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Seminario
Psicoanálisis con niños

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Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Coordinado por : Lic. Ariel Pernicone


Clase Nro. 19
Algunas intervenciones posibles a partir del juego del garabato

(El garabato como herramienta significante)
Diego Soubiate


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Quisiera compartir con ustedes una herramienta de trabajo que me viene siendo de mucha utilidad en el trabajo con niños, especialmente con los más grandes, en quienes el efecto de la represión, durante el período de latencia, es tal, que la posibilidad de obtener comunicación de sus contenidos inconscientes se dificulta.

Dicha herramienta es el juego llamado "Juego del Garabato", juego ideado por Donald Winnicott, cuya consigna puede ser la siguiente: "Cierro los ojos y hago un mamarracho así nomás, y después vos lo convertís en algo", es decir, a partir de un garabato hecho por el analista, el niño lo continuará haciendo un dibujo. En el turno siguiente los roles se invierten, y es el analista quien continúa el dibujo a partir del garabato del niño. Luego suele pedírsele que comunique que ha dibujado.

Habitualmente, este juego es utilizado por los analistas de niños como una forma de "romper el hielo" con chiquitos para quienes la situación analítica resulta demasiado inhibitoria. Pero este juego, en apariencia simple e inocente, nos brinda una cantidad de posibilidades insospechadas. Si sabemos aprovecharlo, nos abre a toda una nueva dimensión y se transforma en una herramienta de privilegio en el trabajo con niños.

¿Cómo implementarlo?:

En primer lugar la hoja puede ser una hoja cualquiera: Manchada, arrugada, usada. Esto da un aire de despreocupación al juego, de "así nomás", pues la hoja en blanco suele resultar demasiado inhibitoria, y se asemeja a una evaluación, lo cual no es precisamente la idea. Frente a frente con el niño dibujando y el analista tomando notas y observando, el dibujo se transforma en un test, que suele servirle más al analista que al paciente, corriendo el analista el riesgo de quedar en posición de demandante (por esta misma causa Freud abandona la hipnosis y la reemplaza por la asociación libre). En verdad de eso se trata, de que el dibujo sea un pretexto para la asociación libre. Pero además se trata de pensar al dibujo como un sueño, en donde hay representaciones, significantes, que se recortan, que insisten, y que la posición en la escucha del analista (es decir la abstinencia) hace que el analizante niño se escuche, que se de cuenta que forma parte de lo que allí se dice. Pero ¡Cuidado!, abstinencia no es sinónimo de no hacer nada. Justamente en este juego estamos convocados a hacer. Se trata de hacer, no desde nuestro deseo, sino hacer para que la escena lúdica se sostenga.

Recordemos que el juego del "Squiggle" (garabato) es en Winnicott el antecedente directo de la noción de espacio transicional. Es decir, un lugar "entre", intermedio entre analista y paciente, que se va construyendo, que no es de ninguno de los dos, y a la vez es de los dos. Winnicott piensa, además, que el psicoanálisis es un juego sofisticado del siglo XX, y que debe transcurrir en un espacio de juego. Si no hay capacidad de jugar desde el analista, no hay posibilidad de análisis. De la misma manera, si el paciente no tiene constituida la capacidad de juego, es responsabilidad del analista ocuparse de que el paciente pueda constituirla. Es por ello que Winnicott dice que un análisis transcurre en la superposición de las zonas de juego del analista y del paciente. Yo pienso que esto es válido, no solamente en el trabajo con niños, sino también en el trabajo con adultos. Creo que es bueno que un analista sea lo suficientemente plástico y "juguetón" para jugar en la transferencia el rol que el paciente nos pide.

He tomado estas ideas de Winicott, haciéndolas jugar como quien continúa un trazo de un garabato. Pie nso, además, al garabato mismo como un juguete, una cohartada para que la asociación libre del paciente se ponga en marcha. (Dibujar "cualquier cosa", es lo mismo que pedir "Comunique cualquier cosa que se le ocurra", a sabiendas de que nunca es "cualquier cosa", que hay una determinación inconsciente en los dichos del paciente).

Entonces el niño que dibuja, forma parte de lo que allí se dice. El garabato, como el juego, el dibujo (y el sueño), se sostienen sobre una estructura de lenguaje.

Sobre el trazo despojado de sentido del analista se despliega la asociación libre del paciente, es decir, se va armando, en esa zona intermedia, una trama de relato, que implica al sujeto que habla. En esa trama empiezan a recurrir ciertos significantes, que el analista escucha sin juzgar, corregir o criticar y que al retomarlo en el siguiente dibujo va permitiendo que se juegue algo ahí que al niño lo concierne, que algo de un discurso se arme burlando la mirada inhibitoria del otro.

¿Desde donde intervenimos entonces? No por fuera del dibujo, sino desde el dibujo mismo, sostenido en una estr uctura de lenguaje, es decir, desde nuestra propia escucha de los significantes que recorren los dibujo y que aparecen en código visual. Pero también desde el propio inconsciente del analista que se deja sorprender dibujando en "atención flotante". Juan David Nasio dice que lo reprimido en el paciente retorna en el inconsciente del analista, en esas intervenciones que nos toman por sorpresa y que por lo general son las que más eficacia tienen.(Esta es una idea que se deja leer en varios lugares de los "Escritos técnicos" de Freud, es decir la atención flotante como contrapartida de la asociación libre tienen que ver con un grado de comunicación inconsciente). Si el analista puede "escuchar" los dibujos del paciente y si se deja sorprender por sus propios dibujos en atención flotante, no solamente se relanza la deriva asociativa, sino que se va ligando, elaborando, algo de la conflictiva del paciente. Los trazos compartidos por analista y analizante van, a la vez, haciendo letra. El paciente se siente escuchado y se escucha, entonces algo de cómo ese niño está implicado en relación a una satisfacción pulsional respecto de otro, se inscribe.

Dibujo y sueño se nos aparecen en código visual y se sostienen en la estructura significante. Por ello el dibujo, además puede ser analizado de la misma manera que un sueño: Pidiendo asociaciones de cada parte o pequeño detalle del dibujo, como un rébus a descifrar en donde hasta en los detalles más pequeños puede estar expresándose algo de la verdad del sujeto.

Propongo este esquema simple:

Quisiera transmitirles, a modo de ejemplo, una breve viñeta clínica en donde este juego, en un caso gravísimo, permitió una experiencia analítica, acotada, pero no por ello menos valiosa.

Se trata de J. Un niño de 12 años, a quien recibí en consulta a fines de 1997. J. es obeso, y tiene una protuberancia en un cachete que hace que su rostro se vea "deforme". A causa de ello se le practica una biopsia que muestra que la malformación no es maligna. Por razones estéticas se le practicará una intervención quirúrgica en un futuro próximo. J. es adoptado. De su madre biológica se sospecha que está internada en un neuropsiquiátrico con diagnóstico de esquizofrenia. Sus padres adoptivos están divorciados desde 1989. Estuvieron 7 años de novios y 8 años de casados antes de adoptar. Ambos coinciden (y es en lo único que lo hacen), que el problema surge cuando "llega" J. Luego se separan, aunque siguen conviviendo en la misma casa, y esto dura 3 años. Cuando J. tiene 5 años la madre se va de la casa. De ello dice: "Me fui por un conflicto judicial. A J. lo pierdo de vista por 2 años y medio". Desde entonces el niño vive con su padre y con una señora que lo cuida quien es tía de la madre y quien percibe un sueldo por esta tarea. A poco de iniciada la consulta, esta señora es despedida ya que el padre ha formado una nueva pareja que se mudará a la casa cuando se casen. La madre vive en pareja con un médico psiquiatra. Estando de visita en esta casa, J. , en distintas oportunidades hace lo siguiente: orina en un vaso delante de una vecinita; se trepa a la baranda del balcón mientras los demás cenan; mientras su madre duerme y espera que su papá lo pase a buscar, juega con fósforos y quema unas "colas de zorro" que había en un florero. Respecto de esto último, asustado, pide que no lo reten. La madre le contesta "¡Qué te voy a retar, hijo, si estás loco!". Luego de estos episodios, y aconsejada por su pareja, la madre decide hacer una consulta en el Hospital neuropsiquiátrico infantil "Tobar García". Como resultado, se medica al niño con 8 pastillas de Tofranil de 2,5 mg por día, y se inicia un espacio de terapia familiar. Dos mese después de esto es cuando recibo la consulta a instancias de la analista de la madre quien sugiere un psicoanálisis para J.

En las entrevistas a padres, ellos se muestran en absoluto desacuerdo entre sí, salvo en el punto en que coinciden en ubicar el comienzo de los problemas de su vida cuando "aparece" J. , allí "comenzó el circo". Del juzgado vino escaldado. La madre dice que su marido le pegaba, era violento y tomaba, por eso se va de la casa (dejándolo a J. a merced de él). El padre dice que ella "se iba de joda", que "volvía a cualquier hora", que J. siempre estaba " cagado y meado" y que era alimentado solamente a "huevo y picadillo". De J. relata que mientras la madre salía, dormía con él en una cama de una plaza, en la habitación de J. Cuando la madre regresaba, J. volvía a dormir en la cama matrimonial con ella. (De hecho, aún en la actualidad, la madre lo coloca todo el tiempo en el lugar de hombre-pareja que la acosa, y en el lugar de perseguidor, de alguien que podría atacarla). Ya viviendo solo con su padre, J. suele mirar T.V. con él, mientras le toca una pierna. El padre es muy duro con él y suele dirijirse a J. en términos humillantes, desafectivizados y crueles. La madre lo ubica todo el tiempo en el lugar del loco. Nadie parece percibirlo como un niño que sufre.

En entrevistas con él, J . se muestra como un niño apesadumbrado y displicente, identificado al discurso de los padres. A pesar de ello se establece una transferencia suficiente que nos permite trabajar. J. tiene grandes aptitudes para el dibujo. Ese es su principal vehículo de expresión, alternándolo con juegos de mesa. Sus dibujos habituales tienen que ver con animales, principalmente pájaros o animales pequeños y tiernos como el conejo. Luego de algún tiempo de trabajo, durante el cual no faltaron algunos episodios del estilo de los detallados anteriormente que motivaron sucesivos cambios de medicación y dosis, sucede lo siguiente: J. estalla en ira, se encierra en su cuarto y rompe cosas. Intenta cortarse las venas con el vidrio de un reloj pulsera (que en realidad es de plástico), ante lo cual su padre decide internarlo en el psiquiátrico. Camino allí, J. amaga a tirarse de la camioneta en la que iban. Durante la noche de internación, la medicación es aumentada y el niño queda "dopado". El diagnóstico es de "depresión profunda". Luego de esto recibo a J. en mi consultorio. Sus dibujos aludían a imágenes galácticas y planetarias. Al tiempo vuelve a su dosis habitual. No quiero entrar en más detalles del caso pues mi objetivo no es un ateneo sino mostrar el uso de la técnica. Solo diré que para cada episodio violento de J. había una causa de peso generalmente relacionada con un maltrato, descuido o injusticia por parte de alguno de sus padres. Precisamente mi estrategia primera consistió en ubicarlo en los lugares de niño y de sufriente, intentando correrlo del lugar del tonto y del loco al cual estaba identificado.

J. empieza a traer dibujos relacionados con la película "Titanic". Todos aludían al momento del naufragio (Figs. 1 y 2). En ellos leo una forma de mostrar en que situación se sentía (con el agua al cuello), y , a la vez, un pedido de ayuda.

Figura 1 "El agua inunda las cámaras"

Figura 2 "Cuando se quiebra y se hunde el barco"

Una reacción alérgica a la medicación hace que la psiquiatra se la suspenda. En ese contexto, a la sesión siguiente, propongo el juego del garabato. (Para distinguir sus trazos

de los míos, los segundos están resaltados en color rojo).

Figura 3: "Un boludo" (Se toma mucho tiempo para dibujarla)

Figura 4: Aludo a la sesión anterior con el dibujo del "Titanic" poniendo en serie los significantes "boludo" y "Titanic". El primero tiene que ver con la identificación al discurso parental. El segundo condensa su posición de sujeto sufriente.

Figura 5: " No me acuerdo como se llama este bicho comiendo pescado. Tiene una bolsa. Lo otro es un barco basurero. Lleva basura".

Ya podemos ver la repetición de varios significantes fónicos y gráficos: el barco, las olas, los pájaros (en dibujos de sesiones anteriores). Además, el buche del pelícano remite a su imagen corporal (protuberancia del cachete), que él asocia con la basura (¿familiar?) que "lleva".

El juego continúa:

Figura 6: Un pingüino, aclarando que es llamado "pájaro bobo". J. agrega: "No se porque le dicen bobo". ( El dibujo de un pingüino no es intencional, me sorprendo al hacerlo, lo que es intencional es el pescado en la boca para intentar relanzar la deriva asociativa respecto del pelícano).

Figura 7: "Una pava. El fuego. El agua está hirviéndose". Le digo que seguir ahí se va a armar un lío barbaro. Entonces agrega el agua derramándose.

En este último dibujo, no solamente hay insistencias significantes (agua, fuego con forma de oleaje), sino que es el primero donde claramente puede expresar su conflictiva pulsional: el pico de la pava como símbolo fálico, y la ebullición de su deseo sexual puberal. La llama calentando el agua alude a esto último como así también a su situación en la familia: "al rojo vivo".

En ese momento intervengo señalando la deriva significante: "¿Viste qué casualidad?: mirá... boludo (Fig. 3), bobo (Fig. 6), pava (Fig. 7). J. se asombra y se ríe. Me propone hacer él solo un último dibujo:

Figura 8: "El maldito barco". (Por primera vez dibuja al "Titanic" navegando).

En este gráfico se observan dos figuras: una masculina y otra femenina, mirando cada una hacia lados opuestos. J. resalta la figura de popa en forma de caballete "de donde se agarra el cura para rezar". Nuevamente ubica su conflictiva aludiendo al mito familiar, en el cual él ha sido el causante "maldito" de la separación. Entonces digo a J. lo mucho que debe estar sufriendo y lo difícil de su situación, a lo cual asiente apesadumbrado.

Dos sesiones después, la madre anuncia que lo retirará del tratamiento, en medio de una tormenta transferencial negativa. El padre está de acuerdo en continuar el tratamiento neuropsiquiátrico. La expectativa de la psiquiatra es aumentar progresivamente la medicación hasta llegar al litio, medicamento que puede provocar severas lesiones hepáticas.

Pido una última sesión para despedirnos. En ella remarco su dependencia real de sus padres, quienes han decidido, en contra de mi opinión, retirarlo del tratamiento, y, aclarándole que cuando sea mayor, él podrá decidir por él mismo. Intervengo, además señalando el sufrimiento subjetivo que le trae aparejada esta situación. J. pide hacer un dibujo de despedida (Fig. 9 "A"). Conmovido, le agradezco el dibujo y le digo que comprendo lo que quiere comunicarme a través de él. J. se pone nervioso, y con un aire de enojo hacia mi, decide hacerle una corrección (Fig. 9 "B"). Tras esta última sesión no he vuelto a tener noticias suyas.

Figura 9 "A": "Cuidado: bebé a bordo". Otra vez el significante "pájaro", que lleva algo en la boca. Ya no es un pescado ni basura, es un bebé que necesita cuidado. "Pelícano"-"pájaro bobo" , se deslizan hacia "cigüeña" y la pregunta por su orígen.

 

Figura 9 "B": J. se angustia frente a la verdad subjetiva enunciada. Decide entonces apelar al significante que lo nombra y lo hace consistir como objeto de goce de los padres: "¡Peligro!: Bebé maníaco". Se muestra como un tonto y un loco de temer, alienado en el discurso parental que no lo ubica como hijo suyo, sino como hijo de una madre esquizofrénica.

Más allá de lo terrible del caso, el juego del garabato permitió que la dimensión de la verdad de ese sujeto, pueda ser escuchada por él mismo. Espero que la dinámica de la técnica haya sido clara, como así también el material clínico, que tuvo que ser acotado y resumido por obvias razones. De todas maneras vuelvo a recalcar que el acento no está puesto en éste último, sino en las ricas posibilidades que nos da el juego del garabato.

Espero que les sea de utilidad y gracias por permitirme compartirla con ustedes.


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