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Seminario
Posición del inconsciente

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 10
Lo que representa frente a Otro

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Ésta es nuestra décima reunión, y yo decidí dar quince. Así que la última reunión va a ser el 1º de noviembre de este año. Saben que el compromiso que tenemos es de doce, pero para que podamos tener tiempo para discutir la última parte de este escrito –que es muy importante–, decidí dar algunas más.

El tema de hoy es, francamente, ya en la entrada a la discusión de los problemas en torno a alienación y separación, al menos la lógica que funda esas operaciones.

Lacan hace un desarrollo bastante cerrado, diría casi intrincado, de la justificación lógica del planteo. Yo les voy a proponer articular varios autores para precisar el sistema de referencias. Serían fundamentalmente Quintiliano –con «Las Instituciones Oratorias»–, Saussure y Jacobson. De hecho, les advierto que Lacan toma de los tres pero hay un problema, y es que los tres no toman las cosas unos de otros en el mismo sentido, y Lacan a ninguno de ellos.

Ya saben cuál es la pregunta, la misma que dejé inaugurada la vez pasada: metáfora y metonimia, o sea, las leyes del inconsciente, ¿son efectos de lenguaje, o efectos de habla–palabra? Con lo cual, ya saben que está introducido el problema de las leyes del inconsciente desde la perspectiva de Saussure. Pero es un Saussure hecho desde la perspectiva de Jacobson por metáfora y metonimia y, para colmo –no sé si conocen, yo lo trabajé con alguno de Ustedes en años anteriores–, la forma en que Jacobson articula –porque es él quien lo hace– las leyes del inconsciente, condensación y desplazamiento de Freud, con metáfora y metonimia, no es la misma en la que lo hace Lacan, ya que para Jacobson «desplazamiento» de Freud es sinécdoque y no metonimia. Y, para colmo, está el problema del simbolismo, que lo interpretan distinto.

Y otro problema que tenemos, muy grave, es cómo eleva Jacobson de los tropos y las figuras de la retórica, metáfora y metonimia, a la calidad de polos —ésa es una maniobra que distingue a Quintiliano de lo que hace Jacobson. Con lo cual, ven que son cinco autores con los que estamos trabajando: Freud, Lacan, Quintiliano, Saussure y Jacobson, que se articulan entre sí enormemente pero que cada uno de ellos introduce una novedad respecto de los anteriores.

Bueno, los materiales son todos muy conocidos. Les ofrezco, para todos aquellos que lo quieran, lo más difícil de conseguir: «Las Instituciones Oratorias» de Quintiliano, cuya lectura es francamente extraordinaria. Yo me tomé algunas sesiones con é, ya post mortem –murió hace mil años–, al menos tuve dos o tres sesiones con él, entre la semana pasada y la anterior, porque francamente tiene una posición personal, una enunciación ética y una posición respecto de la lengua, que creo que le dan una posición exclusiva en Occidente.

Quintiliano escribe este libro a pedido de otros, luego de la muerte de su esposa y su segundo hijo, que venían después de la muerte de su primer hijo. A pesar de eso, responde a la demanda del otro, escribiendo los doce libros de «Las Instituciones Oratorias». Fíjense en la posición que él tenía...

Por otra parte, es el primer docente pago por el Estado, en la historia del mundo: es la primera vez que el Estado contrata a un maestro –Quintiliano–, para enseñar oratoria; cosa que después quedó casi como un uso estándar y luego pasó a ser un derecho —el derecho a la educación gratuita, impartida a costa del Estado, se universalizó.

Entonces, volvemos al texto de la pregunta: metáfora y metonimia, las leyes del inconsciente, ¿son efectos de lenguaje o efectos de «parole»? ¿Qué alcance tiene esto? Para mí, desde mi perspectiva, prácticamente divide las posiciones teóricas y clínicas de una manera esencial, si no olvidan Ustedes que «metáfora», en la enseñanza de Lacan, implica sincronía, y «metonimia» implica diacronía. Con lo cual, se nos juntan los problemas de sincronía y diacronía. Pero sí hay que tomarlos a partir de «parole» o a partir de «lenguaje».

Si se lo toma a partir de «parole», el problema que tenemos allí se vincula directamente al acto de palabra pronunciado por alguien, y las leyes del inconsciente pasan a ser deudoras de un acto de palabra. Si corresponden más bien al leguaje, su efecto sería universal e iría más allá de cada una de las historias personales y de los encuentros con esos actos de palabra. Quiere decir que la pregunta no es en absoluto superficial —hace al meollo de las cuestiones a las que atañe la práctica analítica.

Un dato anecdótico pero que quizás sea importante a la hora de las conclusiones. Ustedes saben que sincronía y diacronía son términos utilizados por Saussure en su «Curso de Lingüística General». Y no sé si saben que "diacronía" es un neologismo saussureano, no así "sincronía". O sea, hay muy importantes antecedentes desde 1743, 1750 en la lengua francesa de "synchronique", de "synchronie" —de donde viene el "synchronique" de Saussure. Y es muy interesante que Saussure haya tenido que acuñar "diacronía", porque si la posición de Saussure es que el lenguaje tiene una estructura esencialmente de sistema, la necesidad de recurrir a la acuñación de un neologismo como "diacronía", es el problema que siempre plantea la estructura: su transformación en el tiempo. Si esta estructura es A, B y C vinculados de la manera alfa, beta y gamma, y esta estructura se convierte en A, B y D y entonces las relaciones son alfa, beta y delta, en realidad, ocurre que la estructura es otra. Si está el Nombre-del-Padre o si no está, todo es distinto porque todo cambió, porque si hay un elemento distinto de un lado al otro, todos los demás varían dado que las relaciones que los constituye se modifican.

Pero si es una estructura totalmente distinta, ¿cómo se puede pensar el pasaje de una a otra? Es el problema que está en juego en la noción de "diacronía". Y les agrego, para el completamiento del esquema conceptual, que para colmo sincronía y diacronía no son lo mismo para Saussure que para Lacan, porque "diacronía" para Saussure es la evolución de la lengua. Por ejemplo, el pasar de "fierro" a "hierro", en el camino de lo cual permanece "ferrocarril", que en rigor deberíamos pronunciar "hierrocarril", ya que hemos pasado de la "f" a la "h". Eso es "diacronía" en Saussure. Y, en Lacan, para nada es eso, sino que es la conexión significante S1–S2. Y es por eso que nosotros no utilizamos la etimología para interpretar.

¿Entienden la conclusión que saqué? Porque no tiene nada que ver, es como decirle a un paciente: "¡Ah! ¡Se le meterán ratas por el culo! Ahora bien, ¿sabe Usted de dónde proviene «culo»?"... Y decir la etimología de "culo" no sirve para nada, porque la diacronía que nos interesa –o sea, la historia– no es esa historia, sino la historia en juego en el decir del sujeto. Esa historia no es la diacronía de Saussure, sino la de la cadena significante de Lacan.

Así que vean que es un cuadro bien complejo el que estamos trabajando, donde las articulaciones son muchas entre los autores, pero las posiciones son bien distintas.

Ése es el planteo del problema. Vamos a ver si hoy podemos llegar a una respuesta coherente –que es la que yo encuentro en Lacan– y a justificarla. Hacia donde vamos es hacia la necesidad de la introducción del deseo. De todo esto vamos a concluir por qué hay deseo, partiendo de metáfora y metonimia como leyes del inconsciente, preguntándonos si son efectos de leguaje o efectos de la palabra.

Bien, leo el párrafo en que la vez pasada, vos, Graciela, habías planteado tu pregunta. Es el de la página 814, en donde Lacan dice:

«Pero aquí nos regresa legítimamente la pregunta: ¿son estos efectos de lenguaje o efectos de habla?».

Ya les advertí que en francés Lacan escribe "parole". Salteo lo que ya comenté la vez pasada, es decir, que solamente contornea la dicotomía de Saussure, o sea que la toma como elemento significante pero no es la lógica con la cual Saussure arma eso, la lógica con la que Lacan va a responder.

Entonces, estábamos en que a él le llegaba una pregunta: ¿se trata de tal cosa o de tal otra? Y ahí hay que empezar a poner una rayita en la "o". ¿Metáfora y metonimia son efectos de leguaje o efectos de palabra/habla? Lacan continúa:

«Si se la vuelve hacia lo que nos pone en juego...».

Les había advertido la vez pasada que en francés es lo que nos "pone en causa", que está bien traducido; es decir, está ya planteado el problema de la causa.

«(tanto como a aquel que nos pregunta, si no está ya extraviado en los que sostienen la pregunta), ...».

Es decir, si quien hace la pregunta también sostiene la pregunta en relación al sujeto.

«... a saber el sujeto, la alternativa se propone como disyunción».

Y este es el motivo por el cual les pedía que subrayen la "o", porque Lacan está proponiendo la sustitución de la alternativa por la disyunción. "Alternativa" quiere decir dos cosas (obviamente, me estoy refiriendo a las acepciones francesas de la palabra, haciendo uso del diccionario francés–francés. No importa si en castellano es otra cosa, esto está pensado y dicho en francés): 1) lo que presenta una alternancia, o sea propiamente hablando, la estructura más típica del síntoma obsesivo: saco la piedra o pongo la piedra. Y 2) en lógica es que enuncia dos aserciones de las cuales sólo una es verdadera. Y, en lógica, a eso se lo llama "proposición alternativa": o es efecto de lenguaje o es efecto de palabra. Una estructura dual de dos proposiciones que se enuncian en que hay alternativa si al menos una de ellas es verdadera.

"Disyunción" es otra cosa. En lógica, la "Disyuntiva inclusiva" supone que al menos una de las dos proposiciones sea verdadera, siendo incluso posible que ambas lo sean. En cambio, la "Disyunción exclusiva" plantea una disyunción en sentido fuerte o exclusivo, en que sólo una es verdadera 1. ¿Ven la lógica del cambiazo de Lacan? Lacan dice que si nos manejamos en una lógica alternativa, se trata de A o B, mientras que si se trata de la disyunción, el vel alienante, es inclusiva o exclusiva; con lo cual, se convierte por el pasaje de esto a esto en:

ALTERNATIVA DISYUNCIÓN
A o B A o B (inclusiva)
A o B (exclusiva)

Hemos pasado de tener dos términos a tener cuatro, porque la disyunción implica un tercer tipo de "o". Cuando a Ustedes les ofertan una frase con un "o", lo primero que tienen que establecer es la estructura de esa "o". Si es un caso de disyunción, es dos tipos de "o", mientras que si es alternativa es un único tipo de "o". Hemos pasado de una lógica dual, a una cuatripartita. Con lo cual, ésta es la ganancia lógica. Lacan dice que lo primero que hay que hacer, en la pregunta de si es efecto de leguaje o de palabra (de lo que se trata en las leyes del inconsciente, si uno tiene como causa de la pregunta al sujeto), es transformar la pregunta de una alternativa a una disyuntiva, ganándose así el paso de una lógica dual a una cuatripartita, porque se te abre la pregunta en dos modalidades de pregunta.

«Ahora bien, es ciertamente esa disyunción misma la que nos da la respuesta,...».

Uno encuentra la respuesta que está buscando si hace de la alternativa una disyunción, porque la respuesta viene de la disyunción misma.

«... o más bien es al llevar al Otro a fundarse como el lugar de nuestra respuesta,...».

Es decir, introducir la disyuntiva es lo mismo que llevar al Otro al lugar desde donde uno puede recibir la respuesta. Tenemos que entender por qué sustituir alternativa por disyuntiva implica, como disyuntiva, elevar al Otro al lugar desde donde uno puede recibir la respuesta,

«...dándola él mismo bajo la forma que invierte su pregunta en mensaje, como introducimos la disyunción efectiva a partir de la cual la pregunta tiene un sentido».

La lógica es bien cerrada, el problema es para trabajarlo con mucho cuidado.

O sea, si nosotros elevamos al Otro al lugar desde donde podemos recibir nuestro propio mensaje en forma invertida, si hacemos esta maniobra, entonces su pregunta se convierte en mensaje —hay una sustitución de la pregunta de él, que se convierte en mensaje. Y si la pregunta de él se convierte en mensaje, la pregunta adquiere un sentido. Algo así como "¡Éramos pocos y parió mi abuela!"... Porque teníamos todos los problemas que teníamos y, para colmo, viene a agregarse el problema del sentido —dado que mediante esta maniobra se introduce el sentido.

Voy a proponerles una maniobra medio bestial de reducir a muy poquitas ideas la oposición significante–significado–sentido, para que podamos trabajar algunas ideas en torno a esto que es la introducción del problema.

«Significante» son los ruidos que se pueden emitir y que se pueden escuchar.

Más difícil es definir «significado». En Saussure, es equivalente a "concepto", "idea", cualquier cosa que Ustedes vinculen con eso.

Y una cosa muy distinta es el «sentido». Por ejemplo, si Ustedes son judíos y van a la estación, y se encuentran allí con otro judío a quien le preguntan adónde va, y como respuesta él les dice que va Cracovia, ¿qué es, de lo que él dice, significante? Abrimos comillas o ponemos "sic" entre paréntesis: "Voy a Cracovia". Eso es significante. ¿Cuál es, entonces, el significado? Porque aceptamos que eso tiene la figura de tener un significado, es un taxema —no es fonema. ¿Qué significado le corresponde a "Voy a Cracovia"?

Se quedan empantanados, nadie me contesta (yo siempre siento que, un poco, eso me goza cuando no me contestan...). Ocurre que hay un problema: no me pueden dar el significado si no usan de vuelta el significante, porque no se puede acceder al significado si no es por la vía del significante. ¿Cómo se transmite el significado de uno a otro? Vía el significante. Con lo cual, no tengan miedo de responder que el significado es "Voy a Cracovia". Podríamos decirlo de otra manera, para que quede claro: que el ‘chabón’, ése, se va a tomar un tren y va a Cracovia.

Pero, ¿el «sentido»? Es otra cosa. Es lo que quiere decirte con eso que te dice. Pero para que encontremos el sentido a la frase significante "Voy a Cracovia" –que significa "Voy a Cracovia"–, hay que agregarle al ‘chabón’, la pregunta de qué quiso decirme con lo que me dijo. Y cuando nos preguntamos qué me quiso decir, no es como con la situación anterior, podemos estar en el extranjero, podemos manejar muy mal la lengua que se habla en ese país y podemos preguntarle a un transeúnte en dónde carajo queda el museo que creíamos que quedaba ahí y que cuando llegamos ahí, no estaba... Puede ser que nos diga algo en su legua materna –siempre tan excesivamente rápido para nosotros– y que nosotros no entendamos. ¿No entendemos qué? No entendemos el significado. El tipo te responde en su lengua: "Ah, sí, el museo es ése mismo, es justo acá, en ese edificio". El te dice eso y vos no entendés y le decís al que está a tu lado "¡¿Qué dijo?! ¡Habló tan rápido el hijo de puta que, mejor, le pregunto a otro!"... Ahí ocurrió que no pescaron el significado.

Y, para seguir con el mismo ejemplo, ¿cuándo se hubiese producido un efecto de sentido? "¿No sentiste que nos contestó con un poco...? ¡¿Qué carajo se cree este yanqui de mierda, que soy un ‘sudaca’?!"... ¿Qué apareció ahí? No dónde queda el museo. Cuando aparece el sentido es porque está el Otro —el sentido implica la función del Otro.

Entonces, lo que Lacan dice es que cuando nosotros aceptamos recibir del Otro nuestra pregunta como proviniendo del lugar de la respuesta, el mensaje del Otro es lo que hace introducir el problema del sentido. Quiere decir que en la pregunta: metáfora y metonimia, ¿son efectos de lenguaje o de palabra?, Lacan propone pasar la "o" de la alternativa al vel de la disyunción, porque haciendo esa maniobra introducimos al Otro. Por ejemplo, supongan que el ‘subte’ 2 está por irse, y Ustedes preguntan al de al lado que está ya entrando en el vagón: "Perdón, para llegar a tal museo, ¿es esta línea la que debo tomar?". El puede contestar A o B. Si dice A o B, se trata de un caso de alternativa y él no entró. ¿Cuándo comprueban Ustedes que él entró? Cuando por ejemplo pueden suponer que dice A y se ríe. Entonces, Ustedes se preguntan si no los estará bromeando. Con lo cual, ¿ven el nuevo "o"? Pero supongan que dice A de tal manera que se introduce para nosotros: "A o A ". Les cuento, a propósito, una pequeña anécdota: yo fui a Londres para ver «Los embajadores», el mes que lo guardaron para refaccionar y lo arruinaron para siempre porque le pasaron un solvente que le quitó la cera que se le había puesto inicialmente para protegerlo; y barrieron con todo, lo arruinaron para siempre aunque no lo quieran reconocer.

Pero entonces ven que el sentido empieza a aparecer no cuando Ustedes tienen una "o", sino cuando tienen dos "o", donde entre ésta y aquélla aparece el Otro. Quiere decir que, de lo que se trata en la transformación de la sencilla pregunta acerca de si es efectos de leguaje o efectos de palabra, es la pregunta de Lacan por la introducción del Otro, ya que no hay lógica para el inconsciente sin la función del Otro.

Con esta maniobra, hemos logrado introducir al Otro teóricamente, porque Lacan propone sustituir "alternativa" por "disyunción"; pero también es como se introduce el Otro en nuestra condición de sujetos. Es casi una maniobra que podría indicársele a un analista en un curso de técnica de psicoanálisis. Cuando viene un paciente atacado por una alternativa, ¿cuál es la maniobra indicada? Conviértanlo en disyunción —porque la alternativa no nos da la lógica para resolverlo. Los analistas no somos buenos para eso, pero tendríamos que ser más dóciles. Hay que aceptar los casos que vienen por una alternativa: "¿Qué hago? ¿Tomo la beca, o no? ¿Me voy, o me quedo? Yo tengo a mi novio acá, pero toda la vida estuve esperando esta beca en Harvard, ¿qué hago?". ¿Por qué es imprescindible que Ustedes, analistas, conviertan la alternativa en disyunción? (Es obvio que hace falta la entrada de algo distinto porque los amigos ya dijeron todo lo que tenían para decir, la mamá también, la mitad le dijo que tenía que quedarse, y la otra mitad le dijo que el era conveniente aceptar la beca y partir —aunque también podríamos tener el caso de que todo el mundo le diga que el novio es un tarado, etc) ¿Por qué, entonces, convertir la alternativa en disyunción? Para que Ustedes entren, por que si no, se quedan pedaleando con el sujeto pero no se funda el lugar del Otro. Para que se funde el lugar del Otro, Ustedes de eso tienen que hacer una disyunción.

Siguiendo el mismo ejemplo, para la mayor rapidez discursiva, podría ser que respondieses: "Podría ser esa alternativa o, quizás, otra", introduciendo de este modo una distinta "o". Quizás el problema sea el separarse, o no, de su madre; pero sea como fuere, si uno hace así, entonces abre esa lógica en la cual uno mismo tiene lugar, porque al abrir de una "o" a otra "o", se produce la entrada del Otro. Podría ser una forma lógica que le correspondería al «No responder a la demanda». Esto es, verdaderamente, «no responder a la demanda» —y no la sencilla comodidad con la que solemos entenderlo, es decir, como una mera respuesta negativa.

¿Qué es «No responder a la demanda»? ¿Decir que no?, ¿aplicar violentos aumentos en los honorarios?, ¿cortar la sesión? No, no se trata de eso, porque justamente la demanda radica en un "¿A o B?". Más aun, «No responder a la demanda» es también responderla. Creo que ésa es toda la gracia: se hace mediante la transformación de la alternativa en disyunción. Con lo cual, se darán cuenta de que el problema del vel alienante ya está introducido desde aquí —porque vamos a terminar trabajando «alienación» y «separación».

Llevar al Otro al lugar desde donde uno recibe su propio mensaje en forma invertida es algo que todos Ustedes ya conocen, no es nuevo; pero sí quería advertirles que esta forma en que Lacan propone la relación pregunta del sujeto / pregunta del Otro, tal como está en «Posición del inconsciente», es distinta a cómo está planteada en otros lugares.

Hoy voy a tratar de hacer dos articulaciones: por un lado, distinguir la función de la pregunta del Otro –¿Che vuoi?– tal como está en «Subversión del sujeto...», de cómo está planteada en «Posición del inconsciente» —porque no son iguales. Y, por otro lado, trabajar el deseo, como condición necesaria, desde la perspectiva de la indestructibilidad del deseo, haciendo una comparación entre el modo en que la indestructibilidad del deseo se presenta en «Posición del inconsciente» y el modo en que lo está en «Instancia de la Letra» —en donde también está, pero no de la misma manera.

Así que, en el seno de la enseñanza de Lacan, les propongo articular la pregunta entre «Posición del inconsciente» y «Subversión del sujeto...». Trabajaré también con el último párrafo de la «La Interpretación de los Sueños» –al que ya he dado lectura en la reunión pasada, porque el problema parte de ahí–, y con «Instancia de la Letra». Hay una rectificación fuerte en «Posición del inconsciente» con respecto a «Instancia de la letra»: una asimilación casi completa entre «deseo» y «metonimia» en éste, y una distinción entre «deseo» y «metonimia» en aquél. Eso hay que pensarlo porque me parece que ahí parte cierta lógica de la indestructibilidad que es un problema lógico, para cada uno de nosotros como sujetos implicados en esta lógica; porque decir "indestructibilidad" implica que nuestro deseo es indestructible (lo cual no sé si Ustedes perciben como una salvación o como un problema, o sea, cómo se lo vincule vía el fantasma). Pero también tener una lógica que justifica –mientras no sea un dogma– da una posición muy firme, porque una buena lógica de eso –de la indestructibilidad del deseo– permite considerar que todo sujeto neurótico, en análisis, desea. De modo tal que si dice "No deseo", si dice "Se me fue el deseo", o "A veces deseo y a veces no", eso se piensa desde la perspectiva de que el deseo es indestructible, y, así, ningún neurótico podría ir más lejos que desear, dado que no se puede destruir el deseo.

Pero "indestructible" quiere decir eso: que siempre está el deseo, que no puede no haberlo, que es muy interesante preguntarse qué quiere decir que este sujeto confiese que no lo hay, que ha muerto, que ha desaparecido, etc. Así que apuntamos a tener una lógica que justifique el deseo indestructible.

En «Subversión del sujeto» es distinta la dialéctica de la pregunta de cómo la dijimos recién. Dice así, sólo un parrafito:

«Por eso la cuestión de el Otro que regresa al sujeto desde el lugar de donde espera un oráculo, bajo la etiqueta de un Che vuoi?, ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de su propio deseo, si se pone a reanudar, gracias al savoir-faire de un compañero llamado psicoanalista, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quiere?».

Ustedes saben que esto, en «Subversión del sujeto», es trabajado a partir de un termino –no es un concepto psicoanalítico–, un termino muy especial. Muchas veces pasa que si uno busca los términos que utiliza Lacan en el diccionario francés–francés, la primera palabra que aparece después de la palabra que buscan es: "(Raro, de uso poco frecuente)", o sea, muchas veces Lacan utiliza palabras raras, que no son de uso común. A la que me refiero ahora es "nesciencia", que es una palabra francesa, no es castellana, y se refiere a un no saber que hace falta llamarlo "nesciencia" para distinguirlo de un "no querer saber nada de eso". O sea, nosotros tenemos que trabajar con dos tipos de «no saber», quizás hasta tres, porque no tenemos una oreja tan fina todavía. Yo pondría en serie "ignorancia", que es también una pasión, pero no es lo mismo. Entonces, una cosa es la pasión que Lacan llama "ignorancia", otra cosa es «no querer saber nada de eso», y otra cosa es la "nesciencia". Y Lacan dice que la nesciencia máxima del sujeto está en relación a su deseo. ¿Por qué? No tanto por el objeto de su deseo sino, fundamentalmente, por el lugar desde donde desea —desde el lugar del Otro. Quiere decir que si nosotros vamos a trabajar «inconsciente» y «deseo», si queremos introducir la noción de «deseo», el pasaje de «alternativa» a «disyunción» es crucial porque nos da la introducción del Otro, y es vía el Otro como se produce la concepción esencial del deseo en el sujeto humano; esto es, que el deseo implica la nesciencia: si hay un punto de no saber que restará, nesciencia es un no saber que no se puede llegar a saber; será fundamentalmente lo que deseo, no en tanto que objeto –eso de alguna manera se puede interpretar–, sino el lugar desde donde deseo, que es el lugar del Otro.

En «Subversión del sujeto», la dialéctica tiene tres pasos. En «Posición del inconsciente», tiene cuatro. Obviamente, con escansiones que yo deduzco de la letra de Lacan, porque no están en ningún lado.

En «Subversión del sujeto», la dialéctica propuesta por Lacan (yo les propongo una dialéctica en el sentido de los post-hegelianos, o sea con espiral dialéctico y todo) supone, entonces, un primer paso: del sujeto al Otro. Por eso, la pregunta del Otro que regresa al sujeto. Pero pareciera no ser así, pareciera ser que el primer paso es desde el Otro hacia el sujeto. Sin embargo, yo estoy proponiéndoles que es del sujeto al otro. Y lo hago así porque Lacan continúa diciendo:

«...desde el lugar de donde espera un oráculo,...».

Tenemos al sujeto que está esperando, desde el Otro, un oráculo. A veces, Lacan dice una etiqueta que sería, ¿qué? ¿Qué dice el oráculo? Por ejemplo, "Serás parricida". Ése es el oráculo más famoso que nosotros conocemos. El sujeto espera un "Serás X" proveniente desde el Otro. Entonces, lo que está diciendo Lacan es que, de donde uno espera eso, viene otra cosa, pero entonces lo primero es el movimiento del sujeto. Hay que poner «sujeto» a la izquierda y una flecha hacia la derecha y escribir, ahí, «Otro» —del sujeto al Otro, desde la perspectiva del deseo.

Yo les propongo una pregunta muy sencilla tal como: ¿qué quiero?, ¿qué quiero ser? Ahí dice "Serás...", pero este "serás" es en función de lo que quiero ser. Entonces, Lacan en «Subversión del sujeto» dice que uno recibe desde el Otro –si el Otro es analista, si no, no– un "¿Qué quieres?". Parece una estupidez: "¿Qué quiero?", y el Otro responde "¿Qué quieres?"... Lacan dice que esta pregunta, así, invertida, habilita el único camino viable, el único camino que existe hacia el encuentro, reencuentro, rescate –se puede modular de distintas maneras–, con el propio deseo. Porque hay un tercer movimiento. El primero era del sujeto al Otro; el segundo, del Otro al sujeto. Y la tercera es, de vuelta, del sujeto al Otro, que, tal como lo plantea el texto del párrafo que les leí, es un "¿Qué me quiere?". ¿Cuál es esa maniobra? Es importante de trabajar porque así es como entra el problema del objeto, alienación y separación —es toda esta lógica. ¿Cómo entienden, entonces, ese pasaje?

Respuesta: [inaudible].

A.E.: Claro, o sea que no. Pero, ¿por qué es esta tercera la pregunta que aparece? No, hay dos preguntas que yo estoy haciendo. Yo no digo por qué del sujeto sale una pregunta. Yo digo por qué sale ésa, porque Lacan da el texto para todo sujeto neurótico. Pero, ¿de dónde la saca?, ¿de su experiencia como analista? Desconfiemos de eso porque si no, hay que buscar a los analistas de ochenta años de edad que tengan mucha experiencia y que sepan del deseo de la gente... No, lo que ocurre es que Lacan lo deduce lógicamente. Tiene una práctica, es analista, y parece que se analizó.

¿Qué quiero? El Otro me devuelve un "¿Qué quieres?", y, al devolverme esa pregunta, se convierte en analista, en un verdadero Otro. Yo recibo el "¿Qué quieres?" y Lacan propone devolver al Otro un "¿Qué me quieres?". Cosa que, si son analistas, Ustedes saben que es la dimensión más netamente transferencial, que los pacientes nos preguntan qué queremos nosotros. Y a veces uno tiene ganas a veces de decir que no se trata de lo que uno quiere, sino de lo que tú quieres. ¿Por qué la pregunta es "¿Qué me quieres?"?

Respuesta: [inaudible].

A.E.: Pero, ¿por qué decimos que el sujeto desea desde el lugar del Otro? Porque se pone él en el lugar del Otro. Éste es todo el problema. Cuando el Otro devuelve "¿Qué quieres?" habilita al sujeto a ponerse en la posición de preguntar, como si fuese el analista del analista, preguntar por "¿Qué quieres?" —no preguntar cualquier cosa. Ésta es la dialéctica tal como está en «Subversión del sujeto».

En «Posición del inconsciente», a mi entender, está mucho más ricamente planteada y nos permite distinguir posiciones clínicas que aquí quedan cerradas. Porque esto, si Ustedes son analistas, les pasa; tienen pacientes que les preguntan "¿Qué quieres?", y también tienen algunos que no, ¿no es así? Quiere decir que esto no es lo que siempre se encuentra. En «Posición del inconsciente», esa modulación está producida por Lacan, o sea el pasaje del año ‘60 al ‘64 le permite a Lacan modularlo de otra manera. ¿Cómo es? Al primer paso lo llamé: «Dado que».

Intervención: [inaudible].

A.E.: Les propongo escribir un signo de pregunta a la derecha y la S a la izquierda y, la pregunta, yendo del signo de pregunta hacia el S: recibimos la pregunta que nos pone en causa, ¿palabra o lenguaje? Lo estuve pensando mucho, es muy interesante, que uno recibe esta pregunta por estructura: ¿palabra o lenguaje? «Palabra» era el acto de ..., ¿quién va a ese lugar en vuestras vidas? Vuestra mamá, ¿quién si no? Mientras que si es «lenguaje» no va mamá. Quiere decir que la pregunta que nos pone en causa, ¿es «lenguaje» o mamá, estructura o el Otro? ¿Debo ir al colegio porque debo ir al colegio, o porque tú quieres? Vieron cómo se empastan las cosas... Los chicos no quieren ir al colegio y los padres quieren, vienen a la consulta y: "— ¿Ustedes quieren que vaya? —Claro que sí, queremos; si no, ¡no estaríamos acá!". ¿Por qué se empastó? Hay que trabajar "por estructura", o porque "el Otro quiere". ¡No son la misma cosa!. En el segundo caso se es esclavo; en el primero, se es ‘cuentapropista’ aunque seas obrero —pero no es lo mismo. Es francamente interesante preguntarse si se trata de «efecto de lenguaje» o «efecto de un acto de palabra». Ésta es la pregunta que nos viene.

Les propongo que aún no escriban "Otro", porque el segundo –que llamaré "si..."– consiste en hacer del Otro el lugar de nuestra respuesta, sustituir el signo de pregunta por la letra mayúscula. Pero, entonces, si es una posibilidad, no es necesario. Hay sujetos que no dejan elevar a alguien a la categoría de A mayúscula para poder salir de esa alternativa o de esa disyuntiva. O sea, uno recibe la pregunta, la pregunta es de estructura: ¿efecto de palabra o efecto de lenguaje? Piensen si acaso alguna cosa, para Ustedes, en su vida personal, escapa a esta pregunta. Por ejemplo, la persona que aman o la que odian, ¿es por efecto de lenguaje, o por efecto de palabra? Se ordena prácticamente toda la lógica. Yo no encontré ninguna que escape a la posibilidad de ser preguntada así. Y es muy distinto si uno eleva a alguien a la categoría de A mayúscula para convertirlo en el lugar desde donde uno va a recibir la respuesta a esa pregunta.

Entonces,

1) "Esto es dado que...".

2) "Esto es si...", y depende de cada uno —a veces sí, a veces no. Y es muy distinta la clínica con quien sí y con quien no. Hacemos del Otro el lugar de nuestra respuesta.

3) Su pregunta se invierte en mensaje, la pregunta del Otro se convierte en mensaje.

4) Si la pregunta del Otro se convierte en mensaje, esto es, ha adquirido «sentido». Es por esta maniobra que uno puede hacerla o puede no hacerla. Hay gente que no encuentra nunca en la vida un analista; hay gente que sabe que no lo va a hallar; hay gente que te dice: "Yo, ¿analizarme? ¡Ni loco!", aceptando poner a alguien en el lugar desde donde uno dirige una alternativa, porque se le convierte en disyuntiva.

Entonces, dado que recibimos la pregunta que nos pone en causa –lenguaje o palabra–, si la remitimos al sujeto, entonces tenemos la pregunta y el sujeto que recibe esa pregunta. Si éste eleva a alguien a la función de analista, de A mayúscula, en este sentido hacemos del Otro el lugar de nuestra respuesta. Hay sujetos que no quieren, entonces su pregunta se invierte en un mensaje, se convierte en un mensaje, no es el oráculo; en cuyo caso no se puede elaborar la pregunta "¿palabra o lenguaje?" si no es vía el Otro, porque si es vía el Otro, eso se convierte en mensaje —si no, es pura pregunta alternativa, lo más fácil.

Uno puede elegir «lenguaje» o «palabra», pero eso no adquiere un sentido, y se darán cuenta de que por la vía del sentido entra también el movimiento; si no tiene sentido, ¿hacia dónde vas a remitir tu pregunta?, ¿dónde vas a ponerla a trabajar?, ¿adónde vas a llevarla?, ¿qué vas a encontrar? Nada. Así que me da la impresión de que es mucho más elaborada la relación S—Otro en relación al "Che vuoi?". Aunque nosotros, analistas, nos quedamos siempre en el "Che vuoi?", la lógica que reina siempre entre nosotros es la de «Subversión del Sujeto» porque está muy bien representada por el grafo.

Con los espirales dialécticos de los que les hablaba hoy, les proponía una forma intuitiva para sustituir e l grafo, porque me da la impresión de que esta forma es mucho más elaborada.

Dice Lacan:

«El efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto».

O sea que la respuesta es la de que Lacan dice que es efecto de lenguaje, porque dice que el efecto de lenguaje es tal cosa y tal otra.

«Gracias a ese efecto no es causa de sí mismo,...».

Porque nunca un sujeto puede coincidir con el lenguaje. Es dudoso que un sujeto pueda coincidir con un acto de la palabra, pero ilusoriamente sí: "Yo dije eso". ¿Se puede tener esa ilusión? Es estupidísima porque todos somos plagiarios por estructura, así que suponerse diciendo algo es una tontería, pero nos pasa entre ocho y treinta y siete veces por día creer que es nuestro Yo el que dice. Los psicóticos, en eso, ‘la tienen clara’: son hablados. Siempre tiene que ser un cuerpo colegiado el que establezca el diccionario de la lengua. Sería un imposible total que sea una sola persona, por la estructura del lenguaje que no coincide jamás con el sujeto. Recuerden a Saussure: inmutabilidad del signo lingüístico —se explican de esta manera.

Y agrega Lacan:

«... lleva en sí el gusano de la causa que lo hiende».

No sé si está en alguna otra parte esto del "gusano de la causa que lo hiende ". A mí me llamó muchísimo la atención esto de "gusano". Saben que lo primero que pensé era que debía estar mal traducido. Creo que algunas cosas se pueden precipitar si uno, al menos en este caso, tiene en cuenta las acepciones posibles de "gusano", una de las cuales es la de "parásito intestinal". Nosotros no solemos emplear "gusano" para referirnos a eso, es muy difícil escuchar a alguien que diga que tiene gusanos para decir que tiene parásitos intestinales; pero en francés, sí. Nosotros solemos decir, simplemente, "parásitos". Y en el diccionario francés, agregan a esta acepción –que es la segunda–: «Ver "intestino"». Es decir que significa también "gusano intestinal". Considerando entonces esta acepción francesa del término "gusano", ven cómo toma la «tripa carnal» del Seminario X. La tercera acepción es: «Larva de la mariposa», metáfora constante de metamorfosis. Y cuarta acepción: «Gusano que come la carne de los muertos». Por si faltaba poco, también está referida la muerte. Es decir que el término es acertadísimo.

Intervención: Me parece que alude a lo que en el Seminario 11 aparece como aquello que se va a producir en el sujeto, que habla del...... [inaudible] ........ de los abortos, las larvas............. [inaudible].

A.E.: Lacan dice:

«Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real».

¿Esto les resulta claro? No habría ningún sujeto en lo real, si no hubiera significantes. Lógicamente, está primero el significante a cada sujeto, porque el significante es lo que representa a un sujeto frente a otro significante. El problema es la definición de «significante», que es lo que representa a un sujeto frente a otro significante. Con lo cual, lo que está indicando Lacan es la interdependencia absoluta entre sujeto y significante. Quiere decir que no hay sujeto si no hay lenguaje, pero también que no hay sujeto si no hay sujetos, porque no habría significantes en el mundo, si no hubiese sujetos. La respuesta de la introducción del lenguaje no nos está diciendo que no al problema del Otro, del «Otro sujeto».

«Pero ese sujeto es lo que el significante representa; y no podría representar nada sino para otro significante: a lo que se reduce por consiguiente el sujeto que escucha».

Eso se los había anticipado la vez pasada. Tenemos una nueva modalidad –creo que la más firme y la menos utilizada– para entender «Un significante es lo representa a un sujeto frente a "Otro" significante». Habitualmente, escribimos "otro" con minúscula: S1 y S2. Lo que está diciendo Lacan es otra cosa: que el significante representa al sujeto frente a otras personas. Yo digo un significante, por ejemplo, mi nombre, y ese significante me representaría a mí para todo aquel que estuviese escuchando ese nombre que me representa. Lo que Lacan agrega es que, quien escucha, queda reducido a otro significante. Quiere decir que un significante es lo que representa al sujeto frente al Otro, A, no olvidándose de que este Otro tiene estatuto de significante. Utilicen cualquier significante para representarlos (quiten el ejemplo que yo di recién, que es el único que no sirve, el del nombre propio, porque confunde; y no porque sea otra lógica), y cualquier significante que elijan los representaría a Ustedes frente a otra persona caracterizada por ser significante: "Esposa", "hija", "hombre", "varón", "padre", " hermano", "analista", el que quieran, es un significante que los puede representar. "Cuñado" lo representa a él, siempre y cuando no nos olvidemos de que quien escucha queda reducido por la misma maniobra a otro significante. Lo mismo está en «De una Cuestión Preliminar...», o sea ya en el ‘57 Lacan tenía esta fórmula.

Se lo leo. Está en la página 561 del original francés:

«En efecto, este juego de significantes no es en efecto inerte, porque él está animado en cada partida particular por toda la historia de la ascendencia de otros reales...».

La partida no está muerta, la partida es que Ustedes van al tablero y ven una cierta cantidad de fichas de ajedrez, blancas y negras, dispuestas de cierto modo; y Ustedes miran y afirman que se trata de una partida. Lacan dice que la partida del sujeto no es inerte, no está ahí como las fichas abandonadas en la soledad del desierto, como una tablilla con jeroglíficos, sino que está animada por los "otros reales de la ascendencia", lo cual quiere decir que «Reina» es aquella mujer que es reina y «Rey» es aquel hombre que fue rey para ti. Entonces, continúo la cita:

«... que la denominación de Otros significantes implica en la contemporaneidad del sujeto».

En la partida, está jugando tu abuelo, ese alfil, el único alfil que te queda es tu abuelo; y juega tu partida, como el problema que había en el caso del Hombre de las Ratas. El impedimento para que se case con Gisela era su padre, pero se había muerto diez años antes. Acá está la explicación: es que el padre queda reducido, en el juego del sujeto, a «Otro significante»; y, siendo Otro significante, se caracteriza por ser contemporáneo del sujeto, porque todos los significantes son contemporáneos. Siempre que uno se represente por "hijo", será en relación a Otro significante "padre". Y el otro real, por más que haya desaparecido en los confines de la historia, juega en la partida justamente porque el Otro vale como significante. Y ven cómo se empieza a articular distinto el problema de la historia, que es nuestro problema. Yo les preguntaba: ¿sincronía o diacronía? Lenguaje y palabra, ¿cuál es "sincronía" y cuál, "diacronía"? "Lenguaje" es «sincronía», todo él junto, allí, al momento de tu advenimiento, y es mutable e inmutable para tus maniobras; y la historia es el conjunto de las cosas que te fueron diciendo: actos de palabra.

Entonces, el sujeto es efecto de lenguaje en la perspectiva del inconsciente, porque el efecto del lenguaje es la causa introducida en el sujeto; gracias a ese efecto no es causa de sí mismo, lleva en sí el "gusano" de la causa que lo divide,

«Pues su causa es el significante sin el cual no habría ningún sujeto en lo real. Pero ese sujeto es lo que el significante representa; y no podría representar nada sino para otro significante: a lo que se reduce por consiguiente el sujeto que escucha».

Quiere decir que el sujeto queda reducido a un significante, y el otro queda reducido concomitantemente a Otro significante, siempre y cuando uno coloque al otro en el lugar desde donde puede recibir su propio mensaje en forma invertida.

Sin embargo, no olviden que se puede rechazar, que los efectos de estructura se pueden rechazar.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Prosigamos, entonces:

«Al sujeto pues no se le habla».

Ahí, ¡se cayó todo! Es que Lacan lo acaba de deducir de lo anterior. ¿Por qué al sujeto no se le habla? Saben que después viene la teoría del Ello.

«Al sujeto pues no se le habla. "Ello" habla de él,...».

Es una pregunta parecida a la de por qué no hablan las lunas. Porque no tienen boca. ¿Por qué no se le habla al sujeto? Porque no hay quien le hable al sujeto, dado que el otro se redujo a un significante. El sujeto se reduce a un significante, y si el otro se reduce a un significante, ¿quién va a hablarle? Entonces, ¿quién habla? Eso, Ello habla.

Quiere decir que los significantes tienen la virtud de ‘coger’ entre sí, copulan. Está bueno lo de cópula. Tenemos que pensar bien cómo es la cópula lógica, porque después Lacan va a decir que «no hay relación sexual», o sea, hay para colmo un problema en cómo copulan los significantes. Pero lo que está proponiendo Lacan es que la pregunta que uno recibe, nadie la formula. La pregunta que uno lleva a análisis, ¿quién la formula? Pero entonces, "Si mi padre y mi madre, etc., y yo nací, etc., entonces yo me pregunto...", a esa pregunta, Eso la hace. No hay quien la haga, ya que todas las personas han quedado reducidas a un significante. Esa pregunta proviene de la articulación entre los significantes. Quiere decir que al sujeto, pues, no se le habla.

¡Es interesantísimo! ¿Qué hacemos los analistas? Porque no es lo mismo. Freud le hablaba al sujeto —de eso, estoy convencido. Se acuerdan cómo hacía Freud cuando aparecía una denegación:

— Soñé que había una mujer de cabello rubio, a la que yo me ‘cogía’.

— Ahá. Y, ¿qué se le ocurre con "mujer de cabello rubio"?

Bueno, mi mamá... Pero, ¡no vaya Usted a creer que, por eso, yo me quiero ‘coger’ a mi madre!

Freud intervenía diciendo: "No. Mire, yo no lo dije. Y como yo no lo dije, Ud. lo rechaza. Eso surgió en Usted". Ésa maniobra no es adecuada porque tampoco es el sujeto: se trata de Eso, dados los significantes que sustituyen a los sujetos —aun a quien escucha.

¿Por qué las pavadas que nosotros decimos producen efectos distintos a las tonterías dichas por los amigos? Porque no somos quien escucha, estamos representados por Otro significante: «analista». Por eso, es tan importante la entrada en análisis, que quiere decir establecer que estás representado por ese significante y no por otro. Con un buen tipo que es muy inteligente, que te dice cosas bárbaras, te limpiás el culo tal como te limpiás el culo con todo lo que te dicen tus amigos... Es que las personas empiezan a valer por qué significantes los representan, porque el significante los sustituye. Quiere decir que, como analistas, hay que tener muy presente que con lo que estamos operando es con Eso. Y, en sentido estricto, entonces, ni lo dicen los padres, ni lo dijo él, y, en realidad, tampoco lo dice uno. Por eso es que no hay que disculparse diciendo que uno lo dijo, sino que lo que yo estoy llevando a vuestra reflexión es por qué Freud dice "Yo no lo dije", si con el significante que lo representa quizás sí lo dijo. Este tipo de error, en Freud, es frecuente. Es el mismo error que Lacan le diagnostica en el caso de la joven homosexual. De lo que se trataba, en ese caso, es que Eso engañaba. Y Freud falló en esa posición. Algo parecido le ocurrió con Dora, aunque en otra dimensión de cosas. Lo más raro de todo es que Freud lo haya publicado. ¡La posición ética de deseo de Freud es increíble! Nosotros no publicamos un caso así, ¡ni que nos fusilen..!

Entonces, al sujeto pues no se le habla.

«"Ello" habla de él, y ahí es donde se aprehende, y esto tanto más forzosamente cuanto que,...».

Y ahora viene algo también lógicamente bien difícil:

«... antes de que por el puro hecho de que "ello" se dirige a él desaparezca como sujeto bajo el significante en el que se convierte,...».

Es decir, Ello se dirige a él mediante un significante, entiendan que no es nadie. Si tu mamá quedó embarazada de soltera, vos sos ‘guacho’, y no hay que preguntar: "Y, dígame, ¿en el colegio le decían «guachito»?"... No hace falta que nadie diga nada. En realidad, nadie lo dice aunque haya habido algún ‘salame’ 3 que haya gozado diciéndoselo a ese pobre compañerito. Es un efecto de que Eso dice así. El problema es el antes, pero si Eso dice así, ¿qué se produce con el sujeto? Pongamos el caso de "guacho", ¿qué se produce con el sujeto?, ¿en dónde se aprehende? En lo que Ello dice de él.

«...y esto tanto más forzosamente».

Esto todavía se hace más forzoso para cada uno de nosotros cuanto que:

«...antes de que por el puro hecho de que "ello" se dirige a él desaparezca como sujeto bajo el significante en el que se convierte...».

Es decir, ¿qué pasa cuando Ello te asigna el significante? Fading. Hay un problema del antes del fading como efecto de nominación de Eso; no la nominación del Padre, sino la nominación de Eso, que puede ser por ejemplo el "hijo mayor". A veces, uno es "hijo mayor", o es "hijo del medio" pero, ¿quién te puso "hijo del medio"? Eso. Ahora bien, siendo "hijo del medio", sucede que desapareces como persona. ¿Hay acaso alguien entre Ustedes a quien le guste que yo le dijese: "A ver, ¡vos, hijo del medio!"..? Seguramente, pensaría: "¿Y éste hijo de puta? ¡¿qué se cree!? Primero que no soy sólo hijo del medio, y, segundo ¿qué quiere decir?, ¡¿que soy igual a todos los hijos del medio?!"... Vieron que hay gente que tiene psicología del hijo mayor, del menor y del hijo del medio... Nunca la vi aplicada correctamente pero hay mucha gente que sostiene esa psicología; psicología interesante porque es Eso puro. ¿Quién decidió que vos seas el hijo mayor? Tu madre y tu padre pueden haber decidido, o no, tener un hijo, pero que vos seas el hijo mayor, ¡eso es Eso de la manera más pura!

Siendo "hijo del medio" sucede que hay fading, pero teníamos indicado por Lacan un antes. ¿Qué es uno, antes del fading del significante? Nada, como sujeto. No hablamos de personas, de individuos, de ciudadanos, sólo hablamos de un poquito de la realidad, así, pequeñita, que es el sujeto. Entonces, tenemos la justificación del "forzosamente": es forzoso porque te rescata de la nada. El problema es que aquello que te rescata de la nada te produce el fading, pero es forzoso; si no, no entrás en el juego. Si vos no cantás qué color de ficha serás, no entrás en el juego. Pero la entrada es forzosa porque, aunque produce fading del significante, te rescata de la nada.

Así, en una diacronía, tendríamos: a) nada y b) fading producido por ese significante. Entonces,¿aceptan: nada – S1 – fading? Porque ése sería el primero en nuestra cuenta. De modo que tenemos la nada y lo que te rescata de la nada, que es la identificación primaria. El problema es que la identificación primaria significante tiene un efecto de fading.

«Pero esa nada...».

Esa nada que estaba antes del fading del significante. No es lo mismo fading del significante, que nada. A mí, a veces, se me confundían hasta este momento. Yo quedaba algo prendido de las primeras muletillas aprendidas, tal como la de «el significante mata la cosa», etc. Siempre agarramos las primeras muletillas que nos enseñaron... Entonces, pensaba que bajo el significante, uno no es nada. No, no. Una cosa es el borramiento, el desvanecimiento efecto de la identificación al significante, y otra cosa es la nada respecto de la cual esa identificación primaria te rescata.

«Pero esa nada se sostiene...».

¡Ah! Entonces es Nada – fading – nada. Se sostiene la nada, no desaparece tras la identificación primaria.

«... gracias a su advenimiento, ahora...».

Distinto del de antes,

«...producido por el llamado hecho en el Otro al segundo significante».

Esto es muy interesante. Tiempos lógicos, todos. Comienzo: la nada. Y, ¿qué me rescata de la nada? La identificación primaria, S1. Pero, ¿S1 es nada? No. Y tampoco es ser, porque se borra por efecto de S1, pero no es nada. Lo que Lacan está indicando es que tenemos nada – S1 – nada. Voy a proponérselo a Ustedes en forma de banda de Möbius porque responde muy bien a este tipo de articulaciones lógicas de Lacan. Él ya cuenta con la banda de Möbius y la estructura del sujeto del inconsciente, que es la banda de Möbius. A la banda de Möbius la hago abierta, no hace falta hacer toda la banda, y sólo pongo el punto de torsión, y, después sigue allí y se pega. Allá, donde se pega, si hubiésemos empezado con una cinta de dos colores, allá, los colores quedarían invertidos. ¿Cuál es el punto de torsión? El punto de torsión es S1. Y, ¿qué había antes de S1? Nada. ¿Qué se produce después de S1? También, nada. La virtud de escribirlo así es que es lo mismo y, a la vez, no es lo mismo. ¿Cuál es la diferencia?

«...ahora producido por el llamado hecho en el Otro al segundo significante».

Entonces, esta nada queda entre S1 y S2. No es lo mismo la nada del intervalo, que la nada antes del advenimiento del sujeto. Pero es muy interesante cómo Lacan, topológicamente, indica que esa nada se recupera de otra manera. Habitualmente, lo que sucede entre los sujetos humanos, especialmente los neuróticos, es que creemos que el S1 nos rescata de la nada. Y lo que Lacan dice es que lo que produce es un efecto de transformación que produce una nada de otra índole. Esta estructura es francamente muy interesante, es la misma que nos permite entender la relación del objeto de la necesidad con el objeto del deseo por función de la demanda, porque, si no, no se entiende cómo se produce el objeto del deseo. Y acá teníamos el objeto. Quiere decir que el objeto natural se pierde, pero en el acto de perderlo, el significante de la demanda produce otro tipo de objeto. Lo que estoy tratando de decirles es que el significante produce una pérdida del mundo natural y una recuperación del mundo natural. No alcanza con decir que el significante mata la cosa, porque es estúpido decir que el significante mata la cosa, ya que todos comemos y ‘cogemos’. La especie humana no está en extinción, hay por el contrario una explosión demográfica. El problema es que a veces tenemos un decir que casi bordea lo estúpido...

De lo que se trata es que este objeto desaparece como tal, pero se recupera como objeto. Algo de eso se pierde, pero algo de eso también se recupera como otra cosa. Y a esto, Lacan lo llama "retoño". Es de la misma índole. Antes de la identificación primaria, hay nada. Y es con la identificación primaria que aparece la diferencia. El problema es que como éste es un significante, sólo representa al sujeto frente a otro significante, lo cual quiere decir dos cosas: por un lado, la batería del Otro y, por el otro, que el que escucha queda como significante. Siendo esto así, lo que pasa es como la hipoteca que uno paga por el rescate: uno sale de la nada por la vía del S1, pagando por ello un precio, a saber, que se produzca otro tipo de nada, esto es, la nada que se produce entre S1 y S2. El sujeto quedará allí localizado.

Avancemos un poco más:

«Efecto de lenguaje por nacer de esa escisión original, el sujeto traduce una sincronía significante en esa primordial pulsación temporal que es el fading constituyente de su identificación. Es el primer movimiento».

Escuchen, a ver si pescan la estructura temporal que hay aquí en juego. Seguimos con que es efecto de lenguaje. ¿Sincronía o pulsación temporal?

«Efecto de lenguaje por nacer de esa escisión original,...».

¿Se dan cuenta de qué nacimiento? Éste, éste es Otro significante, es efecto de lenguaje, queda entre dos significantes.

«...el sujeto traduce una sincronía significante en esa primordial pulsación temporal constituyente de su identificación».

¿No notan un problema lógico temporal? El problema es la estructura del tiempo que a mí me complicó bastante. Yo tengo algo publicado sobre esto, en donde digo que el sujeto se constituye en el intervalo entre 0 y 1, y lo propongo como los términos de arranque y de finalización del vector de la intención del grafo del deseo. Todo el grafo está montado en el vector de la intención y las dos cadenas significantes. En muchos lugares, Lacan da a entender que perfectamente se puede establecer que S barrado [$] es nada — no hay significante para el sujeto. Esto, en matemática, es 0, y justamente lo que rescata de esta nada es el 1. Con lo cual, el sujeto queda entre 0 y 1. Lacan piensa muchísimo estos problemas cuando está elaborando el problema lógico de la constitución del Uno. El tres es muy fácil —es dos más uno. El dos, en cambio, ya es un poquito más difícil. Si lo buscan en el diccionario de la Real Academia Española, van a encontrar que la definición es, aunque parezca mentira, «Dos: m. Uno más uno»... Parece mentira, es sorprendente.

El problema es de dónde sale el uno. ¿Cómo hacer para hacer salir al uno del cero? Porque en la serie de los números naturales (dicho sea de paso, nada menos natural que la serie de los números "naturales"...), ¿cómo se entiende el surgimiento del uno? A partir de la teoría de conjuntos, con el conjunto vacío, efectivamente, se puede constituir el «conjunto unario» que lleva por único elemento el conjunto vacío; o sea que con el cero podés hacer un uno. Pero es la primera vez en cinco mil años de elaboración matemática que esto se pudo decir. Casi en el mismo momento en que Saussure desarrolla lo suyo, y en que los lógicos se ocupaban de sus cosas, y Freud del psicoanálisis, en esos mismos años de fines del siglo XIX, se elaboraba esta teoría. En matemática es esto, el conjunto unario hecho con nada. El problema es que el conjunto vacío no es nada para la perspectiva de conjuntos, es un elemento de todo conjunto. Pero el problema es que lo que está en discusión aquí es la estructura temporal, si es primero lo uno y luego lo otro, o si es algo de la índole de lo sincrónico.

Hay un tema que quizás nos quede en el tintero si no lo recordamos ahora, y es que la pregunta se refería a metáfora y metonimia —ésa es nuestra pregunta. Éste es el párrafo de nuestro problema. Si Ustedes observan el párrafo siguiente, que está íntimamente vinculado porque en éste Lacan dijo que es el "primer movimiento", en el párrafo siguiente va a decir y ése es el segundo movimiento. Y estos párrafos se relacionan con la misma estructura que el problema que queremos pensar. Entonces, ¿lo que dice en el párrafo dos es en el instante dos? ¿O lo que se dice en el párrafo dos corresponde a un tiempo que no sea de la índole de lo primero? Parece un problema de poca monta, pero es toda la discusión que hay, aunque nadie la formule, con «alienación» y «separación». Se suele creer que primero nos alienamos y que, después, nos separamos... ¿Están seguros de que «separación» viene después de «alienación»? ¿Es ésa la lógica temporal que le corresponde? En todo caso, no es la de Lacan, sino la de los lacanianos. Hasta hay muchos que quieren establecer las estructuras clínicas sobre ese punto. Esas cosas se probaron y cayeron todas porque no valen nada. Pero también hubo la idea –que también está pasando de moda porque ya se corroboró que no tiene ninguna lógica– de proponer si hay primero «alienación» y después «separación», de modo tal que si alguien se quedó alienado es porque luego no logró separarse, quedándose así en una suerte de primera etapa. Nada en los planteos de Lacan para confirmar tal cosa, porque para él, la estructura temporal de «alienación» y «separación» es la del rombo [ ]. Es claro que retoma en el punto donde «alienación» termina, pero vuelve al momento histórico donde «alienación» empezó, si les gusta llamar a esto "Tiempo 1", "Tiempo del medio" y "Tiempo final".

Tenemos un problema muy complicado que radica en que, dado que escribimos de izquierda a derecha, esto se nos hace inmediatamente temporal, de manera tal que creemos que S1 se nos hace primero que S2, casi de un modo automático sin siquiera pensarlo.

En el libro que publiqué, yo mismo lo planteé así. Ahora tengo muchas ganas de corregirlo. Habrán notado que los lacanianos nos regodeamos con el "tiempo lógico" pero terminamos empleando el tiempo del carnicero... Siempre cometemos el mismo error. Y yo hice exactamente lo mismo, porque propuse el cero y el uno en conexión metonímica. Y me da la impresión de que hay que pensarlo como sustitución metafórica. El problema es que Lacan, en estos párrafos, utiliza «metáfora». Sin embargo, verán cómo en el párrafo siguiente opera con «metonimia».

«Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la metonimia, la diacronía...».

¿Les sorprende que Lacan articule «metonimia» y «diacronía»? Pero regresemos al párrafo de nuestra polémica.

«Efecto de lenguaje por nacer de esa escisión original, el sujeto traduce una sincronía significante en esa primordial pulsación temporal que es el fading constituyente de su identificación. Es el primer movimiento».

Lo que propongo es lo siguiente: ¿no estará hablando de «metáfora»? ¡No lo dice, el muy desgraciado! Pero pone sí pone «metonimia» en el segundo movimiento, cuando todo el tiempo nos estamos rompiendo los cuernos sobre nuestra pregunta sobre si metáfora y metonimia son efectos de lenguaje o de parole.

¿Se acuerdan de cómo relaciona Lacan «metáfora» y «metonimia» a los ojos del público, para la gente en general, o sea todos nosotros? La metáfora siempre es más oscura, es por estructura oscura, siendo que la metonimia es evidente. Ténganlo en cuenta, porque lo que está diciendo es que el sujeto humano tiene una disposición a que se le haga más intuitiva la conexión metonímica que la sustitución metafórica. ¿Ustedes qué entendían mejor, antes, cuando sabíamos menos? ¿Qué les pareció bárbaro? Cuando leíamos sobre «metonimia», Ustedes decían: "¡Qué bueno! ¡Qué ‘chabón’ inteligente!"... Y la conexión «desplazamiento»–«metonimia» se comprendía como entrando, con vaselina, por un tubo. Ahora bien, ¿«condensación» c on «metáfora»? Que levante la mano aquel que pueda dar cuenta de eso... «Condensación» es desplazamiento múltiple, metonimia múltiple. Entonces, ¿qué carajo tiene que ver la metáfora con una metonimia múltiple? Ya, ahí, después de veinte años de estudiar a Lacan, seguimos boqueando... Y Lacan tiene razón, aunque parezca mentira. Es correctísimo lo que hace Lacan, cuando dice que la «condensación», en Freud, es efectivamente la designación –sin que Freud lo haya hecho explícitamente– de la metáfora como la creación de la chispa poética.

Si a alguno de Ustedes le interesa, tengo bien marcadas las páginas en Freud. Veinte o treinta lo confirman, aunque el traductor en la edición castellana de los Escritos, en «Instancia de la Letra ...» se atreva a afirmar que se trata de un invento de Lacan, diciendo que la Verdichtung, en alemán, no tiene etimológicamente nada que ver con la Dichtung como creación poética. Es decir que el traductor, Tomás Segovia, echa por tierra la maniobra de Lacan de poner juntos «condensación» de Freud con «metáfora» de Jacobson, siendo que Jacobson tampoco hace así —porque, para él, la metáfora es el «simbolismo» en Freud, y no la «condensación».

Entonces, como correspondía a un Lacan muy astuto, este párrafo, el de la sincronía, lleva velada la metáfora. Así, la relación entre 1 y 0 es vertical, y no horizontal. Esto quiere decir que son las dos caras de la misma moneda y las dos caras discursivamente siempre dan la impresión de primero una y después otra. Siempre caemos en la tontería de creer que primero está «cara» y luego «ceca». Dicho así, te queda S1 y S2, y se hace tan intuitiva la conexión metonímica porque tenemos como concepción el déficit teórico de Saussure. Para Saussure, la estructura de la cadena significante, ¿cuántas dimensiones tiene? Una. Y éste es un error colosal que Lacan le disculpa diciendo que Saussure era poeta, pero que en realidad Saussure sabía que eran dos dimensiones... ¡Esas cosas que hace Lacan! Saussure dijo que la cadena significante es unidimensional. Y si la vida de un sujeto humano, para vos, como teórico, es unidimensional, entonces todo será temporalmente evolutivo. Y Saussure patina en el punto donde Lacan interpreta que es oscuro. ¿Qué no dijo Saussure? La vertical. Y no la dijo porque se ve menos —la metáfora siempre es mucho más oculta que la conexión metonímica.

Entonces, Lacan aquí está indicando la metáfora pero no lo está diciendo explícitamente. Quiere decir que en la sincronía se producen los dos términos que luego tendrán que ver con la pulsación temporal, pero para el sujeto se producen en sincronía; esto es, que un sujeto, estrictamente hablando, al momento de su advenimiento, siendo que esto no es una división, es la rayita que indica un mismo lugar donde se produce la sustitución de un término por otro.

El problema es que, en la sustitución de 1 por 0, se produce un nuevo tipo de 0. En la sustitución de 0 por 1, si 1 viene al lugar de 0, se produce otro tipo de 0. O sea, intentar escapar a la nada mediante el significante, lo único que produce es otro tipo de nada. Pero esta maniobra se da en la sincronía.

Quiere decir que el efecto del lenguaje, que es "la causa introducida en el sujeto" , "el gusano de la causa", es de la índole de la división sincrónica.

Vamos a intentar postular una división que es sincrónica, y otra división que es diacrónica.

O sea, una cosa es la división del sujeto entre 1 y 0, y otra cosa es la división del sujeto entre S1 y S2 —son dos cosas distintas.

Bueno, podríamos dejar aquí.

El párrafo que nos toca empezar a comentar es aquel en donde aparece la causa de metáfora y metonimia como efectos de palabra, la entrada del Otro, la función del deseo, y un tema interesantísimo: ¿por qué el fantasma es una escena congelada?, ¿por qué tiene la estructura de un cuadrito de una película que se detiene?; ¿por qué el deseo es indestructible? Y, por último, ¿por qué todo deseo es "perverso"?.

Éstos son los temas.

Correcciones: Luciano Echagüe

Notas

1 A diferencia del latín (que distingue entre "vel" y "aut") la "o" española —al igual que el "ou" francés— no distingue por sí sola la disyunción inclusiva de la exclusiva. Sin embargo, en lógica puede expresarse tal diferenciación mediante fórmulas simbólicas, a saber, (p v q) para la disyunción inclusiva, y [(p v q) · (~p v ~q)] para la disyunción exclusiva. [N.d.C.].

2 «Subte»: "Tren Metropolitano", "Tren subterráneo".

3 «Salame» = "Mentecato", "Estúpido", etc.


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