Seminario
Nociones de la Psiquiatría
Francesa
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Dictado por : Eduardo T. Mahieu
Clase 7
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La concepción
de lo negativo en el orgadinamismo de Henri Ey
Forma, figurabilidad y
sentido.
Patrice Belzeaux
patrice.belzeaux@wanadoo.fr
PRESENTACION
Mi colega y amigo Patrice Belzeaux, psiquiatra y psicoanalista de Perpiñán, accedió amablemente a mi pedido de participar en el seminario sobre las Nociones de la Psiquiatría Francesa. En su parcurso, asistió a los últimos años del seminario de Lacan, y en Perpiñán pudo compartir los últimos años de vida de Henri Ey, cuando éste estaba jubilado en Banyuls dels Aspres. Secretario general de la Association Pour une Fondation Henri Ey, trabajador incansable, lleva adelante una importante actividad editorial como Jefe de Redacción de los Cahiers Henri Ey y como webmaster del sitio internet SitEy ( http://psydoc-fr.broca.inserm.fr/Ey/AccueilEy.html ). Es también el autor de un pensamiento original, fruto de un conocimiento muy profundo de las obras de Lacan y de Ey. Pensamos entonces servirnos de él para continuar nuestro recorrido de ciertas nociones de la psiquiatría francesa, allí donde ella es más original
El texto que nos presenta nos facilitará la transición de la problemática de las psicosis y ensueños a la de las esquizofrenias, marcando las diferencias entre el abordaje francés y el norteamericano del problema de lo positivo y lo negativo. Por otro lado, nos permitirá de marcar zonas comunes y fronteras entre la psiquiatría, la fenomenología y el psicoanálisis. Inaugura además la modalidad de los invitados a participar al seminario, lo que, pienso, convendrá a todo el mundo. Habrá otros por venir
E. Mahieu.
La concepción de lo negativo en el orgadinamismo de Henri Ey
Forma, figurabilidad y sentido.Patrice Belzeaux
patrice.belzeaux@wanadoo.frLo Negativo atraviesa al Organodinamismo de parte en parte. Es su concepto fundamental. Le debemos la Unidad epistemológica de un discurso que recorre de un solo tirón el Cuerpo y el Espíritu, lo Biológico y lo Psicológico, la quimioterapia y la psicoterapia. Esta Unidad se ha tornado preciosa en nuestro tiempo de Eclecticismo multifactorial, siempre amenazado de explosión o de escición entre Neurociencias y psicoterapias con las consecuencias que se imaginan para nuestros pacientes y para la profesión de Psiquiatra.
En un tiempo en el cual los términos de "Positive and negative symptomatology" florecen en la pluma de los grandes autores anglosajones (T. Crow, N. Andreasen, Carpenter, etc ), así como en las banales publicaciones, llamadas de superficie, retomadas por los mass media o los laboratorios farmacéuticos, me pareció digno de interés trabajar sobre al menos una de esas nociones - lo negativo - en el modelo organodinámico de Henri Ey.
Si en la literatura contemporánea sobre la esquizofrenia, los trastornos negativos son equivalentes de trastornos deficitarios (que se encontrarían en la vieja hebefrenia), y los trastornos positivos representan los trastornos productivos como el Delirio y las Alucinaciones, es decir que ambos términos cubren acepciones antes que nada descriptivas y susceptibles de un acuerdo interjuez bastante fácil, no ocurre o mismo en el organodinamismo de Henri Ey en el cual la dimensión psicopatológica domina y organiza la descripción clínica.
Veremos que el modelo organodinámico se opone con la profundidad de sus análisis al empirismo descriptivo y desemboca en una vista de conjunto del campo psicopatológico, y en una lógica de la articulación entre el cuerpo y el espíritu a través de una concepción de la Representación y de la actividad simbólica del Hombre.
Sin querer tomar a la alucinación como ejemplo de esta problemática de lo positivo y lo negativo - aunque constituya el eje de los trabajos de Henri Ey - citemos para comenzar esta frase extraída de su famoso Traité des Hallucinations, precisamente en ese gran capítulo cuyo título es La condition négative des phénomènes hallucinatoires (La condición negativa de los fenómenos alucinatorios), (los procesos alucinógenos). Allí, cada palabra cuenta:
"Hemos, desde el Prefacio, en todas las partes de este libro, denunciado el error que consiste en considerar a la Alucinación en tanto que síntoma positivo [ ] sin hacerla depender el trastorno negativo" (1).
Y para introducir a las problemáticas que debatiremos:
". . . la manifestación positiva de su figura (su configuración alucinatoria) es una apariencia, vivida por el alucinado como un objeto real que está allí, irrecusable e incondicional, como un absoluto de vivencia o de percibido, mientras que para la mirada del clínico y especialmente el médico (pathologiste), ella es un síntoma, un signo, que no se manifesta solamente por su aparición, sino que manifesta por su aparición sobre un plano posterior del cual ella es el efecto" (2).
Y un poco más lejos:
"El mérito de la teoría patogénica de la negatividad fundamental o formal de la alucinación le corresponde indudablemente a Huglings Jackson " (3).
En estas citaciones extraídas de la obra mayor de Henri Ey están contenidos la mayoría de los términos dialécticos que vamos a recorrer: síntoma positivo y trastorno negativo, figura y fondo, contenido y forma; en los cuales Negativo, Fondo y estructura formal, a los cuales se les agrega lo orgánico y la organización del Organodinamismo, forman una primera serie.
Sin embargo, surge una distinción a la cual hay que prestarle atención, entre síntoma negativo y trastorno negativo. Ya hablaremos más adelante. Esta serie de términos está articulada - esta noción de articulación es importante: no hay positivo sin negativo - a una segunda serie, o sea a lo positivo, a la figura y al contenido al cual se agrega en la misma línea la significación de los afectos, el sentido descifrado por la interpretación y el Dinamismo del Organodinamismo. Agreguemos que para Ey toda la psicopatología órganodinamica parte de H. Jackson, y es entonces por él que comenzaremos muy brevemente.
HISTORIA DE LOS CONCEPTOS POSITIVO/NEGATIVO EN EL ORGANODINAMISMO
I) Lo negativo y el jacksonismo.
De su famosa Memoria de 1894, traducida por Ey y Rouart en 1936, excelentemente comentada y situada en la obra de Ey por G. Berrios (5), J. Garrabé (6) y R.M. Palem (7), citemos esta frase de H. Jackson, la cual resume perfectamente su elaboración conceptual, y que Ey reproduce muchas veces: "Se dice que la enfermedad es causa de la locura. Preciso que la enfermedad no produce más que síntomas negativos respondiendo a la disolución, y que todos los síntomas mentales positivos complejos (ilusiones, alucinaciones, deliro y conductas extravagantes) son el resultado de la actividad de elementos nerviosos no afectados por el proceso patológico, que se manifestan durante la actividad en el nivel inferior de la evolución que persiste Las ideas más absurdas y las acciones más extravagantes de los alienados son la supervivencia de sus estados más adaptados. Las ilusiones de un alienado no son causadas por la enfermedad sino que son el resultado de lo que queda de él (de lo que la enfermedad no ha afectado) Sus ilusiones, etc., son su espíritu " (8)
Cómo lo señalan bien G. Berrios, J. Garrabé y R. M. Palem, Henri Ey apoyándose fuertemente en las tesis jacksonianas, después de Th. Ribot, Von Monakow et R. Mourgue, va a asentar la concepción de una "articulación lógica y ontológica" de los síntomas positivos y de los síntomas negativos, que encontraremos a lo largo de toda su obra y de su enseñanza. Es en ese sentido que los trabajos contemporáneos que utilizan esto términos de modo independiente, se sitúan a lo opuesto de la concepción de Jackson y del neojacksonismo de Ey: describen la deficiencia o exaltación de un comportamiento o de una función construyendo alrededor de esos polos configuraciones clínicas correspondiendo a una causalidad neurobiológica y comportamental directa excluyendo el sentido de los síntomas y la palabra del Sujeto. Por el contrario, una concepción neojacksoniana organodinámica apuntará siempre "al desorden primordial de la organización" bajo "la fuerza que anima su manifestación" (Ey), y sostendrá de ese hecho que existe un "écart organo-clinique" ("distancia órgano-clínica"). Así, Henri Ey recomendará fuertemente al patologista de interpretar las manifestaciones clínicas: los desórdenes que componen el cuadro clínico no pueden ser el calco, el doble de los trastornos que afecten al SNC. Ya que la alucinación no es un objeto sino un hecho de la palabra que no puede aprehenderse más que en el espacio antropológico del encuentro con el Otro (Ey).
No nos sorprenderá encontrar como paradigma de la articulación de lo positivo y de lo negativo al Sueño y al Ensueño (9). Estos hechos, incansablemente retomados por Ey, son lo bastante conocidos como para que insistamos. Notemos simplemente que la Encefalitis Epidémica de 1921 de Von Economo, llamada también "óculo-letárgica", que asociaba trastornos parkinsonianos, oculares y del sueño a un conjunto de manifestaciones recubriendo toda la patología mental, impresionó fuertemente a Ey, como atestiguan las conversaciones privadas que tuvimos con él en 1976, el artículo consagrado después de la epilepsia y en las "pruebas" del trastorno negativo, y el espeso dossier de archivos conservados en Banyuls. El Sueño como paradigma del Trastorno negativo y de la desestructuración de la conciencia.
Lo que Ey le dice tanto a los patologistas como a los psicoanalistas es de no dejarse capturar por el Ensueño, por la belleza sorprendente y caótica de sus imágenes, ni por el juego intelectual de sus interpretaciones, sino de interesarse al Sueño, al trastorno negativo, verdadero fundamento de la ciencia psiquiátrica.
LO NEGATIVO EN LA CLINICA PSIQUIATRICA DE EY
La clínica de Ey se ve dominada por la noción de estructura fenomenógico-existencial buscando dar cuenta del ser-en-el-mundo del sujeto.
Clínica de las psicosis agudas: Síntoma, Estructura y Trastorno.
En los Etudes psychiatriques, entre 1948 y 1954, Ey sostendrá el paradigma Sueño-ensueño y aplicará los principios jacksonianos a la clínica de las psicosis agudas. Aquí el concepto de Negativo va a dar lugar a una dificultad: la de una distinción entre "síntomas negativos", "estructura negativa" y "trastorno negativo". Los síntomas negativos, de acuerdo a la definición clásica, son déficits o aboliciones de funciones que se traducen por comportamientos abolidos o disminuídos.
De ese modo, en el famoso Etude N° 21 consagrado a la manía (10), Ey, como lo hará de allí en más en el conjunto de sus estudios clínicos, aisla de la exposición tradicional de la clínica, un análisis estructural fenomenológico-existencial que conduce a un diagnóstico estructural de estructura positiva y negativa. Este abordaje estructural y el vocabulario que utiliza correspondería a los notables trabajos de fenomenología psiquiátrica, en particular los de E. Minkowski (11).
La estructura negativa de la manía se descubre al análisis clínico y psicopatológico detrás o debajo del cuadro clínico que, "caracterizado por una extrema exaltación de la actividad psíquica inferior, da bien la ilusión que no hay trastorno deficitario" (12), sino exaltación de una función.
Así, no se trata de una simple descripción empírica adhiriendo a las apariencias, sino de un análisis "clínico y psicopatológico" que no quiere engañarse con lo que "da la ilusión": "Bajo la exhuberancia, las falsas apariencias y la "hiperlucidez" aparente, existe ya un crepúsculo de la conciencia". Existe "bajo la impetuosidad del movimiento vertiginoso, una vertiginosa imposibilidad de detenerse", "una desestructuración temporal ética" (13). Entonces, lo que aparece como un síntoma positivo de la crisis maníaca, la exaltación y la fuga de ideas, se vuelve por el análisis estructural el reflejo de una "estructura negativa", ella misma efecto de un trastorno negativo, de una desestructuración de la conciencia. De modo inverso en la Melancolía (14), la estructura negativa "parece más importante de lo que es" (15) - siempre la ilusión clínica -, y la construcción temática o el "drama", como "el retorno a los fantasmas de angustia primitiva" constituyen la estructura positiva, es decir, el sentido general de la existencia melancólica.
Podemos ver que una exaltación que clasificaríamos hoy en la lista de síntomas positivos, forma parte de la estructura negativa como imposibilidad, y que una regresión a una angustia primitiva puede formar parte, contra toda espera, de la estructura positiva en la medida en que sea entendida en un sentido existencial. La comprehensión de estas contradicciones aparentes pasan entonces por una cuidadosa distinción entre "síntomas negativos" y "estructuras negativas", esta última siendo el efecto de un "trastorno negativo" (de la conciencia).
Nos encontramos en las antípodas de la acepción de lo negativo y lo positivo de la psiquiatría contemporánea, y podemos comprender que este abordaje analítico estructural, que depende al fin de cuentas de una interpretación existencial y fenomenológica por un "patologista", no pueda acordarse con un listado de síntomas que correspondan a una descripción simplificada por puras apariencias, y que cualquiera podría evaluar con o sin escalas evaluativas estandardizadas. Y además como corolario de esta facilidad, una simplificación abusiva en el orden de las causalidades y de la concepción del Hombre como ser en el mundo y sujeto hablante.
Clínica de lo negativo en la esquizofrenia: la estructura existencial.
Esto nos lleva naturalmente a tratar el abordaje clínico de Ey concerniente a la esquizofrenia. Le debemos a J. Garrabé el haber reunido los textos que Henri Ey había consagrado a la esquizofrenia,y, en particular, aquellos que había escrito para la EMC en 1954 (16). La doble inspiración Jacksoniana y Bleuleriana de Ey lo conduce desde su primer texto de 1926 con Guiraud (17) hasta su muerte, a sostener para los estudios sobre la esquizofrenia, la posición que ya describió para las psicosis agudas en sus Etudes Psychiatriques. Será para nosotros la ocasión de una confrontación con los trabajos actuales.
Recordemos rápidamente que para Ey, la esquizofrenia es una especie singular del género de los delirios crónicos, que se caracteriza por la discordancia, el delirio y el autismo, creando a medida de sus crisis y de los sucesos una "dislocación" (Spaltung) de la personalidad y un mundo autístico fantasmático de retracción al interior de si mismo. Para Ey, todas las formas de esquizofrenia son delirantes (tanto la forma paranoide como las formas catatónicas y hebefrénicas), puesto que lo que caracteriza a la esquizofrenia es el trastorno delirante de las relaciones del Sujeto con la Realidad y la Alteridad.
Para Ey, tanto el abordaje organicista como el psicodinámico de la esquizofrenia, son igualmente fundamentales. Se trata de un abordaje organodinámico, neojacksoniano, "de articular el aspecto regresivo y el aspecto constructivo de esta psicosis" (18). Es entonces que, Ey jacksoniano, propone una definición de la estructura negativa de la esquizofrenia:
- - "Es el efecto directo primario del proceso orgánico".
- - "Corresponde a todos los trastornos deficitarios del pensamiento formal"
- - "Al estado primordial de las experiencias delirantes y alucinatorias"
- - "A la reducción y a la regresión de la vida psíquica".
Aquí no encontramos ninguna dificultad puesto que Estructura negativa y Síntomas negativos deficitarios coinciden. Podría hacerse una lista y se encontrarían todos los ítems de la psicopatología cuantitativa en su definición actual de los trastornos negativos, con la excepción, sin duda, del estado primordial de las experiencias delirantes.
"Esta estructura negativa altera la personalidad y esta dislocación constituye ciertamente el trastorno deficitario más típico". "No es solamente la actualidad de la experiencia que está desorganizada, es también todo el sistema de valores de la existencia que está deformado. Son trastornos que progresan con la evolución de la enfermedad en la vivencia de la desagregación, de la debilidad y del vacío del Yo (Moi)". Veamos de paso que para Ey la esquizofrenia no puede ser un estado actual sino el resultado de una evolución de la personalidad hacia la dislocación. El diagnóstico sólo puede ser un diagnóstico de la evolución
Recordemos que, en una perspectiva jacksoniana, estos trastornos negativos que representan el efecto de la lesión o del proceso, deberían engendrar trastornos positivos de liberación de las funciones subyacentes, o de la reacción de lo que queda de la personalidad. H. Ey va más allá, e interpretando a Jackson con la fenomenología, prefiere hablar de "estructuras" en vez de "síntomas", y da la definición: "La estructura positiva (no se trata entonces de síntomas positivos) entra en el cuadro clínico para figurar allí la intencionalidad de una vida psíquica que sin cesar desborda a la estructura negativa (hasta el punto de esconderla al observador)".
La estructura negativa se ve a menudo escondida al observador. Encontramos allí, con cerca de 30 años de avance, los propósitos contemporáneos de N. Andreasen, de la cual se conocen los trabajos sobre la dimensión negativa de la esquizofrenia desde 1982, quién produjo una escala de evaluación sobre los síntomas negativos (la SANS) y que, en un artículo de 1997, resalta: "Positive symptoms tend to command clinical attention and to be treatment-responsive, which negative symptoms are more insidious and disabling, but less spectacular. Negative symptoms, which are similar to the core symptoms of schizophrenia defined by Kraepelin and Bleuler, have not received much attention until recently because concern about reliability" (19).
Sin embargo no podemos desconocer que los autores anglosajones como Andreasen, Crow, Carpenter, trabajan en una dimensión opuesta a la de Ey, la del atomismo semiológico renaciente en donde un síntoma significa un trastorno del comportamiento y de una función neuropsicológica de la cual depende implícitamente: ya sea la exageración de una función, trastrono positivo; o una inhibición de función, trastorno negativo. Ey condenaba este abordaje, precisamente en nombre del espíritu del jacksonismo, en el cual los trastornos negativos y positivos son interdependientes. Encontramos aquí la ocasión de precisar un poco más el sentido Eyano de esta articulación, retomando la definición de Ey de lo positivo: ¿Qué esconde la estructura negativa de la esquizofrenia? La estructura positiva, " que son según las palabras de Jackson los delirios y las alucinaciones [nada allí que choque a nuestros autores contemporáneos] pero, agrega Ey, los delirios y las alucinaciones mismas, en tanto que vividas, en tanto que contenido y continuum de la vida psíquica subsistente, es más generalmente la experiencia autística que agrega a las fases procesuales el esfuerzo desesperado para crearse aún un mundo" (20).
Lo productivo, entonces, pero tomado e interpretado por el patologista en tanto que contenido, construcción y sentido que el esquizofrénico le dá a su propia existencia. Lo que cambia todo en la definición de estos trastornos positivos, puesto que el delirio y las alucinaciones van a contener en ellos mismos lo negativo (falsificación de la realidad) y lo positivo (sentido y simbolismo del mundo delirante).
Así, para Ey: " cada síntoma, en efecto, está como animado de una finalidad, especie de halo intencional en donde se refleja el autismo " (21).
No hay lugar, entonces, de distinguir tipos clínicos en función de síntomas negativos y síntomas positivos a partir de estos conceptos como lo han hecho nuestros autores contemporáneos (Tipo I esencialemente deficitairo y Tipe II productivo de Crow, formas negativas, positivas, o mixtas de Andreasen, 5 subtipos de Carpenter basados en una nueva definición de los síntomas negativos: primarios, secundarios). Por otra parte, los autores contemporáneos, nos dicen Loas y Kapsambelis, tienen bastante dificultades en ponerse de acuerdo sobre "la coherencia interna" y la especificidad de la sintomatología negativa. Los autores no se ponen de acuerdo en cuanto al número de síntomas negativos Un solo ítem es común a las ocho escalas, el embotamiento afectivo el disfuncionamiento social representa una dimensión diferente de la pobreza afectiva la anhedonia es independiente de la sintomatología negativa. Esta última se encuentra también en la depresión etc." (22).
El conjunto de estos trabajos, que portan sobre ítems aislados, hubieran sido vivamente criticados por Ey puesto que continúan la aproximación que ya criticara en la pluma de Carl Schneider: "Asistimos aquí al virage de la psiquiatría alemana contemporánea [1942] que en el fondo, volvió por allí a los análisis atomísticos de los síntomas (a la manera de Kleist y a la manera de Guiraud y de Clérambault en Francia). Se trata para C. Schneider de aislar series radicales de síntomas Estos trabajos pierden de vista la estructura global de la vida psíquica" (23).
Retomando esta cuestión en 1958 a la ocasión del simposio sobre la esquizofrenia, H. Ey resalta, tomando el contrapié de Kurt Schneider (Kurt esta vez) sobre la cuestión del diagnóstico y de la evolución que: "no es un mosaico de signos llamados "específicos" lo que define el estado esquizofrénico, sino el movimiento de esta evolución que alcanza solamente de forma secundaria (en los planos evolutivo y estructural) esta forma de existencia esquizofrénica". "La esquizofrenia es una forma de existencia que no puede reducirse absolutamente a trastornos mecánicos o fenómenos basales nucleares: la alucinación, la despersonalización, sentimiento de vacío, eco del pensamiento ". "Es porque Bleuler percibió muy bien la complejidad de esta estructura, que habló de trastornos primarios y secundarios de la esquizofrenia esta idea fue marchitada por su preocupación de establecer una especie de cuadro de signos primarios o secundarios en el cual todo el mundo se embrolló un poco" (24).
Y finalmente: "Si es difícil y quizás vano de buscar cuáles síntomas particulares (trastornos del curso del pensamiento, de la afectividad, alucinaciones, delirio, estereotipias, manierismos, etc.. [y podríamos agregar a esta lista nuestros ítems actuales, embotamiento afectivo, alogia, anhedonia, aboulia-apatía, trastornos de la atención - todos ítems de la SANS - buscar entonces que ítems particulares proceden de esta impotencia (trastornos primarios o negativos) o de esta necesidad (trastornos secundarios positivos), queda el hecho de que cada uno de ellos responden de esta doble ambiguëdad".
Podemos constatar una vez más la distinción capital que hace Ey entre síntomas positivos y estructura negativa. Los síntomas pueden ser considerados como deficitarios o productivos, ellos son el reflejo del proceso negativo, lo que cuenta es la estructura que dibujan cuando se los aborda en su conjunto existencial. Estructura negativa, a menudo escondida y, patogénicamente hablando, reflejo directo del proceso; estructura positiva, reacción vital de la personalidad, sentido de la existencia.
Lo que le falta a los estudios actuales es, como decía Ey, después del análisis, la síntesis; es pensar poder aprehender algo de la esquizofrenia y de su diagnóstico, así como de su etiología o de su patogenia, a través de una atomización de síntomas y de trastornos, sin tener en cuenta sus encadenamientos recíprocos en el seno de la constitución de una existencia y de su estrutura. Puesto que se trata de la dinámica de una vida psíquica, y de la estructura de una existenca, asi fuera esquizofrénica, o más aún si ella lo es, es que tenemos, en tanto que psiquiatras, la misión de descubrirla, de comprenderla, de hacerla comprender, y a la cual debemos aportarle nuestros cuidados. Entonces, para Ey, el listado de síntomas, tornado aún más inevitable y sostenido por las esperanzas nacidas de la potencia formidable de las herramientas de tratamiento de la información (existe una adecuación total entre esta presentación de la clínica en ítems y su posible tratamiento por la informática), no puede en ningún caso ocupar el lugar de la objetividad en el campo psiquiátrico (25) . Sin embargo, podrían decirnos, como ubicarse entre estructura positivia y negativa si los síntomas ellos mismos no bastan, es decir, si ninguno de ellos puede corresponder de manera segura y fácilmente reproductible a la positividad o negatividad de la estructura? ¿Qué debemos entender por estructura positiva? Es sin lugar a dudas para responder a estas preguntas que Ey elabora la dialéctica de la Forma y del Contenido, en particular entre 1963 y1968, en su libro La Conciencia, y ello hasta el fin de su vida, con el propósito de aprehender el orden de causalidades.
LO NEGATIVO EN "LA CONCIENCIA"DE HENRI EY
Dialéctica de la Forma y del Contenido
Antes de entrar de lleno en la problemática de lo Negativo en la conciencia y sus relaciones con el inconciente, digamos unas palabras de las nociones de forma y contenido.
Esta noción, y esta dialéctica bien antigua, se encuentra en Freud cuando, en la Traumdeutung, habla del Contenido manifiesto del sueño y del Contenido latente del sueño. De allí el uso que se ha hecho del Contenido para todo lo que concerne a las manifestaciones del inconciente, la vida afectiva y por generalización el sentido, la intencionalidad, e inclusive el deseo tal como habla el psicoanálisis.
En su Tratado de Psicopatología, E. Minkowski nota este origen y la utilización que se hará de las locuciones de contenido afectivo, del sueño, del síntoma, de la psicosis, remarcando con este término su posible interpretación. Pero también nota que un Contenido, por más interpretable que sea, no va sin un elemento heterogéneo que soporta la causalidad: mundo de las formas, y también mundo de la organización (26) (ver el trabajo de G. Durand). La deuda de Ey va también seguramente a Françoise Minkowska, quién en su estudio sobre la Epilepsia y Van Gogh (tema que iba a apasionar a H. Ey, la obra se encuentra en su biblioteca), escrito en 1933:
"Entre la psiquiatría clínica y el psicoanálisis, encuentra su lugar de esta manera el análisis estructural. No se ocupa del contenido, sino de la forma. No concibe esta forma como inmóvil, sino que busca por el contrario a aprehenderla en su mobilidad, en su dinamismo viviente. Esta análisis no habla de Inconciente, sino que encuentra en lo conciente las fuerzas creativas que se afirman por ellas mismas " (27).
Así se encuentra trazada la genealogía que partiendo del análisis estructural conduce a la Conciencia y a las nociones de Forma y Contenido que será esenciales a la elaboración de H. Ey.
Querríamos dar brevemente aquí algunas pequeñas anotaciones clínicas que muestran hasta qué punto este tipo de dialéctica impregna el saber del psiquiatra: el genio de De Clérambault ha aislado el prototipo de la Forma y el Contenido: se trata del Automatismo Mental, y singularmente de los fenómenos neutros anideicos tales como los juegos verbales, los sin-sentido, los serruchos verbales, los vocablos parásitos, etc. Asimismo las estereotipias, el manierismo, los rituales son formas sin contenido. Inversamente, el acceso de angustia antes de que se transforme en fobia, representa bien un contenido indecible sin forma y los clínicos saben hasta qué punto las experiencias delirantes primarias incomprehensibles encuentran poco a poco su Contenido en el trabajo de elaboración ideo-verbal. Formas puras, indicibildad o riqueza del Contenido, los clínicos trabajan sin cesar con estas nociones
Vengamos ahora al cuerpo del problema: El inmenso mérito de Henri Ey es de haber hecho de la Conciencia una instancia "Negadora" y del Inconciente una instancia positiva. Si este último, el Ics., se representa fácilmente como el núcleo de los empujes pulsionales, como fuerza emergente, por lo tanto positiva, para la Conciencia se trata de una pequeña revolución.. Puesto que hasta entonces, es decir antes "del descubrimiento de Paul Ricoeur" (Ey), la Conciencia era una instancia positiva: dirección del individuo y "libre arbitrio", "conciencia clara" y función tética, asegurando la división entre imaginario y realidad, etc. El Inconciente (con su prefijo negativo) era el negativo de la conciencia. Era todo lo que no era conciente y que viene a perturbarlo. Este primer punto de vista, por otro lado fuertemente criticado por Lacan, es tan clásico y compenetrado en las representaciones del Cs. y el Ics., que los buenos espíritus universitarios se dejan atrapar y se lo atribuyen a Ey (28). Basta sin embargo con leer la obra "La Conciencia" de H. Ey apara apercibirse que, a cada línea, se trata de lo contrario: la Conciencia es la instancia negadora por excelencia del núcleo positivo ("imaginario y lírico de la humanidad") que es el Ics. La conciencia, nos dice Ey, no es "la de la perfecta inteligibilidad, de la adecuación absoluta al objeto, de la psicología académica o tradicional" (Ey), o "la del cógito cartesiano". Es "problemática", "ambigua", "ambivalente", "bilateral" y "conflictiva" (29).
"El Ics. debe dotarse de un signo absolutamente positivo - la Cs. de un signo absolutamente negativo: el de la Ley que regula todos los movimientos relacionales del ser en su mundo" (30). Es entonces que H. Ey va a desarrollar su dialéctica de la Forma y del Contenido y, considerando "al Ics. como propiedad del ser Cs.", va a acentuar la supremacía de la Forma: "Decir que las relaciones del Cs al Ics son las de continente a contenido, ello quiere decir que el continente es la forma que se impone al contenido" (31).
"Todo lo que entra como "contenido" en su campo se ve efectivamente obligado a someterse a su marco formal" (32). Sobre todo, se trata para Ey de ligar los principios de Jackson (en particular la dialéctica de lo positivo y lo negativo, y la Integración) con su principio de organización de las relaciones entre lo Cs. y lo Ics., lo que llama en aquella época "el organismo psíquico" y que llamará más tarde el "cuerpo psíquico".
Interrogando a la Neurobiología Ey concluye: "Podemos decir que la función de integración es esencialmente inhibidora como decimos en neurofisiología desde H. Jackson y Sherrington, o, como vamos a exponerlo, que es una función de negatividad" (34).
Interrogando la fenomenología, Ey reconoce su deuda: "Lo que ha escrito P. Ricoeur, nos ha parecido particularmente esclarecedor y fecundo. En el momento en el cual se interroga sobre la tendencia a la destrucción, sobre la pulsión de muerte (que Freud asimila a la negación), descubre precisamente que esta modalidad funcional, esta negatividad, es la función por excelencia de la conciencia".
Se trata en efecto, escribe en la p. 308-309, "de una negación que no se encuentra en el Ics.; el Ics., recordémoslo, no comporta ni negación, ni tiempo, ni función de lo real; la negación por consecuente pertenece al mismo sistema Cs., así como la organización temporal, el control de la acción, el freno motor implicado en todo proceso de pensamiento, y el principio mismo de realidad. Henos aquí en presencia de un resultado inesperado: hay una negatividad que no pertenece a las pulsiones, sino que define la conciencia conjuntamente con el tiempo, el control motriz, el principio de realidad".
Hay que retomar todas las funciones de la conciencia organizada en campo, o todos los atributos del devenir conciente construyendo el Yo como volviéndose alguien, para entender bien el lazo entre esta avanzada, los trabajos anteriores de Ey y sus análisis estructurales. Nos parece evidente que cada nivel de alteración de esta instancia negadora que es la conciencia, produce una nueva organización psicopatológica del campo de la actualidad vivida o de la construcción del Yo (es decir, este esfuerzo desesperado por construir un mundo). Es lo que Ey llama las infraestructuras formales de la conciencia organizada en campo, que pueden alterarse generando las confusiones, los estados crepusculares, los estados alucinatorios, los estados de despersonalización, los estados maníaco-depresivos (de la imposibilidad de organizarse en campo de la representación y de ser su Sujeto a la perturbación de los registros temporales-éticos). Asimismo, en la trayectoria de la persona, son las relaciones del Sujeto y el Otro regulados en el "organismo psíquico", que perturban el orden de la Realidad, ya sea imponiendose de un modo pasional en un rincón de la realidad para extenderse racionalmente en las relaciones del Sujeto al mundo y a los otros en los delirios paranoicos, o bien que el Otro cubre al Sujeto de un universo fantástico (parafrenias), o aún que el Otro tome el lugar del Sujeto y lo aniquile como en la esquizofrenia.
De este modo, la estructura negativa de las psicosis agudas así como de los delirios crónicos, cubre exactamente la alteración del ser conciente como alteración de la Negatividad general del ser conciente, esta "negación de la negación" va a escribir Ey en diversos lugares, hegeliano junto a P. Ricoeur.
Una consecuencia de este avance es de hacer del Inconciente un reservorio energético de empujes pulsionales, una "pura" positividad que, como tal, no se ve jamás alterada, puesto que, sólo la conciencia, potencia de Negatividad, sufre esta alteración. Es por ello que Ey ha podido decir que la psicopatología se despliega entre una Impotencia (la que alcanza la Negatividad del ser conciente) y una Necesidad (la de la positividad del núcleo pulsional).
El lenguaje y el Simbolismo, entre Formas y Contenidos:
Cuando Ey nos conduce en su obra "La conciencia" hasta el corazón de la dialéctica del Cs. y del Ics., nos hace franquear un paso más instaurando el "Lenguaje como el medio del ser psíquico". Se trata aquí de la parte más densa de la obra y la más magistral, la que Ey agregó a la segunda edición de 1968 en pleno debate intelectual sobre el lugar del lenguaje en la producción humana, como en el psicoanálisis. Ey elige (en el sentido de Freud, por otra parte, quién atribuía el lenguaje al sistema Cs.-PreCs): "La estructura del ser conciente por excelencia, es el lenguaje. Puesto que en el cógito, yo soy pensando, es decir hablando" (35) y en una nota de pié de página contesta a Lacan: "Pienso que es difícil atribuirle al inconciente, en su latencia y en su virtualidad, la facultad de hablar inherente a la función del ser conciente".
Es en, y por, los intersticios del lenguaje que van a constituirse las relaciones dialécticas de lo Cs. y del Ics., es decir de la forma y el contenido. Aquí Ey toma de los linguistas su dialéctica: "El lenguaje, en tanto que medio simbólico de todas las relaciones del Sujeto, está en su medio como suspendido, como lo recuerda Benvéniste, entre una infraliguística intencional y pulsional que él expresa y un sistema supralinguístico lógico-ético del cual promulga la ley" (36).
"Abrirse al mundo, es para el ser conciente someterse a la Ley de la realidad. Es decir, en definitiva y siempre, subordinar su pensamiento y su acción a las formas generales del discurso que los sostiene y los implica, a las leyes que figuran las reglas de la gramática, de la sintaxis y de la lógica que son las de la sociedad real o ideal a la cual cada hombre debe adherir para existir" (37)
Notemos de paso la misma referencia de Lacan a la gramática como negatividad (en L'éthique de la psychanalyse). "Sin ese medio simbólico de signos o de significantes, no habría podido establecerse en el individuo el régimen de la ley prescrita, sobre todo esta manera "humana" de ser conciente que consiste esencialmente en tener que tratar constantemente con lo que no se dice en su propio discurso" (38).
"El Ics. no se constituye más que por la acción del ser conciente que toma al medio social, esencialmente verbal, la forma que impone a la esfera de pulsiones (represión, refoulement). Que estas formas sean imagos (representantes figurados de la pulsión) o palabras (representantes significantes de la ley), son siempre modelados por el ser conciente que, reprimiendo la pulsión, le confiere su figuración simbólica" (39).
Esta última citatción nos permite avanzar que para Ey el simbolismo y su manifestación figurada nacen del enlace, del choque, de los empujes pulsionales con las formas o las infraestructuras formales de la conciencia. La figuración no existe ya hecha en el inconciente; ella es la resultante de este enlace. No puede haber "manifestación" del Ics. sin que un mínimo de trabajo del ser conciente venga a ofrecer una manifestación posible. El inconciente debe ser informado por las formas de la conciencia. Y estas formas, lo hemos visto, son de negatividad. Es sin duda ese punto que falta para una plena comprehensión de los procedimientos de figuración, que Freud describe en su Interpretación de los Sueños: los describe pero no dice nunca cómo se instalan.
De este modo la figuración, (la del simbolismo, pero sin dudas también la de toda representación, en tanto que una representación no es un calco de la realidad sino una construcción), nace de un hueco, de un negativo, impuesto al contenido bruto del Ics., del mismo modo que la figuración de una escultura surge de la piedra bruta por el golpe de cisel que la golpea: "per di levare" decía Léonard (40). En Ey, no hay al fin de cuentas un contenido accesible, ni Ics. identificable, más que por la existencia de la forma, por más tenue que sea esta existencia misma de la conciencia que ejerce su determinación a todo nivel. "Ejercer esta función simbólica, es para el ser conciente disponer en él de todo aquello de lo que no podía disponer".
En el fondo, Ey no está tan alejado de los avances espectaculares de la linguística inspirada en Saussure y que hacía las delicias de la inteligentsia francesa en los años 70. Por ejemplo la distinción sausuriana entre la Forma (articulada de la palabra) y la Substancia (amorfa del pensamiento), es la forma de la palabra que da cuerpo al pensamiento; en cuanto a la supremacía del Significante sobre el significado de Lacan, no está tan alejada de la supremacía de la forma de la conciencia sobre el contenido pulsional de Ey, pero también de los trabajos de Hjemslev (del círculo de Copenhague) sobre la Forma y el Contenido del discurso (este último distinguiéndo por otro lado la Forma del contenido y la Forma de la expresión, Contenido conceptual y Sentido).
Podemos constatar el trayecto efectuado y la distancia que separa la concepción de lo Negativo de Ey de lo que nos es presentado en la psiquiatría contemporánea bajo este mismo término. Lo negativo en Ey implica toda una concepción de las relaciones entre el ser conciente y su inconciente, implica toda una dimensión filosófica de la conciencia como negación, y de la Realidad como negación del fantasma de deseo y como prueba, implica también una concepción del leguaje y del proceso de simbolización. Puesto que Ey va a articular esta Negatividad hasta el corazón mismo del proceso de simbolización. Para él, como para Lacan, el símbolo es el asesinato de la cosa, su negativación radical: "El símbolo se manifesta primero como asesinato de la cosa, y esta muerte constituye en el sujeto la eternización de su deseo" (41) escribe citando a Lacan.
Así se dibuja este trayecto de lo negativo que recorre toda la obra de Ey y cuyo inmenso mérito es ligar la Negatividad implicada en la disolución de las funciones (y en la integración neurológica), hasta el asesinto de La Cosa (La Chose) implicado en el nacimiento del Sujeto de la palabra por su acceso a lo Simbólico, así como al principio de Realidad, apoyándose siempre en una clínica insuperada de estructuras existenciales negativas y positivas.
Trayecto extraordinario de una vida de debates al más alto nivel intelectual con todas sus implicaciones, debates que encontraremos enunciados en los trabajos psicoanalíticos más recientes de sus alumnos, p. ej A. Green (42) , así como, por otro lado, en trabajos de campos aparentemente alejados de grandes intelectuales del Arte y la Estética, como Adorno (43).
Habría que decir antes de concluir, que la dialéctica de la Forma y del Contenido, no es una elaboración puramente intelectual y "formalista" de la psiquiatría puesto que desemboca en:
1°) Un abordaje clínico de la forma de existencia del sujeto hablante.
2°) Un lugar preponderante a la psicoterapia como parte esencial del acto psiquiátrico (lo que no es inútil de recordar en los tiempos que corren) que sostiene "por lo alto" el proceso de elaboración-sublimación de las pulsiones. Y en consecuencia un lugar teorizado del psicoanálisis en el campo psiquiátrico.
3°) Un lugar a la organicidad de los trastornos mentales ligado a tres nociones esenciales: la organización, la función de Negatividad y lo Heterogéneo. Podemos entonces darle otra lectura al artículo de Freud de 1925 sobre Die Verneinung e interrogar qué heterogeneidad permite el paso (el Ersatz o la sucesión) de la explusión al exterior del yo-placer originario al acto intelectual de la Negación. Y deducir de ello todas las formas clínicas, y porque no la nosografía, que genera la articulación entre los avatares afectivos y pulsionales de la expulsión y las maduraciones o inmadureces del SNC.
4°) Una concepción de las terapéuticas biológicas y farmacológicas no como sedación-abrasión de los síntomas, sino como un aporte "por lo bajo", refuerzo de la Negatividad desfalleciente del Ser (lo que por otro lado tiende a confirmar el efecto de las nuevas moléculas, llamadas ajusto título antipsicóticos y no más neurolépticos).
5°) Una dirección para la investigación sobre lo Negativo, como Henri Ey mismo lo había definido en el Congreso de Madrid de 1964 (44) y había comenzado a establecer desde 1960 en Bonneval, junto a Cathérine Lairy (45).
CONCLUSION
En conclusión, recordemos que el Delirio y la Alucinación son siempre - lo que los estudios actuales tienden a olvidar peligrosamente - producciones de un ser hablante, y mas particularmente, hablando con nosotros, es decir poniendo en juego en la palabra su Ics. en su relación al otro. Citemos para terminar una vez más a Ey: "Cuando pusimos en evidencia la negatividad de la función activa del ser conciente, hicimos, por decirlo así, aparecer la evidencia de un posible aniquilamiento del orden al cual, para negarlo o denegarlo, el ser conciente somete la positividad del Ics. Cuando con Jackson decimos que lo esencial de la enfermedad mental es el "trastorno negativo" que la condiciona, no decimos otra cosa que esta evidencia: no ejerciendo más su poder de negación del Inconciente, volviéndose él mismo inconciente, el sujeto se libra a la positividad de su inconciente" (46). Y agrega: "Tal es el esquema de toda ciencia psiquiátrica posible". Estamos completamente de acuerdo con él: la ciencia psiquiátrica pasa por un estudio de lo Negativo.
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1) Ey (H.), Traité des Hallucinations, Tome II, p. 1223 (subrayado por el autor).
2) Ibidem, p. 1223
3) Ibidem, p. 1225
4) Ey et Rouart, in Ey H., "Des idées de Jackson à un modèle organo-dynamique en psychiatrie", 1975, Toulouse, Privat
5) Berrios G. : "La schizophrénie et ses polarités: une histoire des concepts" pp. 133-169 in "Henri Ey psychiatre du XXI° siècle", 1998, Paris, L'Harmattan.
6) Garrabé J. : "Henri Ey et la pensée psychiatrique contemporaine", pp. 27-55, 1997, Les empêcheurs de penser en rond, Le Plessis-Robinson, Institut Synthélabo.
7) Palem R. M. : "Henri Ey psychiatre et philosophe", pp. 57-71, 1997, Paris, éd. Rive Droite
8) Jackson H. : Croonian lecture, citado por Ey H. in "Traité des Hallucinations, Tome 2, p. 1229, 1973, Paris, Masson y nota 4 de la monografía de 1936 in "Des idées de Jackson à un modèle organo-dynamique en psychiatrie", p. 92, 1975, Toulouse, Privat
9) Ey H. : "Le rêve "fait primordial" de la psychopathologie", Etude N°8, pp. 187-283, tomeI, Etudes psychiatriques 2° éd. 1952, Paris, Desclée de Brouwer
10) Ey H. : "Etude N°21 Manie, pp. 47-116, Tome III, Etudes psychiatriques, 1954, Paris, Desclée de Brouwer.
11) Minkowski E., Le temps vécu, Delachaux et Niestlé.
12) Ibidem, p. 88.
13) Ibidem, p. 89-91.
14) Ey H. : "Etude N°22, Mélancolie, pp. 117-200, Tome III, Etudes psychiatriques, 1954, Paris, Desclée de Brouwer.
15) Ibidem, p. 162.
16) Ey H., Schizophrénie, Etudes cliniques et Psychopathologiques, Prefacio de J. Garrabé, 1996, Le Plessis-Robinson, Les Empêcheurs de penser en rond, Institut Synthélabo.
17) Ey H., Guiraud P., "Remarques critiques sur la schizophrénie de Bleuler", 1926, AMP, I, 355-365 et Vide supra Les Empêcheurs
18) Ey H., Schizophrénie, ibidem, p. 323.
19) Andreasen NC: Improvement of negative symptoms: concepts, definition and assesment, Int Clin Psychopharmacol 1997 May; 12 Suppl 2: S7-10.
20) Ey H., ibidem p. 323.
21) Ibidem, p. 323.
22) Loas G., Kapsambelis V. : Séméiologie des états déficitaires, 1998, Paris, Elsevier, EMC-Psy, 37-114-A-10.
23) Ey H. : ibidem, 1955, p. 310.
24) Ey H. :ibidem, 1958, p. 411.
25) Del mismo modo que relevar palabras-claves de un texto por el único tratamiento -por más sofisticado que sea - de su aparición y de su frecuencia, no puede dar ni la comprehensión ni el sentido. Nuestros propios trabajos sobre el tratamiento informático de la documentación psiquiátrica (generador de palabras, listas de palabras, thésaurus psiquiátrico y clasificación) nos muestra hasta el cansancio los límites de tal abordaje, y de las inducciones que puede generar.
26) Minkowski E. : Traité de psychopathologie,p. 110-118, 1966, Réed. 1999, Les Empêcheurs. . . Institut Synthélabo, Le Plessis-Robinsson.
27) Minkowski F, Van Gogh, les relations entre sa vie sa maladie et son ouvre, Evol. Psy V, I, 1933 et Presse du temps présent 1963, citée p. 589 du Traité d'E. Minkowski, op. cit.
28) Bourgeois M. : 2000 ans de psychiatrie, Préface, 1° partie, Laboratoire Ardix.
29) Ey H. : "La conscience" p. 368.
30) Ibidem, p. 414.
31) Ibidem, p. 416.
32) Ibidem, p. 417.
34) Ibidem, p. 415.
35) Ibidem: p. 465.
36) Ibidem: p. 465.
37) Ibidem: p. 465.
38) Ibidem: p. 467.
39) Ibidem: p. 468.
40) Belzeaux P.: La représentation et la causalité dans le Roussillon de H. Ey, in Henri EY (1900-1977) un humaniste catalan dans le siècle et dans l'histoire, 1997, Canet en R. éd. du Traboucaire.
41) Lacan J. : Fonction et champs de la parole. Ecrit, Paris, Seuil, 1966.
42) Green A. : Le travail du Négatif, Paris, Les éditions de minuit, 1993; Le Négatif avec J.B. Pontalis, P. Fédida, et al. L'Esprit du temps, 1995.
43) Adorno T. W. : en particulier pp. 189-204, La Forme, Le Contenu, Théorie Esthétique, Paris, Klincksieck, 1974.
44) Ey H. : La dissolution de la conscience dans le sommeil et le rêve et ses rapports avec la psychopathologie. Rapport au 4° Congrès Mondial de Psychiatrie. Sept. 1966, in C. R. , I, 139-157; et Evol. Psy. 1970, 35, 1-37.
45) Ey, Lairy, Barros-Ferreira, Goldsteinas: Psychophysiologie du Sommeil et Psychiatrie, Paris, Masson, 1975.
46) Ey H.: La conscience, op. cit., p. 485.