Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoNet

Seminario
Psicoanálisis con niños

http://wwww.edupsi.com/psa-niños
psa-niños@edupsi.com

Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Coordinado por : Lic. Ariel Pernicone


Clase Nro. 3
Fin de análisis en niños
Lic. Liliana Alonso


Transferir clase en archivo .doc de Word para Windows


Para iniciar un posible tratamiento con niños habrá que considerar vicisitudes particulares que intervienen en éstos, las cuales no siempre se juegan en el análisis con sujetos adultos, más aún si son neuróticos.

Escuchar respecto de quien demanda y qué se demanda, habilitará un camino hacia un tratamiento posible.

Considerando que a la demanda en el análisis con niños, pueden surgir diferentes alternativas, no habiendo una única respuesta posible.

El niño, ser hablante, atravesado por el significante, puede expresar en transferencia sus síntomas, inhibiciones, padecimientos y angustias.

Expresar a través del juego, la escritura, el dibujo y la palabra. Medios de los que se vale el ser hablante, modos que hacen de soporte al decir del niño.

El entorno del niño es el que en primera instancia se dirige al analista, previo desfallecimiento de este entorno al no poder responder a la angustia del niño.

Dice Erik Porge en su artículo "La transferencia entre bambalinas":

"La neurosis de transferencia estalla frente a quien ya no sostiene la transferencia del niño. ... En el desarrollo del discurso de los padres es perceptible que ya no asumen un lugar de sujeto supuesto saber... El punto de ruptura de la transferencia en uno de los padres es ese punto en donde él ya no es más un buen entendedor...

El analista es llevado a cumplir la misma función, a restablecer una transferencia puesta a prueba. Es esto lo que hace en el mejor de los casos. Esto marca el límite del rol del analista en el análisis de niños y permite abordar la cuestión del fin de análisis de niños".

Ha caído un saber que se le suponía a los padres. Lo cual, abrirá brecha a que ahora el niño dirija su pregunta al analista, situado como sujeto supuesto al saber. El cual, propiciará el despliegue de un saber inconciente, el del niño.

El analista se posicionará en su escucha, tratando de intervenir para descifrar discurso en lo que el niño dibuja, juega o expresa de diferentes maneras. Juego entre ambos que se hace posible justamente por la transferencia.

Más allá de los elementos específicos utilizados en la práctica con niños, es en el trabajo centrado en la transferencia, donde el saber supuesto hace de pivote entre paciente y analista. Es por el encuentro que se juega en la transferencia, que podrá desanudarse la estructura del síntoma. En su aspecto significante con el descifrado correspondiente. Y en su cara real, la del goce. Goce putrefacto que se basta a sí mismo (al decir de Lacan).

Es a este lugar, el de saber supuesto, al cual el niño dirige ahora su malestar, su pregunta posible, retornándole significación.

Lo cual no quiere decir que el analista aporte significantes propios, como prótesis a los que brinda el niño en sus juegos. No se trata de dar sentido, sino más bien, el lugar de que se trata es el de interrogación.

Escuchar como el niño responde a lo que el Otro le propone, posibilitando la pregunta: ¿qué me quiere este Otro?, ó, más precisamente: ¿qué desea mi madre?.

Eric Laurent en: "Hay un fin de análisis para los niños", comenta el artículo de Michel Silvestre: "La neurosis infantil según Freud".

Dice Laurent:

"En este artículo Michel Silvestre señala que lo que sabemos del niño es que responde al deseo de la madre. Es lo que está en juego en la metáfora paterna y es lo que cabe esperar del psicoanálisis con un niño: que el niño, de una u otra manera haya asumido, haya dado una versión al deseo de la madre. [La pregunta que el niño se formula es: ¿qué desea mi madre?. Para esta pregunta hay una respuesta, aún si el niño la encuentra al precio de una neurosis. Por el contrario, la pregunta que se formula aquel para quien la castración es la condición de la sexualidad, sería más bien la que formula Freud: ¿qué quiere la mujer?. Aquí, precisamente, no hay respuesta: el significante falta]. "Michel Silvestre concluía su artículo diciendo que el deseo de la mujer es lo que nos conduce a la ausencia de significante en el Otro. El significante falta en el Otro.

Esta conclusión me ha parecido siempre impecable. Solamente añadiría que aunque a esta pregunta le falte el significante, sin embargo hay algo que responde. Lo que responde es el fantasma". (hasta aquí Eric Laurent), (lo que figura entre corchetes son las palabras de Michel Silvestre).

Pensamos la niñez como tiempo inconcluso respecto de la constitución del fantasma. A la espera de la pubertad, donde se ve posibilitado el encuentro con lo real del otro sexo, con su goce sexual, tiempos a los que aún el niño no tiene acceso.

Habrá que esperar para indagar por su elección del fantasma, cuestión no posible todavía por estructura.

Por lo pronto, la intervención de la metáfora paterna pone límites al Otro materno, ese Otro gozador al que habrá que acotar. Falta del Otro mediante, será posible situar al niño en la estructura, habilitando a partir de la pregunta por el deseo del Otro, pregunta sobre la falta en el Otro, sendero que conduce a la configuración de su neurosis.

Si poner un análisis en marcha suele ser difícil, requiere de responsabilidad pensar en su desenlace.

Así como a la demanda en el análisis con niños pueden surgir diferentes alternativas, no habiendo una única respuesta posible; respecto del fin, caben distintas consideraciones. Una opción es no pensarlo como un análisis cerrado. Pensarlo más bien como un análisis incompleto (en relación al análisis de sujetos adultos) por una cuestión de estructura.

Aunque existan (y de esto sabemos bastante quienes trabajamos con niños) más interrupciones que finalizaciones, más bajas que altas, no podemos dejar de preguntarnos respecto de hasta donde se puede llegar en el análisis con niños.

La forma en que se pone en juego la sexualidad, pudiendo llegar a disponer de ella mediante el paso por la pubertad, junto a los cambios que puedan operarse, aún puede quedar en suspenso, aguardando el aposteriori de la resignificación de cómo se han jugado los avatares edípicos.

Freud plantea un límite en la cura: la "roca viva", la imposibilidad de ir más allá. Referido al "penis neid" en la mujer y a la angustia de castración en el varón.

El punto de "horror de saber" es una detención determinada por la castración. Límite en Freud, marcado por una ética, exenta de bienestar.

Una cuestión entonces: el fin no refiere al bien del sujeto.

Horror de saber acerca de la castración, de lo que no se quiere saber nada.

Entonces, si bien la ética del análisis es la misma que en sujetos adultos, ya que se trata de la reducción del goce en pro del deseo, hay diferencias que plantea la clínica. Diferencia de estructura que aún no ha articulado lo imposible del sexo en el uso del fantasma.

Ante el deseo del Otro, el neurótico responde con su fantasma. El niño construirá teorías de acuerdo a los momentos que atraviese su fantasma. Teorías sexuales infantiles que suplen este no saber.

Entonces, por cuestiones estructurales, hay un límite en el análisis con niños.

Mario Waserman, en un artículo llamado: "El final en el análisis con un niño" dice respecto de que es imposible llegar a analizar la vida amorosa, por lo cual nos encontramos con límites naturales que no es necesario forzar.

Y dice: "Podemos pensar en su futuro hasta donde sea posible pensar. ... En el lugar del llenado de las lagunas mnémicas, debería pensarse en la instalación incipiente de un proceso de historización... es decir cierta capacidad en su aparato de contener hechos significativos de la realidad y ubicarse dentro de ellos".

A diferencia del adulto, el niño no puede acceder al análisis de la transferencia amorosa con el analista, puesto que se trata de reubicar al niño en el marco edípico, privilegiando la transferencia natural con los padres.

Esta capacidad de organizar una historización que menciona Waserman, le permitirá al niño contar con propios recursos simbolizantes.

Tampoco podremos predecir o prevenir a la manera de una vacuna cuestiones sobre su futuro.

No siempre, como en los adultos, se trataría de hacer conciente lo inconciente. Muchas veces, lo inconciente debe organizarse como inconciente, o sea, reprimirse para la estructuración del aparato.

El análisis no puede considerarse en el terreno de lo interminable. Lugar de agotamiento tanto para paciente como para analista. Donde el vínculo analítico se pervertiría en un forzamiento que conduciría a un no trabajo sobre el paciente.

Si no hay caída del analista, el paciente quedaría sumergido en las aguas de una eternidad imposible de fundamentar y sostener.

Volviendo al artículo de Porge, éste dice:

"...hay un momento en donde el análisis del niño se detiene y esta detención se señala en relación a la estructura de la relación amorosa que será determinada más tarde.

Entonces, como concluir un análisis con un niño, sabiendo que por una necesidad de estructura, éste permanece inconcluso?.

El fin de las perturbaciones no es forzosamente el fin de la neurosis de transferencia y el fin de esta neurosis no es forzosamente el fin del análisis. ¿Cómo terminar de manera tal que quede inconcluso de una buena manera?.

... hay una distancia que mantener: entre un fin de análisis de neurosis de transferencia y un fin de análisis de la transferencia. Esta distancia es además la garantía de que el sujeto pueda formular una demanda, si siente la necesidad de ello, cuando sea adulto.

...¿Debe tomarse en análisis a un niño?. ... sí, ... a condición de detenerse a tiempo".

(hasta aquí Porge).

En los trastornos psicóticos, las cuestiones se agravan y el sostén se vuelve imperioso. Puesto que hay que considerar que se trata también de adultos con sus propias cuestiones particulares que no pueden sostener al niño. Y muchas veces el marco institucional permite perimetrar tanto al niño como a sus padres.

O, en el caso de niños, con patología orgánica severa, intentar insertar un análisis, será una meta más que importante.

No existe un fin de análisis universal, sino diferentes finalizaciones, que tienen que ver con la singularidad de cada niño en particular. La expresión fin de, podríamos ampliarla a fines, con el propósito de pensar que tejiendo su historia, el niño podrá atravesar cuestiones y vicisitudes impredecibles y llevarlo a demandar otra u otras posibles consultas.

El tiempo debe considerarse en su individualidad, puesto que algunos análisis terminan ahí donde otros recién comienzan.

Puede tratarse de fines parciales, donde se mueven ciertos obstáculos y se finaliza. Pudiendo tratarse de pedido del niño, o de sus padres, o como estrategia del analista, apostando a que en otro momento pueda abrirse un análisis.

Porque quizás no se trata del momento adecuado, pero sí es importante explicitarlo. Para no quedar aliado a que todo está bien y ciertas cuestiones queden sin tocar, aún habiendo logrado satisfacción respecto del motivo de consulta.

No siempre el final coincide con la remitencia de los síntomas. Cuestión que puede ser poco comprensible para los padres. Entenderlo, dependerá de cómo hayan podido, o no, sostener y respetar el espacio analítico del hijo.

Es posible que el analista evalúe como importante la permanencia de los síntomas. Como asimismo puede haber una cura sintomática, y sin embargo hay cuestiones que nos preocupan.

La remisión de los síntomas no implica necesariamente un cambio en la posición subjetiva del niño, que es lo verdaderamente importante.

Se trata de que el niño pueda emerger como sujeto, tanto para él mismo como para sus padres. De posicionarse frente a la castración y a su deseo de manera diferente.

La posición en la escucha del analista, tendrá que dar cuenta del momento del fin, el desenlace deberá dar cuenta que la subjetividad del niño fue atravesada por un análisis.

Eric Laurent analiza como en la enseñanza de Lacan el estatuto del niño se desplaza del falo al objeto a, lo cual implica una basculación de la teoría que afecta al fin de analisis con niños.

Dice: "En un caso es el niño quien puede responder desde el punto de vista fálico y la respuesta que puede dar determina el fin. Cuando el niño tiene una versión del falo no vale la pena continuar, ya es suficiente y aunque todavía tenga que ponerla a prueba, con eso ya basta. En el segundo caso lo que hará falta es que el niño tenga una versión del objeto a.

... se trata de que el niño sea suficientemente cauteloso, que haya hecho el recorrido para separarse, es decir que al menos... haga que su cuerpo no sea el condensador del goce de su madre. Se trata de separar al niño del goce de la madre, oponerse a que sea el cuerpo del niño lo que responda al objeto a.

... Se trata entonces de asegurarnos de que el niño haya localizado este goce en una construcción fantasmática, ya que después de todo al fantasma en el sentido más profundo, más fundamental, nunca llegamos a ponerle la mano encima; solo llegamos a tocar versiones del fantasma".

Las despedidas llevan un tiempo interno particular en cada paciente.

Así es que luego de concluida la última sesión, es posible que el paciente quiera comunicarse con nosotros para contarnos algo.

Los tiempos de cierre suelen iniciarse antes de producirse el mismo. Y también, efectivizarse después, justamente por la pulsación que realiza la transferencia.

Es por esto que en la elaboración de este duelo, hay signos indiscutibles que refieren a los comienzos, ya sea por la conexión con juegos o temas de esos primeros momentos, como así también tener cierta necesidad de volver a ver dibujos o trabajos antes realizados. No ya como demanda al Gran Otro, sino más bien como momentos de elaboración en el camino recorrido.

El analista advierte entonces en el niño un saber que antes se le suponía a él. Algo excede la transferencia.

Saber inconciente que excede haciendo peripecias en la transferencia.

Saberes que se entretejen armando un tramado que algo dirá respecto del lugar que ocupa el niño en la estructura.

La salida se torna necesaria.

Continuar sosteniendo este espacio como aquellas cosas que desearían conservarse para siempre, haría que pierda su valor.

Se complejizan estos tiempos de cierre cuando por ejemplo el analista ha caído como Sujeto Supuesto al Saber para los padres y no aún para el niño. Y en los más de los casos es la palabra de los padres la que prevalece.

Para cerrar estas consideraciones teóricas voy a tomar un párrafo del libro: "Jugar, dibujar, escribir. Psicoanálisis con niños", de Liliana Donzis.

Dice: "Lacan me arrima una vez más, una respuesta enigmática. Dice en el Seminario XXI Los nombres del padre: [El niño está hecho para aprender algo... Es decir para que el nudo se haga bien].

El analista que trabaja con niños puede ser entonces testigo de esta verdad, que en el juego queda contorneada. Juegos del niño que sirven para tejer el nudo de lo real, lo simbólico y lo imaginario. El analista si es convocado a abrir, a reabrir el juego, podrá alcanzar alguna puntada, sostener algún hilo para que el nudo se haga borromeo, para que el nudo se haga bien".

(lo que figura entre corchetes son las palabras de Lacan).

Voy a contar una reseña de un material clínico.

Martín, un niño de 10 años, es derivado a la consulta por el Pediatra que lo atiende.

Concurren los padres a la primer Entrevista, ya que desde hace unos meses que Martín se hace caca.

Se distrae, se encierra, pasa horas sin limpiarse si ellos no le llaman la atención.

El papá piensa que esto que le ocurre se relaciona a lo complicado del colegio y a que aún no creció (cuestión por demás particular ya que se trata de un niño).

Dice el papá: "Con el tema de los jueguitos electrónicos se creó un mundo aparte. Ayer estuvo toda la tarde con los jueguitos. Yo le dije varias veces que pare. Le pregunté si se hizo caca. Cuando dudó, ya se había hecho".

La mamá cree que es porque no se tiene confianza. Tiene miedo. Ella tuvo una operación de hemorroides 3 meses antes de la consulta, pero prefiere descartar asociarlo, ya que con anterioridad Martín se hacía caca.

Dice: "Generalmente se hace con el Family Game".

El abuelo materno, que vivía con ellos y cuidaba del niño, murió de cáncer hacía 2 años.

Agrega: "Para él no existía ni mamá ni papá, era el abuelo".

En su primer Entrevista, Martín dice:

"Vengo porque me hago caca. Algo me impide ir. Ahora estoy más saludable y bien. Como si me hubiese sacado un peso de encima. Estoy más saludable. No tengo la palabra exacta para decir.

El doctor que me vio, me dijo, con perdón de la palabra: ¡el carácter podrido de mi mamá!. Mato a palabras groseras al que tengo al lado.

El año pasado estas calenturas fueron seguidas, ahora me controlo más. Por eso te decía que me saqué un peso de encima".

¿Palabra en falta del padre que lo deja junto al carácter podrido de su madre?

¿Síntoma como modo particular que encontró para hacer barrera al goce de la madre?

En la entrevista siguiente, dice muy contento:

"Tengo un record insuperable con la caca".

El síntoma remite desde ese momento.

No obstante, acordamos con los papás y con el niño en la importancia de continuar con este espacio que recién se iniciaba.

En los primeros momentos del tratamiento, propone juegos con cartas. De una u otra manera, en cada partido, intenta no robarme el pozo.

Incluye a su padre en sus temas. Un padre Inspector, que se ocupa de controlar a los otros, pero que no puede con el carácter podrido de su mujer.

De perderse como caca en el game que juega en este juego familiar, encuentra una salida que expresa en el control que pone en juego en sus juegos. Que pueda jugar en otro lugar que con la mamá.

Continuamos con una serie de sesiones, en las cuales propone jugar al ta-te-ti, insistiendo dentro de lo posible en no ganarme.

(Ilusión de dejar el triunfo de mi lado y la pérdida del lado de él. Pregunta que circula en distintas oportunidades).

Motivado por un concurso de ajedrez que se realiza en la escuela, decide traer su tablero a las sesiones.

Me explica el reglamento y el objetivo del juego: "Matar al Rey contrario".

Organiza para que yo estudie, las posiciones y movimientos de cada pieza.

En las sesiones siguientes jugamos ajedrez, mientras incluye diferentes pérdidas y ganancias en sus relatos.

Habla de la muerte de su abuelo, sus recuerdos y la relación que tiene con sus padres con lo que implica para él ser hijo único, como se incluye con sus pares, etc.

Hablar sobre estas cuestiones, permite que las partidas queden inconclusas.

Lo que lo implica en la importancia de volver.

Trae a sesión, con motivo de su cumpleaños, unas porciones de torta hecha por su madre, las que compartimos partida incompleta mediante.

En una sesión del mes de Diciembre, me trae un obsequio: "un papá Noel".

Decide, como era ya costumbre, iniciar una "partida". Partida que se ocupa de desplegar con notable rapidez.

Dice: "Bueno, hoy sí, Jaque Mate".

Analista: "Bueno, hoy sí".

Doy por concluído el tratamiento en esta sesión. Creo que esta "partida" ha tomado una consistencia particular.

¿Momento del fin?

¿Tiempo de restablecer (al decir de Porge) la transferencia sobre la persona que se reveló como no apta para sostenerla en un momento determinado?

Cualquier posibilidad de estrategiar de antemano los pasos de un tratamiento analítico, resultan dudosas de considerar.

Martín se ocupó de poner en acto en transferencia, de una manera espontánea, el final del juego. A mi entender, el final del tratamiento.

Su producción nos puso a los dos de alguna manera en el mismo lugar. Desde lo conciente, obviamente sabía que podía ganarme la partida desde la primer jugada.

Pero necesitó articular su saber inconciente en otro tiempo.

Otro tiempo, en cuanto a la salida de la transferencia en ese tiempo de la infancia.

Y, otro tiempo, en cuanto a la rearticulación del saber inconciente, como saber que da horror. Y que se rearticula en la pubertad.

Sabe ahora del "family game". Él sabe el lugar que ocupa en la estructura. En todo caso, es aquí el analista quien se anoticia del lugar que Martín ocupa en el "family game".

¿Esto es saber inconciente?. O, este anoticiamiento, en tanto puede quedar reprimido, hará de adulto al saber inconciente?.

¿Qué pasa con la red articulatoria de lo simbólico?

¿Cuál es el recorrido de la representación en la niñez, para que opere como saber operante en la neurosis?

¿Qué se hace con esas pequeñas cosas que se saben?

¿Qué hace pues, un analista de niños respecto del saber?.

 

BIBLIOGRAFIA


Ir a la página principal del Programa de Seminarios por Internet de PsicoNet

Logo PsicoNet