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Seminario
Psicoanálisis con niños

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Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Coordinado por : Lic. Ariel Pernicone


Clase Nro. 13
Acerca de la transmisión generacional

Laura Cristina Mosqueda


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"A menudo los hijos se nos parecen... Esos que se menean con nuestros gestos... Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir...les vamos transmitiendo nuestras frustraciones con la leche templada y en cada canción".
Joan Manuel Serrat. "Los locos bajitos"

"Tiempos de pasiones maldecidas, que uno trae de otras vidas y las sufre hasta morir".
Enrique Santos Discépolo. "Dolor"

" El destino de un niño está prefigurado en un mito, donde juegan la madre, el padre, el contexto cultural en el que nace, y el vaticinio del oráculo, en una anticipación que, cobrando su eficacia en una dimensión del pasado, donde ha demostrado su certeza, decide un destino presente".
Sigmund Freud. "Moisés y la religión monoteísta".

"Presente, pasado y futuro hilvanados como las cuentas de un collar".
Sigmund Freud. "La Gradiva".

Me propongo trabajar con ustedes el tema de la transmisión de padres a hijos de aquello que, desde el discurso de los padres, y en una verdadera transmisión de inconciente a inconciente, funda al niño en su ser y en su síntoma.

Dice Freud que en las fantasías inconcientes se conjugan lo realmente vivenciado por el sujeto con restos de lo visto y oído, junto con la historia de los padres y antecesores.

Hay una materialidad en esa transmisión "de la historia de los padres y antecesores" y esa es la materialidad de la palabra. Y esa "historia" no es concientemente relatada. Algo se dice, sin saber que se dice y es escuchado de la misma forma: sin saber que se escucha.

La función ya ha comenzado cuando el infans nace. Dice Lacan:..."la frase ha sido comenzada antes de él, ha sido comenzada precisamente por sus padres".

Cuando Freud afirma que el tratamiento de Hans fue llevado a cabo por el padre y que no hubiera podido ser de otra manera..."imposible sustituir el conocimiento de causa en virtud del cual el padre supo interpretar las exteriorizaciones de su hijo", está acercándose a un núcleo de verdad: nadie sabe más de cada pequeño Hans que sus propios padres. Dimensión de saber que no se sabe, saber que no hace conocimiento, pero que está allí y opera.

Acude a mi memoria un ejemplo clínico: Una madre dice de su hijo "Yo quería que se muera...(Tose estrepitosamente)...en manos de los médicos, porque en casa..." Una tos escande el decir y , al hacerlo, permite que una verdad haga su aparición; una verdad por demás intolerable. Los padres hablan, el niño escucha. Ya en el historial de Juanito, Freud nos recuerda que los niños toman las palabras como " cosas del mundo"... podríamos decir más en la lógica del significante que en la del significado.

La función ya comenzó y además su papel es éste, o aquél, o aquel otro. Lugar asignado con mayor o menor espacio para la creatividad interpretativa.

El libreto en parte está escrito, en parte se escribirá. Las máscaras de la tragedia y la comedia ya están listas para el infans.

Única puerta de entrada al escenario de los humanos: a través del mito constituyente y constituído. Constituyente del primer acto de un psiquismo en estructuración; constituído por los fantasmas de los deseantes que lo preceden en la cadena generacional. Condición de vida y al mismo tiempo condición de alienación, función de su dependencia: dice Piera Aulagnier "¡ Pobre His Majestic, el infans! ¡Tan dependiente!

Ese "Quiero que vivas" que Freud señala como condición para que un bebé no muera, ese dique imprescindible a la pura fuerza del accionar pulsional que llevaría al neonato a la muerte, es pronunciado desde la singularidad psíquica de esa mujer y ese hombre que se asoman a la maternidad y a la paternidad desde los precipitados de su propia sexualidad infantil. Es que ellos también llegaron alguna vez a una escena que ya había comenzado.

Escenario del deseo y del contexto cultural en que se nace. Función del lugar de "cada" hijo. Puesta en juego de lo erótico y lo tanático. Es justamente la prevalencia de uno u otro de éstos lo que hace más o menos aplastante el lugar en la estructura, que permite una subjetivación más o menos trabajosa de eso que se hereda.

Se llame como se llame, el psicoanálisis se ocupa desde Freud (con algunos impasses) de esa matriz transindividual del psiquismo en constitución:

Hay a veces también un silencio devastador, un " agujero" en el decir parental que es captado junto con la prohibición de la pregunta, casi con el riesgo de que ella misma podría matar a quien la formule o a aquél a quien fuera dirigida. Recuerdo el caso del niño que había presenciado, siendo casi un bebé, la violación y muerte de su madre y su tía y el secuestro de su padre por parte de efectivos del terrorismo de Estado. Este niño, que fue luego criado por su abuela, a quien nada podía preguntar, ya que ella estaba tomada también en este duelo imposible, esperaba todas las tardes al lado de la ventana ver llegar a sus padres. Una mañana la abuela lo encontró muerto en la cama, víctima de un absolutamente imprevisible paro cardíaco. La consternada mujer sólo pudo decir que la madrugada anterior se había escuchado durante un largo rato un llamativo ulular de sirenas.

Dice Lacan, en " Función y campo de la palabra ": "El inconciente es aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso conciente".

Creo que a esta altura, ya podemos intentar una definición de TRANSMISIÓN. Yo elegiría la que nos proporciona Jacques Hassoun. Él define la transmisión como un DECIR-A-MEDIAS QUE TRANSMITE UN NO-SABIDO.

¿Cómo se transmite (nos preguntamos) de padres a hijos, siendo que ambos están inmersos en la misma representación escénica que los incluye pero que los excede?. ¿Cómo se ignora a veces esa transmisión y se des-conocen sus efectos?

Tomaré dos ejes para intentar responder a estas preguntas:

En "Psicoanálisis y telepatía", después de trabajar varios ejemplos a los que considera probatorios " de la posibilidad de transferencia de un deseo inconciente intenso y de los pensamientos y conocimientos que de él dependen", concluye "... no cualquier pieza de un saber indiferente se ha comunicado por la vía de una inducción sobre una segunda persona, sino que un deseo de una persona, extraordinariamente poderoso, que mantiene con su conciencia un vínculo particular, pudo crearse, con el auxilio de una segunda persona, una expresión conciente levemente velada... No puedo simplificar mi enunciado caracterizando a este deseo como reprimido inconcientemente... Podría describírselo como un deseo sofocado."

Es enigmática la última afirmación del párrafo precedente, acerca del estatuto metapsicológico de aquello que se transmite. Volveremos sobre ésto.

Si Lacan encuentra que este texto freudiano muestra a las claras que el inconciente es el discurso del Otro es, creemos, porque no puede dejar de evocarnos la situación de transmisión entre generaciones, de eso dicho por los padres sin saber que lo dicen y escuchado por el niño al-pie-de-la-letra, sin saber que lo escucha. También volveremos sobre este punto.

Pasemos al segundo eje:

Piera Aulagnier plantea una interpenetración entre el fantasma inconciente en el niño y un enunciado de valor identificante, pronunciado por los padres de una forma particularmente investida, que es escuchado por el niño en una situación emocional muy cargada. El dicho paterno "Tú has matado a tu madre", dirigido a una niña al regreso del entierro de su madre, es enunciado desde la fantasmática de ese hombre que ha perdido a su esposa (¿quién sería para él?) y es oído por la niña desde su propio duelo, por el que seguramente se reactivan en su inconciente representaciones y afectos ligados a su madre, hostilidad, culpa , etc. Es ahí donde algo engancha y cristaliza .

Dice la autora, y aquí retomo lo de la ubicación metapsicológica que en este caso se trata de algo "particularmente no reprimible" a causa de su íntimo entretejido con un enunciado identificatorio. Quiste dice ella. Accidente que golpea la psique infantil.

Enunciado a veces metafórico que es escuchado en forma literal, decodificado de acuerdo al lenguaje pulsional predominante en el momento de ser escuchado.

¿Qué determina en el padre o la madre que eso sea dicho? ¿Cómo le vamos transmitiendo "nuestras frustraciones"? ...Un niño se hace no sólo de un óvulo y un espermatozoide, sino del cruce de dos historias deseantes, de los narcisismos parentales, de lo que no se pudo, de lo que no fue, de "que él tenga lo que yo no tuve", de que nos eternice, continúe el apellido, el linaje, los ideales. Un niño recibe también (y sobre todo) la herencia de lo que no fue...

Al buscar un ejemplo clínico, inmediatamente surge la asociación con un tema propio de mi espacio-tiempo. Pertenezco a la generación "sesentista", lo cual quiso decir en mi país (Argentina), pertenecer a aquel grupo de seres humanos que, enrolados en el ideal solidario propio de la época y en la idea de la construcción de un mundo mejor para un hombre nuevo, fuimos sistemáticamente aniquilados, ya sea por lo real de una desaparición-asesinato, ya por el abolimiento de nuestra capacidad creativa y operativa a través del terror que el Estado instauraba, sobre todo por el silencio con el que cubría su accionar represivo. Muchos de nosotros se fueron al exilio, la mayoría nos quedamos, espalda contra espalda (imposibilitados de vernos de verdad) en un forzado exilio interno.

Ahora bien, ¿qué nos ha pasado con nuestros hijos?. ¿Qué les hemos transmitido en los años posteriores a acunarlos en voz muy baja con las canciones de la Guerra civil española? ¿Qué saben de nosotros cuando teníamos su edad?...¿ Qué nos pasa cuando escuchamos hoy el desalentador escepticismo con el que ellos piensan la vida? . Algo falta y no sabemos qué, algo de lo que no pudimos procesar no pudimos transmitir. Quisimos olvidarnos de demasiado dolor, de la incertidumbre de no saber si viviríamos al otro día o si volveríamos a ver al compañero que acabábamos de dejar en casa... queríamos alejar de nosotros tanto terror real. ¡Tanto trabajo nos había dado olvidarnos de nuestros terrores infantiles!...Y para nuestros hijos ¿ésto formaría parte de esos innombrables que dan cuerpo a los terrores de la niñez? .Dice Beatriz Janín: "... A la vez, en esta imposibilidad de formular un proyecto (los adolescentes de hoy), algo retorna de un momento en que sus padres se encontraron sin poder compartir ideas de futuro y, sobre todo sin poder incluir a ese hijo en un proyecto social". Ellos son los hijos jóvenes de quienes eran sospechosos por el sólo hecho de ser jóvenes. ¿Sospechan de nosotros? ¿Se preguntan para qué nuestra utopía, de qué nos sirvió?. Si pudiéramos procesar (¡qué significante! Proceso de reorganización nacional se autodenominaban los militares golpistas), podríamos transmitirles nuestra utopía.

Las voces y los silencios de la infancia. Intentamos a cada paso desconocerlos, pero están ahí, surcando cada milímetro de nuestro discurso. Sabemos que la "lengua materna" es introducida por la madre pero que, a la vez, el niño sólo podrá hablar si se produce la escansión necesaria entre ambos, para poder llamarla ella deberá ausentarse. Dice Hassoun "...permitirá al niño formular una demanda, sin temor a ser tragado por un SÍ que se le adelanta a sus deseos o por un NO que experimentaría como arrojándolo a las tinieblas de un rechazo absoluto". Recordaba a una madre que, bajo la premisa de hay-que-decir-la-verdad-a-los-niños, le "explicaba" a su hija mayor: "no la empujes a tu hermanita porque se puede caer, golpear e incluso morir y después vienen los gusanos y se la comen"... Exceso obsceno en nombre de la verdad. ¿O acaso el padre de la maravillosa película "La vida es bella" miente?. De ningún modo, él expresa la verdad de su deseo, que no es más que el de no permitir que lo hagan claudicar de su lugar de padre que le proporciona al niño una "vida bella", tanto como pueda serlo. Él le evita a su hijo, justamente, una verdad obscena.

En el otro extremo están los aterradores mantos de silencio extendidos sobre secretos a voces. Esas situaciones en las cuales el niño "no sabe" algo que se relata casi siempre en su presencia, algo que va desde: que es adoptado, que los padres mantienen una situación conyugal desgraciada, que tiene un padre al que creía muerto u otras, hasta acontecimientos de la vida de sus padres y abuelos, acontecimientos traumáticos para ellos, que a veces se han ocultado a través de varias generaciones. Acontecimientos de la historia particular de esta familia o que incluyen al contexto cultural, deportaciones, exilios, traumas de guerra, "desapariciones" y otros horrores... o no tanto, pero vividos como tal. Muchas veces el ocultamiento al niño es intencionalmente conciente, aunque nunca lo son los motivos que llevan a esa intención. Hace un tiempo hablábamos entre analistas de la banalización, en un cierto tipo de cine norteamericano, de la idea de una cura analítica presentándola como el recuerdo o el descubrimiento de un determinado hecho, tras lo cual todo padecer psíquico desaparece. Uno de los presentes acotó: "Mucho me temo que esa sea la idea de cura de los analistas norteamericanos y no sólo de los cineastas". Lo cierto es que ésta es la idea del psicoanálisis teniendo como meta el relleno de las lagunas mnémicas, una idea ampliamente superada por el mismo Freud desde, por lo menos, "Más allá del principio del placer". Se trata de bastante más que de recordar para no repetir, se trata de que la transmisión zafe de los atolladeros de lo no simbolizado y que pueda deslizarse por la lengua sin aplastar al sujeto.

¿De qué lengua? De la lengua materna, de esto escuchado sin saber que se escucha y de este decir a medias, nunca de un voluntarismo explicativo conciente. Todavía sonrío con la ironía de un padre: "Nena portate bien que sino mamá te explica".

El mismo acto de ser nominado por otros, es también un decir a medias que transmite un no sabido: el nombre de pila lo "eligen" los padres y el apellido es la huella de nuestros ancestros.

Las historias contadas como creencias o como relatos fantasiosos, como tradiciones que esa lengua posibilita, tienen su lugar en la transmisión de padres a hijos. Una paciente dice en sesión que su madre le relataba cuando era pequeña, una leyenda de su país de origen según la cual si una niña pasaba por debajo de una de las patas del arco iris se convertiría en varón. ¿Qué efecto subjetivo puede producir esta historia en una niña y por qué una madre cuenta repetidamente ésta y no otra?

Y es entonces cada sujeto, como un Champollion redivivo, quien descifra los caracteres enigmáticos de su piedra Roseta para, en el mejor de los casos, inscribir un acontecimiento en una trama.

Pero ¿qué sucede cuando el niño invoca su historia y su prehistoria y nada ni nadie responde? se pregunta Hassoun. Al faltar una respuesta (aclaro yo: no una respuesta concientemente "prolija" sino aquella posibilitada por un posicionamiento subjetivo y subjetivizante del adulto), "su invocación se volverá desesperada y los ancestros devendrán personajes de pesadilla, inconsistentes, prohibiendo la posibilidad de una continuidad generacional." No olvidemos que el apropiarse de una herencia no asumida está seriamente en cuestión si el pasado no es tal, si un duelo intramitable lo convierte en perpetuo presente. Se me ocurre como un buen ejemplo la idea que propone Ginette Rimbault acerca de que la joven anoréxica hace presente con su cuerpo exánime a un muerto que no pudo ser duelado por la familia, en particular por la madre.

Para que la transmisión sea lograda, es imprescindible que quienes la ofrecen hayan asumido esos elementos en forma subjetiva y los hayan inscripto en su trama y que quien la recibe pueda hacer su propio montaje, que sólo se hará perceptible en un après-coup.

Es entonces claro que este intercambio de palabras incluye al niño y a su entorno y que esa transmisión puede o no ser lograda, dicho esto en el sentido de permitir al sujeto insertarse en su genealogía sin hipotecar neuróticamente su decir. De esta forma podrá a su vez transmitir los emblemas de su linaje a su descendencia, ya que la deuda generacional se paga "hacia abajo", lo que se debe a los padres (una VIDA) se paga a los hijos, dándoles VIDA.

Notas

(1) Jacques Hassoun. Los contrabandistas de la memoria. Ediciones de la Flor.

(2) Piera Aulagnier. El aprendiz de historiador y el maestro brujo.

(3) Beatriz Janín. Aportes para repensar la psicopatología de la infancia y la adolescencia. R.A.P. Nº 40

(4) Dice Joan Manuel Serrat en su canción UTOPÍA: No pases pena /que antes que lleguen los perros, será un buen/ hombre (¿nuestros hijos?) el que la encuentre/ y la cuide hasta que lleguen mejores días/ SIN UTOPÍA/ LA VIDA SERÍA UN ENSAYO PARA LA MUERTE

(5) Jacques Hassoun. Op.cit.

(6) Nicolás Guillén en su bellísimo poema "El apelllido" dice: "Desde la escuela y desde antes/ desde el alba/ cuando apenas era una brizna yo de sueño y llanto/desde entonces me dijeron mi nombre/ un santo y seña para poder hablar con las estrellas/ Tú te llamas, te llamarás/ y luego me entregaron esto que veis escrito en mi tarjeta/ esto que pongo al pie de mis poemas/catorce letras que llevo a cuestas por la calle/...es mi nombre ¿estáis ciertos?/....¿Estáis seguros?/ ¿N o hay nada más que eso que habéis escrito, que eso que habéis sellado con un sello de cólera?/...¿No tengo acaso un abuelo nocturno, con una gran marca negra/ más negra todavía que la piel?/ Una gran marca hecha de un latigazo/...¿Cómo se llama? ¡Oh! Sí, decídmelo/...¿Sabéis mi otro apellido, el que me viene de una tierra enorme?/ El apellido sangriento y capturado que pasó por el mar entre cadenas/ que pasó entre cadenas sobre el mar/¡Ah, no podéis recordarlo! Lo habéis disuelto en tinta inmemorial/...Lo escondisteis creyendo que iba a bajar los ojos yo de la vergüenza/...Pero ¡NO! ¿Podéis creerlo? ¡NO!/ Yo estoy limpio/ brilla mi voz como un metal recién pulido/....Yo soy también el nieto, bisnieto , tataranieto de un esclavo/ que se avergüence el amo./...nombre del triste abuelo ahogado en tintas de notario/¿Qué importa amigos puros?/ Sí puros amigos/ venid a ver mi nombre/ mi nombre interminable hecho de interminables nombres/ el nombre mío/ ajeno / libre y mío/ ajeno y vuestro/ ajeno y libre como el aire.

(7) Ginette Rimbault. Las indomables figuras de la anorexia. Nueva Visión.

 


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