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Seminario
La sexualidad en la obra de Freud

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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por : Lic. Yako Adissi


Clase Nro. 4

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Hola! ¿cómo se han sentido al principiar con la tan controvertida sexualidad? Nuestra aspiración es que hayan transitado con interés por el escrito pergeñado para ustedes y que él los haya mantenido ocupados, pero con el deseo de que dicha ocupación, resultante del interés despertado, no de lugar a una preocupación más, habida cuenta de que son muchas las que nos acompañan en el mundo globalizado de hoy aun cuando a pesar de ello éste hace mucho por acercarnos.

El psicoanálisis, como cualquier disciplina desconocida, resulta de inicio difícil. Tiene el inconveniente que deviene de comprender e integrar a) las representaciones -de las que se ocupa la actividad del pensamiento, es decir, el discernimiento inteligente- y b) el afecto, esa cantidad de excitación inaprensible que Freud llama representación auxiliar de la que se ha servido en su escrito de 1894 Las neuropsicosis de defensa, y que define así: "...en la funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una cantidad –aunque no poseamos medio alguno para medirla-; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos".

La concepción psicoanalítica que nos enseña que toda huella mnémica está acompañada de un monto de afecto o suma de excitación que puede desgajarse y desplazarse a otras representaciones distintas de la que le correspondía, produjo una ruptura en la teoría del conocimiento, porque sobre esta comprobación se asienta la teoría de la represión que, según el creador del psiconálisis, es su pilar fundamental. El fenómeno clínico, lo observable, es la resistencia, desde esta percepción se concibió la teoría de la represión. Se reprime la representación (se desaloja) y se desplaza el afecto. Ya tendremos oportunidad de dialogar un poco más sobre este proceso que nos ha introducido en la concepción de lo inconciente como topos y como dinamismo, en la teoría de la transferencia, en la concepción de la sexualidad infantil que nos ocupará sobremanera, etc.

Es habito en la cultura occidental realizar una escisión entre lo que se considera producto de la razón y aquello que lo es del afecto. Posiblemente como un resabio de nuestros antecesores griegos que establecieron la dualidad cuerpo-alma; el cuerpo era el fundamento de las sensaciones, dando lugar también a los afectos, en tanto el alma era morada de las ideas y de las intelecciones superiores.

En este sentido es pertinente recordar lo que Blas Pascal sostenía: "Hay razones del corazón que la razón no comprende", y según nuestro juicio el psicoanálisis ha posibilitado que las razones del corazón se muden en razones de la razón y que a su vez éstas se transformen en razones del corazón.

Sí, han entendido bien, el psicoanálisis se define por la construcción de una unidad que encuentra su expresión en la síntesis. Un buen análisis se traduce, en realidad, en la adquisición de una buena psicosíntesis, tarea plagada de dificultades porque las ideas, o en lenguaje freudiano, las huellas mnémicas están siempre acompañadas de un monto de afecto que dificulta la tarea que debe llevar a cabo el pensamiento. Pero la pregunta que debemos hacernos es qué cualidad debe tener el afecto para que inhiba la acción del pensar o dificulte su camino.

En este sentido experimentamos diariamente que cuando la emoción nos habita los procesos reflexivos ven limitada su expresividad. Usamos afecto como sinónimo de excitación; somos conscientes de la excitación porque ella nos afecta, pero cuando la afección vivenciada nos desorganiza generando un estado que tiende al desequilibrio, recurrimos al poder equilibrador del pensamiento que por mediaciones asociativas va desgastando ese plus de excitación que nos produce dicha afección. Pero la cualidad excitatoria de un afecto singular, el que es despertado por la sexualidad, excede la capacidad de la razón inteligente para hacerse cargo de él, porque sus primeras inscripciones tuvieron lugar cuando el aparato conceptual no había adquirido aún un desarrollo que posibilitase la metabolización de las representaciones a ella inherentes, soportes de dicho afecto.

La excitación o afecto que proviene de la sexualidad, aun cuando puede ser modificado, a diferencia de lo que ocurre en los animales inferiores, es difícilmente educable, porque la sexualidad en la humanidad sigue un desarrollo que si es observada desde la sexualidad animal tiene las características de una perversión de ella, porque la sexualidad animal es meramente reproductiva. Quizás se daba a ello el que los animales inferiores sigan un desarrollo lineal hacia la madurez sexual, y que consecuentemente accedan más tempranamente en su evolución biológica a la adquisición de la capacidad reproductiva, cuando la humanidad sólo la consigue mediando lo que conocemos como etapa de latencia con los procesos que la definen.

Fíjense ustedes que mencionamos reiterativamente los conceptos de excitación, afecto, sexualidad, y oponiéndoles a ellos –aparentemente- los de razón y pensamiento. En realidad lo que estamos haciendo es relacionarlos no oponerlos, sólo que su relación debe estar precedida por un trabajo para que podamos aprehender que las manifestaciones que por su cualidad son opuestas en la vida psíquica, como lo son las ideas y los afectos, son la puesta en escena de propiedades que adquieren verdadera dimensión de sentido cuando forman parte de una unidad. Como ejemplo nos es útil pensar en una orquesta sinfónica, porque en dicho organismo hay diversos instrumentos, cada uno de ellos con sonoridades disímiles y con cualidades sonoras singulares que aunados constituyen un solo instrumento: la orquesta. Pero la orquesta es el producto de la interrelación de los distintos instrumentos y su riqueza sonora es producto de la integración de la heterogénea complejidad de cada uno de ellos.

Es decir que no podemos esperar que ninguna idea o representación, como se las suele llamar, deje de estar acompañada de una carga afectiva e igualmente esta última no desconoce la existencia de una idea o ideas que la complementen.

Lo explicitado nos lleva a preguntarnos cuál es el significado de la sexualidad en el psicoanálisis y cuál su lugar. Freud nos conduce por sus escritos y nos lleva a comprender que la sexualidad no es una teoría, no es producto de una abstracción teórica, es la manifestación de un hecho que ha sido observado en la clínica preanalítica y que ha dado lugar en el curso de la historia a concepciones que constituyeron luego la posterior teoría psicoanalítica, lo que nos lleva a comprender que toda teoría es la representación conceptual de hechos que la han precedido.

Es con este sentido que tomamos contacto con los distintos escritos freudianos tal como fueron concebidos cronológicamente porque pensamos que así podremos aprehender el derrotero intelectual que el creador del psicoanálisis realizó. Veremos, entonces, surgir la sexualidad en los escritos preanalíticos, que fueron el germen de la posterior concepción de sus Tres ensayos de teoría sexual de 1905 y cuyas concepciones las hallaremos integradas en la ciclópea tarea que fue el análisis de sus propios sueños que le posibilitaron la escritura de lo que es la piedra basal del psicoanálisis: su monumental obra La interpretación de los sueños, de donde emergerán los conceptos fundamentales de inconciente -como tópica y dinamismo-, censura, represión, defensa, transferencia, etc. que en realidad son concepciones ya presentes en sus obras preanalíticas pero que adquieren en el escrito mencionado un sesgo cualitativamente distinto, tal como veremos con el concepto de sexualidad y de libido, concepto que abordaremos ahora al tomar contacto con las llamadas Neurosis actuales que Freud diferenciaba de las Psiconeurosis.

El origen de las neurosis actuales no debe buscarse en los conflictos infantiles sino en el presente, es por ello que los síntomas no son una manifestación simbólica y sobredeterminada, sino que son expresión de la falta o inadecuación de la satisfacción sexual. La neurastenia y la neurosis de angustia integraban las denominadas neurosis actuales, a las que Freud agregó la hipocondría en su trabajo Introducción del narcisismo de 1914.

Freud mantenía una comunicación epistolar intensa con su amigo Fliess a quien le confiaba sus investigaciones resultantes de su tarea clínica. En la carta que le enviara aproximadamente en junio de 1894, que lleva por título: Manuscrito E. ¿Cómo se genera la angustia? Le dice que comprobó que la angustia de sus pacientes tiene que ver con la sexualidad, específicamente con la práctica del coito interrumpido, acotándole que la fuente de la angustia no debe buscarse dentro de lo psíquico, sino en lo físico. Es decir que lo que produce angustia es un factor físico de la vida sexual y se pregunta cual ese es factor físico. Responde que es una acumulación de la tensión sexual física la productora de angustia. ¿Por qué Freud llega a esta conclusión? Porque observó que la angustia aqueja tanto a las mujeres sensibles como a las anestésicas en el coito normal, lo que le permitió deducir que era un aspecto físico de la sexualidad el que no podía tener un decurso adecuado. Transcribiré un párrafo del manuscrito aludido para motivarlos a que lean el texto: "Aleccionado por el hecho de que aún las anestésicas se angustian en el coitus interruptus, uno diría que se trata de una acumulación física de excitación, es decir, una acumulación de tensión sexual física. La acumulación es consecuencia de una descarga estorbada; por tanto, la neurosis de angustia es una neurosis de estasis como la histeria; de ahí la semejanza, y puesto que la angustia no está contenida dentro de lo estancado, uno expresará el hecho diciendo que la angustia ha surgido por mudanza desde la tensión sexual acumulada"(los destacados son del autor).

Freud distingue en este manuscrito dos dinámicas: tensión sexual física y tensión sexual psíquica; la tensión sexual física una vez que traspone el umbral se traspone en excitación psíquica o libido, lo que ratificará en el artículo que lleva por título: Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de ´neurosis de angustia´ también escrito en 1894.

¿Por qué Freud acota que tanto la neurosis de angustia como la histeria son neurosis de estasis, es decir de contención, neurosis que se generan por una contención de tensión, una acumulación de tensión que luego encuentra un cauce equivocado?

Para responder a esta pregunta reiteraremos cómo se generan las neurosis actuales cuyo desencadenante es una motivación actual, exógena porque proviene de un desorden o inadecuación de la vida sexual actual, en tanto las psiconeurosis o también llamadas neurosis de transferencia –ya hablaremos sobre el concepto de transferencia-, como la histeria y la neurosis obsesiva tienen su fuente motivadora en acontecimientos importantes del pasado, acontecimientos que Freud fue encontrando cada vez más alejados en el tiempo hasta llegar a formular su teoría de la sexualidad infantil.

En las neurosis actuales la tensión es producida por un factor externo y cualquier actividad que reduzca la cantidad de excitación puede ser operativa, pero cuando la excitación es endógena, como en las psiconeurosis, lo que posibilita la descarga son sólo las reacciones específicas. En las primeras la fuente excitadora está afuera y en las segundas en el soma.

La tensión endógena se nota cuando alcanza un umbral y a partir de allí es valorizada psíquicamente y se conecta con grupos de representaciones que escenifican el remedio específico, es decir, que a partir de cierto valor la tensión sexual despierta libido psíquica que conduce al coito. Si la acción específica no se produce la tensión psicofísica se vuelve perturbadora, es lo que ocurre en la neurosis de angustia cuando la tensión sexual habiendo alcanzado su valor de umbral no puede encontrar su conexión psíquica, por carencia de representaciones o por rechazo de ellas en función de la educación recibida. Esta situación dificulta la conformación del afecto sexual que es resultante de la maduración psíquica, por consiguiente la tensión física no ligada psíquicamente se transforma en angustia. La acción que transforma la tensión sexual en angustia sustituye al coito como acción específica.

Ahora quizás podamos ver más claramente la diferencia entre tensión sexual física y sexualidad psíquica y cómo esta última se produce en virtud de un procesamiento psíquico que genera afecto sexual y moviliza hacia la acción específica. Cuando esto no es factible la tensión sexual se muda en angustia. Ustedes preguntarán ¿por qué en angustia? Veamos este ejemplo: cuando en un individuo se producen dificultades en la respiración por estar el aire viciado o porque el lugar es pequeño, el afecto que acompaña al proceso orgánico de sofocación es el afecto de angustia, por que la sensación que tiene la persona es como si le faltase espacio interior, se siente ahogado. Recordarán que el término angustia deriva del vocablo angosto que en latín significa estrechez y situación crítica. Habíamos mencionado también el vocablo estasis cuyo significado es detención o contención; pues la acumulación de tensión, es decir, la contención de tensión puede producir un estado crítico, lo que genera a su vez la vivencia de estrechez, es decir, de imposibilidad de contención, y cuando ello ocurre el resultado es la manifestación del afecto de angustia como expresión de la ruptura del equilibrio homeostático, lo que, por otra parte, inhibe los procesos de simbolización.

Merced a esta aparente digresión han podido comprobar que el desarrollo intelectivo-afectivo de la humanidad ha dejado sus marcas en la invención de la lengua, por ello no es casual que los vocablos estasis, con el significado de contención, y detención, y angustia con los significados de estrechez y situación crítica estén íntimamente relacionados.

La angustia es la consecuencia de una sexualidad no simbolizada, no psicologizada. Además Freud acota que la neurosis de angustia tiene síntomas disneicos y palpitaciones que en el coito son sus salidas colaterales, pero disnea y palpitaciones en las neurosis de angustia son sus únicas manifestaciones.

En los escritos que estamos comentando Freud dice que existe una semejanza entre las neurosis de angustia y la histeria, por que tanto en una como en otra hay una suerte de conversión de la excitación, y lo expresa así: "...sólo que en la histeria es una excitación psíquica la que entra por un camino falso, exclusivamente por lo somático, y aquí es una tensión física la que no puede ir por lo psíquico y a raíz de ello permanece en el camino físico" (el destacado es del autor).

El artículo donde Freud justifica la separación de la neurastenia de la neurosis de angustia escrito muy poco después del manuscrito E, es decir, también en 1894, es importante para nuestro propósito porque es una prueba de lo que les hemos expresado cuando les dijimos que la etiología sexual no es una teoría sino el descubrimiento de un hecho; la teoría es la manifestación representacional de ese hecho.

Freud poco a poco se va rindiendo ante la evidencia de una realidad etiológica que sólo se modificaba cuando se variaba la conducta que la expresaba, es decir que la sintomatología desaparecía cuando se corregían las conductas sexuales que desplegaban sus pacientes. Lo valioso de este descubrimiento es la incipiente manifestación de una sexualidad que se mostraba cualitativamente distinta de la conocida en los animales llamados inferiores. La teoría psicoanalítica no sólo no es pansexualista por lo ya expresado en clases anteriores, sino también porque lo que Freud descubre es una sexualidad nueva, una sexualidad que está presente en todo el psicoanálisis no porque sea ella el centro, sino porque unida a la dimensión de la dinámica que se le opone -llamada en un momento pulsiones de autoconservación o pulsiones del yo, y en otro momento pulsiones de muerte- tiene la particularidad de poder ser sublimada formando parte de la génesis de las grandes creaciones culturales. Y si puede ser sublimada, es decir, desviada en parte (y a veces totalmente) del camino que responde a la satisfacción de la necesidad es porque ella está inficionada, es decir, corrompida, pervertida, por la capacidad de simbolizar, de metaforizar que es genuina en los seres humanos. En este sentido es menester mencionar a Octavio Paz quien dice que el erotismo es sexualidad transfigurada: metáfora, porque el agente que mueve el acto erótico y el poético es la imaginación. La imaginación, entonces, inficiona, corrompe la originalidad instintiva sexual, la descentra, la infecta al transformarla en cierto sentido en sexualidad sublimada, en sexualidad recreada, sexualidad que es erotismo y por ello metáfora de aquella sexualidad originaria. "¿Qué dice esa metáfora? Como todas las metáforas, designa algo que está más allá de la realidad que la origina, algo nuevo y distinto de los términos que la componen" (O.Paz).

Decíamos que el creador del psicoanálisis va elaborando los hechos que lo llevan a justificar la separación de la neurastenia de la neurosis de angustia, y lo expresa así: "Se genera neurastenia toda vez que el aligeramiento adecuado (la acción adecuada) es sustituido por uno menos adecuado, o sea, cuando al coito normal, realizado en las condiciones más favorables, lo remplaza una masturbación o una polución espontánea; en cambio llevan a la neurosis de angustia todos los factores que estorban el procesamiento psíquico de la excitación sexual somática. Los fenómenos de la neurosis de angustia se producen cuando la excitación sexual somática desviada de la psique se gasta subcorticalmente, en reacciones de ningún modo adecuadas".

Una teoría es el intento de cercar un hecho, de limitarlo y en este sentido toda teoría es una traducción y en tanto tal, quizás, una traición, a menos que pensemos que las traducciones reeditan la literalidad del hecho. Sabemos que no es así y que es la conciencia de esta traición latente, que de alguna manera está ínsita en la comunicación escrita, lo que nos mantiene en vilo y nos acucia a afinar nuestras percepciones para descubrir aspectos no captados de la facticidad a la que la teoría intenta referirse. En este sentido Freud discierne en el escrito mencionado -los invito a leer detenidamente- qué lleva al psiquismo a caer en lo que llama afecto de angustia, y qué en la neurosis de angustia. Cuando un individuo se siente incapaz de resolver alguna tarea o algún peligro que proviene del mundo externo, cae en el afecto de angustia; en tanto que cuando se siente incapaz de tramitar adecuadamente la excitación sexual endógenamente generada, cae en la neurosis de angustia. Aun cuando afecto y neurosis están estrechamente ligados, el afecto es siempre momentáneo en tanto la neurosis es crónica, esto se debe a que la excitación endógena es constante en tanto la exógena obedece a una acción única.

Recuerdan ustedes que Freud decía en el Manuscrito E que existían similitudes entre la neurosis de angustia y la histeria, aquí agrega que la neurosis de angustia es el correspondiente somático de la histeria porque en las dos neurosis hay acumulación de excitación, insuficiencia psíquica cuya consecuencia es la generación de procesos somáticos anormales y que en ambas en lugar de un procesamiento psíquico se desvía la excitación hacia lo somático. La pregunta es entonces: ¿qué las diferencia? La respuesta la transcribimos: "...la diferencia reside meramente en que la excitación en cuyo desplazamiento {descentramiento} se exterioriza la neurosis es puramente somática en la neurosis de angustia (la excitación sexual somática), mientras que en la histeria es psíquica (provocada por un conflicto)".

Es nuestro deseo de comprender la evolución del concepto de sexualidad en la obra de Freud es menester que sigamos investigando en sus textos qué participación tiene en la génesis de otras neurosis, y para ello, lo reiteramos, creemos pertinente seguir un camino cronológico porque él nos permitirá ir construyendo un fundamento para nuestra intelección de la sexualidad en el desarrollo del pensamiento freudiano.

En Las Neuropsicosis de defensa, obra que ya hemos citado aquí, en su capítulo segundo, Freud se pregunta ¿qué ocurre cuando una persona predispuesta a la neurosis y careciendo de la capacidad convertidora -característica de la histeria- para defenderse de una representación inconciliable, genera el divorcio entre ella y el afecto que la acompaña? La respuesta es que la representación debilitada por la falta de afecto pierde sus conexiones asociativas en la conciencia y su afecto liberado se adhiere a otras representaciones en el ámbito psíquico, que no son inconciliables, y que por este falso enlace se convierten en representaciones obsesivas. Freud acota que aquí también es la vida sexual la que proporciona el afecto penoso y ello es lógico –dice- porque es siempre la vida sexual la que es rechazada, y es este rechazo y la objeción de los pacientes que reconocen haber vivido espanto al señalársele la originaria fuente sexual de sus padecimientos, la que lo lleva a concluir que "la representación obsesiva figura un sustituto o un subrogado de la representación sexual inconciliable y la ha relevado dentro de la conciencia". Además asevera en este escrito que determinados procesos que hacen a la patología se producen sin que el sujeto sea consciente de ello, de manera que indirectamente está asegurando la existencia de procesos inconscientes. Transcribimos el párrafo que dice así: "El divorcio entre la representación sexual y su afecto, y el enlace de este último con otra representación, adecuada pero no inconciliable: he ahí unos procesos que acontecen sin conciencia, que sólo es posible suponer, y ningún análisis clínico-psicológico es capaz de demostrar".

Habíamos dicho que la sexualidad está presente coma una facticidad en toda la obra de Freud, impulsándolo a esbozar una teoría que adquirió forma en sus Tres ensayos... del que pronto nos ocuparemos, pero antes de ello creemos pertinente transitar por uno de sus primeros historiales el de Elisabeth von R., que aconsejamos leer una y otra vez con detenimiento y que ustedes podrán encontrar en la obra "Estudios sobre la histeria" (1893-5), en su apartado II: Historiales clínicos, que está integrado por cinco historiales, cuatro de Freud y el primero de Breuer, el famoso caso Señorita Anna O., que recomendamos leerlo por ser sumamente interesante y porque podrán tomar contacto con una tarea clínica de primera línea relatado con amenidad e inteligencia. Les haré una pequeña síntesis para motivarlos a su lectura.

Anna O. –cuyo nombre era Berta Pappenheim- inició su tratamiento en 1880 finalizándolo en 1882 porque Breuer no quiso continuarlo. La paciente fue tratada con un procedimiento singular porque en ciertas horas del día entraba en un estado autohiponótico, estado que le permitía el acceso a diversos recuerdos a los que en situación de vigilia no podía alcanzar y que eran relatados con lujo de detalles. Luego del relato los síntomas que habían sido generados por los acontecimientos vividos, desaparecían. Breuer llamó a esta conducta método catártico. Es interesante destacar que la paciente le había puesto un nombre a su conducta talking cure (cura hablada) o con una designación más ingeniosa deshollinar la chimenea.

Aun cuando Breuer destacara que la sexualidad estaba poco desarrollada en esta paciente, es interesante destacar que se vio obligado a suspender este tratamiento debido a que su esposa se quejaba porque él le dedicaba mucho tiempo y porque sólo hablaba de ese tema. Breuer tardó en comprender que su esposa estaba celosa y cuando se apercibió, ello lo que provoco una violenta reacción, posiblemente por culpa y remordimiento por un inconfesado amor hacia la paciente -lo que era manifestación de una transferencia del terapeuta sobre la paciente no elaborada-, decidiendo poner fin al tratamiento de Anna O., quien ya estaba muy mejorada. Su decisión abrupta generó en la paciente una recaída, de manera que el mismo día por la tarde fue llamado de urgencia, y cuando llegó al domicilio de Anna O. la encontró bajo los efectos de los dolores de un parto histérico, fin lógico de un embarazo imaginario, del cual Breuer no se dio cuenta, como respuesta de la paciente a los cuidados que él le prodigaba, que en su mundo psíquico tenían el significado de amor correspondido y de coito realizado.

Breuer mediante acción hipnótica sacó a la paciente de ese estado y totalmente alterado, bajo los efectos de sudores fríos, abandono la casa. Al día siguiente su esposa y él partieron hacia Venecia para pasar allí una segunda luna de miel, cuyo resultado fue la concepción de una hija....

Recuerdan que Breuer sostenía que la sexualidad estaba poco desarrollada en Anna O., no habiendo hecho mención de ella en el tratamiento por considerarlo un tema prohibido. Sin proponérselo había descubierto, 12 años antes de Freud, la etiología sexual de la histeria, la transferencia y la transferencia recíproca (término que prefiero al de contratransferencia).

La presencia de la sexualidad como causa etiológica queda claramente explicitada en el embarazo imaginario de su paciente. La transferencia como proyección de clisés del pasado sobre la persona del terapeuta estaba también manifestada en lo que Anna O. esperaba recibir de Breuer y que metafóricamente había recibido, asimismo la transferencia recíproca se aclara: 1) por la actitud intemperante de poner fin al tratamiento al hacerse eco de la patología de su paciente; 2) al negar en su posterior historial clínico la presencia de la sexualidad en la vida anímica de su paciente y 3) por la realización de un viaje con una esposa cuyos celos eran la resultante de la conducta del terapeuta quien no podía dejar de hablar siempre de la tarea que realizaba con Anna O.

Y si nos aventuramos a fantasear podemos preguntarnos si no es extraña la concepción de una hija en dicho viaje, que adulta finalizó su vida suicidándose....

Ahora sí debemos abordar el caso de Elisabeth von R., para acceder a una clara concepción intelectiva y vivencial de la etiología sexual. No obstante estimo que ello debe ser tarea para la próxima clase. Comenzarlo ahora sería atosigarlos con demasiada información que actuará inhibiendo la posibilidad de que ella se mude en formación. Pero sí los dejo leyendo con la esperanza de obtener de ustedes preguntas que incentiven y enriquezcan nuestro diálogo virtual. Entonces: hasta más escribir, que suplanta en nosotros la imposibilidad de vernos.

Notas

(1) Del vocablo griego theáomai que significa: "yo miro, contemplo", deriva el vocablo griego théatron, nuestro castellano teatro; y theoría, que traducimos como teoría y cuyo significado es: "contemplación, meditación, especulación teórica".

(2) Del gr. "stasis", detención, derivado de "hístemi", enfermedad. De la familia del vocablo Estar

(3) Cuando en este contexto decimos representaciones estamos aludiendo al bagaje cultural que interviene en la estructuración del psiquismo y cuyo vehículo son las palabras.

(4) Inficionar es una vocablo que deriva de infecto tomado del latín infectus, participio pasivo de inficere, cuyo significado es infectar que a su vez deriva de facere, cuya traducción es nuestro verbo: hacer. Son sus sinónimos: emponzoñar, envenenar, corromper.

(5) "La llama doble – Amor y erotismo"; ediciones Galaxia Gutenberg (1997).

(6) Freud repitió estas palabras confirmatoriamente en su obra Inhibición, síntoma y angustia publicada en 1926, al finalizar su capítulo IV.

(7) Para los griegos, eliminación de las pasiones por contemplación de las obras de arte, especialmente de la tragedia. En medicina eliminación de sustancias nocivas. En psicoanálisis eliminación de las ideas nocivas. Catártico deriva del griego kathartikós, derivado de katharós que significa: limpio.


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