferencial entre la esquizofrenia y la paranoia. Dice en un artículo anterior a la tesis: "Asimismo, en un delirio pasional, una erotomanía, toda discordancia en la estructura afectiva, toda disminución de las reacciones esténicas, deben hacer pensar a un delirio sintomático de una demencia precoz, de un tumor cerebral, de una sífilis en evolución" (7, pp. 5-18).
El grupo de locuras discordantes consituye par él una realidad clínica. Y la discordancia es una característica que entra en ruptura con la comprehensión de Jaspers: "Es evidente que a medida que las investigaciones progresen hacia formas más discordantes de la psicosis, pasando de las formas paranoicas a las formas paranoides, la comprehensibilidad y la coherencia conceptual, la comunicabilidad social de la psicosis se revelerá cada vez más reducida y difícil a aprehender" (9, p. 339). Veremos como más tarde la discordancia le servirá para criticar radicalmente las relaciones de comprehensión.
Ya es posible, desde la Tesis, vislumbrar una cierta utilización propia de la noción de discordancia. Lacan piensa que la nueva forma psiquiátrica que se propone describir, la paranoia de autopunición, puede incluir la discordancia. Primero dice globalmente de la paranoia: "No hay dudas que existen hechos frecuentes, en los cuales una poussée fugaz de síntomas esquizofrénicos ha precedido de algunos años la aparición de una psicosis paranoica que se establece y que dura" (9, p. 116). Y luego sobre la paranoia de autopunición, de la cual Aimée es el caso princeps: "El comienzo de la psicosis es brutal. Los primeros síntomas aparecidos representan, tanto en intensidad como en discordancia, los fenómenos máximos de la evolución. Plantean regularmente el diagnóstico con la disociación esquizofrenia" (9, p. 271).
Aimée ilustra de modo pertinente sus propósitos: "Para los trastornos episódicos que presentó nuestra enferma [ ] tales como sentimientos de extrañeza, de ya visto, quizás de adivinación del pensamiento, e incluso las muy raras alucinaciones, pueden manifestarse entre los síntomas accesorios de la esquizofrenia, pero no son de su propieda exclusiva. Los trastornos mentales de la primera hospitalización podían hacernos pensar a un estado de discordancia. Pero ningún documento que poseamos, nos permite afirmarlo" (9, p. 203).
Veamos como describe Lacan el caso de su Tesis:
Aimée
"Los certificados dan las informaciones siguientes. El certificado de internación del Dr. Chatelin: "Trastornos mentales que evolucionan desde hace más de un año; las personas que cruza en la calle le dirigen injurias groseras, la acusan de vicios extraordinarios, aún cuando estos personajes no la conozcan; la gente de su entorno hablan de ella todo lo mal posible y toda la ciudad de Melun está al tanto de su conducta que se considera depravada; ha querido dejar la ciudad, aún sin dinero, para ir a cualquier lado "
El certificado inmediato de la clínica dice: "Fondo de debilidad mental, ideas delirantes de persecución y de celos, ilusiones, interpretaciones, propósitos ambiciosos, alucinaciones mórbidas, exaltación, incoherencia por intervalos. Creía que se burlaban de ella, que se la insultaba, que se le reprochaba su conducta: quería huir hacia los Estados Unidos".
Entre los propósitos de la enferma, relevamos los siguientes:
"No crea que envidio a las mujeres que no hacen hablar de ellas, las princesas que no han encontrado la cobardía en bombachas y que no saben lo que es una afronta".
"Hay quienes construyen establos para tomarme mejor por una vaca lechera".
"A menudo se me juzga diferentemente de lo que soy".
"Hay cosas muy feas sobre mí que son verdaderas, verdaderas, verdaderas, pero en la llanura hay viento" (sic, en el informe).
"Existen propósitos de chusmas de Prostíbulos y cierto establecimiento público" (sic, ibid).
"Es por esta razón que no le respondo al Sr. M.X., el caballero de la Naturaleza, y también por otra".
"¿Qué quiere de mí? que haga grandes frases, que me permita de leer con usted este cántico: Escucha de lo alto del cielo, el grito de la Patria, católicos y franceses para siempre".
Frases de las cuales algunas dejan reconocer claramente temas delirantes permanentes que encontraremos en una fecha más reciente, pero otras tienen un aspecto incoherente, del cual no podemos más que presumir el carácter más discordante que confuso".
Lacan, si bien respeta la descripción clínica de Chaslin, reduce un poco el alcance discriminitavio de la noción, en particular su capacidad a distinguir netamente la esquizofrenia de la paranoia. Por otro lado, no olvida que debemos justamente a Ph. Chaslin, la distinción como forma autónoma separada de la demencia de la confusión mental primitiva: la incoherencia de la discordancia, no es la incoherencia de la confusión.
La crítica de la noción de comprehensión
Hasta aquí, podemos decir que la discordancia y las relaciones de comprehensión están íntimamente ligadas en la obra de Lacan. Vamos a ver que en el momento en que Lacan toma distancias claras con respecto a Jaspers, la noción discordancia va a adquirir una amplitud mayor que la noción de Chaslin.
"La noción de comprehensión tiene una significación muy neta. [ ] Consiste en pensar que hay cosas que son obvias, que por ejemplo, cuando alguien está triste se debe a que no tiene lo que su corazón anhela. Nada más falso: hay personas que tienen todo lo que anhela su corazón y que están tristes de todos modos" (11). La noción de síntesis, la psicología de las facultades, se ven severamente criticadas por Lacan: "Si se olvida el relieve, el resorte esencial del psicoanálisis [ ] volvemos a toda suerte de mitos formados en una época que aún quda por definir, y que se sitúa aproximadamente a fines del siglo XVIII. Mito de la unidad de la personalidad, mito de la síntesis, mito de las funciones superiores e inferiores, confusión en cuanto al automatismo" (11, p. 17). Lacan va a oponerles su primer ternario: SRI, simbólico, real e imaginario.
Dos nociones que son claves al uso de la noción de discordancia se ven cuestionadas: comprehensión y síntesis.
"Si a este propósito [paranoia] se ha podido hablar de locura razonable, de conservación de la claridad, del orden y de la volición, se debe al sentimiento que, tan lejos que vayamos en el fenómeno, estamos en el dominio de lo comprehensible. Aún cuando lo que se comprenda no pueda siquiera ser articulado, nombrado, inserto por el sujeto en un contexto que lo explicite, ello se sitúa ya en el plano de la comprehensión. Se trata de cosas que por ellas mismas se hacen comprender. Y por ese hecho nos sentimos en la capacidad de comprender. Es a partir de allí que nace la ilusión - puesto que se trata de comprehensión, comprendemos. Pues justamente no" (11, p. 36).
Y sin embargo le es difícil separarse completamente de toda referencia a la comprehensión. Cuando Lacan rescata la noción de Clérambault de automatismo mental, reconoce que su descripción necesita de tales presupuestos: "Cuando de Clérambault analiza los fenómenos elementales, busca la firma en su estructura mecánica, serpiginosa, y Dios sabe que otros neologismos. Pero aún en este análisis, la personalidad, nunca definida, se encuentra siempre supuesta, puesto que todo reposa sobre el carácter ideogénico de una comprehensibilidad primera, sobre el lazo de los afectos y de su expresión lenguajera. Se supone que esto es obvio y es de allí que parte la demonstración. [ ] Se supone que hay un sujeto que comprende de por sí y que se mira" (11, p. 54).
Lacan le imprime entonces un cambio de perspectiva, y la discordancia viene a su ayuda: "El mérito de Clérambault es de haber mostrado el carácter ideicamente neutro, lo que quiere decir en su lenguaje que está en plena discordancia con los afectos del sujeto, que ningún mecanismo afectivo basta para explicarlo, y en el nuestro, que es estructural" (11, p. 284), uniendo así de manera original el atomatismo mental de Clérambault y la discordancia de Chaslin.
Un punto aún queda por señalar, y es el hecho que Lacan ve en el neologismo una discordancia con el lenguaje común: "Al nivel del significante en su carácter material, el delirio se distingue precisamente por esta forma especial de discordancia con el lenguaje común, que se llama neologismo" (11, p. 43).
Comprehensión y síntesis, son criticadas por Lacan en cuanto fundamento de la psicopatología, o de la psicología a secas. Sin embargo, son dimensiones difícilmente eliminables de toda descripción, puesto que reflejan una cierta experiencia común: la posibilidad de la comunicación. Sabemos que Lacan ponía el acento sobre el malentedido fundamental en la comunicación, y dicho malentendido, citando a Pascal "quien formula, con todo el acento de lo grave y de lo meditado, que hay sin dudas una locura necesaria, y que sería una locura de otro estilo no tener la locura de todos"; ese malentendido, esa locura es justamente la comprehensión.
RSI y Discordancia
En un artículo en el cual le presta una atención particular a los fenómenos elementales en la psicosis, su historia y los diferentes autores que van elaborando dichas nociones, que constituyen referencias de Lacan, François Sauvagnat (17) establece la hipótesis que los cambios introducidos en su seminario RSI, serían en parte una respuesta a la discordancia: "Importa considerar que la problemática RSI desarrollada por J. Lacan a partir de 1973 fue una tentativa de tratar la cuestión de la esquizofrenia; esto vuelve evidentemente insuficientes las prácticas que se apoyan únicamente sobre la noción de "fuera de discurso" (hors-discours) (L´étourdit) o de imposibilidad de fundar una falta simbólica (Respuesta a Jean Hyppolite), aunque estas notaciones puedan tener su utilidad para aprehender lo extremo de ciertos destinos. A partir del seminario "RSI", Lacan toma en consideración la posibilidad de una ausencia de articulación entre las dimensiones simbólica, imaginaria y real; esto constituye una elaboración nueva de la problemática de la discordancia elaborada por Phillippe Chaslin (1912)".
Para Sauvagnat el problema se desplaza en la esquizofrenia de la articulación y la separación de un S1 y un S2, al hecho que esta articulación resulte incapaz de regular el goce del Otro, y naturalmente la imagen en el espejo. Si Lacan podía permitirse hablar de "un" fenómeno elemental en la paranoia, en la esquizofrenia la cuestión se excluye, la multiplicidad de fenómenos elementales pudiendo ser considerada como una característica esencial.
Sauvagnat propone el siguiente esquema:
"Se puede relevar así, además de la desorganización "independiente" de cada dimensión :
- -No-articulación S // I, muy particularmente en la incapacidad de articular la imagen especular con un ideal del yo,
- -No-articulación I // R, con por ejemplo invasión por el goce del Otro (principalmente en el síndrome de influencia),
- -No-articulación R // S, con una no-articulación al nivel del goce fálico, que vuelve la "separación" inoperante en su sentido neurótico".
La dimensión simbólica no basta, para Sauvagnat, para estabilizar al paciente. De ello deduce que además de los cuadros "deficitarios" que presentan algunos de estos pacientes, poseen una gran facilidad a presentar diversos cuadros clínicos "pseudo-", y recuerda que Chaslin en su obra evocaba la pseudo-manía, la pseudo-melancolía, etc., al cual se le agrega la forma psuedoneurótica. Y señala que uno de los puntos importantes de dichos pacientes es "la inquietante capacidad de estos sujetos a presentar manifestaciones "incongruentes", cuyo modo de articulación parece altamente imprevisible".
"Congruencia", "articulación", "imprevisibilidad", conceptos vecinos de la comprehensión jaspersiana.
Para concluir estos desarrollos de la noción de discordancia en Lacan y sus alumnos, citemos aquí la excelente descripción que dá Maleval del delirio paranoide y que constituye, por ende, una descripción de la discordancia: "Es un conjunto de afirmaciones, de hipótesis, de fabulaciones que se enriquecen, se derrumban, se contradicen. Pareciera que el sujeto permanece más preocupado de su estado cenestésico y afectivo que de su dialéctica. Cuando muchos temas compiten para expresar su estado, parecen aceptados sin elección, sin eliminación y sin esfuerzo de fusión, de donde proviene un polimorfismo simultáneo y una mobilidad en el tiempo. Los temas delirantes tienen a menudo un origen alucinatorio. Son flous, imprecisos, inconsistentes. Seguir los detalles de su exposición constituye una tarea difícil, lo que reduce su fuerza dramática y de convicción. En resumen, un caos indescriptible de relatos, de quejas, de sensaciones diversas, que testimonian de una indiferencia fría por la verosimilitud, los datos empíricos y la argumentación lógica. La actividad intelectual parece no poder llegar jamás a alcanzar su expresión adecuada y parece proceder por aproximaciones sucesivas" (13, p 136). "Verosimilitud" y "expresión adecuada", decididamente la comprehensión no se deja evacuar tan fácilmente. En cambio, la comprehensión, como locura colectiva, lazo social, se vuelve heurística para mostrar de qué manera la discordancia del esquizofrénico constituye justamente la ruptura de dicha ilusión social de la comprehensión.
LA DISCORDANCIA EN LA OBRA DE HENRI EY
En realidad, vamos a limitarnos a los capítulos escritos por Henri Ey en la Encyclopédie Médico-Chirurgicale, puesto que reservamos a su noción de esquizofrenia un estudio aparte. Es importante medir que entre la obra de Chaslin y la de Ey que estudiamos aquí, más de 40 años las separan. Punto importante si además tenemos en cuenta que la noción de Chaslin coincide con el nacimiento de la esquizofrenia de Bleuler. Este punto tiene su importancia, puesto que el espíritu integrativo de Henri Ey, quién se incorpora diversos autores (a veces forzando un poco sus pensamientos), se ve reflejado en el notable enriquecimiento de la noción de discordancia. El hecho es que después de 1911, la psiquiatría mundial se vuelca masivamente sobre la noción de Bleuler y un sinnúmero de trabajos ven el día. Basta recorrer la bibliografía de su artículo para darse un poco una idea.
Pero si Ey se reclama del pensamiento de diversos autores, les imprime una dirección que le es propia y original y que posteriormente se torna clásica.
Ya desde 1934, Ey identifica plenamente la disociación, disjunción, dislocación, diferentes traducciones al francés de la spaltung de Bleuler, con la discordancia de Chaslin. En una nota de pié de página aclara: "Precisemos este punto terminológico: las psicosis discordantes son el aspecto clínico de los procesos que provocan la disociación esquizofrénica"1 (1, p. 79). Para Ey, la noción de Chaslin resume y contiene el "desapego" (détachement) de Janet, la "Zehrfahrenheit" (desagregación) de Ziehen, la "escición" o "Spaltung" de Bleuler, y la "ataxia intrapsíquica" de Stransky.
Una de las originalidades del pensamiento de Ey es la dialéctica que le imprime a las consideraciones "escolásticas y logomáquicas" de la distinción forma/contenido una vez que se profundiza el estudio del delirio del paciente: "Tomemos el ejemplo del "bloqueo" (barrage) o de la "actividad alucinatoria", nos parece evidente que la forma misma de esos síntomas (el hecho para el pensamiento de detenerse y el hecho de que el pensamiento sea experimentado como proveniendo del exterior) son inseparables de los contenidos inconcientes que este pensamiento aleja [ ] la forma y el contenido no puden ser separados más que artificialmente" (2, p. 95).
Otro punto importante a tener en cuenta es el hecho que si bien Ey considera al esquizofrénico como "discordante, delirante y autístico", estos tres apsectos del cuadro clínico no son separables los unos de los otros. No constituyen signos o síntomas que puedan adicionarse o contabilizarse como en la PANS o la SANS de Nancy Andreasen. "El delirio [ ] es la experiencia misma de esta discordancia" (2, p. 203) o "el autismo, si es ruptura con la realidad, no es el autismo más que si es el efecto de la discordancia" (p. 215) o aún "El común denominador de las diversas formas de esquizofrenia es el autismo y el autismo es el delirio" (3, p. 375). Dicho de otro modo, el delirio es inseparable de la discordancia y del autismo.
En su estudio de la Encyclpédie Médico-Chirurgicale (1955) (3), de un gran clacisismo psiquiátrico, Ey aborda en la descripción clínica de la forma típica, el síndrome fundamental de la desagregación esquizofrénica: la discordancia, el delirio y el autismo. Para Ey, el valor de la noción de discordancia sólo puede ser dado por el contenido empírico que le brinda el análisis clínico, y ello se verá reflejado en sus descripciones. Y separa tres niveles de descripción: el plano gnóseo-intelectual, el plano instintivo-afectivo, y el plano del comportamiento .
Caracteres generales
La "forma" de la discordancia, "los rasgos fisionómicos" o estructurales, "cualidades objetivas específicas", son para Ey cuatro:
a) La ambivalencia: que Ey recoge de Bleuler y que se encuentra en los tres planos descriptivos. Se trata de una división, en términos contradictorios, de todas las operaciones o estados psicológicos. Lo que hace, según Ey, que el esquizofrénico se muestre hesitante, paradójico y contradictorio.
b) La bizarrería2: Se dice de una combinación insólita de cualidades que dan la impresión de lo extraño y de lo antojadizo (fantasque).
c) La impenetrabilidad: Los síntomas esquizofrénicos aparecen dotados de una tonalidad enigmática, "como si los propósitos, los gestos, los rencores, la generosidad, los proyectos o la salvación del esquizofrénico, no se dejaran adivinar más que a través de un espesor de sentido (sens) indescifrable [ ] entre el esquizofrénico y el otro hay como una opacidad de las relaciones de comprehensión" (p. 167).
d) El desapego (détachement): Se trata aquí de una imposibilidad de abrirse al mundo y de una atracción centrípeta hacia el interior de sí.
1. La discordancia en el plano del pensamiento
Ey piensa que es difícil separar el funcionamiento del pensamiento de los contenidos y de sus operaciones dialécticas. De hecho es difícil separarlos de los trastornos de lenguaje y de otras expresiones psíquicas (conducta, emociones, sentimientos, etc.). Por ese hecho, los describe como distorsión del sistema verbal y distorsión del sistema lógico, sin prejuzgar de sus relaciones.
Después de pasar rápido sobre los trastornos de las funciones elementales y de la estructura formal (atención, memoria, asociaciones) y sobre los trastornos del curso del pensamiento (dentro del cual una mención especial merece el bloqueo (barrage) elevado al rango de quasi patognomónico por toda una tradición psiquiátrica), Ey se detiene un poco sobre las modificaciones estructurales de la corriente intencional de la conciencia. Recoge entonces de diversos trabajos de fenomenólogos (Minkowski, V. Gebsattel, Binswanger) el acento puesto en la pérdida de las cualidades esenciales de la experiencia vivida del tiempo y del espacio, la saturación del pensamiento temporal por la espacialidad interna y una dislocación profunda del fenómeno del tiempo con una prevalencia del pasado. Recuerda que Dide y Guiraud habían notado que esos enfermos utilizaban adverbios de espacio en lugar de adverbios de tiempo.
* Distorsión del sistema verbal: Para Ey, esencialmente el esquizofrénico no emplea las palabras en el sentido de "lenguaje de la tribu", sino que hace un uso personal. Hace entonces una minuciosa descripción de los trastornos de la conversación, de la alteración fonética del sistema material del lenguaje, es decir del lenguaje en tanto que comportamiento, para fijar su análisis en la alteración del sentido de las palabras, los neologismos, quienes le parecen "una de las características más habituales y notables de la psicología de los esquizofrénicos, y el valor diagnóstico y pronóstico ha sido reconocido desde hace mucho tiempo por todos los clínicos" (13, p. 178). Generalmente los neologismos creados poseen un carácter pseudo-científico y constituyen las premisas de la incoherencia ideo-verbal que constituye par Ey una de la formas típicas de la fase terminal de las esquizofrenias. Ciertos neologismos contienen una infinidad de sentidos posibles, es lo que llama "palabra-valija" (mot-valise) tomado de Lewis Carrol. Ey recuerda que Séglas los separa en neologismos activos y neologismos pasivos, según dos polos: el automatismo y un trabajo dialéctico de invención, procedimiento de creación. Sin embargo, si bien las formas menores (alteración de ciertas palabras) le parecen frecuentes, los neologismos propiamente dichos le parecen raros. Jean-Calude Maleval comparte esta opinión en un trabajo reciente sobre la noción de forclusión y sus consecuencias clínicas y recuerda que el criterio que Lacan proponía de la presencia de trastornos de lenguaje para el diagnóstico de la psicosis era provisorio. Glosolalias, glosomanías, neologismos, no son la propiedad exclusiva de los psicóticos (14, deuxième partie, chapitre I). Ey recuerda la intuición fundamental de Freud por la cual los signos verbales se substituyen a las cosas: es la "logolatría" de Tanzi (1890), la "interpretación filológica de Pfersdorff (1929).
El primado de la letra, si nos permitimos aplicar la expresión de Maleval al trabajo de Ey, merece una atención especial. "La particularidad de las producciones gráficas consisten en escritos caligrafiados o jeroglíficos, de grafismo misterioso y complicado. Los juegos decorativos (recortes, objetos adornados, muñecas, decoraciones pintadas, etc.) son frecuentes" (3, p. 181). El tema del arte y la locura, dentro del cual entraba en juego su polémica con los surrealistas, encuentra allí una vez más razón para expresarse. Si reconoce el estatuto de artistas y de obras maestras esquizofrénicas a los trabajos reunidos por la colección Prinzhorn, dice: "si el arte y la locura se encuentran, permanecen sin embargo separados por la distancia que separa el artista del objeto de arte. El artista hace lo maravilloso, el enfermo es maravilloso" (3, p. 182).
* Distorsión del sistema lógico: El enfermo se presenta clínicamente, dice Ey, como si estuviera despegado del sistema lógico que asegura la conformidad de su pensamiento al pensamiento colectivo y racional del grupo. Aquí entran los conceptos sobre la "estructura paralógica" del pensamiento esquizofrénico que C. Schneider, Minkowski, Sullivan, Binswanger y Bleuler han descripto. "La aglutinación de los significaciones, las mezclas de ideas, las confusiones, las encastraciones de nociones, son la moneda corriente de este pensamiento a la vez simbólico, sincrético y absurdo" (3, p. 184).
La concepción del mundo, es decir el sistema de realidad elaborado le parecen mitológicos, arcaicos. "Cómo no pensar en las grandes leyendas mitológicas [ ] en los arquetipos simbólicos de la prehistoria o del folclore delante de estos enfermos para quienes la ubicuidad, la palingenesia, la retrogradación del tiempo, las metamorfosis de las personas, el poder mágico del pensamiento, la absoluta contingencia de las leyes de la naturaleza, la realización de las metáforas, etc., constituyen las formas mismas de la más irreal de las irrealidades" (3, p. 185). Debemos recordar que el pensamiento de Ey, a través de sus referencias jacksonianas o de Lévy-Bruhl, se inscribe resueltamente en el evolucionismo de principio de siglo.
Ey resalta lo que llama el abstraccionismo sistemático. Le parece el contraste más discordante de la actividad intelectual del esquizofrénico: las abstracciones vacías. "La interpretación filológica, las manipulaciones aritméticas, el recurso a un vocabulario científico y filosófico, los neologismos sabiondos o eruditos constituyen las manifestaciones más comunes de este extraño gusto por todo lo que es abstracto; el racionalismo mórbido (E. Minkowski) conduce a sistemas complicados [ ] demostraciones matemáticas, cuyo rigor y minucia contrastan con la insignificancia o la inadecuación" (3, p. 185). Si Ey le dá tanta importancia a este rasgo del cuadro clínico "es que representa, en efecto, un carácter mayor de la discordancia de la esfera intelectual" (3, p. 186).
Para Ey la discordancia intelectual es completamente solidaria de la discordancia afectiva. Los trastornos del pensamiento y la regresión afectiva consituyen la incapacidad de acceder a formas intelectuales claras y la proyección de los complejos afectivos: constituyen la discordancia ideo-afectiva.
2. La discordancia en el plano afectivo
La mayoría de los clínicos está de acuerdo para notar la inextricable combinación de los síndromes de "disociación intelectual" y "disociación afectiva", dice Ey. La vida afectiva posee los caracteres generales de la discordancia: ambivalencia, bizarrería, impenetrabilidad y desapego.
La ambivalencia afectiva no le parece a Ey otra cosa más que la transparencia y la manifestación de elementos múltiples que componen un sistema de tendencias (sentimientos, pasiones, emociones): "La esquizofrenia despliega delante nuestro, como en un análisis espectral, toda la gama de tendencias que componen los sentimientos" (3, p. 187).
La bizarrería afectiva corresponde a lo que en la clínica clásica se describe como paratimias, es decir las manifestaciones afectivas paradójicas y a menudo desconcertantes.
La impenetrabilidad afectiva, a menudo confundida con ausencia de afectividad, da la impresión de encontrarse ante un ser con reacciones afectivas imprevisibles "tan lejos de las expresiones habituales de la vida afectiva que se teme tanto sus bruscas explosiones emocionales, su calma aterradora, su inercia o sus efusiones, puesto que, indiferente o inoportuno, escapa a toda comprehensión de su motivación psicológica" (3, p. 187-188).
El desapego de los afectos se refiere a su carácter enigmático para los otros, desapegados del sujeto mismo.
* Alteraciones de la tonalidad afectiva de base: Dos aspectos retienen la atención de Ey. La atimormia (athymormie), descripta por Dide y Guiraud, correspondiendo a los conceptos clásicos de indiferencia afectiva, desinterés, inercia. "Todo ocurre, dice Ey, como si estos enfermos no vibran más, no respondieran más a los estímulos de la vida afectiva (situaciones agradables o penosas, dificultades o alegrías de la existencia, presencia o ausencia de seres queridos, proyectos agradables o temores por el futuro). Sus vidas se desarrollan en una igual monotonía, entrecortada solamente de emociones inexplicables e inadaptadas" (3, p. 189). El segundo aspecto que resalta Ey lo constituye el negativismo. Recuerda las descripciones clásicas descriptas por Kahlbaum o Bleuler. Más frecuentemente, el negativismo reside en ciertos matices fundamentales, dentro de los cuales la ironía, reconocida por los autores clásicos, le parece saturar la existencia esquizofrénica, y manifiesta un desapego (détachement) sistemático con respecto a los contactos interhumanos. Recordemos que para Lacan, este punto le parecía definir el estilo relacional de la esquizofrenia, la ironía, un término que " me permite de responderle sobre la función social de la enfermedad mental lapidariamente: su función, ¿social ha dicho usted?, es la ironía. Cuendo usted tenga la prática del esquizofrénico, usted conocerá la ironía que lo arma, dirigida a la raíz de toda relación social" (12, p. 10). J.A. Miller realizó una interesante profundización de este aspecto de la esquizofrenia (15). Para Ey el manierismo desdeñoso, la cara larga (bouderie), la falsa condescendencia, constituyen otras formas sutiles de esta "discordancia mayor entre el sujeto y el mundo exterior" (3, p. 190).
* La regresión instintivo-afectiva: Merecen su atención una serie de comportamientos impulsivos de la vida sexual: "La vida secreta de los esquizofrénicos como algunos de sus caprichos o ciertos de sus frenesís está poblada de fantasmas; su existencia sufre de una especie de erotización, como si estuviera saturada de líbido, arrinconada a las constelaciones más arcaicas del sistema pulsional. Sucede que las prácticas masturbatorias, la inversión sexual, las fijaciones incestuosas, sean algunas veces sorprendentemente exibidas en su comportamiento. Esta expresión directa, o apenas ocultada de las pulsiones es uno de los rasgos mayores de la extrañeza de los esquizofrénicos" (3, p. 191).
La resurgencia de fijaciones pregenitales constituyen el pivot central, dice Ey, con sus típicas relaciones de objeto, contemporáneos de la fase sádico-anal y oral. "La inversión tan característica de los sentimientos familiares, la hostilidad, el odio sistemático por la madre, los terribles celos para con los hermanos, la ferocidad de las relaciones con el cónyuge, etc., etc., todos estos sentimientos tan fuertes y tan inquebrantables figuran aquí, con la violencia de las identificaciones primitivas, acrecentada de los fracasos de las elaborciones secundarias. Esto es una realidad clínica de primera importancia, puesto que podemos decir que un esquizofrénico no tiene jamás una vida sexual normal ni sentimientos familiares normales" (3, p. 193).
3. Discordancia en el plano del comportamiento
Todos estos síntomas entran en el comportamiento catatónico.
* Manifestaciones psicomotrices de la ambivalencia: El sistema de las tendencias oscila constantemente entre la ejecución y la suspensión de los actos. En el plano de la mímica la discordancia de las expresiones (paramimias) corresponde a la fragmentación de la máscara. Coresponde a la discordancia afectiva puesto que la paramimia no debe entenderse como la disociación de las partes del sistema mímico sino también de la indecuación entre la mímica y la emoción como en las "risas discordantes".
Las conductas contradictorias se observan con particular frecuencia en las relaciones con los otros. "Uno de los rasgos más desconcertantes de esta contradictio in acto es la mezcla de oposición y sugestibilidad" (3, p. 196).
* Bizarrerías del comportamiento: Dos son ejemplares para Ey, el manierismo y el teatralismo. El manierismo se define por el carácter afectado y artificial de los gestos, las actitudes, la mímica y los actos. Para Ey el sentido profundo del manierismo es una especie de necesidad de actuar como una marioneta, de encerrarse en la mecánica y de obedecer al formalismo de una "burocracia absoluta": "Delicadeza extraña qui contrasta generalmente, por su suavidad, con el conjunto del comportamiento a menudo grosero y socialmente inadaptado, paradoja que alcanza aquí su punto máximo entre el conformismo caricatural de los modales y la no conformidad a la regla general" (3, p. 198). El teatralismo constituye el artificio de la presentación, del pensamiento, del lenguaje y de los actos, que conducen al esquizofrénico a actuar constantemente en una comedia dirigida a los otros y a sí mismo. La manifestación la más frecuente es una especie de ironía y de burla. Esta forma de teatralidad se acerca al teatralismo histérico, pero difiere singularmente en el dédalo inextricable de extrañezas que son la forma misma de la existencia esquizofrénica.
* Impenetrabilidad de los motivos: El esquizofrénico se posa como un enigma viviente. Se comporta como si quisiera rodearse de misterio y sustraerese a la comprehensión del otro. La incapacidad de predecir las reacciones de estos enfermos le parece a Ey un síntoma de la mayor importancia. "Puesto que son ellos los que, de todos nuestros enfermos, los que nos ofrecen la imagen más auténtica del hombre extraño a los otros hombres" (3, p. 199).
Así se describen las impulsiones, los raptus impulsivos, el asesinato inmotivado, las automutilaciones, castraciones y suicidios extraños. "Estas acciones son como fantasmas realizados en el juego y la acción. El narcisismo [ ] y todas las tendencias autoeróticas no dejan de transparentarse" (3, p. 200).
* El desapego. De los automatismos a la inercia: Le parece la tendencia fundamental del esquizofrénico: tornarse hacia su mundo interior. Etran aquí las conductas negativistas, la claustración, la clinofilia, el mutismo, los "pequeños signos de negativismo" (rechazo de dar la mano, cerrar los ojos, etc.) y los "grandes signos de negativismo" (acciones violentas, crisis clásticas, rechazo de alimentos, etc.).
Un último aspecto señala Ey de la discordancia motriz: la intricación en el curso de la evolución de la psicosis de fases de akinesia con estupor y fases de hiperkinesia con todo el cuadro de la agitación catatónica. Lo más a menudo, es entre estas dos formas extremas que se desarrolla el comportamiento de los esquizofrénicos.
Y Ey termina sus consideraciones recordando que el síndrome fundamental de discordancia, tal como venimos de describirlo, es lo que se tiene tendencia a considerar, en su mayor parte, como los trastornos primarios, o aún negativos y deficitarios del estado esquizofrénico. "Pero cualquiera que sea la interpretación patogénica, este síndrome constituye, en efecto, el núcleo esquizofrénico fundamental" (3, p. 203).
LA DISCORDANCIA EN LA OBRA DE FOLLIN
Un trabajo de Follin al cual ya nos hemos referido (5), constituye lo esencial de su aporte a la cuestión. Posee un perfil propio, y nos parece el mejor ejemplo empírico de lo que podemos llamar la inercia dialéctica en la psicosis. Este autor, de pensamiento marxista, se apoya en el proceso dialéctico bien conocido desde Hegel, de tesis antítesis y síntesis Ya no es más la comprehensión a la Jaspers la que ordena aquí la interpretación de la discordancia. La gran novedad que incorpora Follin es el proceso dialéctico. Lo esencial de la discordancia sería, para Follin, la no resolución dialéctica de la tesis y la antítesis; la ausencia de síntesis3, la Aufhebung hegeliana, independientemente de un contenido comprehensible o no. Veamos que aplicación le da al proceso discordante:
"Incoherencia, bizarrería, disharmonía, discordancia, ataxia, etc., todos estos términos evocan en sí mismos la esquizofrenia. Pero no nos entendemos, sin embargo, ¿disharmonía, discordancia entre qué y qué?" (5, p. 85). Así plantea el problema Follin al comienzo de su estudio.
El problema del proceso esquizofrénico radica, para Follin, en el hecho que las funciones psíquicas elementales tomadas en ellas mismas no están alteradas, pero existe una alteración específica de la vida psíquica, que tomada como un todo, disocia la vivencia y deteriora la persona. El problema es el de la cualidad de la actividad psíquica. Y su propósito es poner a la luz en qué consiste justamente la discordancia, y en qué ella no es ni una simple ataxia intra-psíquica, ni una simple disharmonía o disparidad de síntomas. La tríada comportamiento-afectividad-pensamiento, que desde Kant sirve de base descriptiva, la encontramos nuevamente aquí.
* La psicomotricidad, cuyos trastornos son mayores en las formas hebefreno-catatónicas, parecen esencialmente caracterizados por la coexistencia de pasividad, inercia, sugestibilidad, con oposición, excitabilidad, descargas motrices, verbigeración. "Hay de algún modo, simultáneamente actividad e inactividad [ ] una verdadera inmobilidad activa, [ ] una inmovilidad en el movimiento. Encontramos las mismas características en el síndrome cataléptico en el cual la extrema pasividad de la flexibilidad cérea va junto con la resistencia a la contracción cuando se mobiliza el miembro. [ ] Encontramos por otro lado, características comparables en los actos que implican una finalidad, es decir una deliberación, una iniciativa. Son sujetos que pasando la puerta entran y salen a la vez, tienden la mano retirándola. [ ] Pero se trata de más y de otra cosa que de la simple ambigüedad de fines, a saber del carácter contradictorio de la función psicomotriz misma, independientemente de su finalidad. Por ejemplo, las estereotipias de los esquizofrénicos, independientemente de su valor significativo, aparecen como actividades inertes, sin alcance sobre el mundo, en las cuales el movimiento se basta a sí mismo, es en él mismo su propio fin [ ]; mas allá de su sentido las estereotipias son gestos sin actos" (5, p. 87).
No se puede dejar de ver en filigrana la noción de acto, que adquiere sus letras de nobleza en la psicopatología con la obra de Georges Politzer, que tanto influyera el medio psicológico y psiquiátrico entre las dos guerras y que cautivara al jóven Lacan. La obra de Politzer se inscribe en la búsqueda de una psicología concreta, al abrigo de la metafísica y la escolástica, de la "psicología científica de su tiempo": "Wundt surge primero para preconizar la psicología "sin alma", y comienza la migración de los aparatos de los laboratorios de fisiología a los de psicología. Que orgullo y que alegría! Los psicólogos tienen labortorios y publican monografías Basta de disputas verbales: calculemus!" (16, p. 3). ¿Qué entiende Politzer por acto?: "El acto de un individuo concreto, es la vida, pero la vida singular del individuo singular, en breve, la vida en el sentido dramático de la palabra. [ ] Un acto aparece siempre como un segmento del drama, que no tiene existencia más que por y en el drama. Su método no será entonces un método de observación pura y simple, sino un método de interpretación". Es la dirección que toma Freud, dice Politzer. "Y lo que busca alcanzar por la interpretación no es el yo abstracto de la psicología, sino el sujeto de la vida individual, es decir el soporte de un conjunto de sucesos únicos, el actor, si se quiere, de la vida dramática y no el sujeto de la introspección; [ ] el agente de un acto considerado en su determinación singular [ ]; pero un sujeto calificado precisamente por los sucesos y que está todo entero en cada uno de esos sucesos".
Follin termina afirmando que la contradicción en la motilidad del esquizofrénico es lo que se expresa diciendo que estos sujetos son al mismo tiempo hiperkinéticos y akinéticos.
* El pensamiento: "Si se trata de aprehender el curso de pensamiento en su movimiento, dice Follin, nos vemos soprendidos por la simultaneidad de una especie de estasis con repeticiones, perseveraciones, ecolalias, intoxicaciones por las palabras, etc., coincidiendo con la difluencia, verbigeración, propósitos intercalados, derivaciones múltiples, coq-à-l'âne (pasar de un tema a otro)" (5, p. 87). La función ideica y su expresión por el lenguaje le parece simultáneamente estancada y difluente: "La discordancia ideica me aparece como siendo la contradicción del movimiento mismo del pensamiento, que simultáneamente concentra y diluye conceptos y nociones" (5, p. 88).
Follin se inscribe en contra de los trabajos gestaltistas que caracterizan el pensamiento de los esquizofrénicos como la pérdida de la capacidad de abstracción. "Clínicamente [ ] nada es tan abstracto que el pensamiento del esquizofrénico [ ] pero esta abstracción se caracteriza en un simbolismo muy concreto [ ]. El movimiento del pensamiento va simultáneamente en el sentido de lo concreto y de lo abstracto, como si se desarrollara simultáneamente en dos direcciones contradictorias", Follin postula el carácter simultáneamente abstracto y concreto del pensamiento.
También contesta los que definen como vacío al pensamiento esquizofrénico: "Una apreciación más sensible de la conducta, de esas sonrisas, de esos labios cerrados, contraídos, del sentido mismo de las impulsiones o de las estereotipias permiten de acceder a una riqueza muy grande de la vivencia" (5, p. 88). En el fondo el vacío del pensamiento es para Follin, una forma de decir y de pensar, es un vacío lleno de afectos y de ideas, es un vacío delirante que contiene, disimula y expresa, todo a la vez, la riqueza de lo vivido. Es lo que caracteriza al autismo como actividad psíquica discordante, como presencia al mundo discordante. En conclusión Follin dice: "La discordancia ideica de los esquizofrénicos me parece definirse por el carácter contradictorio de su desarrollo - su progresión a la vez coalescente y difluente - su forma generalizante abstracta en el imaginario concreto, sensorial, alucinante, su expresión por el cual el vacío mismo contiene un mundo de significación vivida - realizando la existencia autística del esquizofrénico, su presencia al mundo discordante, en lo que ella es presencia en el desapego (détachement)" (5, p. 89).
* La afectividad: La idea de la indiferencia de los esquizofrénicos no le parece haber desaparecido completamente de la literatura psiquiátrica. Encuentra un eco lejano de la demencia afectiva de Kraepelin en la atimormia (athymormie) de Guiraud. No les es posible admitir que las dificultades de contacto reales, ni que la apariencia de indiferencia traduzcan una disminución o una ausencia de emotividad. La ambivalencia que caracteriza uno de los aspectos importantes de la afectividad esquizofrénica, no basta para definirla puesto que existe una ambivalencia normal y neurótica. "Lo que es patológico es que la ambivalencia del esquizofrénico no se resuelve y permanece, en cierto modo, fijada en la simultaneidad de deseos, de emociones, de pasiones contradictoriamente polarizadas" (5, p. 89). Pero reconoce que esto tampoco basta aún para definir de modo suficientemente específico la afectividad de los esquizofrénicos.
Toma entonces el ejemplo de la mímica contradictoria con los sentimientos expresados. Hay contradicción entre la expresión de los afectos y su sentido, pero, dice, se debe ir más lejos y saber cuál es el sentido de esta indiferencia. Cita entonces una paciente que decía "Mi indiferencia me preserva de mi sufrimiento", y hay más que una contradicción entre la expresión de la vida afectiva y de su contenido. Una expresión tal, le hace comprender la paradoja de la vida afectiva del esquizofrénico: saber que la indiferencia es la forma misma de la sensibilidad. O el contrario, en sujetos en los cuales la emotividad misma es como la máscara y la forma de la indiferencia.
Lo mismo ocurre con la voluntad. Si a veces le parece difícil conocer los deseos de un esquizofrénico, no es porque sean simultáneamente positivos y negativos, sino que comportan simultáneamente deseo e indiferencia. "Finalmente lo que hace la discordancia afectiva es menos la ambivalencia positiva o negativa de la finalidad de las conductas, que el carácter contradictorio del proceso tímico mismo, cuyo movimiento conlleva simultáneamente sensibilidad e indiferencia, atimia e hipertimia" (5, p. 90).
En conclusión de su abordaje, Follin dice que más allá de los aspectos didácticos, la discordancia aparece como una alteración global y específica de la actividad psíquica como un todo: es la naturaleza del movimiento mismo de los procesos psíquicos. Follin distingue la disociación bleuleriana (fragmentación de los contenidos de la conciencia, de las relaciones del sujeto con el mundo), de la discordancia. Disociación o ambivalencia depasan el cuadro de la esquizofrenia: existen disociaciones, dice Follin, histéricas, confusas, disociaciones delirantes diversas; del mismo modo la ambivalencia puede ser normal, neurótica o delirante. Lo que especifica la disociación esquizofrénica es que es sin salida y que se fija en el autismo. Lo que muestra el análisis de la discordancia es que ella no es en sí disociación o ambivalencia de lo vivido, sino alteración de la actividad psíquica definida por el movimiento contradictorio de los procesos psíquicos mismos. Follin reconoce que entre esos conceptos hay relaciones y distinciones, que no se puede ni identificar, ni separar el contenido y el sentido de la existencia psíquica, de la vida psíquica misma, en tanto que ella es la actividad del sujeto que asegura sus relaciones con el medio y conserva su historia, pero tomada globalmente, no comporta solamente "la organización temporo-espacial de la experiencia inmediata del Ser-en-el-mundo-aquí-y-ahora" sino aún la duración, que es la historia del sujeto. La discordancia disocia lo vivido y lo fija, librando al sujeto a la ambivalencia de sus afectos, ordena la degradación ambigua de los contenidos de conciencia, fragmenta las relaciones del sujeto y del mundo y determina así la deterioración autística de la persona. Follin afirma que la discordancia es una alteración cualitativa de la actividad psíquica tomada como un todo, y que contiene y precisa lo que Minkowski entiende por ruputura del contacto Vital con la realidad.
LA DISCORDANCIA EN EL COGNITIVISMO FRANCES
Pensamos que nuestro trabajo quedaría sumamente incompleto sin algunas palabras sobre el abordaje cognitivista de la discordancia. Esta muy breve síntesis permite comparar los diferentes puntos de vista entre el cognitivismo, la fenomenología y el psicoanálisis a propósito de la discordancia. Evidentemente no existe una especificidad francesa en la cuestión, sino más vale algunos investigadores que se identifican con esa escuela. Entre los más importantes Hardy-Baylé y Widlöcher en París, Daléry y Georgieff en Lyon, Jeannerod, etc. La gran masa de datos y conceptos es proveniente de estudios anglosajones y principalmente norteamericanos.
Una de las características del cognitivismo francés es de proponer una revisión de la semiología en lo que concierne a los trastornos del pensamiento, del lenguaje y de la comunicación que se adaptan difícilmente a la investigación. Evidentemente una perspectiva neuropsicológica localizacionista es una de las ambiciones del cognitivismo.
Ciertas hipótesis de base dirigen la investigación: los trastornos de la "atención selectiva", que corresponde a una función de filtro y de selección de la información perceptiva; los trastornos de la "explotación del contexto" explorados por la psicolinguística cognitiva que identifica las dificultades de los esquizofrénicos para utilizar las informaciones brindadas por el contexto verbal, dificultades a tomar en cuenta la organización interna de un texto que se manifesta en tareas de comprehensión; los "trastornos de la organización de la acción" que evalúan la pertinencia de los estímulos en función de la experiencia; los trastornos de la "planificación de la acción" que recubre la integración y la organización temporal, la preparación y la anticipación de las respuestas, la selección de las informaciones pertinentes y la inhibición de las informaciones no pertinentes para la ejecución de la acción; los "trastornos de la memoria implícita y procedural"; los "trastornos del lenguaje" que comparan el lenguaje afásico con la esquizofasia que buscan explicar la incoherencia esquizofrénica, los problemas de contextualización, de pragmática, de planificación del discurso, etc.
Veamos entonces cuales son las diferencias esenciales entre este tipo de abordaje y el que hemos visto hasta aquí: Georgief concluye su etudio (6) señalando que, de modo contrario a los estudios que hemos tratado, el abordaje cognitivo de la esquizofrenia, "proponen un conjunto de anomalías diversas, más que un modelo de disfuncionamiento cognitivo unívoco y específico. Es solamente a un nivel complejo y especulativo que hipótesis integrativas son propuestas implicando en particular los mecanismos de control y de planificación". Señala que la articulación de los datos cognitivos entre ellos son problemáticos, del mismo modo que sus relaciones con la clínica y la neurobiología. [ ] La patología esquizofrénica mostraría trastornos conjuntos y correlacionados de la organización y de la acción, de su inadecuación al contexto, de su control y de su representación conciente y intencional. Interrogando la representación de la realidad en su relación con la acción, el abordaje cognitivo de la esquizofrenia se dirige a los trastornos del juicio de realidad o de atribución, relacionados a los trastornos de la organización y de la experiencia subjetiva de la acción. [ ] Las articulaciones con la clínica necesitan una redefinición de los síntomas y en particular, el custionamiento en el campo de una psicopatología cognitiva, de nociones ampliamente utilizadas pero aún demasiado imprecisas".
EN CONCLUSION
De la confrontación entre estos abordajes muy diferentes surge el enfrentamiento caracterizado por el perpetuo ritmo mecanico-dinamista del que hablaba Ey sobre las ideas en medicina: la oposición de un abordaje mecanista, atomístico, que reduce el todo a la suma de las partes, enfrentado al punto de vista dinamista (en un sentido amplio), el de la forma (gestalt), el eidos de la fenomenología, el de la estructura del psicoanálisis, para quién el todo es anterior a las partes.
Del mismo modo se pueden enfrentar el punto de vista que parte del individuo autónomo, cuya imagen es el hombre-máquina de La Méttrie, a un abordaje que tiene en cuenta la base social del individuo. Es el enfrentamiento entre un abordaje puramente cuantitativo y uno esencialmente cualitativo. Las consecuencias teóricas y prácticas de uno u otro punto de vista son sensiblemente diferentes. Y ambos aspiran a ser un reflejo conceptual de "los hechos". Es quizás olvidar un punto que Lacan recordaba en su Tesis: "Es el postulado el que crea la ciencia, y la doctrina, el hecho" (8, p. 308).
Notas
1 Toda una lectura un tanto reduccionista se va a precipitar sobre este dualismo que hace de la disociación el proceso psicopatológico y de la discordancia un mero correlato clínico.
2 Bizarre: raro, extraño, curioso. Decidimos conservar el término "bizarro" puesto que algunas traducciones lo conservan.
3 Síntesis no debe confundirse aquí con el sentido psicologista de una "función de síntesis".
BIBLIOGRAFIA
1) Ey, (H.), Position actuelle des problèmes de la Démence précoce et des Etats Schizophréniques (1934), in Schizophrénie, Etudes cliniques et psychopathologiques, Les Empêcheurs de Penser en Rond, Synthélabo, 1996
2) Ey (H.), Quelques aspects de la pensée paranoïde et catatonique (1936), in Schizophrénie, Etudes cliniques et psychopathologiques, Les Empêcheurs de Penser en Rond, Synthélabo, 1996, p. 95.
3) Ey (H.), Groupe des psychoses schizophréniques et des psychoses délirantes chroniques (Les organisations vésaniques de la personnalité) (Encyclopédie Médico-Chirurgicale - 1955), in Schizophrénie, Etudes cliniques et psychopathologiques, Les Empêcheurs de Penser en Rond, Synthélabo, 1996.
4) Ey (H.), Les problèmes cliniques des schizophrénies (1958), in Schizophrénie, Etudes cliniques et psychopathologiques, Les Empêcheurs de Penser en Rond, Synthélabo, 1996, p. 375.
5) Follin (S.), Sur la psychopathologie du processus schizophrénique (1958), in Vivre en Délirant, Collection Les Empêcheurs de Penser en Rond, 1992, p. 83-131.
6) Georgief (N.), Recherches cognitives et scizophrénie, in La Schizophrénie, Recherches actuelles et perspectives, Daléry J., D'Amato, Masson, 1995, pp.199-255.
7) Lacan (J.), Structure des psychoses paranoïaques, Semaine des Hôpitaux de Paris, N° 14, 1931, reditado en Ornicar? N° 44, janv-mars 1988, pp. 5-18.
8) Lacan (J.), De la psychose paranoïaque dans ses rapports avec la personnalité, Seuil, 1975.
9) Lacan (J.), Ecrits, Seuil, 1966.
10) Lacan (J.), Séminaire Livre I, Les écrits techniques de Freud, Seuil, 1975, p. 222.
11) Lacan (J.), Le séminaire, Livre III, Les Psychoses, Seuil, 1980.
12) Lacan (J.), Réponses aux étudiants en philosophie sur l'objet de la psychanalyse, Les Cahiers pour l'analyse, N°3, mai-juin 1966, p. 10.
13) Maleval (J. Cl), Logique du Délire, Masson, 1996, p 136.
14) Maleval (J.Cl.), La Forclusion du Nom-du-Père, Le concept et sa clinique, Seuil, 2000.
15) Miller (J.A.), Clinique Ironique, La Cause Freudienne N° 23, Février 1993, pp. 7-13.
16) Politzer (G.), Critique des fondéments de la psychologie (1928), Presses Universitaires de France, 1994.
17) Sauvagnat (F.), Secrétaire de l'aliéné aujourd'hui par François Sauvagnat (Paris, Rennes), Ornicar?, http://www.multimania.com/jlacan/ornicar/ornicardigital;en español en el sitio http://www.etiem.com.ar/trabajos3.htm