Seminario
El padre en psicoanálisis
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por : Lic. Alfredo Eidelsztein
Clase 5
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Clase 5
11-09-99
El tema del próximo encuentro va a ser " el orden simbólico", y la bibliografía que voy a utilizar incluirá el capítulo dedicado al Derecho, del libro de Benveniste «Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas»; el libro de Roger Callois «El Hombre y lo Sagrado», editado por Fondo de Cultura Económica 1; el libro de Rudolf Otto, «Lo Santo», de Alianza Editorial 2; y también «Antígona» 3 de Sófocles y todo lo que sobre Antígona se trabaja en el Seminario 7 de Lacan. Quisiera que revisaran un poco lo que trabaja allí Lacan, acerca del momento en que se produce la oposición entre las leyes de la cuidad sostenidas por Creonte y lo que Antígona replica como un argumento de derecho en contra de las leyes que aquél sostiene como las leyes de la ciudad que son las otras leyes, las leyes de los dioses, según nos lo dice Lacan. Y les pido revisen este problema porque efectivamente vamos a trabajar con la forma de concebir el orden simbólico, y van a ver que nos va a resultar imperioso distinguir entre dos tipos de leyes. Se nota que en ese momento Lacan no tiene el conocimiento que hoy tenemos del indoeuropeo, porque si no, inexorablemente hubiese trabajado con Benveniste. Ocurre que el Seminario 7 es del 60 y el libro de Benveniste se edita recién en el 69.
Ésa es pues toda la bibliografía que usaremos para la pr óxima. El tema es "el orden simbólico" que estudiaremos desde la siguiente perspectiva: la de cómo varía la función, la operación del orden simbólico para el sujeto, si opera o no opera el «Padre ». O sea que con el tema de nuestra próxima reunión intentaremos dar cuenta de cómo entender la alucinación, cómo puede ser que haya alucinaciones.
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Nuestro tema de hoy es el «Nombre-del-Padre», que articularemos con los desarrollos del libro de Benveniste, «Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas». Quiero proponerles como primer punto de reflexión y con ello me estoy justificando, la cuestión de la articulación, en la enseñanza de Lacan, del psicoanálisis con otras ciencias. Si Ustedes hacen una comparación a muy grosso modo entre la estructura de la enseñanza de Lacan con, por ejemplo, la de Melanie Klein, notará n una enorme y radical diferencia, esto es, que Lacan permanentemente sostiene lo que él concibe que es lo específico del psicoanálisis, articulándolo con otras disciplinas. En Klein, esto no existe. Klein jamás hace articulaciones he leído y trabajado mucho con la obra de Klein con otras disciplinas; no van a encontrar argumentos kleinianos sostenidos en saberes de otra índole. Y aun en Freud salvo algunas pocas referencias a la neurología y la mitología también es muy poco lo que Ustedes puedan llegar a encontrar como base argumentativa de tal concepto psicoanalítico, de apoyos sobre otras ciencias. Así como en psicoanálisis lacaniano no se puede terminar de decir qué es el «significante de una falta en el Otro» si uno no concibe previamente lo que es la ra íz cuadrada de -1. Esa forma de argumentar es propia de la enseñanza de Lacan, y si hacemos un paneo muy a vuelo de pájaro, ¿qué podríamos decir sobre el valor de las articulaciones en la enseñ anza de Lacan con la antropología, que es de donde Lacan obtiene la noción de «estructura»? Porque Lacan siempre se consideró heredero en su uso de la noción de «estructura», y nunca del movimiento cultural concebido como culturalismo. Lacan nunca se creyó heredero del culturalismo, sino de la noción de «estructura» tal como se manifiesta en la antropología de Lévi-Strauss.
¿Y cómo pensar al psicoanálisis desde la perspectiva de Lacan, sin la profunda y esencial articulación con la lingüística? ¿Y de la topología? Hay argumentos que en Lacan, con respecto a la relación del sujeto y el Otro, terminan siendo completamente desarrollados a partir de superficies topológicas. Y aun la relación entre los registros, el último y más acabado argumento, el del nudo borromeo de cuatro círculos, es inconcebible por fuera de la argumentación topológica. Entonces, las matemáticas, la filosofía, la retórica, la noción de «saber» que Lacan toma de la epistemología, la teología, etc., ¿ qué relación creen Ustedes que tienen con el psicoanálisis? Creo que podríamos polarizar las respuestas desde la perspectiva de "Bueno, es una modalidad de Lacan, es la forma de argumentar de Lacan; pero hubo otros psicoanalistas que no la tomaron y, más aún, el psicoanálisis existe a partir de Freud sin esas articulaciones". Pero hay por cierto otra forma de responder por ello. Mi respuesta es la siguiente: que hace a la estructura misma del psicoanálisis la articulación con otros saberes. Es decir que estoy planteando la estructura del saber que designamos como «psicoanálisis» y no su práctica, en tanto que estructura de saber como saber intersticial de varios campos de saber. Obviamente estoy justificando por qué voy a proponer como la más fuerte base argumentativa para el «Nombre-del-Padre» un desarrollo lingüístico como es el estudio de lenguas comparadas, que es éste del indoeuropeo. Tengo la impresión de que no estoy haciendo una excursión a campos extrapsicoanalíticos, utilizados como forma metafórica para dar cuenta de un concepto, sino que lo que vamos a hacer hoy es de la más pura cepa psicoanalítica al menos lacaniana, o sea, vamos a hablar de lingüística. No vamos a hablar de casos, ni de conceptos psicoanalíticos. Vamos a hablar de lingüística que es, según lo creo, una modalidad propia y específica al psicoanálisis al menos en su vertiente lacaniana.
Como verán, no me siento muy tranquilo, no estoy muy seguro de si el valor que esto tiene para mí, pueda llegar a ser el valor que Ustedes le den. Así que voy a seguir argumentando, como buen obsesivo, en el mismo sentido de qué valor puede llegar a tener una argumentación tomada de la lingüística para resolver todas las paradojas que hemos trabajado juntos acerca de muchos argumentos que tenemos en torno al «Padre» en psicoanálisis.
Entonces, dos argumentos fundamentales. El primero estriba en que si Ustedes no aceptan la argumentación lingüística, no sé entonces qué alcance puedan dar a la f órmula «el inconsciente está estructurado como un lenguaje». Si en cambio aceptan como premisa que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, es evidente que para saber del inconsciente se hace necesario ir a estudiar el lenguaje. Por otra parte, si de lo que se trata es del significante de Nombre-del-Padre, como solución a todas las paradojas que yo resumí para Ustedes en las dos primeras reuniones, estamos pues obligados a abocarnos directamente al estudio de la religión, y, en especial, del cristianismo; porque es de allí de donde Lacan toma el "Nombre del Padre". El "Nombre del Padre" es una fórmula en la cual "Padre" participa de la Santísima Trinidad: "en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Creo muy pertinente el estudio de esta argumentación que considera la religión cristiana. Y como Ustedes saben, de esto toco de oído porque soy un judío hablando del cristianismo no se les debe escapar el hecho de que la Santísima Trinidad es una trinidad que hace uno, y, al hacer uno, obviamente no sabemos bien qué quiere decir que este tres haga uno, porque es un "Misterio" para la religión cristiana. La religión cristiana es una religión de misterios, cosa muy olvidada en la actualidad, ya que el momento del florecimiento y desarrollo de toda la doctrina cristiana la época de "los Padres" de la Iglesia fue la época en que en Occidente estaban en auge como nunca lo estuvieron antes las religiones de misterios, los misterios órficos, los de Eleusis, etc. Ése fue el clima en que se constituye el cristianismo, ya no en su vertiente hebrea sino en la vertiente grecorromana. Y los Padres de la Iglesia articulan muchísimo la tradición hebrea al desarrollo cultural de esa época.
Nos va a exigir además el estudio profundo de las religiones, porque deberíamos siempre en psicoanálisis estar advertidos del problema de que para el hombre occidental moderno, creyente o ateo, se confunde mucho "religión" con "cristianismo". Pero el cristianismo no es la única modalidad de lo religioso. Con lo cual, les propongo que el estudio del «Nombre-del-Padre» nos exige abocarnos a examinar religión, teología, e historia de las religiones, pero no exclusivamente circunscritas al cristianismo. Y también nos impele al estudio de la función del nombre, al «nombre propio» que, inexorablemente, nos obliga a su vez a trabajar con la lingüística, para así terminar de entender qué es un «nombre propio». Ustedes saben que hay una gran cantidad de clases de los seminarios de Lacan especialmente en el Seminario 9 dedicadas al estudio del «nombre propio». Y Lacan prolonga durante muchos años la respuesta a la pregunta de qué es el «nombre propio» , pregunta que es de la misma factura que la de qué es un «nombre común»; porque, aunque parezca mentira, los nombres comunes, los sustantivos comunes, no dejan por ello de ser «nombres». La metáfora con la que trabaja Lacan esos problemas es la de Adán dando nombre como un padre a las cosas (recordarán que los animales desfilaban delante de él para que fuera poniéndoles nombres: es un acto de nominación tal cual como puede serlo el de un padre respecto de sus hijos, dándoles nombres en la medida en que van apareciendo delante de él).
Y acentuaré hoy que el Nombre-del-Padre también indica toda la problemática del linaje. De manera que si Ustedes van a trabajar el concepto de «Nombre-del-Padre», no sólo van a tener que trabajar con religión y lingüística, sino también con antropología, porque el Nombre-del-Padre es una modalidad de linaje. Estoy yendo un paso má s allá de decir "patrilineal". El Nombre-del-Padre es una especificación de los linajes patrilineales. Y, finalmente, hay un problema matemático que se asocia al de la Santísima Trinidad, habitualmente olvidado por los comentaristas de Lacan. No olviden que «Nombre-del-Padre», desde determinado momento en la enseñanza de Lacan, se escribe con guiones. A pesar de ello, es muy frecuente encontrar en textos de comentaristas lacanianos de muy buen nivel, "Nombre del Padre" sin sus guiones; mientras que Lacan lo escribe con guiones: «Nombre-del-Padre». Lacan jamás nos dijo por qué lo escribió de ese modo, pero vean que aquí tenemos el mismo problema yo creo que matemáticamente planteado del tres y del uno, porque en efecto se trata de tres términos aunados mediante los guiones. Así que vean que el concepto del «Nombre-del-Padre» nos implica el problema de analizar también esta escritura que, según creo, tiene un sustrato aritmético muy importante.
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La propuesta de hoy es trabajar con la noción de «nombre del padre» en el indoeuropeo, a partir de los desarrollos que yo sepa no superados hasta hoy por ningún autor que Benveniste hace en su «Vocabulario ». Y creo poder justificar el porqué de esta propuesta de trabajo de hoy sobre el indoeuropeo y el libro de Benveniste. Esta justificación no operó así para mí. Yo me encontré sumamente sorprendido cuando leí este libro. No sabía que iba a encontrar lo que encontré. Pero si para mí fue casi un encuentro casual en mi búsqueda de otras cosas, creo que se justifica.
En primer lugar, aunque quizás algunos de Ustedes no estén de acuerdo conmigo, aclaro que este sostén que daré a la noción del «Nombre-del-Padre» es completamente científico y no un mito de los orígenes. Es decir que voy a trabajar científicamente con los orígenes, con aquello que sucedía hace cinco mil años. No lo haremos en términos míticos. Y en psicoanálisis lacaniano es toda una polémica el modo en que argumentamos: si lo hacemos mediante mitos, o si de manera científica. Yo soy de aquellos que creen que se gana mucho si se hace el esfuerzo de ver si se puede, cada vez, argumentar con la ciencia. No lo digo como posición epistemológica, sino como posición práctica en la clínica; porque cada vez que argumentamos con la ciencia, nos aproximamos cada vez más a la estructura del sujeto que es el sujeto de la experiencia analítica definido por Lacan como «sujeto de la ciencia». Y esto por la estructura misma de la clí nica, dado que aquellos con quienes trabajamos son sujetos humanos hablantes fundamentalmente atravesados por la ciencia. Con lo cual, se dan cuenta de que con Lacan elevamos a la ciencia como categoría fundamental que tipifica al sujeto; categoría con la que, precisamente, opera el psicoanálisis. Y no se olviden de que, si el psicoanálisis existe, es porque las histéricas se dirigieron a profesionales de la salud, médicos occidentales que sostenían fuertemente su práctica en la ciencia, tales como Breuer y Freud. Si observan los primeros trabajos de Freud, hay casi una desesperación por la ciencia, por la rigurosa argumentaci ón científica. Es a esa gente a la que las histéricas llevaron su demanda, y esa misma gente convirtió esa demanda en el psicoanálisis.
En segundo lugar, el estudio del indoeuropeo nos es muy interesante porque es el surgimiento de la lingüística moderna. La lingüística moderna surge en el siglo pasado entonces se la denominaba "lingüística comparada" como ciencia aun antes de Ferdinand de Saussure. Y tratándose del siglo pasado, pueden imaginarse de qué país provenían estos primero pensadores de la lingüística: de Alemania. Todo surgió en Alemania. Y por eso el indoeuropeo fue primeramente conocido como "indogermánico", porque fueron germanistas los que descubrieron esto de que más allá de las enormes diferencias entre las diversas lenguas por ejemplo, entre el alemán y las lenguas de la India se verificaban ciertos elementos notablemente estables. A partir de ahí surge el estudio de la lingüística comparada y se estableció que, por ejemplo, las lenguas que se hablan en la India, en Rusia, todas las romances, las escandinavas; lenguas ya desaparecidas como el hitita, el griego y el latín; el eslavo, el polaco, etc., todas ellas comparten un conjunto de términos iguales. Esto hizo que se concluyera que debió haber existido una lengua de la cual todas éstas son ramas derivadas: a esa lengua se la llama "indoeuropeo". Pero no se la conoce, es una lengua desaparecida. Sin embargo, la lógica nos la indica como necesaria. Se supone que se la habló mucho antes de la aparició n de la escritura, desde hace cinco mil hasta hace cuatro mil años.
A mí siempre me pareció que el psicoanálisis lacaniano, por su noción de «Otro», implica lo interhumano; mientras que el concepto de «inconsciente» de Freud siempre quedó muy fuertemente connotado como intrapsí quico. En cambio, el Otro jamás puede ser concebido como intrapsíquico, sino como necesariamente interpsíquico. La virtud que tiene la noción de «Otro» es que abre el campo de las nociones individuales del psicoanálisis hacia la cultura. Y es ahí donde habría que especificar muy bien «cultura». Si quieren revisarlo, está en las primeras páginas de «Instancia de la letra », donde Lacan critica al culturalismo como movimiento psicoanalítico, pero no porque lo rechace de plano, sino porque dice que los culturalistas olvidan que todo lo que es cultura se basa en el intercambio de significantes. No pierdan de vista que los desarrollos de Lacan están fuertemente abiertos hacia lo que podemos designar como "cultura", sin olvidar que nuestra forma de concebir la cultura es por intercambio y permutación de significantes.
Eso significa una sustitución muy fuerte de la noción de «símbolo», es decir, la cultura se sostiene en el intercambio de significantes. ¿Cuáles son los significantes fundamentales que provee la cultura a la estructura de la subjetividad? Es muy fuerte lo que voy a decirles: los significantes fundamentales que la cultura provee a la estructura de la subjetividad son «Falo» y «Padre». ¿No son acaso elementos que, como significantes, son provistos por la cultura? ¿O creen Ustedes que salen del interior del individuo? Tal vez Ustedes crean que es del interior del individuo que salen cosas; quizá crean que la pulsión sale del interior del individuo. ¿De dónde creen Ustedes que provienen el Falo y el Padre como significantes? Sin lugar a dudas, de la cultura. Si revisan la entrada de la noción de «Falo» en psicoanálisis, verán que es de allí de donde proviene. Freud dice que si el pene proviene de lo real del cuerpo, el Falo proviene inexorablemente de la cultura. Esto es, uno advierte el interés preponderante de los representantes del Otro por ciertas zonas especiales del cuerpo de uno; al nacer uno se da cuenta de que esa persona grandota y llena de autoridad se preocupa mucho por esta cosita que uno tiene entre las piernas: "¡Qué lindo el chinchulín que tiene el bebé! ¡Y qué grande va a tenerlo cuando sea grandecito!" Pareciera que los padres tienen un verdadero delirio con eso. Y, efectivamente, hay un delirio con eso. Es decir, el pene como falo es una captura que el Otro hace del niño, no es una operación de l niño. El interés que el Otro pone sobre eso indudablemente debemos considerarlo como cultural, porque sucede recurrentemente en este caso, en ese caso, en aquél y en ese otro caso. Y cuando las cosas suceden así, hay que pensarlas como culturales.
Me da la impresión de que no hay que dar muchas vueltas para decirles que «Padre», tal como lo trabajamos nosotros, es de índole cultural. Si nosotros fuésemos miembros de una sociedad matrilineal, «Padre» sería muy otra cosa. Hay que estudiar estos términos en la cultura porque estos términos provienen de la cultura. Es claro que el psicoanálisis lo estudia tal como inciden caso por caso, pero no porque nosotros lo estudiemos y lo practiquemos de ese modo, debemos estar ciegos al hecho de que provienen de la cultura. Les propongo entonces estudiar el Nombre-del-Padre en la cultura, pero como Lacan nos propone que es el sustrato real de la cultura, o sea, la permutación de significantes. Es por eso por lo que sugiero revisar estudios lingüísticos sobre la historia de la cultura bajo la forma de estudios lingüísticos de la evolución de las lenguas. Que eso es la base de la cultura, a Benveniste no se le escapa.
A partir de allí, voy a tratar de demostrarles por qué nosotros no entendemos lo que Lacan designa como «Padre». Desde ya, los términos tal como vamos a estudiarlos están en la introducción del libro de Benveniste: los términos que vamos a estudiar como significantes, son trabajados por Benveniste él lo aclara no en función de su referencia, sino en función de su significación; así, nos propondrá el estudio del «nombre del padre» no en función de su referente esto es, yendo a buscar él objeto designado por ese nombre, sino en función de qué significación tenía ese término con relación al conjunto de los otros términos simbólicos, y con relación al conjunto de las significaciones dentro de cierta cultura. De manera que Benveniste trabaja totalmente en términos de significante y significado, dejando de lado toda relación al referente, es decir, tal como trabajamos nosotros el significante y el significado.
Como les dije la vez pasada, nos abocaremos al estudio de las propiedades intrínsecas del indoeuropeo y al conjunto lingüístico y cultural que de él se deriva. En ese sentido, tenemos el problema de que el hebreo no es indoeuropeo. El hebreo es uno de los idiomas que nos interesan con relación al abordaje psicoanalítico de ciertas cuestiones bíblicas. De hecho, todas las clases del seminario sobre los Nombres-del-Padre refieren a Yahvé y a "Soy el que Soy", que es la forma en la que en hebreo se presenta a Dios en la Biblia. De todas formas, querí a indicarles que, igualmente, no siendo el hebreo de tradición indoeuropea, yo les preguntaría si Israel, como país, es o no occidental. Ahí vemos un problema importante. Me imagino que los analistas lacanianos en Israel y, qué casualidad: ¡son de origen argentino ! deben tener ciertos problemas con la noción de «Padre», porque el «Nombre-del-Padre» no es aplicable en hebreo.
Pero el problema que ellos tienen no es solamente éste, sino que además se tiene que articular a la cuestión de que a pesar de eso es un pueblo occidental; cosa que a veces hace que Israel quede de una manera un poco rara en el conjunto de los países árabes, los cuales, efectivamente, no nos parecen tan occidentales (los talibanes, por ejemplo, nos resultan de una completa ajenidad en su forma de organizar la sociedad). En hebreo no hay Nombre-del-Padre pero hay que considerar, sin embargo, que el noventa y nueve por ciento de la población israelí está compuesto de inmigrantes de países europeos que fueron a radicarse en lo que era Palestina bajo dominio británico. Así que ven que hay allí interesantes cuestiones a pensar.
Pregunta: No entendí cuáles son las lenguas indoeuropeas. ¿Por qué dijiste que el hebreo no pertenecía al indoeuropeo?
A.E: Todas las lenguas que se hablan desde la India, en una línea vertical hacia arriba, cubriendo toda la euroasia; todas las lenguas que se hablan en Rusia, el polaco, todas las lenguas eslavas; todas las lenguas escandinavas y las anglosajonas; el griego antiguo, lenguas antiguas perdidas como el hitita, todas lenguas romances el español, el francés, el italiano, el portugués, etc. y todas las lenguas que se hablan en América luego de la Conquista, constituyen el gran conjunto de lenguas derivadas de esa lengua inicial que se denomina "indoeuropeo". Es prácticamente todo lo que se designa como "Occidente". Pero el hebreo antiguo no es de tradición indoeuropea, no hay indicador alguno que nos haga suponer que derive del indoeuropeo. De hecho, por ejemplo, en hebreo no hay «pater». El hebreo dispone de «Abbá » para designar "padre" (por ejemplo, la primera parte del nombre "Abraham" designa "padre"; esto es, que Abraham lleva nombre de padre, pero a pesar de ser un patriarca, no es «pater»). Pero en todas las lenguas indoeuropeas de las que estoy hablando se utiliza «pater».
Trabajar entonces la función del «Padre» en la cultura. ¿ Qué creían Ustedes que era trabajar el concepto de «Nombre-del-Padre»? Después hay que ver cómo opera esta función en cada caso, pero en sí misma la función del Nombre-del-Padre no es de cada caso. Si son capaces de generalizarla para un conjunto de sujetos, están ya hablando a nivel de la cultura. Salvo que con esta precisa salvedad lo que nos diferencia de los sociólogos y antropólogos es el hecho de que nosotros consideramos que los elementos mediante los cuales se produce eso que llamamos "cultura" son significantes.
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Así pues, luego de esta extensísima introducción, propongo sustituir el mito de la horda primitiva por el indoeuropeo. Y lo más característico y sorprendente de lo compartido por todas las lenguas derivadas del indoeuropeo es la forma de designar los vínculos de parentesco lo cual, para nosotros, es una verdadera perla. No se verifican tantas coincidencias en cómo se designa "chancho", "árbol", o "agua", sino que lo que presenta una llamativa estabilidad entre este enorme conjunto de lenguas es la coincidencia en las designaciones de los vínculos de parentesco y, en particular, la estructuración de las designaciones de parentesco a partir del hombre.
De la estructura de parentesco deducida del indoeuropeo, las propiedades que deberíamos contemplar son las de su estructura familiar característica, es decir, la de la «gran familia». Nosotros ya no conocemos ese tipo de estructura familiar, sino lo que ha quedado de ella, o sea, la familia nuclear. En el indoeuropeo se trataba de la «gran familia»; lo que se consideraba familia no es lo que nosotros hoy consideramos como tal. Por ejemplo, en la Roma de la época de Cristo, "Pater Familiae" incluía a los esclavos. Los esclavos eran parte importante y estructural de la familia, de ese tipo de familia.
Con lo cual, desconfíen de lo que conciben como referencia de significado del Nombre-del-Padre en la estructura familiar, porque cuando adviene el Nombre-del-Padre como designación, la estructura de la familia ya no es la misma que la nuestra. En la «gran familia», en la sociedad patriarcal, el linaje se arma a partir de una tradición transmitida por la vía de los hombres. Y no hay designación para las mujeres. Hay en el indoeuropeo una pobreza notable para designar los vínculos hechos a partir de la mujer. En "avunculado", de «auunculus» literalmente, "abuelito", se ve rápidamente la derivació n proveniente de la designación de abuelo, «auus». Quiere decir que es el padre de la mujer el que es considerado, y toda la interdicción incestuosa del avunculado es un derivado del padre de la mujer. Y la mamá de la mujer, ¿qué institución funda? Ninguna en absoluto.
Esto, además de la estructura de la lengua, se debe a que en esta estructura de «gran familia» en la tradición indoeuropea, la mujer abandonaba su clan para ir a convivir al clan de su marido, y a partir de ahí las designaciones necesarias eran las de esta mujer con los roles que había en esa sociedad patrilineal. De suerte que caen así por innecesarias todas las designaciones hechas a partir de los vínculos de esa mujer con sus familiares en su clan. ¿Qué se abolió hace pocos años en el vínculo legal entre mamá, papá y niño? La Patria Potestad compartida. Es injusto, a las chicas no les gustará nada Pero voy a explicarles por qué: porque "patria" viene de « pater». ¿Ven que es una institución designada vía el padre? La potestad es del padre. En nuestra sociedad, la potestad del padre desde hace pocos años es compartida por el papá y la mamá . Ven que es una sociedad que, vía el indoeuropeo, en nuestras designaciones del Código legal aún sigue inscripto que esos términos se piensan con respecto al padre, y no a la madre.
Pregunta: Desde hace poco, la mejor es un sujeto civil también.
A.E: Desde el Código, claro. Vieron que para Freud hay poco o nada de Superyó en las mujeres. Lacan dice que Freud es misógino, que odia a las mujeres. Y es cierto, pero con la salvedad de que me parece que odia a las mujeres de su propia familia, a su esposa y a su cuñada, porque le impidieron realizar todos esos descubrimientos que él estaba a punto de realizar en neurología. En eso, Freud es misógino. Hay que ver si no se trata de un lineamiento vía el hombre de estas funciones.
Hablar del indoeuropeo es como hablar de la estructura del Edipo, porque fundamentalmente es una estructura de parentesco lo que todas estas lenguas comparten; y un parentesco armado tal como nosotros lo encontramos, según nuestros grandes autores, en la estructura lo diré como en el fin del siglo pasado "del aparato psíquico" de cada uno. Pero esto no es todo "aparato psíquico".
Yo les preguntaría por qué hay Edipo. Para mí, no hay Edipo. Y estoy seguro de que para Ustedes, sí. Pero, entonces, ¿por qué hay Edipo? Porque aparentemente habría cierto "instinto" que instila ganas de acostarse con la mamá, con respecto a lo cual el papá vendría a oponerse ¿Qué es eso de "interdicción del incesto"? Todo eso no existe a partir del psiquismo de alguien. Si verifican en la cl ínica que hay algo compartido, esto proviene de algo que es externo a cada individuo, transindividual salvo que consideren que se trate de algo instintivo, genético, como si algún gen de cierto cromosoma fuese el responsable de activar las ganas de acostarse con la mamá... Y hasta podría ser posible, ¿no? Lean si no, «El error de Descartes» de Antonio Damasio 4, el top of the top en neurociencias. Él cree que sí, que hay una conexión neuronal responsable de suscitar ganas de acostarse con la mamá. El tratamiento para eso es meter un electrodo en esa conexión y cortarla, y no la lobotomía Él dice que por ahora se ha logrado cortarla, pero que junto con las ganas de acostarse con la madre, también se terminaron las apetencias sexuales en general todavía no se logró restringirlo con precisión sólo a las ganas de copular con la madre...
Yo les propongo otra explicación. No la mítica de Freud de que todo esto resulta del retorno de lo reprimido, ya que había un padre primordial que nos impedía acostarnos con cualquier mujer porque él se acostaba con todas. Ése es un argumento ridículo. Les propongo que esto proviene de la base lingüística de la cultura, de elementos significantes provistos por la cultura. Me parece una vía más racional y operable, que levanta muy bien los argumentos de Lacan. E increíblemente Lacan anticipó estos descubrimientos de una manera notable. Si no leyeron Benveniste, les leo un renglón, para ver cómo está Lacan posicionado con respecto a estas cosas. En la página 138, en el capítulo 1 del Libro 2 de la Segunda Parte, que se llama «La Importancia del Concepto de Paternidad», Benveniste dice:
«De todos los términos de parentesco, la forma mejor asegurada es el nombre del padre».
Quedé impresionado cuando leí esto por primera vez. Benveniste no dice que es el padre, sino el "nombre del padre", porque en el indoeuropeo es clarísimo que se trata del nombre del padre. Sin embargo, para nosotros, ya no es clarísimo. E intentaré justificarlo racionalmente, ya que lo vemos bien aquí, pero no lo vemos en casa, y cuando Lacan lo dice, siempre terminamos confundiéndonos.
No encontré porque sí al «Padre» en Benveniste. En realidad, yo estaba buscando lo que Benveniste decía sobre la «autoridad». Me encontré con el problema que les presenté la vez pasada. Se acuerdan de que «Madre» es el sujeto que encarna realmente el lugar del Otro para alguien, y que «Padre » es el representante original de la autoridad de la ley. Ese "autoridad" me llamó la atención. Me di cuenta, en cuanto lo pesqué, de que ninguno de los comentaristas de Lacan que habían trabajado con el «Padre» había destacado la función de la «autoridad». Pensé entonces que quizá era ésa la ú nica vez que Lacan lo había dicho, pero cuando fui a revisar el tema de la forclusión, en «De una cuestión preliminar...», lo reencontré:
«Pero sobre lo que queremos insistir es sobre el hecho de que no es só lo de la manera en que la madre se aviene a la persona del padre de lo que convendría ocuparse, sino del caso que hace de su palabra, digamos el término de su autoridad, dicho de otra manera del lugar que ella reserva al Nombre-del-Padre en la promoción de la ley».
Lacan dice que no se trata del caso omiso que la madre haga de la persona del padre, sino del de su palabra, de su autoridad. Pocas semanas antes miren qué casualidad, mi analista me había interpretado que yo tenía algún problema con la autoridad les aseguro que yo jamás estaciono sobre la izquierda, eh Mi analista se referí a a un problema con la autoridad, en el sentido de "Ese tipo es una autoridad en la materia, hay que estudiar con él". De manera que yo ya venía con el tema de la autoridad en la cabeza, pero jamá s hubiese creído que tenía un problema con la autoridad, ¡si yo soy más papista que el Papa ! Sin embargo, había una vuelta interesante en mi análisis con el problema de la autoridad.
No se olviden de que Lacan plantea al «representante original de la autoridad de la ley» en «Subversión del sujeto ». Lo recuerdan, ¿no?
«Que el Padre pueda ser considerado como el representante original de esa autoridad de la ley, es algo que exige especificar bajo qué modo privilegiado de presencia se sostiene más allá del sujeto que se ve arrastrado a ocupar realmente el lugar del Otro, a saber de la Madre. Se hace pues retroceder la cuestión».
Y hay que ver qué tipo de presencia tiene más allá de la Madre, esto es, más allá de quien es arrastrado a ocupar realmente el lugar del Otro. Son términos referenciales, es decir, no se puede ver operando al representante de la autoridad de la ley si no es respecto a quien encarna realmente el lugar del Otro.
Y aparte teníamos otros lugares interesantes sobre el dicho.
«Lo dicho primero decreta, legisla, "aforiza", es oráculo, confiere al Otro real su oscura autoridad».
Con esto se me armó la serie, e incluso uno de Ustedes lo puso en relación con «el analista no se autoriza sino de sí mismo». Con lo cual, hay que estudiar « autoridad».
La primera búsqueda es en francés. Lo primero que yo hago cuando encuentro un término en Lacan es revisarlo en francés. Si está en francés, entonces voy directamente al diccionario Grand Robert, ya que no considero que Lacan piense todo el psicoanálisis en función del idioma y de los intereses de Argentina tal como sí hacen otros psicoanalistas que piensan el psicoanálisis para la Argentina, porque sus pacientes, alumnos y seguidores políticos son, todos ellos, argentinos Yo creo que a Lacan le importó un bledo la Argentina. Con lo cual, nunca pienso a Lacan en castellano es estéril. Tienen que ver el término que Lacan usa en francés, y no quedarse meramente con el de la traducción castellana. Hay que ver qué lugar ocupa ese término en el genio de su lengua.
Les doy, entonces, la acepción de "autoridad" tal como figura en el Grand Robert. Además de las acepciones habituales como por ejemplo la que empleó mi analista en su interpretación, dice:
«Autoridad: estado de una persona o cosa que se hace creer».
Esto me dio otra sacudida, a consecuencia del siguiente problema: cuando encontré que en el Seminario 11 Lacan definía a la paranoia como «Unglauben», me llamó la atención. «Unglauben» quiere decir "descreencia", o aun mejor aunque no existe como tal en español "increencia"; cosa que es de lo más sorprendente porque, si alguna patología tiene el paranoico, es la de que cree por ejemplo, cree que lo persiguen. Intenten hacerle descreer que lo persiguen y verán que es completamente inútil. Para Lacan, entonces, lo que caracteriza a la posición paranoica no me atrevo a decir que a la psicosis es esta «Unglauben» ..
[Cambio de cinta]
.es espectacular para la clínica, porque la función del «Padre» es lo que da la diferencia en la función de la creencia. Entonces, en francés, tal como yo lo traduzco, es el estado de una persona o cosa que se hace creer, y no que hace creer otra cosa, sino que se hace creer de sí. Es el estado de alguien que hace que, por ese estado, se crea en ese alguien. Eso quiere decir "autoridad" en francés. Pero si van a buscarlo en el diccionario de la Real Academia Española, o en el de María Moliner, no van a encontrar esta acepción en castellano.
Lo que les propongo es que ahí ya hay una pista. Y, para Lacan, la creencia paranoica está sostenida en una imposibilidad de creencia. En el Seminario 11, Lacan dice que falta uno de los términos para sostener la creencia. «Autoridad» hace a esta clase de problemas, porque la autoridad es lo que hace creer. Y no se olviden de que Freud trabaja el vínculo aunque no muy directamente entre el padre y la creencia, cuando cita dos veces en su obra la antigua forma jurídica que dice que la madre es certísima pero que el pater semper incertus est. Con eso está diciendo que la madre no evoca el problema de lo que es o no creíble, pero que el padre sí porque el padre adviene desde la perspectiva de cierta falta de certeza, o sea, trae el problema de si vamos a creer o no que ese hombre es nuestro padre. Con lo cual, estos problemas están bien presentes en la enseñanza, vía la cuestión de la «autoridad».
Vamos a trabajar ahora el término "autoridad" en el indoeuropeo. "Autoridad" en el indoeuropeo proviene etimológicamente de "auctor", que significa "aumentador", "productor", "creador", "padre", "abuelo", "antepasado fundador". Así pues, verán que Lacan ya les mandó una por atrás, sin que se dieran cuenta, definiendo al «Padre» como «autoridad»; porque es casi una redundancia ya que "autoridad", en su base etimológica indoeuropea, ya designaba "Padre" porque "auctor " es, entre otras cosas, "Padre". Y en indoeuropeo, la palabra que designa al autor de una obra es la misma palabra que designa al padre. Y "auctor" como "autor" por ejemplo, el autor de un poema designa especialmente al autor de obras históricas. ¡Esto ya es el colmo! Piensen Ustedes en la falta de historización en los casos de psicosis, en que falla la función paterna. Es increíble porque, efectivamente, "auctor" designa en especial al que escribe una historia. Con lo cual, si no hay autoridad, no va a haber autor de ninguna historia, no va a escribirse la historia. Nadie dice que no haya recuerdos de la infancia, sino que no opera el «autor» de la historia.
Pero un poco más todavía. "Auctor" proviene de "augeo", que significa "hacer crecer", "aumentar", "amplificar"; es la palabra que no solamente da autoridad vía el auctor "augeo" es la palabra raíz de nuestra investigación etimológica, sino que de "augeo" también proviene otra palabra que es crucial, a saber, la palabra "augur". En su origen, "augur" designaba el crecimiento asignado por los dioses a una empresa. Así, se puede decir que una empresa está bien o mal "augurada", que posee un buen o mal "augurio" lo tenemos en castellano, así que aprovechémoslo. Pero no pierdan de vista que quiere decir buen augurio para algo. Quiere decir que los dioses han dicho que eso va a prosperar, y es por eso por lo que también inscribe "crecer".
Pregunta: Y el deseo, como en las fiestas: un buen deseo.
A.E: Pero ahí estarías tomando metafóricamente "deseo" por "augurio", y no el deseo como deseo inconsciente. Es aun más radical que eso: esto va a crecer o no va a crecer según los dioses digan que sí, o digan que no. Estas historias surgen de los pueblos que dejaron de ser nómades para ser agricultores. La cultura surge cuando se corta con lo nómada, cuando la gente se establece en un lugar. Ahí empieza la cultura en estricto sentido humano. Cuando el ser humano era nómada recolector, prácticamente no van a encontrar esbozo alguno de cultura; sí encontrarán esbozos de lenguaje y de organizaciones grupales, pero no cultura en sentido estricto. Y seguramente ya habría rasgos unarios y algo de alfarería. Pero no estoy hablando del Cromagnon o del Neanderthal, ni siquiera del homo sapiens, sino del homo habilis. Hay un momento, que se considera aproximadamente hace treinta o cuarenta mil años, que se conoce como la explosión de la cultura, es decir, un momento en que se corta con el nomadismo y se abandona la recolección de alimentos para pasar a producirlos en el lugar: la aparición de la agricultura. Eso de hundir parte de una planta en la tierra y que luego apareciese gradualmente una planta entera debió haber parecido un verdadero misterio. Recuerden la cantidad de mitos griegos que hay a ese respecto, aquello que viene del Hades y que a él retorna, todos los mitos de Eleusis, del meter debajo y del salir, del soterrar y el brotar, etc. Toda esta mitología surge con la agricultura.
Ustedes habrán hecho alguna vez la experiencia escolar de la germinación del poroto. ¿Cómo se hacía la germinación? Tenía que hacerse dentro de un envase de vidrio transparente para que pudiera verse todo el proceso, ya que si se lo ponía bajo tierra resultaba un completo misterio. Observen que con esa agricultura tan primitiva, la mayoría de las veces no crecía. No va de suyo que haya que regar, ni en qué mes conviene hacer la siembra, ni qué parte específica de la planta conviene hundir en la tierra. Pero el que sí conocía sobre esas misteriosas artes era el dios. Era el dios de esa sociedad el que podía garantizar el alimento del grupo. Pero, obviamente, esta necesidad advino cuando la recolección ya se hacía imposible por la gran cantidad de gente del grupo. Cuando uno vive de la recolección, eso anda bien mientras seamos pocos. Pero si somos muchos, sucede que cada día hay que caminar más y m ás para conseguir algo para comer; y llega así un momento en que se es incapaz de caminar tanto sin comer para conseguir el alimento.
Recién el homo habilis es capaz de hacer agricultura y cría de ganado. ¿Qué se hacía para que creciera el grano? Una cosa increíble que surge en estas sociedades: se agarraba un falo de un metro y medio uno como para una sociedad, y no como para usar en casa , hecho de piedra, y se lo ponía en una madera con cuatro manijas para hacerlo recorrer el campo. ¿Ven la metáfora? Así como se erecta el pene, así debe salir hacia arriba algo de la tierra. Hay, a propósito, una muy famosa y antigua vasija griega en la que se ve, para reproducir esto, una agricultora arrojando semillas en la tierra; y de esa tierra crecen falos es directamente la metáfora en juego.
Entonces, ¿comprenden lo que es el "augur"? Es ese procedimiento simbólico que va a hacer crecer la cosa, que es lo que le va a dar o no prosperidad a la cosa. El término significaba en su origen el crecimiento asignado por los dioses a una empresa, o sea que si no crecían los granos era porque los dioses estaban castigándolos. Y para apaciguar a los dioses, se les hacían más ceremonias. Y la ceremonia más típica era la del sacrificio. Es decir que para que tú me des, yo te doy; y para que tú me des lo mejor, yo te doy lo mejor: a Isaac, mi hijo. En ese relato bíblico está la sustitución del sacrificio del hijo por el sacrificio del carnero, que es ya una evolución.
Y «autoridad» es cómo las cosas advienen en la realidad por función de lo dicho: si se augura, eso sucederá; y si no sucede, ha habido un "mal augurio". Ven cómo se conecta la funci ón de la palabra al advenimiento de las cosas en la realidad. También el augur fue el sacerdote y, en ese sentido, se convirtió en un título oficial de sacerdote magistrado que articulaba lo religioso y lo legal. Entonces, «autoridad» implica cómo la función de lo simbólico en las sociedades más primitivas en nuestro origen, cómo lo simbólico hace advenir las cosas en lo real.
Para que Ustedes me sigan con un poco más de calma, lo diré en nuestro serm ón:
«Lo dicho primero decreta, legisla, "aforiza", es oráculo, confiere al Otro real su oscura autoridad».
En definitiva, el dicho primero es el augur; o sea, la autoridad que va a tener alguien también proviene del augur. Las cosas advienen en lo real a partir del augurio, es decir, tenemos augurio y tenemos suceso. Nosotros no lo creemos porque somos miembros de una sociedad científica. Para nosotros, las cosas no suceden en lo real en virtud del augurio. Sin embargo, a pesar de eso, si hay una sequía como les dije la vez pasada, lo primero que se hace es sacar a pasear el falo vestido de mujer. Esa práctica es de la más pura cepa del augurio. La Virgen es un retorno del paganismo politeísta al monoteísmo puro de los hebreos antiguos, hecho por el cristianismo. Pero es inicialmente una práctica pagana, un falo vestido de mujer al que se lleva a dar la vuelta a la placita del pueblo se vuelve a confiar en ese procedimiento.
Un ejemplo para que terminen de pescar lo que intento decirles con la autoridad en su función de augurio. Supongan que una chica va de acompañante en un auto que circula por una ruta. Supongamos que el tipo a quien acompaña está conduciendo a unos ciento ochenta kilómetros por hora, esto es, que la chica está padeciendo unas palpitaciones tan violentas que ni le dejan escuchar la música. Supongamos también que el conductor, en esas circunstancias, le dice a su acompañante "Imaginate que ahora explota una goma delantera", ¿qué harí a la chica? Le diría "¡Ay, por favor! ¡Callate la boca! ¡No digas eso!". ¿Por qué? Porque lo toma como un mal augurio. Pero, ¿qué quiere decir "mal augurio"? Que verdaderamente sigue creyendo, aunque no lo crea y el problema es que no cree que lo cree que por el solo hecho de decir que va a explotar, efectivamente va a explotar. Eso está muy difundido en nuestra sociedad, pero lo está en forma reprimida o sea, no está aceptado por nosotros. ¿Creen que explotaría la goma por el solo hecho de decirlo? Seguramente, no. Pero, ¿les gustaría que, si fueran manejando a gran velocidad, alguien les dijera eso? ¡Ni en broma! Me refiero a ese "no lo digas", porque el hecho de decirlo, desde el origen del augur, aun para nosotros y aunque no lo creamos, produce efectos. Y cuántas veces habrán encontrado entre sus pacientes, analizantes convencidos de que las cosas sucedieron porque fueron dichas.
La primera cuestión de autoridad es la función de la palabra, aquello que Lévi-Strauss llama «eficacia simbólica». La eficacia simbólica es un hecho indiscutido en el mundo en que opera el Nombre-del-Padre, es decir, tal como estamos estudiándolo en el mundo del indoeuropeo. Habrán leído los trabajos antropológicos de Lévi-Strauss, los estudios de campo en los que él testimonia de su sorpresa cuando ocurre que alguien muere inmediatamente después de haber violado involuntariamente una ley para cuya trasgresión está prescrita la pena de muerte. Esa persona no es asesinada, ni se suicida, sino que simplemente muere sin más como consecuencia de lo acontecido.
Pregunta: Ahora bien, el Padre como significante, ¿funda esa palabra en tanto que acto? Digo, el Padre como Nombre-del-Padre funda en tanto que está la autoridad de por medio; pero, ¿funda la existencia de la palabra en tanto que acto?
A.E: Pero cuando vos decís "Padre", ¿a qué o a quién te referís?
Intervención: Al Nombre-del-Padre.
A.E: Entonces no pienses jamás que un significante puede producir un acto. Un significante no puede estar en el origen de un acto, tiene que haber una persona. Aunque mezclen harina leudante, agua y sal, poniéndolos al lado del horno encendido y del libro de doña Petrona, no va a pasar nada, no va a salir pan de ahí. Como antecedente de un acto, el solo significante no alcanza. En el Seminario XIV, Lacan dice que para que haya un acto tiene que haber significante y otros sujetos. Y a mí no me queda claro cómo estás entendiendo el acto.
Intentaré demostrarles que la operatoria paterna no habilita la autoridad. La autoridad es un atributo de lo dicho. Si yo te digo que mañana voy a ir a saludarte, en el hecho mismo de decírtelo está la autoridad del acto que me va a llevar mañana a saludarte. Pero la función del Padre es al revés. La función del Padre, tal como la trabajamos en psicoanálisis, radica en evitar el obstáculo a la autoridad del dicho, que en cada caso se produce.
Véanlo de este otro modo: ¿todo orden simbólico está ordenado? Eso es como preguntarle de qué color es el caballo blanco de San Martín... Si es un orden simbólico, está ordenado. ¿El orden simbólico es anterior al advenimiento del sujeto? Sí. Pero si ya está ordenado, entonces, ¿para qué hace falta «Padre»? Deberíamos nacer en función de la ley porque el orden simbó lico la tiene. Pero notamos casos en que no la hay, que son los psicóticos. Pero, ¿cómo puede ser que no la haya? Entonces, la idea no es que hay que introducir la ley en cada caso, sino que en cada caso por estructura se obstaculiza la autoridad de lo dicho, porque no adviene el sujeto si alguien no va al lugar de «Madre» aquel que se ve arrastrado a ocupar realmente el lugar del Otro para el sujeto. La ficción ha llegado al punto de hacernos creer que el lugar del Otro puede ser ocupado hasta por un gorila, como en el caso de Tarzán; o bien por una loba, como es el caso de Rómulo y Remo. De cualquier manera, Ustedes saben que esos casos quedan por fuera de nuestra lógica. Nosotros nos ocupamos de los casos en que un sujeto humano hablante va al lugar del Otro. Pero si la loba atiende al niño, eso no quiere decir que vaya al lugar del Otro; puede ofrecer de su teta todos los sorbos que Ustedes quieran, pero nunca va a ir al lugar del Otro porque no hay función del Otro para la loba o para el gorila.
Entonces, tenemos un orden simbólico, un cacho de carne, un sujeto humano hablante, pero hace falta, como primer movimiento, que alguien tome ese llanto como llamada para que advenga ahí un sujeto. Y a partir del hecho de convertir el llanto en llamada se produce un hecho inexorable de estructura. Y es inexorable porque si eso no se produce, no adviene el sujeto. Y para eso yo no tengo una explicación. Es verdad lo que dice Spitz del efecto del abandono y la crianza anónima de tantos niños que terminan dejándose morir. Pero de eso no he encontrado jamás una explicación. Si no hay una « Madre» que opere ahí, ese cacho de carne se deja morir. Pero me pregunto cómo puede ser eso posible, ¿acaso la carne ya conocía que tenía que haber una Madre? Eso no lo entiendo. Tendría que ser algo genéticamente predeterminado. Y si así fuera, entonces quemo todos mis libros y me pongo a manejar un taxi...
A partir de este hecho estructural, necesariamente primero digo "necesariamente" por Spitz , se produce el siguiente problema: ¿cómo puede el sujeto saber que el orden simbólico no es idéntico al Otro como encarnadura? No puede saberlo. Es la clave lógica. El sujeto observa que ahí donde está la encarnadura del Otro, está el Otro; ahí donde está la mamá, está el orden simbólico. ¿Cómo se llama la primera lengua aprendida antes de la escritura? Se la denomina "lengua materna". Pero esa lengua no es de mi mamá, quiero decir, el castellano no es de mi mamá, no es de su propiedad. Y, ¿cuál es la "lengua materna" para mí? Aquella que me enseñó mi mamá. Vean el problema, ahí ya está el comienzo de la confusión.
Entonces, si éste es el movimiento primero, es imposible que el niño pueda distinguir entre el orden simbólico en sí y su encarnadura. La necesidad es la de distinguir entre qué es el dicho primero, el que tiene la autoridad, y no la madre que es imposible de ser distinguida por el niño, porque el niño no ve que es el dicho primero el que tiene la autoridad, sino que es la madre quien dice. Y, ¿es lo mismo que eso sea dicho por la madre o por cualquiera? No, hay niños que no se dejan alimentar si no es directamente la madre quien da la mamadera y tomar mamadera no es el pecho de la madre.
Entonces, la autoridad del dicho se confunde para el niño con el poder del Otro. El niño cree que es la madre la que hace ir la cosa; pero no es la madre la que hace ir la cosa, sino el augur lo que produce el efecto. Ahora bien, para el niño es imposible distinguirlo. Con lo cual, lo que hay que introducir cada vez es la distinci ón entre el poder del Otro materno y la autoridad de lo dicho. Hace falta un tercer término, el «Padre» , el representante original de la autoridad de lo dicho, que tiene que venir a decir que no es por ella, que no es que ella lo dice, sino que eso hay que hacerlo porque fue dicho. El Padre no introduce el orden simbólico, sino que el Padre, como función, evita que no lo haya; porque el psicótico confunde el orden simbólico con el dicho de su madre ya que no se ha producido la separación que es la función paterna, la famosa sustitución metafórica. ¿Por qué tiene que haber una sustitución de algo por algo? Hay que ver qué posición asume el Padre más allá de quien encarna realmente el lugar del Otro. Porque si él hace que no sea la Madre el representante del poder del Otro, ya que es él, no resuelve para nada el problema. Lo cual es, de hecho, el modo en que habitualmente los lacanianos piensan este problema. Es increíble cómo piensan el problema del Edipo en Lacan, lo piensan del modo más psicotizante que haya, esto es, en términos de que el padre tiene más poder que la madre, y, entonces, limita a la madre en la forma en que la madre opera sobre el niño. Pero si el padre tiene más poder, él como persona será psicotizante. Porque justamente de lo que se trata es de distinguir del augur el dicho, la persona que encarna ese lugar es precisamente la diferencia entre Dios y el sacerdote. ¿De qué se trata en el sacerdocio? De que el sacerdote es un representante de ese poder, y no el poder en sí mismo.
El problema es que no terminamos de entender quién fue Jesús. En aquella é poca no se usaba apellido, sino el lugar del que se era oriundo, por ejemplo, de Nazaret. ¿Quién fue Jesús de Nazaret, un representante de la divinidad, o la divinidad en sí misma? Es por esta ambigüedad que se produjo todo el embrollo. El cristianismo surgió de esta ambigüedad. Hasta ese momento, lo que había eran profetas, como en Grecia eran las pitonisas, o sea las bocas a través de las cuales hablaban los dioses que es en realidad la forma primitiva de personificar el augur. La pitonisa, el profeta, transmiten el augurio, pero ese augurio no proviene de ellos. Igualmente, hay mejores y peores pitonisas, hay Tiresias y hay otros. Pero no hablan por sí mismos. Los profetas, que eran los grandes videntes de la última época, antes de la segunda destrucción del Templo, entre los hebreos antiguos, daban expresión a lo que Dios auguraba que sucedería. Pero en el caso de Jesús hay una ambigüedad que no deja decidir si lo hace él, o si lo hace él en representación de la autoridad. Esa figura ambigua es la que armó todo el problema de la Santísima Trinidad, porque no queda claro si Jesús es Dios o no es Dios.
De lo que se trata entonces no es que el Padre introduce el augur, sino que el Padre sanciona que el augur funciona por sí mismo. O sea, porque hay Padre, hay dicho primero. Es por eso por lo que yo les proponía que así se resolvía el «rasgo unario» en Freud. Vieron que él dice que la identificación primaria es anterior a toda relación de objeto con la madre. Y efectivamente es así. El Padre es la función que nos permite concebir el hecho de que pueda operar la autoridad de lo dicho. Y sin Padre no hay autoridad de lo dicho. De ahí que nunca podrán producir, en la clínica de la psicosis, intervenciones de la índole de la clínica de la neurosis. Ustedes jamás pueden decir a un psicótico "Pero eso ya se lo dije", porque al psicótico se le dice siempre cada vez eso es lo insoportable de la clínica con la psicosis. En cada entrevista se vuelve a decir cada vez lo mismo, porque no está inscripta la autoridad de lo dicho. Entonces, cada vez, uno, con el poquito de transferencia que deja la psicosis, tiene que avalar el dicho, porque en la psicosis el dicho no se sostiene por sí mismo. ¿Qué le diría uno cuando el psicótico le dice que "Cada vez que escucho las voces, me dan ganas de matarme"? Que haga algo entre el momento en que escucha la voz y las ganas de matarse. Uno podría decirle, por ejemplo, "Llámeme". La estrategia es puentear esta conexión de la que ya testimonió el paciente que se le armó en este "¡Matate, basura inmunda!" y el matarse. En la psicosis se da testimonio de ese nexo. Pero se puede intervenir con un "Llámeme". Sin embargo, hay que estar prevenido de que eso ocurrirá una y otra vez, que en la siguiente sesión el paciente dirá de nuevo que "Cada vez que escucho las voces, me dan ganas de matarme". Así que hay que volver a pedirle que llame, volver a decirle ese "Llámeme".
Los psicóticos no nos dicen como nos dicen siempre los neuróticos: "Ay, ya me da no sé qué hablar de vuelta de lo mismo". Eso nunca aparece en la psicosis, porque el neologismo psicótico, por estar fuera de la composición dialéctica, no tiene valor de diálogo; entonces, el paciente te dice otra vez lo mismo. Es como un déjà vu en que uno ya sabe qué cosa es lo que le dirá. ¿Qué quiere decir Lacan con el neologismo en forma de estribillo? El estribillo no indica la fórmula que se repite, sino la fórmula que se repite haciendo caso omiso de que ya te lo dije , y, entonces, te lo cuento como nuevo cada vez. Ahora bien, ¿cómo opera el analista cada vez? Diciendo "Por favor, la próxima vez que escuche esas voces, llámeme". No puede decirle "Bueno, como ya le dije antes, cada vez que...", porque ese "como ya le dije antes" ha caído en la nada, dado que para el paciente psicótico el dicho no tiene valor la autoridad del dicho está perdida.
Lo que no se hace en el caso de una psicosis es destrabar el efecto que la crianza humana tiene en contra del orden simb ólico. La crianza humana vela la función de la autoridad de lo dicho, porque siempre hay una persona criando. Y quizás Ustedes sepan que se ha intentado, mediante dos dispositivos distintos, anular esta forma de crianza. Allí donde toda la teoría daba para hacerlo, en la Unión Soviética no se lo practicó jamás. Lacan llamó la atención sobre el hecho de que en la Rusia soviética no se atacase la familia, siendo ella en sí misma la base de la propiedad privada. Y en Rusia la familia es muchísimo más fuerte y consolidada, e incluso tiene un estilo más famiglia unita que en la propia Italia. Quizá por eso el comunismo no anduvo.
Y el otro gran ejemplo son los kibutzim en Israel, donde también se proyectó una crianza que no fuese hecha por alguien. Todas las parturientas, apenas se produce el destete, llevan a los chicos a la casa de los niños, en donde son criados ya que no duermen jamás en la casa familiar. Y, ¿quié n los cuida? Están de guardia todas las mamás que tienen un niño ahí. Así, si hay catorce niños, habrá catorce mamás. Esas catorce mamás se dividen el trabajo de modo tal que cada una de ellas se ocupa de atender a los catorce niños y no al suyo en particular durante todo un día y toda una noche un día le toca a una, otro día le toca a otra. Y la familia tampoco se destruyó así. De los kibutzim no quedó nada, deben quedar cuatro en todo Israel. Ahora están las famosas granjas colectivas, como countries, porque los yuppies de las ciudades cercanas compran las casitas de los kibutzim como country. Así, cambia un poco el espíritu de la cosa.
Es decir que también ese dispositivo fracasó. De modo que no hay otra forma de crianza humana, al menos en estos últimos cinco mil años, en lo que hace estrictamente a nuestra tradición no estoy hablando de los chinos, ni de japoneses, ni de bororós, ni de melanesios. En nuestro mundo, no hay otra forma de crianza que ésta ¿Cuál es esta crianza? La de colocar a alguien ocupando realmente el lugar del Otro. En nuestro mundo, si eso no ocurre, se produce un estrago. Pero si eso acontece, se produce una ilusión inexorable que es la de confundir la autoridad del dicho del orden simbólico con el poder de aquel que se ve arrastrado a ocupar realmente el lugar del Otro. Y lo que hace la metáfora paterna es distinguir esos dos lugares.
En nuestra próxima clase trabajaremos más con el orden simbólico. Vamos a trabajar con la noción de «Padre» y vamos a establecer que, desde el origen, para cualquier sujeto en particular, se distingue o no se distingue entre quienes encarnan esos lugares. Lo que nos queda pendiente es la pregunta de por qué llamamos «Madre» a quien está encarnando ese lugar y por qué llamamos «Padre» a quien establece la diferencia, siendo que no puede tratarse de una persona haciendo algo no puede ser el padre nutricio. El padre nutricio, que en indoeuropeo es "atta" no "pater" es el que cría, el que ayuda a criar, el que provee el sustento. Ése no puede ser el que establezca la diferencia porque si no, viene él a ocupar el lugar que precisamente conviene diferenciar. Y si él puede venir a ese lugar es porque tiene aún más poder que quien lo ocupa realmente y, por lo tanto, producirá mucho más estragos. Y, en efecto, se verifica que cuando el padre viene, él mismo, a sustituir a la madre, produce las psicosis más sojuzgadas.
Hoy nos detendremos aquí.
Notas
1 R. Callois, «El Hombre y lo Sagrado» (F.C.E., Buenos Aires, 1998, ISBN: 9681615239).
2 R. Otto, «Lo Santo: lo racional y lo irracional en la idea de Dios» (Alianza, Madrid, 2001, ISBN: 8420637254).
3 Sófocles, «Tragedias» (Alianza, Madrid, 1998, ISBN: 8420636606)
4 A. Damasio, «El Error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano» (Crítica Editorial, Barcelona, 2001, ISBN: 8484321843).
Establecimiento del texto: Lic. Luciano Echagüe