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Seminario
El padre en psicoanálisis
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por : Lic. Alfredo Eidelsztein


Apéndice

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APÉNDICE 1

El Indoeuropeo

Veamos un poco qué es esto del indoeuropeo que nos propone Benveniste. Les he traído bastantes citas como para que tengamos una idea más o menos sólida. Comenzaré con la introducción del libro:

«El indoeuropeo se define como una familia de lenguas salidas de una lengua común y que se han diferenciado por separación gradual. Es por tanto un acontecimiento global e inmenso lo que captamos en su conjunto, dado que se descompone a lo largo de los siglos en una serie de historias distintas, cada una de las cuales es la historia de una lengua particular. Mientras las fases de estas migraciones e implantaciones sigan siéndonos desconocidas, el milagro estriba en que...».

Es decir que vamos a trabajar sobre aquello que para un lingüista se presenta como un verdadero "milagro".

«...podemos designar con total seguridad los pueblos que formaron parte de la comunidad inicial y reconocerlos con exclusión de todos los demás como indoeuropeos. La razón de ello es la lengua y sólo la lengua».

Así que dejaremos a un lado la forma de producir, la forma de gobernarse, etc. Sólo nos interesaremos en la lengua, en función de la cual vamos a establecer una historia muy precisa para un conjunto muy vasto de pueblos en cuatro mil años de historia; una historia que es altamente significativa para la estructura actual del mundo en donde se aplica el psicoanálisis.

«La noción de indoeuropeo vale ante todo como noción lingüística ...».

Lo cual va muy bien con nuestras nociones. El significante como noción lingüística, el inconsciente estructurado como un lenguaje, etc.

«...y si podemos ampliarla a otros aspectos de la cultura será también a partir de la lengua. El concepto de parentesco genético no tiene en ningún otro dominio lingüístico un sentido tan preciso ni una justificación tan clara».

Se puede decir con precisión que el castellano, sin lugar a dudas, proviene del indoeuropeo.

«En indoeuropeo encontramos el modelo mismo de las relaciones de correspondencia que delimitan una familia de lenguas y permiten reconstruir sus estados anteriores hasta la unidad primera».

Si ustedes quieren, es lo que podríamos poner en funcionamiento en lugar del mito de la horda primitiva, porque esta historia tiene algo de milagrosa y es totalmente exacta y lingüística.

«[...] Nuestra empresa es completamente distinta. No hemos tratado en modo alguno de hacer un inventario de las realidades indoeuropeas en tanto que definidas por grandes correspondencias léxicas. Al contrario, la mayor parte de los datos que tratamos no pertenecen al vocabulario común, son específicos como términos de instituciones pero en lenguas particulares, y lo que analizamos es su génesis y su conexión indoeuropea. Nos proponemos por tanto estudiar la formación y la organización del vocabulario de las instituciones».

Ahí está justificado el título. Y aclara:

«El término de institución debe entenderse aquí en un sentido lato: no solamente las instituciones clásicas del derecho, del gobierno y de la religión, sino también aquellas instituciones menos aparentes que se esbozan en las técnicas, los modos de vida, las relaciones sociales, los procesos verbales y mentales».

De modo que nos dedicaremos a estudiar todas estas instituciones, esto es, las formas estables de los vínculos entre los sujetos humanos, no solamente instituciones del derecho, sino todas las instituciones que hacen a las relaciones entre los sujetos humanos con base en el lenguaje.

Y algo importantísimo, que es el anteúltimo párrafo de la introducción del libro de Benveniste:

«[...] Podemos comprenderlas, reconocerles una cierta estructura y ordenarlas en un esquema racional, si sabemos estudiarlas directamente, dejando a un lado traducciones simplistas, y si sabemos establecer también ciertas distinciones esenciales,...».

Quiere decir que vamos a estudiar el vocabulario de las instituciones indoeuropeas, estableciendo una distinción fundamental:

«... sobre todo en la existente entre designación y significación,...».

Es decir que Benveniste hará su trabajo estableciendo una diferencia fundamental entre designación y significación.

«por culpa de la cual tantas discusiones sobre el sentido zozobran en la confusión. Se trata de, por la comparación y mediante un análisis diacrónico, hacer aparecer allí, donde al principio no tenemos más que una designación, una significación».

¿Entienden lo profundo del análisis que vamos a hacer? Vamos a estudiar la significación de las instituciones en indoeuropeo. La distinción entre significación y designación radica en que la designación es el objeto designado por esa palabra —por ejemplo, el diccionario. Y significación es el conjunto de ideas que el lenguaje permite concebir, el conjunto de conceptos, no importa luego cómo este concepto se manifieste en una realidad, si es una persona si son dos, si es extranjero o es nacional; no importa lo que después designe en concreto. Lo que Benveniste va a tratar de hacer, a partir del conjunto de la diacronía del indoeuropeo, es ver cómo se establece el conjunto de significaciones en el origen de esta familia de lenguas, respecto a los vínculos entre los sujetos humanos institucionalizados y estables.

Nosotros lo vamos a utilizar para establecer el significado de «Padre», no el referente, no lo que designa, sino cuál era la idea de "Padre" en indoeuropeo.

Por otra parte, tenemos que aclarar en qué sentido tomaremos el término "diacronía". En el sentido de Lacan, quiere decir cadena significante, S1 · S2. En el sentido de Benveniste, se trata de la diacronía del lingüista, esto es, de la evolución en la lengua. Y, entonces, además de tener esta propiedad milagrosa, como familia de lenguas, el indoeuropeo tiene otra propiedad absolutamente exclusiva y característica:

«Lo sorprendente, en cambio, es que a pesar de tantas vicisitudes, y a través de tantos siglos de vida independiente, las lenguas indoeuropeas hayan conservado un vocabulario del parentesco que bastaría por sí sólo para demostrar su unidad genética y que hasta nuestros días conserva la huella de su origen».

Éstas son las líneas que cierran todo el gran apartado dedicado al parentesco, en el libro de Benveniste. Así, lo más característico, lo más estable de todas las familias que han provenido del tronco común, a lo largo de cuatro mil años, es el sistema de parentesco. De modo que lo que llamaríamos "instituciones familiares " son una propiedad del indoeuropeo. Es ciertamente muy interesante para nosotros porque justamente queremos establecer cuál es la noción de «Padre» en el indoeuropeo. Lo más interesante es que lo que caracteriza al indoeuropeo es la estabilidad en la forma de significar «Padre», aun en la vastedad comprendida en territorio y en la evolución de tiempo.

¿Cuáles son las propiedades fundamentales establecidas como significación indoeuropea respecto al parentesco? Dice Benveniste en el primer párrafo del apartado sobre el parentesco.

«Los términos indoeuropeos relativos al parentesco figuran entre los más estables y lo mejor asentados del indoeuropeo...».

Aún dentro del indoeuropeo lo más estable son los vínculos de par entesco, los términos de parentesco.

«... al estar representados en casi todas las lenguas y deducirse de correspondencias claras».

Recuerdan que yo les había dicho que tata y mama se utilizan para designar a papá y a mamá respectivamente en prácticamente todas las lenguas del enorme conjunto del indoeuropeo.

«[...] las dos principales conclusiones que se pueden sacar de las correspondencias: por un lado, la estructura familiar que se esboza a través del vocabulario es la de una sociedad patriarcal...».

La primera propiedad interna que tenemos de esta estabilidad es que el indoeuropeo se caracteriza por familias patriarcales.

«...que se apoya en la filiación paterna, y que realiza el tipo de la " gran familia"».

Esto es muy importante. ¿Qué es la "gran familia"? Pues es esto:

«[...] con un antepasado en torno al cual se agrupan todos descendientes machos y sus familias restringidas;...».

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sí. El indoeuropeo incluye también la India. Me preguntarán quizás qué tienen que ver las castas de la India con el gaucho de la Patagonia. Nosotros creemos que no tienen absolutamente nada que ver. Pero sucede que en ambos casos "papá" se dice de igual forma. Y tenemos también que la estructura familiar es estable en todo el campo espacial y temporal del indoeuropeo. Pero, ¿en qué se radica esta estabilidad? En familias patriarcales cuya estructura es la de descendencia patrilineal y que constituyen, como modalidad de convivencia, la "gran familia", esto es, un macho antepasado —no me van a negar que esta teoría es bastante más sólida que la de la horda primitiva de Freud— cuyos descendientes varones conviven todos juntos en sus familias restringidas. Pero además hay que agregar este otro importante factor:

«[...] los términos del parentesco se refieren al hombre; ...».

En indoeuropeo, no hay verbo alguno que, para referirse al acto de constituir familia, remita a la mujer. La mujer siempre tiene una posición pasiva, siempre es tomada, porque el verbo siempre refiere al hombre. Eso es la institución del matrimonio.

«...los que afectan a la mujer son poco numerosos, inseguros y de forma a menudo flotante».

Ésa es la segunda característica

[...] ¿por qué el vocabulario indoeuropeo es tan pobre para el parentesco de la mujer? Se invoca el predominio de las funciones masculinas en las familias. Por supuesto, pero la preponderancia del hombre ha podido mantenerse en otros dominios sin entrañar las mismas consecuencias lexicológicas:...».

Él se pregunta por el lenguaje, por qué en el lenguaje el parentesco es masculino y no femenino. Si se echa mano al recurso de explicarlo por la vía de que el hombre tiene más fuerza que la mujer, debería entonces verificarse en otros campos por fuera de la institución familiar. Lo cual, ciertamente, no es el caso.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Si se tratara de que el hombre es más fuerte, todo el léxico indoeuropeo tendría que tener verbos para el hombre y no para la mujer; tendría que tener designaciones masculinas y no femeninas. Pero esto sólo se verifica en la estructura familiar. Por lo tanto, no es porque el hombre tenga más fuerza. Es una lógica indiscutible porque es el lenguaje en sí, y no interpretación de hechos de la cultura.

«... la condición jurídica de la mujer apenas ha cambiado en Europa en el siglo XVIII y esto no impide que nuestro vocabulario sea estrictamente recíproco (así suegro, suegra, etc). La explicación debe ser más bien que la mujer abandona su clan para entrar en el del marido y que a partir de ese momento se instituyan entre ella y la familia de su marido relaciones que exigen una expresión. Ahora bien, siendo ésta familia una "gran familia"...».

¿Entienden ahora la noción de "gran familia"? La mujer es retirada de su clan y pasa a vivir en el clan armado en función del hijo del macho. Es por eso por lo que las designaciones se arman en torno al macho. Entonces, la noción de " gran familia" no solamente se arma patrilinealmente, sino que regularmente eso implica además el abandono que la mujer hace de su clan, para pasar al clan masculino. O sea que todo lo que afirmaban Freud, Lacan y Claude Lévi-Strauss, en efecto se verifica. Es cierto que la interdicción del incesto solamente se sostiene en la ley del intercambio generalizado de las mujeres —no de las mujeres y los hombres. Ésta es la base más estable de la estructura familiar indoeuropea. Por otra parte, es notable que el indoeuropeo tenga una institución familiar tan estable en el tiempo y el espacio. Sigue siendo todavía así en todos los pueblos determinados por lenguas derivadas del indoeuropeo.

 

El Parentesco en Indoeuropeo

Dicho todo esto, ¿qué es, pues, un padre en indoeuropeo? Aquí vamos a trabajar con algunos temas interesantísimos: la diferencia entre pater y atta o tata —que no son lo mismo—, la diferencia entre mater y anna o amma; y la diferencia entre phrátÿr y adélphos. Algunos casos van a ser específicos de algunas lenguas específicas como el griego. Pero la incidencia del griego antiguo en nuestra cultura es de una trascendencia tal, que me parece interesante seguirlo a Benveniste en este estudio. Y, por último, vamos también abordar el tema del "padre nutricio". Parece increíble hablar de padre nutricio. Uno tiende rápidamente a decir que la función nutricia es privativa de la madre, y que al padre le corresponde la protección: madre nutricia y padre protector. Pero ocurre que el padre también puede ser nutricio. Efectivamente, en el campo del indoeuropeo, hay una función tipificada del padre que es la del padre nutricio; o sea que lo que Freud escuchó en los análisis de sus pacientes era correcto, ya que es así, es así en el campo del indoeuropeo.

Empecemos por pater y atta, esto es, las dos formas de entender al padre. Trabajaremos con el capítulo 1, «La importancia del concepto de paternidad», del libro de Benveniste. Vamos a suponer honestidad intelectual, quiero decir, vamos a suponer que Benveniste hurtó ideas lacanianas para hacer su exposición. Verán por qué digo esto. Leamos el primer renglón del primer párrafo de este capítulo.

«De todos los términos de parentesco, la forma mejor asegurada es el nombre del padre: pater, en sánscrito pitar-, en armenio hayr, en griego pater, en latín pater; athir en irlandés antiguo, fadar en gótico...».

Sin más, la cosa despunta con el "nombre del padre". Entonces, aunque por el momento Benveniste no lo diga explícitamente, podemos concluir lo siguiente: si la forma más estable es pater, quizás a causa de ello es que en indoeuropeo la institución de parentesco sea la más estable, porque a partir de pater se derivan las otras. Benveniste no lo dice, pero me parece muy coherente. Se puede sostener racionalmente por qué en indoeuropeo la institución familiar lexicológicamente es tan estable, a saber, por la estabilidad de la noción de pater, ya que a partir de ella se arma la institución familiar.

«El verdadero problema es mucho más importante: ¿pater designa propia y exclusivamente la paternidad física?».

Es lisa y llanamente nuestra pregunta, la pregunta que nos planteamos en estas reuniones. Cabe aclarar que con este "designa", Benveniste no está preguntando por el referente, sino por el significado.

"El término pater se impone en empleo mitológico, es la clasificación permanente del dios supremo de los indoeuropeos».

Efectivamente, Lacan tiene razón; ya que, en cuanto tal, designa algo eminentemente religioso. Primero, es mitológico. Luego veremos que no tiene nada en absoluto que ver con el padre de carne y hueso. Se trata de algo del orden estrictamente religioso. Así que Lacan tenía razón de cabo a rabo. Y advirtamos que Lacan lo había propuesto diez años antes de que este estudio de Benveniste fuera publicado. Es increíble la anticipación de Lacan al respecto.

Esto es muy interesante porque hubo un misionero, Ivens, que quería evangelizar a los habitantes de la Melanesia —en donde obviamente tienen designación para padre— enseñándoles la noción latina de un Dios Padre. Pero sucede que aquellos aborígenes no podían entender cosa semejante, a pesar de tenían noción de paternidad. A los melanesios, que no son de tradición indoeuropea, les imposible entender al padre en ese sentido. Con lo cual, también era imposible para ellos tener una religión como la nuestra, mientras que para nosotros es de lo más obvio.

«El área de esta apelación divina es lo bastante amplia como para que tengamos derecho a referir al período indoeuropeo común el empleo mitológico de ese nombre del "padre"».

Quiere decir que "padre" era una designación exclusivamente mitológica.

«Ahora bien, en esta figuración original la relación de paternidad física está excluida».

¿Lo escucharon? La relación de paternidad excluye el vínculo físico, el vínculo individual biológicamente determinado.

«Estamos fuera del parentesco estricto y pater no puede designar al padre en el sentido personal».

No puede. Hace cuatro mil años, hubiese parecido ridículo considerar padre al genitor. El pater era algo estrictamente vinculado a los dioses.

«[...] La repartición indoeuropea responde en líneas generales al mismo principio. Este padre personal es atta».

Así pues, lo que se designa como "atta", "tata", "papá" y demás, es el padre personal. Pero el Padre, el pater, es otra cosa y desde el origen mismo tiene un significado religioso; no tiene que ver en absoluto con esa persona. Con lo cual, podemos dar este sentido al "Padre muerto" del que tanto se habla, en tanto y en cuanto entendamos por ello que ningún ser vivo puede ocupar ese lugar.

No puede designar a ningún ser vivo, a ningún hombre en particular. En Freud, sin lugar a dudas, es muerto porque hay asesinato. Pero aquí estamos dándole otro sentido: no con relación a un asesinato, sino porque no puede ser ocupado por ningún ser vivo —es mitológico. De todos modos, hay que aclarar que Freud nunca dijo que consideraba al padre como "Padre muerto" , sino que éste es el modo en que Lacan intenta condensar la concepción más específica y propia del psicoanálisis de Freud. Y, efectivamente, se verifica que pater no puede ser ninguna persona viva.

«[...] De donde se deduce que ata debe ser el "padre nutricio", aquel que educa al niño. De ahí se deriva la diferencia entre atta y pater. Los dos han podido coexistir y coexisten en efecto, bastante ampliamente. Si atta ha prevalecido en una parte del dominio, es probablemente a consecuencia de cambios profundos en las concepciones religiosas y en la estructura social. Efectivamente, allí donde está en uso atta , no quedan huellas de la antigua mitología en la que reinaba un dios padre».

Con lo cual, pater es un dios, y así fue como se originó para nosotros. Sólo que tenemos además el problema de que debemos distinguir bien estas dos dimensiones del padre: la del individuo de carne y hueso, y la de la función paterna.

En la página 176, dice Benveniste:

«Si ahora examinamos los derivados del nombre del "padre", vemos que hay uno que existe en varias lenguas bajo la misma forma y cuyo origen hay que remitir hasta el periodo común: es el adjetivo patrius, gr. pátrios. [...] A partir del momento en que patrius heredado y paternus analógico corrieron juntos, tendieron a diferenciarse en cierta medida. Patrius se emplea exclusivamente en expresiones consagradas tales como patria potestas; no se encuentra jamás en estos casos paternus. Pero se tiene exclusivamente paternus amicus. La patria potestas es el poder que se vincula al padre en general, que él ostenta por su calidad de padre, pero la relación es de naturaleza completamente distinta en amicus paternus, el amigo de mi padre».

Ven la diferencia entre paternus y patrius. Paternus tiene que ver con el padre, alguien que fue conocido de tu papá, pero patrius no, porque tiene que ver con la potestad, esto es, con una función legal.

«En efecto, paternus con hospes amicus, seruus indica una relación personal de hombre a hombre y se refiere al padre de un individuo determinado. [...] El patrius indoeuropeo se refiere no al padre físico sino al padre en el parentesco clasificatorio, al pater invocado como dyauspitÿ y Iupiter».

Es decir, al padre de la mitología a partir del cual se arma el linaje. Pero este padre no coincide necesariamente con ningún padre de nadie, lo cual estaba clarísimo en la lengua de entonces. A nosotros, por la evolución de la lengua y por nuestra vocación neurótica, se nos ha vuelto oscurísimo. Pero esto se verifica en la clínica: son muy distintas las funciones de Nombre-del-Padre y la del padre carnal que alguien tuvo.

Pasemos ahora a examinar el nombre de la madre. Dice Benveniste en las páginas 140 y 141:

«Es probable que los dos nombres de la "madre", mÿter y anna respondan a la misma distinción que pater y atta para el "padre", porque "padre" y "madre" bajo sus nombres nobles sostienen representaciones simétricas a la mitología antigua».

Pueden Ustedes hacer las correspondencias sin necesidad de que yo termine la lectura de este renglón: mÿter era una diosa y anna era tu mamá.

Y lo mismo ocurre con "hermano".

«Según Kretschmer, la sustitución de phrátÿr por adelphós sería debida a una manera nueva de considerar la relación de hermano que habría hecho de phrátÿr el nombre del miembro de una fratría».

Freud decía que el clan de hermanos se constituía por el asesinato del padre. El hermano era una verdadera institución, era el miembro de una misma fratría.

«Efectivamente, phrátÿr no designa el hermano de sangre; se aplica a aquellos que están vinculados por un parentesco místico y se consideran los descendientes de un mismo padre».

Esto es lo que arma las cofradías. Es una propiedad del indoeuropeo que los hermanos funcionen como un colegiado, como un colegio de hermanos, como hermandades. Eso es verdaderamente una hermandad, a saber, estar unido místicamente por las mismas creencias religiosas. Verán que esto no tiene nada que ver con la relación simétrica que dos individuos tienen con respecto a su madre biológica. Precisamente, para eso existía la designación de adelphós.

En la página 141:

«En virtud de estas relaciones, bhrÿter, denotaba una fraternidad que no era necesariamente consanguínea. Las dos acepciones han sido distinguidas en griego, se ha conservado phrátÿr para el miembro de una fratría, e instituido un término nuevo: adelphós (literalmente, "nacido de la misma matriz")».

Entonces, adelphós se emplea para el hermano de sangre. Y les advierto de que es más antiguo bhrÿter que adelphós. No sé si se dan cuenta que esto rompe con toda teoría psicológica que Ustedes tenían hasta ahora. Si Ustedes creían evidente que, primero, los sujetos se reconocen por ser hijos de la misma madre, y que recién luego por ser hijos del mismo ser místico, debo decirles que no: la hermandad mística es dos mil años más antigua que la hermandad entendida como hijos de la misma madre. Podríamos entonces decir que es de muchísimo más valencia subjetiva el ser hermano místico —en el sentido de la fraternidad—, que el hecho de haber pasado una temporada en el mismo útero. Si tuviésemos que pensarlo en términos del mito hebreo de Caín y Abel —es sólo un artificio porque el hebreo es una lengua semítica, no indoeuropea—, salta a la vista que se trata de una rivalidad adélfica; no tiene nada que ver con lo fraterno. En realidad, lo fraterno no da rivalidad, sino hermandad —no la rivalidad de la hermandad imaginaria de los lacanianos.

Avancemos un poco más. Pasemos ahora a la noción de «padre nutricio». Dice Benveniste en el capítulo dedicado a la realeza y a la nobleza:

«Mientras que el verbo atállÿ...».

Observen que se trata del verbo que se hace con el sustantivo "atta".

«... no está prácticamente atestiguado, podemos constatar que atitállo lo está muy bien y con un sentido más preciso que el de "educar, alimentar". [...] Estos dos verbos contienen la significación esencial de "educar como un hijo", es decir como si fuera de la familia, lo que no es el caso. En todos los ejemplos el verbo se aplica exclusivamente al niño que no es el hijo propio [...]. Jamás se emplea ese verbo hablando de su propio hijo. También Hesíodo lo toma en este sentido. Entonces vemos con qué se relaciona este verbo, denota una institución que lleva un nombre consagrado en la terminología científica, es el "fosterage",...».

El fosterage es una noción antropológica.

«...el hecho de servir de padre nutricio. [...] Ahora podemos plantear la existencia de esta institución en Grecia donde debe ser reconocido en el verbo atitállo. Debieron existir otros términos que se vinculaban a esta noción pero sólo se han conservado por causalidad. Así una inscripción de Gortyne, en Creta, nos da atitáltas que designa al tropheús, el "padre nutricio"».

O sea, tenemos que efectivamente el atta se conservó hasta hace muy poquito entre los nobles escoceses e irlandeses, que son de esta tradición en que existía el fosterage, que es educar a alguien de otra familia —siempre y cuando se trate de una familia noble.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, no hay que perder de vista que «padre nutricio» es una designación derivada, porque fosterage viene de food, de comida; es el padre adoptivo, pero padre adoptivo que cría en la época de crianza. Así, los hermanos de crianza son aquellos que comparten el fosterage. Y aquellos que sepan inglés quizá sepan de la expresión "foster care", los cuidados de adopción que son los que brinda el Estado a todos los niños huérfanos, que proviene de esta misma institución y de este derivado de "comida".

Con lo cual, efectivamente ata es una designación familiar, porque es el hombre con el que se convive en el lugar donde el niño es criado, y que no tiene absolutamente ninguna relación con el pater; ni siquiera coinciden con la institución y menos aún con la designación — son dos instituciones distintas. Entienden que el fosterage no respeta la estructura patrilineal de la familia, porque se trata de un niño que va a otra familia; y no respeta siquiera la designación lexicológica, porque hasta el verbo y la designación no contemplan en absoluto al pater. No se confunden entre sí, como para nosotros se confunden el pater y el tata.

Entonces, el padre nutricio ni siquiera tiene que ser el padre carnal. Y no por ello debe confundírselo con el pater. No sé si se entiende a lo que voy. Digo que uno podría creer que el padre adoptivo es el pater; pero no es así, porque al padre adoptivo se lo denomina atta. Y observen además que ni siquiera atta designa necesariamente al padre genitor: aun habiendo adopción de por medio, el padre con el que se convive tampoco es pater, sino atta también.

 

La Autoridad

Quisiera dedicar algunos minutos al tema de la "autoridad". En primer lugar, debemos ceñirnos a la definición que este término tiene en la lengua francesa, puesto que Lacan lo piensa y utiliza en esa lengua. Y luego estudiaremos qué dice Émile Benveniste al respecto.

Entonces, en francés, "autoridad" tiene ocho acepciones. La primera es una acepción de derecho, relativa a dirigir, al poder de imponer obediencia. La segunda refiere al conjunto de los órganos del poder como, por ejemplo, la autoridad pública. La tercera manera de entender este término es como fuerza obligatoria de un acto de la autoridad pública; por ejemplo, en el caso de la soberanía de la autoridad de la ley. Otra acepción es la de expresión de la autoridad. La quinta acepción, como actitud autoritaria de alguien. La sexta es capacidad de hacer u obedecer. La séptima es superioridad en mérito o de seducción, que impone obediencia, confianza y respeto. Y la última refiere al estado de una persona o de una cosa, que hace creer.

En francés, como en castellano, "autoridad" viene del latín "auctor", que a su vez proviene de "aucto". Y este término viene a su vez de "augeo". Veremos primeramente qué quiere decir "auctor" en latín.

"Auctor" es "aumentador", "productor", "creador", "autor", "padre", "abuelo", "antepasado", "sembrador", "padre de las cosechas", "fundador" de ciudades o edificios, etc.; es entonces el que tiene facultad para hacer autorizar, aprobar, rectificar algo. Y significa particularmente "autor de obras históricas" tenga o no complemento "rerum" —que es como puede terminar la palabra "auctor" en latín.

Por otra parte, "augeo" quiere decir: "hacer crecer", "incrementar", "aumentar", "amplificar", y, en sentido general, "incrementarse". Y en un sentido especial, "augeo" se relaciona con términos tales como "augur", "auctor" y "auctoritas".

A partir de "augur", "augeo" pasa a "autoritas" en latín. "Augur" es el sacerdote:

« [...] el sentido del término debió ser en el origen hacer crecer de acuerdo a los dioses o un presagio favorable; o más antiguo todavía: aquello que hace crecer mediante el dar presagios favorables».

El "augur" es el sacerdote que ‘augura’ la buena cosecha. Y agrega Benveniste:

«Así entonces augur designa a aquel que da los presagios asegurando el crecimiento de una empresa. El adjetivo derivado es augustus, consagrado por los augures donde empresa bajo los augures favorables. La identidad fonética de la sílaba inicial, hace también que el presagio sea tomado como asociado a la observación del vuelo de los pájaros y ha traído confusión de sentidos».

Esto porque el ver los pájaros es auspicium, que es lo que nosotros utilizamos como augurio auspicioso —que es la más antigua etimología del latín que se conoce. Se supone que es por haber empezado con la sílaba "au". El augur es entonces la persona encargada, por ejemplo el sacerdote, de decir cosas que sean buenos presagios, de decir cosas que modifiquen el futuro: "este año tendremos lluvias y la cosecha será excelente", etc.; y es además un título oficial.

«El augur es el sacerdote magistrado, participando en un grupo colegiado y donde la acción es sometida a las reglas».

Éste es un pasaje importantísimo. "Augur" es un título oficial de sacerdote, pero, en cuanto tal participa de un grupo colegiado en donde la acción está sometida a las reglas.

El otro derivado de "augur" es "auctor", cuyo primer sentido se refería a aquel que hace crecer o que hace impulsar.

«La palabra significaba a la vez aquel que hace crecer y aquel que funda. Fundador, autor. Que ha terminado de tomar todas las acepciones que en francés tiene actualmente autor, autor de una obra. Por fuera de este sentido, el termino parece haber pertenecido en el periodo itálico común, tanto a las lenguas de la religión como a lenguas del derecho».

A partir de ahí, se convierte el augur como el autor de lo que hace surgir por medio de la palabra —pasa, por un lado, a la lengua religiosa y, por el otro, al derecho. De manera que observen cómo se anuda el padre de la ley, vía la autoridad, al discurso religioso. Recuerdan que Lacan había dicho que él había tirado el dardo del Nombre-del-Padre para que entendiéramos que era el Padre muerto; o sea que ahora podríamos dar una respuesta: el Padre, como función de lo dicho, no es ninguna persona porque el padre originario de quien se toma el rasgo es una función de lo dicho; no es necesariamente alguien que tiene que haber dicho algo en particular. Y, ¿cuál es el rasgo de identificación que se toma de esto? El rasgo parcial de la autoridad de lo dicho.

Es por eso por lo que su falla produce la psicosis, en donde lo dicho pierde autoridad, en donde la palabra carece de autoridad. Y la autoridad de la palabra es aquello que llamamos "Padre Original", aquello que se incorpora por identificación. Y lo es en tal medida que así es como funciona internamente. Porque si no, ¿qué es el Superyó? ¿No es acaso una palabra que cobra una autoridad terrible dentro de uno? Y esa palabra, ¿qué, del padre, le es característico? Que nos comanda, que tiene autoridad.

Pongamos un ejemplo. Un hijo se encuentra frente al lecho de muerte de su padre agónico. Cuando su padre está a punto de morir, dice a su hijo: "Tenés que ocuparte de cuidar a tu hermana". Dicho esto, expira. ¡Qué problema! Porque eso se sostiene en el primer rasgo de identificación. Insisto en que no hace falta que se trate de un varón o de una mujer; solamente hace falta que se inscriba la autoridad de la palabra. Y, ¿en qué caso la madre sería obstáculo de la función paterna, favoreciendo así una salida psicótica? En el caso de que ella misma se posicione como no regida por la autoridad de la ley, y no por la ley en cuanto tal —de hecho, las madres de los psicóticos no suelen ser ilegales, no son necesariamente delincuentes o tránsfugas.

De manera que el rasgo de la identificación primaria es la incorporación de la autoridad de la palabra.

Dijimos que el augur o el auctor, en lo que a religión respecta, era aquel que profería frases que alteraban el devenir, que auguraban. Y en el campo del Derecho, "auctor" designa al garante, que es precisamente un término bastante anudado a lo que Lacan designa con «no hay Otro del Otro», esto es, no hay garante. Se comprende así la postulación freudiana de que la identificación al padre, primaria y original, se hace antes de toda relación de objeto. Es decir que antes de la constitución de la persona de la madre, ya hay para el niño frases revestidas de autoridad, aun antes de estar constituida la elección de objeto —que implica un desarrollo muchísimo mayor.

El «Padre» es, entonces, el representante original de la autoridad de la ley. Y autoridad de la ley quiere decir la potencia determinante del símbolo. El Padre será el representante original de la potencia determinante del símbolo, sin el cual —me parece— es imposible que haya ley. Si el símbolo no tiene posibilidad de alterar lo que suceda, ¿para qué emitir una ley?

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No. ¿Qué sucede en la sociedad matriarcal? Había otros representantes de la autoridad de la ley, como por ejemplo los ritos, las experiencias iniciáticas, etc. Ésos eran los representantes de la autoridad de la ley, no era el Padre porque no existía la institución familiar, y menos aún de configuración patrilineal; por lo tanto, no había tampoco pater familiae, que es la función del padre tal como nosotros estamos viéndola. Por supuesto, no necesariamente tiene que ser el pater familiae, que en Occidente francamente está desapareciendo de una manera sorprendente. No hay que angustiarse por ello, porque ni siquiera es tan antiguo, es de la era cristiana. Por eso a los primeros grandes religiosos se los llama "padres de la Iglesia", "patriarcas", etc.

«Padre» es el representante de la autoridad de la ley. Y «autoridad» es la potencia que el símbolo tiene de incidir en la realidad humana. Y no da lo mismo que haya o que no haya representante de la autoridad de la ley. Cuando para el sujeto está inscripta la función del representante de la autoridad de la ley, la autoridad del símbolo opera de una manera absolutamente distinta que cuando no hay tal inscripción: en el primer caso, el representante de la autoridad opera limitadamente, mientras que en el segundo la autoridad funciona pero de modo ilimitado.

Digámoslo en términos freudianos. Esta inscripción se da desde el origen. Para Freud, antes de esto no hay nada. Con lo cual, verán que el límite en el amor es a condición de que previamente esté ya inscripto el representante de la autoridad. Se entiende, así, que luego alguien pueda venir a sancionar y decir al chico: "Si seguís tocándote, se te va a cortar". ¿Por qué produce tanta angustia? Porque ya tenemos inscripto en nosotros que esa palabra tiene autoridad. Ahora, si esa autoridad no se inscribe mediante la función paterna, el símbolo tendrá una potencia ilimitada.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: La autoridad es una propiedad inherente al dicho, una propiedad del mundo humano, que no distingue estructuras clínicas. Ahora bien, que la autoridad de lo dicho sea limitada o ilimitada dependerá de cómo se encarnen los lugares materno y paterno. De modo que nos es necesario distinguir bien entre Padre y Madre. Si se inscribe la autoridad del dicho pero no se inscribe su límite, el resultado es la omnipotencia. Y está claro que la omnipotencia no es real, porque para el psicótico no es cierto que, por ejemplo, la madre coma sin límites; eso no es en lo real de su cuerpo, sino en su potencia simbólica.

Como ven, estamos haciendo todo un camino para justificar el auctoritas. Me parecía importantísimo establecer la estructura de esta institución porque nos brinda mucha información. Pero además nos queda ahora abordar "auctoritas" por el sesgo de "fides", el credo, la creencia, para terminar de cerrar el campo que ese término cubre. Y esto porque ahí es donde se establece no solamente la dimensión concreta del Padre sino también porque nos es de vital importancia para concebir su forclusión.

Empecemos por fides. Ahí quizás podamos resolver un poquito el problema de la tradición judeocristiana. Benveniste plantea a fides como derivado de las nociones de confianza y de crédito. Se lo leo de la página 75:

«En indoeuropeo esta institución se enuncia para entender lo que significa de la siguiente manera: yo tengo crédito en alguien, lo que quiere decir: yo le inspiro confianza».

Él lo pone como una gran salvedad, pero en sentido bancario o usurero es así, es tener crédito de alguien. Quiere decir que si este alguien me da valores, yo habré de reintegrárselos. Es exactamente al revés de cómo lo entendemos nosotros. Pongamos un ejemplo religioso: "¡Oh, Dioses! Os pido, suplicante, vuestra fides". Es decir, es al revés de cómo solemos entenderlo. Aquí la súplica es inversa, se suplica la fe de los Dioses; suplico se me tenga fe. Así es como surge esta institución. Hay que estudiarlo muy bien porque es inverso.

Entonces, Benveniste la define como:

«la confianza que quien habla inspira en su interlocutor».

De manera que la fides es ciertamente un hecho discursivo.

Yo, en lo particular, intento no utilizar nada de esto; intento no apelar a este criterio de fe en mi relación con Ustedes. Jamás pido que se confíe en mí, no pido fides por el solo hecho de que yo lo digo, ni tampoco hago la maniobra indirecta, muy común, de pedir fides porque es Lacan quien lo dice. Esto es la fe religiosa, y me da la impresión de que en ciencia deberíamos privarnos de esa forma de argumentar. Vieron cuando en los servicios hospitalarios los supervisores dicen: "Para mí, por mi experiencia, esto es de tal modo", se dan corte de autoridad. Eso no sirve para nada. Para lo único que sirve es para hacer de los practicantes, creyentes. Entonces pasa que uno se encuentra con gente que sostiene cosas por el solo hecho de que otros lo sostuvieron antes: sostengo tal cosa porque mi supervisor me dijo que así es. ¿Entienden que es una posición religiosa? En ciencia, no conviene argumentar según ese posicionamiento.

 

Augeo, Credo, Creación y Existencia

Vamos a retomar un poco lo que les propuse mediante augeo y auctoritas. Paso directamente al texto de Benveniste:

«Hay una noción complementaria de censor que se encuentra constantemente asociada en los empleos latinos, y que nuestra definición implica: es la de "autoridad"; censeo es empleado muy a menudo con auctor y auctoritas. ¿Qué significan estas palabras, cuál es su fundamento etimológico? Es evidente que auctor es el nombre de agente de augeo...».

El "agente", un término que es también utilizado por Lacan.

«...ordinariamente traducido por "acrecentar", "aumentar". [...] En latín mismo, al lado de auctor tenemos un antiguo neutro masculinizado, augur [...] Ya vemos la doble importancia de este grupo de palabras. Pertenecen a la esfera religiosa y se escinden en varios subgrupos: el de augeo, el de auctor, el de augur. Querríamos saber cómo es que la noción de "autoridad" ha nacido en una raíz que significa simplemente "aumentar", "acrecer". Pero a pesar de que traducen así el verbo, nuestros diccionarios dan auctor como "aquel que hace brotar, el autor". Esta definición parece extraña y en cualquier caso insuficiente. El sentido tan profundo de auctor sería referido simplemente al de "acrecentar". Pero apenas es satisfactorio. La noción de auctor, la de su abstracto auctoritas, difícilmente se concilian con el sentido de "aumentar" que augeo tiene en efecto y que no se trata de negar. El hecho de que en indoiranio la raíz aug- designe la "fuerza" debe llamar la atención. Además en sánscrito ojas-, como aojah- y sus derivados, indican particularmente la "fuerza" de los dioses; el adjetivo aojahvant-, "dotado de fuerza", es una calificación casi exclusivamente divina. Esto indica ya un poder de una naturaleza y de una eficacia particulares, un atributo que poseen los dioses».

En realidad, lo que yo les propongo es que no perdamos de vista que de lo que se trata es de la asignación de poder. ¿A quién se le asigna el poder? El poder se le asigna a los dioses, el poder de acrecentar.

«[...] Se sigue traduciendo augeo por "aumentar"; es exacto en la lengua clásica, pero no al principio de la tradición. Para nosotros, "aumentar" equivale a "incrementar, hacer mayor algo que ya existe". Ahí está la diferencia, no percibida, con augeo. En sus empleos más antiguos, augeo indica no el hecho de incrementar lo que existe, sino el acto de producir fuera de su propio seno; el acto creador...».

Con lo cual con lo que estamos tratando es con el poder de crear, no con el poder de aumentar lo que ya hay.

«... que hace surgir algo de un medio nutricio y que es privilegio de los dioses o de las grandes fuerzas naturales, no de los hombres. [...] Este sentido es lo que atestigua el nombre de agente auctor. Se califica de auctor, en todos los dominios, a aquel que "promueve", que toma una iniciativa, que es el primero en producir alguna actividad, aquel que funda, aquel que garantiza y, finalmente, al "autor"».

Recuerden que con Lacan habíamos puesto esto en el dicho primero, que hace existir algo de la nada porque es el primero, no puede haber algo antes.

«La noción de auctor se diversifica en muchas acepciones particulares, pero se une claramente al sentido primero de augeo, "hacer salir, promover". Por ahí el abstracto auctoritas abarca su valor pleno: es el acto de producción, o la calidad que reviste el alto magistrado, o la validez de un testimonio o el poder de iniciativa, etc., cada vez en relación con una de las funciones semánticas de auctor».

En realidad, el desarrollo que Benveniste hizo de este párrafo es algo confuso porque el acto creador debe ser netamente distinguido de la producción; no tanto por el hecho de que se trate o no de algo nuevo, sino porque producir es más bien a partir de la materia prima, mientras que crear es a partir de la nada, ex nihilo. Esa diferencia es para nosotros muy importante porque hacia lo que nos dirigimos es precisamente el problema de la creación ex nihilo. Hay que distinguir muy bien entre producción y creación —una diferencia en Lacan que hace falta conservar.

«A augeo se une, según acuerdo unánime, el término religioso augur. Esa era la sensación de los latinos. Augur sería un antiguo neutro que habría designado primero la "promoción" otorgada por los dioses a una empresa y manifestada por un presagio. Esto confirma que la acción de augere es de origen divino. [...] El sentido primero de augeo se encuentra nuevamente por medio de auctor en auctoritas. Toda palabra pronunciada con la autoridad determina un cambio en el mundo, crea algo; esta cualidad misteriosa es lo que augeo expresa, el poder que hace surgir las plantas, que da existencia a una ley. El que es auctor, el que promueve, sólo ese está dotado de esa cualidad que el indio llama ojah. Vemos que "aumentar" es un sentido secundario y débil de augeo. Valores oscuros y poderosos permanecen en esa auctoritas, ese don reservado a pocos hombres de hacer surgir algo y —al pie de la letra— de hacer existir».

Observen que se trata verdaderamente del problema de las existencias. Y vamos a plantearnos la pregunta de qué relación guarda el ser humano hablante con la existencia. Les propongo, así, que el uso de fides y credo es la posición subjetiva respecto de las existencias, y siendo que para el sujeto humano hablante la lengua es encontrada en el Otro, nunca puede dejar de plantearse el problema no sólo de la relación del sujeto humano hablante con relación a la existencia —que se llama fides o credo—, sino también de que el Otro siempre se le manifiesta a través de una autoridad encarnada por alguien.

Con lo cual, tenemos que la relación del sujeto humano hablante con respecto a las existencias es credo. Advirtamos bien que credo no se refiere a nada religioso en su uso más antiguo; se trata justamente de mi relación con eso que es el poder que la palabra hace surgir en el mundo: creer que tal cosa existe, que esto y aquello existen. Pero además, siempre y necesariamente, por razones estructurales, para todo sujeto humano hablante se manifestará un tercer polo que es el de la encarnadura de esa función. Tenemos entonces el problema de la encarnadura de ese poder y el problema de la autoridad. Éste es el esquema que debemos tener en consideración.

Thémis y Díkÿ

Vamos a dedicarnos un poco a estudiar la diferencia entre dos formas distintas de concebir la ley —que habitualmente consideramos como una y única. En su libro, Benveniste nos propone dos nociones diferentes: Thémis y Díkÿ.

«Sumario. La ra íz común en sánscrito rta, en iranio arta, en latín ars, artus, ritus, que designa el orden como adaptación armoniosa de las partes de un todo entre sí, no proporciona en indoeuropeo designación jurídica alguna».

El orden que designa thémis no tiene absolutamente nada que ver con lo jurídico. Este "orden" es una adaptación armoniosa de las partes de un todo entre sí, es aquello de lo que la alucinación y el delirio psicótico testimonian: la pérdida de esta armonía. Vieron que, de pronto, empieza a aparecer una luz, un sonido, una voz, una idea, que rompen esa armonía; y que el sujeto empieza a testimoniar que hay algo que se rompió en ese todo armónico.

«La "ley" es en sánscrito dhaman, en griego thémis —literalmente, la regla establecida (la raíz es dhÿ que quiere decir "poner en existencia") por los dioses. Esta regla define el derecho familiar: así thémis se opone a díkÿ, "derecho interfamiliar"».

¿Pescaron la diferencia? Estamos oponiendo thémis, que se traduce por "ley", a díkÿ, que también se traduce por "ley ". Hay pues dos designaciones en griego para la ley. Para dar cuenta de las instituciones, Benveniste distingue el significado, o sea las ideas que están por detrás de estos significantes; y define entonces a thémis como un orden de adaptación armoniosa de las partes de un todo entre sí, establecida por los dioses, y que funciona en el seno de la familia. No tiene nada que ver con lo jurídico. En cambio, díkÿ sí tiene que ver con lo jurídico. Es muy interesante porque es la que reina entre las familias: si yo te doy una mujer, tú tienes que darme otra; si te doy diez cabezas de ganado, tú debes pagármelo con tanto de trigo, etc.

«Desde el estado indoeuropeo puede plantearse un concepto sumamente importante: el de "orden". Está representado por el bélico rta, iranio arta (avéstico asa, por una evolución fonética particular). Esa es una de las nociones cardinales del universo jurídico y también religioso y moral de los indoeuropeos: es el "Orden " que regula tanto la disposición del universo,...».

Ustedes van a ver que si la ley deja de funcionar en el caso Schreber, lo es en este sentido. Para él, el universo empieza a estar totalmente trastornado. Y Schreber no testimonia que haya ningún problema con el orden jurídico del Estado alemán. Lo que se trastorna es el orden general del universo.

«...el movimiento de los astros, la periodicidad de las estaciones de los años, como las relaciones de los hombres y de los dioses y, por último, las relaciones de los hombres entre sí. Nada de lo que afecta al hombre en el mundo escapa al imperio del orden, por tanto es el fundamento tanto religioso como moral de toda sociedad; sin ese principio todo se volvería el caos».

De suerte que thémis significa el orden religioso y moral que hace que el mundo esté ordenado. Y su contrario es el caos, no la ilegalidad.

«Otra imagen se refleja en el sánscrito dhÿman, "ley", y también "sede", "lugar". La formación de dhÿman es simétrica de la de dhÿrman pero procede de "dha", "poner", indoeuropeo dhÿ, "poner", "colocar", "establecer". Raíz que ha dado en latín facio y en griego títhÿmi. Hay que notar que el sentido de dhÿ es:...».

Entienden que, en indoeuropeo, el "dhÿ" se transformó en "the" en griego. La raíz del indoeuropeo es "dhÿ". Y observen qué es:

«poner de una manera creadora, establecer en la existencia, y no simplemente dejar un objeto en el suelo».

En la página 299, dice Benveniste:

«Hay que insistir en ello porque los diccionarios no tienen en cuenta esta distinción para nada. Además la thémis es de origen divino. Sólo este sentido permite comprender y unificar acepciones en apariencia muy diversas. En la epopeya, se entiende por thémis la prescripción que fija los derechos y los deberes de cada cual bajo la autoridad del jefe del génos, sea en la vida cotidiana en el interior de la casa o en circunstancias excepcionales: alianza, matrimonio, combate. La thémis es el patrimonio del basileús, que es de origen celeste, y el plural thémistes indica el conjunto de estas prescripciones, código inspirado por los dioses, leyes no escritas, colección de dichos, fallos sentenciados por los oráculos, que fijan en la conciencia del juez (en este caso el jefe de la familia) la conducta que debe mantenerse siempre en el orden del génos que esté en juego».

Notan, entonces, cuál es la noción de «ley» que nosotros necesitamos. Cuando decimos que el significante del Padre es el significante de la ley, nos referimos a la ley en tanto que thémis.

Para finalizar, leeré un pasaje de la página 300:

«[...] thémis: es el orden de la casa y de la familia, establecido por una voluntad divina [...]».

¿Entienden lo que es thémis? Cuando ustedes tienen un paciente que da testimonio de que, en su infancia, la casa era un completo desorden, y manifiesta el estado de angustia que a ese sujeto como niño le significaba —que todo se perdía, que los horarios no se respetaban, que nunca se sabía si se iba al colegio o no se iba al colegio, etc.—, está refiriéndose al orden que supone thémis —el orden que es relativo tanto a la casa y las cosas de la casa, como al mundo en su totalidad.

En cambio, díkÿ tiene el sentido de justicia, no de orden. Así que tenemos thémis y díkÿ. Ambas son leyes, pero thémis es el orden divino para el universo; mientras que díkÿ —que también significa ley— es ley en el sentido de la justicia. Benveniste dice en la página 302:

«Estas indicaciones permiten precisar el sentido inicial del griego díkÿ en tanto que término de institución. Comparando las formas sánscritas dis y del latín dicis causa, se ve que dix [de donde proviene díkÿ] enuncia esta función como normativa; dicis causa significa "según la enunciación formal", ...».

Es decir, cómo está dicho o escrito algo en el código.

«... o como nosotros decimos "con arreglo a forma". Por tanto hay que traducir dix literalmente como "el hecho de mostrar con autoridad de palabra lo que debe ser", es decir la prescripción imperativa de justicia».

Ésta es la otra ley, aquella que no tiene nada que ver con el Padre y que no tiene nada que ver con el Padre como significante de la ley. Yo siempre me pregunté por qué Lacan no llamaba al Padre el "significante del orden". Pero está bien, Lacan tiene razón: ocurre que hay dos formas de decir "ley" en nuestra cultura. Lacan está tomando thémis. El problema estriba en creer que hay una única ley.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, díkÿ es directamente el código. No hay ningún problema con la díkÿ, es una función normal. El problema es que un padre que en la sociedad tenga funciones vinculadas a promover justicia —un juez, por ejemplo— puede constituirse en obstáculo si él se cree, en tanto que persona, la ley en sí misma; porque así estaría entorpeciendo la función tercera, el lugar vacío tercero, esto es, la función de representación.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sí, podríamos verlo en Antígona. Para ella, su hermano tiene el valor de frater, provienen ambos del mismo origen divino y se deben los mismos derechos. Pero nosotros los tomamos en términos individuales y sin esa referencia. Y, por otra parte, es obvio que no hay en Antígona — ni en los otros personajes— ningún problema de psicosis, ninguno de ellos tiene ningún trastorno psicótico, ni neologismos, ni alucinaciones, ni delirios; no hay nada de la índole de la psicosis. Con lo cual, no se verifica ningún problema con el orden. En esta tragedia se trata exclusivamente de díkÿ. Y Antígona está totalmente normal, no está psicótica.

Entonces, díkÿ es una cosa sola: la justicia. Y la relación a esa justicia es la moral. A Antígona se le planteó un problema ético porque la moral decía dos cosas opuestas: por un lado, debía respetarse al representante genuino de la ley, y, por el otro, debía darse sepultura a todos los representantes de la familia. Eran dos mandamientos que en esa coyuntura se hicieron opuestos. Así, Antígona tuvo que elegir. Y es tan claro que son dos mandamientos opuesto, que Ismena optó por uno, y Antígona por otro.

Bien, hasta aquí llegamos en este breve recorrido de distinción entre Thémis y Díkÿ.

Notas

1 A fin de completar los desarrollos lingüísticos sobre el indoeuropeo, se proponen al lector las siguientes líneas extraídas del curso de postgrado «Complejo de Edipo y Metáfora Paterna» que el autor dictara en 1998 en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

Establecimiento del texto: Lic. Luciano Echagüe


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