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Seminario
Posición del inconsciente

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Organizado por PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelsztein


Clase 9
La originalidad

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En la última reunión, les propuse –retomando tal vez la intención de otras anteriores– comenzar por las preguntas o las intervenciones que ustedes tengan para hacer, intentando favorecer al máximo el intercambio entre nosotros. O sea, les propongo que también sean ustedes los que respondan o intenten responder a algunas de las preguntas que se planteen. Por otra parte, hay uno de ustedes que va a presentar un trabajo en relación a los temas que estuvimos viendo, lo cual creo nos va a servir muchísimo para colaborar con la discusión y demás.

Vamos a ver cómo evoluciona eso (la cantidad de preguntas, el tiempo que nos lleva, etc.) para decidir, sobre la marcha, si yo presento o no la clase que traje preparada para hoy. Y también, para decidir si la presento, quizás hiciese falta que en vez de terminar con nuestro horario habitual, terminemos unos minutos más tarde.

¿Hay, entonces, preguntas?

Pregunta: Yo tengo una pregunta. En la página 814, Lacan se hace la pregunta por efectos de leguaje o efectos de palabra...

A.E.: Si no te molesta, yo me voy entrometiendo. Él no dice que se la hace, sino que le viene la pregunta. ¿Viste qué raro?

«Pero aquí nos regresa legítimamente la pregunta: ...».

Pero efectivamente es una pregunta, si metáfora y metonimia, o sea la legalidad propia a lo que llamamos inconsciente corresponde a "efectos de leguaje", o a "efectos de habla" y/o "palabra".

Pregunta: ........... [inaudible] ................. está en relación al párrafo de la página 815: «Pero en el segundo, toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que se efectúa la metonimia, la diacronía (llamada "historia") que se ha inscrito en el fading retorna a la especie de fijeza que Freud discierne en el anhelo inconsciente (ultima frase de la Traumdeutumg). Este soborno segundo no cierra solamente el efecto del primero proyectando, la topología del sujeto en el instante del fantasma; lo sella, rehusando al sujeto del deseo que se sepa efecto de palabra, o sea lo que es por no ser otra cosa que el deseo del Otro». Bueno, aquí habría varios conceptos que me gustaría aclarar. Uno es «fading»; otro es cómo está articulando Lacan la pulsión con el sintagma «el inconsciente está estructurado como un lenguaje»; otro, el sujeto del deseo como efecto de palabra y por qué llama "soborno" al segundo movimiento.

A.E.: De todas las preguntas, no entiendo por qué preguntás lo de la pulsión, ¿por fijeza?

Intervención: Sí, y por ............. [inaudible] ......... «Eso habla de él, y ahí es donde se aprehende, y esto tanto más forzosamente cuanto que, antes de que por el puro hecho de que " ello" se dirige a él desaparezca como sujeto bajo el significante en el que se convierte, no era absolutamente nada. Pero ese nada se sostiene gracias a su advenimiento, ahora producido por el llamado hecho en el Otro al segundo significante». El llamado tiene que ver con la demanda y, en la fórmula de la pulsión, en el grafo, incluye la demanda. Esto también me hace pensar en la pulsión,............... [inaudible].

A.E.: la clase que yo preparé para hoy es desde el primer párrafo hasta el último que vos citaste, o sea, exactamente el mismo problema. La limitación de mi captura de los problemas en juego y su articulación no me da cuenta de la pulsión. Lo que sí tengo para presentar hoy es la articulación –ya probé esta idea con algunos de ustedes con los que estuve tomando café– de algo que me parece bastante novedoso en el sentido de qué cosas conocemos bien de Lacan y qué cosas todavía nos quedan por establecer, porque todavía no las terminamos de pescar: es la articulación del instante que el fantasma implica como congelamiento de una escena, con la fijeza del deseo. Pero, ¿cómo, si el deseo es lo esencialmente móvil? Bueno, estamos de acuerdo en que el deseo es esencialmente móvil, que torna vivo al hombre, que es el movimiento, la vida misma. Pero, sin lugar a dudas, cada uno de nosotros está imbuido de un deseo particular que es uno. El hecho de que no pueda nadie decir cuál es el suyo y tampoco cuál es del Otro no debe hacernos creer que es cualquiera. Por ejemplo, respecto al acto, siempre se plantea que una modalidad del acto es adecuada a tu deseo, y otra es incorrecta, y que es una falla ética realizar el segundo y no el primero, porque tu deseo es uno.

Que no se pueda decir cuál es, no significa que no sea uno. Si es uno es porque el sujeto queda fijado a ese deseo. Lo que aparece aquí –que yo sepa, por primera vez– es el desarrollo y la justificación teórica, por parte de Lacan, de por qué el deseo queda fijado. Y Lacan lo hace articulando de una manera francamente espléndida, «metáfora» y «metonimia». Pero para contestarte, voy a pedirte que me concedas un tiempo, dado que la respuesta a tu pregunta implicará el desarrollo de toda la clase de hoy.

"Soborno" está mal traducido. No se trata de darle ‘guita’ 1 a un funcionario para que ‘cajonee’ 2 y ponga tu carpeta arriba y te saque mercadería ‘trucha’ 3 de la Aduana; o sea, no es lo que habitualmente hacemos en Argentina... Es desviar a alguien del buen camino, es bastante distinto. Preparar para una mala acción, desviar del buen camino, corromper, seducir. Se escribe "subornement".

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Ah, no sé qué palabra correspondería a eso.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Suponte que esa segunda acepción nos viniera como anillo al dedo, pero Lacan no la calculó porque si no, hubiese puesto "soborno" en castellano. Si él quiere poner la acepción en castellano, te pone el término en castellano, te lo pone en inglés. Por ejemplo, "fading" es en inglés. Nosotros lo conocemos en ingles, los modernos equipos de música traen un dispositivo para hacer fading, para hacer desaparecer gradualmente la música.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pero "instigar" para desviar del buen camino. A mí no me suena, pero es por los usos que uno le da al término. Al menos hay que tener en cuenta la acepción francesa del término. Ya a ésta altura, para ustedes, se hace imperioso. Para los que no sepan bien francés –como yo–, cómprense un buen diccionario francés–francés, porque si uno trabaja con un diccionario francés–castellano van a partir de donde hay que partir pero para terminar llegando a otro lugar; porque podrían comprarse un diccionario francés–turco, total... El castellano es como el turco, no tiene nada que ver. Hay que comprar el Petit Robert, que es el que aconseja Lacan. No es caro, es un buen diccionario, y son de esos diccionarios que uno los lee y se entienden, porque hay diccionarios que escriben en la lengua de manera tal que, sabiendo poco, se entiende bien. Escriban las acepciones que tiene. La especial, creo, es "desviar del buen camino". Con "instigar" me parece que es difícil que te entre "seducir" porque lo sexual...

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Sí, pero para seducir. Una violación no es una seducción.

Intervención: [inaudible].

A.E.: A mí no me cae bien al oído, pero quizás sea correcto. Me parece que hay una superposición importante de campos semánticos, pero que no hay coincidencia. Que es lo que pasó siempre, por eso es traducción/traición. Es difícil que en dos lenguas distintas haya dos términos que tengan el mismo sistema de relaciones. Pero dejemos "instigar" a los que les viene bien. Sin embargo, "desviar del buen camino" me parece que tiene que ver.

¿Hay preguntas para hacer? Si no, le damos la palabra a Miriam Safirstein, que es quien preparó un escrito que va a leer hoy. En todo caso, hacemos una nueva oferta para después de la lectura del trabajo.

Lic. Miriam Safirstein: «De una cuestión preliminar a todo encuentro posible entre psicoanalistas». Hoy es 18 de julio de 1996, segundo aniversario del atentado a la A.M.I.A. (Asociación Mutual Israelita Argentina). Estoy en la concentración, convocada por la comunidad judía bajo el lema «no a la impunidad, sí a la justicia». Escucho al recién "electo" presidente de la A.M.I.A., Hansman, diciendo: "el hecho de que esto sea visto como un problema judío es, en sí mismo, un grave problema".

Escucho a la Lic. Diana Malamud –afectada, como familiar, por el atentado– , formulando preguntas y más preguntas que ella dice sentir caen en saco roto, lo cual la deja sola, profundamente sola. Veo, sin embargo, a la hermana Pelloni asistiendo al acto. Veo a las Madres de Plaza de Mayo, con sus inconfundibles pañuelos blancos, y pienso: ¡qué solas deben sentirse en sus reclamos, en sus preguntas! Y bueno, "¡problema de judíos!" Y, bueno, ¡lo de Catamarca es un problema de Catamarca! Y bueno, lo de la represión, ¡fue! Sí, fue, pero como dice mi sobrino: si fuiste, "fuiste, alpiste: ¡perdiste!"...

En un día como hoy, 18 de julio, aniversario de la muerte, es cuando me surge con toda intensidad la pregunta por la vida. No sólo por la vida de la carne, sino por la vida, como dice Jesús, del "no sólo de pan vive el hombre".

"Mi elección" –y esto entre comillas– de ser psicoanalista pasa por ahí, por, como dice Eladia Blázquez, honrar la vida. Y así como están las cosas, en el medio psicoanalítico lacaniano esto parece algo difícil, extremadamente complicado. No por mala fe, ¡abunda por doquier la buena fe! Pero, como dice Lacan, el crimen imperdonable es el efectuado de buena fe.

¿Cómo es esto posible, si somos tantos, tantos, los que tenemos nuestro deseo jugado en el psicoanálisis, y somos tantos, tantos, los que creemos que es por el lado de Lacan donde pasa la solución?

La solución es la trasferencia, la transferencia en un tratamiento y la transferencia de trabajo para que sea posible el pasaje a la letra, el auténtico pasaje a la letra.

"Pasaje a la letra". ¿Podría ser éste un nombre tentativo para definir el problema que la transferencia vendría a solucionar? ¿Cuántos deberían ser los pasajeros? ¿No es acaso un pasaje un paso entre dos? ¿No es también el mismo sitio por donde se pasa? ¿No es un trozo o lugar de un escrito? ¿No habrá algún pasaje a ser pagado allí?

"Pasaje a la letra". ¿Pasar al hecho de que de letra se trata?

Letra. Significante operando sobre el viviente, significante encarnado, significante matando la cosa, pero no matándola totalmente —queda un resto. Pero, ¿qué noticias podríamos tener de ello, sin la letra? Letra a ser leída, letra de un texto a descifrar, letra que emerge en las lagunas de otro texto.

"Pasaje a la letra". Acto del sujeto. Pero, ¿qué lo causa? ¿Qué sería este "pasaje a la letra "? ¿Será el desciframiento o lectura absolutamente original y siempre parcial de letras que emergen en un "entre dos", que emergen prendiendo algo de la "vida" que nos mueve en tanto que sujetos barrados?

Originalidad. ¿Cuando un paciente consulta, podríamos llamar al suyo, "problema en la originalidad" ? ¿No es vía transferencia como se logra movilizar aquello en lo que su originalidad está presa?

Originalidad presa: problema. Solución: transferencia. Oímos al psicoanálisis: "Yo tengo problemas con este pasaje a la letra ", "Y yo...", "Y yo...", "Y yo...". Si somos tantos los que, incluso escribiendo, trabajando, tenemos este problema, aunque en cada caso jugado de manera particular –no podría ser de otro modo–, me parece que amerita la pregunta: más allá de cada particularidad, ¿no habrá algo que excede la particularidad?

En mí se juega el Edipo.

Ah, ¿sí? ¿Cómo?.

De manera particular. ¿Y en vos?.

Sí.

¿Cómo?

De manera particular...

Si en todos se juega, aunque particularmente, en cada particular, ¿es que hay algo que excede la particularidad?

Ahora bien, el problema en cuestión, ¿será el de la "universalidad del Edipo"?

Hipótesis: El catolicismo es a la originalidad de Jesús, lo que los post-freudianos a la originalidad de Freud, y los post-lacanianos a la originalidad de Lacan: destinos de una "originalidad".

Es Lacan quien dice que todo lo que vino de Freud, su originalidad, provocó aversión, resistencia, en el seno de su comunidad. ¿Tendrá esto que ver con lo que el Lic. Alfredo Eidelsztein llamó «ley de la subversión del sujeto»? Ley que dice que cuando alguien enuncia, comunica a la comunidad algo subversivo respecto del sujeto hablante; recibe de ella, su propio mensaje en forma invertida, o sea, en este caso, no subversiva: ¿statu quo ante?

Ley, efecto de estructura.

Entonces, originalidad resistida. ¿No se exacerba esto en el ámbito lacaniano? ¿Será casual? ¿Será casual que el judaísmo no haya dado lugar, como sí es el caso del cristianismo, a fenómenos como las Cruzadas, la Inquisición, como modo de combatir las herejías? ¿No tendrá esto que ver con la radicalidad de su originalidad? Dios de los judíos, Dios de Abraham, de Isaac y Jacob, en contraposición del simplemente "Dios", en el cristianismo. Judíos o "Goim". Cristianos, ¿o qué?

¿No será que lo radical del obstáculo, en el medio lacaniano, es directamente proporcional a la radicalidad de la originalidad de Lacan? ¿En qué consiste su originalidad? ¿Podría decirse que en sentar las bases de una clínica orientada más allá del padre, clínica del objeto a, objeto que conduce al «No hay relación sexual»?

¿No son la represión, en el caso de la neurosis, y la denegación, en el caso de la religión, los mecanismos operantes en el «no querer saber nada de ello»?

Teníamos un problema: originalidad presa, dificultades en el pasaje a la letra. Y una solución: la transferencia. ¿Opera ella de manera satisfactoria como solución? Parece que no, si el problema existe. ¿Qué sucederá con ella, entonces, tanto en un tratamiento como en los encuentros entre psicoanalistas? Aunque, francamente, me interesa más lo segundo, los encuentros entre psicoanalistas.

Entonces, ¿qué es la transferencia? ¿Qué es la transferencia en un tratamiento psicoanalítico? La transferencia supone que en el seno de una dialéctica de a dos, el tres advenga; este "tres", este A a quien la pregunta es dirigida. Para pasar del tres al cuatro, a otro radical que tiene que ver con el «a» más allá del A; que tiene que ver con la "vida" que me mueve como sujeto. Sólo si este "cuatro" adviene en transferencia, yo, en tanto que sujeto barrado, puedo enterarme de algo – siempre sólo de algo– de esa "vida", porque «el deseo es el deseo del A», no se es sin A. Sólo la locura pretende lo contrario. Nada puedo saber de eso que me mueve, si no es por la mediación de un Otro deseo, si no es por la mediación de alguien que encarne ese deseo para mí.

¿Cuál es el objeto de "mi" deseo? Ninguno, nadie. Porque lo que está en juego es «a», objeto causa del deseo, objeto que me causa como sujeto barrado. Pero uno, en tanto que sujeto barrado, juega como deseo, como falta que es, en relación a objetos que, como dice Serrat, si bien no lo son, "se le parece mucho físicamente ".

El manejo de la transferencia es como el de un torero. Quizás, la capa sería ese objeto o más propiamente su velo o pantalla, que el toro, el paciente, intenta embestir, pero que cuando va a hacerlo, nosotros, en tanto que sujetos toreros le decimos "¡Ole!", "No lo es", "No lo soy". Dice Serrat: "parece todo tan fácil como extender la mano y es tan lejano y tan frágil".

Quizás, ¿no será que esto en tanto que psicoanalistas lo tenemos claro, el "¡Ole!", "No lo es", "No lo soy", pero no tenemos tan claro que previamente es necesario dejar que el paciente se avive del por qué se le parece tanto físicamente?

Se oye: "Cortemos con el goce del paciente!". ¡Cuán cierto! Es con el corte con lo que operamos como analistas, porque sabemos que es allí donde el sujeto se ubica. Pero todo corte no es un buen corte. Si no lo creen así, pregúntenle al carnicero o al escultor: un mal corte puede hacerle perder una pieza al primero, un mal corte puede llevar de una obra de arte a un montón de mármol, al segundo. Si no lo creen así, piensen en un conductor. ¿Qué es lo que hace, de un conductor, uno bueno? Entre otras cosas, dejar hablar y cortar en el momento indicado. ¿No sería el cortar antes o después revelador de sus dificultades? Con lo cual, acuerdo enteramente que de corte se trata, pero todo corte no es el bueno.

Cortemos con el goce. Goce. Yo gozo, tu gozas, el goza con... ¿Gozar neurótico? ¿Más demanda que goce? ¿Respuesta? ¿Muerte? ¡Cortemos! Pero, ¿cuándo? Porque hay muertes y muertes. Muerte que interrumpe la vida y muerte que la habilita. Entonces, ¿no será quizás necesario, previamente, el acabado despliegue de esa respuesta en transferencia, despliegue que lleve de una a otra muerte? ¿Qué hará obstáculo a que nosotros, analistas, nos prestemos a ello?

¿No estará el saber que aporta Lacan, el saber lo que somos cuando somos tomados en la transferencia, haciéndonos obstáculo?

¿Por qué esta dificultad en dejarse tomar en el "cuatro"? ¿Será quizás porque no es fácil, o francamente no queremos saber nada del «No hay relación sexual»?

Pero, tal vez, en lo sexual, tendríamos que detenernos. «La transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente en tanto que sexual». Si bien es claro que cuando digo "sexual" no hablo únicamente de sexo, me parece importante preguntarme: ¿cómo opera esto del «No hay relación sexual» cuando de sexo se trata?

Se trata de un juego en el que cada uno juega como causa del deseo del A. Objeto deseante en ambos casos, aunque en diferentes posiciones —recibiendo o dando. Recibiendo lo que no se tiene, dando lo que se tiene, y esto, para los dos, a partir del hecho de no serlo.

¿No es esto algo muy similar a lo instaurado en un tratamiento psicoanalítico? Con la salvedad de que se trata del despliegue de la pregunta del paciente. No digo, con esto, que el analista, al ser tomado en el lugar de «a», permitiendo así la emergencia del material a descifrar, no sea interrogado. Más su intervención estará en función de promover la pregunta del paciente, la suya quedando reservada a ser jugada en otro espacio.

¿No es el pago, por ejemplo, una herramienta a ser utilizada en el camino del "avivarse" que lo que está en juego va más acá y más allá del dar y recibir? Dinero, significante privilegiado de la demanda que connota el intercambio: doy–recibo por plata. Significante de la demanda ligándose a estos dos órdenes con los que limita: goce y deseo. ¿Significante que deberá adquirir su verdadero valor, o sea, de mero significante, mero corte? Si pago y, al mismo tiempo digo –sin saber por qué, pero no pudiendo más que hacerlo– "Gracias", ¿no implicará esto que lo que está en juego va más acá y más allá del pago?

Entonces, si acordamos que así funciona un tratamiento psicoanalítico ¿podríamos decir que es ésta dialéctica la que permite el pasaje a la letra del paciente? Si esto es así, ¿no será que algo en la dialéctica de la transmisión del psicoanálisis, en la forma que posibilitaría esta dialéctica, hace obstáculo, obstáculo que dificulta en grado sumo el pasaje a la letra del analista?

¿Qué dice el diccionario sobre "dialéctica"? Dialéctica: del verbo griego «dialego», arte de razonar metódica y justamente // Sinónimo: Lógica, razonamiento.

Esta forma que debería posibilitar una adecuada dialéctica, un adecuado "arte de razonar metódica y justamente", ¿no debería ser una que abra la pregunta, pregunta que sabemos sostiene al sujeto tachado en tanto tal, pregunta sobre el sexo, pregunta sobre la muerte?

Esta forma, ¿no debería tener que permitirnos agotar una determinada lógica para llevarnos a los límites de una otra lógica? ¿No estará la estructura del diálogo obstaculizando el advenimiento de la pregunta que posibilitaría este ansiado pasaje a la letra?

Todo encuentro siempre supone un desencuentro inevitable —desencuentro provocado por otro tipo de encuentro. "El malestar en la cultura es inevitable", dice Freud; "no hay relación sexual", dice Lacan. Pero creo que se trata de un desencuentro –inevitable, por cierto–, pero en el seno de un encuentro posible. ¿O estará la estructura del encuentro entre psicoanalistas, más bien que posibilitando un encuentro, dentro del cual el desencuentro es inevitable, sencillamente generando un fundamental y terrible desencuentro, que dificulta este pasaje a la letra?

Y, digo, dificulta porque sería imposible que el desencuentro fuera total, sencillamente porque el deseo es indestructible.

¿No deberíamos, quizás, detenernos y preguntarnos qué sucede con esta estructura del encuentro entre psicoanalistas, seminarios, carteles, etc.? ¿Favorecen, promueven el advenimiento de la pregunta que nos sostiene como sujetos? ¿Posibilitan el despliegue acabado de la dialéctica que, conduciéndonos al agotamiento de las diferentes formas de imposibilidad, nos lleva a la pregunta y, de ahí, a la posibilidad del advenimiento de lo nuevo, de lo original?

Y digo "pregunta". Pero verdadera pregunta. Pregunta que sólo puede nacer del "Yo no sé", "Yo no entiendo", "Yo no sé lo que creo", en el sentido del "pienso". "Yo no sé lo que quiero", en el sentido del "pienso que quiero". El Yo, ahí, no cuenta. Ahí, sólo soy querido. Eso me quiere a mí. Y cuando digo "a mí", digo "a mí" como sujeto barrado. Ahí, a mí, como sujeto barrado, sólo me cabe acompañar de la manera que pueda, cómo pasa la "vida" que me mueve.

«¿Quién sigue a quién –se pregunta Serrat–, la vida a mi paso, o mi paso a la vida?» Ésta es una de las contradicciones con las que él constantemente lidia, como lidiamos todos y cada uno de nosotros con las nuestras. «Escribir es una lucha entre las propias contradicciones», dice él en un reportaje realizado por Lanata.

No se es sin contradicciones, o «cada uno con su pequele», o «cada uno con su cruz». Pequele o cruz, que incluye no sólo deseo, goce, sino aquello que al mismo tiempo que los determina, los puede coartar —llámese a esto "ideales", "demanda" .

«¿De dónde viene tu autoridad?», le preguntan a Jesús. Lacan directamente se lo pregunta. Y yo me pregunto de dónde viene su autoridad para mí —pues la tiene. La respuesta que hoy encuentro es que su autoridad, como la de Serrat, viene de "su" deseo, de su jugarlo. En ambos casos, lo que cuenta fundamentalmente y más allá de las contradicciones ineliminables, es un deseo jugado, deseo que encuentra el éxito, no lo busca; siendo lo buscado –también presente, ¿por qué no?– total y absolutamente secundario. Lo que cuenta no es la destreza buscada –que tiene que ver con el "¿cómo?"– sino la encontrada.

Es Picasso quien dijo –y Lacan lo toma–: «No busco, encuentro». Es Serrat quien en el mismo reportaje se pregunta: «Lo que es un misterio para mí es mi vigencia a través de los años». ¿Será, quizás, porque el deseo es siempre algo ineludiblemente vigente?

Analicemos su trayectoria. Dividámosla, artificialmente, en etapas. Pasa de una primera etapa que yo llamaría de "Touch de los ‘60" o de "canto a la libertad", a una segunda donde –por ejemplo, en «De vez en cuando la vida...»– se marca claramente la contradicción; para terminar en una tercera en donde no es casual que cante en catalán, su lengua paterna. ¡Qué pena! ¡Porque ahí ya no lo sigo! El catalán no es un idioma que domine. Y para seguir cabalmente a un autor es necesario dominar, o más bien ser dominado, por su idioma. Por más que sus canciones sean traducidas, no es lo mismo. Y por eso digo "¡Qué pena!". Pero él tiene autoridad para mí, porque es un claro ejemplo en donde se trata de ajuste –aunque siempre necesariamente desajustado– de un paso a la "vida".

Entonces, retomado nuestra pregunta directriz, me pregunto: ¿será acaso posible, propiamente, un tratamiento psicoanalítico de a tres, cuatro o cuarenta? ¿No podríamos pensar que, quizás, el dos no es casual? ¿Del dos al tres, y del tres al cuatro, siendo del cuatro, y sólo de ahí, de donde podrá advenir la originalidad? Yo, en tanto que sujeto barrado, es a un A a quien dirijo "mi" pregunta. Y es en tanto que el A se posiciona como A barrado que adviene «a», su falta que lo causa y que me causa a mí como sujeto barrado.

"Hay un sólo sujeto en análisis", dice Lacan. Y por cierto que es así: el encontrado en la eterna búsqueda del sujeto barrado. Búsqueda de ese objeto irremediablemente perdido en tanto que sujetos humanos, objeto caído para siempre en el momento de su causación como sujeto barrado, hecho tanto presentificado como velado en el fantasma $ barrado rombo a [($ <> a)].

¿Dos? ¿Sí y no? Pero, ¿quizás necesario de ser encarnado, en un "ilusorio dos" para que algo de la originalidad sea posible? ¿No es acaso la estructura para dar cuenta del sujeto con el que opera el psicoanálisis, la estructura de lo real, lo simbólico y lo imaginario?

Esto me lleva a pensar en el método de estudio de Ieshivot –casas religiosas judías de estudios superiores– en la dialéctica allí utilizada. ¿Cómo opera? Es de a dos. Uno trae una pregunta, o tal vez una afirmación que encubre una pregunta, y el otro se presta al despliegue de esa pregunta. ¿Cómo? Preguntando sobre puntos de lo dicho o claramente preguntado, con ignorancia fingida o no, aportando ideas propias o prestadas que van en el mismo sentido de lo dicho, o haciendo de ‘abogado del diablo’ por medio de citas de versículos del Tanaj, o por medio de interpretaciones de estudiosos del Talmud, etc. Y esto no se da en un sólo sentido, sino en ambos. Yo me presto como soporte de "tu" pregunta. Tu te prestas como soporte de la "mía". Y en uno y otro caso, ambos enriqueciéndose de lo allí acontecido.

Pregunta que lleva a otra pregunta, que lleva a una nueva pregunta, y así sucesivamente hasta que esta dialéctica –intencionadamente retórica– necesariamente se agota y necesariamente conduce al "No sé", al límite de la retórica.

Es en esos momentos cuando, ya que de religión se trata, se apela a la autoridad del texto sagrado:

¿Por qué?

Porque así está escrito.

Autoridad que, en última instancia, emana de Dios. Y como de institución religiosa se trata, el deseo operante y motor es el de Dios.

¿No es ésta acaso la dialéctica que opera en un tratamiento psicoanalítico, con la salvedad de que, agotadas las imposibilidades, no apelamos a la autoridad del texto?

"El psicoanálisis no es una cuestión de fe", "que no haya verdad de la verdad no const ituye para el psicoanálisis una verdad última"... ¿No estaremos, en el medio psicoanalítico lacaniano, manejándonos con una dialéctica infinitamente más pobre?

¿Cómo es la estructura de un seminario? Está el que "dicta" el seminario, que nos transmite el sentido que para él tiene determinada problemática que a nosotros, como analistas, nos convoca; determinada problemática con la que nosotros, como analistas, nos enfrentamos. Eso le hizo pregunta y nos transmite una "respuesta" posible. Ésta es la parte fundamental. Y esto lo vemos, sobre todo, en el tiempo utilizado en ello. Las preguntas quedan limitadas a una pequeña fracción de tiempo al finalizar o al comenzar el mismo, o en ciertos casos se mechan en su discurrir. Pero sea como fuere, la cosa no va más allá de un "—¿Por qué? — Por esto", o a lo sumo un contra–porqué.

Yo "me" pregunto, ¿cuál es el objetivo de una pregunta? Obtener una "respuesta" que venga del sentido ajeno, o utilizar el sentido ajeno en juego en la "respuesta" para relanzarla? Y esto, ¿la cantidad de veces necesarias hasta llegar al propio sentido, siempre parcial, provisional y abierto a ser modificado?

Uno lee a Lacan quejándose de la falta de preguntas en sus seminarios, y uno escucha a tantos otros en su lugar diciendo –con mordacidad, a veces, efecto de la desesperación–: "¿No hay preguntas? ¡Qué suerte que tienen, que les haya quedado todo tan claro!". Esto, del lado de quien transmite. Del lado de quien concurre al seminario –en el mejor de los casos–, se escucha la queja "Por favor, dé más lugar a las preguntas".

¿No cabría quizás la pregunta "¿Qué tienes tú que ver con el malestar del que te quejas?"? Y éste "Tú" no remite tanto a la particularidad de quien encarne uno u otro lugar, sino a la estructura misma de la transmisión.

Si falla tan groseramente la demanda, ¿no será que lo que falla es la oferta? Porque sabemos que es la oferta la que genera la demanda. ¿No habrá generado Lacan –obviamente, sin saberlo– este efecto del que se queja, que lo llevó en su desesperación, por ejemplo, a disolver la escuela por él fundada?

Uno podría decir, y en esto yo misma me hago de ‘abogado del diablo’ al leerme, " Bueno, eso, ¡en los seminarios! Ellos, en todo caso, abren preguntas, que en otros lugares podrán ser desplegadas". Cierto. Pero francamente "me" pregunto si esta estructura del seminario no se reproduce hasta en las charlas de café... ¿No estará aquí jugada una identificación a un rasgo de Lacan?

Pesemos en lugares de encuentro menos multitudinarios, cursos, grupos de estudio, etc. ¿No se reproduce la misma estructura? ¿Qué es lo que convoca? ¿Las preguntas de cada uno de los integrantes, o la experiencia, trayectoria –de hecho, nada despreciable– de quien "se los dicta"? ¿No estaremos nosotros (y "nosotros" implica tanto quien lo "dicta" como quien concurre a "escuchar") sosteniendo, sin saberlo, la falsa dicotomía "quien sabe/quien no sabe"?

¿No se jugará esto también incluso en los carteles, método específicamente ideado por Lacan para evitar este efecto? Quizás el "más uno" es un lugar que en un grupo rápidamente puede ser ocupado por el Ideal.

¿Cuál será, entonces, el camino a seguir? Francamente no lo sé. Pero creo que Lacan no se equivoca cuando dice que es la trasferencia la solución por la que, sólo por ella y a través de ella, vivirá y se trasmitirá el psicoanálisis.

¿Quizás deberíamos pensar en encuentros que respete su estructura? ¿Quizás encuentros donde la pregunta de todos y cada uno sea el eje y no lo secundario? ¿Encuentros que permitan que se extreme la dialéctica? ¿Encuentros que así permitan el encuentro de preguntas, de verdaderas preguntas? Como en un baile "—Yo me pregunto esto —¿Sabés que yo me pregunto lo mismo?". ¿Encuentro de preguntas similares, que luego jugadas en un ilusorio "dos", den paso al ansiado pasaje a la letra?

Encuentros: calor de las Ieshivot / frialdad de los seminarios. Freud judío / Lacan cristiano.

Encuentros: los de los miércoles en los momentos fundacionales del psicoanálisis.

Encuentros: Freud / Breuer, Freud / Fliess, Freud / Jung.

Encuentros: Lacan escribiendo en «Posición del inconsciente» que el seminario es sólo un lugar que posibilita que Eso hable en el encuentro con más de un oyente alerta a lo que de otro modo hubiese dejado pasar como indiferente.

Encuentros: aquellos encuentros personales de Lacan con representantes de ciencias vecinas al psicoanálisis, por ejemplo matemáticas, previos a la utilización de las mismas como herramientas para formalizar aquello que él aclara —sólo puede ser formalizado, porque de no serlo se lo estrangularía.

Encuentros, de ecuestres se trata.

¿Se jugará esto sólo en el caso de encuentros ilustres que marcaron hitos? ¿No podrían estos ejemplos ilustres funcionar como hitos que marcan un camino a seguir? Y acá no estoy tan sólo pensando en el destino del psicoanálisis, sino también, y fundamentalmente, en el destino personal de cada uno como psicoanalista.

Encuentros... Si estos encuentros no se dan, creo, se producen diferentes efectos. Efecto del "Estoy solo", efecto del "desinfle", efecto del "¿Qué me pasa? ¡Debería poder!", efecto del voluntarismo que conduce, con suerte, al intento de "ser aplicado, constante, tenaz" como modo fallido de solución; ilusión que pone a la destreza buscada, al éxito, a la trayectoria o sapiencia, como motor del éxito.

¿Podríamos arriesgarnos diciendo efecto de "sujeto deseante"? "Yo deseante". "¿Qué me pasa que no puedo, o puedo pero... si yo deseo?"."Yo deseo ": ilusión que encubre el hecho de ser «objeto deseante».

Y si es esto de lo que se trata, si el deseo es deseo del A, sólo un encuentro que posibilite que esto sea jugado nos alejará del fantasma tan temido de "la muerte del psicoanálisis".

Como dice Marcos Aguinis, "Necesito pasar de la culpa a la responsabilidad" le decía a alguien tan preocupado como yo por la relación, el encuentro entre psicoanalistas, tan preocupado como yo, por la religiosidad creciente del psicoanálisis, especialmente del lacaniano; le decía a alguien a quien debo la posibilidad de plasmar estas preguntas. Y me respondió algo así como "¿No será que esa responsabilidad implica un «Sola, no. Sin A, no»?".

Sin A, es una ilusión —no se es sin A.

Y así como no se es sin A (y cuando digo "A", lo digo en los dos sentidos: mayúscula y minúscula), tampoco el pasaje a la letra es posible sin que alguien encarne ese A/a para mí. Sin verdadero texto, texto que sólo emerge en transferencia, ¿cómo sería posible su desciframiento original?

La solución –dice Lacan– es la transferencia. ¿Qué querrá Lacan decir con esto?

Estas preguntas mías son sólo un intento de respuesta. Quizás, si cada uno se deja llevar por la "vida" que lo mueve, en transferencia encuentre la suya. Y, quizás, en este relanzamiento constante de respuestas siempre provisionales que emerjan del sentido de cada uno, vayamos encontrando respuestas más acabadas, aunque siempre en devenir.

Canta Serrat: "Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y, al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino sino estelas en la mar. Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar... Golpe a golpe, verso a verso...".

Hasta donde yo puedo leer, el fin del psicoanálisis no llegó con Lacan.

Como dice Jesús (y esto, jugando como lector de los profetas del Antiguo Testamento): «Quien quiere (yo diría más bien "Quien puede") oír, que oiga».

Tenemos todos los motivos para no hacerlo, pero también tenemos todos los motivos para hacerlo. Los mismos. De preguntas se trata, sólo de ello. ¿Será quizás el buscar, la manera de instrumentar la pregunta, una solución posible, un antídoto –parafraseando al Lic. Eidelsztein– a la religión que ya es el psicoanálisis y ninguna tan cerrada como la lacaniana? ¿Será ésta –y sigo parafraseándolo– una "vacuna" posible al psicoanálisis lacaniano como religión?

Lic. Alfredo Eidelsztein: Bueno, debo decir que yo ya conocía lo que Miriam acaba de leernos, al menos, en su estructura general. Con lo cual, tengo preguntas y cosas para decir. No sé para los demás cómo les habrá resultado. Fue una pregunta muy apretada de un texto extenso, y es una lectura de un escrito, con lo cual la posición de quien lee es más precipitada de quien escucha, que está intentando anudar. Pero igualmente podríamos probar con al menos las primeras impresiones, y queda la opción de que, cuando esté desgrabado, tengamos todos de esto un texto preliminar como para preguntar más o intervenir más.

Intervención: [comentario inaudible con respecto a la referencia religiosa].

Intervención: [inaudible].

Intervención: [Comentario inaudible acerca de la modalidad infatuada de transmitir en Lacan].

[......................]

A.E.: Me parece que se tienen que tomar en cuenta dos cosas. Primero, partir de la idea de que no hay progreso social respecto del sujeto. La sociedad humana, respecto del sujeto, no progresa. Es la contracara de la "ley de la subversión del sujeto" que yo proponía. No hay motivo alguno para suponernos, como efecto sujeto, en progreso respecto de los griegos clásicos. Hay que decirlo porque nos creemos como " progreso". Si no lo hay, el efecto que hay que estudiar bien es el que produce cierto saber, tal como decía Miriam. Y, en esto, es muy interesante el error freudiano. Freud dice que la subversión del sujeto, en psicoanálisis, es equivalente a la de Darwin y Copérnico. Y es muy interesante lo que sucede con Darwin porque, respecto de la herida narcisística, lo que pasa efectivamente cuando el mundo conoce al darwinismo, es que produce un engorde narcisístico: "¡Qué geniales que somos, ahora que sabemos que descendemos del mono!". Hay que ser un ser humano y ser tan ‘piolas’ 4 como nosotros, para darse cuenta de la diferencia entre un mono y un ser humano.

Ven la captura narcisística que un saber correcto puede llegar a producir. Me da la impresión de que, con el saber elaborado por Lacan, se produce esto: que engorda el narcisismo porque, efectivamente, es asombroso lo que él llegó a saber, y es francamente asombroso lo que uno –medio ‘boludo’ como es...– puede llegar a saber sobre el sujeto, sólo estudiando a Lacan... Pero, cuidado, que ese saber operando sólo así produce un engorde narcisístico —no es un "herida narcisística".

Hablar de la división del sujeto es narcisismo puro, pero no división del sujeto. Porque si no, se trata de un "¡Qué genial que soy, ahora que ya sé que estoy dividido!"... En ese sentido me da la impresión de que los que progresamos cada vez un paso en la enseñanza de Lacan tenemos del lado de ese saber una posibilidad muy fácil de engorde narcisístico más que de herida narcisística, porque produce una acumulación que nos produce un más, y no un menos.

En esto es bastante evidente el cortocircuito entre el enseñante y el público. Creo que es una de las dimensiones de lo que se puede tomar como denuncia en el trabajo de Miriam, de la posición del enseñante de las enseñanzas de Lacan. En general, suele ser un lugar muy narcisístico. Pero es razonable: ¡pobre tipo!, ¡pobre cada uno de nosotros, si tenemos que decir cosas bárbaras..! Y está el otro efecto, que es el enmudecimiento de quien siente que no tiene para decir cosas bárbaras.

A este respecto, quería preguntarte por qué vos utilizás «pasaje a la letra». Me parece bien, no me causa dificultad, pero me da la impresión de que es aquello que nosotros llamamos «acto». Y respecto del acto, lo que me parece que es un problema es la dimensión de originalidad que planteás. Y me doy el lujo de asumir el problema de la originalidad que vos planteás por la cita de un poeta, como Serrat. Tengo una posición muy peculiar –por ser profesor universitario– de vincularme de una manera muy peculiar con psicoanalistas lacanianos, a saber, que estoy en el lugar de recibir escritos de lacanianos. ¡Es rarísimo! No tiene nada que ver con mi práctica de psicoanálisis, ni tiene que ver con la práctica de estos analistas lacanianos. Es un problema universitario, una casualidad de "encuentros".

Por cada «pasaje a la letra», ¡mínimo, cinco inhibiciones profundas..! Si la estadística me lo pudiera demostrar con respecto a los presentes... No pierdan de vista a todos aquellos que se escaparon. Que se escaparon porque no podían "pasar a la letra" nada. Me da la impresión de que, allí, un problema puede ser la búsqueda de la originalidad; mientras que de lo que se trata, si el sujeto no evoluciona, es de la dimensión particular de la misma pregunta de siempre. Pero a veces no nos cae bien hacer la misma pregunta de siempre: "¿Qué habrá querido decir Lacan con el estadio del espejo? ¡¿Otra vez?! ¡Me quiero morir!, ¡¿cómo voy a plantear eso, si eso está ya archi sabido?! Ya hemos evolucionado, tengo que hacer una buena pregunta ya a la altura del Seminario 20"... Y esto porque es donde creemos que resta cierta originalidad discursiva. Pero, a decir verdad, es porque creemos que hay una "evolución" del sujeto —¡como si sobre las preguntas respecto de la muerte o del sexo se hubiese evolucionado un ápice respecto de la pintura rupestre!

Sucede, sí, que ha cambiado. Es claro que la pregunta ha cambiado. Una cosa es el cosmos, otra cosa es el mundo cerrado, y otra cosa es el universo infinito. No se trata de lo mismo. Pero, ¿quiere esto decir que sobre el sexo hemos "evolucionado"? Mi impresión es que somos tan ‘pajeros’ 5 como siempre —para decirlo de un modo, digamos, pulsional... Pero acepto la originalidad siempre y cuando sea una forma de hablar de particularidad, y no de creación. Porque si se trata de la creación de algo que no está al alcance de otro, por ejemplo, la chispa poética... ¡Dios me libre y me guarde, si yo tuviera que escribir una poesía! ¡ ‘Voy frito’! 6 Ya podría renunciar porque, yo, ¡con la poesía..! ¡Ni siquiera la puedo leer! Lo confieso: yo no leo poesía, leo solamente prosa. No por amor, es que no me va por ahí... Pero, entonces, ¿tengo cerrado el camino de la realización de mi acto? Me da la impresión de que no.

Cuidado, porque creo justo tocaste un punto álgido, esto es, la inhibición que produce la fantasía de un «pasaje a la letra» "original". ¿Cómo ser original cuando estás leyendo la primera mitad del Seminario 1 y sabés que Lacan se despachó con veinticinco seminarios más? Conozco este problema por esta posición tan peculiar que tengo de recibir escritos, y, ¿saben lo que sucede? No los escriben... Los lacanianos tienen una dificultad enorme para escribir sencillamente qué les parece tal párrafo, qué suponen de tal cosa, hasta de presentar un caso —¡hay una ‘persecuta 7’!... Y en general no es tanto el público que se fantasea, sino que es superyoico, o sea, uno mismo. Generalmente, la gente huye despavorida y se va a cuarteles de invierno sin que haya sido verificada la frustración en el Otro por la falta de "originalidad"...

Vieron cuántas veces la presentación de un caso de un colega nos desilusiona: siempre tenemos la suposición de que nuestro colega va a presentar un caso un poco mejor de lo que lo presenta. ¿Lo notaron? No. ¡Me extraña! Lo voy a repensar. Digo, con más regularidad de lo que sucede en otros ambientes, con otros «pasajes a la letra». Creo que ahí hay un problema relativo a la sublimación —problema histórico del psicoanálisis, el de la originalidad versus la particularidad. ¿La sublimación es o no algo nuevo? Pero, ¿qué quiere decir "nuevo", algo original, algo nunca dicho antes? ¿Quién de nosotros va a decir una frase nunca dicha antes como las que dijo Lacan, o las que dijo Freud?

«El inconsciente está estructurado como un lenguaje», ¿alguno calcula que está en posición de decir algo así alguna vez? Yo no, seguro que no voy a decir una frase de tanta originalidad. Es cierto que estaba medio cantada, pero el que la pescó, la pescó. Tiene nombre y apellido, fecha de nacimiento, número de documento y fecha de muerte: Jacques Lacan.

Mi pregunta, la mía, la particular, es la misma que la de ustedes: sexualidad y muerte. ¿Cómo se modula? Ahí sí ya empieza a ser particular. Pero la pregunta es la misma de siempre, la misma de los etíopes, los búlgaros, etc.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pero, ¿una lectura original? Cada palabra arrastra un componente semántico.

Intervención: [inaudible].

A.E.: El problema de la originalidad tiene historia en psicoanálisis, y hasta tiene nombre y apellido: se llama Ernst Kris. Cuando se tragó los sesos frescos desde su fantasma de la originalidad, le dijo al paciente: "Lo que usted dice es original, es insólito", porque la estructura humana es de plagio. Ese plagio no cercena la posibilidad de una modulación particular de la misma pregunta, la de siempre, por eso no digo que esté en lo que vos decías; quería llevar a la discusión entre todos porque me da la impresión de que muchas veces hay inhibición por el fantasma de originalidad, y como no se produce esa originalidad, elegimos –como lo hace todo el mundo– no decir nada, por cierto prurito...

Pero hay un camino a recorrer. Y en ese camino hay un borde de extravío narcisístico que es la búsqueda de la originalidad. Porque hay originalidad, la chispa poética es creadora, pero nosotros no somos poetas. Por otra parte, ya que hablamos de poesía, recordarán lo que para Lacan es la sublimación de Prevert. No es «Paroles», sino la guirnalda de fósforos que hizo alrededor de la estufa de su casa de campo. ¡Se imaginan cómo debe haberle caído a Prevert cuando se enteró de que todo París se ‘cagaba’ de la risa de la guirnalda que él había hecho —parece esos noticieros yanquis, esos ‘boludos’ que hacen un barco con escarbadientes usados... En fin, es ahí donde Lacan habla de la sublimación, que es entornar un vacío. Pero el entornado del vacío, para nosotros, psicoanalistas, tiene un camino estándar: todos tenemos que pegarle la vuelta a lo que es el deseo; todos tenemos que pegarle la vuelta a lo que es la pulsión —ése es un camino casi cantado.

¿Cree alguno de ustedes que va a practicar el psicoanálisis sin saber lo que es deseo? Y aunque ocho mil analistas hayan pasado por el camino del saber lo que es el deseo, nos queda a cada uno hacer ese caminito, haciéndolo con una modalidad peculiar. Habrá que ver qué cita de Lacan fue la que nos despertó. Vieron que tenemos las preguntas, ahí, durante un tiempo, y, en determinado momento, decís: "No, tengo que saber lo que es el fantasma, ¡se acabó!"... Hace cuatro años que venís trabajando con el fantasma, y no sabés lo que es; y trabajás tranquilo, atendés pacientes y todo. Pero en determinado momento cortás y te ponés a estudiar el fantasma.

Hay que ver, entonces, qué quiere decir "original".

Intervención: [inaudible].

A.E.: El problema es que en psicoanálisis no hacemos una elucubración de saber como se hace por ejemplo en la física, porque en psicoanálisis la elucubración de saber no deja de estar esencialmente asociada al problema de la verdad. Para nosotros se trata de «saber» y «verdad», mientras que la ciencia se funda en la maniobra de dejar la verdad del lado de Dios. Y eso es quitarla del lado del saber, que elucubra el científico, y entonces el científico trabaja totalmente en un campo sin verdad; como la verdad es particular, la fórmula que corresponde a la ley de la relatividad no incide en la verdad particular de nadie: es exacta por verificación experimental, y no me interesa si es verdad para la mayoría de acá, o si es falso para los presentes; a nadie le interesa, ni siquiera a los presentes, porque no es esa modalidad la que el saber tiene. Para nosotros, el saber implica una esencial asociación al problema de la verdad. Es lo que nos pone en contacto con la magia y la religión, para las cuales el saber también se asocia a la verdad. Y es por eso que, dado que nuestro saber implica verdad, nosotros tenemos que transitar de una modalidad particular el encuentro con el saber del psicoanálisis; porque si no trasunta su componente de verdad, no estamos dentro de la modalidad de elucubración de saber que es la psicoanalítica.

Ves cómo extiendo el problema a otro campo. Limitándonos a puro saber, no encontramos este problema. En psicoanálisis, la elucubración de saber implica una esencial asociación al problema de la verdad.

Pregunta: [inaudible].

Es que, en ese sentido, yo postulo que el psicoanálisis no es ciencia. Las cosas se constituyen por los bordes que les corresponden. Tiene un borde con la ciencia, sin ser ciencia, y tiene un borde con la magia y la religión, sin ser ninguna de ellas. Quiere decir que nosotros no producimos papers científicos. Los de Lacan no lo son en absoluto, a pesar de que aportan cosas nuevas, y de su oposición por la gran cantidad de transmisión de saber vía metáfora y metonimia, que no son procedimientos de transmisión científica.

¿Entendés lo que Einstein quiso decir con la relatividad? El álgebra no da para esa maniobra. Por eso, la fórmula de la relatividad es en álgebra y en texto, porque si fuese texto hubiese sido difícil para Einstein evitar la vertiente metafórica. Pero en álgebra no hay metáfora. Mientras que Lacan –la advertencia que yo hacía a Graciela– no se pregunta, dice que "le viene" la pregunta. Y ahí uno se pregunta: ¿de quién le viene, si es él quien está hablado? Es una metáfora.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Lo que dice es racional, pero no es un paper científico.

Intervención: [Comentario inaudible acerca de lo nuevo].

A.E.: Creo que hay allí un problema que podríamos modular con la noción lacaniana de «tiempo de comprender». La pregunta sólo adquiere sentido cuando la recibo en forma de pregunta proviniendo desde el Otro; si no, no hay sentido: hay significante–significado. Falta el sentido si no se produce la inversión que es la del pasaje por el Otro. Y me parece que en la formación del analista implica un tiempo, el «tiempo de comprender», ese tiempo requiere del Otro. Y creo que fracasan todos los dispositivos que tenemos hasta ahora para encontrar interlocutores del «tiempo de comprender» que es necesario para cada uno de nosotros; o sea, si no se habla como Diana Rabinovich, no se puede hablar... Pero, entonces, ¿cómo ‘carajo’ hago para "progresar" como Diana, cuando Diana leía el estadio del espejo en el año 1959..? ¡Me tengo que pegar un tiro en las bolas..!

Hay que conseguir leer el Seminario 1, con tranquilidad; tener a quién leérselo y que me provenga de ahí una pregunta en forma invertida, que es el verdadero rescate de mi pregunta, por más que de eso yo haga un humilde y muy tibio esbozo de dos ideas mal comprendidas. Y me da la impresión de que eso no se está produciendo. Pero ni siquiera tenemos dispositivos donde el «tiempo de comprender» tenga la estructura dialéctica que requiere. Por otra parte, yo no lo veo fallido en otros mundos de la elaboración del saber, mientras que en el nuestro lo veo sumamente dificultado: están "los que saben" y "los que no saben", y a nadie se le ocurre cómo se pasa de un lado para el otro... Es por eso que creo que tanta gente joven tiene la impresión de que son compartimentos estancos, que nacieron tarde: "Ya están «los que saben», ¿qué voy a esperar?, ¿que se mueran? Si ellos ya saben, ¿como hago yo, ahora?". Esa distinción entre "los que saben" y "los que no saben" me parece que no contempla el «tiempo de comprender», que no es personal, sino que requiere de la función del Otro. Ni siquiera tenemos dispositivos para eso...

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Supongan un trabajo de campo de alguien que se dedique a arqueología, y que empieza por Sierra de los Padres. Los chicos se van a recoger piedras de mierda a Sierras de los Padres y vuelven el domingo a la noche. ¿Alguno de ustedes supone que van a encontrar algo nuevo? No, ¡van a encontrar las mismas piedras de mierda que hay ahí desde siempre! Pero tienen que hacer esa experiencia de encontrarlas, ir a ver qué es una, qué es otra; ven que algunas están debajo de otras, que para descubrir qué son algunas de ellas, hace falta mojarlas, o darlas vuelta, etc. Pero si no logramos hacer esto en psicoanálisis...

Creo que una justificación de hacer instituciones nuevas es para que se puedan inventar nuevos lugares de "gente que sabe". Cuando yo ya no consigo, en mi institución psicoanalítica, hacerme el lugar del que sabe, opto por fundar y encabezar otra institución más chiquita que, de diez miembros iniciales, quizás, con un poco de suerte, engordará hasta unos veinte o treinta más. Creo que cada nueva subdivisión es la forma de promocionar gente. Pero, en realidad, no creo que sea un problema de "cuentapropismo", sino que es una forma de generar lugares de saber. La forma que la I.P.A. encontró para resolverlo es una forma formalizada: si vos hacés tres mil horas de seminario, una supervisión de un caso de cuatro veces por semana durante 3 años, y un análisis con un didacta, entonces sí, ya pasaste al "campo del saber"... Me parece que así tampoco queda resuelto el problema porque no se produce una buena capitalización de la experiencia, porque lo más fácil, dada nuestra posición de "no querer saber nada de eso", es cumplir con el formalismo y no hacer ninguna experiencia. No hay nada más fácil que hacer un análisis cuatro veces por semana, si sabés que al final "te graduás"...

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Pero creo que es más fácil el pasaje de "no saber" a " saber". Para nosotros siempre produce algo parecido a abortos, cesáreas, partos de nalga, partos siempre fallados. Si antes eran estos tres los que sabían en la Sociedad y estos otros cuarenta los que no sabían, ¿cómo es que ocurre que de tres, pasen a ser ocho? A mí me da la impresión de que se pasa a ocho así: cinco se van y fundan una sociedad nueva... Pero no hay una modalidad de poder aprender con otro. Y, muchas veces, que el otro encuentre su camino particular es que recorra gran parte de caminos muy trillados y comunes. Por ejemplo, que alguien venga después de las primeras sesiones de análisis –si la cosa va bien– y te diga: "¡Bárbaro! ¡Es impresionante!", vos pensás: "Está entrando, después no va a ser tan bárbaro; la cosa se va a poner gradualmente bastante más lenta, y va a aparecer un «¡Bárbaro!» cada tanto, porque los comienzos, cuando van bien, son así"... Pero ¿vieron que hace falta contarle a alguien que te va bárbaro en las primeras sesiones? Me da la impresión de que los psicoanalistas no tenemos forma de vincularnos de tal manera que esto suceda. Están "los que saben", y están "los que no saben", no hace falta que ocupemos siempre los mismos lugares: podemos ser los que sabemos acá, los que sabemos allá, los que más o menos sabemos más allá, pero creo que no conseguimos ser interlocutores de la búsqueda de lo particular. Y creo que esto podría tener que ver con la dificultad de tener cierta fantasía de "decir algo nuevo".

La vez pasada, Rosa preguntó que si Lacan había hecho cierta cosa como un nuevo paradigma, entonces, qué posición conservaba Freud respecto de eso, si hay un nuevo psicoanálisis, o no. A mí me da la impresión –no sé a ustedes– de que Lacan mismo, con el gran amo que es, después de haber dicho genialidades en los primeros cinco, seis o siete seminarios, tuvo que volver a los caminos de Freud en mil cosas. El tipo, a los sesenta años, tuvo que volver a las pulsiones de Freud, a las cosas más complejas, tuvo que volver página por página, tuvo que volver a los mismos caminitos y, a veces, después de haber inventado cosas a lo loco —como el estadio del espejo. Después de eso tuvo que volver a Freud y transitarlo por las vías freudianas. Por ejemplo yo como muchos otros psicoanalistas que conocemos un poquito a Klein, tenemos la impresión de que un montón de psicoanalistas lacanianos franceses están diciendo que Lacan concluye diciendo lo que decía Klein. ¿Saben por qué suponemos que sucede eso? Porque no conocen Klein. Y hay que conocer Klein. No porque es amo, no porque es maestro en sentido de amo, porque hay un camino recorrido y nosotros siempre pasamos por el camino del Otro. El problema es cómo conseguir hoy a otros para que lo acompañen a uno en el camino, es lo más difícil. Aquí, el narcisismo, la rivalidad y las fantasías inhibitorias reinan.

Algunos creen que inventan teorías nuevas, otros creen que los anteriores desviaron la teoría que es fija, pero creo que la chance pasa, y creo que es el espíritu del trabajo que ella proponía, poder rescatar nosotros un aprendizaje en el testimonio que obtenemos de cómo otros recorren el mismo camino de siempre en la modalidad particular. Me parece que no estamos bien posicionados para eso. Nada nuevo: vamos a casa.

Aquí estamos en un ambiente sumamente raro, esto es la universidad, el vínculo que hay entre ustedes y yo es universitario. Así que quizás lo podemos discutir bárbaro porque estamos afuera, como discutir el psicoanálisis en el club... ¿Vieron que se puede, en el club? En la Hebraica, en Atlanta, se puede discutir bien de psicoanálisis, los domingos. Hay que ver si se puede discutir en la EOL, en SABA, en la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Me da la impresión de que no. Y discutir, a veces implica ver cómo el otro está haciendo el camino. Hay cosas que son estándar. Por ejemplo, para analizarse, apuesto diez mil dólares a que todos ustedes tienen que entrar en análisis. Ah, ¡qué vivo! Ya sé que tienen que entrar en análisis, ustedes mismos lo saben, porque es parte de lo estándar. Es cierto que cada entrada será particular, pero van a tener que entrar y quizás sea interesante escuchar cómo cada uno entra, porque es una modalidad particular de lo mismo. Como quizás sea interesante escuchar cómo cada uno sale, porque van a tener que terminar; no sé si van a poder, yo mismo no sé si voy a poder, pero sería poder terminar el análisis —eso me parece más difícil. Entrar es muy difícil, es muy poco frecuente, pero la salida es... No sé si hubo alguna en la historia de la humanidad. Para entrar en análisis, hubo que esperar cincuenta mil años a un tipo como Freud, pero no es tan fácil la salida.

Freud inventó un dispositivo para ‘engancharse’ con una persona en una modalidad peculiar. Hay que ver si está tan bien armada la salida de eso. Lo que yo compruebo es que es bien difícil, y que hay que ver si estamos en condiciones de hacerlo, si tenemos la teoría para hacerlo, o si habrá que caminar por ese camino de una manera fallida todavía tres, cuatro, cinco o seis décadas para que podamos entender qué significa y cómo se hace. Pero todos vamos a tener que salir. Creo que el lugar es estándar.

¿Vieron que hay muchos lacanianos que empiezan por el último seminario? Eso es de los últimos años. Los más viejos empezábamos por el uno, los chicos empiezan por el 20. Mi impresión es que les da prurito empezar por el primero: "No, ¡el Seminario 1 ya está mu y sabido!".

Intervención: [inaudible].

A.E.: Y que lo que entienda del Seminario 1 fue lo que, con modalidades particulares, entendió todo el mundo de ese seminario. Pero lo que dice Lacan allí no está abierto a cualquier sentido.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Hay dos nociones de psicoanalista. Una la debemos enteramente a Freud: es un sujeto que oferta un análisis y que, a consecuencia de su oferta, recibe demandas de sufrimiento que ya no le competen al médico. Eso lo inventó Freud. Lacan dice que es posible pensar otra dimensión de analista, que analista signifique otra cosa, a saber: alguien cuya posición es idéntica a deseo de saber. Esto significa cambiar la posición de no querer saber nada de eso, que es la neurosis. Hay otra dimensión de analista que es dejar de ser neurótico. Yo no conozco a ninguno. No digo que no los haya. Pero mi impresión es que, si el cálculo de Lacan es correcto, en la posibilidad de la existencia, puede existir, pero quizás haya que ponerse a trabajar un tiempo, conducir los análisis de tal manera que produzcan analistas, en el sentido de la acepción de Lacan.

Lacan es un tipo muy consistente en sus propuestas, pensó un dispositivo para hacerlo —el dispositivo del pase. Lo que conozco del dispositivo, y lo que conozco de los que lo atravesaron, es lo que me hace decir que no conozco a nadie que no sea neurótico. Ustedes saben que a partir de los testimonios del pase, en París, todo el mudo se enteró con quién había ‘cogido’8 cada uno de los que dio el testimonio... Con lo cual, me parece que todo eso es muy neurótico. Me da la impresión de que deseo de saber y chisme no son la misma cosa, ¿saben por qué? Porque no hace falta analizarse: mi mamá no se analizó nunca y, ¡es una chismosa..!

Ahora bien, creo que hay un camino para recorrer que tiene un borde que es estándar. Por ejemplo, la idea que yo traía hoy era por qué el deseo es fijo. Yo la aprendí en estas dos semanas. Por qué tu deseo es ése, y no va a cambiar. Por eso, hay un acto que será verdadero y otro que será mentirosísimo respecto de tu deseo. No se lo puede decir, pero no por ello no está de algún modo determinado. Mi impresión es que todos debemos recorrer el punto que justifica que el deseo tiene una fijeza, porque si no, no entendemos qué quiere decir Freud con eso de que el deseo es indestructible. ¿Por qué es indestructible? Lacan cita el último párrafo de «La Interpretación de los Sueños», dice así:

«¿Y el valor del sueño para el conocimiento del futuro? Ni pensar en ello, naturalmente. Podríamos reemplazarlo por esto otro: para el conocimiento del pasado. Pues del pasado brota el sueño en todo sentido. Aunque tampoco la vieja creencia de que el sueño nos enseña el futuro deja de tener algún contenido de verdad. En la medida en que el sueño nos presenta un deseo como cumplido, nos traslada indudablemente al futuro; pero este futuro que al soñante le parece presente es creado a imagen y semejanza de aquel pasado...».

Una versión más clara del «tiempo lógico» de Lacan que este párrafo, yo no he conocido. Lacan dedujo de este párrafo el «tiempo lógico». Está dicho acá con lujo de detalles, salvo que Freud tiene esa claridad y esa concisión de decir las cosas...

«...por el deseo indestructible».

¿Qué es el «deseo indestructible»? Que no se destruye, ¡chocolate por la noticia..! También quiere decir que si tu deseo es A, no va a poder ser B, porque si se convirtiese en B, A fue destruido. No, será A. ¿Por qué el deseo siempre es A, sin que sea Destino? Hay que saberlo. Así que todos vamos a tener que agachar un poquito la cabeza en la humildad de la «docta ignorancia» para ponernos a estudiar ese punto. Es decir, tal como se decía hace un rato, ver qué dijeron los maestros al respecto, Freud, Klein, Lacan, Winnicott, o quienes les guste, Rabinovich, Miller, ¿por qué no? Hay que estudiarlo. Al que ya lo sabe, pido disculpas.

Lo que pasa es que no lo vamos a aprender igual, pero todos vamos a tener que aprender eso. Y me da la impresión de que no estamos en la posición conveniente para acompañarnos en el proceso de aprender eso. Más bien está la parada narcisística de contarte lo que sé o cuánto leí. De ahí que trabajemos citas y más citas, hasta el hartazgo. Pero creo que hay un problema en la transmisión del psicoanálisis, y es cómo nos acompañamos, porque hace falta el Otro para realizar el propio camino. Y, desde mi punto de vista, hay muy poca paciencia para eso. Nadie está en la posición de decir "Ah, ¿qué pensaste del estadio del espejo? ¿Qué es para vos el «otro especular»?", sin que suene a la estúpida pregunta de la cátedra Escuela Francesa de Psicoanálisis, en donde se espera una fórmula y lo calificás con un 4 o un 6... Ése es un problema de transmisión del psicoanálisis para todos aquellos que no somos Lacan.

Lacan está en otra posición porque enunció un paradigma nuevo. Y él dice –no sé si tendrá razón– que tuvo que hacerlo por la insuficiencia de la posición de los psicoanalistas de la época en que él se incorporó al psicoanálisis. Mi impresión es que eso es relativamente cierto. Me parece que, en realidad, tuvo un hallazgo y se pasó la vida comunicándolo, corrigiéndolo, ampliándolo, y que no se hacía "hallazgo de Lacan" si no se lo contaba a otro; porque Lacan tuvo que morder la misma mierda. ¿Ustedes creen que Lacan estaba muy contento de cómo se lo entendía? ¿Vieron las respuestas a casi todas las preguntas que están publicadas? Siempre respondía con un "No, no, no. No se trata de eso". ¿Cómo podría ser de otra forma? Es la estructura: si el que lo sabe es él, hay que tener un poquito de paciencia hasta que los otros hagan el camino que él tuvo que hacer también. Lo que pasa es que lleva una ventaja porque es el descubridor, como puedo tener yo ventaja respecto de alguno de ustedes porque empecé unos años antes, o porque soy más obsesivo, o porque me gusta más revisar los diccionarios y entonces hago algún golcito cada tanto...

Creo que en el lacanismo hay una falla de acompañamiento que es gravísima. Entonces, la mejor teoría de que disponemos es la peor enseñada y la peor aprendida —cosa que me parece una paradoja notable. Y creo que no tenemos dispositivos.

En Buenos Aires, los carteles ‘ya fueron’ totalmente, ya no hay carteles funcionando en ningún lado. No sé si conocen la historia. En la EOL convocaron, hace cuatro o cinco años, a anotarse en carteles y no sé en qué quedó. Yo se lo preguntaría. Hay algunos funcionando pero, ¿están funcionando en este sentido?, ¿o acaso ocurre que el «más uno» termina siendo "el que sabe"? Yo creo que no podemos tranquilizarnos en decir que hay carteles.

Intervención: [inaudible].

A.E: No, también qué posición se tenga respecto al saber, porque Darwin puede ser una subversión o puede ser statu quo ante respecto del narcisismo. Y quizás hacer un cartel sea el procedimiento formalista que la EOL tiene. Porque se puede creer que es la formación obligada para figurar mejor, no hay motivo que lo impida. Está la misma opción de coartada en cualquier dispositivo. Yo creo que, a nivel de dispositivos, de lo que creó Lacan a la altura de la década del ’60, no veo ningún motivo para que no se renueven. Y como vos decís, no se están renovando. Seguimos con el viejo seminario que huele tanto a cristianismo. También es plantar la semilla, pero parece que es una forma muy cristiana de plantar la semilla.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Yo no veo que sea el oxígeno que nos hace falta. Yo no veo que la gente diga: "Ay, mirá, estoy en una situación tal que me voy a buscar un cartel". O sea que no funciona como una oferta para la gente que estudia estos problemas. Hay algunos que lo hacen y otros que no. Puede ser, pero no es un dispositivo que, como tal, resuelva el problema.

Pregunta: [inaudible].

A.E.: Tiendo a pensar en que lo más probable que suceda con los carteles es que tiendan a ser post-freudianos, es decir, al movimiento de la «ley de la subversión del sujeto».

Pregunta: [inaudible].

A.E.: El grupo de estudio, el seminario, el curso en la facultad, son todos dispositivos donde uno puede enseñar y otro puede aprender. Lo que me parece que no hay, francamente, en el lacanismo, es un dispositivo donde se conciba y se desarrolle el pasaje del no saber lo que es el psicoanálisis, a saberlo, y que nos está matando no tenerlo. Creo que reina la soberbia, la mala educación, la estupidez de las fórmulas repetidas de memoria.

En fin, hoy nos detendremos aquí.

Correcciones: Luciano Echagüe

Notas

1 "Guita" = "Dinero".

2 "Cajonear" = "Dejar en el cajón" : interrumpir, demorar o retener deliberadamente (por ejemplo, mediante el soborno) el curso previsto de una causa judicial, de un proyecto de ley, de una investigación, etc.

3 "Trucho/a" = "Falso", "Pirata", "inauténtico", "no genuino", etc.

4 «Piola»: "Avispado", "Sagaz", "Astuto", "Inteligente", etc.

5 «Pajero» [De «Paja», es decir, "masturbación"]: "Ocioso", "Haragán", "Indolente", "Holgazán", etc.

6 «Ir frito/a»: Se dice así de alguien empeñado en una acción, actividad o proyecto que se prevé no resultará nada bien, que terminará mal, o le será muy poco conveniente. Ej.: Si te metés en ésa, te aseguro que vas frito. [N.d.C.].

7 «Persecuta»: "Paranoia".


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