Seminario
Periodismo de
divulgación científica
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Organizado por PsicoMundo
Dictado por : Hector Becerra
Clase 5
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Como ustedes saben, desde la primera clase venimos tratando de entender y definir la metodología de trabajo del seminario. Nos propusimos que la articulación de las clases pasara más por el estilo oral que el escrito, cuestión que resultaba paradójica ya que la instrumentación técnica del dispositivo de internet exige que las clases sean escritas y que ustedes las lean. A pesar de ello me pareció entender que debía existir una diferencia entre el estilo narrativo propio del artículo, o el ensayo y la forma cómo podía llegar a dar cuenta de una clase del seminario.
Como si no fuera poco quisiera decir que releyendo y evaluando estas cuatro primeras clases del seminario llego a la conclusión que en el texto se combinan párrafos que han surgido de un auto-dictado, con otros párrafos que he trascripto de artículos y ensayos. Quiero decir con esto para decirlo muy concretamente- que no he logrado escribir como si hablara.
Voy a recurrir a la plástica para dar una imagen de aquello que entiendo que se ha producido. Es como si hubiera armado un collage. Las clases son como un collage donde se combinan partes que surgen de un texto que se pretende oral (más allá que aparezca escrito) con párrafos escritos, con la trascripción parcial de ciertos textos.
Todo esto por tratar de tomar en serio la propuesta de dar un seminario por internet. Porque Psicomundo tiene varios lugares destinados a revistas y por otra parte tiene lugares destinados a foros de discusión y seminarios. Entonces, ¿cómo darle forma a través de la escritura a un estilo de transmisión oral que ha dado muestras de su utilidad?
Les recuerdo que curso viene del latín cursus, que puede ser traducido por dirección o carrera. Se trata, entonces, de un tiempo señalado en cada año para asistir a oír las lecciones en las universi-dades o las escuelas. Con el término "seminario" se suele designar también la casa o el lugar des-tinado a la educación de los niños y los jóve-nes. En este sentido, la palabra "seminario" encuentra al-gún parentesco con la de "curso"; sin embargo, nos interesa rescatar cierta singularidad que introduce la noción, ya que literalmente puede ser traducida como: "lo que con-tiene semen" y de allí la idea de tomarla como principio o raíz del que na-cen ciertas cosas. Entonces, si la palabra "curso" nos lleva a la idea de impartir unas lecciones, con la noción de "seminario" nos introducimos a esta otra idea: permitir que algo vaya siendo concebido.
Durante una carrera universitaria, los profesores pretenden impartir conocimientos acerca de deter-minados temas y auto-res. La tarea de los alumnos, es recepcionar dicha información, ordenarla, memori-zarla tal vez, etc. Ahora, en nuestro caso, decimos que más allá del hecho puntal de dar las clases, las lecciones, aparece la preten-sión de realizar un seminario. Hablamos, entonces, del seminario como un espacio donde además de formular lo que te-nemos para decir podamos ir escuchándonos aquí tendría que decir leyéndonos- y cotejando eso que deci-mos.
De allí que planteamos esta diferencia entre curso y se-minario; es decir, que vamos a tratar de cualificar la información. "Cualificar la información" quiere de-cir entonces: escucharnos, cotejar lo que decimos, discutirlo, plan-t ear nuestras diferencias, etc. Entendemos, y esa es nues-tra apuesta fuerte, que en esta cualificación queda esbo-zada la posibilidad de que algo nazca, que algo sea concebido.
Por todo esto es que hoy voy a partir de una pregunta que me envía José Luis Roque Popomeyá de México, quien a partir de la lectura de la cuarta clase plantea: "¿Puede el sujeto, ponerse límites en el proceso de la divulgación como lo
plantea Aznar? La realidad, significaría una tendencia diferente".La pregunta es muy pertinente. En la primera clase hemos aludido al problema del desplazamiento de las nociones desde una disciplina a otra, de allí que hablamos de interdisciplina y de transdisciplina. En el campo del periodismo se habla de auto-regulación del ejercicio periodístico. Ahora bien, ¿cómo trasladamos esta noción a otras disciplinas, y cómo debemos entender dicho ejercicio, el ejercicio auto-regulatorio? ¿Podemos suponer que de lo que se trata es de poner-se límites?
Como dice el amigo Popomeyá la realidad nos muestra que no, el sujeto no puede ponerse límites, de allí la profunda dependencia que el sujeto tiene respecto del Otro, que debe ser entendido aquí como lugar simbólico, como legalidad. La sumisión a la Ley del Otro arroja una relación con los pares, con los semejantes. De esa relación saldrán coincidencias; pero también profundas diferencias. De allí surge la posibilidad de fundar una ética que es una ética de las diferencias.
Entendemos que esta ética sólo puede ser sostenida desde el ejercicio crítico.
El problema es que la palabra "criticar" en el castellano que usamos en el Río de la Plata está profundamente significada, en su sentido estrictamente gramatical es antagónica de aprobar, o elogiar. La palabra ha tomado hoy un vuelo que no podemos seguir ignorando. Para Roland Barthes la crítica debe ser entendida no como una ciencia reveladora de sentidos, sino creadora de ellos.
Para tratar de enriquecer el concepto de crítica vamos a recurrir a dos experiencias. La primera de ellas se da durante los años 1995 a 1997. Junto a Eduardo García Dupont producíamos y dirigíamos un programa de radio en FM Palermo: El Pico & la Palabra. Allí tuvimos la oportunidad de entablar un diálogo verdaderamente fructífero con más de cien notables intelectuales que en aquel entonces hacían su aporte a la ciencia y la cultura.
En lo que mediáticamente- se podría denominar como un trabajo monumental de post-producción, Evangelina Tribolo y Jorge Rabadan han realizado una tarea de desgrabación de más de veinte de los mejores programas del ciclo, han hecho corrección de estilo, y han elaborado cuatro índices: general; de conceptos; de autores, y de libros, revistas, películas y programas de radio y TV;
De todo ese trabajo que por negligencia de los editores argentinos aún permanece inédito he seleccionado uno de los programas que entiendo puede ser un gran aporte para el entendimiento de lo que es la crítica.
¿Por qué recurrir a una producción propia? Más que una cuestión megalómana se trata de lo que podría denominar como un proceso testimonial de aprendizaje. Si se sigue meticulosamente el programa de radio se podrá notar de qué manera nuestra invitada Beatriz Sarlo, desde su disciplina, va nominando ciertas nociones; o inclusive, ciertas intuiciones que nosotros sus interlocutores le vamos deslizando. Ella, entre otros temas se va a referir a la crítica como una epistemología de la sospecha, una idea verdaderamente lograda. También es para destacar el tratamiento que hace de Rayuela, comentario que es de suma actualidad ya que la novela de Julio Cortázar está cumpliendo cuarenta años de su edición.
En cuanto al trabajo que lleva el enigmático título de El Pase de Oscar Masotta diré que se trata de un autor que he leído exhaustivamente a tal punto que mi primer libro El cuerpo herido- lo tiene como uno de sus referentes más importantes. El Pase es una idea que el psicoanalista francés Jacques Lacan introdujo en el ámbito del psicoanálisis para tratar de testimoniar acerca de lo que fue un análisis, un análisis donde a uno le cupo ser quien se analizaba. Si hablo del Pase de Masotta es con un dejo de ironía ya que Masotta no se analizó de allí que estimo que su aporte a nuestra cultura pasa antes que nada por la crítica.
En este trabajo que preparé especialmente para Acheronta intento articular por primera vez el lugar de enunciación desde el cual Masotta escribe con ciertos conocimientos específicos del campo de la comunicación y la ética periodística.
Aprovecho, entonces, una vez más las posibilidades que internet nos brinda y burlando el tiempo y el espacio recurro a un ensayo de hace cuatro años, a un programa de radio, y armo este nuevo collage.
¿Qué es la crítica?
Héctor Becerra: -Hoy queremos abordar un tema que hemos in-tentado poner en práctica durante todo nuestro ciclo ra-dial: la crítica. ¿Qué es la crítica? Obviamente la crítica tiene que ver con el len-guaje, y creo que nada es tan esencial para una sociedad que la consideración acerca de su lengua. Barthes dice que desplazar la palabra es hacer la revolución. Nosotros no hablamos de hacer una revolución pero sí hemos tratado de darle a la palabra el estatuto de una herramienta y por eso hablamos del pico y la pala, ya que -justamente- la palabra "pala" está como incorporada dentro de "palabra".
Vamos a intentar referirnos a la crítica, lo cual necesa-riamente nos va a llevar a hablar de la autoría, del texto, de la lectura, del lector. Y hablando del lector, me acuerdo que cuando se le preguntaba a Borges acerca de su escritura, siempre insistía en que él era un buen lector. Creo que lo que Borges decía funcionaba como una verdad tan descarnada que nadie lo tomaba demasiado en serio. Nadie creía que esa literatura tan genial que él producía fuera consecuencia de la lectura y los que leemos por oficio durante cuatro, seis u ocho horas por día, intuimos que tal vez en eso que decía Borges había una gran sabiduría...
Eduardo García Dupont: -Recuerdo que en un programa an-terior, cuando tuvimos a Fernando Ulloa como invitado, es-tuvimos traba-jando la función del escrito; sin embargo, en algún momento, él se deslizaba hacia algunos temas de su libro, por ejemplo las relaciones posibles entre la crítica en literatura y en psicoanálisis. Ulloa plante-aba que hay una suerte de contradicción, en principio apa-rente, entre el activismo de la crítica y la abs-tinencia del analista. Porque se ha banalizado el concepto de "abstinencia" y se lo homolo-ga a cierta posición parca, distante y neutral del analista en la dirección de la cura.
Pen-saba que hay una función crítica en la clínica y re-cordaba que cuando Lacan plantea el concepto de interpretación, en un momento avanzado de su obra, establece tres niveles para pensarla: el nivel homofónico, el nivel gra-matical y el nivel lógico. El primero apunta a que el ana-lista se atenga al bien decir del inconsciente del ana-lizante que se expresa por sus formaciones y el analista tiene que atenerse al bien decir de esa homofonía del in-consciente, homofonía que puede apare-cer en determinadas palabras polisémicas que lo disparen a otro circuito aso-ciativo. Respecto de lo gramatical está en juego poder ir detectando qué posición va teniendo el analizante a lo largo de su vida con relación al Otro, como se lee en Pegan a un niño, donde el sujeto puede aparecer en distintas escenas de su vida haciéndose gozar de determinada manera por el Otro, posición que va a in-sistir en su pareja, en su trabajo, en las distintas vicisitu-des de su vida.
Ahora, el último nivel es el lógico y yo pienso que hay una función crítica en la dirección de la cura; es de-cir, cuando consideramos la lógica del discurso del anali-zante. Una intervención desde ese nivel lógico apunta y dispara a otro circuito asociativo. Yo quería contar un breve ejemplo de un analizante, justamente cuando uno está pen-sando cierto tema parece: o que se pro-ducen fenómenos como decía Jung, sincrónicos; es decir, desde el exterior retorna exactamente aquello en lo que uno anda, o uno presta atención a esas cosas y no a otras. Se podría pensar de las dos maneras.
Recuerdo que el paciente venía planteando que tenía difi-cultades con relación a poder llevar adelante ciertos actos, tiene el deseo impedido y en ese contexto, en determi-nado momento, dice que se ima-gina estar con mujeres que le gustan, pero no se atreve y entonces recuerda un de-cir del padre cuando él se golpeaba, el padre le decía: "aguantate piola, macho" y por otro lado recuerda el decir de un amigo: "no te preocupes, con paciencia y con saliva, como dice el refrán, el elefante se cogió a la hormiga".
Decía que con respecto a sus imposibili-dades transitaba entre estos dos refranes. A veces se la aguanta piola macho y se resigna a no poder con sus deseos y en otras oportunidades tiene alguna esperanza y piensa que de a poquito, paso a paso, como el elefante con la hor-miga, puede ir realizando algo del deseo. Yo ahí trabajo con la lógica que él pone en juego, porque realiza una mala interpretación del decir del padre, porque el decir del pa-dre está relacionado con los golpes, el padre -ante un golpe- dice: "aguantate piola, macho", y su estrate-gia es la de evitar cualquier golpe, porque no se juega y no se arriesga. Yo ahí me meto con la lógica de su decir, y con su interpretación del decir del padre y justamente le mues-tro el resguardo que tiene en su posición ante cualquier riesgo y ante cualquier golpe.
Bueno, quería contar este ejemplo para fundamentar que uno como analista interviene criticando el discurso del anali-zante, metiéndose en la lógica de lo que está di-ciendo, provocando una nueva apertura de pensamiento y esto tiene efectos terapéuticos porque notamos que el analizante es-taba apresado a un sólo sentido.
Héctor Becerra: -Eduardo, ¿qué te parece si presentamos a nuestra invitada? Hoy vamos a tener con nosotros a Bea-triz Sarlo, directora de Punto de Vista. A ella le gusta defi-nirse como ensayista. Su último libro es Instantáneas: me-dio, ciudad y costumbres en el fin de siglo.
Beatriz Sarlo: -Retomando lo que había dicho Eduardo, sobre la relación entre la interpretación y el discurso del pa-ciente, recordaba algo que dijo un gran crítico, no lacaniano, que es Jean Starovinsky acerca de que el texto lite-rario siempre tiene un control para el discurso del crítico, y lo dijo porque hubo una época en que la crítica parecía independizarse de ma-nera absoluta y completa del texto con el cual estaba reflexionando. A esa independencia absoluta fue a la que Starovinsky se refirió cuando dijo que la crítica es una lec-tura otra y es una actividad her-menéutica. Pero, el texto tiene, también, un poder de inspección sobre lo que dice la crítica.
La crítica es un género en baja hoy, en primer lugar porque creo que hay una cierta dinámica del mercado de la circulación de los li-bros que ha reemplazado a la crítica. Yo diría que en una editorial hoy, en una editorial seria, el servicio de prensa es un servicio de mercado, no es un ser-vicio de crítica y el marketing de los libros es bas-tante más importante que lograr lecturas inte-ligentes y comprensivas de esos libros. No se quiere correr riesgos con esos libros.
Voy a poner un ejemplo de lo que es correr un riesgo con los libros: cuando sale Rayuela, en 1963, la editorial Su-damericana que la publica, evidente-mente, no tenía ningún marketinero que le fuera a explicar al crítico de las re-vistas qué era Rayuela. Entonces, la pri-mera nota que sale en Primera Plana, la gran revista de ese momento, es muy desconcertante; es decir, una nota que trata de leer el li-bro, que era realmente de ruptura. Trata de inter-pretarlo; pero, resulta una nota desconcer-tante y yo creo que ese desconcierto era más verdadero que las notas de producción marketinera. Hoy las editoriales explican lo que son los libros, trabajan con los suplementos para que los li-bros sean colocados y posicionados de cierto modo en el su-plemento y la crítica es un discurso tercero o cuarto. Entonces, es muy cu-riosa aquella nota en Primera Plana, porque el crítico siente que está ante una gran novela aun-que no tiene todos los elementos para terminar de enten-derla; es decir, la presenta como una gran novela, pero al mismo tiempo le causa desconcierto.
Esa misma novela produce en la literatura argentina dos textos críticos que son dos interpretaciones muy agudas, y son pu-blicados el mismo año que Rayuela. Un texto que publica Ana María Barrenechea en la revista Sur, la revista que en ese momento era de Victoria Ocampo, y un texto que publica Héc-tor Smuglia en la revista Pasado y Presente que es una re-vista marxista de la Argentina. Es muy curioso, Rayuela es leída de manera extremadamente in-teligente por la crítica, desde una revista liberal de cen-tro-derecha y desde la revista marxista más importante de la Argentina, que se publicaba en Córdoba. Yo creo que eso es un arco muy interesante, dos pensadores críticos que leen Rayuela, y el crítico de Primera Plana en medio de su desconcierto. Pero ese desconcierto es interesante. El des-concierto de un crítico es interesante. Es tan interesante lo que un crítico puede decir de un libro como aquello que no puede decir.
Eduardo García Dupont: -Con relación a esto del descon-cierto, me pareció entender que cuando hay un interés mar-ketinero o un interés comercial, la crítica se degrada.
Beatriz Sarlo: -Yo conozco a toda la gente que hace crítica literaria en los suplementos, algunos de ellos son mis con-temporáneos y mis amigos, otros han sido alumnos míos. Yo no dudo de su libertad de pensamiento y no dudo de su inde-pendencia. Lo que digo es que las críticas se pautan, se pauta el ingreso de los libros, nadie puede descubrir un libro y darle dos páginas. Todo el mundo sabe que los li-bros de dos páginas son de tales editoriales y de tales au-tores. Y yo tengo libertad para decir eso porque mis libros también tienen dos páginas. Si no fuera así parece-ría que hablo desde el resentimiento; pero no, mis libros también tienen dos páginas y las merecen tan poco como otros libros que tienen dos páginas. Supongamos un ejemplo: sale en una editorial ignota una novela como Diálogos en los patios rojos, de Rasquela, la novela más experimental, extraña, densa, que se ha publicado en la Ar-gentina los últimos años. Resulta que es de una editorial ignota y su autor es un hombre que a los sesenta años saca su primera no-vela, antes había sido poeta y traductor. Nadie se ocupa mucho de esto, porque hay una pauta del diario, que es lo que se hace en ese diario o en esa revista y creo que eso está muy vincu-lado con el marketing editorial de los libros.
Entonces, yo creo que crítica se puede hacer en lugares más apartados del mercado, en revistas chicas, en revistas de mil quinientos ejemplares que se autofinan-cien. Es de-cir, yo pu-blico una revista y a Rasquela le dediqué ocho páginas y los diarios a Rasquela le dedicaron veinte líneas. Digo, entonces, que hay que tratar de inventar cierto tipo de espacios críticos más apartados del mercado.
Eduardo García Dupont: -¿Con relación a esto que comentába-mos de los puntos posibles de articulación de la escucha analítica con la crítica literaria, se te ocurre que hay más puntos de contacto; o, por el contrario, puede haber diferen-cias taxativas?
Beatriz Sarlo: -Yo creo que la crítica contemporánea, mo-derna, la que estamos haciendo, participa junto con el psi-coanálisis de lo que, des-pués de Nietzsche, llamaríamos la epistemología de la sospecha. Ningún texto es tomado por lo que dice de manera inmediata; es decir, todo texto es sos-pechado, es imposible una lectura directa. Esto puede ser hiperexagerado en la crítica y es ahí donde Starovinski diría que el texto tiene que controlar al crítico; pero, lo que no se puede hacer es ignorar que de hecho la crítica literaria, pero también la crítica de arte y la crítica de pintura, participa de esto; nadie cree del todo lo que el texto dice. El texto tiene que ser examinado en un otro lado, que no es un lugar pro-fundo al cual hay que ir, sino que es un otro lado que se puede manifestar, que hay que buscarlo, hay que saber peinar al texto para que ese otro lado se manifieste.
La otra cuestión es la de la interpretación, yo no sé si los psicoanalistas siguen pensando hoy que el psicoanálisis es una hermenéutica.
Eduardo García Dupont: -Actualmente, sobre todo en la enseñanza de Lacan, en la forma como Lacan lee a Freud, se cri-tica un cierto concepto de hermenéutica: que todo tenga un sentido.
Beatriz Sarlo: -Sí, sí, cuando digo una hermenéutica, digo una hermenéutica posnietzscheana.
Eduardo García Dupont: -Por lo menos desde los avances ac-tuales, no todo es significante, no todo es interpretable, también está lo real. Ahora, cuando vos hablas de esa otra lectura, ¿estás ha-blando de enunciado y enunciación? ¿A la crítica le sirven esas categorías?
Beatriz Sarlo: -¡Totalmente! Son categorías que inventa Benveniste y que sin duda el psicoanálisis toma de la lingüística. Benveniste tiene un artículo sobre la enunciación, la lingüística moderna trabaja sobre ese artículo y para la crítica es fundamental. Es decir, para la crítica la categoría de enunciación evita el problema del autor, el problema del biografismo. Si un libro, un poema, una novela, refleja algo del autor, que es una crítica que ya no se hace y que tampoco es muy interesante, bueno, la categoría de enunciación es fundamental. Creo que Benveniste, vía Ro-land Barthes, marcó fundamentalmente la crítica literaria desde los años '60.
Héctor Becerra: -Beatriz, vos decías que la crítica está en baja, y yo pensaba si alguna vez no lo estuvo. Una lectura de lo que es la crítica en La Argentina, me lleva a afirmar que siempre queda reducida al hecho estético: esa película es mala, aquel libro es bueno. En ese punto no hay mucho más para decir; en todo caso, lo que se puede hacer es comprar el libro y no ir a ver la película. Ahora, vos citas a Barthes y él insiste mucho en la idea de que la crítica podría ser productora de subjetividad, y me parece que en este punto la crítica podría ser pensada como un género li-terario.
Beatriz Sarlo: -Depende de quien escriba la crítica. Bart-hes, que dió grandes batallas en el campo de la crítica, llegó a decir: éstas son las novelas que hay que leer y és-tas otras no, cosa que a mí me parece bien. Barthes hace una intervención fuertemente normativa. Esta-blece una norma, y a mí me parece bárbaro porque es lo que establece un diálogo entre los que escriben y los que hacen críticas.
Eduardo García Dupont: -Estaba pensando con relación a una actividad que hicimos hace poco: la proyección, en un grupo bastante privado, del film La última tentación de Cristo. Después de la película se armó un debate y la posición de uno de los panelistas era que había que analizar la obra desde la vida del autor, digamos que en este caso él sabía mucho sobre la biografía de Scorsese y desde ahí pensaba el sentido de la película. ¿Qué pensás de esto? ¿Es importante la vida de un autor y su influencia sobre su obra? ¿O el plano de la enunciación lo estas pensando desde la interioridad de la obra misma?
Beatriz Sarlo: -Creo que ya terminó la etapa de la cual había que defenderse de la biografía; es decir, en la pri-mera mitad del siglo XX había que defenderse de un cierto tipo de biografías.
Luego Sartre escribió, a mi juicio, la mejor biografía, con la cual ilumina la obra de un autor, que es la biografía sobre Flaubert y el libro se llama El Idiota de la familia. Sartre toma únicamente los cuentos y los rela-tos que Flaubert escribió entre los ocho y catorce años y a partir de esos relatos hipotetiza porque Flaubert llegó a ser Flaubert. Nunca llega a analizar Madame Bovary, la gran novela de Flaubert. Toma sólo esos rela-tos, que son dos to-mos, unas mil páginas en total. Ese tipo de biografía es la construcción de la escena de la enunciación. Por lo tanto, yo no estoy en con-tra de la biografía, es-toy en contra de la tontería biográfica, pensar que un aconteci-miento puede ir por línea directa a la obra.
Se podría de-cir que un escritor escribe borrando el yo o por lo menos transformándolo; pero hay que saber qué es el yo que se bo-rra. Entonces, a mí me parece fundamental cono-cer cómo fue formado ese escritor o escritora; por eso, muchas ve-ces trabajo desde una perspectiva so-cio-cultural. Creo que ya no tiene sentido eno-jarse con la biografía, eso pasó. En cambio, desearía que en la Ar-gentina se empe-zará a trabajar biográficamente, es decir, atendiendo las condiciones materiales y sociales de enunciación. Acaba de salir en Francia un libro de mil doscientas pági-nas, que es una biografía de Proust hecha por la misma per-sona que hizo la edición definitiva de En busca del tiempo perdido y esa biografía de mil doscientas páginas no sólo va rastreando la vida de Proust dentro de En busca del tiempo perdido, sino que -fundamentalmente- va rastreando las condiciones culturales y sociales en los que Proust escribe.
Héctor Becerra: -Te llevo a otro ejemplo Beatriz, que me pa-rece muy interesante con relación a esto que decíamos del crítico como aquel que va inaugurando un espacio textual entre el lector y el escritor. En la última revista de To-pía aparece una carta abierta de Quino dirigida a Cesar Ha-zaki. Resulta que éste había realizado, en el número anterior, un comentario de una tira de Mafalda. Entonces Quino le contesta en una carta abierta y le dice que esa interpretación que Cesar Hazaki realiza no es correcta, que ese no es el sentido con que él escribió la tira de Mafalda. Todo esto me sorprendió mucho, porque yo crecí con Mafalfa y me cuesta entender que un autor como Quino quisiera apropiarse del sentido de la historieta, descalifi-cando a alguien que produce una interpretación de la tira.
Beatriz Sarlo: -El autor no tiene más derecho sobre los tex-tos que las demás personas. Tiene derechos materiales sobre sus textos, tiene derecho a decir que sus textos no se pu-bliquen nunca más, por ejemplo, o a cobrar por ellos, pero no tiene más derechos de interpretación que las demás per-sonas. En todo caso, el que tiene derecho de interpretación es el texto, y a veces el autor puede leer mejor ese texto que algún otro. Quiero decir, el autor no tiene más derecho; pero, tampoco tiene menos. Durante muchos años se pensó que el autor tenía menos derecho. Yo digo: no tiene más derecho. No puede decir: como yo soy el autor, yo digo lo que esto quiere de-cir, pero tampoco se puede pensar que el autor sólo puede decir tonterías. No tiene más ni menos de-recho.
Eduardo García Dupont: -Es muy interesante esta discusión porque de alguna manera tiene que ver con lo que decías hace un rato, casi al principio, de que a veces el problema es que la crítica sustituye al texto y que fuera una suerte de metalenguaje donde el texto original estuviese total-mente perdido y sustituido por la crítica. El otro problema que escuchaba ahora es que hubiese una identidad entre el autor y el texto, como si no hubiese un nivel de enunciación en el autor, como si alguien pudiera decir: yo soy idéntico a lo que digo.
Beatriz Sarlo: -Yo creo notar que hoy la actividad de con-trol de los au-tores es mayor. Sin embargo, Borges no se preocupaba de lo que dijeran de sus textos. Los escritores no pueden salir a con-trolar de ese modo, pueden enojarse mucho si no se dice que sus libros son geniales pero no van a salir a controlar de ese modo. Mientras que la industria de masas tiende a sa-lir, los escritores de la industria de masa, los de histo-rieta o los que fueran, tienden a salir a controlar la interpretación, como si su público necesitara una guía su-plementaria; es decir, una relación más paterna-lista. A mí me resulta muy irritante, como me resulta irri-tante una interpretación tonta de un crítico. Lo que sí me resulta interesante es ver cómo habla un autor, porque eso sí es interesante. Durante mu-chos años nos resistimos, pen-sábamos que los autores eran tontos, es decir que no tenían nada que decir, eso también me resulta irritante. Yo no pienso que no tengan nada que decir, tienen mucho que de-cir, son parte de esa situación de enunciación.
Héctor Becerra: -Cuando Quino escribe la tira cómica está produciendo una tergiversación de la realidad, esta produ-ciendo una interpretación de la misma, y en ese punto, como decía Eduardo, se rompe la identidad. Por eso me lla-maba la atención que el autor se permite una libertad para con la realidad que no se la permite a su lec-tor. Esto va a con-tramano de lo que puedo leer en Barthes, donde él llega a decir que la crítica puede te-ner hasta un estatuto creativo como el del novelista o el del poeta. Por supuesto que coincido con Beatriz en que uno podría decir ¿de qué crítico se trata? Bueno, la producción de Barthes como crítico a mí me parece tan interesante como la de cualquier poeta o no-velista.
Eduardo García Dupont: -Me interesaba esto que decías con relación al acto de escritura desembarazándose del yo. Me acuerdo de un texto: El zen en el arte del tiro con arco de Eugen Herrigel, de editorial Kier, donde el autor hace una experiencia de tiro con arco y de pronto después de cinco años de practicar, era un pro-fesor alemán que enseñaba filosofía Zen de manera sólo in-telectual en Alemania y decide tener en Japón una experiencia de tiro con arco. Al prin-cipio no lograba ni tensar el arco, después de cinco años de práctica, finalmente, dispara el arco y da en el blanco, y él dice: yo no fui quien disparó, ello disparó. Y la otra cosa que advirtió es que el blanco no estaba afuera, sino que estaba en él mismo y ahí es donde el maestro Zen le señala que ya había acabado la experiencia. Había alcanzado la sabiduría.
Te quería preguntar sobre esta cuestión en Borges y so-bre otro autor que yo encontraba con similar característica, que es Fernando Pessoa, esta cuestión de los heteró-nimos y que nos cuentes alguna reflexión sobre esto.
Beatriz Sarlo: -Yo creo que Borges tiene un cuento genial que es Pierre Menard autor del Quijote, que es el cuento donde explica este problema de enunciado y enunciación, para recordarlo muy rápidamente: Pie-rre Menard es un autor imaginario que escribe, rescribe palabra por palabra idéntico, idéntico, idéntico, dos capítulos del Quijote. Y Borges dice que el Quijote reescrito por este francés de principio de siglo XX es muchísimo más interesante que el Don Quijote de Cervantes, porque ha cambiado el lugar de enunciación, hay un nombre -Menard- que está fun-cionando de un modo que cambia la lectura del texto, pero no funciona bio-gráficamente; es decir, no es un yo biográ-fico, es una es-pecie de significante, Menard es un signifi-cante francés del siglo XX, mientras que Cervantes es un signi-ficante español del siglo XVII.
Borges y Macedonio Fernández son los dos grandes escri-tores del borramiento del yo. Borges trabajó hacia el bo-rramiento del yo, porque en la década del '20 construye un yo lírico, donde hay restos de un yo biográ-fico. Pero en el Borges clásico, que es el que nosotros conocemos, el de la década del '40, el Borges de Ficciones, de Pierre Menard autor del Quijote, del Aleph, etc., está trabajando con bo-rramiento del yo y usa el re-curso de los heterónimos como Fernando Pessoa; o sea, gente que existe en la realidad, pero que en sus cuentos funciona con nombre falso. Además, nos estamos enterando, con la publicación de nuevos textos de Borges, que usaba una canti-dad de seudónimos.
Héctor Becerra: -Como el tiempo se nos va acabando, le pido a Beatriz que vaya sacando alguna conclusión, y escuchándola se me ocurría pensar si no hay un Borges que tiene que ver con la crítica, ¿no hay un Borges crítico?
Beatriz Sarlo: -Sí, es un gran crítico. En realidad Borges pasa del ensayo al cuento, hace cuentos que son ensayos, ensayos que hacen cuentos, es alguien que parece hablar todo el tiempo de géneros literarios, pero en realidad bo-rra los límites de manera permanente entre los géneros.
Eduardo García Dupont: -Beatriz, a partir de uno de tus últimos libros: Escenas de la vida posmoderna te noto interesada en la cuestión del ma-lestar en la cultura, lo que está ocurriendo con la entrada en la posmodernidad; incluso, la discusión acerca de si se puede lla-mar posmodernidad a los tiempos actuales. Contanos una reflexión última sobre este tema.
Beatriz Sarlo: -Mirá, la reflexión es que a La Argentina le toca un tiempo bastante desdichado de la posmodernidad. Uno de los rasgos de la llamada posmodernidad, es que los me-dios de comunicación audiovisuales organizan el campo de la cul-tura y la esfera pública, ese es uno de los rasgos fuer-tes que no se discuten. Aquí tenemos el caso de Sa-mantha Farjat, Natalia De Negri y compañía, uno podría de-cir que es como la telenovela de la posmodernidad. Causa sensación, cuando la gente viene de afuera queda impactada por la degradación de la vida pública argentina, pero cuando digo que viene de afuera no digo cuando viene de Francia, sino cuando viene -por ejemplo- de Chile. La vida pública está muy degradada porque los medios de comunicación están muy degradados y como estamos en la posmoderni-dad y ellos orga-nizan el resto de la dimensión simbólica resulta que la situación es grave ¿no...?
Héctor Becerra: -Me invade un poco la tristeza por éste, nuestro último programa. Y me consuela la idea de poder re-tomar este ciclo que tanto nos ha dejado. En ese sentido ha sido un gusto escuchar a Beatriz Sarlo y aprender lo que nos ha enseñado. Esperemos estar de vuelta en marzo.
Eduardo García Dupont: -Esperamos generar espacios de reflexión donde podamos tener el placer de escucharnos y aprender de los otros y no tener que volar en el vertigi-noso ritmo del no se sabe hacia dónde ni porque. Muchísimas gracias, Bea-triz Sarlo.-
El Pase de Oscar Masotta
Por Héctor Becerra
1) La fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Ai-res, uno de los lugares donde comenzó a propagarse la teoría de Jacques Lacan en la Argentina, tuvo lugar el 28 de junio de 1974. Dice el acta que "las dieciocho firmas que acompañaron a la de Oscar Masotta deben ese acto a su enseñanza". ¿Por qué? ¿Quién era Oscar Masotta y en qué consistió su enseñanza?
Para intentar responder deberíamos remontarnos algunos años atrás; tal vez a 1957, momento en que se crea la carrera de psicología en la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires. Los planes de estudio de aquel entonces y los de siempre- denuncian hasta qué punto convergen la psiquiatría, la filosofía y el psicoanálisis tratando de organizar los avatares de una ciencia que no existía y los dislates que produce su promoción.
2) También provocaba polémicas y manifestaciones callejeras el proyecto del presidente Arturo Frondizi para autorizar la creación de universidades privadas. Bajo las consignas de "enseñanza libre" versus "enseñanza laica" se producen choques entre estudiantes. Por otra parte, el ejecutivo anuncia un plan de estabilidad y desarrollo.
Si el alumno tolera las contradicciones de la facultad y el país es porque aspira a convertirse en agente de cambio de una sociedad en la cual por otra parte- pretende insertarse, hacerse un lugar con un título en la mano. Pero, resulta que la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología recién fue aprobada en 1985; es decir, ¡veintiocho años después de la apertura de los cursos! Entonces, se podrá deducir de ello que se había abierto una carrera, en el ámbito de la enseñanza universitaria nacional, sin haber determinado cuáles serían sus incumbencias profesionales. ¡Digno de una república bananera!
3) Un docente de psicología solía angustiar a sus alumnos, a punto de terminar la carrera, con una pregunta: ¿qué sucedería si ustedes sacaran la cuenta de las horas que se han pasado calentando las sillas, escuchando las estupideces que los profesores venimos a decirles y las hubieran utilizado para leer? Nuestro docente no conocía a Masotta pero éste encarnaba perfectamente la utopía que aquel pretendía transmitirle a sus alumnos. El docente aspiraba a que sus alumnos, a punto de concluir la carrera, se separaran del Otro que puede decirles qué pensar, decir y hacer, porque después de la Universidad esto es algo que corre bajo la responsabilidad de los profesionales. Pero en el caso de Masotta, ¿cómo pensamos su no-alienación al Otro?
En 1956, con veintiséis años, mientras muchos de sus pares cursan en la Universidad, él ya "juega en primera" y publica un artículo en Contorno, la revista de crítica cultural dirigida por David e Ismael Viñas que durante esos años se enfrentó ideológicamente a la revista Sur, de Victoria Ocampo. El ensayo se llamaba Sur o el antiperonismo colonialista y colocaba a Masotta en un lugar de privilegio respecto de la escritura, dando un salto por encima de la enseñanza clásica y encarnando esa utopía de nuestro docente.
En 1959 Masotta comienza a interrogar al psicoanálisis desde otro escrito titulado: La fenomenología de Sartre y un trabajo de Daniel Lagache, este interrogante no excluye pensamiento político, que ya se halla presente en Sur o el antiperonismo colonialista y que el autor describe así en Sexo y traición en Roberto Arlt:
Recién hoy comienzo a comprender que el marxismo no es, en absoluto, una filosofía de la conciencia; y que, por lo mismo, y de manera radical excluye a la fenomenología. La filosofía del marxismo debe ser reencontrada y precisada en las modernas doctrinas (o "ciencias") de los lenguajes, de las estructuras y del inconsciente de los freudianos.
Esta impronta política de Masotta no es circunstancial ni momentánea, por el contrario no va a ser abandonada jamás y merece ser cotejada con un reportaje reciente que le realiza María Esther Gilio a Jacques-Alain Miller, titulado: Yo soy el periodista de Lacan (Página / 12 del Jueves 11 de noviembre de 1999). Miller reconoce que el pensamiento político (maoísmo) fue una "posición dogmática de fe en la voluntad de rebeldía de lo que se concebía como pueblo". Luego sostiene que como dicha posición no se verificó quedó abandonada en el tiempo. Teniendo en cuenta que el título de la entrevista se origina en una frase efectivamente proferida por el intelectual francés habría que empezar a pensar el pasaje del pensamiento político al místico, porque si él es el periodista de Lacan, sus capacidades como médium le auguran un futuro venturoso.
Puede ser cierto que una experiencia política haya concluido, con todo lo bueno y lo malo que pueda haber tenido; pero eso no implica tener que dejar de lado la práctica política. Cuando la entrevistadora le re-pregunta sobre la relación entre el psicoanálisis y la política, Miller sostiene que:
La categoría de sujeto-supuesto-saber no existe solamente en el análisis, ya que opera también en el campo político. El presidente electo Fernando de la Rúa tiene fama de haber obtenido un voto de confianza sin develar los puntos fundamentales de su futura política. Es decir que se le supone un saber para hacer las cosas bien.
Pareciera ser que la categoría del "sujeto-supuesto-saber" sólo tiene una vertiente imaginaria y por ende la conclusión del psicoanálisis (el que Miller supone) fuera como dice Raúl Cerdeiras en La nave- que: "la única política es la política del amo y por lo tanto a lo único que podríamos aspirar es a un amo menos imbécil". Es claro que aquí el pensamiento del psicoanálisis (el que Miller supone) deja poco lugar para practicar la política.
4) Hacia fines de 1960 muere el padre de Oscar Masotta. De aquella experiencia quedó planteado que su dificultad de pasar por la Universidad debía ser tomada en serio porque las biografías se detienen en la cuestión de su bohemia existencialista, y así como no existió la posibilidad de encontrar ayuda en el campo de la docencia, tampoco pudo encontrar ayuda psicoterapéutica en el terreno del análisis; pero veamos cómo lo relata su autor en el que ha sido considerado uno de los diez mejores ensayos de la historia de la literatura argentina: Sexo y traición en Roberto Arlt:
Las cosas estaban así: mi padre había muerto y yo había "hecho" una enfermedad, en "ocasión" de esa muerte. Tuve entonces que buscarme un psicoanalista. Y me pasé un año discutiendo con él si mi enfermedad era una histeria o una esquizofrenia. (...) Cuando usaba conmigo la técnica neoanalista de la frustración yo me ponía de pronto intransigente, y en cambio de responder con una reacción regresiva me ponía lúcido con respecto a él y no le perdonaba lo que mis ojos veían, su ceguera con respecto a las determinantes de clase, de trabajo y de dinero, que pesaban tanto sobre él como sobre mí. (...) ¿Y yo esperaba la cura de ese hombre? Finalmente mandé vis à vis, como dicen los franceses, al psicoanálisis y al psicoanalista, a la histeria y a mis discusiones de psiquiatría social con el analista.
Lo que da vuelta a Masotta no es el hecho de haberse analizado, Masotta no soporta el análisis, tampoco había soportado la enseñanza, ¿cómo habría soportado la paternidad? ¿Por qué los aduladores de Masotta no dicen que Oscar intentó poner a trabajar el psicoanálisis en un dispositivo muy diferente al que se pretendía utilizar en la clínica? Masotta supone que la subversión del psicoanálisis pasa por la lectura de Freud y Lacan, por el hecho de entender las determinaciones de clase, de trabajo y de dinero; pero no por el hecho de psicoanalizarse. El único lugar donde Masotta parece poder emprender el camino regresivo es en la escritura, allí sí su yo invoca y se disuelve en un lector con el cual parece relacionarse cuerpo a cuerpo transmitiéndole un saber que en rigor le es ajeno; sucede que Masotta no escribe para darse a conocer, sino para ser.
5) Enrique Pichón Riviére nació en Ginebra y era de ascendencia francesa. A los veinte años, en Buenos Aires, comienza la carrera de medicina, se desempeña en el Asilo de Torres y en el Instituto Charcot, al terminar su carrera ingresa en el Hospicio de las Mercedes. Angel Garma es su analista didacta. Pichón llega a las más altas jerarquías de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) para luego alejarse y fundar su propia Escuela. Escribe dos volúmenes que titula Del psicoanálisis a la psicología social donde reúne el corpus más importante de su teoría. Dice Germán García que Pichón Riviére identifica al psicoanálisis con los psicoanalistas de la APA de los cuales intenta alejarse y por eso debe apelar a la psicología social para fundar su crítica. Teorizando se extravía, ¿y en la clínica? Masotta acusa a su analista de ridículo porque votaba a los socialistas de Ghioldi, de que extremaba el juicio acerca de él, porque lo quería hacer aparecer como un farsante, como alguien que no trabajaba, y cómo podía ser si hasta había escrito algo sobre Arlt ¡Vaya prueba de que trabajaba!
El análisis se desmorona, entonces Pichón primero lo recibe en su casa, luego le alcanza los seminarios autografiados de Jacques Lacan y por último le abre un espacio en su Escuela para hablar de este autor. ¿Sería éste el pasaje desde el psicoanálisis hacia lo social? ¿Este darlo todo no es exactamente todo lo contrario a lo que debe ser la abstinencia del analista?
6) Dice Germán García en Oscar Masotta y el psicoanálisis del castellano :
Nada tiene de extraño, entonces, que Pichón Riviére le haya enseñado a Oscar Masotta lo que en realidad no sabía (como Charcot le enseñó lo que no sabía a Freud), que le haya proporcionado aquellos artículos de Lacan que alguna vez habrá leído pensando en sus cosas.
Si Masotta recibió lo que Pichón no pudo enseñarle es por efecto de la transmisión; pero, ¿una transmisión por fuera de la enseñanza origina alguna deuda? Como decía Roberto Harari en una entrevista que apareciera publicada en La nave, "el mito del origen del protopadre estaba en marcha, esto de que el lacanismo empezó solamente a partir de un padre y nada más". Entonces, alimentemos el mito.
7) La fundación de la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1942 es inseparable de la estrategia de un grupo de médicos que luchan contra la hegemonía de la psiquiatría. Para ello se recurre a la medicina psicosomática que intenta reconstruir la ruptura de la unidad del saber, propia de la modernidad. Esa totalidad del saber excluye por igual a los filósofos con su conciencia y a los psiquiatras con su sistema nervioso y su inclinación por la farmacopea. Lo que no se explica por lo somático se explica por lo psíquico y de esa forma el saber se convierte en poder. En la década del ´60 el grupo de la APA estaba en su apogeo.
8) En 1964 Oscar Masotta lee en el Instituto Pichón Riviére de Psiquiatría Social su comunicación sobre Lacan y el inconsciente en los fundamentos de la filosofía. Empiezan a egresar las primeras camadas de psicólogos, que sobre el final de la carrera descubren con el título en la mano el valor de la estafa. Masotta se convierte en el héroe de los excluidos enseñando en los intersticios de la APA y la Universidad, nacen los famosos grupos de estudio.
9) Pero existen otros intentos heroicos de empezar a difundir la enseñanza de Lacan, vamos a citar uno entendiendo además que no es el único. En marzo del '71 Roberto Harari comienza el dictado de Psico-logía Gene-ral, que era una materia para alumnos del primer año de la carrera de psicología en la Universidad del Salvador. Por supuesto que quedaron cuestionados los conte-nidos tradicionales de la Psicología General, lo que se suele enseñar en relación con la percepción, la memoria, etc. Harari propone en ese momento hacer una epistemología histórico-produc-tiva con la base de algunos autores como Bachelard y Althusser, también Canguilhem, y por supuesto Lacan.
Entendemos que fue de las primerísimas cátedras donde se habló orgánicamente de psicoanálisis lacaniano. O sea, se intentó dar un enfoque psicoanalítico de conceptos generales a par-tir de respetar que era el momento en que los alumnos ini-ciaban la carrera. Harari hablaba también de los ámbitos de trabajo, pero centrán-dose fundamentalmente en la dimensión clínica, no sólo terapéutica. Se bus-caba trascender el tra-bajo clásico de la psicología que es, sobre todo, la cosa experi-mentalista. Se producen en el seno de la Universidad debates públicos con otras cátedras. En los prácticos se trabaja con la biografía de Althusser y el texto de Saúl Karsz, que ya en ese entonces era un pequeño clá-sico, llamado Lectura de Althusser, escrito por Karsz y otros. También se incluye un texto de Laplanche y Leclaire que a la postre se convertiría en un clásico: El inconsciente. Un estudio psicoanalí-tico.
Dice Harari que: El objeto de la operación del psicólogo es un texto epistemológico de esta época. En él teoriza desde la perspectiva de Althusser y realiza una fuerte crítica a Bleger, a la psicología de la conducta, al conductismo fenomenológico. El libro tiene, en el epílogo, un escrito de Althusser, porque Harari le escribe a Francia en-viándole el texto y aquel responde con una carta muy elogiosa, así que todo eso está publicado en la primera y la segunda edición del libro. Althusser destaca el tra-bajo que se hace con la cues-tión ideológica, la crítica al conductismo fenomenológico disfrazado de psicoanálisis.
10) En 1971, bajo la dirección de Oscar Masotta, Jorge Jinkis y Mario Levín, se publica el primer número de los Cuadernos Sigmund Freud dedicado a los temas de Jacques Lacan. Dice el sumario: Presentación del segundo "congreso" lacaniano, por Oscar Masotta. La metáfora según Jacques Lacan, por Oscar Steimberg. Una distinción tópica: el sujeto de la enunciación y el yo del discurso, por Jorge Jinkis. El destino del significante en el Complejo de Edipo, por Mario Levín. Observaciones sobre la noción de resistencia, por Arturo López Guerrero. Anotaciones para un psicoanálisis de E. Rodrigué, por Oscar Masotta. Reflexiones transemióticas sobre un bosquejo de proyecto de semiótica translingüística, por Oscar Masotta.
En 1972 Masotta invita a Buenos Aires a Maud y Octave Mannoni y el resultado de aquellos encuentros se plasma en los números 2/3 de los Cuadernos Sigmund Freud que incluía en su dirección además de Oscar Masotta, Jorge Jinkis y Mario Levín, a Héctor Yankelevich e Isidoro Vegh. Una de las cuestiones candentes trabajadas es el tema de la técnica es decir el quehacer del analista. No dejaba de estar presente en el pensamiento de Masotta la idea de que el psicoanálisis podría convertirse en savoir faire de la política.
Recordemos que en este año se produce una de las mayores divisiones de la APA. Dice Masotta en los Cuadernos: "nada tenemos que oponer al proceso iniciado por el desprendimiento de Documento y Plataforma. Si no nos encontramos entre quienes la política descubrió un día, tampoco nos situamos entre quienes se anticipan en la crítica". Insistimos en la idea de que Masotta no era un indiferente a la política, sucede que intentaba entender de qué forma el psicoanálisis podría convertirse en una manera diferente de hacer la política.
En 1973 el Instituto Goethe y la Asociación Científico Argentino-Alemana invitan a Cuadernos Sigmund Freud a participar en la celebración de la figura d e Freud: los trabajos producidos por Masotta y sus discípulos son expuestos en el aula magna de la facultad de medicina de la UBA entre el 28 de setiembre y el 13 de octubre y son publicados dos años más tarde en el número 4 de los Cuadernos.
11) El mismo año se publica un conjunto de textos bajo el título El rol del psicólogo. Un escrito de Beatriz Grego e Irene Kaumann sostiene:
Ahora bien, en el momento actual, por primera vez la APA no lidera el movimiento de introducción de una nueva posición teórica que se impone masivamente: el psicoanálisis francés. Este viene liderado en Buenos Aires por Oscar Masotta, un filósofo ajeno a la APA y a la carrera de psicología, que fue seguido por psicólogos, lo que posibilitó que esa línea teórica se impusiera. Este hecho nos parece ser un fuerte índice de la pérdida de liderazgo por parte de la APA. Entendemos que de no haber mediado esta pérdida, de haber continuado el reinado hegemónico de la APA en la psicología del país, los renunciantes a esta institución hubieran luchado por sus posiciones políticas dentro de la misma APA en lugar de renuncia a ella. Los psicólogos se reúnen ahora alrededor de otro líder, transgresor él mismo. Se definen como "hiperpensantes". ¿Pensarán por cuenta propia o reproducirán el psicoanálisis francés con alta fidelidad? De todos modos, la relación especular psicólogo-psicoanalista está rota. El pacto fue roto por los psicólogos.
12) Los grupos de investigación, la convocatoria, la producción de textos, las traducciones dan cuenta de una transferencia a los textos, de una tarea semiológica de la lengua; es decir, el punto donde la letra connota en la realidad produciendo efectos. La fundación de la EFBA es el devenir de la fuerza instituyente de un discurso que se materializa en la institución. Pero cuando el discurso instituye hace signo, el signo siempre es institucional, sólo existe para un número determinado de usuarios. ¿Cuál sería a partir de la fundación de la EFBA- el lugar de los Cuadernos Sigmund Freud ? Pregunta que no parece ociosa si tenemos en cuenta que para ese entonces ya teníamos el caso bastante contundente de la revista de la Asociación Psicoanalítica Argentina que funcionaba como órgano de la institución.
A partir de allí y hasta la actualidad no existe prácticamente institución que no se haya dotado de un servicio de comunicación que emite sobre ella misma y sus miembros y sus actividades un mensaje cargado de virtuosismo. Si hoy la cuestión de la ética está en el epicentro de las preocupaciones del periodismo es porque no se debiera confundir la comunicación en la que cabalgan las relaciones públicas, con la información.
13) En 1977 Roberto Harari funda Mayéutica junto con Marisa Punta y Ricardo Rodulfo. Por otra parte, Carlos Pérez, Juan Yaría, Frizzera, Kuri y Mosner todos ellos ex docentes universitarios fundan el Círculo Freudiano.
14) Las Primeras y Segundas Jornadas sobre la institución psicoanalítica lle-vadas a cabo en la EFBA en diciembre de 1976 y junio de 1977 denunciaban hacia dónde apuntaba la reflexión de sus miembros en aquel momento: el análisis didác-tico, la enseñanza del psicoanálisis, la supervisión y fundamentalmente el tema de los grados y jerarquías en el ámbito de la institución empujan a sus miembros a la pregunta epistemológicamente equivocada acerca de ¿cómo se autoriza un analista?.
Es que si veinte años antes en el momento de la creación de la carrera de psicología se intentaba hacer converger a la psiquiatría, la filosofía y el psicoanálisis tratando de organizar los avatares de una ciencia que no existía y los dislates que producía su promoción. Ahora más que nunca era necesario que divergieran, porque el psicoanálisis se convertía en la posibilidad de una lucrativa profesión y hacia ella se dirigían todos aquellos que con el título de psicólogo en la mano no habían encontrado en el mercado laboral una respuesta acorde a sus expectativas. Los psicólogos imaginaron que ser psicoanalista era finalmente una manera de ser en el mundo; o por lo menos, una manera de ser en la Argentina. Mientras los psicólogos fantaseaban, los psicoanalistas (médicos) encontraron en los psicólogos primero, y luego en la Universidad, un mercado cautivo. ¿Cuál sería el fundamento en el que se apoyaban Greco y Kaumann para suponer que en algún momento haya existido una relación especular entre el psicólogo y el psicoanalista?
Los psicoanalistas supusieron que el ámbito propio del psicoanálisis era la cura analítica, la supervisión y la forma-ción, por supuesto la que se reali-zaba en las escuelas de psicoanálisis. Esto delimita geográficamente un adentro y un afuera del ámbito. A partir de allí, los analistas empiezan a encaminarse a la Universidad, porque los lacanianos no podían reproducir la estructura verticalista de la APA, surgen entonces las necesidades de un mercado que se libaniza . Por lo tanto, no existía necesidad de legalizar, de teorizar, este movimiento hacia la Univer-sidad, no existía la necesidad de pensarlo como psicoanálisis en extensión. Los fines jus-tificaban los medios. El psicoanalista tenía un grado y al salir del ám-bito estrictamente analítico, veía que podía uti-lizarlo como una jerarquía, desde allí ejercía un poder. Se demandaba a los alumnos que empezaran grupos de estudios. Hablamos de demanda porque se les decía muy puntualmente que la psicología no existía, que la verdadera formación era la psicoana-lítica. Lo que decían no era del todo falso, pero lo decían habiendo aceptado que tenían que enseñar psicología.
Hubo analistas, seguramente los sigue habiendo, que en la Universidad se definían ante los alumnos como psicoanalistas; por ello, no se consideraban trabajadores de la educación. Y cuando hubo huelgas sostuvieron que -por lo antes referido- no podían plegarse a ningún tipo de medida de fuerza. Nuevamente, la idea del analista apolítico, como dice Roberto Harari "un alma bella". ¿Acaso estos psicoanalistas ignoraban que fueron demandados por la Universidad para que ejercieran sus funciones como docentes? ¿No existía un contrato -que debían haber aceptado- donde constaba que de-sempeñaban un cargo por el que cobraban un sueldo?
Esto que sucedió fue gravísimo. Tendríamos que em-pezar a teorizar este desplazamiento de los psicoanalistas a la Universidad. Al teorizar el psicoanálisis en extensión, se puede pensar la Universidad como un ámbito hacia el cual el psicoanálisis puede hacerse ex-tensivo, entonces ya no se puede hacer cualquier cosa, porque el ámbito de la Univer-sidad no deja de exigir una teorización acerca de lo que se realiza en ella. El problema de la ética, ¿no?
15) Masotta se va de la Argentina, al parecer corrido por el terrorismo de Estado y moriría sin volver a ella el 13 de septiembre de 1979. No llega a cumplir cincuenta años; es decir que muere joven. Recordemos que para que un ídolo entre en el panteón de los dioses debe morir joven, o trágicamente como Gardel, el Che, o Evita. Luego de cinco años de haber sido fundada la Escuela deviene institución, el lazo social debe haber derivado peligrosamente hacia la formación de masas. Cuando Masotta muere, sus seguidores no dejaron de lado la disputa frente a los estrados judiciales que determinaron que Isidoro Vegh era el heredero legal del nombre de la Escuela Freudiana de Buenos Aires como así también el de los Cuadernos Sigmund Freud. Al haber quedado del mismo lado institución y revista, ésta se convierte trágicamente en órgano de aquella, es allí donde la letra hace signo.
16) El grupo escindido Germán García, Jorge Jinkis, Sara Glasman- optó por bautizar como de la Argentina a su Escuela Freudiana y le dio a su publicación el nombre de Cuadernos de Psicoanálisis. Más tarde Germán García fundaría la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis y Jorge Jinkis y Sara Glasman deciden quedar al margen de las instituciones y arrogándose el papel de fiscales del psicoanálisis, deciden utilizar su revista Conjetural para expedirse sobre cuestiones teóricas y también empiezan a incursionar en las relativas a la política. Dos fundadores más de la EFBA, Javier Aramburu y Juan Carlos Cosentino, quedan al frente del Seminario Lacaniano. Oscar Sawicke y Jorge Chamorro lo hacen con el Simposio.
17) A raíz de que se acaban de cumplir los veinte años de su desaparición física leemos sobre homenajes que se terminan volviendo patéticos. A la hora de concluir cuál fue verdaderamente el efecto Masotta se lo termina calificando como "El bohemio que inventó el happening" (diario LA RAZON en el transporte Martes 14 de setiembre de 1999). Aparece inclusive una fotografía de Oscar que dice: "gentileza Germán García". ¿Avalará el discípulo de Masotta los conceptos proferidos sobre su maestro?
18) ¿Cómo ubicar correctamente la influencia que Masotta produjo en la cultura, más allá del mito, que parece seguir siendo lucrativo para algunos? Entendemos que lo que Masotta llevó a cabo se inscribe perfectamente en lo que dio en llamarse cultura de masas. Los procesos políticos, sociales y culturales que se empezaban a desarrollar en nuestro país, en la segunda mitad del siglo crearon las condiciones sociales políticas e ideológicas para que se desarrollara el requerimiento de extender no sólo derechos ciudadanos, sino también determinados bienes culturales a sectores más vastos de la población, aunque al mismo tiempo, resultara que la ampliación del mercado de los ciudadanos fuera utilizada como vía de promoción del consumo masivo.
Entendemos que Masotta es posmoderno porque viene de una fragmentación y multiplicidad de saberes propio de la modernidad. Recordemos que alrededor del mil quinientos se había producido una ruptura en lo que se conoce como unidad del saber, hasta ese entonces todo tipo de conocimientos se subordinaba a una reflexión global y ese conocimiento tomaba el nombre de filosofía; pero, a partir de la modernidad el hombre comienza a conocer sin preguntarse ni por la totalidad del conocimiento, ni por los fundamentos y esto en aras de lograr un poder inédito hasta ese entonces que le permitiera transformar el mundo. Saber es poder es un leit motiv que se origina en la modernidad.
Esta idea de que la filosofía es una reflexión global que subordina todo tipo de conocimientos es la que seguramente- empuja a que Greco y Kaumann hablen de Masotta como filósofo. A mediados de los ´50, Oscar Masotta frecuentaba las aulas de la facultad de filosofía y letras, pero su bohemia según los biógrafos- existencialista no le permitió ni siquiera terminar el primer año de la carrera. Prefería los cafés de la zona y la librería Galatea, donde compraba ejemplares de Les Temps Moderns, la revista que dirigían Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir.
Masotta filósofo dicen Greco y Kaumann; pero también líder y transgresor. Masotta podía explicar la fenomenología por sus lecturas de Merleau-Ponty y Jean Paul Sartre, el estructuralismo por su conocimiento de Lévi-Strauss, la literatura, la historieta, el arte pop. Por su condición de transgresor no había sido capturado ni por la Universidad, ni por el psicoanálisis (la cura analítica); tampoco queda fascinado por todas aquellas lecturas que había realizado. De allí que Masotta no devenga filósofo; pero, tampoco se torna analista.
Si la condición del analista es sobre todo haber sido un analizante convengamos que el aporte de Masotta debe ser ubicado en un lugar distinto al que pretenden ubicarlo los aduladores. Tal vez su gran aporte haya sido la lectura del psicoanálisis; pero, por sobre todo, la forma en que el psicoanálisis se entrecruza con la literatura. Masotta a la manera del filósofo clásico puede emparentar los conocimientos con los fundamentos; pero, luego tiene la lucidez de no sumarlos eclécticamente porque esa ha sido desde siempre la aspiración del discurso universitario. Masotta, en cambio, coteja esos saberes, los revisa, los enfrenta, utiliza los elementos de uno para investigar al otro y viceversa, en ese sentido es kantiano. Nos queda pendiente desarrollar en qué medida el kantismo es antifilosófico.
19) El acto por el cual se intenta transmitir -a través de una revista de psicoanálisis- datos, informaciones y opiniones se lo denomina: acto informativo y forma parte de una relación más extensa y duradera compuesta por derechos y obligaciones en virtud de lo cual dicho acto de informar puede llegar a volverse de índole jurídica.
Tanto la realidad cotidiana como las investigaciones realizadas en el campo de las ciencias de la comunicación permiten aseverar que el sujeto que recibe la información no puede quedar reducido a ser meramente un agente pasivo de la relación informativa. El proceso de lectura entrelíneas, la interpretación, etc. hacen que el lector de un artículo o ensayo desmienta la concepción de mero receptor. Más aún cuando al tratarse de una revista científica o meta científica el lector se halla inserto en una comunidad de ideas en la que recicla sus informaciones y de éste modo ambiciona participar activamente. Roland Barthes en una postura absolutamente radical sostiene que es el lector quien a través de lo que lee, entiende, subraya, etc, produce una escritura.
20) El llamado derecho a la información guarda estrecha relación con otros principios considerados como inherentes a la personalidad del hombre: la libertad de opinión, de expresión y de prensa; pero, en rigor estos principios no son idénticos entre sí, menos aún equivalen al derecho a la información en la medida que éste es mucho más amplio y resulta de un proceso de evolución histórica y jurídica de escasa difusión en nuestro medio y tal vez en el mundo.
El derecho universal a la información es el resultado de un devenir histórico que comienza por reconocer derechos a quienes son propietarios de las estructuras informativas, luego a quienes trabajan bajo la dependencia de aquellos y, finalmente, a todos los hombres
Sucede que en nuestro país las revistas de psicoanálisis se conformaron como órganos de difusión de la institución. Las instituciones tomaron el lugar de la estructura informativa y los psicoanalistas que escribían en ellas terminan siendo a la postre- los mismos dueños de esas estructuras. Los Cuadernos Sigmund Freud, los Cuadernos de Psicoanálisis, Conjetural; más tarde Descartes, son algunos de los nombres de revistas que dieron rienda suelta a la libertad de expresión de sus responsables y autores; pero desconocieron olímpicamente los derechos del informado. Existen excepciones, aunque hoy no sean nuestra tema.
Si la libertad de prensa; es decir, la libertad de publicar las ideas, se circunscribe en una libertad para los que escriben en ellas y finalmente en una libertad para los que dirigen y controlan esas organizaciones informativas, se produce una interrupción en el devenir hacia el derecho de la información entendido como un derecho no sólo de los dueños de los medios, o de quien escribe en ellos, sino de todos los ciudadanos.
En el caso de las revistas de psicoanálisis, el derecho de los informados quedó limitado a que los lectores pudieran comprar o no la revista, que de esa forma terminó siendo leída sólo por los que compartían la ideología, la teoría o el ámbito de la escuela. Sucede que una voz única no informa sino que comunica, y al abusar del monopolio de hecho o derecho, termina propagandizando; corta aspiración para revistas que se enorgullecían (o se enorgullecen) de ser científicas, literarias, culturales, etc. Pero, para ser bien específico: no se trata de rechazar el espacio publicitario, sino de criticarlo en tanto aparezca metamorfoseado como informativo.
Al entender el derecho a la información como un plexo de facultades, el derecho de difundir por cualquier medio implica también el derecho a acceder a ellos. El derecho de rectificación o respuesta sería una forma de ejercer la libertad de prensa por el ciudadano común, por entender este derecho como vía de acceso a difundir sus informaciones. En el caso que nos ocupa sería haberle dado espacio informativo a todos aquellos que se criticaba, o con los cuales se disentía. No se utilizó un medio como ámbito desde el cual disentir. El disenso, en todo caso, se producía desde la trinchera propia, desde el propio medio; por lo tanto, se fue tornando imprescindible que cada institución contara con un órgano propio
21) Lacan sostiene que el hecho de que un mensaje sea retransmitido legitima su pertenencia a la dimensión del discurso y Masotta sabe que la discontinuidad del mensaje es efecto del poder propio de la modernidad, de un poder que se oculta en el saber y que termina manifestándose a través de la letra, de allí que Masotta haya decidido librar en ese escenario sus más grandes batallas.
Su célebre ensayo Psicoanálisis y estructuralismo publicado en Introducción a la lectura de Jacques Lacan es un encadenamiento donde Lacan recrea a Benveniste que recrea Karl von Frisch que recrea. Ese juego de espejos borgeanos que se enfrentan, se reflejan al infinito y se distorsionan produciendo al final del escrito un resultado original que nos permite entender que si desde el punto de vista fenomenológico la comunicación se profiere de individuo a individuo, esta lectura no debe obstaculizar el concepto estructural del lenguaje: que éste es un patrimonio social; es decir, de todos y vital: en el lenguaje nos va la vida.
Masotta propone la escritura; sin embargo, su propuesta no queda meramente en el terreno de lo moral, aquí sí él parece dispuesto a padecer lo mismo que propone. Escribe en Sexo y traición en Roberto Arlt:
Habrá entonces que comenzar por el comienzo. Y si uno se quiere escritor el comienzo es su primer libro. "Todo" comienza entonces a los veintiún años. Yo llenaba entonces, y trabajosamente, las hojas de un grueso cuaderno "Avón" mientras que, manipuleando palabras, hacía una cierta experiencia del mundo, a cuyo sentido o contenido llamaré de esta manera: lo siniestro. Esto significa: que quería ser escritor y que cuando intentaba hacerlo encontraba que no conocía el nombre de las cosas. Que no conocía ninguna palabra, por ejemplo que sirviera para distinguir el estilo a que pertenecía un mueble. Y tampoco conocía el nombre de las partes de un edificio. Si el personaje de mi novela bajaba por una escalera, y apoyaba la mano mientras lo hacía, ¿dónde la apoyaba? ¿En la "baranda", o en la "barandilla"? Y si el personaje miraba a través de un balcón, ¿cómo nombrar a los "travesaños" del balcón? Travesaños, simplemente. O tal vez "barrotes". Pero me perdía entonces en el sonido material de las palabras y me parecía grotesco y desmesurado llamar, por ejemplo, "barrotes" a esos "travesaños". Y si me decidía por la palabra "travesaños" me parecía de pronto pobremente descriptiva para contentarme con ella. Si mi personaje debía caminar por la calle, y creía imprescindible envolverlo en la atmósfera propia de un determinado momento del día, había que decir que caminaba bajo los árboles. ¿Pero qué árboles? ¿"Pitas" o "cipreses"? ¿Se dan cuenta de la locura? Lo siniestro era el descubrimiento de aquel idiotismo. Yo, seguramente un idiota mental, pretendía escribir. Tenía miedo.
El escrito recrea la imposibilidad de representar la realidad a través del símbolo. La falta de simbolización es aquello de lo cual Masotta parece hacerse cargo. La cita transcripta es el mejor ejemplo de la constitución del símbolo derrotado.
22) La problemática de la teoría de la praxis le preocupaba a Marx, en el sentido de cómo puede hacerse práctica la teoría especulativa de Hegel. Ya en sus ensayos de 1843 Marx postula una derivación de la crítica hacia otro tipo de práctica: la revolución,. Pero con eso no quiso decir que la práctica crítico-filosófica debía ser sustituida por una práctica revolucionaria, sino que la crítica filosófica se tenía que convertir de suyo en una revolución.
Por otra parte, la teoría chomskiana pretende estar en condiciones de dar cuenta de la creatividad lingüística, lo cual supone que se haga referencia a la productividad real, al proceso empírico e histórico del uso humano del lenguaje.
23) Concluimos pues que el efecto Masotta es un singular anudamiento entre:
a) el discurso político marxista, que es una respuesta acerca de cómo de trasladar la teoría al campo de la práctica;
b) la semiología, en el sentido de que la lingüística masottiana no sólo se ocupa de los significados, su uso denotativo; sino y, fundamentalmente, la forma en que connotan en la realidad. En esta línea de ideas Masotta es más semiólogo que lingüista;
c) la literatura. Masotta aspiraba a ser escritor pero la ficción se le resistía, la escritura aparece en un lugar muy distinto al saber y se le torna un problema. Entonces, encuentra un híbrido entre la autobiografía, esa capacidad natural que parece tener para la exposición, y la crítica. Su escritura también es histérica, su mentor nece-sitó fingir que el ensayo que quería escribir ya estaba (mal) es-crito por el Otro, que se suele encarnar en otro, llámese Rodrigué, Liberman, Verón, o Sebreli, y su tarea o su misión era advertir, aclarar, comentar, anotar, desconstruir ese texto aludido;
d) el psicoanálisis plantea la idea de falta; la cual, entendida en términos teóricos, aparece denominada como castración y muerte. En el campo de la cotidianidad de Masotta, la falta se escenifica como enfermedad. Lo que no pudo la enseñanza, ni la cura analítica, lo consiguió la escritura, a través de ella no sólo consigue estabilizarse emocionalmente, sino que a la postre logra inventarse a sí mismo.
24) Hemos tratado de argumentar la crítica de Masotta, sucede que la noción de "crítica" ha sido vulgarizada y hoy se la piensa a partir de un cierto maniqueísmo: se critica lo malo, lo que no sirve, etc. Nuestra idea de crítica está mucho más cerca de la forma en que la entiende Roland Barthes: un ejercicio de lectura. Decíamos, entonces, que hemos criticado y entendemos que con algunos fundamentos de peso, esto significa también que hemos querido hacer su elogio. Claro que Masotta no ha sido el protopadre del lacanismo en la Argentina. Pero, donde sí nos parece que puede ser rastreado el efecto Masotta es en la forma en que impacta su crítica en un discurso hegemónico. En un momento donde los médicos, fieles ha ese deseo tan humano que es el de querer transmitir a otros los propios conocimientos, comienzan una enseñanza estéril, ya que los egresados de la Universidad se encuentran que por el lado de la psicología no existen incumbencias profesionales y los que pretenden volcarse al psicoanálisis chocan con la APA, que era la que controlaba el saber y el título habilitarte. La hegemonía se materializaba como dice Eliseo Verón en una estructura de superficie que abarcaba Textos, Acción y Objetos. Masotta no opera en ese nivel de superficie sino que ataca las estructuras profundas que son aquellas que sostienen la ideología. Lo consigue a través del símbolo derrotado que abre una brecha al significante, que aquí sí podría ser entendido como la palabra que hace surco en la realidad.
25) En Argentina, la introducción del derecho a la información como derecho positivo se realiza a través del Pacto de San José de Costa Rica (Convención Americana de Derechos Humanos) que se aprobó por ley 23.054 en marzo de 1984. Dice su artículo 13º:
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones y opiniones de toda índole, sin consideración de fronteras ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección
Si hoy podemos seguir luchando por estas libertades no es por la lectura de la ley, sino por haberlo podido entender a través de por ejemplo- un escrito de Masotta de 1970, ¡donde nos contaba sobre las abejas! En ese sentido, y en rigor, deberíamos pensar si este trabajo no debería estar en los fundamentos del Pacto de San José de Costa Rica. El Pacto torna legal algo que en algún momento hubo que legitimar agujereando el discurso hegemónico y allí estaba Oscar Masotta. ¿Cómo puede ser que la ficción cave tan profundo en el discurso hegemónico?
Bibliografía consultada
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