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Seminario
Posición del inconsciente

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 1
De las circunstancias y la causación del sujeto


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Voy a denominar a esta primera clase "Clase de circunstancias" y, durante el transcurso de la misma, intentaré justificar su título.

En primer lugar, dado que forma parte de nuestras circunstancias, quería recordar junto con Ustedes a Mario Fischman (creo que todos ya saben de su muy reciente fallecimiento), Profesor de este Postgrado, compañero y amigo mío. Trabajando, seguramente rindamos el mejor homenaje que su memoria requiere.

Este curso tiene, como evaluación, sólo un trabajo monográfico. La evaluación va a ser para todos aquellos que quieran certificar el curso completo. Se trata de una monografía de cinco a diez páginas de extensión, para cuya entrega disponen de un año completo –o sea, hasta fin del año que viene–, sobre cualquier tema de vuestro interés que articule, al menos, un punto de lo que hayamos desarrollado durante el año.

La duración del curso –aquellos que ya han trabajado conmigo lo saben– es imprevisible. Concluirá, aproximadamente, hacia fin de año. Sería ‘piola’ que terminara antes de Navidad, pero quizás se extienda un poco más allá. Este año va a ser difícil que yo haga gambeta de terminar de otra manera, porque a mí, francamente, me gustaría comentar el último párrafo e incluso el agregado del ‘66. Así que iremos graduando nuestro trabajo.

La modalidad de trabajo para este año será la del "comentario": comentaré párrafo por párrafo, renglón por renglón, palabra por palabra de la versión castellana, porque a mí me da mucho trabajo y no me es fácil traducir directamente del francés, mientras voy leyendo en voz alta. Pero aunque sea muy ‘hincha’, de todos modos tendremos que hacerlo porque si no, el comentario del texto se hace imposible. El texto que vamos a comentar es el de Lacan, no el de su traductor. O sea, lamentablemente, vamos a tener que ir haciendo todas las correcciones de traducción que hicieran falta. Toda esta semana ‘me maté’ estudiando un párrafo y resultó ser que Lacan decía, en francés, otra cosa. No sé cómo no me di cuenta, porque leía uno y otro. Pero, en realidad, no lograba entender la traducción castellana: el texto de Lacan, en francés, era otro. Las diferencias entre la traducción y el original son enormes. Si Ustedes no comprenden lo que Lacan dice, lo primero que tienen que hacer, obviamente, es pensar si entienden todas las palabras que él usa, o sea, recurrir al diccionario y demás; si no, ¿cómo van a adivinar lo que tienen que entender..? Pero, además, lo otro que tienen que hacer es preguntarse si es eso lo que Lacan dijo, o si dijo otra cosa. Y les advierto que no se trata de meros matices, no es que la traducción elige una acepción de una palabra y que uno prefiera más, otra. No, es que... ¡no ‘le pega’ ni remotamente! Esto es, "La Capital de Argentina: Río de Janeiro"... ¡Nada que ver! No sé cómo es. Creo que el traductor ni siquiera buscó en el diccionario común francés-castellano... El problema no es francés-francés, ni se trata de un problema de acepciones. Tendremos que tenerlo en cuenta aunque sea muy ‘hincha-pelotas’, porque si no, no entenderemos el texto.

No ‘me avivé’ de hacerlo para hoy, pero para la próxima reunión voy a traerles quince o veinte fotocopias de «Posición del Inconsciente» del original, en francés. Para los que saben francés, no hay ningún problema. Y, para los que no lo saben, tampoco hay ningún problema: lo ponen uno al lado del otro, es un trabajo yuxtalineal. Cuando aparece esa palabra que no entienden, no es tan difícil porque tiene la misma estructura gramatical; buscan el equivalente francés, en un diccionario ‘berreta’ francés-castellano. Haciendo así, van a encontrar un montón de problemas que se disuelven, porque son problemas de traducción —la última traducción, que es corregida, es francamente pésima...

 

Voy a proponerles dos cosas con respecto a «Posición del Inconsciente» –que intentaré justificar, al menos como argumentos iniciales– que, según creo, después de recorrido todo nuestro año de trabajo, serán aceptadas por Ustedes. En primer lugar, que «Posición del Inconsciente» es un escrito de "circunstancias". Lo cual Ustedes no pueden entender porque está mal traducido. Si estuviera bien traducido, todos sabrían que es exactamente así: de circunstancias. Vamos a ver cuáles son estas circunstancias, y cuál es la posición que toma Lacan respecto a ellas.

En segundo lugar, voy a intentar demostrar que el tema sobre el que gira «Posición del Inconsciente» es la causación del sujeto. Así, pues, ésos serán nuestros temas.

Habrán visto, en la bibliografía, que traté de preparar rápidamente lo que yo tenía, así, seguro, para que hoy trabajáramos juntos. La bibliografía es muy escueta. Ni siquiera pude terminar de decidir, para hoy, qué voy a proponerles de Hume, qué tiene que ir, qué trabajó sobre la causa, que cita hace Lacan de él, etc.

Cada viernes, iré agregando la bibliografía que convenga. Pero se habrán dado cuenta de que, en la que ya tienen, lo que hace eje es el problema de la causa. Y ése va a ser nuestro tema. Vamos a dedicar varios viernes para rompernos la cabeza con la teoría de la causa. Es un problema complejo, con muchas fuentes filosóficas, muchos problemas para la Ciencia. Tendremos que hacerlo. Y me da la impresión de que si lo hacemos –y si lo hacemos bien–, todos vamos a salir muy contentos, porque todos tenemos la sensación de que es un tema central en la enseñanza de Lacan.

¿Cuáles son, entonces, las "circunstancias" de «Posición del Inconsciente»?

Si leyeron aunque más no sea el agregado del ‘66, que está antes del texto, saben que se refiere a un escrito hecho por Lacan a pedido de Henri Ey, en función de las intervenciones que él había hecho en el Congreso de Bonneval (Henri Ey tenía un servicio en el Hospital de Bonneval), del 30 de octubre al 2 de noviembre del ’60, cuyo tema fue "El inconsciente freudiano". Y, desde ya, les propongo que «inconsciente freudiano», para nosotros, va a convertirse en un sintagma: o sea que es cuando las partes que constituyen esa oración, en esa oración, van juntas. Si yo les dijese a Ustedes: "¡Más vale pájaro en...", Ustedes dirían: "..mano!". Porque la lengua no sólo nos aporta significantes y relaciones entre significantes y significados, sino que también nos aporta clisés de relaciones entre significantes ya establecidos. Y es muy importante tener en cuenta que esto es un aporte del Otro, porque muchas interpretaciones e intervenciones del analista se hacen sobre esta base —sobre articulaciones ya dadas en un tiempo anterior, por el Otro, al sujeto. O sea, hay un uso de «inconsciente» que va asociado a «freudiano». Hay un inconsciente que es freudiano. Entonces, lo primero que hay que establecer cuando se habla de inconsciente, es si se trata del «inconsciente freudiano», o no. Hay otros, y no tienen nada que ver con éste; y hay otros que sí tienen que ver con éste.

Parte de aquel problema es ya el título mismo que Henri Ey dio a este Congreso. Allí tuvieron lugar las exposiciones de Laplanche y de Leclaire –por entonces, alumnos de Lacan–, e intervenciones de Lacan. Esto fue en el ‘60. Y sobre sus intervenciones, Lacan redactó este escrito en marzo del ‘64.

Ubiquémonos un poquito: octubre del ’60. Momento en que Lacan está dictando el Seminario 7, que es el año lectivo ’59-’60. En abril del ’60, Lacan produce la intervención sobre la exposición de Perelman, "El ideal de racionalidad y la regla de justicia en la Sociedad Francesa de Filosofía", que terminó llamándose «La metáfora del sujeto». En septiembre del ‘60, "Las ideas directrices para un Congreso sobre la sexualidad femenina". Aquellos de Ustedes que hayan podido leer, para hoy, «Posición del Inconsciente», habrán notado que Lacan incrusta esa cuestión sobre la sexualidad femenina. Y uno se pregunta: ¿qué hace esto acá? Vieron que, en las primeras páginas, se incrustan esos problemas respecto de que la sexualidad femenina se regula, según los psicoanalistas yanquis, en relación a los ideales del sexo. Es que Lacan, en el mismo momento, tiene una posición tomada sobre cómo concebir y plantear la sexualidad femenina. Esto es un coloquio internacional de psicoanálisis, realizado en Ámsterdam, en septiembre de 1960.

Y en otro coloquio filosófico es donde Lacan pronuncia «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano» —de vuelta, tenemos «inconsciente freudiano». Ven cómo empieza a repercutir esto como una designación: hay algo que se llama "inconsciente freudiano".

Pero creo que son todavía más determinantes las circunstancias correspondientes a marzo del ’64, momento en que Lacan redacta «Posición del Inconsciente». Durante ese mismo año, se despliega el Seminario 11 que, a diferencia de casi todos los otros seminarios, no corresponde a un típico año lectivo francés, que toma la mitad de un año y la mitad del siguiente. Es, exclusivamente, del ‘64. Eso tiene que ver con lo que sucedió en la última mitad del ‘63. El 13 de octubre del ‘63, la Comisión de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis excluye a Lacan de la lista de didactas. Esta exclusión fue ratificada por la Asamblea de Socios de la Sociedad de Psicoanálisis, el 19 de noviembre del ‘63. Esta ratificación, sesgó la propuesta de la IPA: su enseñanza y su práctica analítica se considerarían, para la formación de analistas, como "nula para siempre". Lo que más llama la atención de Lacan, es este "para siempre": ¿cómo podía ser que no se contemplase, dentro del seno del discurso analítico, la posibilidad que permitiese a Lacan volver a entrar dentro de los cánones o los protocolos que regían?

Al día siguiente, el 20 de noviembre, Lacan dicta la primera clase de su seminario «Los Nombres del Padre» que, si se hubiese dictado en su totalidad, el período lectivo habría sido el correspondiente al ‘63-‘64. Pero Lacan lo interrumpe.

Si Ustedes leen «Disolución, Excomunión...», ese libro que sacó Manantial, de Jacques-Alain Miller, «Escisión..», van a tener, día por día, cómo esos sucesos fueron aconteciendo. Ahí, Lacan se retira un poco de escena. Empieza a dejar de ir a las reuniones de la Sociedad para no producir polarizaciones que promuevan rivalidades inútiles. Sale de escena y vuelve el 15 de enero de 1964 con la primera clase del seminario 11. No sé si Ustedes habrán visto –por la presentación que Lacan hace de esa clase– que Lacan, ahí, invitó a un montón de gente. Porque dio un franco alcance de fundar algo en esa primera clase a la que asisten Henri Ey –con quien Lacan ya no tenía nada que ver– y Dolto. Había gente con quien ya Lacan no tenía nada que ver. Pero pidió que fueran para que avalaran, seguramente, su enseñanza, ya que ella había quedado sin el aval de la Sociedad Internacional de Psicoanalistas y de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, a las que él pertenecía.

Lacan llama «Excomunión» a esa primera clase del Seminario 11. Y digo que Lacan la "llama" porque el Seminario 11 es el primero en ser publicado, con el trabajo realizado por Miller. Y fue, de hecho, realizado en vida de Lacan —salió publicado en 1973. Lacan murió varios años después. Así que ese seminario salió en una época de gran trabajo de Lacan, cuyas clases llevaron títulos propuestos por él o, lo que es lo mismo, avalados por él. No así en los seminarios publicados después de su fallecimiento, cuyas clases llevan títulos que corren por cuenta de Miller, que no tienen el aval de Lacan, aunque, en la herencia, Lacan haya dejado a Miller los derechos de publicación de los seminarios. Con lo cual, Lacan habrá calculado que lo que hiciese Miller, aun después de su muerte, tendría su aval. Es un problema. Pero así está la cosa.

La clase siguiente a «La Excomunión», la del 22 de enero, se llama «El Inconsciente freudiano y el nuestro». Otra vez, el mismo sintagma. Pero, ¡atención!, no es "el inconsciente", porque ya no es "el inconsciente de Lacan", sino «El inconsciente freudiano y el nuestro». Saben que muchos autores, por cuestión de estilo, hablan en primera persona del plural cuando, en sentido estricto, correspondería la primera persona del singular. En realidad, debería ser «El inconsciente freudiano y el mío». Pero, por estilo expositivo, Lacan utiliza la primera persona del plural para referirse a sí mismo.

En febrero del ’64, tenemos la clase intitulada «Tyché y Automaton» que, como saben, trata sobre la causa, y tal como es desarrollada por Aristóteles. Y, en marzo de ese mismo año, la redacción de «Posición del Inconsciente». Con lo cual, no creo que se nos pueda escapar, a ninguno, que todas estas "circunstancias" están implicadas en el contenido de la redacción de ese texto.

Esto es así, indudablemente, porque Lacan lo dice. Pero, además de eso, porque me da la impresión de que quienes comentan «Posición del Inconsciente» no acentúan que es un escrito de circunstancias. Más aun, porque entre el 7 y el 12 de enero de 1964, Lacan produce «Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista», respecto del cual, de vuelta, quisiera proponerles no perder de vista que toca un punto que es, precisamente, uno de los temas de nuestro curso: la pulsión. Entre los puntos que discutiremos a partir de «Posición del Inconsciente», desplegaremos bien los argumentos que nos permitan afirmar que no se trata del «inconsciente freudiano» lo que sostienen los psicoanalistas cuando, para sostener el inconsciente, refieren al instinto o a lo instintual, como dice Lacan. Si revisan un poquito las cosas que Ustedes sostienen y las que sostienen vuestros colegas psicoanalistas, verán que esto es exactamente así —hay muchísimos que sostienen la hipótesis del inconsciente porque, para ellos, eso implica tomar en cuenta lo instintual.

Por este mismo problema Lacan dice que «Posición del Inconsciente» "se continúa"; y, efectivamente, en los Escritos, se continúa porque el "Trieb" de Freud no tiene nada que ver, en absoluto, con el instinto o lo instintual. Y este problema se retoma y continúa en el escrito siguiente.

Como último dato anecdótico, les comento que en junio del ’64, Lacan produce el Acta de Fundación de la École Freudienne de Paris, que lleva por fecha el 21 de junio de 1964. De modo que éstas son las circunstancias. Me da la impresión de que no podemos dejar de tenerlas en cuenta. Y voy a intentar justificar el hecho de que no podemos dejar de tenerlas en cuenta. Creo que el solo título de "Posición del inconsciente" ya lo justifica. Porque para Lacan implica la "posición" que él –y cada uno de los que tienen injerencia– toma respecto de cada una de estas cuestiones. Y la posición que uno toma es con respecto a las "circunstancias".

Conozco «Posición del Inconsciente» casi de memoria. Lo leí ochenta y nueve mil veces para preparar este curso. Y otras ochenta y nueve mil veces, antes de ello, para ver si lograba entender algo, en estos últimos 15 años... Va a hacer falta que traigan el texto o, al menos unas fotocopias sencillas –que es tan cómodo "para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero" 1...– porque las citas y las referencias al texto van a ser constantes.

Así, aspiro a que lo conozcamos casi de memoria, de un modo tal que si, por ejemplo, les preguntase algo de la índole de si se dieron cuenta de que sólo hay, en él, un único término en griego, no los tomase por sorpresa y que todos lo reconocieran de inmediato... No importa, se lo planteo para la próxima reunión. Tienen que traerlo para la próxima. Pero, además, tienen que estar familiarizados con el texto porque vamos a ir de adelante para atrás, todo el tiempo, dado que tenemos que encontrar la trama que implica una lectura de este texto; es decir, no pasarle los ojos por encima, haciendo una lectura superficial.

Volvamos a ese único término griego. Lamentablemente, no sé casi nada de griego, pero tengo buenos diccionarios. Ese término, "", quiere decir "comunidad". Ese término que Lacan utiliza (un término griego salta a la vista pero, además, saben que cualquier escrito serio debe escribir todo término de otra lengua, en itálicas) es como un semáforo para el que lo lee: no solamente uno lo ve porque está escrito en griego –no está transliterado a letras latinas– sino que, para colmo, ¡está en itálicas! O sea, es francamente un semáforo... Está en la página 815 de la última edición de los Escritos. Voy a leérselo rápidamente. No voy, ahora, a comentar estos parrafitos que voy a tomar. Sólo voy a justificar las "circunstancias" de las que se trata, para que se arme todo el tema que vamos a trabajar durante el año. Hacia el pie de la página 815, Lacan dice:

«El ideal de autoridad al que se acopla el candidato a médico; la encuesta de opinión en la que se escabulle el mediador de los callejones sin salida relacionales; el meaning of meaning en que encuentra su coartada toda búsqueda; la fenomenología, cernidor que se ofrece a las alondras asadas del cielo: el abanico es amplio y la dispersión grande en el punto de partida de una obtusión ordenada».

No importa si no entienden nada...

«La resistencia, igual en su efecto de negar a pesar de Hegel y de Freud, desdicha de la conciencia y malestar de la civilización. Una [comunidad] de la subjetivación la subtiende,...».

Allí aparece esta palabra, una "comunidad" de subjetivación la subtiende, sostiene la resistencia, una "comunidad" sostiene la resistencia.

«...la cual objetiva las falsas evidencias del yo y desvía toda prueba de una certidumbre hacia su postergación».

Lo que Lacan quiere decir es que, si somos una comunidad, esto se sostiene por el hecho de que somos una comunidad objetivada en las falsas evidencias del yo: la multiplicidad de "Yo" y de "Tú" que sostenemos esto, y es sostenible porque se sostiene en una comunidad. A Lacan lo habían echado a patadas de una "comunidad" —la de analistas. "Echado a patadas" no es una forma graciosa de decirlo; no es que me gusta expresarme groseramente, sino que fue así: lo echaron a patadas de la comunidad de analistas.

No sé si Ustedes saben de la prenda que significó echar a Lacan. La Sociedad Francesa de Psicoanálisis sería aceptada como Sociedad integrante de la IPA, a condición de expulsar a Lacan, quien, irónicamente, era uno de sus cofundadores. O sea que los propios cofundadores de la Sociedad y muchos alumnos –entre ellos, alumnos, analizantes y supervisados de Lacan– firmaron echarlo a patadas para ser reconocidos oficialmente por la sociedad de analistas, por la "comunidad" de analistas. Ésa fue la prenda.

«(Que no nos opongan, ni a los marxistas ni a los católicos ni a los freudianos mismos, o pedimos que se pase lista)».

Que no se lo oponga a otras comunidades: la de los marxistas, católicos la de los freudianos mismos. Porque si no, Lacan va a pasar lista, uno por uno, para cuestionar a cada quien. ¿Entienden cuál es el problema? "Posición del inconsciente": qué "posición" tienen.

«Por eso sólo una enseñanza que quebranta esa , traza el camino del análisis que se intitula didáctico, puesto que los resultados de la experiencia se falsean por el sólo hecho de registrarse en esa ».

Por el solo hecho de que los efectos de la experiencia analítica se implican, como tales, en la comunidad, tienen el valor que tienen como testimonio de la práctica analítica. El problema es serio.

«Este aporte de doctrina tiene un nombre: es sencillamente el espíritu científico, que falta absolutamente en los lugares de reclutamiento de los analistas».

Es decir, Lacan dice que es en la comunidad de analistas donde más se sostienen las resistencias del Yo. E indica lo que falta en esta comunidad: el espíritu científico.

«Nuestra enseñanza es anatema por el hecho de que se inscribe en esa verdad».

Es verdad que es una enseñanza que se opone a la comunidad –lo echaron a patadas... – y, por otra parte, en relación al espíritu científico.

«La objeción que se ha hecho valer de su incidencia en la trasferencia de los analistas en formación dará a risa a los analistas futuros, si gracias a nosotros los hay todavía para quienes Freud existe».

Darán a risa los pretextos mediante los cuales Lacan fue expulsado de la comunidad, por lo que esto significaba de transferencia de los analistas en formación. Porque a Lacan se lo expulsó, como didacta, por el efecto negativo que su enseñanza producía en aquellos analistas que él formaba. Es esto lo que dará a risa, si llega a haber analistas, en el futuro, para quienes Freud existe. Estoy seguro y hasta lo apuesto –a pesar de que aún no los conozco bien a todos– que, para Ustedes, Freud existe. Si lo dijésemos de otra manera, ya no apostaría tanto. Por ejemplo, no apostaría tanto a que para todos Ustedes el psicoanálisis existe. Porque me imagino que más de uno de Ustedes debe estar asustado con eso de que "el psicoanálisis muere" o que murió (lo que antes se veía durante tanto tiempo anunciado en la revista de los diarios La Nación y Clarín). Me parece que eso, ahora, ha pasado al corazón de los propios analistas. Mi impresión es que muchos analistas, en este momento, temen, están asustados, sienten miedo por "la muerte del psicoanálisis". Por eso, no apostaría tanto a que para alguno de Ustedes el psicoanálisis existe. Hasta conozco gente que tiene, por esta idea, la fantasía de que no hay psicoanálisis en otro lugar del mundo que no sea Buenos Aires... ¡Es absolutamente falso! Hay un montón de analistas practicantes, en un montón de ciudades del mundo, en distintos continentes. Hay algunos que piensan que, psicoanálisis, sólo queda aquí, en Buenos Aires, en donde todavía hay algunos "dinosaurios" preocupados en esa vieja cosa que es el psicoanálisis...

Lacan dice que el hecho de su expulsión moverá a risa a los futuros analistas —si es que para ellos Freud todavía existe. Reconozcamos que –al menos, aquellos de Ustedes que tengan mi edad– , hasta Lacan, en Buenos Aires, Freud ya casi no existía. Prácticamente, ya no se lo leía. Se lo leía como lo que había dicho "ese viejo pequeño burgués de fines del siglo pasado, tan influenciado por los neurólogos de Viena"... Y el psicoanálisis había avanzado tanto, que hasta tuve que ‘bancarme’ 2 las ‘cargadas’ 3 del mismísimo Dr. García Badaraco, con quien trabajé muchos años, y quien fue dos veces presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (y hay que ser "alguien", en el psicoanálisis de Buenos Aires, para ser dos veces elegido, consecutivamente, presidente de la A.P.A). Siempre me ‘cargaba’ cuando me veía con la edición de Amorrortu, diciéndome: "¡¿Todavía andás con esas cosas?!"... No podía creer que yo aún leyera a Freud, cuando estaba "absolutamente perimido y muerto"; absolutamente, para todos los psicoanalistas "de mediano criterio y saber"... Es decir, ya había sido pasado y re-pasado por lo que había venido después de él.

O sea que, si Freud existe, es gracias a la enseñanza de Lacan. Pero parece ser que la enseñanza de Lacan no se lleva muy bien con la "comunidad"... Parece que la comunidad psicoanalítica no se lleva bien con la enseñanza que hace sostener, como existente, lo que Freud dijo.

«Pero lo que prueba es la ausencia de toda doctrina del psicoanálisis didáctico en sus relaciones con la afirmación del inconsciente».

La prueba que él da es que a él se lo echa, justamente, por el problema del didáctico. Y Lacan dice que, en relación al inconsciente, no hay teoría alguna del didáctico—lo cual es, en efecto, así. ¿Puede alguno de Ustedes decirme cuál es la lógica que se aplica en un psicoanálisis, que sea diferente de otro análisis, como es el didáctico? Hoy ya no se habla tanto del didáctico y, mucho menos aun entre lacanianos, del que ya quizás ni siquiera se acuerden... Pero en el ‘63 y el ‘64, la pregunta era: si para Ustedes el inconsciente es el inconsciente freudiano, ¿cuál es la lógica que soporta la existencia de un análisis didáctico? La idea es que, si hay un inconsciente –inconsciente freudiano–, ¿cómo se las arregla eso con la idea de que hay otro psicoanálisis, que es el didáctico? Si hay dos tipos de psicoanálisis, tiene que haber, al menos, dos tipos de inconsciente. Si se sostiene la existencia del inconsciente freudiano como una particularidad absoluta en la teoría del inconsciente, no se puede sostener la teoría del didáctico. No veo ningún motivo –pero no soy un especialista en el tema– para que nosotros no hagamos extensivo ese problema al del «pase» —esto es, cómo se resuelve la cuestión del «pase» en relación al inconsciente; si se articula, o no, a la noción de «inconsciente», etc.

El único término griego que Lacan introduce aquí, es el de "comunidad". Ven que él plantea la existencia del inconsciente freudiano en relación a la comunidad. Y su enseñanza se inscribe en oposición a la comunidad, como un lugar de resistencia yoica.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Suponte que, respecto del didáctico, se le pregunte a cada uno sobre qué teoría del inconsciente tiene, para sostenerlo (que no sea, claro, el argumento de la comunidad). Es un problema del hombre moderno: ¿quién puede, hoy en día, creerse el único en tener razón, siendo el único que lo afirma cuando todos se lo niegan? Problema típico del hombre moderno, que es el sujeto "light", el sujeto del consenso. Si quinientas personas dicen que sí, y sólo treinta dicen que no, entonces estos últimos "están locos" —hoy en día, lo decimos así. Es el problema del consenso comunitario. ¿Cómo entendés si no, que sean quinientas? ¿Qué, acaso son todos ‘boludos’ 4 estos quinientos? O sea se le adjudica un valor de verdad al hecho de que constituyen una comunidad.

El caso de Lacan es más complicado aún, porque es la propia comunidad en donde él mismo ejercía su enseñanza, la que lo echa a patadas. Para poder entrar en la IPA, la Sociedad Francesa echa a Lacan de su propio seno. Es una cuestión muy peculiar.

Entonces, me da la impresión de que es en ese nivel en donde Lacan está pidiendo que se dé cuenta, que cada uno dé cuenta de su perspectiva. Y creo que es ésta, justamente, una postura de espíritu científico: que se argumente racionalmente, de modo demostrable y comunicable, de por qué se sostiene lo que se sostiene.

 

Estoy armado un mapa y estamos, recién, en la mitad del recorrido.

Recuerdan la muy fuerte referencia al filósofo judío Spinoza, en la primera clase del Seminario 11. Spinoza sufrió lo que se llama un «kherem chammata», una expulsión de la comunidad judía, exactamente doscientos años antes del nacimiento de Freud. O sea que no tiene un ‘carajo’ que ver. Si no, sería creer en algo así como en una Astrología que indica que los planetas hacen una configuración tal, todos los 27 de julio –por ejemplo, de 1656–, que ese día no es conveniente oponerse al grupo, porque existen altas probabilidades de ser echado a patadas... ¡No tiene un ‘carajo’ que ver! La referencia, ahí, radica en un encuentro de Lacan con ciertos significantes que le llamaron la atención, que suscitaron su curiosidad. Creo que la referencia judía no es lo importante. Y me parece que ése es el problema de que Lacan lo haya puesto a Spinoza y al «kherem chammata». Porque me da la impresión de que el nombre que adquiere el problema respecto del cual vamos a trabajar como circunstancia, es la Iglesia.

Ustedes saben que, en psicoanálisis, decir "Iglesia" no es tirarse contra los católicos, ni contra nadie; es un tipo de masa, tipificada y estudiada por Freud, como una de las dos –la otra es el Ejército– que en la actualidad determinan la posición de "comunidad" del hombre moderno. Lean el diario de hoy, lean el de mañana. Van a ver que el problema es que, para el hombre moderno, la forma fundamental de nuclearse, hoy en día es la Iglesia y el Ejército. Eso se corrobora solamente haciendo una rápida lectura de los titulares del diario. Lacan dice que Freud, en «Psicología de las Masas y Análisis del Yo», vio mejor que nadie, con veinte años de anticipación, lo que sucedería más adelante. Creo que el problema radica en que la comunidad, en psicoanálisis, funciona tal como opera una de las dos posiciones posibles de la comunidad para el hombre moderno: como una Iglesia.

Y el judaísmo no tiene nada equivalente a la Iglesia. Es cierto que a Spinoza se lo echó a patadas de la comunidad judía, pero la estructura de la comunidad judía no es, en absoluto, la de la Iglesia. Y éste es un problema de Iglesia, oculto en el «kherem chammata» y en Spinoza, pero bien presente en el término "excomunión". Este término viene de «ex», "privativo", y «comunión». Obviamente, quiere decir "acción y efecto de excomulgar". Pero, también, quiere decir "carta o edicto en que se publica la censura y, por extensión, otras cosas que se participan por el trato o la aligación con otros". "Aligación" quiere decir "unión" o "ligazón"; o sea que, directamente, por extensión, remite a lo que se transmite dentro del grupo. La excomunión «Ferendae Sententiae» es la que se impone por la autoridad eclesiástica, aplicando a una persona –o personas– determinada, la disposición de la Iglesia que tiene establecida como condena por la falta cometida. Y la «Excomunión Mayor» es una privación activa y pasiva (recuerdan que, para Lacan, la excomunión que él recibe es la "excomunión mayor" que, en términos del caso de Spinoza es «Kherem chammata». "Chammata" es el adjetivo que viene a decir qué tipo de "kherem" sufrió Spinoza). La excomunión menor es sólo pasiva. La mayor, en cambio, es una privación tanto activa, como pasiva, de los sacramentos y sufragios comunes de los fieles. Así que, la excomunión es efectivamente cuando la Iglesia –es un procedimiento de Iglesia– quita a alguien tanto de las cosas positivas activas que él hace, como de las pasiva que recibe, de las que hay de comunes entre los fieles.

Todo este rodeo para decir que el diagnóstico de Lacan es que la estructura del psicoanálisis, en el año 1963, es la de una Iglesia; y que lo que él sufrió es un procedimiento típico de la iglesia: expulsar de la comunidad a aquel de sus fieles que comete una falta grave. La "falta grave" que Lacan cometió, es su enseñanza.

Mi impresión (y esto ya no tiene nada que ver con la clase, sino sólo para dialogar entre colegas) es que las cosas están, ahora, dentro del lacanismo, exactamente igual que entonces; que el lacanismo no ha logrado, en absoluto, hacer del psicoanálisis lacaniano una "comunidad" que no sea tal como lo es la de la Iglesia. Si quieren, en algún momento, dedicamos parte de este curso –aunque no es específicamente el tema– a discutirlo y a charlarlo.

Éstas son las "circunstancias" que, desde mi punto de vista, hacen que «Posición del Inconsciente» sea un tema interesantísimo para discutir. Pero, a su vez, dado que son las mismas circunstancias que las que tenemos actualmente (el problema de la comunidad, de la comunidad eclesial, el problema de la enseñanza), les propongo discutir, todo cuanto podamos, cuál es la "posición del inconsciente" que nosotros sostenemos, cuál es la de cada uno de nosotros. Y, quizás, aquí, sí convendría "pasar lista", no explícitamente pero que cada uno de nosotros piense un poco en qué posición tiene respecto del inconsciente freudiano. Porque me da la impresión de que el desafío, por parte de Lacan, sigue siendo actual, dado que las "circunstancias" siguen siendo las mismas.

 

Posición del inconsciente

 

Ahora sí, ya les propongo entrar en el texto. Leeré rápidamente porque es la introducción del ’66, que todos ya deben haber leído varias veces.

«Henri Ey –con toda la autoridad con que domina el medio psiquiátrico francés –...».

Ya lo ven, ¿no? Con esta referencia honorable, ¡ya lo ‘escrachó’ 5 completamente..!

«Henri Ey –con toda la autoridad con que domina el medio psiquiátrico francés – había reunido en su servicio del hospital de Bonneval una amplísima concurrencia de especialistas, sobre el tema del inconsciente freudiano.

El informe de nuestros alumnos Laplanche y Leclaire promovió allí una concepción de nuestros trabajos que, publicada...».

Les traje copias para que los lean. Es muy interesante la posición de estos alumnos de Lacan, porque no sostienen lo que Lacan dice. Léanlos, porque hay una referencia al caso del sueño del unicornio.

«El informe de nuestros alumnos Laplanche y Leclaire promovió allí una concepción de nuestros trabajos que, publicada en Les Temps Modernes, desde entonces es testimonio que manifiesta de uno a otro una divergencia».

Lacan dice que la posición de Laplanche no es la misma que la de Leclaire, así como ambas no son la misma que la de Lacan. Rayos divergentes, se separan. Y, finalmente, se separaron.

«Las intervenciones que se aportan a un Congreso, cuando el debate pone algo en juego, exige a veces un comentario para que se las sitúe».

Las circunstancias. Yo dije esto porque en ese momento se discutió tal cosa y tales habían dicho tal cosa y tal otra; si no, la intervención no tiene sentido, si se la descontextúa. Por la lógica del significante, entonces, hay que contextuar lo que se dice.

«Y basta con que la remodelación de los textos se practique de manera general para que la tarea se haga ardua».

Efectivamente, si Ustedes leen la ficha que les traje, los autores dicen ahí que hicieron modificaciones, que no es exactamente lo que dijeron. Porque Henri Ey dio a cada uno la posibilidad de que escribiera lo que quisiese, y no lo que efectivamente dijo. Entonces, Lacan dice que si, para colmo, lo que se publica no es exactamente lo que se dijo, la tarea se vuelve mucho más difícil porque requiere de contextuar lo que se dijo, y porque tiene que ver con lo que uno dice.

«Pierde además su interés con el tiempo que necesitan esas remodelaciones».

Lo cual es verdad. Porque, ¿quién de Ustedes lee las intervenciones en Congresos que tuvieron lugar hace tres o cuatro años? ¡Eso se publica y se muere el mismo día! (salvo que haya algún artículo de Jacques-Alain Miller, o de Juanqui, o de Diana, o de alguien más...). Las ciento ochenta y cuatro ponencias de un Congreso se desactualizan en el mismo momento en que se publican.

«Pues habría que sustituirle lo que sucede en ese tiempo considerado como tiempo lógico».

Es decir que lo que pasa es que, a la publicación de lo que se dice y de su contexto, debería aplicarse el tiempo lógico, y no el tiempo que llevó publicarlo. El «tiempo lógico» no es el tiempo meramente transcurrido, sino, por ejemplo, que un paciente les dijese: "Pesándolo bien, y a la luz de lo que sucede ahora, me doy cuenta de que lo que ellos me decían, en realidad, ¡era para re-cagarme!"... Eso es el tiempo lógico. Otra cosa muy diferente es decir: "Sí, hace cuatro años, ellos me dijeron tal y cual cosa". Eso no quiere decir nada, sólo es tiempo transcurrido: "No, ya no le ‘doy bola’ 6, eso sucedió hace cuatro años".

«En pocas palabras, tres años y medio después, por no haber tenido apenas ocio para supervisar el intervalo, tomamos una determinación que Henri Ey, en el libro sobre ese congreso que publicará la editorial Desclée de Brouwer, presenta de esta manera: ...»

Y Lacan, a continuación, cita a Henri Ey, anticipándose a lo que iba a publicarse — es decir, Lacan cita lo que Henri Ey dice en lo que aún no estaba publicado.

«"Este texto", escribe, "resume las intervenciones de J. Lacan, que constituyeron por su importancia el eje mismo de todas las discusiones. La redacción fue condensada por J. Lacan mismo en estas páginas escritas, en marzo de 1964, a petición mía".

El lector habrá de admitir que para nosotros ese tiempo lógico haya podido reducir las circunstancias...».

O sea, con el tiempo lógico se produce una reducción de las circunstancias, caen todos los detalles ‘boludos’.

«El lector habrá de admitir que para nosotros ese tiempo lógico haya podido reducir las circunstancias a la mención que se hace de ellas,...».

Las circunstancias quedan reducidas a la mención que se hace de ellas, o sea ¿qué maniobra? Pura, la del analista, en que todas las circunstancias sobre las cuales el analizante habla tienen el estatuto de "lo que dice de ellas ". Es una reducción.

«...en un texto que se encabeza con una más íntima reunión».

Bueno, yo ‘me maté’ con este "se encabeza". Busqué, entonces a la cabeza del texto que se haya producido esa reducción que implicaba la más íntima reunión, y no lo hallé. Es que, en francés. no dice eso. En francés, Lacan dice «recense» 7. Viene de –hasta se dan cuenta sólo por la "comunidad"– «censar» uno, otro y otro, que quiere decir "inventariar", "enumerar", "hacer el recuento". O sea que ese "encabeza", ahí, no tiene nada que ver. Probablemente, el traductor haya soñado con el Hipódromo, o será un ‘burrero’ 8, o quizás se le haya escapado algo de su fantasma... Lacan "pasa lista" de las posiciones, las censa, se ha hecho un inventario de las posiciones. Y dice que hizo una reducción. Una reducción, ¿de qué índole? De lo que sucedió en el Congreso, a una versión significante de lo mismo. Y que, en este texto, esa versión significante implica inventariar esas posiciones. Así que, eso es lo que vamos a tener aquí.

¿Entienden cuán distinta es esta maniobra, con respecto a otros escritos de Lacan? Porque ésta es la maniobra de "posición": qué posición tiene cada uno. Y hay que hacerlo uno por uno. Lacan dice que aquí va a hacer un censo de las posiciones que se sostuvieron en ese Congreso, reduciendo lo que pasó a una versión significante —algo así como el pasaje del contenido latente al contenido manifiesto del sueño, tal como si el sueño fuese el relato del sueño. Lacan hace un relato y dice que ese relato va a sustituir lo que sucedió, pero haciendo un inventario de la posición de cada quien.

 

Ahora sí, entremos en «Posición del Inconsciente». Quería leer sólo los dos primeros párrafos.

«En un coloquio como éste, que reúne en convivencia...».

En francés dice "que convida"9, o sea "que invita". ¿A quién invitó Henri Ey? A filósofos, psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas, pero ¡no reúne en convivencia..!

«En un coloquio como éste, que invita, atendiendo a la técnica de cada uno,...».

Lacan puede dar una conferencia en la Sociedad Filosófica de París. Hay que ver, en ese caso, cómo es que va allí. Pero en este Congreso, ¿cómo es invitado cada uno de los participantes? Según lo que cada quien hace, según la técnica de cada uno.

«...a filósofos, psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas, el comentario falla en ponerse de acuerdo sobre el nivel de verdad en que se mantienen los textos de Freud».

En francés dice «manque» 10, que puede ser "falla" o "falta". O sea, en este caso, hay que decidir por una u otra. Mi impresión es que, lo que Lacan está diciendo, es que faltó:

«El comentario falta en ponerse de acuerdo sobre el nivel de verdad...».

La diferencia estriba en que una cosa es equivocarse, y otra cosa es que falte. Es decir, ‘esquiva el bulto’ 11. Mi impresión es que Lacan está denunciando que no se tomó este punto: ¿qué valor de verdad tienen los textos de Freud?, ¿son válidos, o no son válidos? No se discutió eso.

Y aquí comienzan, directamente, las definiciones. Él dice:

«Es preciso, sobre el inconsciente, ir a los hechos de la experiencia freudiana».

En francés, dice: «Es preciso, sobre el inconsciente, de la experiencia freudiana ir a los hechos» 12. No es lo mismo. ¿De dónde se parte? De la experiencia freudiana, y se va a los hechos. No es exactamente lo mismo. Porque "ir a los hechos de la experiencia freudiana" invita a preguntarse por cuáles son los hechos de la experiencia freudiana. Se trata, en cambio, de que, para el inconsciente, hay que ir desde la experiencia freudiana a los hechos. Lo cual quiere decir lo siguiente: lo que Ustedes saben de Freud, lo que estudiaron, con todo eso deben ir a atender a un paciente, hoy a la tarde. Y es preciso porque si no, ¡‘sonamos’! Ésta es la vía que hay que tomar. Pero dicho tal como lo puso el traductor, haciendo una inversión, no queda claro el recorrido que hay que hacer. Se trata de ir, de la experiencia freudiana, a los hechos.

 

El «inconsciente» de Lacan

¿Qué caracteriza a la experiencia freudiana? No les pido un resumen de Freud. Es simple: se caracteriza por ser la de Freud. Nosotros no podemos compartir eso, porque es de Freud. La experiencia freudiana se caracteriza por ser de Freud. Esto es muy importante porque, a esta altura, para Lacan, empieza a cambiar la designación de «experiencia analítica» por la de «práctica analítica». De mi "experiencia" puedo trasmitirte sólo un poquito, porque hay parte de ello que es inefable, y es que es mía. Es la diferencia de lo que significa comunicarle a alguien lo que es "un" psicoanálisis, de comunicarle a alguien lo que es "mi" psicoanálisis y lo que me pasó en esa sesión. Es difícil contar lo que me pasó en una sesión. Cuando uno lo comenta a otro, siempre termina pareciendo una estupidez; uno sale de la sesión en total estado de shock, lo contás y te parece una completa ‘boludez’. Pero el otro no estuvo en esa experiencia, ni podría haber estado, porque no son coordenadas compartibles con nadie. Entonces, para tener una teoría, para saber lo que es el concepto de «inconsciente», hay que ir de la experiencia de Freud a los hechos.

«El inconsciente es...»

Pasa a definirlo, dice "es" destacado en itálicas:

«El inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro...».

En francés dice «trace», que quiere decir "rastro", "pista", "marca".

«El inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto».

Definición –según creo– única vez presentada, así, por Lacan. Obviamente, revisé uno por uno los términos de esta definición. Están bien.

[Esquema en la pizarra no disponible]

Aquí, "b)" es constituir al sujeto, y "a)" no sabemos lo que es, pero lo definiríamos como lo que opera. Y, en el rastro, si lo pudiéramos metaforizar así, burdamente, con esta flechita, sobre el rastro de esta operancia de a) sobre b), es que aparece el inconsciente. Me da la impresión de que no tengo que desarrollar una exposición muy amplia para convencerlos de que este "opera" está en relación a la causa. Revisé las acepciones francesas de este "opera " [«opère»]. "Operar", desde luego, supone una acepción quirúrgica. Pero está, también, directamente remitido a la causa.

Quiere decir que la definición que propone Lacan de inconsciente es, directamente, sobre la base de la causación del sujeto. No hay posibilidad de decir qué es el inconsciente, por fuera de la cuestión de la problemática de la causación del sujeto. Algo causa al sujeto, y es en el rastro, en la pista, en el recorrido de la causación, donde aparece algo que es el «inconsciente». Así que, la "posición del inconsciente" es ésta.

La frase "posición del inconsciente" es muy ambigua. Significa qué posición tiene cada uno respecto del inconsciente, es decir "Vos, ¿qué posición tenés?". El otro día un alumno de la Facultad de Psicología me preguntaba: "Pero, ¿qué es? ¿El alma?"... ¿Por qué no?. El problema de la subjetividad moderna es que ya no quedó qué poner en el lugar en el que los antiguos ponían al alma. Porque si todo es células, no nos queda otra opción que ingerir fármacos...

Eso es "posición del inconsciente". Pero, también, una posibilidad es la siguiente: ¿qué posición tiene el inconsciente? ¿Entre qué y qué?. Posibilidad que, en realidad, no es novedosa porque, para Freud, el inconsciente tiene un valor tópico espacial —lo cual es una posición. Hay dos fronteras, son distintas, inconsciente es lo que queda de este lado, de lo que queda de este lado de la conciencia. "Tópico" es la posición que tiene.

Lacan va a proponer que la posición que le corresponde al inconsciente se inscribe dentro de la problemática de aquello que opera para constituir al sujeto. Que "opera" tiene que ver con la causa.

«Constituir», a su vez, es muy interesante. Porque es una palabra que, en todas sus acepciones, deriva del Derecho, de la cuestión legal, como cosa legal. No sé si conocen –no sé si lo puse en la bibliografía, pero conviene que lo revisen–el libro de Obden y Richards, «El significado del significado», publicado por Paidós y agotado hace décadas. Los libros que les puse en la bibliografía están todos agotados, salvo uno: «La República»... Pero yo los tengo, pueden fotocopiarlos. En «Instancia de la letra...», están citados Obden y Richards aunque, en realidad, sólo está citado Richards. También en ese párrafo donde Lacan dice la divergencia en la evolución que tiene el término "cosa" en latín antiguo, que en francés derivo en «rien» ["nada"]; o sea, la "cosa" se hizo "nada". Esto escribe algo, para Lacan: hay un saber inscripto en la lengua. No se da ese caso en castellano, no podemos compartirlo. Así como se dice "cosa" ahora, esto sí lo compartimos. "Cosa" deriva de "causa", "causa" en el sentido legal. Es decir, ¿qué es la "cosa", en el origen? Aquello que se podría plantear en un juicio. No necesariamente como siempre creemos nosotros, que tiene que ser una palabra hallable con los sentidos en la realidad. Podría ser la dignidad de alguien. ¿Cuál es la cosa que se reclama en una juicio? Con lo cual, la dignidad pasa a ser una cosa, una cosa que se pueda plantear a nivel del Derecho.

Es muy interesante que haya elegido «constituir». Ustedes observen que, después de tres años y medio, y con todo lo que pasó, esta definición de inconsciente –que da la posición de cada uno– implica, sin lugar a dudas, por parte de Lacan, un cálculo muy fino sobre las palabras que eligió. A él le llevaba quince segundos elegirlas (a nosotros nos puede llevar quince años, elegir un término así...). Ya sea por su cultura, o por su inteligencia –en todo caso, no importa–, el cálculo y la elección son muy finos. En una fórmula como ésta, cada uno de los términos, verdaderamente, vale. Y «constituir» remite a un sujeto de la índole de lo que es el Derecho —que, por lo demás, también remite directamente al problema de la causa.

O sea que el inconsciente queda determinado en el problema de la causa. Si Ustedes no conocen, no tienen una teoría sobre la causación del sujeto, no podrán localizar en ningún lado la cuestión del inconsciente. Eso es absolutamente nuevo. No van a encontrarlo en ningún psicoanalista que no sea Lacan. Jamás se planteó que el inconsciente se derive de los rastros que se produce por la operancia de algo que causa al sujeto —al sujeto como sujeto constituible.

Y, además, la definición negativa:

«El inconsciente no es una especie que defina en la realidad psíquica el círculo de lo que no tiene el atributo (o la virtud) de la conciencia».

Creo que se entiende con mucha facilidad, siempre y cuando hagamos una maniobra sobre «realidad psíquica». Porque me da la impresión de que Lacan no la está utilizando como la utilizamos nosotros. Creo que la mayoría de Ustedes no utiliza más –al menos, en vuestra clínica– «realidad psíquica». Porque es una noción absolutamente parasitaria de las nociones psicoanalíticas, porque es más o menos equivalente a la estupidez del analista... Sostener la "realidad psíquica" del paciente es equivalente a la estupidez del analista. Por ejemplo: "—¿Y? ¿Cómo va el colegio?", "—Bien, bárbaro. Este año, bien". Va a una nocturna, porque repitió por tercera vez segundo año. El padre, antes de pasarlo por las armas, decidió como última opción probar con el psicoanálisis, antes de matarlo... ¿Sí? Cuando esta persona dice: "—Bien, bárbaro. Este año, bien", ¿creen Ustedes que se trata de su "realidad psíquica", o más bien que les está metiendo un ‘bolazo’ 13 del tamaño del Zeppelín de "La Serenísima"..? ¿Se imaginan si llega a repetir, por cuarta vez, el segundo año? Imagínense estar diciendo al padre –que ahora está, colérico, frente a Ustedes, arma en mano– que: "No, no. Lo que pasa es que, en su "realidad psíquica", él ya aprobó segundo año y logró pasar a tercero"... Lo cual es la ‘boludez’ con que habitualmente se entiende y utiliza «realidad psíquica». Es en este sentido que Lacan dice que es una noción parasitaria del psicoanálisis, porque es efectivamente la estupidez del analista, ya que viene al lugar del problema de la verdad. Al problema de la verdad no hay que sustituirlo por la estupidez de que para él es así. Es aplastar totalmente el problema de la verdad, del lado del analizante.

Yo propongo que esta «realidad psíquica» sea como el mundo de lo psíquico, aquello que Ustedes llama "lo psíquico ". ¿Pueden llegar a imaginarse algo que venga a ese lugar? Pongan un poquito de buena voluntad. Nosotros no trabajamos más con «aparato psíquico», pero hay otros que sí. Aquello que constituye una realidad, que no es la realidad material, sino lo psíquico, lo psíquico de alguien. Entonces, Lacan dice que no es inconsciente aquello que, en lo psíquico, es el círculo de lo que no participa del atributo de conciencia. ¿Cómo define, entonces, «realidad psíquica»? Como lo que tiene, o no, atributo de conciencia. La realidad psíquica se equipara a conciencia. Vamos a estudiar esta maniobra. Entre los términos que vamos a discutir, creo que uno de los más interesantes es el de la «conciencia». ¿Qué es la conciencia? No está muy claro, para nosotros, qué es la conciencia. Vamos a definirla con mucha precisión, vinculándola a problemas sumamente relacionados –pero que no son lo mismo–, como el del «pensamiento», el «Yo» y la «percepción». Lacan dedica párrafos enteros a eso.

Entonces, definir «realidad psíquica» en función de lo que tiene, o no, el atributo de conciencia. Dicho así, toda la realidad psíquica pasa a tener el valor de connotación en relación a la conciencia. Entonces Lacan dice que inconsciente no es el círculo de lo que carece de conciencia. No sé si lo leyeron, pero si lo hicieron, creo que con el «in-negro» 14, escrito en latín, Lacan se refiere a un esquema así, que es a la definición de inconsciente in-negro. Todo esto tiene una connotación blanca, y esto es negro.

Ahora bien, si Ustedes aceptan la propuesta de llamar a todo lo que es realidad psíquica en función de la conciencia, y lo que aquí está sombreado [dibujo en pizarra] es lo que recibe el atributo, o la virtud de la conciencia, ¿cómo llamarían a esto? Necesariamente, «Inconsciente». Lacan dice que esa designación de «inconsciente» no tiene relación con el «inconsciente» de Freud más que de homonimia. Son dos palabras que se escribe igual, pero no tienen entre sí nada que ver. ¿Conocen casos de homonimia? Son muy interesantes. Uno se lleva muchas sorpresas. Más aun, uno imaginariza etimologías que no tienen ningún asidero. Son dos palabras que se escriben exactamente igual y no son la misma palabra, en el sentido de que son varias acepciones de la misma palabra. Tienen raíces etimológicas en historias distintas y, entonces, lo que podríamos decir es que esta noción de «inconsciente» existe. Es «inconsciente», sin lugar a dudas, pero no tiene ninguna relación con la noción de «inconsciente» en Freud, salvo que las palabras con la que se lo designa son iguales, pero eso es una casualidad, no hay ningún determinante lógico. Esto es así porque,

«Puede haber fenómenos que corresponde al inconsciente bajo estas dos acepciones: no por ello deja de ser la una a la otra extrañas».

Siendo, igualmente, que puede haberlos, no por ello dejan de ser extrañas. Es decir, el «inconsciente» de Freud y esta designación del «inconsciente» no se articulan de ninguna manera. No sé si están pescando el problema. Por, ejemplo toda la teoría de la psicosomática cambia en función de esto, porque habitualmente lo que aplicamos de inconsciente a los pacientes que se quejan de psicosomática tiene que ver con un concepto definido así; y habría que ver si tiene que ver con el inconsciente de Freud. Con lo cual, ahí es donde aparece una nueva concepción de «psicosomática», que es la de Lacan, que aparece en estos mismos días. No tiene un carajo que ver con Freud, eso no es el «inconsciente» de Freud. Y nada que ver siquiera con el psicoanálisis, porque es otra definición del «inconsciente» absolutamente independiente de la noción de «inconsciente» de Freud. Para decir que se trata del «inconsciente» de Freud, tienen que estar en juego la causa y la determinación del sujeto; si no, no. Y ahora van a ver qué es eso, porque en el próximo párrafo Lacan lo dice directamente.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Es que puede ser que coincidan. En términos freudianos, no hay inconveniente, si un hecho puede recibir, en su connotación, el inconsciente descriptivo de Freud y el inconsciente sistemático de Freud. El que reciba esas dos, no hace que el inconsciente descriptivo y el sistemático coincidan. En realidad, en Freud no coinciden. Porque uno es sistemático y el otro es descriptivo. Es como intentar juntar dos cucharas de agua con una de aire... De todos modos, habría que hacer la maniobra de preguntarle a Freud qué es el inconsciente freudiano, y no los usos de la palabra "unbewusste", en Freud. El problema con el que nos encontramos es que, para este caso, Freud no acuñó un neologismo. Utilizó un término de la lengua y no se puede evitar que ese término designe, en esa misma legua, un sistema de oposiciones. En el sistema alemán de oposiciones, "unbewusste" designa, perfectamente, esto. Freud acuño un concepto nuevo, pero le puso, como nombre, una palabra que coincide en todas sus letras con esta otra. Es la única coincidencia que tiene, según Lacan.

Avancemos un poquito más.

«Puede haber fenómenos que corresponden al inconsciente bajo estas dos acepciones: no por ello deja de ser extraña. No tienen entre sí más relación que de homonimia.

El peso que damos al leguaje como causa del sujeto nos obliga a precisar: la aberración florece de rebajar el concepto primero indicado...».

El inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto.

«...aplicándolo a los fenómenos ad libitum registrables bajo la especie homónima; restaurar el concepto a partir de esos fenómenos no es pensable».

Efectivamente, el peso que damos al lenguaje, como causa del sujeto. Ahora, ya tenemos para sustituir este "lo que opera": lo que opera, es el leguaje. Y como es el leguaje lo que opera en la constitución del sujeto, y el inconsciente es algo que se produce en el rastro de lo que deja el lenguaje como causa del sujeto, es que nosotros no podemos equivocar el punto donde se produce esta homonimia; porque empieza a ser determinante todo lo que digamos, el valor de lenguaje que eso tiene. Porque, justamente, es el leguaje lo que está en la posición de causa y, entonces, es en términos de leguaje con que pensaremos el problema, ya que es ahí donde está la causa. Entonces, Lacan plantea que hay dos términos que son homónimos, absolutamente extraños entre sí —sólo uno es el freudiano.

Mi impresión actual es que ambas designaciones siguen confundiéndose. El caso de la psicosomática es el más trasparente: "—¿Vos no te das cuenta de que te salen granitos, cada vez que un muchacho tiene que llamarte?", "—¡Ay, no! La verdad que, no. Es inconsciente". Y, ¡es, por supuesto, inconsciente! Pero, ahí, empiezan todos los problemas. Y esto, si se da el caso de que la persona no les miente. Pero podría mentir. Siempre lo pensó y lo supo, pero lo que pasa es que no tenía ganas de decírselo: "—No, la verdad que, no. Nunca lo pensé". Porque, ahí, ya empieza la constitución del sujeto. Después podría venir a decirles la verdad: "—En realidad, le confieso que mentí... ¡Siempre los supe! ¡Cómo no darme cuenta, si cada vez que pasa, se me llena la cara de granos!". Así que, en ese punto, hay que distinguir. No creo que esa distinción sea propia de la clínica actual. Creo que las cosas siguen iguales... Sólo hallaremos la distinción, cuando entendamos qué quiere decir que el lenguaje "es la causa de la constitución del sujeto".

Un poco más, y concluimos.

«...aplicándolo a los fenómenos ad libitum.."

Es decir, "a piacere", tal como un músico interpreta una música. Entonces, Lacan dice que hay fenómenos elegidos "a piacere" para dar cuenta del inconsciente —según quién los hace, es cómo arma la lista de lo que es el inconsciente, y pone del inconsciente lo que quiere; por ejemplo, afectos. Los afectos, ¿son inconscientes, o no? "¡Sí! Si yo me di cuenta de que te tengo odio y, ¡te tengo un odio! ¡Ay, qué odio! Pero me di cuenta de ello, después. Yo creí que te amaba pero el odio era «inconsciente»"... El problema es que, ahí, creemos que estamos hablando en términos de Freud. Y no tiene nada que ver con Freud. Es necesario, que esté en juego la causa del sujeto, que es el lenguaje.

«Acusemos nuestra posición sobre el equívoco a que se prestaría el ‘es’ y el ‘no es’ de nuestras posiciones iniciales.

El inconsciente es lo que decimos, si queremos entender lo que Freud presenta en sus tesis».

¿La pescaron? El inconsciente es lo que decimos —eso es el inconsciente. Y no es nada que tenga que ver con lo que yo no sé de mí, en donde «inconsciente» tiene allí el sentido de lo que no participa de la virtud de la conciencia. El problema es que –y me parece que Lacan nos lo está metiendo sin vaselina, por atrás...– se produce, ya mismo, la ambigüedad. A uno le da ganas de resucitarlo y preguntarle: "Discúlpeme, Dr. Lacan, pero ¿a qué se refiere? Porque Usted habla todo el tiempo en plural. ¿Se refiere, entonces, a lo que Usted dijo?". Porque él dio una definición de inconsciente: "el inconsciente es lo que decimos". ¿Qué quiere decir esto? El inconsciente es lo que digo yo. Pero, ¿qué dice? El inconsciente es un concepto forjado sobre el rastro de lo que opera para constituir al sujeto. Pero es ambiguo. Y es doblemente ambiguo, siendo que en el párrafo anterior introdujo el problema del leguaje como causa. Que "el inconsciente es lo que decimos", también implica que, cuando hablamos, es ahí donde está el inconsciente.

Bueno, se dan cuenta de por qué "Posición del Inconsciente". Por eso es que a mí me interesaba saber bien qué quería decir Lacan cuando decía que los comentarios habían "fallado" sobre el inconsciente. Por eso: habían "faltado". Es decir, no se habló de lo crucial que es la verdad implicada en lo que enseñó Freud. Dado que "el inconsciente es lo que decimos", ésa es la "posición del inconsciente" —implica ya el problema de la causa, de la constitución subjetiva en relación directa a lo que decimos. El sujeto es causado por el leguaje, esto es, no podemos evitar que, en el decir, se cause un sujeto. Y al decir, causándose un sujeto –es inevitable–, sobre ese rastro de causación se produce algo que llamaremos el «inconsciente».

Es una reubicación interesantísima de los términos, porque los reubica de una manera absolutamente diversa. Pone, en el origen, el problema del origen. En el origen del inconsciente, está el problema de la causa. ¿Qué hay, para Ustedes, en el origen del inconsciente? ¿Por qué hay inconsciente? ¿A causa de qué? Pero Ustedes ya son lacanianos, ¡seamos sinceros!, ¡sólo un minuto de sinceridad..! Nosotros sostenemos que "Porque no queremos saber de algunas cosas, porque nos molestan, porque nos duelen, nosotros las ‘reprimimos’". Pero, ¿a causa de qué? ¡Un poco de sinceridad, argentinos! "A causa de algo que nos pasó en la infancia, a causa de mamá y de papá; o sea, algo en torno al trauma, que nos pasó en la infancia: las cosas se empezaron a poner mal, yo no me acuerdo bien, pero desde que me acuerdo ya había problemas y, entonces, yo ya no me quise enterar de un montón de cosas; de eso, ya no quiero saber. Eso es lo que va a parar, todo, al inconsciente"... Ésta es la lógica con que nosotros trabajamos, la más habitual. Digo que es la de Ustedes, la que es más habitual –también, la mía–, porque es la que tiene todo el mundo, en Buenos Aires. Pero ¿de dónde proviene esa lógica? De nosotros. Y la gente escucha lo que los analistas decimos, no lee a Freud. Nosotros recibimos, como cualquier cristiano, nuestro propio mensaje en forma invertida del Otro. Sólo que, para Lacan, no se trata de esa lógica. Hay una causa que constituye al sujeto. Con lo cual, en el origen no está el trauma y, como producto, no está el inconsciente.

En los mejores libros modernos acerca de la causalidad, siempre se cita mucha bibliografía, en especial ese muy buen libro de Bunge.

No veo ningún motivo para empezar con el nacimiento de uno, para la subjetividad que uno es. ¿Por qué habría que poner, ahí, el origen? Sí hay cosas que, ocurridas en el pasado, son súper determinantes; pero, entonces, ahí no se empieza en absoluto por el trauma. La causa que ponemos en el origen es el inconsciente. Porque hay lenguaje, se dice, se constituye un sujeto. En esa constitución, en ese proceso que deja huellas, es que hay inconsciente. Y eso no tiene nada que ver con lo que es nuestra concepción ideológica del inconsciente.

Y como el inconsciente se manifiesta en lo que decimos, entonces, en lo que decimos acerca del inconsciente, no puede dejar de manifestarse nuestra "posición" sobre el inconsciente. La posición en el coloquio que Lacan va a comentar se caracterizó por no hablar de la verdad que tenía el descubrimiento que implicaba la experiencia freudiana, para los hechos del analista.

Pregunta: [inaudible].

Ésa es una definición. Es algo que no se dice, es «un saber que no se sabe», es «el discurso del Otro», es «el propio mensaje que uno recibe en forma invertida desde el Otro». Definiciones de inconsciente, en la enseñanza de Lacan, hay varias, y van modulándose. Y se modulan tanto que, hasta cambian de connotación. Por ejemplo, «el inconsciente es el discurso del Otro», en el Seminario 2, es lo que todos creemos que esa frase dice, y decimos: "Che, ¡qué ‘copado’ 15 este Lacan, eh! No entiendo nada, pero en esto tiene razón. Me encanta: el inconsciente es ser parloteado por el Otro"... Nos encanta, y nos viene como anillo al dedo. Todo el tiempo, decimos que Lacan no se entiende. Pero parece que eso sí se entiende, y se entiende porque nos encanta. Interesante...

Luego Lacan lo modifica, diciendo que el inconsciente "es el discurso del Otro", que quiere decir "hablar del Otro", y no "ser hablado por el Otro" como habitualmente se dice. Lo que quiere decir es que, cuando yo digo que soy un desgraciado, vale la pregunta de mi analista: ¿quién es un desgraciado? Porque podría ser que yo, en eso, no esté hablando de mí, sino hablando del Otro. Interesantísima definición del inconsciente porque cuando creo que hablo de mí, es, justamente, cuando menos hablo de mí; estoy hablando del Otro —no es lo mismo que "ser parloteado por el Otro". Esto se produce desde el Seminario 2 hasta «Subversión del sujeto..».

Todas estas definiciones de inconsciente se cortan a la altura de «Posición del Inconsciente», en 1963-64, en donde aparece el «inconsciente freudiano» –que es lo que estamos tratando de definir–, y el de Lacan. El «inconsciente de Lacan» no es equivalente al «inconsciente freudiano». Pero no se puede saber y no se puede tomar posición sobre el inconsciente de Lacan, si uno no sabe lo que es el inconsciente freudiano. El inconsciente de Lacan no es lo mismo que el inconsciente freudiano. Lo que no significa que el inconsciente de Lacan viene en sustitución del inconsciente freudiano. Hay que establecer su relación.

Es a la altura de «Posición del Inconsciente» que Lacan tiene el inconsciente freudiano y el inconsciente de Lacan. Y me parece que, lo que a Lacan da oportunidad de hablar sobre las circunstancias, es justamente el increíble título que como tema de discusión eligió Henri Ey. Porque no eligió "El inconsciente", sino "El inconsciente de Freud". A partir de este momento, Lacan tiene del inconsciente una versión íntimamente vinculada a la causa. Y todas las otras, son sin la causa. Ésta es la primera definición del inconsciente que está hecha sobre el "trazo de la causa". En realidad, es la reintroducción del problema de la causa en el psicoanálisis —antes, la causa no tenía una puerta de entrada oficial.

Así que, las anteriores definiciones de «inconsciente» que hay en Lacan –muy articulables a la enseñanza de Freud y al «inconsciente» de Freud– no son equivalentes a esta definición. Ésta es distinta, tiene otro estatuto porque está hecha sobre el trazo de la causa, y las anteriores están hechas, exclusivamente, en relación con el Otro. Se trata, aquí, de algo que está en posición de causa, ya no en relación al Otro. Es decir, Lacan varía notablemente la concepción de inconsciente. Lo cual le permite decir que hay, en Lacan, una teoría del inconsciente. Yo creo que si uno preguntara a Lacan sobre "el inconsciente es el discurso del Otro", Lacan respondería que eso es decir, correctamente, lo más subversivo de lo que Freud quiso decir; pero no es, aún, el «inconsciente» de Lacan.

Obviamente, esto va a remitirnos a la problemática del objeto, del «objeto a». Me parece que estaba claro, para todos Ustedes, que había algo en la noción de causa que se vinculaba íntimamente a la cuestión del objeto. Y el «objeto a» es lacaniano, no hay «objeto a» en Freud. Con lo cual, podríamos terminar esta reunión de hoy diciendo que la noción lacaniana de «inconsciente» que se va a desplegar, a partir de aquí, incluye la noción de «objeto a», causa del deseo; y que todas las anteriores eran sin la noción de «objeto a», causa del deseo.

Les advierto que, aquí, también va a haber una nueva definición de «inconsciente» en relación al sujeto y el Otro. Va a ser colocar al inconsciente aquí [Esquema en la pizarra], pero va a ser lo que va a faltar entre uno y otro; con otra lógica, que es la lógica de lo real, de la causa, el encuentro fallido, etc. Va a volver –nosotros lo estudiaremos durante cuatro reuniones más– a plantearse una teoría del inconsciente definida entre el sujeto y el Otro. Pero va a decir, justamente, que es la superposición de los dos vacíos, de dos faltas, y no es así como estaba antes definido —antes, siempre se trataba de algo positivo.

Pregunta: [inaudible].

No, no es una nueva versión del «inconsciente freudiano». Es una definición nueva, de Lacan. Ahora, estamos definiendo el «inconsciente freudiano». Hay que definirlo con una precisión absoluta para poder, luego, decir qué es el inconsciente para Lacan. Éste es el lacaniano, es la unión de dos faltas. A la altura del Seminario 2, el inconsciente era lo que efectivamente venía del Otro, siendo que ya no es un Lacan ingenuo, y que ya sabe que lo que es inconsciente que viene del Otro es lo que viene a ser más bien disruptivo, que armónico. «Tú eres mi mujer»: el inconsciente es lo que uno recibe en forma invertida del Otro. Ahora bien, en ese caso, ¿es cuando ella dice que sí, o cuando ella dice que no? Cuando dice que no. Porque cuando dice que sí, no es el inconsciente. Cuando dice que sí, también uno recibe el mensaje en forma invertida del Otro: ¿quién soy yo? Su esposo. Pero eso se establece a partir de que ella dijera que sí. Pero cuando ella dice que sí, sin embargo, no es el inconsciente porque no me habilita a la pregunta "¿qué soy yo?" —que sólo se me presentifica cuando ella dice que no. Si dice que no, entonces, ¡¿qué ‘carajo’ soy yo?! Y, ahí, aparece "‘boludo’", "cornudo", y tantas otras cosas... Pero ven que recae sobre mí, no sobre ella. Se trata de algo que viene más de lo disruptivo que de lo armónico. Lacan nunca se equivocó. Pero, sea como fuere, es algo positivo —es la palabra que viene desde el Otro, viene algo desde el Otro.

En la nueva definición es algo relativo a la causa, que no implica necesariamente esta dimensión de lo positivo. Entonces, tendremos un inconsciente que tiene que ver con lo positivo o lo negativo en el sentido de lo bueno o de lo malo, sino que tiene que ver con el sentido de si existe o si no existe; de un lugar que existe, o no. Se evitan, así, todas esas estúpidas metáforas espaciales de la bolsa de gatos: "—Licenciado, ¡qué bueno que pude sacar esto para afuera! Pero, después de estos veinte años de análisis, ¿seguiré sacando cosas?"...

Ahora bien, si el inconsciente implica una temporalidad que, exactamente en el mismo punto donde se abre, se cierra, ¿es algo positivo, o negativo? ¿Alguna vez se lo tiene ahí, o nunca? Nunca. Entonces, ya no es "el mensaje que uno recibe en forma invertida del Otro", sino, más bien, podría llegar a ser el encuentro fallido con ese mensaje que ‘deja pagando’ a los dos. Estamos armando algo así como un gran campo de ideas. Pero me parece que no es lo mismo. Se produce un derrotero muy fuerte en la enseñanza de Lacan, desde los seminarios 1 y 2, hasta el 11. Y no lograremos hacerlo con precisión, si no sabemos lo que es el «inconsciente freudiano».

Bueno, por hoy, detengámonos aquí. En la próxima reunión, comenzaré por el comentario del párrafo que sigue.

Correcciones: Luciano Echagüe

Notas

1 En Buenos Aires, estribillo típicamente empleado por vendedores ambulantes [Nota del corrector].

2 En Buenos Aires, «soportar», «tolerar», «aguantar».

3 «Burla», «Chasco», «Broma».

4 En Argentina, «Mentecato», «Estúpido», «Abobado», etc. También, «insignificante», «inútil».

5 En Argentina, se emplea familiarmente como sinónimo de «patentizar», «exponer» y «acusar».

6 En Argentina, "dar bola" (o "dar bolilla"): «hacer caso», «prestar atención».

7 El original francés dice: «Que le lecteur admette que pour nous ce temps logique ait pu réduire les circonstances à la mention qui en est faite, dans un texte qui se recense d’ un plus intime rassemblement».

8 Aficionado a las carreras de caballos.

9 Se lee, en francés: «Dans un colloque comme celui-ci, conviant,…».

10 «...des philosophes, des psychiatres, des psychologues et des psychanalystes, le commentaire manque à s’accorder sur le niveau de vérité où se tiennent les textes de Freud».

11 "Esquivar el bulto": «Evadir», «Evitar», «Soslayar», «Escaparse».

12 «Il faut, sur l’inconscient, de l’expérience freudienne aller au fait».

13 «Mentira», «Invento», «Farsa».

14 Pág. 809.

15 "Copado": «interesante», «atractivo», «agradable», «encantador».

 


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