Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoNet

Seminario
El psicoanalista y la práctica hospitalaria

http://wwww.edupsi.com/psa-htal
psa-htal@edupsi.com

Organizado por : PsicoMundo

Coordinado por : Lic. Mario Pujó


Clase 8
La verdad no determina la urgencia
Daniel Paola

Transferir clase en archivo .doc de Word para Windows


Todo agrupamiento humano produce efectos de lenguaje característicos.

El argot de los hospitales psiquiátricos posee un dicho, expresado nunca se sabe muy bien si en chiste o como saber consumado, donde la aparición del mayor número de brotes psicóticos o episodios de locura, se vincula a la estación de la primavera.

En similitud al brote de los árboles o las plantas pareciera que los individuos también florecieran en la intensidad de sus episodios y es así que se puede escuchar cuando la demanda de atención supuestamente supera las expectativas : "...y es la época", como si se tratara de una cuestión meteorológica. El momento del tiempo apacible con aumento de la temperatura implica el mayor grado de locura .

El Dr. J. Lacan culmina el Seminario III "Las Psicosis", con un capítulo que se ha dado en llamar "El falo y el meteoro". Allí presenta una crítica al simbolismo de E. Jones en el punto donde este autor hace corresponder cada símbolo en forma unívoca a una representación mental, como el anillo corresponde al dedo. Así nunca podría ser unívoca una representación sobre un anillo matrimonial, determinando para ese individuo estar refiriéndose en forma exclusiva a la vagina, tal cual ese simbolismo sugiere.

Se trata para E. Jones, de una conceptualización del inconsciente donde cada símbolo representa una referencia hasta el punto casi donde S. Freud se nutre como inspiración para rebatir interpretaciones oníricas que le precedieron.

Es un momento donde J. Lacan intenta plantear la cuestión del significante con su significación resistida en la barra que indica la operación de castración, de acuerdo al algoritmo lingüístico: S/s. De esta forma quedamos a salvo de usar un anillo y significar exclusivamente con ello al matrimonio por la vagina con que abrazamos nuestro anular. Es de observar que cuanto más primitivo es el vínculo social, más razón tiene E. Jones en el punto de la absoluta concordancia de algunos símbolos para la comunidad.

En oposición a lo unívoco de la correspondencia absoluta que tendería para el lenguaje el uso del simbolismo, el fenómeno del meteoro se descubre como pura apariencia . Del meteoro solo podemos decir "es eso" y si la lluvia simboliza un beneficio o un castigo de los Dioses para una cultura primitiva, tarde o temprano la físico-química vendrá a aclararnos una secuencia líquido-gaseosa.

 

Que se tarde demasiado en decir que el fenómeno meteorológico "es eso", no invalida la imposibilidad allí de un símbolo que comprometa al sujeto.

Si hay ciclones en el Caribe a los que los meteorólogos ponen casi siempre nombre de mujer, haciendo analogía con el furor femenino que estaría en forma total fuera de control, esto estaría invalidado con el recuerdo de Ayax de Sófocles, quien dando prueba de un furor maníaco destruyó cuanto hallaba a su paso. No sólo el meteoro no obedece a ninguna diferencia sexual, sino que además tanto al huracán como al que está loco sería imposible hablarle, si hablar implica alguna relación a la verdad.

Que a un meteoro no se le pueda hablar como sí se podría hacer con un síntoma, deja las cosas en lo relativo a la verdad en una posición determinada en lo relativo a la urgencia. Si la urgencia se pudiera comparar al descontrol del fenómeno meteorológico, habría que decir que hay un "eso", a lo que no se le puede hablar, si hablar es una referencia al verdad. La urgencia sería un fenómeno de pura apariencia donde no sería posible hablar pero sí dialogar.

En la urgencia no habría posibilidad de otorgar un sentido de verdad a nada ya que en ese momento está alterada la significación. Para el que está loco, en ese momento hay certeza y la relación a la verdad no necesita de ningún otro para su revelación porque está ahí imponiéndose.

La verdad surge si se puede hablar con el partenaire, de ahí su axioma de medio decir, en tanto esta necesidad dual. Si se tratara de un sujeto no ofrecido al habla, el inconsciente como pensamiento se encarga de demostrar alteridad con el enunciado, retornando la cuestión de la dualidad para una enunciación verdadera.

Reservaría la palabra diálogo para otra instancia donde la verdad pueda quedar al margen del compromiso subjetivo. Por algo cuando nos encontramos en el ascensor con los vecinos el diálogo es meteorológico :

- ¡Parece que vino la primavera!

- ¡Y ..., ya era tiempo!

- ¡Aunque a la mañana hizo dos grados!

La palabra vacía que la cortesía hace pronunciar es un ejemplo donde dialogar es posible sin imprimir el encuentro con la verdad que toque al sujeto. Un diálogo en similitud a éste tal vez sea posible de instalar en la urgencia, en la medida que el vacío quede del lado del analista.

Así como al huracán no se le habla con verdad en la medida que no es posible por ahora ni modificar su trayectoria, ni disminuirlo en intensidad y lo único que se hace es alertar sobre su existencia para ponerse a una distancia considerable de su paso, en la urgencia se trataría de un proceder analógico donde el diálogo mantenga la distancia para evitar la ubicación de la verdad.

Mirando documentales sobre recorrido de huracanes, se observa cómo el meteorólogo sólo a posteriori señala el rumbo que el fenómeno ha tenido, pero no hay saber sobre el trayecto a devenir. ¿Será necesario decir lo mismo para la urgencia?

Para dar un ejemplo, voy a referir una situación acontecida en una guardia. Un médico psiquiatra recibía a un paciente ciertamente excitado que en medio de su decir delirante relataba cierta cuestión a las artes marciales. El psiquiatra, lejos de sumarse al diálogo propuesto, se dejó llevar por la situación que hacía del paciente alguien ubicado en el espacio físico de la guardia por fuera del lugar reservado para él, y entonces ordenó que volviera donde se suponía que debía estar. El psiquiatra voló por los aires, ya que el paciente sabía bastante de lo ofrecido al diálogo rechazado.

La culminación del capítulo mencionado "El falo y el meteoro", tiene al final una referencia a la obra de G. Apollinaire "El encantador pudriéndose". J. Lacan toma de esta obra la referencia de un personaje monstruoso para hacer una consideración de la relación padre - hijo respecto de la madre. Voy a tomar por mi parte esta obra en el sentido de la implicancia a la verdad.

Brevemente : Merlín seduce a una doncella que resulta ser la Dama del Lago, hechicera que habita en las profundidades acuáticas. Como condición de aceptar la propuesta amorosa, la doncella disfrazada propone a Merlín, el encantador, que le enseñe sus mejores trucos hipnóticos. Así lo hace Merlín convencido que la doncella - Dama los va a usar con el fin de hipnotizar a su padre para que no sepa que él ha gozado de ella. Una vez que el encantador le enseña sus trucos, ella utiliza los poderes hipnóticos contra él, y logra así encerrarlo en una cripta vivo hasta morir. Su alma no muere y de ultratumba sigue hablando durante toda la obra, con personajes de lo más extraños a quienes no dudaría en calificar como enloquecidos. Al final existe un último diálogo entre Merlín y la Dama del Lago. Dice el encantador : ¡oh tú a quien yo amaba y para quien mis versos esperaban pacientemente desde mi nacimiento, dime la verdad ... !

Es en ese preciso momento de los puntos suspensivos, cuando se produce la pregunta por la verdad, que el relato termina con la Dama sumergiéndose en el lago.

Haciendo una respetuosa analogía, para lo cual solicito cierta indulgencia, esta obra podría referir la relación de la locura y la verdad como incompatibles, donde la interminable serie de personajes tomados por lo que podría suponer como presos de locura por amor u odio hacia el encantador, concluyen en un último pedido de verdad que no encuentra respuesta.

En la urgencia, la verdad no tiene existencia real. Por el contrario, dialogar acompañando el rumbo del meteoro con la distancia necesaria tal vez podría signar de otra manera aquello que tiende a agotarse por sí mismo.

La verdad que compromete al que habla no es urgente, es un obstáculo. En cambio, la pérdida de la relación a la verdad hace de la situación una urgencia. Se trata allí de encontrarse dialogando.


Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoNet

Logo PsicoNet