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Seminario
Posición del inconsciente

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 11
La fijeza

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Ésta es nuestra undécima reunión, y serán quince en total. La próxima va a ser la que sigue preparando el tema de «alienación» y «separación», y las subsiguientes ya tratarán directamente ese tema.

Hoy comentaremos las páginas 817 y 818 del escrito. Así que, ahora que ya estamos tan próximos al final, pude terminar de armarles el programa.

Para la próxima reunión, en que trabajaremos con la página 819, les propondré revisar la metáfora de la cueva, de Platón, y lo que puedan conseguir de Hume sobre teoría de la causa. Retomaremos, también, la discusión del tema de la causa. Y ya para las subsiguientes clases puedo ir anticipándoles alguna bibliografía: vamos a leer «alienación» y «separación» en Hegel y en Marx. De manera que les sugiero vayan viendo qué material tienen al respecto.

Para la próxima, yo ya les traigo referencias más precisas. Les recomiendo esta ficha de Jean Marie Auzias sobre el estructuralismo. En la Biblioteca de SABA está y si no, yo puedo prestar esta copia (en cuyo caso tendrían que devolvérmela la semana próxima).

También quisiera que, para «alienación» y «separación», revisaran el tema de conjuntos, y les recomiendo en Lacan las tres primeras páginas de «Observaciones al Informe de Daniel Lagache», en donde está trabajado el tema de la estructura desde la perspectiva de la teoría de conjuntos.

No sé cómo andaremos hoy con el tiempo, pero voy a utilizar esta traducción de Aletheia de Heidegger, que olvidé recomendarles la vez pasada como para que Ustedes pudieran tenerla ya leída para hoy. De ahí esta mea culpa en toda la anticipación de bibliografía que estoy haciendo...

Ésta es una copia que no es mía, la traje para Ustedes. Así que alguien podría ocuparse de ver cómo hacer para que todos dispongan de ella. Es de lectura obligatoria porque la lógica de lo que trabajamos la vez pasada –como lo que haremos hoy– está totalmente apoyada en la articulación que hace Heidegger aquí. La fotocopia es pésima pero se puede leer, pero no sé cuán buena sea esta traducción. Esto apareció en la revista de Filosofía, y la traducción es de Francisco Soler. No hice una investigación amplia de si está o no en las librerías... En fin, por lo menos, tenemos sobre qué trabajar. Si el tiempo nos lo permite, podremos trabajar un poco con ella.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Yo no traje el título del trabajo de Hume. El problema es que el trabajo de Hume son siete u ocho tomos —es toda una revisión. Está en las librerías pero es de muy difícil manejo para aquel que no dedique más o menos su vida a ello... El «Tratado» –no sé si se llama así– de Hume es inmanejable, al menos para alguien que no se aboque a eso durante muchos años. En todos los Diccionarios o Tratados sobre Filosofía siempre se cita el «Tratado», pero no sé muy bien aún qué recomendarles.

Recuerdan que estábamos con la cuestión de «efecto de lenguaje» o «efecto de palabra». Dedicamos toda la reunión anterior para discutir sobre «efecto de lenguaje». Ahí traía Lacan la cuestión de la sincronía en lo que hacía a la pulsación temporal. Yo les había planteado cuál era mi problema conceptual al respecto, esto es, cómo articular la pulsación temporal a una lógica sincrónica. Por eso, cuando terminé de dar la clase, me acordé de este artículo que está citado unas cuatro o cinco veces en los «Escritos» de Lacan –lo cual es mucho, considerando los «Escritos»–, que responde exactamente a este problema. Así que, si el tiempo nos da, luego volveremos sobre eso.

Y se acuerdan también de que fundamentalmente habíamos discutido la cuestión de la nada, lógica previa al advenimiento del sujeto, y el advenimiento del sujeto por la identificación primaria. No hay sujeto si no hay identificación primaria: en la nada, somos todos iguales. Y si hay una dimensión en la cual todos somos iguales, ahí, el sujeto no puede concebirse porque tiene que tener condición particular. Y vimos también cómo es que este primer movimiento desde la nada a la identificación, implicaba una torsión tal –yo les propuse una estructura moebiana– que se introducía una nueva forma de nada —la primera nada no es igual a la segunda.

Dijimos, entonces, «efecto de lenguaje / sincronía», pero Lacan no lo dice como tal. Yo les proponía que alguna articulación, en nuestro fuero interno, podíamos hacer con la metáfora.

Y ahora viene la operación segunda, articulada a la metonimia y al deseo.

Así que vamos a trabajar ese párrafo para ver cómo se articula eso. Yo traje, ya que quería discutir con Ustedes además del artículo de Heidegger, tres o cuatro citas de Lacan en donde articula «deseo» y «metonimia», porque hay una verdadera polémica allí, interior a la enseñanza de Lacan, a saber, si el deseo es metonimia. Es interesantísimo discutir teóricamente si el deseo es metonimia, o no. Lo traigo como problema porque mi impresión es que hay un consenso entre los lacanianos en que el deseo es metonimia. Mi posición es que no es metonimia. Por otra parte, hay que cuidarse muy bien de cómo se concibe esto, porque es una solución neurótica, típicamente neurótica, concebir al deseo como metonimia. Y mucha gente cree que camina el camino de su propio deseo, o se aproxima a él, porque está sumido en una metonimia. Habitualmente, la histérica, en su reclamo de que "Pero este hombre, me parece, tampoco es el indicado para mí", muchas veces lo elabora, preguntándole al analista si no es justamente una verdad de estructura que ese hombre no lo sea; y, entonces, este hombre no, el próximo no, el subsiguiente tampoco, etc. Pero si es una verdad de estructura que no lo sea, ya encara el próximo encuentro como que es medianamente falso. Y la histérica se pregunta si todo encuentro no es medianamente falso en virtud de que está sumida en la metonimia.

No solamente el problema de la histeria es la concepción del deseo como metonimia. Saben que también hay una dimensión fuertemente metonímica presente en la clínica que es la metonimia de la identificación. O sea, en la desesperante vía del Yo que, queriéndose atrapar como significación, queda siendo esclavo de una metonimia loca, ahí sí conviene poner lo de «loco», porque el efecto es bastante loco y son los sujetos que pasan de ser esto a ser lo otro.

Me da la impresión de que muchas teorías de lacanianos suponen que el objeto del deseo es idéntico a la queja histérica, que ningún objeto puede ser porque el significante sustituye al objeto y, entonces, cada vez que creo que me aproximo al objeto, ese objeto no es.

Pero otro problema es, además, el de la metonimia de la significación del Yo. Hay sujetos que dicen: "No, vendedor de sedería, yo, no. Me tengo que poner un kiosco y, cuando sea kiosquero, las cosas van a andar bien", pero después: "No, estar todo el día encerrado en el kiosco para vender cuatro pavaditas de 10 centavos, no. Mejor consigo que me presten la plata para comprarme un taxi y seré taxista. Y cuando sea taxista, las cosas van a andar bien"... Y así, de vendedor en kiosco, a taxista, etc. Es claro que se complican bastante las cosas con el índice de desocupación que hay en la Argentina y el efecto de la circulación de la gente por falsos empleos. Pero creo que es el padecer de un montón de esposas el de la metonimia de la significación del Yo de sus maridos, es decir, esos tipos que nunca son porque siempre están creyendo que van a ser lo que la cadena significante promete como próximo movimiento. Lo cual puede llegar a pasar por vía desiderativa y tan estructural que hasta casi el analista le daría la razón.

Hay una verdad de estructura. Pero, ¿ésa es la vía del deseo?

Así que vamos al párrafo y veamos cómo se puede resolver, quizás, de otra manera. Dice Lacan:

«Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada "historia") que se ha inscrito en el fading retorna a la especie de fijeza que Freud discierne en el anhelo inconsciente (última frase de la Traumdeutung)».

Ésta es la mitad del párrafo, que es un párrafo sumamente importante y trascendente para las concepciones estructurales. Releámoslo:

«Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la metonimia,...».

Ven la modalidad expresiva que utiliza Lacan para decir que no es lo mismo: tenemos el corte significante que es real. Allí, en el corte significante, se efectúa la metonimia. Y del corte significante, hace su lecho el deseo. Que se efectúe la metonimia no es lo mismo que allí yace el deseo. Con lo cual, ya hay un principio de división. No nos queda claro, entonces, cuál es la articulación precisa, pero ven cómo Lacan empieza. Y, justamente, les advierto que, según estuve revisando el tema, «Posición del inconsciente» es el escrito de Lacan en el que rectifica su propia teoría de que el deseo es metonimia —porque eso de que el deseo es metonimia fue dicho por Lacan. Y vieron que son precisamente esas cosas de Lacan las que nos encantan prima facie. Por ejemplo, cuando leemos por primera vez que "el fantasma es un cross-cap", enseguida decimos "¡Que se vaya al diablo este tipo tan deliberadamente confuso y oscuro!", porque siempre tenemos la sensación de que lo hace a propósito; no que sean requerimientos estructurales, sino que es un problema de que el tipo es así, y así le da la gana plantearlo, siendo que cuando dice que la articulación significante es fundamentalmente metonímica o que el deseo es metonimia, no tenemos ningún problema en decir: "Esto está bien, eh. Este tipo, ¡sí que ‘la tenía clara’!"... Parece que ahí no nos produce ningún problema.

Tenemos un acceso directo y es porque hay un problema de concepción neurótica que empalma con ciertas afirmaciones psicoanalíticas, esto es, que «el deseo es metonimia».

Otro problema que tiene esta mitad del párrafo es que no dice "deseo inconsciente", sino «anhelo inconsciente». ¡Qué raro! ¿Por qué dice «anhelo» y no «deseo»? "Y bueno, ¡viste cómo es Lacan..!"... No, no, no es así. Está hablando del deseo. Éste es el párrafo donde se introduce la lógica del deseo. Con lo cual, hay que concluir que Lacan está diciendo que aquello de lo que habla Freud, en ese párrafo, no es el deseo, es el anhelo —que es otra cosa. En francés, se lee "vœu" 1, que quiere decir "deseo". Pero no es el término conceptual que nosotros llamamos «deseo», que Ustedes saben que hasta pasó al álgebra lacaniano como «d» minúscula. Y esto es toda una pregunta que habitualmente no nos hacemos. Porque para Ustedes, el deseo, ¿es simbólico, imaginario, o real? Abreviemos –nadie va a respondérmelo–: creo que la mayoría afirmaría que es simbólico. Y si la mayoría dijera que es simbólico, ¿cómo es que se escribe con "d" minúscula, y no con "d" mayúscula? Porque en Lacan las cosas simbólicas se escriben con mayúsculas. El problema es que "demanda" se escribe con "D" mayúscula —por ejemplo, en la fórmula de la pulsión. Pero, entonces, ¿es que el deseo es imaginario? Si el deseo es pues imaginario, entonces ya está, dejemos todo, todo es ya una verdadera contradicción, nada sirve para nada, y este autor es más contradictorio que aquello que critica... Está este problema.

Efectivamente, el deseo no es simbólico, está más allá de lo simbólico, está más allá de la demanda y, en efecto, no se lo puede escribir con "D" mayúscula; pero es un término que, como tal, entra en el álgebra, y esto quiere decir que no es sustituible.

¿Qué es el «anhelo inconsciente»? Me da la impresión de que Lacan está indicando que, en ese párrafo de Freud, hay una manifestación de algo que siendo próximo al deseo, no es aquello que en la teoría psicoanalítica se llama el «deseo inconsciente».

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pero tenés el mismo problema con la demanda. Porque si lo que hay en el inconsciente son significantes, ¿en dónde está la demanda? Y hay demanda inconsciente. Ése es un problema lógico crucial para nosotros. Es falso que en el inconsciente haya significantes —eso es un lastre enunciativo causado por insuficiencia discursiva freudo-lacaniana que seguimos arrastrando. En Freud, leemos que en el inconsciente hay Vorstellungen, representaciones. Bien, es falso. No hay representaciones en el inconsciente. Y con Lacan hacemos la sustitución y tomamos de él que en el inconsciente hay significantes... Es falso. En el inconsciente no hay significantes. Y lo que nos mata del todo es que Lacan sí utilizó una metáfora que es la de la lotería, que es casi, casi lo peor. Porque si efectivamente el inconsciente tuviese estructura de loto, ninguna interpretación estaría justificada; porque desde «Psicopatología de la Vida Cotidiana» para acá, lo que nosotros aplicamos al número azaroso 84, es la pregunta de por qué ha salido el 84 y no otro. ¿Cuál es la apuesta del analista? Que algo significa, dado que "84" en el inconsciente está entramado en una cadena significante.

Quiere decir que en el inconsciente hay cadenas significantes, no hay significantes. Y nosotros seguimos diciendo que hay significantes, lo cual es un error a consecuencia de insuficiencias discursivas freudo-lacanianas. Freud lo dijo y Lacan lo dijo. Pero Lacan se corrigió. Y como lo dijo y nosotros vamos leyendo de aquí y de allá y vamos tomando partes dispersas...

En el inconsciente, en realidad, no hay nada. El inconsciente es que dada la estructura que le corresponde al lenguaje para el sujeto hablante, para toda cadena significante; dada la acentuación de un significante, se puede concebir la existencia de otro significante. La paradoja discursiva que significa sostener significantes en el inconsciente es máxima. Piensen en Freud. Freud dice que hay representaciones reprimidas. Si hubiese representaciones reprimidas –tal como nosotros las entendemos–, los neuróticos deberíamos hablar entrecortado y esos significantes no estarían a nuestra disposición, no estarían en el preconciente. Y como nosotros armamos lo que decimos con las palabras que están en el preconciente, si estuviese reprimido... No está reprimido en el sentido de que no está en el inconsciente, sino que ese significante, tal como figura en esta frase, así está reprimido. Con lo cual, lo que está reprimido es esa frase, lo que esa frase significa. A esa frase accedemos vía un significante, por ejemplo, el de un lapsus con "84" cuando debió haber salido "60". Pero no es que "84" esté reprimido: "84 " está reprimido tal como funciona en esa frase. Son frases que se recuperan y que se entraman con otras frases. Lacan se lo discute a sí mismo cuando introduce fuertemente la idea de «unbewusste Gedanken», pensamientos inconscientes. Y no hay ningún problema con que un pensamiento tenga la estructura de una demanda, o que un pensamiento tenga la estructura de un anhelo. Lo que no puede haber es un pensamiento que tenga la estructura de un deseo. Porque como el deseo es más allá de toda demanda, no puede haber una demanda que tenga la estructura del deseo —sería un error discursivo.

En el inconsciente hay pensamientos. Nosotros solemos pensar más en la metáfora que es la de la lotería: que hay significantes dando vuelta, así, todos desarticulados, pero es una paradoja discursiva. Si así fuera, hablaríamos como el personaje de Ultimas Imágenes de un Naufragio, en que el tipo iba tachando, y esa palabra no entraba más. Ése sería el caso de un significante reprimido. Entonces, la cosa sería algo así: "Y cuando yo le toqué el [beep!] a mi hermana, di mal un examen"... Así sería un caso de represión. Y sería muy fácil, simplemente, dirías: "Lo que pasa es que eso está reprimido".

Sin embargo, es lo que decimos, lo que solemos sostener. Somos tan incoherentes al sostener lo que decimos que, cuando decimos "significantes inconscientes", nos referimos a eso: como si fuera cualquiera de los dos casos de una afasia.

Bien, avancemos un poco y leamos lo que es «deseo» para Freud en la última frase de «La Interpretación de los Sueños» para así seguir lo que dice Lacan y derivar de eso la lógica que está en juego. En la página 608 del tomo quinto de la edición de Amorrortu, Freud dice:

«¿Y el valor del sueño para el conocimiento del futuro? Ni pensar en ello, naturalmente».

O sea que Freud no acepta que los sueños tengan la función de predecir el futuro, como adivinaciones.

«Podríamos reemplazarlo por esto otro: el valor del sueño para el conocimiento del pasado. Pues el pasado brota del sueño en todo sentido. Aunque tampoco la vieja creencia de que el sueño nos enseña el futuro deja de tener algún contenido de verdad».

¿Ven cómo es la verdad para el inconsciente? Sí y no, ya se contradijo. Hace dos renglones dijo que bajo ningún concepto el sueño sirve para el conocimiento del futuro. Ahora, dice que, en fin, en algún sentido el sueño en realidad sirve para el futuro. Así son las cosas en el inconsciente...

«En la medida en que el sueño nos presenta un deseo como cumplido, nos traslada indudablemente al futuro; pero este futuro que al soñante le parece presente es creado a imagen y semejanza de aquel pasado por el deseo indestructible».

Hagamos pues algunas articulaciones de este párrafo de Freud, desde Lacan, para entender el «anhelo inconsciente».

Primero, si Ustedes leen bastante a Lacan, deben haber visto cómo se desvanece en su enseñanza que el sueño sea la «vía regia». Y conocen la forma en que Lacan, con una gambeta de maravilla, resolvió el problema. Porque Freud afirma que es la "vía regia al inconsciente", entonces Lacan dice: los sueños son la vía regia al inconsciente, pero no se equivoquen: el libro de Freud, lean el libro de Freud y tendrán allí el acceso al inconsciente, no los sueños de los pacientes. Y efectivamente habrán visto que, entonces, el sueño no es la vía regia al inconsciente. La vía regia es el camino ancho por el cual el acceso es directo. Y no es justamente "porque este futuro es creado a imagen y semejanza de aquel pasado por el deseo indestructible" . ¿Cuál es aquel aspecto del sueño que hace que el sueño sea "a imagen y semejanza de aquel pasado"? ¿Qué propiedad del sueño, según Freud, es el que hace que el sueño sea "a imagen y semejanza de aquel pasado por el deseo indestructible"? Los sueños tienen muchísimo que ver con las imágenes. El procedimiento mediante el cual se produce ese efecto tan común en los sueños –que no es universal– de la presencia de la función de la imagen, ¿cuál es? ¿Cómo se llama ese capítulo? La transposición de las palabras en imágenes, el miramiento por la figurabilidad. Lo que Lacan propone es que se da allí la entrada plena de la escena fantasmática; o sea, el cuidado por la figurabilidad es el cuidado en el que el soñante enmarca su sueño dentro de la escena fantasmática. Así, Lacan calcula que la mayoría de los seres humanos concebibles frente a la garganta de Irma, se hubiesen despertado.

El cuidado por la figurabilidad. Ven cómo Lacan, de vuelta, torció un poquito el concepto. El cuidado por la figurabilidad del sujeto. Hay imágenes que a mí me parten por la mitad por la angustia y, al de al lado, nada. Esa diferencia es la función del marco del fantasma, a mí me entra dentro de mi marco, a éste le queda afuera, a aquel otro, no, etc.

Con lo cual, el sueño no es la «vía regia al inconsciente». Porque también hay que atravesar el velamiento fantasmático ya que en el cuidado por la figurabilidad está presente toda la escena fantasmática. Así que va a ser tan directamente entrante por ahí, como por el síntoma.

Hay un problema clínico que se enuncia: ¿qué hacen los psicoanalistas de hoy día con los sueños que les llevan sus pacientes? Es muy buena la pregunta porque no hay respuesta. Si un paciente te cuenta un sueño, ¿qué hacés? Sí, lo escuchás, pero... ¿Qué hacés con lo que escuchás? El problema es que no sabemos, mientras que al analista de hace treinta o cuarenta años le contaban un sueño, y se regodeaba en él. Si es lacaniano y no toma nota (porque los lacanianos no toman nota), ocurre que empieza a tomar nota cuando aparece el sueño. "Y sí, claro: si es la «vía regia al inconsciente», ¡no vas a compararla con la cháchara inútil que venía diciendo antes!"... Sigue funcionando que aquello otro es cháchara ‘pajera’ porque, cuando aparece un sueño, con toda inmediatez los analistas dictaminan "la entrada en análisis"... Te hacen la secuencia «primer sueño–transferencia–entrada en análisis»... Hagan la prueba de preguntar a un obsesivo en entrevistas preliminares: "Bueno, si se le ocurre algún sueño, estaría bien que me lo relatase" , y verán que no hay más que esperar un día para que les venga con uno.

La respuesta a la pregunta de qué hacemos los lacanianos de hoy en día con los sueños es que no sabemos. Y lo mismo ocurre con casi cualquier otra cosa que nos cuenta el sujeto: le preguntamos por el valor que tiene para él...

— Soñé que me masturbaba.

— ¿Y?

— Nada, eso.

— Y, ¿para qué me lo cuenta?

¡No hay nada más ‘pajero’ que eso! Ahora bien, si ocurre que tuvo un sueño que verdaderamente lo impactó muchísimo, ¡venga! Porque ahí está el sujeto, no en el sueño en sí mismo, sino en el posicionamiento del sujeto respecto del sueño como, por ejemplo, una pesadilla. De todos modos, puede haber pesadillas a demanda. Hay que tener cuidado: el sujeto, en análisis, juega con nosotros al ajedrez. Ésa es la metáfora de Freud, lo cual quiere decir que emplea las mismas fichas. No es que se trate de:

— Ahora te mueve el alfil y, ¡tomá!, ¡ahora sí tenés que elaborarla!

— ¿Y qué? ¡Yo también tengo alfil, y te lo mueve así! ¡Arreglátelas ahora!

Todo aquello que uno retórica o gramaticalmente pueda poner a trabajar es una herramienta de la que el otro, en cuanto sujeto del lenguaje, también puede disponer. Con lo cual, si para vos la pesadilla es un jaque, el otro te puede dar pesadillas a pedido.

Y Lacan dice que a esto hay que distinguirlo del «deseo inconsciente». Lo que presenta el sueño es el deseo cumplido. Por lo tanto, ya no es el deseo porque está cumplido, está a medias inconsciente. Y que sea inconsciente no es ningún problema —no tenemos que "tener conciencia" de todos nuestros anhelos, o de todas nuestras demandas. Hay que tener cuidado en creer que la fórmula es: si x es inconsciente, x es por lo tanto deseo.

La cuestión con la que Lacan está trabajando es si el deseo en cuestión tiene satisfacción posible vía el fantasma, el cuidado de la figurabilidad y si adquiere una imagen del objeto. Si el deseo se representa como cumplido, es en la medida en que aparece allí el objeto que le corresponde. ¿De dónde salió el sueño de la Bella Carnicera? Una amiga que conoció la teoría de Freud sobre la realización del deseo, le dijo: "Dr. Freud, tuve un sueño que lo contradice" (ya puede uno empezar a pergeñar el diagnóstico de la amiga de Freud...). Era un deseo insatisfecho, ¿cómo puede ser que mi deseo insatisfecho sea el cumplimiento de un deseo? Y acá viene un viejo problema psicoanalítico: no podemos tener razón siempre y en todos los casos. Que tengamos razón independientemente de que el paciente asienta o disienta –ya que en este último caso estaría dando muestras de que "se resiste"– es un argumento muy poco científico. Y no porque no pueda ser cierto, sino porque así el analista termina siempre teniendo la razón. Saben que uno de los principios fundamentales de la epistemología para la ciencia es que algo es científico si puede ser contradicho —una buena diferencia con respecto a la religión. Son desarrollos de la década del ‘40 o del ‘50.

Entonces, ¿por qué en el sueño de la Bella Carnicera se cumple el deseo? Lo que les propongo es no tanto por salmón sí, o salmón no; no tanto por si mi marido el carnicero va a tener a la gorda que le gusta, sí o no; no tanto en definitiva por el sí o el no, sino porque aparece "salmón ahumado", es decir, la imagen del objeto del deseo, o la Otra mujer para el marido —sea como fuere, se cuenta con el objeto del deseo. Ésa es la figurabilidad del sueño, y eso es lo que distingue al deseo inconsciente de lo que se cumple en el sueño.

Lacan propone «anhelo inconsciente». Observen cuán crítico de Freud es Lacan, en su «retorno a Freud»; cómo cada uno de los términos es tensado según el argumento freudiano mismo, proponiendo una insuficiencia discursiva. Por eso, ahora voy a rectificarme: la otra vez nos rompimos la cabeza pensando cuál sería la traducción para "soborno". Me vergüenza mucho pero, aunque les parezca sorprendente, hoy voy a proponerles como traducción el término "soborno" del castellano... Lo que ocurre es que confieso que no lo había comprendido. "Soborno" del castellano nos viene como anillo al dedo. Les daré pues la definición castellana, que es mejor aun que la francesa.

Avancemos, entonces, un poco más con el texto.

«Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada "historia") que se ha inscrito en el fading retorna a la especie de fijeza que Freud discierne en el anhelo inconsciente (última frase de la Traumdeutung)».

¿Por qué "fijeza"?

Intervención: Porque es indestructible.

A.E.: Sí, pero me estás dando una definición en respuesta a otra definición. El otro día leí un autor que dice que las mejores definiciones son las circulares. Es el problema de todas las definiciones psicoanalíticas lacanianas...

Entonces, ¿qué es esa "fijeza"? Piensen en el sueño, ¿de dónde viene «salmón ahumado»? Piensen en un sueño de realización de deseos de cada uno de Ustedes. Lacan dice que el objeto que satisface vuestro deseo implica una "fijeza". Pero, ¿de qué índole?

Intervención: [inaudible].

A.E.: No, lo pulsional en el sueño tiene una presencia muy distinta. No hay que hacer de las formaciones del inconsciente un "A=B=C". Todas son distintas, es una maniobra maquiavélica de Lacan llamar a las formaciones del inconsciente, «formaciones del inconsciente», ya que el síntoma es fundamentalmente pulsional y repetitivo, y el sueño es fundamentalmente no repetitivo. Si el sueño se repite, ¿sobre qué preguntarían los lacanianos? Sobre la repetición, ¡es lo más importante de todo! Porque los sueños no están destinados a ser repetidos. Les dice que dos veces soñó con X, ¿qué preguntarían? Desde luego, no preguntaría por X, ¡sería una pérdida de tiempo! La pregunta a hacer es: "¿Dos veces?". Lo que Freud pregunta con los tres sueños de Dora es por las tres veces del mismo sueño. En el Hombre de los Lobos, el mismo sueño repetido en la infancia, repetido de vuelta ahora, suena raro, a otra clínica. Ahí se empieza a repetir de un modo extraño —en fin, ya ven que el diagnóstico del Hombre de los Lobos es extraño...

¿Por qué el sueño no implica "fijeza pulsional"? ¿Cuál es una propiedad del sueño? ¿Por qué uno puede soñar tranquilo que se ‘coge’ a su madre? Porque no hay acceso a la motilidad, y la pulsión te queda del otro lado de la barrera. Hay, como siempre, algunos problemitas: a veces soñás que te estás meando y... Pero que no haya acceso a la motilidad no implica que un sujeto no se pueda encabalgar justo ahí. Así como también tenemos la inversa más angustiante del "¡Qué suerte que sólo era un sueño!". De manera que no es la fijeza de la pulsión porque lo que caracteriza al sueño es que, respecto de la pulsión, tiene ahí una barrera que es el cierre del acceso a la motilidad. Y esto, muy distinto del síntoma, del cual no tendríamos noticias, en tanto que síntoma, sin su relación a la pulsión. Piensen un síntoma sin pulsión: no sabemos de qué hablamos —es otra corriente de entender la clínica.

¿Por qué, entonces, la "fijeza"? ¿De dónde viene «salmón ahumado»? Les leeré el párrafo y me dirán si lo encuentran: se trata de la «historia». Con el primer significante S1, tenemos la identificación primaria. S1, por ser tal, tiene la virtud de hacer fading del sujeto. Pero S2 reproduce la nada. No hay S1 sin S2; y si no hay S2, no es S1. No piensen al S1 en forma aislada (pensarlo de ese modo es como sostener un recuerdo infantil inconsciente, reprimido en el preconciente —no es posible). Si es S1 y es significante, primero, lo es por su relación con un S2; si no, no es significante, es otra cosa. Puede ser que la haya y que sea parecido, pero ya no es lo mismo. Quiere decir que tenemos la otra nada. Y, ¿dónde se efectúa la metonimia? Justamente en el corte que articula S1 con S2. Lacan dice que ahí se produce la especie de la "fijeza".

«Pero en el segundo, [...] en el que se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada "historia")...».

Ven que es aquí donde entra la diacronía. En el primer movimiento teníamos la dimensión sincrónica. Lacan está diciendo que hay un nudo en que se articulan metáfora y metonimia, diacronía y sincronía. Lacan dice que la diacronía es lo que llamamos «historia».

«...la diacronía (llamada "historia") que se ha inscrito en el fading retorna a la especie de fijeza que Freud discierne en el anhelo inconsciente (última frase de la Traumdeutung)».

Esos S1 y S2 marcan una fijeza: la de que son esos y no otros. Eso produce una fijeza, la misma fijeza que hace al deseo indestructible. Y ya no es la indestructibilidad por la fijación de la imposibilidad del hallazgo del objeto a nivel de la cadena —que es de lo cual se queja la histérica. El deseo es indestructible porque la constitución del sujeto –que es vía la articulación de S 1 con S2– no puede evitar S1 y S2. No olviden que estamos hablando de la condición particular, expresado en nuestro álgebra. Por ejemplo, en el caso del Hombre de los Lobos y en el del Hombre de las Ratas, ¿qué pondrían en esta dimensión? «Lobos» y «Ratas». Eso da una especie de fijeza, porque vienen todos al mismo lugar. ¿Qué cosas vienen al mismo lugar? El intervalo de la cadena significante. La articulación del deseo, donde se produce la metonimia y la constitución del sujeto, todo eso se articula en el mismo lugar.

¿Se puede introducir significantes en el mundo animal? Sí, el apellido es Pavlov. Y de ahí en más se equivocó toda una corriente psicoterapéutica para los seres humanos, porque se creyó que como se introducían significantes en los perros, se dedujo que de lo mismo que producía la neurosis traumática en el perro, era la neurosis para los seres humanos. Pero la diferencia es que a pesar de que tengan diferencia significante –las campanadas–, se verifica que el perro no saliva ante cualquier toque de campana, sino que más bien sabe distinguir entre campanadas que nuestro oído no es capaz de dar. Pero la diferencia entre campanadas es significante, y eso no tiene nada que ver con el mundo animal, no es algo instintivo. Uno puede pretender meter significantes a los animales, incluso hasta en las gallinas —que no pueden ser más ‘boludas’... Si pica en el de color rojo, es sometida a un shock eléctrico; si picotea en el de color blanco, se pone a su alcance un grano de maíz. La gallina, después de dos o tres días de rutina, ¡le empieza a dar al blanco sin asco! Aquí, en el zoológico de Buenos Aires, hicieron una nueva cueva para osos y una tiene un pequeño cable en el borde –casi no se ve–, por el que pasa electricidad; y está conectado a una batería de coches, o sea, le da una descarga que molesta pero no lo mata. Y el oso camina todo el tiempo bien apartado del cable —quiere decir que aprendió. Pero es algo artificial. Se puede introducir significantes.

Ahora bien, ¿cómo funciona el lenguaje entre los animales? Como signos. Quiere decir que para nosotros una cosa que caracteriza al significante es que es un significante, esto es, que remite a Otro, a otra persona —nunca se olviden de que remite a otra persona. El baile de la abeja no remite a otra persona, no se lo enseñó otra persona. El significante sí remite a otra persona. Y no digo «sujeto» para que quede bien claro que no estoy hablando de nada que sea ‘lacanioso’.

El significante representa un sujeto frente a Otro, tomado como significante; si no, no es significante. Y también, porque la formula dice las dos cosas: S1 que remite a S2, y si es S1 ya hay S2 —si no, no sería S1. Y si no es S1, es S; y si es S, ya no sabemos lo que es. Por ahí entra toda la clínica de la holofrase. Es una fórmula: si es S, ya no sabemos lo que es, porque ya no es la relación con S2. Ahí entra toda la línea de la holofrase. Se suele hablar de un S1 aislado, pero es un equívoco. El uno es porque remite al dos y viceversa, si no, no vale la cuenta. Pero vale porque el sujeto neurótico humano por excelencia, cuenta, y yo diría que la formula de la neurosis es casi ésa: «No contarse en su propia cuenta». El significante, en el ser humano, lleva el número. Y el número, en el ser humano, es un significante. Por eso son tan atractivos los elefantes que cuentan en los zoológicos, porque los animales no cuentan. El perro de Pavlov no dice: "Éste ya me la hizo tres veces, ¡que se vaya a la puta que lo parió! ¡A éste ya no le creo nada!"... ¿Cuántas veces Ustedes salivarían, si no les dan comida? Porque el animal también deja de salivar, le da el patatús; pero a nosotros también nos puede dar el patatús —pero, a nosotros, por la cuenta: la primera es casualidad, la segunda es coincidencia y, la tercera,... la tercera vez que no viene a la cita, ¡te colgó, hermano!, ¡te colgó porque es con número!

En el intervalo se funda la cadena, y el sujeto se funda en ese mismo intervalo, siendo que para nosotros no alcanza con el intervalo para concebir la función del sujeto: hace falta una nada anterior, para entender que la nada del intervalo es una transformación de la nada anterior –mítica–, a la constitución del sujeto. Lo que rescata al sujeto de esa nada es el S1. Pero si hay S1 es porque hay S2, y, si hay S2, hay intervalo. Ahí se monta la conexión metonímica. Y de eso hace un lecho el deseo. ¿Por qué? Ustedes tienen una fórmula del deseo que yo estoy tratando de atacar: la de que "El deseo es metonimia". Pero hay otra fórmula del deseo que estoy tratando de justificar: «El deseo del hombre es el deseo del Otro». Entonces, estoy tratando de justificar que el deseo nace en esta articulación significante porque en ella nace el Otro significante. Quiere decir que, por esta forma de advenimiento del sujeto, el sujeto no adviene sin Otro. Digo, Otro significante, no la mamá, ni el cuidado ajeno, sino la mamá tomada como significante —es lo que permite el incesto.

De esa articulación significante surge la posibilidad de la metonimia, pero también ahí se funda el deseo por la aparición necesaria de la función del Otro; o sea, empezamos a tener una teoría que articula el advenimiento del deseo con el advenimiento del Otro; empezamos a poder explicar, sin la filosofía y sin Hegel, por qué el deseo del hombre es del Otro, porque nacen del mismo instante y de la misma lógica: la articulación de los dos significantes, el intervalo, el advenimiento del sujeto, el advenimiento del Otro (que es como definimos a S2, esto es, como «Otro significante»). Pero es allí donde se produce la articulación metonímica. «Deseo» y «articulación metonímica» no son la misma cosa. El problema es que van al mismo lugar. Pero van al mismo lugar por motivos distintos: el deseo entra en ese lugar porque inexorablemente, dada la articulación significante, me entró el Otro, y el Otro valdrá en una de sus dimensiones como deseo del Otro. Y respecto de deseo del Otro, del lado del Otro, tendremos una nada. Del lado del Otro, si es S2 –tal como Lacan lo dice en el Seminario X, "mi lado" y el "lado del Otro"–, también produce fading. ¿Qué tipo de Otro me da S2? No puede ir mucho más lejos que el tipo de subjetividad que produce en mí el S1.

Quiere decir que la entrada del deseo es vía el Otro en la medida en que del lado del Otro hay una entrada vía la falta. Después, con «alienación» y «separación», se pueden articular perfectamente la falta de uno con la falta del Otro. Pero estamos esbozando la lógica que justifica «alienación» y «separación»; no estamos hablando de dos operatorias fundantes, la primera y la segunda, como si se tratara de evolución. No estamos teniendo una nueva teoría evolutiva, sino que estamos elaborando una lógica. La justificación de la entrada de «alienación» y «separación» tiene que ser lógica. Lo que estoy tratando de darles es una lógica de la «alienación». ¿Por qué el deseo es alienado al Otro? Porque en el mismo acto fundante de lo uno es a condición de lo otro —por eso el deseo del hombre es el deseo del Otro.

En esta lógica, la fijeza es que como corresponde S1 y S2, no son cualquiera. En el álgebra son cualquiera y por eso lo reducimos a la letra "S". Pero en cada historia son esos significantes, y en esos significantes se produce la especie de fijeza. «Salmón» viene de la historia porque la historia, dada esta lógica, implica fijación a aquel par primordial de significantes a partir de los cuales se puede decir que hay allí sujeto. Porque como no son cualesquiera, son ésos, el deseo queda connotado por un "son ésos". O sea que nuestro objeto, el objeto del deseo, queda fijado a: "es Eso".

Pasemos, entonces, a la segunda parte del párrafo.

«Este soborno segundo no cierra solamente el efecto del primero...».

O sea, cierra el efecto del primero. Pero vean el tiempo, cómo encabalgan dos sobre uno. No es evolutivo, tiene la virtud de venir a encabalgarse, tal como hacíamos con el rombo, al que le habíamos dado estructura de una "v" con una flechita contraria a las agujas del reloj, que se cerraba en forma de rombo con otra "v" invertida también en dirección contraria a las agujas del reloj, de modo que se produce así un círculo contrario a las agujas del reloj.

Es importante que sea contrario a las agujas del reloj. A su vez, lo que parecía segundo en una forma imaginaria de concebir la cadena –de izquierda a derecha–, venía a cerrarse en un tiempo segundo a algo que, por la forma circular, tenía la virtud de cerrarlo; pero, para ser segundo, venía al lugar primero. Quiere decir que esto, con lo evolutivo, no tiene nada que ver. Tiempo uno, vuelve al dos; pero ahí, el dos vuelve al primero, es decir que en rigor no hay tiempo uno y tiempo dos. Es un movimiento que cierra al segundo, siendo que el segundo no se puede decir que venga después del primero porque tiene la virtud de ponerse antes. Ésta es la temporalidad necesaria. Sin esta temporalidad, ‘vamos muertos’ —no hay "evolución" en psicoanálisis. El psicoanálisis no "evoluciona". Lacan, después de cincuenta años de psicoanálisis, tuvo que plantear en su «retorno a Freud», que el sujeto no evoluciona, que la histeria no evoluciona, que el analizante cuando termina tampoco evolucionó —en todo caso, cambió.

«Este soborno segundo no cierra solamente el efecto del primero proyectando la topología del sujeto en el instante del fantasma;...».

Ahí está. ¿Ven la fijación? Aquí tenemos por primera vez una justificación de por qué el fantasma se presenta como instante —como en una película. ¿Por qué el fantasma es como un fotograma detenido, que implica la condensación de la fijación a esos significantes? No puedo entrar a comentar «proyectando la topología del sujeto» porque la maniobra de Lacan, ahí, es de una envergadura intelectual máxima: articula geometría proyectiva con geometría topológica. Es una maniobra genial, yo no lo leí en ningún matemático. Dice que se articulan dos geometrías distintas. Tenemos la geometría euclidiana, luego la proyectiva, luego la topológica. Hay muchas geometrías. Lo que Lacan está diciendo es que el fantasma implica la articulación de dos geometrías distintas. Es por eso que tenemos el problema de que a veces al fantasma lo llamamos "plano proyectivo" –de la geometría proyectiva–, o cross-cap —de la topología.

Lo que sí tenemos es que se fija como una instantánea. La fijación es por cuáles son los significantes que son.

«...lo sella, rehusando al sujeto del deseo que se sepa efecto de palabra, o sea lo que es por no ser otra cosa que el deseo del Otro».

Entonces, Lacan dice que el segundo movimiento cierra el primero bajo la modalidad del instante del fantasma en la medida en que es la proyección de una topología. Estamos entonces en el terreno de la geometría. El mundo es en la estética trascendental kantiana, estamos en el espacio, mientras que en el primer movimiento estábamos en historia, diacronía, el tiempo. Ven el cambio de registro: hemos pasado, mediante esta maniobra, a la posibilidad de fijar una instantánea, una escena. Una escena muy habitualmente armada con una estructuración escópica pero que en realidad es a partir de los términos de la cadena significante. Es por eso que habrá que buscar –para incidir sobre ellos– una fórmula, un axioma, y no una imagen. Pero, ¿cómo funciona para uno, el axioma fantasmático?, ¿para qué nos sirve? Nos da una escena. Ésta es la proyección de una topología. Lo que logramos de esa manera es pasar del tiempo al espacio, constituyendo, mediante la instantánea, una escena. Lacan dice que "lo sella". Es una expresión muy interesante porque sellar implica cerrar, pero también dejar una marca.

El segundo tiempo sella al primero. Retoma lo que ya dijo, lo cierra. Es un "sellar" como el "sellar" una habitación en donde hay un virus: le pondríamos una cinta de sellado en la puerta, la dejaríamos sellada, o sea, herméticamente cerrada. Pero también "sellar" como "imprimir", como dejar una marca indeleble. Quiere decir que de lo que se trata en la segunda maniobra es de dejar una marca indeleble. Tienen ahí la especie de fijeza, y a partir de ella pueden constituir la famosa escena del fantasma.

"Lo sella", entonces cierra y marca,

«...rehusando al sujeto del deseo que se sepa...».

O sea, no sabe. El segundo movimiento deja al sujeto en una posición de no saber. Yo ya les había presentado, la vez pasada, el término «nesciencia», cuyas primeras definiciones –que sólo encuentran en el Grand Robert– datan del siglo XVIII. «Nesciencia» viene de una palabra muy parecida en latín, que significa "nes", prefijo privativo, "ciencia", es decir: «No saber». Pero independientemente de su etimología, su definición francesa nos dice que se trata de un término raro –por eso no figura en el Petit Robert–, que en filosofía designa lo que no se puede saber, lo imposible de saber.

Les propongo que a «rehusando al sujeto del deseo a que se sepa» lo articulemos a «Subversión del Sujeto», en donde afirma que la nesciencia del deseo, que el no saber en el deseo, produce la máxima nesciencia en el sujeto. Me da pues la impresión de que hay una coincidencia conceptual máxima.

«...lo sella, rehusando al sujeto del deseo que se sepa efecto de palabra,...».

Es decir, no sabe lo que no podrá saber porque es imposible de saber. El fin del análisis no cambia esto. Muchas veces, vamos a la búsqueda de quien terminó análisis para ver si sabe, y a veces es muy frustrante ver que tampoco sabe, aun habiendo terminado felizmente, en el sentido ideal –no por un fracaso–, su análisis. Y esto es así porque es imposible de saber. Imposible de saber, ¿qué? Que el,

«... sujeto del deseo se sepa efecto de palabra, o sea lo que es por no ser otra cosa que el deseo del Otro».

¿Por dónde entra el deseo del Otro? En su advenimiento, por efecto de palabra, S1 y S2 serán del Otro —del único lugar de donde pueden venir. Y siendo términos del Otro, si son significantes, del Otro nos darán su falta, porque el significante no puede más que hacer del Otro, falta. Quiere decir que, en esta modalidad de advenimiento, lo que se produce es la articulación de que el inconsciente sea efecto de lenguaje y efecto de palabra. Pero si es de palabra, inexorablemente traerá la articulación del sujeto al Otro, porque el advenimiento del sujeto es con el Otro, en la medida en que es mediante la palabra. No sé si vieron el doble alcance que el Otro puede llegar a tener: todos los términos son del Otro pero, aparte, te los dijo tu mamá porque deriva de la lengua, y no de la relación civil biológica que guardes con ella. Quiere decir que como es de palabra, implica al Otro. El Otro oferta esos significantes. Uno eligió ésos, pero son del Otro. Que uno eligió eso es lo que me diferencia de mi hermano, pero no por eso me diferencia que ambos tomemos del Otro.

Y esta modalidad de introducir al Otro hace que en el advenimiento del sujeto, en la articulación efecto de lenguaje—efecto de palabra, por ser efecto de palabra, inexorablemente también voy a ser sujeto del deseo, ya que si fuese puramente efecto de lenguaje, no tendría motivo alguno para haber deseo. Siendo que ser efecto de palabra ya trae al deseo, y el deseo –cuya estructura conocemos: el deseo del sujeto es el deseo del Otro–, en el mismo momento donde el deseo aparece como la causa fundante del movimiento, en el mismo momento y por las mismas causas, se cierra y se sella porque advienen S1 y S2, esos significantes particulares para cada sujeto.

Entonces, en el mismo movimiento en que se constituye el deseo como causa de puro movimiento, hay un "soborno" que hace que esto se cierre en el sello y la fijación que el instante del fantasma condensa. Desde esta perspectiva es que proponía la traducción de "soborno" en castellano. En francés, "subornement" quiere decir: preparar para una mala acción, desviar del buen camino, corromper, seducir. En la definición castellana también implica "dádiva". En francés, la definición es por la acción y por el objeto. En castellano está más acentuada la cuestión del "soborno": "Tú me has sobornado a mí regalándome eso", pero a ese "eso" también se lo llama "soborno".

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No lo recordaba. Dádiva, es decir, la cosa con que se soborna. "Cualquier cosa que mueve, impele o excita el ánimo para inclinar a complacer a otro". ¡Genial! ¿No se parece al deseo? Cualquier cosa. ¡Es genial!, ¡es lo que encontramos en la clínica! Esto Freud lo llama la «contingencia del objeto», pero cualquier cosa en el sentido de "¡No te puedo creer que, con esa boludez, vos hacés todo lo que hacés!"; pero no es cualquier cosa para él, porque para él será fijado. Y con el "excita" de la definición, ya está dada la connotación sexual.

El objeto cumple la función de cualquier cosa que mueve, impele y tanto más aún si excita. La prueba de la excitación en nuestro imaginario es categórica. ¿Qué quiere un hombre? No, ésa no es una buena pregunta... Intentémoslo con esta otra: ¿qué quiere una mujer..? Porque creemos que, como vemos el efecto de la excitación, podemos saber lo que quiere. Pongan si no, a un tipo ‘en bolas’ y empiecen a pasarle ‘minas’ desnudas; observen lo que ocurre con su ‘pito’, porque cuando se erecte, van a engañarse: creerán que la ‘mina’ que logró producirle la erección es aquella que él desea. Pero como la modalidad del lado de la mujer es mucho más oscura, aparece del lado de la mujer el problema del fingimiento, ya que no hay nada que me capture imaginariamente en relación a lo que deseas. Ése es el problema de qué quiere una mujer. ¿Ustedes saben lo que desea un hombre? No. Es la misma pregunta. Pero con respecto a la mujer, se nos condensa mucho más porque no tenemos la captura imaginaria de lo que parece que la excita o la impele.

Entonces, se trata del soborno: la fijación que introduce la referencia al objeto que los significantes en juego, necesariamente como contracara, producen. En su artículo sobre Heráclito, que es maravilloso, Heidegger pregunta: ¿cómo podría alguien ocultarse ante lo que nunca se pone? Es una pregunta. ¿Saben algo de Heráclito? Lo llamaban "El oscuro" , ése era el apodo. ¿Saben cómo murió? Se arrojó a un estercolero. Se lo conoce también como misántropo, como el que odia a la sociedad. Vivió en estado ermitaño la segunda parte de su vida, y no dejó escuela. Entonces, ¿cómo podría alguien ocultarse ante lo que nunca se pone? Lo que nunca se pone es la especie de fijeza de la que estamos hablando. Y cómo podría alguien ocultarse, es el fading del que se trata. Estamos todo el tiempo jugando entre lo que no se desvanece y produce la fijación, y lo que vacía —que es la otra cara del mismo procedimiento.

Toda este artículo de Heidegger, Aletheia, Verdad, está basado sobre eso. Y la maniobra maravillosa de Heidegger, al final, es que pone todo el acento en que sea una pregunta, que Heráclito haya hecho una pregunta. Así que todo el trabajo lo hace en función de la pregunta. Saben Ustedes que, según Lacan, la neurosis es la clínica de la pregunta, del «Che vuoi?»; del deseo del analista como pregunta.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pero el segundo sella y cierra el primero. Con lo cual, tenemos articulados «efecto de lenguaje» y «efecto de palabra». ¿De cuál somos más víctimas?, ¿de cuál somos más inconscientes? Lo preguntaré de la peor manera: ¿de cuál somos más "subconscientes"? Del segundo. La «nesciencia» es máxima del segundo. ¿O acaso Ustedes no saben que son esclavos del castellano? ¿Todos Ustedes están seguros de que pronuncian bien «Schreber»? No. Porque son esclavos del castellano, que dejó reservada la vida a unos poquitos fonemas y no los habilita para otros. Si hubieses nacido en Alemania, pronunciarías perfectamente bien «Schreber». Los franceses suelen decir: "Yo soy muy contento de estar aquí". Eso es siervo del lenguaje, ser efecto del lenguaje.

Pero se es mucho más siervo de palabra porque el punto de nesciencia es mayor ya que ahí se inaugura el deseo del sujeto como deseo del Otro. Uno siempre desea desde el lugar del Otro, porque la nada que estaba antes se inaugura como nada remitiendo al Otro, que es el que cierra el par significante.

Lo único que quería agregar, para concluir, es un pasaje de la página 822 de «Posición del Inconsciente» en que Lacan dice que deseo no es metonimia. Allí dice que la metonimia sólo es vehículo del deseo y no hay que confundir al conductor con vehículo. Lo que quería agregar es sólo un pequeño párrafo de «Instancia de la Letra», porque me da la impresión de que articula muy bien un tema clínico importantísimo. Está en las páginas 498 y 499 de la última edición castellana:

«Y los enigmas que propone el deseo a toda "filosofía natural", su frenesí que imita el abismo del infinito, la colusión intima en que envuelve el placer de saber y el de dominar con el goce, no consisten en ningún otro desarreglo del instinto sino en su entrada en los rieles –eternamente tendidos hacia el deseo de otra cosa– de la metonimia. De donde su fijación "perversa" en el mismo punto de suspensión de la cadena significante, donde el recuerdo encubridor se inmoviliza, donde la imagen fascinante del fetiche se hace estatua».

Ésta es la clave que quería agregar. La articulación «deseo» y «metonimia», que da la movilidad, los rieles de la movilidad. En «Instancia de la Letra» está el ejemplo de caballeros y damas, está todo el tiempo el tren en juego. Así que aquí "riel" es metáfora de otras cosas ya dichas, de donde su fijación "perversa". O sea, toda escena fantasmática, por ser fija, implica para el deseo una fijación perversa. No pierdan de vista, para cuando lo revisen, que "perverso" ahí está entre comillas, siendo que aparece en «Instancia de la Letra » la referencia a muchas otras estructuras clínicas y no están entre comillas. Es decir, esto es "perverso" entre comillas. Es la dimensión perversa que todo fantasma tiene y no por nada los neuróticos siempre nos consideramos en nuestros fantasmas siempre un poco perversos. Y es verdad, en nuestro fantasma, siempre somos un poco perversos, metafóricamente hablando; porque el fantasma implica fijación al deseo mediante la constitución del objeto que siempre será medianamente un fetiche. Por eso, todo fantasma neurótico tiene una connotación descriptiva "perversa". Todo fantasma neurótico tiene una dimensión descriptiva "perversa" porque la constitución del deseo vía el Otro no escapa a que se produzca cierta fijeza. Esta fijeza es la constitución de tales objetos que se erigen como "fetiches" del deseo, fetiches del mundo neurótico, que tienen la virtud de proponer el objeto.

Lo único que hay que agregar es que no hay que perder de vista que la fijación que propone Lacan en la cadena significante es la que ya había advertido Freud en la mirada del niño, la mirada ascendente que se frena en un punto para no ver la castración de la madre, que Freud toma como escópico. Pero el problema es que Freud no tiene la fórmula del fantasma y no sabe que es un axioma. Freud dice que uno se fija en determinada escena, lo cual es falso. Nosotros podemos demostrar lógicamente que uno se fija a la propiedad que indican esos significantes de la cadena, y no a la elevación de la mirada. Es la detención en la cadena. Y, entonces, toda fijación de la escena implicará una insistencia de la cadena que vuelve a pasar por esos significantes.

Correcciones: Luciano Echagüe

Notas

1 «Mais au second, le désir faisant son lit de la coupure signifiante où s’effectue la métonymie, la diachronie (dite « histoire ») qui s’est inscrite dans le fading, fait retour à la sorte de fixité que Freud décerne au vœu inconscient (dernière phrase de la Traumdeutung)»


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