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Seminario
Posición del inconsciente

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 12
El lugar desde donde "ello" pueda hablar

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Para la reunión de hoy haré uso de un material de topología, un libro de Poincaré que se llama «Últimos Pensamientos», que es un conjunto de conferencias. Les traje fotocopiada la conferencia que voy a utilizar y voy a dejársela para que la fotocopien, porque es un material prácticamente inhallable. Yo tengo una edición de 1946 y no sé si alguna vez se hizo otra. De todo lo que revisé, desde hace diez años para aquí, sobre topología, en francés, en inglés, en castellano, es el único autor que sostiene que la estructura del espacio es el corte —que es lo que sostiene Lacan. Es el único autor que lo dice. No he encontrado otro (he leído dos docenas de los más famosos topólogos del siglo XIX para acá). Y Poincaré lo explica muy bien. Se entiende muy bien porque está hecho para el público en general. El nombre del artículo es «¿Por qué el espacio tiene tres dimensiones?». Lacan lo cita y tiene una posición asumida con Poincaré: dice que es quien debió haber ganado el Premio Nobel de Física que se le dio a Einstein; y dice que se lo dieron a Einstein porque Einstein era judío, por temor a que si no se lo daban, pudiera llegar a quedar como antisemita. Pero, en realidad, quien se lo merecía era Poincaré. (Lacan es una máquina de escupir ideas. Es impresionante la cantidad de cosas sobre las que tiene para opinar —incluso respecto a quién merece o no el Premio Nobel).

En la próxima reunión, tal como les había dicho, vamos a trabajar con Marx, Hegel e Hyppolite. También les traje hoy las referencias para que puedan revisar Hume para la próxima reunión. Al tema de la causa también lo vamos a dejar para la próxima porque nos vamos a meter hoy con topología. Me daba la impresión de que no íbamos a hacer a tiempo para verlo todo. Así que vamos a volver a revisar el tema de la causa en Aristóteles, Hume y su posición respecto de la causa.

De Hegel, el apartado B de «La Fenomenología del Espíritu», que se llama "Autoconciencia", aunque lo que yo voy a usar específicamente, más que eso, va a ser el comentario de Jean Hyppolite sobre Hegel, que se llama «Génesis y Estructura de La Fenomenología del Espíritu», que les recomiendo calurosamente porque es francamente un mapa para leer «La Fenomenología del Espíritu» de Hegel —que es de muy difícil acceso. En Hyppolite, la parte que recomiendo de este libro es "La conciencia desgraciada".

De Marx, «Manuscritos», o lo que en otras ediciones se llama «Manuscritos Económicos Filosóficos», especialmente el primer manuscrito.

Y no sé si para la próxima ya, pero al menos para la subsiguiente, van a tener que revisar la teoría de conjuntos, porque Lacan basa «alienación» y «separación» en la teoría de conjuntos. Sobre este tema, recomiendo a Halmos, «Teoría Intuitiva de Conjuntos», que es lo que hay que leer, lo que verdaderamente hay que leer. La Editorial Cecsa lo publicó en castellano. Y una versión cortita, correcta, mucho menos intuitiva (y como nosotros somos sujetos simbólico-imaginario-real, lo intuitivo es crucial para nuestra posición respecto del saber: no nos podemos manejar con un saber puro simbólico) es Halmos. Pero si no, de Eudeba tienen un libro de Bosch que se llama «Introducción al simbolismo lógico» que es barato y se consigue fácilmente, que tiene una muy buena parte de lo elemental de la teoría de conjuntos.

Ahora bien, para ir armándose la biblioteca que hace falta para poder leer Lacan, para la lectura del Seminario XIV y el axioma de especificación, etc., es imprescindible la lectura de Halmos. Que yo sepa, Lacan nunca citó a Halmos. Pero si Ustedes leen a Lacan con Halmos en mano, parece como si lo estuviera leyendo en voz alta sin decir que lo estaba leyendo. Fue uno de los textos más difundidos en su momento sobre ese tema.

Todo eso con respecto a lo que viene. Tenemos aún tres clases más. Yo quería trabajar con Hegel, Marx y «alienación» y «separación» en la decimotercera reunión; trabajar «alienación» en la decimocuarta, y dejar «separación» para la última. Y dado que ya estoy dejando cosas para ese momento –Hume y Aristóteles–, quizás nos haga falta agregar una clase más al programa inicial de quince clases. Vamos a ver y si hace falta. Yo voy a proponerlo y aquellos que quieran participar, participan.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Es un libro bastante pequeño, todo dedicado a la fundamentación de la teoría de conjuntos no axiomatizada; es todo intuitivo, no hay fórmulas; es completa, es correcta y es realmente alguien que entiende de qué se trata. Para Lacan, la teoría de conjuntos es sumamente adecuada para pensar los problemas del sujeto con los que opera el psicoanálisis, porque es sólo enunciativo. A nadie se le ocurre ninguna correspondencia real de la enunciación de un conjunto: el conjunto del hada madrina y del unicornio azul existen por el solo hecho de enunciarlo. Es por ese motivo que Lacan dice que es sumamente adecuado para pensar lo que corresponde al sujeto del inconsciente, sujeto con el que trabaja el psicoanálisis. Así que hay que conocerla muy bien.

Para esta cuestión de la mera existencia enunciativa y del espíritu implícito en la teoría de conjuntos –de lo poquito que leí–, Halmos es imprescindible. El título es «Naïf Set Theory». Observen que ahí "naïf" se utiliza de otro modo. No es como lo usamos nosotros, que solemos entenderlo como "ingenuo". Nada que ver con eso. Porque Lacan utiliza bastante la noción de "naïf" y no tiene nada que ver con "ingenuo", sino con lo intuitivo. Todo el problema de la topología es un problema de intuición. La topología es una geometría intuitiva. Y es increíble porque, siendo que es intuitiva, es la que arriba a la estructura; sin embargo, es intuitiva. En eso, Poincaré ‘la tiene clara’. Y en el artículo que vamos a trabajar hoy –si llegamos–, dedica algunos parrafitos a cómo es el problema de la intuición espacial.

Pregunta: ¿Cómo definirías "intuición"?

A.E.: Lo que preguntás es muy complicado. En Halmos, "intuitivo" es equivalente a no axiomatizado, o sea, aquello que no corresponde a una expresión en letras y cuya relación, entre las letras, sea una lógica con leyes cerradas; es decir, que sean sabidas de antes y expresables, tanto las letras como las leyes. Se puede dar otra versión de eso sin recurrir a la fórmula, al álgebra y a ese tipo de escrituras: la intuitiva. La versión intuitiva y la versión intuitiva, ¿cómo decirlo? Es muy difícil la pregunta, ni siquiera lo había pensado antes, pero te diría que una versión intuitiva es aquella que lleva el acuerdo del sujeto sin que por contar con el acuerdo del sujeto sea necesario expresar la lógica; es decir, cuando el sujeto da acuerdo sin que para ese acuerdo haga falta la expresión de esa lógica. No es que la lógica no esté, sino que la enunciación no requiere de esa lógica.

Nos quedaron algunas cosas pendientes de la vez pasada. Por una parte, algunas preguntas que me hicieron, que quizás otros no llegaron a escuchar porque me las formularon al final, cuando varios ya habían partido. Y, por otra parte, un comentario. Comenzaré, entonces, por el comentario. «Anhelo», como un medio decir entre demanda y deseo, es lo que para Lacan es la noción de «deseo» de Freud, tal como la lengua alemana se la impone. Esto está en la página 37 de «Ornicar? 3», en «Apertura de la Sección Clínica». Ahí está así planteado el problema del «anhelo», en donde –tal como me lo planteaba María José– yo le había dado otro alcance, es decir, como suele hacer un analista con un paciente, esto es, ir al material. Sencillamente, eso. Ir al material y ver en eso qué hay. Entonces me fui al último párrafo de «La Interpretación de los Sueños» e intenté ver qué alcance le daba Freud, precisamente en ese párrafo, a la función de deseo en el sueño. Y, a partir de ahí, deduje lo que dije, sobre por qué Lacan llamaba a eso «anhelo» y no de «deseo». Pero parece que la cosa va mucho más allá. No sé si la cosa ya estaba en «Posición del Inconsciente» pero, al menos, en la « Apertura de la sección clínica», efectivamente está planteado un problema más vasto, a saber, que para Lacan la noción de «deseo» de Freud (derivada del término alemán "Wunsch", y que Lacan siempre opone bastante a "Begierde", que es la noción hegeliana de «deseo») no coincide con la noción de «deseo» [«désir» ] tal como Lacan la plantea. La noción de «deseo» en Freud queda a medio camino entre demanda y deseo, cosa que es bastante razonable porque, si Freud no contaba con la oposición entre demanda y deseo, es difícil que haya podido localizar sus términos dentro de la lógica de esa oposición. Hay que contar con «demanda», «deseo» y «goce» para que uno pueda localizar los términos de tal manera que se distingan.

Lo otro que había quedado pendiente era una pregunta, que me había hecho también María José, sobre "responsable". En la página 815 de «Posición del inconsciente», Lacan dice:

«En esto, es en lo que todo discurso está en el derecho de considerarse, de ese efecto, irresponsable».

Se refiere a efecto de palabra y efecto de lenguaje. Cómo el efecto de palabra introduce necesariamente la cuestión del inconsciente y del deseo, porque efecto de palabra no es sin la función «deseo del Otro». Me parece que a nosotros, los psicoanalistas, lo de "irresponsable" nunca nos cae muy bien porque el estatuto ético es el estatuto mismo con el que trabajamos, o sea, un estatuto de responsabilidad.

«Todo discurso, menos el del enseñante cuando se dirige a psicoanalistas».

Confieso que la vez pasada hubiese preferido que no me preguntaran por eso, porque cuando yo lo había leído, no sabía de qué cuernos estaba hablando Lacan... Pero, como siempre, es difícil leerlo...

Vamos a leer en este «En esto,...», el efecto de palabra y la introducción del deseo del Otro por efecto de palabra. Si el inconsciente fuese sólo efecto de lenguaje, no estaría el deseo. Hay deseo por la introducción del Otro. La vez pasada discutimos bastante sobre cómo se introducía al Otro.

«En esto, es en lo que todo discurso está en el derecho de considerarse, de ese efecto, irresponsable».

Con "de ese efecto" no tenemos mayores problemas. Entonces, nadie es responsable de causar o de no causar en su discurso el deseo del Otro; a nadie se le puede imputar responsabilidad por causar el deseo del Otro. Uno puede decir que, de ese efecto, es irresponsable. Es claro que del efecto contrario, también: se es irresponsable de no suscitar ese efecto. Yo no encuentro problema lógico en eso. Me parece razonable que sobre ese efecto uno sea irresponsable, tanto de un lado como del otro. Hasta me da una linda versión para entender por qué a veces no hay buen acople en el encuentro imprevisible entre analista y el futuro analizante. Porque uno, en ese punto, es irresponsable. Porque si uno no ha podido ubicarse en la posición objeto a, causa del deseo, para tal analizante, uno no es responsable de ese efecto. Así que no veo allí problema alguno. Pero, ¿cómo entender lo otro, entonces?

«Todo discurso, menos el del enseñante cuando se dirige a psicoanalistas».

¿Por qué está salvedad? ¿Por qué, para colmo, justo el del enseñante? Vieron que es un caso rarísimo. Piensen en toda la gama de discursos posibles existentes en el mundo. ¡Son un montón! Lacan dice que todos, menos uno, están bajo esta legalidad. El que no se ajusta a esa legalidad es el caso del enseñante cuando se trata de enseñar a psicoanalistas, que es como una aguja en un pajar respecto a todos los discursos. ¿Por qué ese caso? Mi impresión es que no se está refiriendo en absoluto a ese caso, sino que se está refiriendo a sí mismo y a su función de enseñante en relación a los psicoanalistas. Mi impresión es que no se está refiriendo a los enseñantes en general, sino a su propio Seminario.

Éste no es –tal como suele afirmarse– un texto de 1960, sino un texto de 1964, es decir, la excomunión ya está producida. Y me imagino que deben conocer –al menos, por chisme– los motivos de la excomunión. Yo siempre trabajaba haciendo hincapié en uno, pero, en realidad, revisando un poco de bibliografía, suelen ser dos los motivos. El primero y fundamental era el tiempo de la sesión, que no respetaba un tiempo estándar. Y el segundo eran los efectos transferenciales en su seminario, que se decía que implicaban manejos de ética dudosa para un montón de analizantes de Lacan –que eran alumnos de su seminario–, y, por otra parte, el manejo transferencial de alumnos del seminario de Lacan, cuando se concebía que un analista debe limitar ese efecto transferencial al campo de la escena analítica. Esto es lo segundo que le fue fuertemente criticado a Lacan. Implica toda una cuestión política, muy anecdótica. Se acuerdan de que yo les había planteado el tema de las circunstancias. Bien, creo que está plagado aquí del tema de las circunstancias. Casi todos los analistas de renombre que acompañaron a Lacan en su movimiento psicoanalítico, fueron abandonándolo en cada uno de los tres cortes que hubo recorrido. El tercero fue cuando cerró la escuela que él fundo. Los dos primeros, cuando se separa de la única Sociedad Francesa. La segunda es cuando se separa de la segunda sociedad. En ambos, estos movimientos de Lacan fueron típicamente seguidos por su alumnado joven y francamente abandonado por los analistas de más prestigio y renombre con quienes él había hecho esos movimientos. Cuando cierra la Escuela, pasó lo mismo: los que se quedaron con Lacan fueron los grupos más jóvenes de sus alumnos.

Entonces, se decía que Lacan estaba manipulando la transferencia allí donde la transferencia como tal no debe ser ejercida, es decir, en su seminario. Mi impresión es que lo que Lacan está diciendo es que, en su Seminario, se producían efectos de palabra, de los cuales él se plantea responsable, diciendo que todos eran irresponsables menos él —lo cual me resulta éticamente bastante adecuado. Porque decir que todo el mundo es irresponsable, me libera a mí mismo de toda carga ética. ¿De qué es responsable Lacan en el caso de su Seminario? De haber despertado el deseo por la vía el efecto de palabra.

Y si Ustedes revisan «Posición del Inconsciente», verán que Lacan dice que efectivamente se producía en sus seminarios una proeza secreta: la de despertar el deseo. Y ahí viene el chiste, donde Lacan cuenta el chiste (parece que había bastantes chistes sobre Lacan en París. Por ejemplo, la Roudinesco decía que Lacan tenía un sentido extra, el de la publicidad —sabía cómo lograr que todo el mundo hablase de él...). En «Posición del Inconsciente», dice Lacan:

«Nuestro seminario no era "donde ‘ello’ habla", como llegó a decirse en broma».

De lo cual, con sólo leerlo, tenemos la clara sensación de que en efecto así era. Vieron que cuando uno lee los seminarios de Lacan dice "Pero, ¡¿qué es eso?!"; así que es entendible el chiste, me parece bueno. Pero él lo rectifica y dice que en lugar de ser "donde Ello habla", dice que el seminario:

«Suscitaba el lugar desde donde ello podía hablar...».

Y advierte que, de eso, él es responsable. Con lo cual, hasta creo que se podría llegar a afirmar que él lo buscaba (como el Chapulín Colorado, que decía "Lo tengo todo fríamente calculado "...) y que por eso dice explícitamente que él es responsable de eso. No responsable en el sentido del acto fallido, del lapsus –del cual todos somos responsables–, sino de ser responsable de haber despertado el deseo de que se genere el lugar desde donde Eso podía hablar. Inmediatamente después de decir eso, comenta cuán frecuentemente ocurría que, en la noche anterior a su seminario, o en la noche siguiente, sucediese que alguien, analista, que allí participaba, escuchara a un analizante decir lo que Lacan había dicho. Lo que Lacan está diciendo es que lo que él había logrado era abrir la oreja del analista como para que eso tuviese lugar.

La necesidad de todo el sustrato topológico para nuestra reunión de hoy estriba en la intención de brindar la estructura de ese lugar: cuál es ese lugar en donde Eso puede –potencial desiderativo– llegar a hablar.

De todos modos, Ustedes saben que yo considero que «un significante representa al sujeto frente a "Otro" significante», y que escribo este "Otro", esencial, fundamental y repetidamente con "A" mayúscula [«Autre»]. Yo tiendo a tomar así lo que Lacan dice, y que lo dice de las dos maneras. Con lo cual, no se me escapa a mí mismo ese "enseñante" del que habla Lacan, porque "enseñante" es un significante que lo representa a Lacan frente a mí, "Alfredo Eidelsztein". Tengo que elegir un significante con el cual me voy a poner en relación, porque Lacan no fue mi analista, ni mi amigo, ni mi compañero. Para mí también es "enseñante". Con lo cual, es un significante que no deja de incidirme y, entonces, me planteé el problema del despertar o no el deseo en Ustedes.

Y, sobre esto, sólo una reflexión: ¿de qué depende el futuro del psicoanálisis?, ¿de que haya pacientes, o de que haya analistas? De que haya analistas, porque sólo la oferta va a poder hacer viable la demanda. ¿Por qué hubo psicoanálisis? Porque Freud se postuló como analista. Yo les voy a proponer poner muy entre comillas el "autoanálisis" de Freud. Me da la impresión de que, de "autoanálisis", allí no hubo nada. Con lo cual, me parece que todo "enseñante", que es ni más ni menos que un sujeto en la posición de enseñar sobre psicoanálisis –no es un oficio, ni una profesión–, es cualquiera representado por el significante "enseñante de psicoanálisis" frente a Otro que decidirá qué significantes eligen. Pero en ese sentido creo que todos tenemos una responsabilidad, porque el futuro del psicoanálisis pasa por producir analistas y Ustedes saben que hay al menos dos dimensiones del significante "analista": uno es el producto del fin de análisis, pero otro es el practicante. Y me da la impresión de que queda en los analistas suscitar el deseo, en los sujetos hablantes, de ser analistas.

A lo que Freud se dedicó fue a hacer analistas, no a conseguir pacientes —los pacientes le vinieron. Las derivaciones se producían porque sus amigos médicos le decían: "Che, mirá, a vos que te interesa todo eso, te mando a esta paciente, a ver qué te parece, porque yo no encuentro nada". Hay también casos raros, como el del Hombre de las Ratas, que consultó por el texto. Pero a lo que Freud se dedicó fue a hacer analistas. Y para hacer analistas lo que quizás sea responsabilidad de nosotros es cómo despertar el deseo en alguien de que sea analista.

Había pensado hacer un resumen de todo lo que habíamos visto hasta hoy para poder llegar a tener más o menos claro en qué punto estábamos y cómo seguíamos con el texto de Lacan; pero se pasó muchísimo la hora, así que no lo voy a hacer. Sólo voy a plantearles que me da la impresión de que, hasta ahora, lo que hemos hecho con Lacan, siguiéndolo en «Posición del Inconsciente», es articular esencialmente el inconsciente al Otro. Lo cual significa, primeramente, establecer la posición de Freud —que es el Otro fundamental para el significante "psicoanálisis". Segundo, establecer cuál es la posición del psicoanalista, porque son los Otros a quienes el inconsciente está dirigido. Y, tercero, lo que creo fue aquello de lo cual intentamos dar cuenta la vez pasada y la anterior: cómo se justifica que, para la existencia del sujeto del significante, tenga que ser planteado necesariamente el Otro del significante. Y esto lo hemos dado con esas dos operaciones que hemos intentado articular. Si sobre eso hubiese preguntas, las discutimos en nuestra próxima reunión, en que quizá tengamos más tiempo para ello.

Lo que les voy a proponer es entrar al problema del "lugar". De qué se trata en la estructura de este lugar que es el necesario, requerido, para que Ello pueda hablar. Vamos a leer el párrafo en que Lacan plantea las propiedades. Yo solamente les hago un pequeño punteo previo como para que escuchen las propiedades de este lugar y se den cuenta de sus características súper contradictorias y anti-intuitivas por excelencia. Lacan dice acerca ese lugar que es la entrada de la caverna de Platón, lugar al que nunca se llega sino al momento en que está cerrando y, en tono humorístico, que nunca será un lugar turístico —nunca podría juntarse gente allí porque siempre se llega cuando está cerrando. Lacan dice además que el único medio para que ese lugar se entreabra es llamar desde el interior, lo cual es paradójico con respecto a lo anterior porque si uno llega cuando está cerrando, ¿cómo hacer para que se abra, si sólo puede abrirse estando dentro? Pero Lacan agrega que No hay tal "dentro". Por lo tanto, ¿cómo podrías llamar desde el interior, si no hay un dentro? Por último, respecto de este lugar, Lacan nos dice que es cerrado, lo cual se nos hace total y definitivamente contradictorio ya que si no hay un dentro, ¿cómo podría ser cerrado? Así que se darán verán que nos está haciendo falta una lógica que pueda dar cuenta de las propiedades de ese lugar.

No es irse a recodos complicados y eruditos de la teoría psicoanalítica, es intentar dar cuenta de, por ejemplo, la concepción de espacio requerida para la escena psicoanalítica. Y también –pero lo haremos más rápidamente porque es mucho más fácil– el problema del tiempo. O sea, tiempo y espacio son las dos coordenadas que hay que articular, pero la más difícil –así lo creo–, la menos intuitiva para el sentido común, es la de espacio.

Les leo rápido:

«Nuestro seminario no era "donde 'ello' habla", como llegó a decirse en broma. Suscitaba el lugar desde donde "ello" podía hablar, abriendo más de un oído a escuchar lo que, por falta de reconocerlo, hubiera dejado pasar como indiferente».

Ésta es una teoría de Lacan. Ningún analista es capaz de escuchar aquello que no concibe. Es decir, la sordera de cada analista –más que los "puntos ciegos" de los post-freudianos– es aquello que no es capaz de concebir. En Lacan, el punto ciego del analista, más que el conflicto neurótico del analista, es más bien lo que el analista no puede llegar a concebir. Lo que pasa es que en Lacan es exactamente lo mismo que el punto ciego neurótico, porque Lacan lo articula al axioma del fantasma, y todo lo que no pueda concebir es porque el axioma del fantasma no se lo permite. Lacan agrega lógica al punto ciego de la neurosis, que para los post-freudianos es casi, casi sólo historia edípica.

«Y es verdad que al subrayarlo ingenuamente por el hecho de que era esa misma noche a menos que fuese justamente la víspera cuando lo había encontrado en la sesión de un paciente, tal auditor nos maravillaba de que hubiese sido, hasta el punto de hacerse textual, lo que habíamos dicho en nuestro seminario.

El lugar en cuestión es la entrada de la caverna respecto de la cual es sabido que Platón nos guía hacia la salida,...»

Yo les recomendé la lectura del séptimo capítulo de «La República» pero me equivoqué, porque tendría que haberles sugerido también el final del capítulo anterior, el sexto, por la «línea dividida». Porque sin el concepto de «línea dividida» de Platón, no se entiende la metáfora que es la más famosa de la filosofía, la de la caverna.

«...mientras que puede uno imaginar ver entrar en ella al psicoanalista».

O sea que se invierte la dirección del filósofo, a la dirección del psicoanalista.

«Pero las cosas son menos fáciles, porque es una entrada a la que nunca se llega sino en el momento en que están cerrando (ese lugar no será nunca turístico), y porque el único medio para que se entreabra es llamar desde el interior.

Esto no es insoluble,...».

Dicho así, parecía sin solución. Pero Lacan dice que no.

«...si el sésamo del inconsciente...».

"¡Ábrete Sésamo!".

«... es tener efecto de palabra, ser estructura de lenguaje, pero exige del analista que vuelva la vista al modo de su cierre».

Éste es un párrafo fundamental, es el que resuelve los problemas de efecto de palabra o efecto de lenguaje. Y ven que es "o" e "y", es ese tipo de relación. Pero, para colmo, me da la impresión –y estoy convencido de que debe haber sido calculada por Lacan– de que ésta es una reedición actualizada, después del Seminario 11, de «Función y Campo del Lenguaje y la Palabra en Psicoanálisis», quedando como que el lenguaje es campo, y la palabra función. A esta altura, Lacan rescribe de una manera distinta «Función y Campo del Lenguaje y la Palabra en Psicoanálisis». El "sésamo del inconsciente" es la clave discursiva para que eso se abra –"¡Ábrete sésamo!"–, es una fórmula que había que decir para que se abriera la puerta de «Alí Babá y los Cuarenta Ladrones», donde estaba todo el tesoro. Tesoro es "tesaurus" en griego. «Tesaurus» en griego es una ágalma. «Ágalma» son las cosas donde no queda claro si el valor es el envoltorio, el continente, o si lo es el contenido. Es un caso típico, porque "tesoro" es tanto la caja fuerte en donde se guarda la ‘guita’, como la ‘guita’ en sí misma. Y saben que Lacan llama a "A" mayúscula «tesoro del significante» —no crean que me estoy paseando por la etimología, sino dando la articulación a cosas que Lacan tiene ya casi, casi desde los primeros seminarios.

Aquí, entonces, propone que la apertura –la posibilidad de acceso al inconsciente– se caracteriza por tener efecto de palabra y ser estructura de lenguaje. Creo que así se debe rescribir «Función y Campo», sólo que Lacan hace un agregado: que hace falta un analista, y un analista que vuelva la vista al modo de su cierre. No dice que vuelva la vista y ya – como si se tratase de la vista–, sino que vuelva la vista "al modo de su cierre". Es decir, la apertura sólo va a estar dada si se toma en cuenta el ser estructura de lenguaje, tener efecto de palabra y, además, un analista que sabiendo o volviendo a la modalidad de cierre, tenga la posibilidad de la clave de la apertura.

Revisando la «Apertura de la Sección Clínica», justamente por esto del «anhelo» en Freud, ahí vuelve Lacan a decir que el inconsciente es el de Lacan, no el de Freud. Lo dice así porque, para Lacan, hay una nueva teoría del inconsciente que es el «inconsciente pulsátil».

Quiere decir que hay que agregar el tercer elemento: el analista que sepa volver a la modalidad de cierre para que pueda tener la posibilidad de acceso.

«La estructura de lo que se cierra se inscribe en efecto a una geometría donde el espacio se reduce a una combinatoria, es propiamente lo que se llama un borde».

Quiere decir que ésta es la noción de espacio que nos hace falta. El espacio es –o se reduce– a una combinatoria; tiene estructura de combinatoria, se reduce exclusivamente al borde. Así que quizás hoy convendría que pensemos un poquito qué es un borde. Es uno de esos problemas que arrastramos durante lustros de padecimiento en la lectura de Lacan, uno dice: "Pero, ¡¿qué carajo es un borde?!"...

«Si se le estudia formalmente, en las consecuencias de la irreductibilidad de su corte, se podrán reordenar en él algunas funciones, entre estética y lógica,...»

Cuidado porque se trata de la estética trascendental, la concepción de tiempo y espacio en su estructura y,

«...de las más interesantes.

Se da cuenta uno de que es el cierre del inconsciente el que da la clave de su espacio, y que concretamente de la impropiedad que hay en hacer de él un dentro».

Ven que no tiene un dentro, pero hay que llamar desde el interior.

«Demuestra también el núcleo de un tiempo reversivo,...».

Dejamos aquí porque viene la cuestión del tiempo. Así que lo que debemos trabajar es la estructura de este lugar.

Este lugar tiene determinadas propiedades pero corresponde a una noción de espacio. Y este espacio es: 1) reducido a una combinatoria, y por eso, 2) no será más que un borde. Esto es sólo una fórmula. Pensemos un poquito y veamos qué quiere decir.

Una cosa intuitiva, primero, antes de entrar en topología. Saben lo que es la caverna de Platón, ¿conocen bien su funcionamiento? Es exactamente igual que el cine moderno. No por nada el cine moderno tiene la estructura que tiene, y no por nada ésta es la metáfora más famosa acuñada en el mundo completo de la filosofía, desde sus comienzos mismos. Se trata de una cueva en la cual la fachada tiene el mismo ancho que la cueva. En ella, desde niños, se encierra a la gente y se la encadena de tal manera que no pueda hacer otra cosa que mirar al fondo de la cueva, o sea, exactamente del mismo modo en nos sentados en el cine, esto es, dándole la espalda a la salida. En la caverna de Platón, uno está mirando a la pared y no se puede ver otra cosa porque uno está encadenado —los encadenados están obligados a tener esa posición. Detrás, a la altura de la entrada, se enciende un poderoso fuego que emite rayos lumínicos. Entre el fuego y los encadenados, un muro suficientemente alto tal que tape a seres humanos que portarían sobre sí objetos de diferentes figuras; por ejemplo, podría ser la figura de una persona que se proyecta sobre la pared hacia la que miran los encadenados. Con lo cual, los encadenados sólo vivirían en un mundo de falsas imágenes en las cuales, dentro de las falsas imágenes podría haber imágenes de personas. Alguno de aquellos que llevan los objetos –cuyas sombras se proyectarían en el fondo de la cueva– hablan, y otros no. De manera que los encadenados escucharían el eco de las voces que reverbera en el fondo de la caverna. Así pues, lo que recibirían los encadenados serían imágenes y el eco del fondo de la cueva, y vivirían así totalmente en el engaño.

Pero a esto se agregan numerosos problemas como, por ejemplo, por qué o para qué están allí encadenados desde que nacieron. Bueno, para que no conozcan otra cosa. Y me da la impresión que, para colmo, se trata de algo muy parecido a la concepción de los estímulos que tiene Freud. Estos estímulos serían mucho menos intensos que los de afuera, es como la protección anti-estímulo —tal como Freud lo plantea, los estím ulos del mundo interior tienen una escala muy inferior a los que vienen del exterior.

Lo que Platón agrega es que si alguno de estos pudiese desencadenarse y enfilara hacia la salida, quedaría enceguecido por la intensidad de la luz del sol, que es muchísimo más intensa que aquella a la que ha estado acostumbrado. Con lo cual quedaría cerrado al mundo de las imágenes o enceguecido en el mundo de los objetos reales. Ésta es la posición de todo el mundo: los que están en el mundo exterior se llaman los "filósofos", y esto está en «La República» porque, para Platón, el funcionario debe ser filósofo-rey o político-filósofo —justo en el punto contrario a nuestra civilización. Vieron que ahora no se exige más que sean estadistas, como De Gaulle, Churchill, etc. De estos se podía discutir si eran o no grandes estadistas pero, ahora, que son jugadores de fútbol o actores, ¿quién va a decir que es un estadista..? Reagan decía de sí mismo que era un idiota que se ponía cerca de algunos buenos asesores, y estaba orgullosísimo de ello. Menem no es un gran estadista, y mucho menos cuando sabemos cuál ha sido –según él mismo dijo públicamente– su única lectura: "Todos los libros de Sócrates"... (En la mesita de luz, parece que Menem tiene todos los libros de Sócrates, y hasta los inéditos...).

Para Platón, entonces, la mayoría está en un mundo engañoso de imágenes, y el filósofo sabio es quien puede conducir a la Ciudad porque es el que conoce la verdad. Entre imágenes y los objetos, de allá para acá, hay progreso en la verdad. En realidad, la línea dividida de Platón es de izquierda a derecha, porque es un efecto de la letra. Al progreso nosotros siempre lo damos de izquierda a derecha, S1 · S2. La línea dividida se divide entre lo visible y lo inteligible. A su vez, la línea se divide en dos: en los visible tenemos las imágenes y los seres o los objetos. Los seres y objetos tienen más verdad. Quiere decir que imágenes a la izquierda y después se progresa hacia lo inteligible, que es lo primero —la hipótesis. Y lo último, los principios. Quiere decir que se va de los menos verdadero y menos claro, a lo más verdadero y más claro —que son los principios que están sobre la derecha.

Para Lacan, ese lugar es la entrada de la caverna, pero sólo la entrada. La estructura de ese lugar es la entrada de la caverna. Así que tenemos que discutir cuál podría ser la estructura de ese lugar y cómo concebirlo para poder dar con una lógica que responda a qué es una entrada; lugar al que nunca se llega sino cuando se está cerrando. El único medio para entrar es llamar desde el interior —no hay un dentro, pero es cerrado.

Para eso tenemos que saber qué es un borde.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: El modo de cierre da la estructura. En topología, los modos de cierre son varios, pero las estructuras de cierre son dos: abierta o cerrada. Las superficies topológicas son abiertas o cerradas.

Bien. Avancemos cuidadosamente.

En topología, todo se concibe como continuidad o discontinuidad. Todo lo que se estudia como principio topológico responde a este principio fundamental. Se enuncia mal, no hay forma de enunciarlo bien, hay que aceptar eso. No crean que la ciencia tiene un lenguaje perfecto, no aceptamos el metalenguaje, no hay tal lenguaje perfecto. La imperfección de la lengua se presenta en las matemáticas, en la lógica y, también, en la topología.

«Continuidad» se define así: cuando se puede pasar sin atravesar ningún borde, de un punto a otro punto que está respecto del primero infinitamente próximo. Eso es lo que está mal dicho, no hay una forma precisa de decirlo —son dos puntos infinitamente próximos. «Continuidad» es cuando se puede pasar de un punto a otro infinitamente próximo, sin atravesar ningún borde.

Un «borde» es cualquier cosa, puede ser una arista, una línea, un corte. ¡Si Ustedes supiesen lo que me costó llegar a darme cuenta de esto! Un borde es cualquiera de estas cosas, porque el problema verdadero es si hay continuidad o no, sin importar qué aspecto material en el mundo tridimensional esa discontinuidad adquiera.

Lo fundamental es suponer una superficie reducida a una combinatoria. Decir que la estructura es un borde es la forma que tiene Lacan de decir que la topología es la geometría de la continuidad, porque será continuo o discontinuo en función del borde. Decir "continuo" o "discontinuo" es decir que lo único que me interesa es el borde — si observo que allí hay un borde allí, entonces es discontinuo.

¿Qué quiere decir que el espacio se reduce a una combinatoria? Que se lo reduce a elementos discretos concebidos como si fuesen letras que se pueden vincular entre sí. Se los puede llamar "puntos", pero estos puntos no implican nada a nivel del espacio. Si yo dijese que lo que dibujé en el pizarrón es una banda, una cinta, habría en ella esta dimensión y esta otra dimensión. Pero, ¿cómo se definen topológicamente hablando? Diciendo que este punto está infinitamente próximo a éste, y este otro está infinitamente próximo de aquél. Con lo cual, éste también está infinitamente próximo.

Y, ¿qué es "infinito"? Es difícil de definir... «Infinito» es un conjunto tal que cualquier parte sea tan grande como el conjunto. Es sólo una definición breve, sencilla, desconocida y perfecta. Es un conjunto como el de órganos del cuerpo, tal que cada órgano del cuerpo es tan grande como el cuerpo. Cosa que es una contradicción lógica porque no puede ser que el riñón sea tan grande como todo el cuerpo, ya que si así fuera, ¿qué hay del pulmón? Es por eso que no conocemos ningún objeto que, como tal, tenga estas propiedades. Pero se dan cuenta de que implica que cada parte es tan infinita como el todo. Es una de las ideas con las que cuenta la matemática desde el fin del siglo pasado. Lo que pasa es que nosotros no la manejamos.

Intervención: Esto no se puede imaginarizar.

A.E.: No, de ninguna manera. Se puede intentar, concibiendo a los números como si fuesen números reales, que es la maniobra implicada en el alef cantoriano. Se puede trabajar, si alguien quiere trabajarlo, o lo prepara para la próxima vez. Es la maniobra implicada en el alef cantoriano que Miller equipara al objeto a, de Jacques Lacan. Yo no estoy de acuerdo con eso. Pero fíjense en la proximidad de estos desarrollos, ya que hay un psicoanalista que los equipara directamente.

Pero si esto es infinito, esto otro también lo es. Quiere decir que, en realidad, con dos me alcanza. Y, ¿cuántos me hacen falta para esto? Dos. Quiere decir que una banda son cuatro puntos infinitamente próximos, es decir que entre ellos no hay ningún borde. O sea, una banda es la relación a, b, c y d, que son los cuatro puntos de referencia, y todos los de relleno están de más porque están todos infinitamente próximos. El problema es que se definen como «infinitamente próximos». Con lo cual, una banda es la relación entre a-b, c-d, más a-c, b-d. Hemos, así, reducido un espacio a una combinatoria de letras. Hay dos dimensiones en juego: a-b y c-d, y otra que sería a-c y b-d. Hemos reducido todo el espacio a una combinatoria, y en ella nos interesa lo que está infinitamente próximo o separado.

Con «infinitamente próximo» queremos decir que no hay medida —es una forma de decir "totalmente junto" o separado. ¿Pero tengo que decir «infinitamente próximo» porque los elementos que constituyen la fórmica de la tapa de este escritorio están infinitamente juntos? No, en absoluto. Los átomos no están infinitamente próximos. En los real, las cosas no están infinitamente próximas —están muy juntitas. Si a este escritorio que mide un metro veinte lo midiésemos con mayor precisión, notaríamos que mide en verdad un metro noventa y nueve. Pero podemos siempre ir más allá en la precisión de medida y verificaríamos que no hay verdaderamente una medida precisa; más aún, los elementos que lo constituyen no están infinitamente próximos. «Infinitamente próximos» quiere decir pegados, pero pegados en la cabeza, no como están pegadas las cosas en la realidad, porque en la realidad no están pegadas. Lo que pasa es que tienen una grandiosa fuerza que los une: con sólo separar dos de sus elementos subatómicos, harían reventar esta ciudad... Sin embargo, a pesar de su fuerza atómica, no están infinitamente próximos.

La metáfora de la relación entre el núcleo y los electrones es como si fuese el sol y los planetas: no estamos infinitamente próximos al sol —incluso se habla de "órbitas". El problema es que no existe metáfora para dar del «infinitamente próximo» porque, ¿conocen acaso algo más próximo que el electrón con respecto al núcleo? Además, en nuestra vida, no utilizamos esa medida para nada.

Pregunta: ¿Qué es un punto?

A.E.: Uno de los elementos del espacio. El punto se caracteriza por tener dimensión cero, o sea que nos vamos a morir todos de viejitos y nunca vamos a entenderlo... Ningún maestro en la escuela nos dijo que el punto tenía dimensión cero. Sabemos desde niños que la línea es de dimensión uno, que el plano es de dos, y el sólido, de tres. Todos los maestros ‘boludos’ nos dijeron eso, pero ninguno dice con soltura que el punto tiene dimensión cero. ¿Vieron que raro? ¿Qué quiere decir que el punto no tenga ninguna dimensión? Quiere decir que es un significante, que no existe nada que sea un punto.

Entonces son cuatro elementos combinados, dos con dos, el famosos "2 con 2" de siempre en nuestra estructura, S1 · S2 de una cadena, y el S1 · S2 de la otra cadena. En el grafo del deseo, el sujeto del enunciado y el contenido del enunciado, y el sujeto de la enunciación y el contenido de la enunciación en la lingüística de Jacobson. El dos con dos de siempre, que nosotros solemos confundir con el dos. Creemos que se trata del S1 y el S2, pero que no son nada si no hay otro S1 y S2 articulados de una manera a los otros.

Y respecto de los otros puntos que hay aquí, la relación es que están separados por un borde, no están infinitamente próximos. Esto es «discontinuidad» —el borde es una forma de decir que los puntos están discontinuos.

Pero tenemos además el problema muy importante que se plantea cuando lo represento con mis dedos, en las tres dimensiones. ¿Para qué hago eso? Porque para imaginarizarlo, incluyo la tercera dimensión, porque para que estos dos puedan venir a mantener relaciones sexuales con estos otros dos, deben venir a pasar por "arriba" de estos. Esta tercera dimensión no existe porque solamente en esta estructura combinatoria se trata de la relación entre esos cuatro elementos. ¿Podría yo representarlo en el espacio tridimensional? Vean, voy a tomar este papel y voy a practicar en él un corte. Así, ¿esto podría ser la banda en cuestión y ésta la unión de referencia? Bueno, esto es una representación material, en un espacio tridimensional, de algo que tiene una estructura bidimensional. Pero no es esto. Hay una propiedad de la topología muy poco conocida pero crucial y es que algunas superficies topológicas pueden pasar de las dos dimensiones a las tres, y algunas superficies topológicas no pueden pasar de las dos dimensiones a la tercera. Una superficie topológica es cualquier cosa considerada topológicamente. No crean que sólo son topológicas la banda de Möbius, el Cross-cap, el toro y la botella de Klein, porque una esfera es una superficie tan topológica como las otros por el solo hecho de que estudiamos de ella la continuidad o la discontinuidad. Sólo eso. Pero sólo con eso basta para dejar caer la forma, el tamaño y las medidas. Aunque yo diga "sólo con eso", ese "sólo" en realidad está suponiendo todas las cosas que deja caer.

Si para Ustedes un rectángulo es distinto de un cuadrado, no están en el mundo de la topología, porque en el mundo de la topología un rectángulo y un cuadrado son iguales. Para saber que están hablando de topología, Ustedes tienen que pedir que se les dé la combinatoria de los elementos en cuestión.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, tenés más, pero sólo te interesan el destino de esos cuatro.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Ya no. No, no. Si mis manos están unidas, yo no puedo hacer así para unirlas. No sé si se entiende la idea. Para dos cosas que están unidas de este modo, no puede hacerse otro procedimiento para unirlas. Dos bolas de billar infinitamente próximas –¡vaya uno a saber lo que es eso!–, a simple vista se ven perfectamente en contacto una con otra. Pero si Ustedes ponen un microscopio, observarán que empiezan a separarse. Ya están unidas, tengo que poner algo, indistinto, en el medio, para que yo pueda pensar cómo las uno. El problema es que, para la estructura del cierre, hago caso omiso del medio: sólo sé que tienen que estar, pero no me interesan. Con lo cual, sigo trabajando con una combinatoria cuatripartita. Porque hay dos destinos posibles de unir esos cuatro puntos: así y así, y por combinatoria —no por espacio. O es a con c y b con d –que sería el caso del cilindro–, o solamente a con d, y b con c, que sería el caso de la banda de Möbius. No hay otro caso.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pasan a estar infinitamente próximos, y lógicamente hablando entre superposición e "infinitamente próximos" no hay diferencia.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Para estudiar la estructura, vos reducís todos los puntos a los puntos necesarios a concebir para tener la estructura de la estructura, lo cual no quiere decir que no haya otros.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Que hay que agregar un elemento tercero porque si no, no los podés unir. Ya están unidos. Es discursivo. Éstos son a-b y c-d, ¿cómo voy a decirles que vamos a unir a-b con c-d, si ya están unidos? Tenemos que agregar elementos indistintos en el medio para que yo diga que los puedo unir. Lo que pasa es que hago caso omiso de ellos porque no me varían nada. Supongan que los del medio son "x" e "y" los del medio. Con ello, puede ser tanto un cilindro como una banda de Möbius. Con "x" e "y" no pasa nada —en el discurso los omito.

Entonces, puedo decir que algo será un cilindro si se une así, y será una banda de Möbius si se une de este otro modo, pero alcanza con escribirlo. No se queden encerrados, hay que entenderlo, no es nada más que lo que tienen que entender. En verdad, no existe todo esto. La topología no existe, el espacio tridimensional no existe. Lo que se demuestra en Ciencia es que es productivo pensarlo porque permite concebir ciertas cosas que, sin estos elementos, son inconcebibles. No se queden atrapados al papelito, al átomo. A veces el papelito ayuda, pero cuando no ayuda, hay que quitárselo de encima. La diferencia entre un toro, una banda de Möbius y un cilindro también se puede escribir con cuatro letras. Pero hacer caso omiso de lo otro no significa que eso otro no exista. Habitualmente, para el Edipo, hacemos caso omiso de las tías, los cuñados, los sobrinos, etc. Sin embargo, no por ello dejan de existir. Sólo reducimos toda la estructura a «madre», «padre» y, según el caso, habrá que incluir «hermano», o no.

El principio básico de todo esto es que se trata de superficies bidimensionales, algunas de las cuales pueden ser llevadas al mundo tridimensional. Ese traslado al mundo tridimensional se denomina «sumergir». Si Ustedes tienen una banda de Möbius en el mundo topológico, tienen una relación de cuatro elementos de cierta índole. Pero si la sumergen en el mundo tridimensional, tienen esto. Pero en rigor esto no es una banda de Möbius, sino una banda de Möbius sumergida en otro mundo, en un mundo tridimensional. Así, ocurre que cambió de mundo. Este papel ni siquiera es tridimensional porque hay un espesor a tomar en cuenta —y en el mundo topológico no hay espesor. A fin de cuenta no es sino una maniobra de aproximación de la intuición.

Pero, ¿de dónde ha surgido todo esto? De un teorema, más estúpido imposible, que dice que en una superficie como un plano, una línea cerrada se caracteriza por dividir al plano en dos partes bajo ciertas condiciones de plano y bajo cierta forma de línea cerrada. Por ejemplo, supongan una esfera en que se traza una línea cerrada (que es una línea en la cual la boca se come a la cola) con esta forma. Haciendo así, es evidente que se ha dividido la superficie de la esfera. La hemos dividido con una línea. Pero nada cambiaría si lo hubiésemos hecho con una tijerita y la hubiésemos recortado. Quiere decir que una línea es lo mismo que un corte —no cambia nada, depende de cómo te guste imaginarizarlo.

Al mundo de la topología no se puede llevar una tijera. Así que tampoco se trata del corte. Después de todo, el corte es tan imaginario como la línea. Ésta es una propiedad topológica fundamental —se basa en la continuidad y discontinuidad. En la esfera sí, en el plano cartesiano sí, en un triángulo equilátero sí, en un cubo sí, en un toro... En un toro, no. Si Ustedes trazan una línea cerrada de Jordan, se separa en dos, y si agarran una tijera y cortan en un toro de este modo, lo pueden sacar.

Quiere decir que un toro se comporta igual que una esfera, pero... ¡cagamos! Porque topológicamente hablando tiene este agujerazo en el medio, que no podemos llegar a desconocer. Lo que pasa es que éste es un mal corte. La topología empieza a darnos posibilidad de pensar la intervención del analista como corte. Pero, para colmo, hay buenos y malos cortes... Un buen corte es el que da la diferencia de estructura topológica y un mal corte es aquel que lo oculta, que lo vela, ya que si cortasen así, se hace un cilindro:

Es otra cosa, no se divide en dos. Quiere decir que hay un corte: línea cerrada de Jordan, o una línea dibujada, o recorte de tijera, o piolín —llámenlo como más les guste. Ven, por lo tanto, por qué Lacan se queda con los nudos: porque se queda con los bordes y nada más que los bordes.

Hay entonces formas de imaginarizar el puro corte. La ventaja del hilo es que se puede hacer así. En cambio, con una tiza no, porque no escribís nada. Es más difícil pero es lo mismo. Quiere decir que un corte es o un borde, o un hilo, o una línea que tiene la virtud de separar lo que está infinitamente próximo. Éste es el fundamento de la topología: si las líneas cerradas dividen la superficie en dos, o no.

Yo les decía antes –no sé si lo recuerdan– que un borde también puede ser concebido como una arista —es lo mismo que llamarlo "borde". Hoy olvidé traer conmigo mi equipo mínimo de topólogo: tijerita, cinta adhesiva y cintas de papel... Pero si yo soy una hormiguita infinitamente plana parada sobre la superficie de un cilindro, o de una banda de Möbius (fíjense en las estupideces que dicen los topólogos para llevar al público a entender, porque, ¿qué es una hormiga " infinitamente plana"? Es en definitiva una hormiguita de dos dimensiones), podré levantar mi visión de hormiguita todo cuanto quiera, sin poder nunca ver el horizonte. ¿Cómo sabrían que están sobre un cilindro o sobre una banda de Möbius? Son los genios quienes pescan estas cosas... En su «Furmiga», Escher dibujó unas hormigas sobre una superficie möbiana porque siempre los topólogos daban ese ejemplo tan incorrecto pero que intenta hacernos pensar qué sería para nosotros vivir en una forma bidimensional.

La «laminilla» angustiante del mito de Lacan es bidimensional —ése es todo el problema. Se acuerdan del Seminario 11 en que Lacan dice que lo más angustiante que uno se puede imaginar es estar tapado por la laminilla (Freud había nacido con restos de vitelo arriba, ¿no?). Una laminilla bidimensional es peor que Alien porque, no lo podés matar ni cortar con un cuchillo ya que no tiene espesor. Ése es el problema. Si fueran esa hormiguita, no lo distinguirían. Les pasaría como me pasa a mí, que cada vez que creo que progreso en mi análisis y estoy por doblegar a mi fantasma, sigo un poquito más... Por ejemplo, voy a la siguiente sesión y me doy cuenta de que sigo tan empecinado como siempre... Sucede que yo creía que me había ido para el otro lado, pero en realidad era que lo estaba viendo todo desde lugarcito en el que estaba parado. Pero si caminaba un poquito, más me daba cuenta de que, en vez de haber cambiado mi posición respecto del fantasma, sólo había cambiado la forma: mi posición seguí siendo exactamente la misma...

Nos pasa eso de que, sobre la posición que nosotros tenemos como sujetos –y como sujetos, somos bidimensionales–, nunca podemos saber si estamos parados sobre una banda de Möbius o sobre un cilindro. Lo resolvemos con la misma prueba de siempre: se le traza una línea cerrada de Jordan –es como el experimento princeps–, o sea, tienen que trazar una línea tal que ésta demuestre la estructura de la que se trata.

Si Ustedes trazan una línea cerrada de Jordan, lo que sucede es que la superficie se divide en dos, y Ustedes no son capaces de distinguir esto del huevo de «El Yo y Ello» de Freud, no se revela la estructura. ¿Cuál es la línea que revela la estructura? Es la axial. Un toro es exactamente lo mismo que agarrar un círculo y hacer así. El corte del que se trata es el círculo mismo, el circulo generador del toro. En el mismo plano, pueden dar una vuelta de 360º, son muchas formas de definir lo mismo; una vuelta en el mismo plano de un círculo produce un toro, y el toro se revela distinto a una esfera justamente trazando una línea, generando un borde, haciendo un corte, como es el círculo generador. Ésta es la mediana.

En la banda de Möbius, ésta es la mala forma de hacer un corte, porque te aparece que la banda de Möbius tiene la misma estructura que una esfera —una locura total. Una esfera es una superficie cerrada, y ésta es abierta, ¿cómo podrían tener la misma estructura si son totalmente diversas? Lo que estudian los topólogos es cómo hacer el buen corte que revele la estructura, cómo hacer la intervención adecuada en una sesión para que se revele la estructura de aquello de lo que se trata. Es muy parecido a lo que hacemos los analistas, siempre y cuando cambiemos la posición de interpretar.

Nosotros caímos mucho en la versión del analista interpretante: "Dime A y yo te diré B; dime C y te diré D". Así, los análisis duraban veinte o treinta años sin que avanzaran lo más mínimo. Y uno pregunta a los pacientes que están en re-análisis acerca qué vio en ese análisis tan duradero, o si dura tanto porque falta mucho. Y no, resulta que el tipo iba religiosamente todas las semanas: él decía A y su analista le respondía B...

Es por eso que Lacan, en vez de «interpretación», empieza a hablar de «acto» para que quede claro que no es tanto decir otra versión de eso que se dice, sino producir algo como una línea, un borde, o un corte, que revele la estructura. En la banda de Möbius, el corte que revela la estructura es el longitudinal, porque si Ustedes en un cilindro hacen el corte así, se producen dos. Pero si lo hacen en la banda de Möbius, se produce una única banda con una torsión doble. En topología, la clave para revelar la estructura es preguntarse cuántas semitorsiones tiene, y no cuánto mide la cinta, qué ancho tiene o qué espesor. Ellos se preguntan si las torsiones son en cantidad par o impar.

Seguramente Ustedes recuerden la cantidad de veces que aparecía «2» después de «1» y de «3», en el grafo del escrito «La Carta Robada». Revelaba la estructura si era una cantidad par o impar, independientemente de si fueran cien o cien millones. Importa si eran un millón uno, o un millón dos, porque se reduce tanto que solamente importa lo par y lo impar. Si Ustedes cortan la banda de Möbius por la línea mediana, obtienen una única cinta que, en vez de tener una semitorsión, tiene dos semitorsiones. Teniendo dos semitorsiones, si Ustedes parten de lo azul, llegan a lo azul, es decir que se cambió la estructura porque en la banda de Möbius con una semitorsión, cambiás de lado. Pero esto es así siempre que se trate de un número impar de semitorsiones, cortándola por el medio. Háganlo en casa, ¡es divertidísimo e interesante!

Lacan dice que la Ciencia perdió la parte interesante, que ya no es más interesante. Y Ustedes saben que el interés tiene un borde con el deseo que a nosotros nos interesa recuperar. La banda cortada por la mitad produce un efecto increíble: uno corta todo y, sin embargo, sigue siendo una cosa única y que, para colmo, cambió la cantidad de semitorsiones —pasa a tener dos, lo que es exactamente igual a una torsión completa.

Eso es la topología.

Lacan dice que lo que hace falta concebir para dar cuenta de este lugar es la topología, es decir, un espacio reducido a una combinatoria; una combinatoria que implica una bidimensionalidad en donde no hay forma, ni espesor, ni volumen, ni medida, ni ángulos – todo eso se ha perdido–, y en donde el corte arma la estructura del espacio. Por ejemplo, si una línea tiene una dimensión, ¿qué hace falta para dividirla en dos? Un punto. Alcanza con decretar: "Por este punto, no pasarás" como para que la línea se divida en dos. Si esto es así, entonces, con los bordes, con los cortes, con las aristas, se define la cantidad de dimensiones que el espacio tiene.

Una línea tiene una dimensión y el corte que revela su estructura tiene cero dimensiones —el punto. Mientras que, para hacer un límite en un plano bidimensional, necesitás una línea, que sí tiene ya una dimensión. En un volumen tal como un cubo tendré, así, que poner un plano —es decir, algo bidimensional.

Quiere decir que los cortes dan la estructura del espacio ya que los espacios son «n-1». Tienen ahí la estructura del espacio. Si Ustedes quieren saber cuál es la estructura de un espacio como por ejemplo el de la sesión de hoy a la tarde con un paciente, la respuesta es: «n-1». Quiere decir que si Ustedes consiguiesen cortar eso con un punto, tendrían que el espacio en el que Ustedes están trabajando es una línea. Si Ustedes dicen al paciente "¡Punto, dejamos acá!", ¿están seguros de que el tipo va a dejar de pensar? No, sigue pensando. Hace falta algo que tenga la estructura de una línea, porque el espacio con el que trabajamos es bidimensional.

¿Entienden? Bueno, bajemos a tierra... ¿Qué carajo quiere decir todo esto? Que si Ustedes no conectan esta escena, en la cual no puede dejar de pensar S1 · S2, con otra escena en la cual S1 · S2 copulaban como copulan aquí, no van a cortar nunca. Si Ustedes no lo llevan al punto de remitirlo a otro pensar, van muertos. Y vieron cuántos meses vamos muertos con un paciente y, de golpe, sin aviso, "¿Y esto?, ¡¿de dónde salió?! "... Se cortó todo y hacía meses... Con sólo esa intervención alcanza, que pone en relación ese S1 y ese S2 con otro S1 y otro S2.

¿Como se corta? Así: "Bueno, que su padre haya pasado toda la vida pensando en si iba a hacerlo o no, no quiere decir que Usted se pase toda la vida pensando y dudando al momento de hacer algo" —una intervención casi estándar. Nosotros no tenemos método, pero ésta es una intervención estándar, de la índole de una línea que tiene una dimensión.

Intervención: [inaudible].

A.E.: ¡Ah! ¡Eso preguntáselo a Euclides..! Con el cual, todo el mundo se lleva tan bien y que dijo semejante barrabasada. Eso lo dijo Euclides. Eso de que el punto no tiene ninguna dimensión, es un problema... La geometría euclidiana es tan abstracta que ni nos damos cuenta de lo abstracta que es, porque parte de cosas que no tienen dimensión.

Entonces, la escena analítica tiene dos dimensiones porque el corte se produce con un elemento de una dimensión, o sea, respeta el dos menos uno. Si se corta con uno, quiere decir que Ustedes tenían dos. Y, ¡cuidado con creer que se corta con un punto! Con el punto no cortan nada. Es por eso que conviene tanto distinguir la cadena significante de Saussure, de la de Lacan. Para Saussure, la cadena significante es unidimensional, una línea. Si es unidimensional y la fórmula es «n-1», para él se corta con un punto. Pero se comprueba que no es así, que no se corta, que la mujer le puede decir al marido después de treinta años: "¡Basta ya! ¡Terminala con tu mamá! ¿Todavía seguís pretendiendo que tu hermano es el predilecto de tu mamita? ¡Cortala de una buena vez!". No se corta, porque no es ésta la estructura. El corte no es el adecuado para el lugar en el que Ustedes están trabajando, porque están trabajando en un espacio metonímico–metafórico —esto es, bidimensional.

Si no cortan con una línea, nunca tendrán el verdadero corte.

En la próxima reunión, vamos a trabajar con cuál de las superficies topológicas es aquella que corresponde a estas propiedades que el buen señor, éste, no dijo; cuál es ésta que es como la entrada a la caverna de Platón: ésa a la que nunca se llega sino cuando se está cerrando y cuya apertura sólo puede hacerse desde el interior. No hay dentro, pero es cerrado. Pero no nos dice de cuál se trata...

Así que vamos a ver, en la próxima, si podemos deducir cuál es la superficie topológica que le corresponde a esta descripción, para saber cuál es el lugar que le corresponde al inconsciente.

Correcciones: Luciano Echagüe


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