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Seminario
Psicoanálisis y Ciencia
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Tema :
La cuestión de la Obra

Clase 1.4
Comentario del libro "El amor de la lengua"
Parte A

A cargo de : Eduardo Albornoz


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Introducción.

 

En el marco de nuestro seminario sobre ciencia y psicoanálisis me ha parecido importante introducir el comentario de "L´amour de la langue" (Editions du Seuil, 1978), un texto temprano y célebre de Jean Claude Milner, que más allá del interés que presenta en sí mismo, nos será de suma utilidad para profundizar y en cierto sentido acceder a la arqueología de los temas desarrollados en "La Obra Clara".

"L´amour de la langue" fue consultada a partir del original francés y en el presente texto hacemos un resumen de los planteos que a nuestra consideración están más ligados a los temas que venimos trabajando. Recomendamos, desde ya, la lectura del libro que cuenta con traducción al español.

 

Capítulo 1

Milner parte de ese conjunto de realidades que llamamos "las lenguas" y que no dudamos en atribuirles ese nombre como si dispusiésemos de una regla que nos permitiera determinar si pertenecen o no al conjunto. Esto permite suponer algunas propiedades definitorias comunes a todos los elementos que merecen el nombre de "lengua" (a todos los elementos de la lengua). A esas propiedades se les confiere un ser autónomo y se obtiene así eso que llamamos "lenguaje". Hablar de "las lenguas" es concebirlas desde el inicio como pasibles de ser reunidas, y, de allí la proposición "las lenguas forman una clase consistente", una clase (de las lenguas) cuyos elementos (las lenguas) pueden ser reunidos sin contradicción.

La dificultad es que esa proposición no excluye la contraria: que la clase de las lenguas pueda ser considerada inconsistente puesto que uno de sus elementos, la lengua materna, es inconmensurable a los otros puesto que puede siempre ser tomada por un costado que le impide hacer número con las otras lenguas, agregada a ellas, comparárseles. Pero, establecido esto, nada impide tomar a todas las lenguas desde ese ángulo y considerar que aquello que las hace semejantes deviene aquello que las hace inconmensurables.

Al decir "lenguas", no sólo las suponemos numerosas y reunidas, también que es siempre posible distinguir entre ellas. Además, siempre tiene sentido decir "una lengua", puesto que es posible siempre para un segmento de realidad decidir si pertenece o no a la lengua,. aunque no en todos los casos se pueda establecer a cual.

Pero que no pudiese decirse en todo caso si dos lenguas son idénticas o no, no sería nada si se pudiese siempre asegurar que toda locución y por lo tanto toda lengua como conjunto de locuciones es idéntica a si. Se hace necesario evitar que el menor episodio circunstancial pueda obscurecer el estallido de lo idéntico. Acepta entonces que se nombre la lengua como ese núcleo que en cualquiera de las lenguas soporta su unicidad y su distinción.

La cuestión es que es siempre posible hacer valer en toda locución una dimensión de no idéntico.

Una locución trabajada por el equivoco es a la vez ella misma y otra: su unicidad se refracta en series infinitas no al modo de un árbol cuyas ramificaciones podrían ser contadas sino al modo del cristal del Aleph en el que Borges metaforiza el lazo no idéntico en el que todo hablante se ubica. Se puede recíprocamente entender en la celebre aserción de Saussure "la lengua es una forma y no una sustancia" la fórmula que salva lo idéntico, la sustancia de la lengua revelando que ella es lo no idéntico a si.

Y, por más que los lingüistas hayan determinado que en la lengua hay estratos y que los equívocos surgen de la conjunción indebida de diversos estratos (sonido, sentido, escritura, etc.), lo real del equívoco resiste. Pero la exigencia de que en la lengua no haya equívoco es una demanda que no tiene otro fundamento que ella misma.

-Una lengua, como objeto posible de una proposición validable por todos y de la menor escritura científica, reclama ser siempre distinguible, de eso que no es una lengua, de otra lengua, reclama ser idéntica a sí misma, unívoca, isótopa. En una palabra, debe ser Una.

Pero sucede que estas condiciones no se cumplan más que descartando ciertas proposiciones:

-Las lenguas no forman una clase consistente, siendo inconmensurables.

-Una lengua no es idéntica a ella misma.

-Una lengua es una substancia

-Una lengua puede cesar de ser estratificada

-Una lengua no es isótopa

La experiencia impide que estas proposiciones sean imposibles de sostener.

Es por una decisión de principio que ellas son descartadas y ese principio se reduce a la demanda que un cierto tipo de proposición universalizable pueda ser proferida sobre toda lengua.

Estas proposiciones que deben ser descartadas, tomadas en conjunto designan un lazo de lengua, algo real que insiste y que gramáticos y lingüistas deniegan.

Es a partir de ellas que Lacan ha forjado el término lalangue (lalengua)

lalangue es una lengua entre otras, pero ella impide, por inconmensurabilidad, construir una clase de las lenguas que la incluya. Su figuración más directa es la lengua materna. Basta la observación para admitir que en toda hipótesis hace falta una torsión bien fuerte para ubicar en el conjunto. Lalangue es no importa cual lengua, puesto que todas son por algún costado, para cualquier ser hablante, lengua materna.

El carácter distintivo que funda la inconmensurabilidad de una lengua no puede enunciarse en proposiciones lingüísticas.

Lalangue es en toda lengua el registro que la conduce al equívoco.

Dicho de otra manera, la lengua no es más que una máscara arbitrariamente construida que no toca ningún real.

 

Capítulo 2.

Producción de la lengua.

Parte de una pregunta. ¿Qué hace falta que sea la lengua para que se puede designar tanto el objeto de una ciencia como el objeto un amor?

Sus tesis: Cuando se dice amar la lengua se trata de un cierto amor.

La lengua es eso que la lingüística pretende conocer

El entrecruzamiento descubre le punto donde el deseo viene a corromper una ciencia humana, donde se anuda, si se es cuidadoso, una relación inteligible con una teoría posible del deseo.

¿Qué es la lengua si el psicoanálisis existe?

 

La serie lengua, palabra, lenguaje, (langue, parole, langage) se constituye a partir del término que le es exorbitante y que ella oblitera: lalangue: eso por lo cual hay seres hablantes hay lengua y hay inconsciente.

Milner retoma lo que Lacan en Televisión hace funcionar como punto inicial de su discurso: La verdad no se dice toda, las palabras le faltan. Esta proposición aísla que la verdad, en tanto no-toda, toca lo real.

La verdad es eso a lo que las palabras le faltan. Pero las palabras faltan siempre, el no-todo que marca la verdad en tanto ella debe ser dicha marca también lalangue, en tanto que todo decir verdadero pasa por ella. De donde se sigue que como la verdad, lalangue, toca a lo real.

La lengua soporta lo real de lalangue.

La partición mayor de los discursos sobre la lengua se resume en que: lo real es concebido como representable o no.

Esta partición articula del modo más general el reencuentro de lo real por el ser parlante.

Las representaciones no faltan, pero para los modernos las únicas que valen deben presentarse en el orden de la ciencia. Dicho de otra manera, ellas deben presentarse como teorías.

Sostener que lo real de la lengua es representable es el paso inicial de toda gramática.

Capítulo 3.

Lingüística sutil y desfalleciente.

Lalengua es no-toda, algo no cesa de no escribirse y eso ejerce una acción. Para la linguística se trata de ignorarla y esta ignorancia la estructura.

La poesía hace todo lo contrario, le confiere un ser a la falta que arca lalengua y se propone como un deber decir este ser, lograr que el cese de no escribirse. El acto de la poesía consiste en transcribir en lalengua misma y por sus propias vías un punto de cesación de lo que falta a escribirse.

Es en eso que la poesía se liga a la verdad, puesto que la verdad es, de estructura, eso a lo que la lengua falta y a la ética, puesto que el punto de cesación una vez cernido ordena ser dicho.

Este punto de cesación, que uno podría también llamar punto de poesía, la muerte, lo obsceno, el sentido más puro. "Los versos remuneran el defecto de las lenguas" (Mallarmé)

reside en la fonía, ella misma. Se trata entonces de despojar eso que tiene de útil para la comunicación, no en busca de una pureza del sentido sino de la faceta multiplicada de la homofonía.

El poeta, si bien no colma la falta, la afecta. En lalengua, que él trabaja, se imprime una marca una vía donde se escribe un imposible de escribir. Esto es lo que la lingüística y la gramática deben ignorar. La primera debe tomar la lengua por un objeto de ciencia: una forma y no una materia. La lengua soporta el no-todo de lalengua, para que ésta se haga objeto de una ciencia, hace falta que sea tomada como una completud. La lengua es la red por la que lalengua falta, pero en sí misma la lengua no comporta ninguna falta. Es por eso que la lingüística es sutil siguiendo el término de Lacan. Ella "sofistica" con el todo y el no-todo. Para alcanzarlo, la lingüística debe ignorar la falta y sostener 1- que de lalengua ella no tiene nada que saber. 2- que la red de imposible que la marca es consistente y completa.

La comparación con la gramática permite precisar lo antedicho. La gramática representa la lengua pero no por una escritura simbólica: construye una imagen. La exigencia de completud toma entonces una coloración imaginaria que se transpone en términos de totalidad.

La representación lingüística es específicamente del orden de la ciencia. La exigencia de completud funciona no refiriéndose a una realidad externa sino a criterios internos. La gramática por su parte persigue una completud que puede ser obtenida por no importa que bricolages, no importa cómo colme la falta. Así, el sentimiento de la lengua en el que se apoyan todas las gramáticas dignas de ese nombre, es el de que la completud de la lengua está presente en cada uno de los sujetos que la hablan.

La lingüística por su parte necesita negarle al no-todo cualquier tipo de existencia. Ignorar todo aquello que viene de lalengua. De allí las dificultades de la lingüística a diferencia de la tradición gramatical, con la lengua materna. Para ella, el saber integral de la lengua es posible.

Para la linguística lo exorbitante se concentra en un punto que ella sutura: el sujeto de la enunciación. Tomando en cuenta esos segmentos de discurso que no se pueden describir sin que intervenga el sujeto,(tales por ej. los que Damourette y Pichón formalizaron con el ne expletivo y que para explicarlos es necesario recurrir no a un sujeto hablante simetrisable y no deseante sino a un sujeto de la enunciación, deseante y no simetrisable) la lingüística queda encerrada entre dos imperativos absolutos y contradictorios, aquél de la completud según el cual es necesario que tales segmentos reciban una representación y aquel de la consistencia según el cual toda representación debe obedecer a las mismas leyes de escritura.

Frente a esto no le quedan más que dos alternativas: o bien la ética de la ciencia que del punto donde el camino se pierde no quiere saber nada: es el partido de la gramática transformacional, o bien la ética de la verdad: es necesario en tanto que lingüista articular ese punto no como indistinguible sino como referible por el costado de desvanecimiento que él impone a todas las referencias.

 

 

Capítulo 4

Lingüística, una e indivisible.

Decir la lingüística implica la unidad de un referente. Sin embargo sería fácil demostrar que se reclaman tal, y no sin derecho, teorías fuertemente diversas. Si uno quiere que el término lingüística sea otra cosa que una rúbrica administrativa es necesario descubrir si existe un núcleo común a todas esas variantes existentes, núcleo que devendría referente del término en causa.

Esa tarea puede plantearse, dado el desarrollo actual de la disciplina en los siguientes términos: ¿cuáles son las tesis comunes a las gramáticas estructuralistas y a las transformacionales?

La linguística ha sido dominada por una referencia al estructuralismo y esta dominación es cosa pasada. Por estructuralismo hay que entender un conjunto de proposiciones:

-La lingüística será científica si y sólo sí ella define la lengua como un sistema de signos.

-Todas las operaciones necesarias a la ciencia deben ser deducidas de ese prinicipio y sólo son admitidas las experiencias deducidas de ese principio.

La gramática transformacional niega estos principios al suponer que la lengua tiene propiedades irreductibles a toda especie de sistema de signos.

Sin embargo, la noción de signo está asociada a la lingüística, unión autorizada en la garantía del Curso de Saussure. El estructuralismo afirma: toda lingüística es Saussuriana.

 

Tres referencias permiten tomar la posición de Saussure.

En primer lugar, el ideal de la ciencia: se trata de fundar la lingüística como ciencia. Para que la lingüística sea posible como ciencia es necesario distinguir los fenómenos de las cosas en sí, se obtienen así las celebres "parejas" del "Curso" (lenguaje-lengua, sonido como flujo sonoro y como segmento o fonema o significante, idea-significado, etc.).

La ciencia es el punto ideal donde todas la proposiciones se cruzan y el discurso se organiza.

En segundo lugar, siendo admitido que Saussure busca autorizar una ciencia, hace falta agregar que él la refiere implícitamente a un paquete de trazos distintivos que le permiten reconocer la figura ideal. En otros términos un modelo de ciencia particular, para decirlo rápidamente, el euclidiano, como tal regido por dos principios:

1- todos los conceptos deben ser deducidos de un número mínimo de axiomas expresados en un número mínimo de conceptos primitivos.

2- tales axiomas deben ser evidentes y eso los dispensa de demostraciones o definiciones.

En tercer lugar Saussure selecciona un concepto privilegiado que le permitirá articular la relación del Ideal de la ciencia a la ciencia ideal, la empresa de los fundamentos y el modelo euclidiano, el signo. El signo permite construir la ciencia lingüística en absoluta conformidad con el modelo prevalente.

1- hay un axioma mínimo absoluto: la lengua es un sistema de signos.

2- Hay un concepto primitivo, el signo.

A partir de este axioma, que no se demuestra y con la ayuda de un concepto que no se define (la definición es extremadamente pobre: una pura y simple asociación y una pura y simple diferencia) sin que esto implique la menor crítica a Saussure pues está perfectamente justificado que un primitivo no sea en sí mismo definido..

Pero no es verdad que sólo las operaciones necesarias a la lingüística sean deducibles. Sustituyendo lengua por otro término se obtienen una infinidad de axiomas evidentes, todos susceptibles de fundar una ciencia. Es por eso que Saussure habla de una semiología general, reemplazando implícitamente el axioma inicial por un esquema del tipo "X es un sistema de signos" X podría recibir como valor prácticamente no importa cual dominio bien definido de objetos.

En los no Saussurianos, cualquiera de las tres referencias (ideal de la ciencia, ciencia ideal, signo) da lugar a tratamientos y modificaciones.

El Ideal de la ciencia es mantenido, no en su forma Kantiana, pero sí en lo esencial: todas las formas de lingüística, incluida la gramática transformacional, se ordenan del Ideal de la ciencia y determinan para la construcción de su propio saber objetos de los que no quieren saber nada. Operación equivalente a la distinción fenómenos - cosas en sí. Ordinariamente esos objetos son llevados a cuenta de lo variable y lo accidental, lapsus, tics individuales, faltas de atención, de suerte que lo extraordinario es también lo regular y que las exclusiones parecen ligadas a necesidades mismas de la generalización. Así la oposición lengua-lenguaje que da cuenta de una relación fenómeno, cosa en sí y la oposición lengua-palabra (habla, en español) que da cuenta de una relación de lo regular a lo accidental son de hecho traídas a la misma operación.

Es a la dificultad (chicane) del todo y del no-todo a la que la lingüística está ligada.

Que se tome la lengua como un fenómeno del lenguaje o como una manera de tratar el no-todo de lalengua es desde este punto de vista indiferente.

Para la gramática transformacional el modelo de ciencia ideal no es el euclidiano, a los axiomas y principios de mínima ella sustituye las hipótesis, la no-evidencia y el máximo: una teoría será tanto más valiosa cuanto más hipótesis falsables (entonces no evidentes) puedan plantearse. En efecto, la ciencia ideal se ha hecho Popperiana.

En la medida en que el concepto de signo articulaba las dos primeras referencias, el es necesariamente afectado por la desaparición del modelo euclidiano. En ese sentido el signo constituye un punto crítico del examen. Permite medir eso que en Saussure está ligado a una concepción particular de la ciencia y eso que se le escapa. Por una especie de variación concomitante se podrá así aislar eso que es invariable y candidato a representar el núcleo único de toda lingüística posible.

Esto lo lleva a analizar la teoría Saussuriana del signo, de la que si bien tantos se han ocupado, parece ser que ninguno para preguntarse si existe tal teoría. El término "signo" es un lugar común en la tradición filosófica. Pero algo aparece. La teoría del signo es siempre una teoría de la pluralidad de los tipos de signos, convencionales, naturales, accidentales. Es eso una teoría del signo: una teoría que tiene al signo por objeto. En una tal teoría el lenguaje, en tanto que se relaciona a un tipo particular de signo está inserto en una clasificación más vasta de la que ilustra una de las zonas.

En Saussure, al contrario, el signo no es el objeto de una teoría, es el medio por el cual se expone una teoría en la que el objeto es otro.

El objeto de la teoría Saussuriana es la lingüística y el concepto de signo es tomado prestado de una tradición. No es evidente que esta expresión sea necesaria.

El signo, en Saussure tiene tres propiedades que son dadas como viniendo de si y no reclamando ninguna prueba de hecho ni demostración de razón. Él es arbitrario, negativo y bifásico. Las dos primeras no son evidentes y quizá Saussure no las reivindique más que para el signo lingüístico, con exclusión de los otros.

Lo arbitrario: la lengua está sometida a un dualismo absoluto. Hay dos órdenes, el de los signos y el de las cosas. Ninguno de esos órdenes puede actuar sobre el otro. De donde se sigue que entre el signo y la cosa la relación es de simple reencuentro. Este argumento puede desarrollarse considerando la oposición sonido (que es una cosa) y la idea (significado) de donde se deduce que también la arbitrariedad gobierna la relación significante significado. Esto es lo contrario de lo que Benveniste sostiene en un artículo célebre (agregado mío: en el que sostiene que esa relación, antes que arbitraria es necesaria). Lo arbitrario no hace más que nombrar ese encuentro. Es lo que Lacan llama contingencia. ¿Quién creerá que las cosas no juegan como causa de las lenguas y viceversa?

Con Saussure, el lazo que unía la teoría de los signos a la teoría del ser de las cosas, desde los griegos, se rompe. Por lo arbitrario del signo la lingüística es puesta en posición de ignorar. Lo arbitrario dice que de ese encuentro entre sonido y sentido y entre signo y cosa no se puede saber, puesto que no hay razón para que sea como es. Lo arbitrario recubre una cuestión que no será planteada ¿que es el signo antes de ser signo? Qué es la lengua antes de ser lengua? La cuestión que se expresa corrientemente en términos de origen.

Decir que el signo es arbitrario es plantear una tesis: Hay lengua (il y a de la langue)

 

Lo negativo:

El signo lingüístico es negativo, es decir, siguiendo a Saussure, opositivo y relativo. Esto significa en principio que los signos son muchos y forman un orden. Cada signo no tiene otra identidad que la que le da su relación con los otros. Aquí se reencuentra el dualismo. Todo aquello que podría conferirle a un signo una identidad independiente atribuida al orden de las cosas es de hecho ignorado. De donde se sigue que un sólo tipo de relación puede ser definida porque todo eso que podría diversificarlas es eliminado de la atención. Dados un signo a y otro b uno no puede decir que es cada uno separadamente, uno puede simplemente decir que uno no es el otro y recíprocamente, se apela a esto una oposición. La negatividad por otra parte implica que las unidades lingüísticas no son dadas a la intuición inmediata, puesto que esas unidades son de signos, siguiendo a Saussure ellas no pueden recibir identificación más que por la red de relaciones de su orden. Ellas no pueden ser más que deducidas.

 

Lo bifásico.

Permite pensar en términos de signo una propiedad reconocida desde siempre al lenguaje. La relación entre un movimiento sonoro, vibración del aire y un sentido, idea, concepto, etc.

 

Como se puede apreciar estas tres propiedades son muy diferentes y el lazo entre ellas no es evidente. Sin embargo es el hecho de haberlas reunido en un mismo punto y de haber llamado a ese punto signo que Saussure ha singularizado su doctrina. Nada impide imaginar una teoría T donde todas ellas subsistan redistribuidas en diversos lugares. En ese caso el concepto de signo se desvanece sin que necesariamente haya incompatibilidad entre T y el Curso.

Pensándolo bien, el dualismo no es más que una forma particular de la operaci´9on que trata el no-todo y su contrapartida, la ignorancia. Hace falta decir, toda teoría lingüística debe pasar por esta vía y nosotros sabemos la razón: toda ciencia, de la que la lingüística no es más que una especie es construcción de una escritura y se define como ciencia al no admitir escritura más que de lo repetible.

Esto implica la separación de aquello que de la realidad no es necesario a la repetición de su objeto como aquello que por si mismo no es repetible. Digamos, lo accidental.

El signo arbitrario de Saussure es lo que opera a la vez todas la exclusiones. Otra lingüística diferentemente fundada, como la gramática tranformacional puede obtener lo mismo por otras vías: la exclusión explícita de ciertos hechos: limitaciones de memoria, distracciones, desplazamientos de interés, etc. La única diferencia con el Curso es que el concepto de signo no es el soporte de la operación, lo que no hace necesario establecer ninguna propiedad específica, basta una especie de protocolo, enunciado al inicio de la teoría y sobre el cual no se volverá o una simple zona de silencio que cierne el límite del dominio.

Ahora bien, suponiendo que se desanude la relación del lenguaje al signo, queda por explicar de donde viene su fuerza de evidencia. Reside en esto: que no podemos pensar el lenguaje sino ligando una vibración sonora y otra cosa, la ausencia, la idea, el sentido.

La gramática transformacional tiene en cuenta la diferencia pura situando dos niveles en la teoría, uno dicho fonológico y el otro semántico. En lugar de un concepto específico la teoría expresa la diferencia pura en el corazón del lenguaje.

 

La negatividad del signo lingüístico es en apariencia la propiedad que se liga más estrechamente al estructuralismo, sin embargo, al llevarla a su esencia, la tesis dice sólo esto: en la lengua hay discernibles (dans la langue il y a du dis )

Para tomar los términos de Lacan, en la lengua hay de lo uno (il y a de l´Un)

En Saussure es el signo, en Chomsky se trata de algo semejante, bajo la forma de una afirmación, para cada nivel de la gramática hay unidades mínimas.

En ambos casos se trata de lo mismo, hacer posible una escritura.

En resumen, la teoría del signo está lejos de ser esencial a la lingüística y hasta se puede poner en duda que ésta haya elaborado alguna. En segundo lugar, si se analiza concretamente el concepto de signo, aparece que sus propiedades pueden ser conservadas por otras vías. El núcleo de la lingüística se compone de tres elementos, diversamente combinados siguiendo los modelos:

-La elección de un modelo de ciencia. El modelo puede variar más no la exigencia de que haya uno. Eso implica en todo caso que el objeto se haga representable, es decir, regular.

-La operación que trata el no-todo, donde se ejerce la voluntad de no saber y se cumple la regularización.

-La tesis de lo discernible. La lingüística impone a un objeto que las ignora las redes de discernimineto que le convienen. En otros términos, hay un flujo en el que son introducidos cortes que no tienen en si mismos título que permita considerarlos reales.

Por otra parte, la lingüística se ocupa de un real y es de este real que ella exige que sea marcado de lo discernible, que sea Uno. No es su escritura que instituye por convención el Uno, es al contrario este el que la hace posible. No es al nivel de la lingüística que lo discernible es instituido, sino al nivel de eso que la hace posible, no al nivel de la lengua sino al nivel de lalengua.

Tanto para Lacan como para Freud no es tal forma lo que importa -la estructuralista más que la transformacional, la sincrónica más que la diacrónica- sino el hecho que tocando la lengua alguna forma de escritura sea posible. A Freud le bastaba la gramática comparada un tanto endeble de Abel. ¿Es crucial para el psicoanálisis que la lingüística en sentido estricto sea posible y subsista en sí misma?

Para el psicoanálisis sólo tiene valor el "Hay de lo Uno en lalengua"

Lalengua no es un flujo al cual se imponen por cortes el Uno y la lengua no se deja llevar a una territorialización operada con fines de conocimiento. Eso es lo que atestiguan la agudeza, el lapsus, etc. La gramática y la linguística ignoran el sujeto. La lingüística, en tanto ciencia, podría desvanecerse. Pero el psicoanálisis no depende de la exigencia de integración de la ciencia, sólo importa la pura posibilidad de una escritura.

Esto no es trivial. Todo en la experiencia cotidiana va contra la idea que para objetos tan íntimamente ligados a la realidad como las palabras se pueda construir una escritura que justamente no debe nada a esa realidad. Las pequeñas letras de Galileo deletrean otra cosa que la phisis: una fisura se abre en la figura del mundo, en tanto que ella podría pretender ser coextensiva al reino del Uno. Un nuevo modo de ser emerge aquel de un Uno no físico que Saussure se dedica a cernir y luego de él los estructuralistas.

El paso del psicoanálisis, que no habría sido posible sin una escritura lingüística (así fuese la de la gramática comparada, tal es el verdadero alcance del texto de Freud sobre el sentido puesto en las palabras primitivas, el atestigua que Freud por inclinado que haya estado a no reconocer por Uno más que el Uno físico, encontró otra cosa) es el de haber reconocido en ese modo inédito de ser, los procesos inconscientes.

 

En la próxima entrega resumiremos los capítulos V a IX y estableceremos el comentario de los mismos.


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