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Seminario
Posición del inconsciente

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Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 15
Separación

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Ésta es nuestra última reunión. Me parece un azar muy curioso y favorable el hecho de que nuestra última reunión esté dedicada al tema de la «separación», porque lo que voy a intentar demostrar es que, para Lacan, «separación» es la forma en que se produce la articulación entre los sujetos humanos. Para que se pueda producir el sujeto y el Otro, la operación requerida es la «separación». Así que quizás sea un augurio de nuestra futura relación posible.

No sé cómo voy a poder hacer para concluir hoy con el trabajo que requiere de la exposición de «separación» porque nos queda una argumentación muy larga para cerrar la reunión de hoy. Me da la impresión de que no sucederá.

En lo que queda del texto de la edición castellana que Ustedes tienen, lo primero que quería aclarar es que hay un montón de errores de traducción. La edición castellana de los «Escritos» es mala. Conviene que vayan aceptándolo, que lo sepan cada vez que lean, porque si no, después dicen que Lacan no se entiende... La traducción es verdaderamente muy mala. Solamente quería hacer hincapié sobre la cita número 8 del pie de página 826 sobre el teorema de Stokes. En las primeras doce palabras, menos una, coinciden la versión castellana con la francesa, pero en lo sucesivo, en nada. Yo estuve revisando si en la imprenta se habían perdido dos renglones sin los cuales no se puede seguir el texto. Efectivamente, faltan dos renglones enteros.

Hoy vamos a discutir el tema de la «separación». Si no saben lo que es «separación», esto es, si creen que se trata de separarse del Otro —lo cual es equivalente a no saber lo que es la «separación»—, entonces es probable que en caso de que la clase sea exitosa, terminen bien sorprendidos. Y si no, entonces habremos fracasado y lo reintentaremos el año que viene —no es tan fácil.

Hay planteos en esta última parte de la teoría de Lacan que son francamente sorprendentes. Una es la teoría de la pulsión de muerte. ¿Qué es la pulsión de muerte en Freud? En primer lugar, confieso que yo no veo las ganas de morirse de la gente. Si Ustedes la ven, me cuentan, pero yo no veo que la gente esté todo el tiempo pulsionando a morirse. No sé qué es eso en Freud. Y, en segundo lugar, ¿por qué llamar a eso «pulsión»? ¿En dónde está la zona erógena de la pulsión de muerte? Ya está, no hace falta que siga, con eso nos basta. ¿Qué cosa podría ser una pulsión sin zona erógena?

A mi entender, hay aquí, por primera vez, una concepción racional de por qué alguien busca morirse y qué puede querer decir en psicoanálisis que uno busque morir.

El teorema de Stokes es realmente un hallazgo. Yo no lo conocía hasta que leí «Posición del Inconsciente», en que se hablaba de este tal Stokes, un importantísimo físico del siglo pasado, a quien se deben la ley y el teorema que llevan su nombre. Afortunadamente he logrado conseguir mucho material bibliográfico sobre la ley de Stokes que, lamentablemente, no nos sirve para nada porque refiere a otros problemas que aquí no nos incumben. En cambio, sobre el teorema de Stokes no tengo por ahora más que la sola cita de Lacan... Justifica el recorrido pulsional y la fuerza constante de la pulsión, dado que a la pulsión le corresponde una zona erógena que es una línea cerrada. Es precisamente lo que necesitábamos, y no tiene nada que ver con comer, tener hambre y todas esas formas que nosotros usamos para imaginarizar este problema. Así que me da la impresión de que si progresamos lo suficiente, cada uno de nosotros —si la suerte así lo dispone— obtendrá muchísimo porque, lamentablemente —y es la otra cosa con la cual hace falta terminar de una buena vez—, la libido no es energía psíquica.

Al menos en la teoría de Lacan no va a haber oportunidad de decir nada al respecto. Muchos menos es "goce", y menos aun es "energía", y todavía menos que menos es "energía psíquica", porque no tiene ningún atributo de energía. Para Lacan, la libido no tiene nada en absoluto que ver con energía.

La idea que voy a tratar de proponerles es que la «separación» no se trata en absoluto de "separarse del Otro". La «separación» no tienen nada que ver con "parirse" en tanto que equivalente a "autonomía" —no tiene nada que ver con eso. Más bien es justa y exactamente todo lo contrario... Intentaré demostrárselo.

Primero, para ‘arrimar el bochín’, «separación» no es "separarse del Otro". En «Posición del Inconsciente», Lacan jamás dice cosa semejante, y jamás utiliza la expresión "separarse del Otro". No sé, de hecho, de dónde la hemos sacado. A mí me parece que y a está cristalizada en nuestro Otro, antes de acceder a los problemas del psicoanálisis —antes aun de empezar a leer Freud—, toda esa divagación de que la «alienación» es extraviarse en el Otro, y que «separación» es recuperar la propia autonomía. Sin embargo, es todo lo contrario.

En realidad, «alienación» es la introducción del "o", del vel. Y «separación» es la introducción del "y". O sea que no tiene que ver con la "separación del Otro" porque, en realidad, es "y el Otro" —cuya lógica intentaremos explicitar racionalmente.

La causación del sujeto es la forma de responder por qué las cosas son como son a nivel del sujeto. Y además del desarrollo de «alienación» y «separación», «Posición del Inconsciente» presenta un desarrollo muy racional de la teoría de la «pulsión de muerte», del «complejo de castración» y de la relación sexual. O sea que, mediante «alienación» y «separación», debemos lograr tener una visión coherente y racional no de qué es «pulsión de muerte», de qué es «complejo de castración» y qué es el para el ser humano la relación sexual, sino del porqué son como son; a causa de qué hay una «pulsión de muerte», a causa de qué el «complejo de castración» y a causa de qué la relación sexual son como son.

Lacan mismo se justifica al final de este escrito, diciendo que hay una distinción necesaria para estos argumentos que él no va a hacer. No queda claro por qué no va a hacerla. Es la última cita del escrito, en el pie de página 1, en donde dice que no distinguió entre el objeto a y el . Y hace falta esta distinción para dar cuenta de «pulsión de muerte», «complejo de castración» y relación sexual. No queda claro por qué no lo hace. Obviamente que no es por falta de tiempo porque esto no es lo que él dijo en sus intervenciones en el coloquio, sino que es lo que escribió después como contribución. Y recuerdan que él contó que Henri Ey no pedía ninguna limitación en el escrito —podía reproducir lo que se dijo o no, podía agregar o sacar, o hacer cualquier otra cosa. Por eso Lacan nos advierte de que si leemos lo que se escribió, deberemos tener en consideración que no se reproduce bien la polémica de aquel momento porque se cambió. Así que Lacan no tenía ninguna limitación. Y no sé por qué él no aclara bien la oposición entre objeto a y .

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sí, claro, son casi los mismos textos exactos de «Posición del Inconsciente». Este escrito y el Seminario 11 tienen una comunidad impresionante.

Ahora bien, habrán visto cuán clara es esa cita y cómo seguimos pensando que la libido es la "energía psíquica"... Pareciera que nos importa un carajo... Pero, ¿por qué es así? No por obcecados, ni por caprichosos, ni siquiera por tontos. Yo no digo que no seamos tontos —no tengo pruebas para eso—, sino que digo que no entra en el sistema. Una cosa no entra en tu sistema y no entra —se trata pues del sistema. Con lo cual, Lacan agrega elementos nuevos según su sistema, pero como nosotros no estamos bien metidos en su sistema, lo que hacemos es interpolar los elementos que él va a agregando a nuestro sistema; y cuando leemos que la libido es un órgano, nos decimos "Claro, es la «energía psíquica». Por supuesto, se trata del «goce»"... Y así ya andamos patinando sobre mantequilla derretida...

Pero Lacan lo dice con una claridad meridiana. La cuestión es que no se entiende, porque no se lo puede ensamblar a un sistema. Y hay tal sistema, no es uno, pero hay relación entre las nociones. Así que creo que es clarísimo y no coincide con lo que nosotros solemos entender. Por eso les decía que la expresión "separación del Otro" no aparece jamás en «Posición del Inconsciente» —siempre dice "separación de la parte". Sin embargo, para nosotros, la «alienación» es en el Otro y separarse es "separarse del Otro", y eso porque tenemos un sistema que se funda en la noción de «individuo». Lo que verdaderamente nos cuesta es sustituir la noción de «individuo» por la de «sujeto».

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Con «A» mayúscula designamos otra cosa y no la parte; designamos o el conjunto de los significantes o el lugar del conjunto de los significantes. Para eso es muy buena la palabra "tesoro", que significa el lugar donde se guarda la ‘guita’. Y la ‘guita’ puede ser una caja fuerte enorme pero vacía, y también como el pirata Morgan. A eso designamos «Otro» y se lo escribe con «A» mayúscula. No hay que perder de vista que en una de las acepciones de "lugar" es "encarnadura", es decir, implica otra persona. Eso es todo lo que se designa con «A» mayúscula.

Quiero al menos leer la primera parte de «Posición del Inconsciente», en donde Lacan desarrolla «separación». Es una versión resumida, dice cómo es y después explica cómo se desarrolla a lo largo de siete páginas más. No sé si nos va a ‘dar el cuero’ para hacer las dos cosas —pero al menos haremos la primera.

Dice:

«Pasemos a la segunda operación, en la que se cierra la causación del sujeto, para poner en ella la estructura de borde en su función de límite pero también en la torsión que motiva el traslape del inconsciente».

Le da a uno sensación de vértigo porque es una típica frase lacaniana que no se entiende nada... El término "traslape" es la relación de la solapa al saco, o de cómo se ponen las tejas en un techo. Es muy fácil, sería la superposición de una cosa sobre la otra. Quiere decir que el "traslape" del inconsciente quiere decir que ya se nos vino a superponer. En francés, utiliza una palabra más común que la de "traslape" en castellano —que es francamente una palabra en desuso 2.

«Esa operación la llamaremos: separación».

Dice "la llamaremos", es decir, hay un acto de nominación. Se acuerdan de que yo acentué bastante, la vez pasada, que llamaremos a esto «alienación» —hay un acto de nominación por parte de Lacan. (En nuestra última reunión, yo les decía que no entendía de dónde había sacado «alienación» y de dónde había sacado «separación»).

«Reconoceremos en ella lo que Freud llama Ichspaltung o escisión del sujeto, y captaremos por qué, en el texto donde Freud la introduce, la funda en una escisión no del sujeto, sino del objeto (fálico concretamente)».

Dos o tres cosas. Primero, con respecto a la Ichspaltung. El término "Spaltung" quiere decir "escisión" en alemán; e "Ich", que es "Yo", en Freud es "sujeto", y no el Yo de «Introducción al Narcisismo». En Freud, hay dos Yo, y este Yo es sin lugar a dudas el «sujeto», aunque nunca lo llamó «sujeto». Las dos pruebas categóricas para demostrarlo —tendría que hablar más dos horas para justificarlo completamente— son, en primer lugar, el «Wo Es war soll Ich werden», " donde Ello era el Yo debe advenir". Ustedes saben que el Yo del narcisismo —está dicho en el primer párrafo de ese escrito— es el obstáculo para el análisis. De manera que sería una contradicción que la fórmula de lo que es el análisis para Freud sea lo que él sostiene que es imposible de hacer, porque el Yo está definido como resistencia al análisis —no puede ser ésa la conclusión del análisis. Y, en segundo lugar, la otra prueba categórica es la definición freudiana de la «pulsión». Las hay de dos tipos: las yoicas y las libidinales. Y las libidinales se caracterizan por recaer primero sobre el Yo y, luego, sobre un objeto. Con lo cual, hay dos Yo. Las pulsiones yoicas son aquellas en las que podemos ubicar al sujeto. Efectivamente, Freud no está hablando del objeto libidinal descrito en «Introducción al Narcisismo» que Freud denomina "Yo".

¿Cuál es el problema freudiano? Si son dos cosas distintas, ¿por qué les puso el mismo nombre?, ¿no ve acaso que es confuso? ¿O es que nosotros somos medio tontos?

Conviene, entonces, la distinción que hace Lacan entre «Yo» y «sujeto», porque está en Freud. El problema es que Freud nunca dio el paso que permite distinguirlos.

Vayamos pues a revisar un poco lo que Freud dice. En la página 276 del Tomo XXIII de las Obras Completas, de la edición de Amorrortu, Freud dice:

«No puede redundar sino en ventaja que yo introduzca en esta exposición esquemática los datos de un historial clínico particular».

¡Parece mentira! En 1938, termina en puntos suspensivos. No lo concluyó y se publicó obviamente en forma póstuma en 1940. Parece mentira que un hombre de ochenta años de edad, con un cáncer operado catorce veces, haya empezado este artículo de la siguiente manera:

«Por un momento estoy en la interesante situación de no saber si lo que voy a comunicar ha de apreciarse como algo hace tiempo consabido y evidente, o como nuevo por completo y sorprendente. Me inclino, empero, a creer lo segundo».

Es rarísimo este comienzo. Freud presenta un casi clínico, a sus ochenta años de edad... No lo terminó de escribir, pero de todos modos es un caso. Escúchenlo:

«Un varoncito entre los tres y los cuatro años tuvo conocimiento de los genitales femeninos por seducción de una niña mayor que él».

O sea, deducimos que la nena se hacía tocar por el nene.

«Rotas esas relaciones, prolongó la incitación sexual así recibida en un ferviente onanismo manual, pero fue sorprendido pronto por la enérgica niñera y amenazado con la castración, cuyo cumplimiento, como es usual, se atribuyó al padre».

Esto es importante. El cumplimiento de la castración se le asigna al padre. La niñera hizo eso porque todos hacemos eso, porque está así en nuestra cultura —eso está en el Otro. Se lo digo porque al final de «Posición del Inconsciente», Lacan dice que del lado del viviente hay tal cosa y del lado del Otro hay tal otra; del lado del Otro pone la función gobernadora de la metáfora paterna, y, por tanto, vean cómo está en el Otro.

«En este caso están dadas las condiciones para un efecto de terror enorme. No es forzoso que la amenaza de castración por sí sola cause mucha impresión; el niño le rehúsa creencia, no le es fácil representarse como posible una separación de esa parte del cuerpo tan apreciada por él».

Una "separación de esa parte del cuerpo". Ya tenemos la respuesta. (Vean cómo progresé en dos semanas: no hice más que leer lo que Lacan había dicho que había que leer... Lo que pasa es que lo tuve que leer de vuelta, ¡luego de haberlo leído más de cien veces! Lo había leído unas noventa y nueve veces ‘al pedo’...). Lacan toma «separación» de Freud. Es claro que Lacan lo toma de Freud. No se trata de una "separación del Otro", sino de la «separación» de esa parte del cuerpo tan apreciada por él.

«Si ha visto [antes] los genitales femeninos, el niño pudo convencerse de semejante posibilidad, pero en aquel tiempo no extrajo esa conclusión porque la repugnancia a ello era demasiado grande y no existía ningún motivo que se la impusiera. Al contrario, lo que pudo moverlo a desasosiego fue apaciguado con el subterfugio: lo que ahí falta ha de venir luego, eso —el miembro— ya le crecerá más tarde».

O sea que Lacan dice:

«Esa operación la llamaremos: separación. Reconoceremos en ella lo que Freud llama Ichspaltung o escisión del sujeto, y captaremos por qué, en el texto donde Freud la introduce, la funda en una escisión no del sujeto, sino del objeto (fálico concretamente)».

Lacan lo dice todo muy claramente.

«La forma lógica que viene a modificar dialécticamente esta segunda operación se llama en lógica simbólica: la intersección,...».

¿Ustedes creen que la intersección da una forma de juntarse, o de separarse? Se trata del "in". Es en la alienación que se trata de un "o", en la que uno tiene que elegir entre esto o aquello. Eso es la separación tal como nosotros la concebíamos antes de Lacan. Pero, a eso, Lacan lo llama «alienación»... Mientras que «separación» es aquello que cierra el proceso porque quita al sujeto de los efectos de la «alienación», que son: nada, por un lado, y nada, por el otro; lo quita mediante el procedimiento de un "y". Y van a ver que es con el Otro como se produce la «separación».

«...o también el producto que se formula por una pertenencia a— y a—».

Les propongo que subrayen el "y". En el otro caso era «a— o a—». Y si está escrito así, tal como nosotros la concebimos vía la reunión, lo que sucede es que caen ambas, cae lo idéntico —siempre lo idéntico, en toda elección bipolar.

«Esta función aquí se modifica...».

Acá, "modifica" quiere decir que adquiere un modo.

«...por una parte tomada de la carencia...».

En una parte tenemos una carencia, la carencia de ser. Teníamos el ser hablante que se convertía en sujeto. ¿Cómo es que se convierte en sujeto? Vía la alienación. Quiere decir que queda dividido y, sujeto dividido entre S1 y S2 quiere decir que pierde el ser. Esto podría pasar por un planteo de índole filosófica, pero no se trata aquí de filosofía. Lo que sucede es que el sujeto ya no es, el sujeto no es ni S1 ni S2, es decir, simplemente ya no es. Lo que se ha perdido es el ser, no se es ya nada más nada —en tanto que sujeto, ya no se es.

Lo que les quiero mostrar, respecto de "profesor" y "alumno", es que si la enseñanza se transmite entre profesor y alumno, ¿se incluye entonces toda la dialéctica del deseo según la perspectiva de Lacan? No, porque según Lacan no se puede ser ni profesor ni alumno. El enseñante, en psicoanálisis, debe tener respecto del Otro una relación tal que excluya el ser; si no, es una falsa posición, un ideal. Y ya sabemos cómo se comportan los ideales —funcionan vía el Uno y petrifican.

Entonces, se pierde es el ser. No hay más ser hablante porque, luego de toda esta transformación, ya no se es. ¿Se acuerdan de lo que decía Freud acerca de gobernar, enseñar y analizar? Que son imposibles. Y lo son porque no se puede ser en ese tipo de relaciones ya que se ha perdido el ser. Y esto porque para la alienación no se trata de signos, sino de significantes. Si hubiese signos, no habría problema. Pero como son significantes, que en cuanto tal no significan nada, requieren de Otro —el sujeto queda entre los dos. En una relación tal que uno convoca al Otro y viceversa, S1 llama a S2, y éste a S1. Para ser, para que S1 pueda ser, se requiere de significantes, ser significantes, significar algo, requiere de un S2; pero, entonces, ya no se es. Y a S2 le ocurre exactamente lo mismo. Si el sujeto entra en la dialéctica vía el significante, pierde el ser, ya no es nada y no puede ser nada. Ninguno de nosotros puede decir ser algo vía el significante, porque se trataría entonces de una identificación petrificante. ¿Estamos de acuerdo?

Avanzo un poco. Lacan decía:

«Esta función aquí se modifica por una parte tomada de la carencia a la carencia, por la cual el sujeto viene a encontrar en el deseo del Otro su equivalencia a lo que él es como sujeto del inconsciente».

¿Qué es él como sujeto del inconsciente? Nada. Entonces, lo que Lacan dice es que en esta operación —la «separación»—, el sujeto viene a encontrar que en el deseo del Otro hay lo mismo, esto es, equivalencia —por eso puede haber intersección. Lo que queda en la lúnula de lo interpuesto, de la superposición en diagramas de Venn de dos conjuntos, es lo mismo. Quiere decir que si hay en este conjunto algo que sea una nada, una falta, una carencia, se superpone vía lo que hay de nada en este otro conjunto. Si van al mismo lugar es porque son lo mismo.

Quiere decir que lo que entra aquí a ser «deseo del Otro» es la nada que se localiza en el Otro —y no es lo que el Otro desea, que es lo que para nosotros es el «deseo del Otro». Éste es otro eterno malentendido que hay con ciertos desarrollos de Lacan. No se trata de lo que el Otro desea. Se trata de "carencia a carencia", de lo que a mí me falta. O sea, en lo que soy como sujeto del inconsciente, inconsciente está antes de «separación» porque si yo pongo en la separación "a con a", y a es sujeto del inconsciente, quiere decir que el inconsciente no es producto de la separación del Otro. Nada que ver con, nada que ver. Eso es un invento nuestro. El inconsciente está en el comienzo, el corte está en el comienzo.

«... su equivalencia de lo que él es como sujeto del inconsciente».

O sea que se trata del ser. En la alienación el sujeto pierde el ser porque entra en la dialéctica del significante y, como el significante no significa nada, requiere de la articulación al otro significante; el sujeto queda entonces dividido entre los dos significantes pero como cada uno de los significantes no es, especialmente en la medida en que articule uno al otro, testimonia que no es (porque S1 no es y requiere de S2 para ser). Entonces, el sujeto, vía el significante, en el proceso de alienación, pierde el ser—el ser cualquier cosa, ya no se es madre, no se es alumno, no se es hijo, no se es psicoanalista, no se es nada. Y agrego ahora, para aquellos que trabajaron conmigo el tema de la locura en mi curso de Estructuras Clínicas, que es una locura creerlo: es una locura creerse ser cualquier cosa.

Esto de que "no somos nada", "somos una mierda", "somos la nada", "somos todos una basura", puede parecer ultra lacaniano... Pero la dialéctica no puede quedar simplemente en esto. Les sugiero entonces que no se pongan en tren ultra lacaniano porque está mal que esta dialéctica se corte aquí —a pesar de que para muchos lacanianos resulte muy augurioso y reconfortante que la cosa termine así... La cosa no puede terminar aquí, y no por una cuestión de gustos, sino por exigencias de orden lógico. La cosa no se resuelve mediante la elección de si te gusta más ser o no ser. El problema es que el sujeto queda localizado en la nada ¿Por qué, entonces, el psicoanálisis no puede aceptar esa definición? Eso no va con el psicoanálisis, es una apuesta de débil mental; no nos sirve la versión de que el sujeto es nada porque seríamos todos iguales y ninguna versión puede concluir en que se pierde la particularidad. Y si yo soy nada y él es nada, entonces somos lo mismo y no hay diferencia particular. Esto no puede, por tanto, concluir de este modo. Así que hay que concebir cómo esta operación se cierra en la causación del sujeto, para que nos responda por qué el sujeto es como es. Esta primera parte no se entiende sin la segunda, porque no hay sujeto aquí ya que, siendo nada, todos seríamos iguales.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Vamos a pensarlo clínicamente porque si no, temo que huela a filosofía. De hecho, si es imposible es porque se trabaja con imposibilidad. Para nadie es imposible si no cuenta con la imposibilidad, o sea que es imposible sólo en el campo donde la metáfora paterna ha operado. No es imposible en el campo de la forclusión del significante del Nombre del Padre. Pero, cuidado, que yo diga que es no imposible no quiere decir que el sujeto lo pueda concebir como imposible. Es imposible que yo no sea nada, es imposible para cualquiera de nosotros, si contamos con "imposible" —pero si no contamos con "imposible", no. Por eso es que hay tantos suicidios en la psicosis, porque antes de ser nada te pegás un tiro o te tirás por la ventana, ya que no está escrito que es imposible, dado que para que algo sea imposible tiene que estar escrita la imposibilidad. Es el problema actual del infinito. Mucha gente piensa el infinito vía los números naturales, n+1, y no está nunca el último porque la serie de los números naturales es infinita. De acuerdo, pero demuéstrenmelo... ¿Se imaginan? Ocho mil millones de billones de trillones... Siempre puede ser uno más. ¿Ven cuál es el problema? Que si no está inscripto, si no hay otro procedimiento de cierre... Pero cuidado con lo que es "imposible", porque quizá el psicótico, para demostrar que es imposible, tiene que suicidarse. Cuidado entonces con contar con lo imposible —no cuenten con lo imposible.

En el campo donde opera la metáfora paterna —neurosis y perversión—, se cuenta con lo imposible. Ahora bien, el sujeto puede rechazarlo. Eso es muy interesante. Habrán visto cuando los amigos le dicen: "¡Cortala, flaco! ¡Es imposible! Esa ‘mina’ nunca te va a ‘ dar bola’ a vos!", puede ser cierto que sea imposible, y, quizás, por ejemplo, porque es absolutamente lesbiana... Supongan que sea total y constantemente lesbiana. ¿Qué puede hacer el sujeto con lo imposible? Puede reconocerlo o puede rechazarlo. Escucho que mucha gente trabaja con lo «imposible» de la estructura ,y te dice que uno no puede hacer tal cosa y tal otra cosa porque "son imposibles". Pero no, porque uno puede rechazar lo imposible. Con lo cual, hay que cuidarse bie n de contar con lo imposible —aunque identificarse totalmente a un significante sea en sí mismo imposible, sí puede suceder que alguien esté intentándolo.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, pero él cree totalmente que puede lograrlo.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sí, pero vos y yo no empleamos «neurosis» del mismo modo. Vos decís que hay neurosis porque ha operado la metáfora paterna, y yo hablo de "neurosis" cuando la pregunta está en funcionamiento. No es lo mismo. Hay sujetos para los cuales ha operado la metáfora paterna y no se preguntan un comino en la vida; sujetos que van como un satélite hacia la pared y se estrellan por completo, él, su familia, y se van todos al carajo; sujetos a los que nadie puede detener como, por ejemplo, cualquier kamikaze de cualquier ejercito revolucionario: se meten en el camión cargado de explosivos y se mandan contra una pared. Es muy elocuente la escena moderna del revolucionario suicida. Estaba ya descrita por Hegel hace doscientos años. Y saben Ustedes que ésa es una fuerte identificación al ideal: el que muere por un acto santo, se hace santo. ¿Creen Ustedes que lo hacen por otra cosa? ¿Ustedes creen la versión de que es porque le dan ‘guita’ a la familia? Le dan ‘guita’ a la familia porque de algo tiene que vivir la familia de ese suicida, pero él no lo hace por la ‘guita’.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: O por caridad, resolver estos problemas vía la caridad. Eso produce un efecto. Produce ese efecto pero el doblemente intensificado.

Así que cuidado con lo "imposible", porque cada cosa que decimos es concebible por nosotros, y cualquier jugada de ajedrez concebible en el tablero para las fichas blancas es concebible también para las negras —no hay ninguna que no sea concebible. O sea, cada cosa que nosotros concebimos, puede ser concebida por alguien. Lo que hay que tener es muy bien la lógica para poder ofertarle al sujeto cómo ganaría más en otra posición. Porque demostrarle que va a pérdida, está implícito que va a pérdida. Uno puede hacer caso omiso de las limitaciones de la estructura —lo que es una necedad.

Les recomiendo un libro edificante para ese problema, «El Arte de la Retórica» de Quintiliano. Para Quintiliano es un tratado moral, enseña lo que es «metáfora» y «metonimia», pero es un tratado moral. No se consigue en las librerías, pero se lo encuentra en todas las bibliotecas.

Bien, avancemos.

«Por esta vía el sujeto se realiza en la pérdida en la que ha surgido como inconsciente, por la carencia que produce en el Otro, según el trazado que Freud descubre como la pulsión más radical y a la que denomina: pulsión de muerte».

¿Lo escucharon? Primero, el sujeto se realiza. No sé qué querrá decir con ello. Quizá que aparece en lo real. Lacan utiliza mucho el "realizarse", así que tendremos que estudiarlo bien para no conformarnos con una explicación tan intuitiva como la que tenemos. Lo teníamos en la nada, pero Lacan dice que queda una maniobra de "realización" del sujeto: mediante la pulsión de muerte.

Se lo leo otra vez:

«Por esta vía...».

La de la separación, intersección de una carencia a una carencia,

«...el sujeto se realiza en la pérdida en la que ha surgido como inconsciente,...».

Eso es «alienación». Si el sujeto es sujeto del inconsciente, es pura pérdida de ser —de ser cualquier cosa.

«...por la carencia que produce en el Otro, según el trazado que Freud descubre...».

O sea, según un recorrido.

«...como la pulsión más radical...».

No que Freud descubre el trazado. Lo que él dice es que es un trazado que Freud descubrió como la pulsión más radical.

«... y a la que denomina: pulsión de muerte».

¡Conque la pulsión que es la más pulsión de todas es la de muerte! Lo es más que la escópica, más que la invocante, que la anal y la oral. Pero, ¡si no se parecen en nada!

«Un ni a— es llamado aquí a llenar otro ni a—».

Entonces, no es "a— y a—". Se acuerdan de la transformación que yo propuse a través de la negación de la disyunción, que era un procedimiento del matemático Augustus de Morgan. Acá estamos entonces en que no se trata sólo de lo que yo les había dicho. ¿Qué acentuamos pues de "a— y a—"? Bien, tenemos que «separación» es "y", que «separación» es con el Otro. Pero, cuidado, porque si es así entonces no es "a— y a—", sino que es "ni a— y ni a—" de lo que se trata.

«El acto de Empédocles, al responderle, manifiesta que se trata aquí de un querer. El vel vuelve a aparecer como velle».

Lacan aprovecha aquí Lacan la etimología y juega con que el "o" se convierte en algo relativo al deseo. "Velle" no existe como palabra francesa pero sí hay algunas derivadas de ella que remiten todas a "deseo". Entonces, Lacan dice cómo el "o" se transforma en deseo.

«Tal es el fin de la operación. El proceso ahora».

El fin de la operación es que el "o" —que es la nadificación del sujeto—, vía la alienación, se completa con una operación que es la separación, en la cual se ponen en relación la nada que es el sujeto a nivel del inconsciente, con la nada, la carencia hallada en el Otro que llamamos «deseo del Otro». Esto realiza al sujeto. Lo que pone en relación una cosa con la otra, el "o" y el deseo, es la pulsión de muerte. Vamos a ver si de eso podemos decir algo. Si podemos hacerlo, ¡haremos oro en polvo!

Bueno, primero, entonces, Lacan viene a rompernos ciertos prejuicios muy reforzados. Lacan intenta romper aquello que nos convence tanto, romper el prejuicio de la "separación del Otro".

Se lo leo para ver si para Ustedes es lo mismo que para mí.

«Separare, separar, aquí termina en se parere, engendrarse a sí mismo».

¡Ah, bárbaro! ¡Si es lo que nosotros queríamos demostrar..!

«Eximámonos de los favores seguros que encontramos en los etimologistas del latín en este deslizamiento de sentido de un verbo a otro».

O sea que con la derivación de sentido de un verbo al otro nos eximimos de hacerlo. Eso es para los etimologistas del latín, no para nosotros. Lacan se desentiende de la derivación que los modernos etimologistas del latín hacen de un verbo al otro. Lacan propone no aceptarlo. Lo que pasa es que Lacan lo puso porque es lo que está en el Otro y lo quiere discutir —no es que lo esté aceptando.

«Sépase únicamente que este deslizamiento está fundado en su común aparejamiento en la función de la pars».

Entonces, la comunidad de "separare" y "se parere" radica en la «parte» que , en latín antiguo, es "pars". Lo único que tienen en común es que tienen una "parte" en común. Pudo producirse el desplazamiento de una cosa a otra porque compartían la "parte". Pero, ¿qué parte?

«La parte no es el todo, como dicen, pero por lo general inconsideradamente».

Vamos, por lo tanto, a considerarlo nosotros.

«Pues debería acentuarse que nada tiene que ver con el todo».

Esto es ambiguo. Primero, que nada tiene que ver con el todo es que ninguna parte tiene que ver con el todo. Si nada tiene que ver con el todo, entonces, quiere decir que no se trata de esto, ni de esto otro, ni de aquello, o sea, nada. Hago un scan del todo y digo que ninguna de las cosas que hay tiene que ver con el todo. Por ejemplo, ningún elemento como tal tiene que ver con la naturaleza como todo; ninguna hoja de la planta lleva inscripto el todo de la naturaleza —salvo que sea una versión deísta. En ninguna parte está el todo.

Pero además hay otra acepción muy importante que Lacan está poniendo a trabajar aquí, a saber, que nada tiene que ver con el todo —no la parte. Cuando uno trabaja con la categoría de «nada», ahí sí lleva el «todo». Una versión mucho más sencilla es la de la oposición impotencia/omnipotencia. Eso es una clave en psicoanálisis. La contracara de "impotencia" no es "potencia", sino "omnipotencia". Siempre que tengan a un paciente que se venga a quejar por algo de la índole de la impotencia sexual —o no sexual—, de algo de la índole del "No puedo hacer", es una impotencia. Lo primer que el psicoanalista pone a trabajar es que la impotencia tiene que ver con la omnipotencia asignada a quien lo puede hacer. Quiere decir que la nada —la impotencia— tiene que ver con la omnipotencia, y no con la potencia, porque la potencia es siempre la parte —siempre es operar con la parte.

«Hay que tomar partido sobre ello, juega su partida por su propia cuenta».

Esto es evidentemente un chiste. Y si cuando lo leyeron no se rieron es porque no lo entendieron. En todo caso no es culpa mía, sino de Lacan. Es que las palabras llevan la "parte": en "partido" y "partida" está la "parte"; o sea, asumir posición respecto de la nada y del todo es vía la parte porque si lo hacen vía la nada, quizás sin darse cuenta están sosteniendo el todo —con decir "nada es todo" no se sabe qué posición se adopta porque es la posición más neta de sostener el todo; porque nada tiene que ver con todo, mientras que la parte no. La parte es tomar "partido" sobre ello, y juega su "partida" por su propia cuenta.

«Aquí, es de su partición de donde el sujeto procede a su parto».

O sea que no acepta el "parirse". Pero sujeto procede a su parto... ¿Hay o no hay sujeto? Toda esta elucubración de Lacan, ¿termina en la conclusión de que hay sujeto, o de que no hay sujeto? Porque si no hay sujeto, no veo por qué estaríamos aquí reunidos estudiando estas cosas. ¿Cómo es que el sujeto llega a ser sujeto y no pura nada? Vía su "partición", es decir, operando con la parte. Si el sujeto está dispuesto a operar con la parte, llega a ser, esto es, se rescata del no ser por la vía de la parte; ya que si lo intenta por la vía del todo, obtendrá la nada.

Pero, ¿qué parte? La parte perdida de sí —"carencia a carencia". De modo que es procediendo a su partición, operando con su parte perdida, que llegará a ser. Operando con su parte perdida se rescatará del efecto de la alienación. Y esto no implica la metáfora grotesca de que se traiga de nuevo al mundo —tal como los lacanianos suelen concebirlo... El mismo Lacan lo dice directamente cuando lo presenta en sociedad: no se trata de la metáfora grotesca de parirse. Sin embargo, casi todos los lacanianos opinan que se trata de parirse... No sólo es incorrecto, sino que es grotesco.

«Cosa que además el lenguaje tendría grandes dificultades para expresar con un término original,...».

«Término original» significa que en el origen de la lengua ya esté ese término. Lacan dice que ni la lengua provee un término para el "parirse",

«... por lo menos en el área del indoeuropeo donde todas las palabras empleadas para ese fin tienen un origen jurídico o social».

El problema es que ya en el saber de la lengua está incluido el Otro. No puede uno traerse a sí mismo al mundo. Pero, entonces, ¿somos una mierda de nada que nunca advendrá, o sí podemos advenir de algún modo? Sí puede uno traerse a sí mismo al mundo, en parte, y por la vía del Otro —por eso no se trata de un "parirse a sí mismo".

«Parere es en primer lugar procurar (un hijo al marido)».

Ya está todo el sistema social, están todas las leyes del parentesco puestas en juego: parir es darle un hijo al marido. Y no hace falta siquiera tener nada en la panza para ello: se puede ‘afanar’ 3 un chico y salir corriendo de un hospital público y decirle al marido: " Tomá, es tu hijo".

«Por eso el sujeto puede procurarse lo que aquí le incumbe,...».

Escúchenlo muy atentamente porque esto es fuertísimo:

«... un estado que calificaremos de civil».

Al sujeto incumbe aquí un estado. ¿En qué forma de estar, estará el sujeto? En estado civil. A ver si conocen un frase de Lacan de la índole de la que les leeré ahora:

«Nada en la vida de ninguno desencadena más encarnizamiento para lograrlo».

¿Escucharon alguna vez, en Lacan, una frase así? Dijimos que nada es todo. De manera que «"Todo" en la vida de ninguno...» —es decir, de todos—, «...desencadena más encarnizamiento para lograrlo». Encarnizamiento para lograr el ser del sujeto vía el estado civil. En definitiva, ser alguien en lo social.

Produce tanto encarnizamiento como para decir una frase así, porque es lo que rescata de la alienación. Y como la alienación es la entrada de todo sujeto... Para mí es obvio que, si Lacan lo dice, es porque lo constata. Pero, ¿efectivamente nada produce más encarnizamiento que buscar un estado civil? Piénselo porque las posiciones más aguerridas, las más fuertes, las más comprometidas de todos y cada uno de nosotros en nuestra vida completa, tienen que ver con esto. No creo que Lacan la pifie.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sin lugar a dudas. Pero creo, también, que está queriendo decir lo Otro.

Continúo con la lectura.

«Para ser pars,...».

¡Ah! Entonces sí se puede ser. Ven que recatamos el ser —pero ser "parte".

«Para ser pars, sacrificaría sin duda gran parte de sus intereses, ...».

Para todos los que están muy peleados con el Otro, ésta es una frase que quizás les indique el camino. Y acá viene la crítica a Hegel. No sé si se habían dado cuenta de que esto es sumamente parecido al argumento hegeliano —que presenté oportunamente— del proceso desde «individuo» a «espíritu social». Lo que Lacan va a plantear es que no se produce el espíritu social —y no se trata aquí de culturalismo ni de sociología.

«... y no es para integrarse a la totalidad que por lo demás no constituyen en modo alguno los intereses de los otros, ...».

¡Esto es genial! Lacan dice que no es simplemente para integrarse a la totalidad. Y además dice que la suma de los intereses no da la totalidad. Con lo cual, ven que Lacan está poniendo a cada uno en su posición particular.

«... y menos aun el interés general que se distingue de ellos de muy otro modo».

Y tampoco es el interés general.

Lo que está diciendo Lacan es que con el Otro sólo se puede ser, si se es parte con el Otro. Y esto no significa incorporarse al Otro de la sociedad ni suponerse parte del interés general. En muchos sistemas comunistas se lo supuso así, justamente, por la derivación del hegelianismo en que cada uno era un "revolucionario" y que había que sostenerse en eso por el interés general o de todos.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Lacan dice que este escrito cierra el «Discurso de Roma», y que la razón por la que tardó tanto tiempo en decirlo era que la gente no estaba en condiciones. Es decir que el «Discurso de Roma» recién logra cerrase con esto. Es exactamente así.

«Separare, se parare: para guarecerse del significante bajo el cual sucumbe, ...».

Es decir, «alienación», fading.

«...el sujeto ataca a la cadena, que hemos reducido a lo más justo de un binarismo, en su punto de intervalo. El intervalo que se repite, ...».

Ven que se trata del intervalo que se repite. Se acuerdan de que yo les decía que no creyeran que es S1—S2, sino que es S1 y S2, y S1 y S2, y S1 y S2..., porque es el intervalo que se repite. Que se repita el intervalo es mucho más radical que se repita el significante, que es lo que todos nosotros decimos siempre.

«El intervalo que se repite, la más radical estructura de la cadena significante,...».

Lo más radical es el intervalo que se repite.

«... es el lugar frecuentado por la metonimia, vehículo, por lo menos eso enseñamos, del deseo».

Pero, ¿qué sentido tiene este comentario aquí? ¿De qué está hablando? ¿No era que el deseo era la metonimia? ¿Cómo es que la metonimia es ahora el "vehículo" del deseo? Ocurre que no hay que confundir "vehículo" con "deseo". No son lo mismo el camión que transporta la leche, que la leche en sí misma. Sea como fuere, ya entró el "deseo". El vel se convirtió en velle, pero no entendimos cómo.

¿Por qué el sujeto ataca el intervalo repetido de la cadena? ¿En qué lugar se desarrolla la cadena significante? En el Otro. Habíamos ya hablado del "encarnizamiento". ¿Por qué ataca el intervalo? Porque ahí es donde está la carencia a nivel de la cadena significante del Otro porque está en el lugar del Otro. Es ahí, muerde ahí porque lo que está diciendo es que, aparecida la cadena significante del Otro, en el Otro, lo que el sujeto hace es prenderse del intervalo; muerde el intervalo y no quiere soltarlo. ¿Por qué? Porque él es igual que el intervalo. Es lo mismo que yo, me aferro a eso porque es lo mismo que yo, esa falta allí que me reproduce la falta en lo que yo soy. ¿Está claro que el intervalo representa la falta entre los significantes? Pensémoslo.

S1 requiere, para ser, de S2. Por lo tanto, en sí mismo no es. Esta relación al S2 se manifiesta en el intervalo, que es lo que testimonia que ni S1 ni S2 son. Es en el intervalo donde se inscribe que no son. Es en la articulación que los hace ser, lo que dice que no son. Porque son en tanto están en esa relación, y en la relación se escribe que no son. En el intervalo inscribimos la relación, lo que no son los significantes en el campo del Otro. Ahí es donde el sujeto se viene a localizar —se superpone su carencia con esa carencia.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, se identifica en este sentido, y no en el sentido de la identificación del ideal. No es identificación en el sentido de quedar captado por la identificación.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Porque le da el ser. De vuelta, no lo pensemos como en filosofía. Si supiésemos qué son en filosofía «ser» y «existencia», todo esto sería mejor. Pero yo no lo sé. Si alguno de Ustedes sabe, tanto mejor. Yo lo pienso en términos de la lógica que nos corresponde: la del lenguaje. No existe nadie en una pura alienación. Solamente hay alguien luego de la lógica del efecto de la alienación y de la separación. Sin embargo, podemos plantearnos el problema como si en efecto pudiera ocurrir semejante cosa. De modo que supongamos momentáneamente que vos estuvieses en el estado de producción en que te deja la alienación y que enfrentas la cadena en el Otro. ¿Qué es pues lo que ingenuamente dirías del intervalo? "Ah, mirá, ¡justo como a mí! ¡Como yo!". ¿No les pasa a Ustedes que alguien les cuenta de algo que se parece mucho a lo que a Ustedes mismos les pasa? Eso mismo que le pasó al Hombre de las Ratas cuando leyó Psicopatología.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: ¿Cómo podríamos decir un poquito mejor "como yo"? Estamos pasando por el intervalo. Te pasan en la película un significante, después ves un intervalo y después viene otro significante. De ese intervalo decís: "es como yo". Y ahí recuperás el ser. No todo, por supuesto, porque es vía la parte. Se lo propongo bien discursivamente —no hagamos de esto filosofía.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Ésa es la versión "lacaniana", pero no es la de Lacan. Yo también la tengo. Pero lo que estamos haciendo es comentar a un tipo que dice otra cosa. Me pregunto: ¿es que los lacanianos no podemos leer a un autor que diga algo distinto? Leamos pues a Lacan... Yo también digo eso y es lo que pienso. Pero este tipo que yo acabo de encontrar, y acerca de cuyas ideas hablo en este curso, me parece un tipo interesante porque plantea otra cosa, porque dice que "rescata".

Intervención: La angustia ante el deseo del Otro no pareciera ser la misma que la que provoca encontrar una frase igual a la mía, más bien aparece cuando hay una falta en el Otro, que una parte de mí tiene que llegar a atrapar.

A.E.: Nosotros decimos "angustia por la falta en el Otro". Ésa ya la sabemos bien. Pero vaya uno a saber por qué... A mí me parece que es porque somos muy neuróticos y así decimos a todo que sí, que es bárbaro, que es evidentemente así, etc. Las cosas que entran en nuestra estructura las captamos de primera: "Sí, es así, ¡como yo!"...

Pero, entonces, ¿por qué angustia la falta en la Otro? Hay gente que cree que lo que a uno lo mueve es lo que el Otro tiene; por ejemplo, solteros adinerados que tienen una muy notable posición paranoica para constituir pareja, porque piensan que la gente quiere lo que el otro tiene. Así que con qué se pone en relación uno con el Otro es ya una cuestión. Y, ¿por qué me interesa lo que al Otro le falta? Para el psicoanálisis es el interés, es de hecho el "inter–ser". Porque se pone en relación a mi falta, porque engancha. Pero todavía no se ha cerrado la operatoria —hace falta aún introducir la «pulsión de muerte». Todavía no hemos llegado a la salida.

Frente a esta posición, hay dos cosas: uno puede huir porque angustia o —apelando a la famosa frase hueca de los lacanianos— "se puede hacer algo con eso"... Huir despavorido podría parecer una forma de hacer algo con eso pero, en realidad, es no hacer nada con eso. Así que la angustia puede ser aquello que me trae miedo y entonces huyo despavorido —ésa es una. Pero se puede hacer otra cosa con eso mismo. Con lo cual siempre es equivocado cuando los psicoanalistas, especialmente los lacanianos, establecemos articulaciones a las cuales les falte estructura de banda de Möbius. Por ejemplo, una frase típica: "Lo que pasa es que la gente no quiere saber". ¿Es verdad o es falso? Es verdad y es falso, porque "la gente no quiere saber" es un lado de la banda de Möbius, pero el otro lado que está en continuidad con aquél es que "la gente quiere saber". Esto, en la Facultad de Psicología, hay que estar todo el tiempo recordándoselo a los profesores. Así que "Lo que pasa es que los alumnos no quieren saber" es mentira, ya que no quieren saber y quieren saber. La angustia es una respuesta. En realidad, es una señal que permite dos tipos de respuesta: huir despavorido frente a la falta en el Otro, o hacer algo con eso. Y la neurosis —aunque parezca mentira— es la posición en las estructuras clínicas más próxima a "hacer algo con eso". Es por eso por lo cual son los más proclives al análisis, porque con eso se analizan —y no es poca cosa para hacer respecto a la falta en el Otro.

Si se pone a trabajar la «pulsión de muerte», la más encarnizada de todas las pulsiones, la más radical de todas, hay una maniobra para hacer: es lo que «separación» intenta introducir teóricamente. La histérica, con su falta, pega como moscas a la gente y la espanta: "¡Esta histérica de mierda ya me tiene harto! ¡No le ‘doy más bola’!". Pero también pega, las dos cosas —pega con su falta.

«En todo caso, bajo la incidencia en que el sujeto experimenta en ese intervalo Otra cosa...».

Lacan escribe "Otra" con mayúscula, lo cual es correctísimo.

«...para motivarlo que los efectos de sentido con que lo solicita un discurso, es como encuentra efectivamente el deseo del Otro, aún antes de que pueda siquiera nombrarlo deseo, mucho menos aún imaginar su objeto».

Lo que el sujeto pesca directamente en el intervalo es la Otra cosa. ¿S1 es la otra cosa de S2? No, radicalmente. Lo único que verdaderamente es la Otra cosa es el intervalo. Acá hay un giro en Lacan.

Quizá recuerden los dos tipos de otredades planteados en los seminarios 1 y 2: "a" minúscula y "A" mayúscula son dos tipos de otredades. Lacan define a "a" como otro imaginario y especular, pero es una otredad semejante, o sea que no es alteridad. En realidad, lo es y no lo es. Ése el problema del estadio del espejo: que tu hermano, sí y no, es otro —por eso se escribe con la misma letra. Y define a "A" mayúscula como alteridad simbólica. Una es semejante y la otra es radical.

Ahora ya no. La alteridad radical viene ahora en el intervalo. Se cambió el punto de alteridad radical, porque francamente hay un punto en la cadena significante donde la alteridad no es total: la relación entre S1 y S2. Quiere decir que el intervalo es lo que te presenta la Otra cosa. Es el tercer tipo de alteridad, el punto de carencia en "A" mayúscula que es radicalmente la «Otra cosa». Aquí gira un poco la teoría de Lacan. Lo radicalmente otro no queda exactamente coincidiendo con el Otro, sino con su punto de carencia, localizable para el sujeto en el intervalo. No en lo que el Otro quiere, sino lo Otro en su discurso, lo más parecido a la nada en su discurso —no lo que el Otro desea, no es la determinación del deseo del Otro sobre mi deseo, no es eso.

El deseo del Otro se establece vía la demanda, y nuestro deseo en particular se establece a partir del más allá de la demanda del Otro. Aquí, «deseo del Otro» es lo otro en el Otro, su punto de carencia.

«Lo que va a colocar allí es su propia carencia...».

En el intervalo, en el punto donde ha localizado la carencia del Otro.

«... bajo la forma de la carencia que produciría en el Otro por su propia desaparición».

Ésa es la maniobra del sujeto. Es la pregunta del «¿puedes perderme?», donde allí entra como falta.

«Desaparición que, si puede decirse, tiene a mano, de la parte de sí mismo que le regresa de su enajenación primera».

Como él es algo que ha perdido de sí, él cuenta con lo perdido de sí y entonces él, como objeto, se pone en relación al Otro. ¿Puedo yo ser la parte perdida de ti? Porque yo soy parte perdida de ser, o sea, no soy; pero puedo ser, venir a ese lugar de lo que a ti te falte bajo la forma de falta. Por eso la «separación» es segunda de la alienación: es una forma de obtener, mediante un elemento negativo, un resultado positivo.

«Pero lo que colma así no es la falla que encuentra en el Otro, ...».

No lo colma al Otro, es su falta lo que va a poner en el lugar de la falta; porque si no, es su falta la que tapona la falta en el Otro.

«... es en primer lugar la de la pérdida constituyente de una de sus partes, y por la cual se encuentra en dos partes constituido».

Lo que colma es a sí mismo, logra ser. La parte perdida llega a ser, por ser aquello que el Otro podría llegar a perder.

«Aquí yace la torsión por la cual la separación representa el regresa de la alienación. Es que opera con su propia pérdida, que vuelve a llevarle a su punto de partida».

El "con" aparece en itálicas. O sea que tenemos que vuelve a ser, pero acá sería objeto. Porque si fuese ser hablante, no habría torsión, no habría transformación del proceso. Y acá se trata de una torsión moebiana, incluye una torsión. Se parte de ser hablante, pasando por la nadificación del ser, para llegar a ser objeto. Pero pasa a ser el objeto que al Otro le falta.

«Sin duda el "pudiera perderme" es su recurso contra la opacidad de lo que encuentra en el lugar del Otro como deseo, pero es para remitir al sujeto a la opacidad del ser que le ha vuelta de su advenimiento de sujeto, tal como primeramente se ha producido por la intimación del otro».

O sea que había una opacidad de ser y la recupera operando con la opacidad del deseo del Otro. ¿Qué es "la opacidad del deseo del Otro"? Porque es oscuro, el oscuro de Heráclito (recuerdan que a Heráclito lo llamaban "El Oscuro"). Presten atención a "oscuro". Es la forma de definir «deseo» y la forma de definir «goce», que también es oscuro. Porque lo único que produce claridad es el significante y, como el deseo del Otro cae en el intervalo, será pura oscuridad que coincide con mi ser, que es pura opacidad porque justamente no es ni S1 ni S2.

Me parece que vamos a llegar a leer uno o dos parrafitos más. Pero nos detendremos allí. Lo que queda es lo mejor.

Nadie me preguntó por la "intimación del otro", que en el original francés aparecen en minúscula. Y bien, no sé lo que es. No nos salva esta vez el recurso de la traducción porque está igualmente escrito en francés. No sé lo que es la "intimación del otro".

Intervención: [inaudible].

A.E.: Sí, pero es el otro imaginario, el otro con minúscula. ¿Que el otro imaginario intime en este proceso?

Intervención: [inaudible].

A.E.: Pero la expresión "intimación del Otro" no está. Sería entonces un error en francés. Yo no lo entiendo, ya que el otro imaginario, en este proceso, no tiene ninguna injerencia.

«Es ésta una operación cuyo diseño fundamental volverá a encontrarse en la técnica».

¡Ahá! O sea que la técnica psicoanalítica debe reproducir el proceso: alienación y separación. No primero la alienación y luego la separación. No se trata de que el paciente entra y viene con el Otro, y después se separa del analista porque se va... ¡No es eso! ¿Por qué la técnica psicoanalítica reproduce? Porque el producto final que queremos obtener es éste mismo: un sujeto que haga algo con eso, que se rescate de la nada operando con la carencia, y no con la vía de la petrificación significante al Idea. La técnica debe reproducirlo. Veamos cómo.

«Pues a la escansión del discurso del paciente en cuanto que el analista interviene en él es a la que se verá acomodarse la pulsación del borde por donde debe surgir el ser que reside más acá».

La maniobra del analista consiste en el corte. Hay que cortar. Quizás ahora tengamos una teoría coherente de por qué hay que cortar, y no decir "Dejamos acá" a los tres minutos de iniciada la sesión... Ahora hay una teoría del porqué: para intervenir en el discurso del paciente porque, si nosotros marcamos el intervalo, tenemos la virtud de destacar, en primer lugar, la alienación propia al mundo del significante; y, segundo, la opción del sujeto de que se rescate de ello.

Hay que cortar para intervenir en el intervalo. Hay que cortar entre los significantes. Pero, ¿cómo cortar entre significantes, si uno no puede conocer anticipadamente el S1 de un S2? Sólo puede hacérselo porque se repite el intervalo. así que tienen que escucharlo muchas veces: es S1—S2, S 1—S2, S1 —S2, etc. Después de varios años, el analista lo pesca porque quizás esté separado por años ese mismo intervalo. Entonces, cuando viene S1, ahí se produce el corte. Pero ese corte, para ser corte, tiene que destacar la relación con S2. Quiere decir que es la maniobra que pone en contacto S1 con S2, o sea, el corte es lo que queda en el medio entre el fin de una sesión y el comienzo de la otra, y será eficaz o no en función de eso. Es lo mismo que decía Freud: según las asociaciones que somos capaces de evocar por nuestra intervención. Dicho así queda claro que no hay que interpretar en el sentido de traducir. Traducir no sirve para nada. Y tampoco sirve para nada interrumpir al paciente, decretándole "¡Dejamos aquí!" —es tan estúpido como lo otro.

De lo que se trata es lo que decía Freud: la intervención del analista debe levantar represiones, debe producir asociaciones. Levantar represiones quiere decir producir asociaciones nuevas y, si aparece otro S2, el S1 y el intervalo ya cambian, y se corta la serie de repeticiones S1—S2.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Porque en ese S1 y S2, ese intervalo es él como carencia. Es lo más elemental de la clínica psicoanalítica. Lo Otro que podría advenir sería Otro para S1—S2, es decir, el mismo S1 pero con otro S. Con lo cual, ya no es el mismo S1 y, por tanto, varía el intervalo. Y si el intervalo varía, cambia también el sujeto, que ha pasado a ser. ¿A ser quién? El que hizo esa dupla.

«Alienación» no es que él haya tomado esa dupla de los significantes del discurso de la madre. «Alienación» es que él no es. Y la forma de salir de que él no sea puede ser por la vía de la identificación a los significantes de la madre. Pero eso no es «alienación», eso es identificarse a los significantes de la madre —alienación es que él no es.

Avancemos un último paso.

«La espera del advenimiento de ese ser...».

El analista espera, en su técnica, el advenimiento, y no el "desvanecimiento del ser" como dicen lo lacanianos. Lo que pasa es que acá habría que agregar un ser nuevo, porque es un advenimiento, pero no es un advenimiento sin falta en ser. Es claro que no podemos dejar de decir lo que veníamos diciendo para poder decir esto.

«... en su relación con lo que designamos como el deseo del analista en lo que tiene de inadvertido, por lo menos hasta la fecha, por su propia posición, tal es el resorte verdadero y último de lo que constituye la transferencia».

O sea que lo más efectivo como corte en la posición del analista, en lo que sucede con el analizante, serán los intervalos de lo que el analista dice. Lo que hay de carencia en el decir del analista (que no es todo lo que dice mal, aunque sea así casi todo el tiempo...) es lo que hay de intervalo en su decir. Lo que hay de intervalo en el decir del analista, que es un decir artificial en su técnica, se denomina «deseo del analista». Por cierto, una definición muy rara de «deseo». No tiene nada que ver con desear algo. Tampoco en el Otro tenía que ver con desear algo. Hay que poner a trabajar mucho —es una indicación clínica importantísima— el «¿Puedes perderme?». Un analista nunca debe posicionarse como que la experiencia analítica es imprescindible. Los analistas de otras escuelas practicaron lo contrario: "No, Usted tiene que seguir viniendo, ¡no puede irse ahora!"... Entonces, la gente termina diciendo que el análisis es dependencia al Otro, mientras que de lo que se trata es de un «¿Puedes perderme?».

De manera que el resorte verdadero y último de lo que constituye la transferencia es aquello que, en el decir del analista, tiene la estructura de su propia carencia —que es el intervalo de su decir. Con lo cual, si Ustedes deben intervenir en función del efecto de lo que Ustedes han dicho —sea mediante un gesto, o una expresión, o con una ausencia, o con una llegada tarde, o con un aumento de honorarios—, lo que más incide sobre la posición del sujeto del inconsciente es aquello que de ese decir tiene estructura de intervalo. Y si tiene estructura de intervalo, se le presentará al paciente como Heráclito, a saber, como oscuro. Eso es lo que más incide en análisis, y no tanto la claridad. No es que no haya que producir claridad, que no haya intervenciones que tengan que ser prístinas como el agua, sino que lo que más causa al sujeto del inconsciente es lo que, de la intervención del analista, es oscuro.

Hemos podido explicar por qué. Ahora entienden por qué Lacan propone que las intervenciones tengan siempre algo de enigmático en sí mismas: porque es respetar este punto de oscuridad que es aquel en donde mejor se localiza el sujeto como sujeto del inconsciente.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: No, lo que creo que Lacan propone como «pulsión de muerte» es que, en todos nosotros, para ser —y queremos ser porque esto se origina en una pérdida de ser—, hay una pulsión, algo que nos pulsiona a ser. Tenemos falta en ser y hay una posición que es pulsionante hacia el ser. Pero la única verdadera es la de operar con la propia muerte... Entonces, hay «pulsión de muerte», que no quiere decir en absoluto —como alguna vez alguien me dijo— que la pulsión de muerte era cuando la gente se come las uñas y así se daña a sí misma... La «pulsión de muerte» no es comerse las uñas. «Pulsión de muerte» es dirigirse activamente con la propia carencia para rescatarse de la falta en ser —la más radical. (De haber tenido más tiempo para seguir trabajando, hubiésemos podido establecer que el objeto de la pulsión también es una pura falta: un objeto que falta, el «¿Puedes perderme?»). La pulsión más radical es aquella que me empuja a operar conmigo como objeto faltante, contornearme en cuanto objeto faltante. Todas las otras pulsiones son lo mismo. Por eso les traje el libro de Tiepolo. Operar uno como objeto en carencia, para recuperarse de la falta en ser. No es cierto que uno es nada: al menos, uno es un objeto que le falta al Otro.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Con una torsión que era de ser hablante a objeto del deseo del Otro. En el cuadro de Tiepolo, el del martirio de Santa Ágata, aparece el verdugo que le amputó los senos que están puestos sobre la bandeja que lleva el ayudante. Santa Ágata está con la aureola de santa y tiene la palidez propia de alguien que está a punto de morir desangrado. Lacan lo cita porque dice que si el seno es el objeto oral, lo es en el punto en que se constituye como tal vía el destete, como prefiguración del complejo de castración. Y su único valor es la posibilidad de pensarlo como «parte». Entonces Lacan nos indica esto. Porque todos los demás psicoanalistas siempre creen que la teta remite a la madre como todo. Pero Lacan dice que no, y que conviene leer a Melanie Klein. Dentro del cuerpo de la madre hay tetas, penes, hijos, etc. Y es así. Pero, ¿cómo? Como partes.

Cuando yo leía a Klein, me imaginaba como si todo aquello fuese una cápsula falta de gravedad en la que estaba todo eso flotando, ingrávido. Y, sí, porque no son partes del todo, sino que son pura parte. Klein lo pescó con gran precisión. Y fue la única y primera psicoanalista que pescó esto. Lo que pasa es que no elaboró una buena teoría para dar cuenta de ello. Pero de cualquier manera, que haya podido describirlo con tanta precisión es ya bastante elocuente de su posición como analista. En realidad, la única virtud que tuvo es dejarse hablar por los chicos —Klein escuchó a los chicos jugar, y lo que los chicos dicen todo el tiempo es exactamente esto.

Entonces, así se configura el objeto oral: es parte cortada que puede faltar, porque se inscribe como tal en el destete. Sin embargo, para nosotros no es así. Nosotros, como creemos que la vivencia de satisfacción surge como apoyo de lo alimenticio, creemos que la oralidad se constituye en la época de lactancia. Ésa es la versión de los lacanianos. La de Freud, la de Klein, y la del propio Lacan, la de los verdaderos psicoanalistas, es que la oralidad se constituye en el momento del destete, donde se pierde la parte teta. Y la parte teta es muy buena para esto porque es imaginarizable el hecho de que se corta—hasta se hizo un cuadro... Lo mismo que el pene: es muy fácil de imaginarizar como cortable y separable. Son partes fuertemente separables, es decir, que funcionan como partes separables. Y lo mismo ocurre con la mirada y la voz.

Hay dos objetos de la pulsión que tienden más a la consistencia: el pecho y las heces. Y hay dos objetos de la pulsión que tienden más a la carencia: la voz y la mirada, ya que no tienen consistencia tridimensional, no se pueden pensar como tridimensionales. Pero sea como fuere, son objetos de la pulsión por ser parte figurable como perdida.

La pulsión más radical es la pulsión de muerte, que es operar con un objeto que es parte: yo, como parte perdida en la alienación, me pongo a trabajar cómo darme una vuelta a mí como falta a través del Otro.

Si hubiésemos tenido algo más de tiempo, podríamos haber avanzado un poco en el mito de la «laminilla», que es francamente interesantísimo, y, además, cómo queda la cuestión sexual a partir de esta concepción de la posición inicial del sujeto.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Yo tampoco lo sé. No lo sé. Este comentarista, Armando Suárez, es rarísimo. Para hacerlo más claro puso eso, pero nunca escuché ese refrán. Es rarísimo.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Bien, creo que hasta aquí hemos llegado.

Notas

1 «Pointons pourtant encore qu’à restituer ici sous une forme ironique la fonction de l’objet « partiel » hors de la référence à la régression dont on la voile habituellement (entendons : que cette référence ne peut entrer en exercice qu’à partir de la structure qui définit cet objet —que nous appelons l’objet a), nous n’avons pas pu l’étendre jusqu’à ce point qui constitue son intérêt crucial, à savoir l’objet (-ÿ) en tant que «  cause » du complexe de castration. Mais le complexe de castration qui est un nœud de nos développements actuels, dépasse les limites qu’assignent à la théorie les tendances qui se désignaient dans la psychanalyse comme nouvelles peu avant la guerre et dont elle reste encore affectée dans son ensemble. On mesurera l’obstacle que nous avons ici à rompre, au temps qu’il nous a fallu pour donner au discours de Rome la suite de ce texte, comme au fait qu’au moment où nous le corrigeons, sa collation originale soit encore attendue». [N.d.C.].

2 «Venons à la seconde opération, où se ferme la causation du sujet, pour y éprouver la structure du bord dans sa fonction de limite, mais aussi dans la torsion qui motive l’empiétement de l’inconscient». [N.d.C.].

3 «Afanar» = "Robar", "Hurtar", "Sustraer", "asaltar", etc.

Correcciones: Luciano Echagüe


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