Seminario
Psicoanálisis y Ciencia
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Tema :
El sujeto en la ciencia y el psicoanálisis

Colaboración de Mario Elkin Ramirez


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PSICOANALISIS Y NUEVOS PARADIGMAS CIENTÍFICOS

 

En el texto que podríamos llamar el manifiesto epistemológico de Freud: Las pulsiones y sus destinos (1915), plantea él método como procede para elaborar el saber de esta disciplina. Nos recuerda que ninguna ciencia parte de conceptos fundamentales, claramente definidos y definitivos, que al contrario, su punto de partida son conjeturas. Dichas hipótesis o "ideas abstractas" no provienen necesariamente de la clínica, y en alguna ocasión Freud las relacionaba sencillamente con fantasías del analista que luego eran contrastadas con el rigor de la clínica para que demostraran su potencia y en la medida en que horadaran un trazo en lo real, podíamos convenir en tratarlas como conceptos fundamentales, Grundergrif.

Ahora bien, como Freud mismo nos ha enseñado la fuerza del determinismo psíquico del significante, podríamos preguntarnos ¿de donde vienen al espíritu del analista esas ideas abstractas? Ya él dio una respuesta, de sus fantasías, pero creo que hay además otra vertiente, a saber, que dichas ideas provienen de sus paradigmas.

La noción de paradigma es antigua, Platón hablaba de ella, pero es Thomas Kuhn quien la renueva en la investigación epistemológica actual, hablando de la estructura de las revoluciones científicas. Un paradigma es un complejo de principios, articulados en una relación lógica fuerte entre nociones maestras. Esa red de postulados forman un Kernel o núcleo de nociones claves que gobiernan inconscientemente todos los discursos, creo que es por su funcionamiento inconsciente que dan una cierta acertividad al sujeto, quien hace de sus paradigmas una axiomática.

Los discursos entonces, obedecen sin saberlo al paradigma, el cual determina en primer lugar las formas de percepción de la realidad y de las relaciones de relaciones que se establecen en ella, lo que explica por ejemplo la profunda intuición de Witgenstein quien pensaba que el universo es tan extenso como el lenguaje. Es una idea que nos es familiar ya que Lacan a partir del paradigma de la lingüística estructural nos ha mostrado que hay una función presentificadora y mortificadora del lenguaje.

En segundo lugar, el paradigma determina las formas de verificación de los hechos y experiencias, conforme a la realidad que ha construido, esto es que determina la creación de los dispositivos de verificación en función de lo que la teoría dice, ya que la realidad es lo que la teoría dice que es la realidad, la realidad es teórica, un ejemplo de nuestras tierras es que el dispositivo del pase, es un procedimiento inventado conforme a lo que entendemos por fin de análisis, si pensáramos en cambio que el análisis es infinito no se hubiera creado el pase.

Por último, el paradigma determina además las formas del sentir y del pensar. En este punto vemos anudarse inconscientemente los paradigmas con los complejos subjetivos. Freud dilucidó en sí mismo una inclinación amorosa hacia su madre y una rivalidad hacia al padre, tendencias que verificó luego en otros y lo condujo a arriesgar un complejo universal llamado el Edipo, formas del sentir y del pensar se anudan a este complejo, dando su dimensión atípica, de acuerdo a la cultura donde se inscriba, pero también de acuerdo a la singularidad de la historia subjetiva.

Si todo discurso -científico o no- oculta una red de evidencias para el hablante y de axiomas que por su carácter no pone en cuestión, diríamos que se trata de los S1 que provienen de la cultura del sujeto. Un paradigma determina entonces, las estructuras noológicas del hablante, es decir, sus entidades de espíritu: llámense Dioses, ideas, imaginarios colectivos, símbolos que rotan en el lenguaje como prejuicios no sólo en el orden moral, sino como ideas hechas. En síntesis, el kernel, el corazón del discurso, organiza la estructura perceptiva y conceptual de un sujeto, sin que éste lo sepa.

El paradigma de simplificación de Descartes, por ejemplo, impone el imperio de tres principios: el de la disyunción, el de la reducción y el de la abstracción. Estos determinan un cogito que supone un sujeto que conoce y un objeto por conocer que existe con independencia del sujeto. El sujeto a través de la disyunción separa en propiedades aquello que es la complejidad constitutiva del objeto, por ejemplo el hombre tomado como objeto está decorticado por la ciencia en cuerpo, aparato psíquico, lenguaje, entorno, y luego de esa desmembración se impone una hiper-especialización en fragmentos cada vez mas específicos, no hay que dejar de ver que aquí hay una idea de cuerpo despedazado subyacente, pero es un procedimiento generalizado al tratamiento de todos los objetos.

Luego, el paradigma unifica lo diverso por medio de la reducción, lo psíquico lo reduce a lo cerebral, el cerebro a células, las células a la química y finalmente desechando todo aquello que no entra en sus principios, pretende encontrar una ley universal que gobierna el orden del objeto. Aplicando este paradigma al objeto "mente", que es lo que nos daría a nosotros competencia científica, encontramos que se puede crear la psicología, la psiquiatría, el psicoanálisis. En psicología la mente se reduce a la consciencia, se separa en funciones de pensamiento, percepción, motricidad, memoria, etc. Se reúne lo diverso en un ideal de hombre normal y luego se abstrae mediante un test la ley universal que determina quien esta loco y quien no.

Freud es cartesiano cuando muchos de sus postulados están determinados por ese paradigma, pero también tuvo que romper con ese paradigma para poder descubrir lo inconsciente al ocuparse de lo que Descartes había desechado. Los analistas tenemos la vocación de ocuparnos de lo que la ciencia desecha. En su Discurso del método Descartes duda de la percepción, porque el genio maligno podía bien confundirlo, haciéndole creer que lo que veía en sueños era tan real como aquello que percibía en la vigilia, entonces rechaza el inconsciente y determina que para llegar a las ideas claras y distintas hay que excluir las otras.

Al contrario, Freud encuentra que hay un pensamiento Gedanken inconsciente, con formas de funcionamiento diferentes: desplazamiento, condensación, representabilidad, es decir, que había un método en esta locura. No obstante, sin romper con el paradigma cartesiano le hubiese sido imposible descubrir el inconsciente.

La separación entre el sujeto y el objeto del paradigma cartesiano, condujo a la ciencia occidental, de un lado a la eliminación positivista del sujeto, a partir de la idea que los objetos existen con independencia de los sujetos, luego entonces, donc , podían ser observados y explicados en tanto tales, como hechos objetivos y liberados de todo juicio de valor proveniente de la deformación subjetiva; y como el paradigma, dijimos, también crea los procedimientos de verificación de una realidad creada consecuente con esa teoría de la realidad, se hicieron los métodos experimentales. En ese sentido, el sujeto quedó reducido a un error, a una perturbación de la observación, a aquello que hacía falta eliminar para lograr el conocimiento objetivo. Es lo que Lacan en nuestros dominios traduce al decir que la ciencia forcluye al sujeto.

Por su parte, el sujeto rechazado de la ciencia, toma su revancha en el terreno moral, metafísico, ideológico, que son los soportes del humanismo que predica un sujeto omnipotente que reina sobre el mundo de los objetos manipulados y transformados, hoy el hombre manipula las fuerzas elementales de la energía atómica y del gen, lo cual hace retornar los horrores de las bombas y de la creación de razas superiores, ¿nuevos síntomas o viejos como el hombre?. En todo caso bajo esta ideología el hombre moderno suplanta lo que en sus imaginarios pasados atribuía a los dioses, manipular la vida y la muerte. El sujeto ha sido trascendentalizado, para desplegarse en un reino deshabitado por la ciencia.

Hay entonces una eliminación positivista del sujeto en la ciencia y una eliminación metafísica del objeto, y entre sujeto y objeto la instalación de la disyunción, repulsión y la anulación recíproca.

El psicoanálisis freudiano no ha sido ajeno a este paradigma, así, a nivel de su práctica tuvo que elaborar una fina teoría de la transferencia para relacionar el analista con el analizante. Al comienzo el paciente era objeto del analista sujeto, quien lo sugestionaba, lo hipnotizaba. El surgimiento del amor de transferencia era pensado como resistencia; pero con una aclaración las cosas volvían a su lugar. No obstante, toda la teorización de la transferencia es el resultado de los avatares del paradigma cartesiano en la práctica analítica. La neutralidad del analista, la contra-transferencia, los reanálisis cada cinco años del analista, el control para proteger el paciente de los fantasmas del analista. Es algo que no se queda entonces en teorías sin sanción clínica; esta teorización dio lugar a nuevas curas que derivaron en nuevos síntomas: la técnica activa, la egopsychologie, proponiendo la identificación al analista como final del análisis, el análisis de la transferencia, entre otros .

Este no ha sido el único paradigma, también el darwiniano y el lamarckiano dejaron su marca en la dimensión de lo psíquico, a partir por ejemplo de discusiones en psicopatología entre lo adquirido y lo heredado en la búsqueda de la etiología de las neurosis, de allí se derivaron psicopedagogías o en teorías genéticas de la personalidad, como la Piaget, o incluso, sin abandonar la territorialidad analítica en cierto análisis teleológico, determinista que conduce la personalidad por fases libidinales hasta la sexualidad dicha madura y el sujeto adaptado, equilibrado, o incluso al análisis como reeducación. Tanto más, cuando, equilibrio, orden y adaptación son también ideas migradas de la física newtoniana. ¿Nuevas curas o nuevos síntomas?

Freud se detuvo en el paradigma darwiniano, el cual le aportó una cierta idea de progresión de las cosas organizadas o progresión en el desarrollo, así sea un desarrollo accidentado, es lineal, teleológico. Llegó a pensar incluso que la ontogénesis del sujeto era una repetición de la filogénesis de la especie. Hoy no damos mucho crédito a esa conjetura, pero ella determinó una orientación teórica fuerte, la de Ferenczi en su Thalasa, y en Jung con la idea de los arquetipos, con sus corolarios clínicos.

Cuando nuevos paradigmas advienen, se reflejan en los conceptos fundamentales de todas las ciencias y por supuesto en el psicoanálisis, en su teoría de la transferencia, en su dirección de la cura, en su concepción del final del análisis, entre otros.

Así, la lectura de Lacan es una lectura desde otros paradigmas. Desde el estructuralismo antropológico, desde donde pudo revisitar la novela familiar del neurótico y construir el mito individual, para tomar la dirección de encontrar un mitema, es decir la reducción a una fórmula lógica que diera cuenta de la estructura de la constelación familiar del sujeto. Después, se encaminó al matema del fantasma fundamental.

Desde el estructuralismo lingüístico migrado al psicoanálisis permitió una teoría del significante, cuyos rendimientos superan las referencias freudianas al asociacionismo. Es decir, que la lectura de Lacan, más allá de lo que su persona le aporta en rigor, se soporta en un cambio de paradigmas en occidente.

Freud también fue testigo de lo que Bachelard llama rupturas epistemológicas, las cosas cambiaban desde hacía largo tiempo, él mismo da cuenta del movimiento de ejes en el pensamiento, a partir del descentramiento celeste producido por Galileo, el descentramiento del hombre, centro y finalidad de la creación, producido por Darwin, y el suyo propio, que descentra la consciencia y la racionalidad del homo-sabio, sapiens, para introducir el homo-demens, inconsciente.

En su época, igualmente, la termodinámica le aporta a Freud los principios para el primer modelo de funcionamiento del aparato psíquico, el del proyecto de psicología científica. Según el primer principio en todo sistema hay una tendencia homeostática, él Freud postula un principio de inercia, y de constancia; el segundo principio de la termodinámica reconoce en todo sistema la entropía, y Freud migra el concepto para describir una tendencia en el aparato psíquico a la descarga al nivel cero. Mucho más tarde, contrastado con la clínica, pudo pensar la pulsión de muerte. Este principio en la Física termodinámica, se opone a nociones como equilibrio, homeóstasis: en psicoanálisis, se opone a un estado ideal como fin del trabajo analítico.

El determinismo de los paradigmas en la función creadora de la ciencia, contrasta con la aptitud freudiana de ruptura con ellos, para poder descubrir algo nuevo, por ejemplo, sus maestros en fisiología, Helmontz, Brucke, De Bois, habían hecho un manifiesto en el que juraban, contra toda metafísica, que transformarían todo movimiento del alma en fuerzas fisicoquímicas, y si bien, a veces Freud en su aspiración a un estatuto de cientificidad para su descubrimiento, soñaba que un día la química descubriría la pulsión sexual, de otro lado podía aspirar a reducir la metafísica a la metapsicología, y sin embargo, no retrocedió a romper con este esquema y nombrar bruja a la metapsicología o mitología, a la teoría pulsional.

Por supuesto que son concepciones que siguen teniendo sanciones clínicas: es diferente la dirección de la cura de un análisis que cuenta con la pulsión de muerte en su constructo de la realidad y otra, que no quiere aceptar su existencia. Un psicoanálisis existencial, o un Lacan de postguerra, que con Heidegger, veía el fin del análisis como un encuentro y una asunción del ser-para-la muerte.

Los analistas somos cada vez menos científicos solitarios, encerrados en los consultorios, y para salir del soliloquio delirante hacemos Escuela. Para discutir nuestros fundamentos dialogamos con los otros saberes. Por eso nos avisamos de las revoluciones científicas que necesariamente inciden en nuestro saber, puesto que de un lado, confrontan los pilares de lo que hacemos, y de otro, prueban su validez. En ese sentido podemos verificar la emergencia de nuevos paradigmas, señalaré por lo menos cinco de ellos.

1) La Física cuántica nos dice que todo observador no sólo perturba lo observado y a la observación misma, sino que interviene en la naturaleza del objeto observado y de su observación; lo que tiene como consecuencia que en la investigación científica hoy se impone considerar que el observador es parte de lo observado y de su observación.

Por ejemplo, hay una aparente contradicción en Física cuántica respecto a la naturaleza de la luz, unos dicen que es una onda, otros dicen que es una partícula, un corpúsculo. De acuerdo a ambas teorías se construyen las condiciones del observador y la instrumentación que requiere. Y bien, el resultado es el mismo, la luz es lo uno y lo otro, es onda y es partícula, lo cual rompe con el principio aristotélico de la contradicción y de la identidad, ya que una cosa es a la vez lo uno y lo otro, no en sí, sino a partir del punto de vista del observador.

¿Acaso la Física cuántica está reintroduciendo el sujeto en la ciencia? En todo caso, así sea como una variable, o como un dato objetivable, el observador se introduce para mostrar como el objeto se construye a partir de la teoría del mismo y a la vez esa teoría le permite ver el objeto.

Lo que implica que lo que se quiere explicar está implicado en el paradigma explicativo. Entonces no podemos seguir diciendo que esta Física forcluye el sujeto, aunque sea evidente que la ciencia derivada del paradigma cartesiano si.

En psicoanálisis esto no es una idea extraña, la eliminación de la contradicción en lo inconsciente es posible, por eso podemos pensar en términos antitéticos, podemos hablar de ambivalencia, de amor y de odio simultáneos hacia el objeto, de coexistencia pulsional de la vida y la muerte, de lo consciente y lo inconsciente.

Al descubrir la posición imposible de la neutralidad del analista, Lacan introduce el deseo del analista y además de un fin para el análisis, el pase como dispositivo de verificación. Lo nuevo es entonces que la ciencia redescubra el sujeto en el objeto, el objeto en el sujeto y su interacción, No olvidemos que Lacan mismo aproxima la teoría del objeto en psicoanálisis al objeto del conocimiento, y bien que ésto suscita interrogantes sugestivos, por ejemplo: si el objeto del conocimiento es condensador de goce y causa del deseo del sujeto que conoce. Lacan propone una relación que sería inédita para una teoría del conocimiento y es la fórmula del fantasma ( $ à a).

En Física ésto implica que el objeto es co-construido por el observador quien involucra su paradigma, es decir, un programa que determina su observación. En este sentido, la realidad objetiva es imposible, sólo hay realidades co-construidas por los sujetos que las investigan. La realidad es un constructo imaginario y simbólico. Lacan en su topología de la banda de Moëbius -porque también la topología nos prestó sus paradigmas- muestra que la realidad y lo imaginario son la misma superficie. También nos ha hablado de entidades que existen porque son formales, nombradas, y por ello tienen valor de realidad para los hombres.

Esto es inconciliable con el paradigma según el cual el objeto existe con independencia del observador. En el universo cuántico no existe realidad objetiva afuera del observador, sólo existe la realidad en la medida en que mi interacción la crea, ¿y en psicoanálisis? pues Freud en sus Dos principios del suceder psíquico, hablándonos del yo realidad del comienzo, yo placer purificado, yo realidad del final, no nos dice nada diferente, su texto sobre la denegación tampoco.

La física cuántica además revoluciona con Einstein las categorías kantianas aprioris de todo pensamiento: el tiempo y el espacio como absolutos. Nos hemos acostumbrado a un universo tridimencional que ocupa un espacio ancho, alto y largo y que existe en un tiempo cronológico.

Pero Einstein con su teoría de la relatividad, dinamita estos aprioris e invita a pensar el tiempo y el espacio en una sola categoría. Es lo que permite dar cuenta de las nuevas concepciones, tal vez nuestros nuevos mitos, sobre el origen del cosmos a partir de la teoría del Big-band.

Desde los comienzos del psicoanálisis, nos hemos liberado del tiempo y del espacio kantianos, porque Freud descubrió una nueva dimensión: el inconsciente. Una dimensión que es atópica y atemporal. No por nada el último seminario de Lacan fue sobre La topología y el tiempo, para dar cuenta de la torsión de estas nociones en psicoanálisis y sus incidencias en la clínica. La noción de tiempo lógico, la noción de final de análisis, son un efecto de esa lectura. No obstante, no hemos aún vislumbrado todas las consecuencias. Lacan se replantea un nuevo cogito que le saca consecuencias a la teoría freudiana, no sólo en el enfoque que pretendo argumentar, por ejemplo en la teoría de la transferencia, sino además en la teoría del fantasma fundamental, donde Lacan pone en relación, otro sujeto y otro objeto, pero en su Lógica del fantasma no duda en confrontarlos con el objeto y el sujeto del conocimiento cartesianos, no hemos aún explotado esta veta pero un nuevo cogito, con incidencias epistemológicas se desprende de esa lógica, es enorme escribir un sujeto en una relación de mayor que >, menor que <, v unión e ^ intersección con un objeto muy particular, es lo que implica el "rombo" de la escritura del matema del fantasma ($ à a), y la noción de deseo del analista es crucial allí. Son puntos a desarrollar, mas aún considerando que los paradigmas introducen formas de goce en el horizonte de las épocas, hay allí una relación entre fantasma y paradigma.

2) Otro nuevo paradigma es la teoría del caos. Los físicos de hace 7 años en un congreso como éste, se excusan ante la comunidad científica internacional, y ante la humanidad, por haber excluido fenómenos que no entraban en sus leyes, pero cuya contundencia ahora se imponía. Hoy es innegable el caos para la ciencia, por supuesto que otros saberes ya lo habían señalado, teologías, filosofías. Heráclito ya hablaba del caos generador opuesto al orden y estabilidad, como lo ordenado genésico.

Los sistemas caóticos tienen no obstante vocación de generación de orden, descubren que tanto el orden como el caos son ineliminables, pero además, que pequeñas modificaciones y variaciones, provocan procesos caóticos que tienden a un límite desde el que se dispersa la estructura o se genera una nueva.

En psicoanálisis ese paradigma no nos toma por sorpresa, pues la lógica del descubrimiento freudiano nos condujo a conceptos como el Ello. Concepto que en la segunda teoría tópica, representa un modo de funcionamiento primario, pulsional, caótico del aparato psíquico, en interrelación con órdenes como el superyo y el yo, por supuesto que está por hacer el debate con Lacan de si el ello es una lógica muda, opuesta al inconsciente hablador, tal como del comentario sobre el informe de Daniel Lagache se desprende.

También la pulsión de muerte en su dialógica con la pulsión de vida da una concepción del sujeto donde el orden y el caos son causa y efecto entre sí. En la dimensión de la clínica Freud tenía una consigna Wo es war soll ich werden y dependiendo de su traducción, de su lectura estaremos haciendo o una nueva cura o un nuevo síntoma, tal como es el título de nuestro Encuentro. Pues, si se trata de desalojar el ello para instalar el yo, es igual a liquidar el caos para que reine el orden, pero no hay que olvidar que Lacan demuestra que el yo es sencillamente un síntoma privilegiado. Si en cambio traducimos como: allí donde el ello era el yo debe advenir, es encontrar el lugar de ambos y ocuparse de su relación.

Categorías como la de real y simbólico sirven para pensar a nivel psíquico el límite y alcance del caos, así mismo como también en la cura analítica, pequeñas modificaciones del sujeto respecto a su goce o sus significantes, pueden provocar verdaderas rectificaciones subjetivas y por supuesto, cambios radicales en la vida de un sujeto, pasando por momentos caóticos, de caída de identificaciones, pérdida de los ideales, pero también un nuevo orden puede surgir, no es el hombre nuevo, pero si una relación distinta del sujeto al fantasma, a la pulsión, una responsabilidad ética respecto a su deseo, al amor, al saber, es decir a su vida. La pregunta ¿qué hacer con la pulsión después del análisis?, es una equivalente a ¿cómo tratar en adelante el caos que nos habita? la parte ineliminable, lo real que siempre estará allí. Son hechos demostrados hoy por la clínica del final del análisis y del pase.

3) El paradigma de las estructuras dicipativas también introduce elementos para reflexionar. Dice que son estructuras que evolucionan en y por el desorden sistémico que conllevan en su interior, a partir de pequeñas variaciones del sistema y se aproximan a un punto de bifurcación desde donde muere o salta a lo cualitativo que no obstante contiene el proceso anterior. Es decir que las estructuras dicipativas exportan la entropía y capturan la energía exterior del entorno.

Esta acepción se refiere a sistemas no creados por el hombre y no obstante, puede bien pensarse en teorías de la interacción del sujeto con el medio, cuando en psicoanálisis encontramos un sujeto que pone la pulsión de muerte hacia afuera, aunque la tendencia esencial en el sujeto sea la del masoquismo primario, se puede establecer una relación de similitud con esas estructuras, ya que al igual que ellas el sujeto en psicoanálisis se constituye a partir del Otro, al cual hace existir para configurarse, se requiere del otro como auxiliar, objeto, modelo, enemigo y mientras tanto hace funcionar el sistema psíquico a partir del conflicto psíquico. La producción del síntoma como efecto del conflicto psíquico conlleva que en puntos crísicos se creen formaciones del inconsciente, síntomas que llevan consigo el proceso anterior, las tendencias que lo produjeron y una cierta inercia del goce, que el sujeto tenderá a repetir enmarcada por el fantasma, hasta la muerte o hasta un punto de bifurcación en la cura donde de un salto cualitativo hacia otra cosa. Esta es tal vez de nuevo, una manera de llamar la rectificación subjetiva, o subversión del sujeto.

Son asociaciones no muy libres, esfuerzos de aproximación, de pensar, no sé hasta donde nos conduzcan, pero igualmente se me ocurre que puede ser una explicación al ignorabimus que Freud se planteaba respecto a la pulsión que en un momento describía como corriente corpórea, inervada, vuelta nervio, y luego cualidad psíquica representante afectiva y representante-representativa. Lo que lo condujo a pensar la pulsión como concepto límite entre el cuerpo y el psiquismo. También puede ser una tentativa de explicación, a partir de la teoría de las estructuras dicipativas de ese punto límite que Lacan señala con estupor, para pensar como la cualidad del lenguaje se toma un cuerpo viviente.

4) Otro paradigma señala que lo que percibimos en el mundo exterior es fractal, es decir, que hay una estructura fractal de la naturaleza en virtud de la cual cada partícula es idéntica a la molécula que la contiene etc.,. Los elementos contienen hologramáticamente el conjunto, suena tan delirante como la ciencia misma, pero el resultado escandaloso lo tenemos actualmente en la producción de clones animales donde a partir de una célula, no necesariamente sexual, puede reproducirse un clon del organismo idéntico, porque no decir igual, en todas sus características; es decir que la célula de manera fractal contiene la estructura del organismo del que fue extraído y puede artificialmente reproducirla. Es algo que era ciencia ficción, tal vez ustedes recuerdan la película "Los niños del Brasil" pues bien, estamos a un paso de que sea real, por supuesto que si introducimos la dimensión psicosocial , es decir de lenguaje, se rebatirá esa identidad, pero no deja de ser asombroso porque confirma la mirada del universo fractal, donde la estructura inicial está en la parte y un cierto proceso mecánico predecible matemáticamente, es posible de ser engatillado. Y bien, en el psicoanálisis tenemos conceptos como el de repetición, el automatón, la inercia del goce, el determinismo significante, pero también la Tuché, el azar, el encuentro singular, algo podrá discutirse.

5) Finalmente, encontramos otro paradigma que muestra que de pleno derecho no existen objetos o cosas, sino nexos y nexos de nexos, relaciones y relaciones de relaciones. N y N (n), R y R(r). Esto hace que en el fondo no haya totalidad nouménica, sino complejidad.

Es la manera de demostrar en física la lógica lacaniana del no-todo. Pero renunciar al paradigma del todo, de la totalidad, es algo que nos cuesta, tanto a nivel subjetivo: a la relación sexual, a la armonía, al encuentro con Dios, al sentimiento oceánico, como también cuesta renunciar a ella a nivel de nuestra relación "científica" con el mundo, cuando ya las cosas no son cosas en sí, sino puntos de cruce de la complejidad de relaciones. Es algo que explica que el ser, el objeto (a) no sea una entidad en sí, una cosa, sino una consistencia no deductible sino lógicamente a partir de relaciones de relaciones significantes con las no significantes, es algo que tiene su interés.

En psicoanálisis entonces, en una parte estamos a tono con los nuevos paradigmas, poseemos elementos de nuestro constructo teórico y una práctica que pueden aportar posibilidades de elaboración de los mismos y en esas soluciones también le plantea a las ciencias trabajar con paradigmas psicoanalíticos. Pero hay otra parte del psicoanálisis cimentada sobre antiguos paradigmas y que los analistas no siempre los usamos con consciencia de su historicidad, sus alcances y límites. Además, creo que no nos hemos asomado aún a las consecuencias últimas que dichos paradigmas traen sobre nuestro pensar.

Cuando Lacan se ocupa de Goëdel y de Tarsky para explicar que ningún sistema puede auto-explicarse y auto-probarse totalmente y acude a la matematización, a la topología, a los paradigmas de otras ciencias; es porque se da cuenta que el psicoanálisis como sistema conceptual cerrado no puede menos que desaparecer.

Hoy vivimos en un universo cuántico, así nos aferremos a pensar con paradigmas newtonianos. Nuestro problema no es sólo la clínica, la práctica y sus avatares, tenemos que ocuparnos de los nuevos síntomas y de los nuevos paradigmas que pueden hacer seguir existiendo el psicoanálisis si nos ocupamos de ellos y permitirnos el diálogo con otras ciencias, y que nuestra disciplina no sólo se constituya en una nueva cura, sino en un nuevo saber del hombre... hoy hombre cuántico.


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