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Seminario
Transferencia y Resistencia

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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por : Lic. Mario Elkin Ramírez

Clase 4
Primeras definiciones de la resistencia
al análisis y de la transferencia


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Una puntualización de la clase pasada

Überträgung es definida - para terminar con esta referencia - como el proceso mediante el cual el sueño aprehende elementos de los restos diurnos y les da un valor distinto, un significado diferente al que poseía en el instante de su emergencia original. Por eso aparecen como insignificantes, absurdos, vacíos de sentido o mejor vaciados de sentido, despojados del mismo, y a los que el deseo les transfiere un sentido nuevo. Es pues una transferencia de sentido y en este punto no se diferencia del desplazamiento, se trata de que el deseo hace uso de formas que no le pertenecen, las asalta y les carga con una nueva significación.

Jacques-Alain Miller (1) señala que se trata de los disfraces del deseo, que permaneciendo inconsciente, se expresa apoderándose de las representaciones más anodinas. Se expresa desplazándose de lo reprimido hacia una representación cuya banalidad misma la hace aceptable a la consciencia.

Son significantes a los cuales el deseo proporciona un significado diferente y nuevo [en este sentido] la primera transferencia freudiana, es el proceso general de las formaciones del inconsciente…[donde] el deseo se enmascara y se aferra a significantes vaciados, en tanto tales de significación.

En el principio era el Eros: Breuer y Anna O.

Lacan precisa que el comienzo de la experiencia analítica es también histórico (2), y es el amor el que encontramos en dicho comienzo. Este amor es la transferencia, y ésta surgió del encuentro entre un hombre y una mujer llamados Bertha Papenheim y Joseph Breuer

Anna O. era Bertha Papenhei, la reina de las asistentes sociales en Alemania, dice Lacan, a quien incluso, le dedicaron una estampilla de correos. Es de ese encuentro que nació el psicoanálisis y que Anna O. bautizó : talking-cure [cura por la palabra] o aún, deshoyinar la chiminea Chimney sueeping.

Por púdico, o inconveniente que sea el velo mantenido entreabierto, sobre el accidente inaugural que desvía al eminente Breuer de renunciar a dar continuación a la primera experiencia, sensacional, de la talking-cure, es bien evidente que era una historia de amor. Que esta historia de amor existió solamente del lado de la paciente no es tampoco dudoso.

No es suficiente decir en los términos exquisitamente retenidos que son los nuestros, dice Lacan, como Jones lo hace en tal página de su primer volumen de la biografía de Freud, que Breuer debió ser la víctima de lo que llamamos, dice él, una contra-transferencia un poco marcada. Es claro que Breuer ama a su paciente la prueba está de manera evidente en, lo que en parecido caso, es la salida bien burguesa, el retorno a un fervor conyugal reanimado, el viaje a Venecia de urgencia e incluso teniendo como resultado el fruto de una hijita nueva que se añade a la familia, de la que tristemente Jones señala el final, años después, que se confundió con la irrupción catastrófica de los nazis a Viena.

…poco importa que Breuer haya o no resistido. Lo que debemos más bien, bendecir en este momento es el divorcio, ya inscrito diez años adelantado, entre Freud y él. Esto pasó en 1882, y será necesario diez años para que la experiencia de Freud llegue a la obra Estudios sobre la histeria escrito con Breuer, quince años para que Breuer y Freud se separen. Todo esto está aquí. El pequeño Eros cuya malicia en lo más repentino de su sorpresa, golpeó de primero, y luego de la huida del primero encontró su amo en el segundo, Freud.

Eros encontró su amo Freud y desde entonces, es al analista a quien corresponde hacerse amo del amor.

…A diferencia de Breuer, y sea cual sea la causa, el proceder que adoptó Freud hace de él el amo del terrible pequeño Dios. El elige, como Sócrates, servirle para servirse de él.

Años más tarde Lacan revendrá sobre el caso ; para introducirlo citemos un pasaje anterior (3), referido a la bella carnicera. Recordemos que se trata de una paciente de Freud que había tenido un sueño negativo, con el ánimo de contradecirlo ; le dice, que al contrario de su teoría de que el sueño es una realización de deseos, ella ha soñado que queriendo dar una cena no encuentra los recursos.

Freud al interpretar el sueño se decía, descubre que ella tiene el deseo de tener un deseo insatisfecho, lo cual es una conducta que tiene en general en su vida ; a su marido, por ejemplo, que es carnicero, y que siendo un carnicero europeo tiene los medios económicos, le tiene prohibido darle todas las mañanas al desayuno un emparedado de caviar, y luego de prohibirle esto, se queja diciendo que es justamente el caviar lo que querría tomar cada mañana.

Le prohibe darle el caviar, ya que sabe que sólo con pedirlo lo obtendría, pues su marido carnicero suele ponerle poner los puntos sobre las íes a todo el mundo, en el sentido de que sabe nombrar a cada uno aquello que desea. Pero ella quiere descompletarlo, ponerlo en la división, al no poder darle lo que ella desea ya que ella se lo prohibe de antemano.

Lacan dice que con esta estrategia del deseo: lo único que le interesa a la hermosa carnicera es que su marido tenga ganas de esa pequeña nada que ella guarda en reserva.

Créanme que ésta fórmula, totalmente clara cuando se trata de la histeria, se aplica a todos los neuróticos. Ese objeto (a) funcionando en su fantasma, y que les sirve de defensa contra su angustia es también… el cebo con el que consiguen al otro. Y gracias a Dios, a esto le debemos el psicoanálisis.

Hubo una tal Anna O. que algo sabía del asunto como maniobra de juego histérico y que presentó toda su pequeña historia, todos sus fantasmas, a los señores Breuer y Freud, quienes se precipitaron sobre ellos como pecesitos al agua… Freud se maravilla del hecho de que en Ana O. no existía la menor defensa. Ella lo daba todo así. Ninguna necesidad de encarnizarse para obtener el paquete entero. Evidentemente Freud se halla ante una forma generosa del funcionamiento histérico y Por eso Breuer rudamente lo sintió pasar; porque con el formidable cebo se tragó esa pequeña nada y pasó cierto tiempo en regurgitarla. No quiso saber más del asunto.

Eso que se llama entonces la car…nada, es que el objeto (a) y funciona allí todo el tiempo con los semejantes cuando se trata del amor, que es el plano que vela el fantasma, es decir que hay velamientos del fantasma en el amor, el fantasma es algo con lo que el sujeto se defiende de la angustia que le procura la irrupción del deseo del otro, pero también es la car-nada agalmática con que se pesca al otro, con lo que se atrapa en el amor, y luego se verá que es de esa car-nada que también se trata en la transferencia.

Fue lo que le pasó a Breuer, quien, evidentemente, se tragó la car-nada de Bertha Papenheim con todo y anzuelo ; su esposa le decía que se ocupaba demasiado de la Bertha, y luego del afaire Breuer no quiso saber nada más del asunto, lo enterró, y fue gracias a la insistencia de Freud ,que muchos años después, dio a luz el historial.

Puede también decirse que este fue el primer control en la historia del psicoanálisis, cuando Breuer contó lo sucedido a Freud y éste tomó a su cargo la paciente corrigiendo la dirección de la cura.

Felizmente Freud era neurótico -continua Lacan- y como a la vez inteligente y valeroso supo servirse de su propia angustia ante su deseo -angustia que se hallaba en el origen de su ridículo apego a esa imposible mujer que lo enterró y se llamaba la señora Freud- y supo servirse de ella para proyectar sobre la pantalla radiográfica su fidelidad a ese objeto fantasmático, para reconocer en él, sin parpadear siquiera un instante, lo que había que hacer, o sea, comprender para qué servía todo eso y admitir enteramente que Anna O. apuntaba perfectamente a él, a Freud; pero él era un poquito mas duro de conseguir que el otro, Breuer. A esto le debemos hacer entrado por medio del fantasma en el mecanismo del análisis y en un empleo racional de la transferencia.

Esto es esencial, porque en esa pequeña nada se fundó el psicoanálisis. Al principio parece un chisme, donde un hombre resistió mejor que otro a la seducción de Anna O. Pero ¿donde estuvo, según Lacan, la diferencia entre los dos hombres ? en que se defendían de su deseo de manera distinta, Freud mediante su carácter uxurioso, tal como Lacan lo nombra en otro lugar. Es decir, ese apego a una sola mujer, a Martha Bernays a quien, aún sin amarla, tal como lo confiesa en el análisis de su sueño sobre la monografía botánica, se mantuvo fiel de manera abnegada. El otro encontró como solución la huida.

Todo dependió finalmente de las características personales del analista: valeroso, neurótico, inteligente y uxurioso. El deseo del analista es el que está entonces en el centro del asunto. Deseo que después, se desprenderá por fortuna de las características personales de un Freud para volverse un concepto, tal como lo ha dilucidado en su tesis de D.E.A. mi profesor Sege Cottet (4).

Pero fue el carácter uxurioso de Freud, su apego a su mujer en la que reconoció su objeto fantasmático, lo que le permitió sortear diferentemente el problema del amor de Anna O. hacia él, y además, aprender a servirse de dicho deseo, darle un empleo racional, encuadrarlo dentro del mecanismo del análisis, comprenderlo y saber hacer uso de él bajo el nombre de transferencia, es decir, hacerse su amo .

Puede avanzarse un paso más revisando otra referencia de Lacan a esta acta de nacimiento de la transferencia y del psicoanálisis (5).

Se trata de la puerta de entrada del inconsciente en el horizonte de Freud… Es a propósito de Anna O. que se ha descubierto la transferencia…Breuer estaba encantado con la operación que se llevaba a cabo con la susodicha -todo parecía andar como sobre ruedas. En aquel momento nadie hubiese puesto objeciones al significante y a charlotear y las cosas iban cada vez mejor. Era la Chimney-cure, la limpieza de la chiminea. Ni la menor huella en todo aquello de algo embarazoso, fíjense bien. Nada de sexualidad, ni con microscopio ni con catalejo.

La sexualidad entra de todos modos, pero por Breuer. La cosa llega incluso a sus oídos, porque se lo dicen en su casa: te estás ocupando demasiado de ella. Ante esto, el buen hombre alarmado, y buen marido por demás, decide en efecto que ya basta -con lo cual, como ya saben, la O. muestra las manifestaciones de lo que el lenguaje científico se llama pseudocyesis, que quiere decir simplemente el baloncito de un embarazo que se califica de nervioso…

¿Qué muestra?… digamos simplemente que el demonio de la sexualidad muestra un funcionamiento natural de los signos. En este plano no son significantes, pues el falo balón es un síntoma y, según la definición del signo, algo para alguien. El significante, que es una cosa muy distinta, representa un sujeto para otro significante.

Es singular que Lacan se esmere en mostrar por donde entra de todos modos la sexualidad en la transferencia, ya que en el Seminario XI, trata la transferencia como un concepto fundamental del psicoanálisis, y puede decir de ella que es la realidad sexual del inconsciente. Fórmula a la que necesariamente se llegará después en este recorrido, pero que en cortocircuito, puede comprenderse, en la medida en que desde el origen de la misma se observa que se trata de algo sexual, nada menos que del embarazo histérico de una paciente enamorada de Breuer, quien se ocupaba con mucha solicitud de ella, y a la que al anunciarle la interrupción de las sesiones, se embaraza. Piénsese que esto se desarrolla en la Viena victoriana del siglo pasado, y este fenómeno no se reconocía como transferencia, de allí al pánico de Breuer ; su reputación, su matrimonio, estaban en juego, y sobre todo el hecho que él no había tocado a la paciente, embarazada, sin embargo, nerviosamente por obra y gracia de algo en el tratamiento. Por obra y gracia del deseo de Breuer.

Lacan interpreta ese embarazo no como un significante sino como un signo. Algo para alguien ; evidentemente, Bertha le daba un hijo a Breuer, lo cual era un signo dirigido a él.

Gran diferencia que hay que articular muy bien en esta ocasión- continua Lacan- pues no sin razón se tiende a decir que todo esto, como dice la canción, es culpa de Bertha. Pero les ruego dirijan su pensamiento hacia la tesis siguiente: ¿Por qué no considerar más bien el embarazo de Bertha, según mi fórmula el deseo del hombre es el deseo del otro, como manifestación del deseo de Breuer? ¿Por qué no pensar que era Breuer quien deseaba un hijo?

Les daré la prueba, y es que Breuer se va a Italia con su mujer y no tarda en embarazarla, como recuerda Jones a su interlocutor -en embarazarla de un hijo, dice el imperturbable galés, que por haber nacido en esas condiciones acaba de suicidarse en el momento en que él estaba hablando.

Dejemos de lado lo que pueda pensarse, en efecto, de un deseo que no es ajeno ni siquiera a un desenlace como éste. Pero fijémonos en lo que Freud le dice a Breuer: ¡Pero bueno! A qué tanto lío. La transferencia es la espontaneidad del inconsciente de la Bertha esa. No es el tuyo, no es tu deseo, es el deseo del otro. Con lo cual considero que Freud trata a Breuer como un histérico, pues le dice: tu deseo del otro.

Es verdaderamente un vuelco sorprendente, pues coloca de manera central en le concepto de deseo del analista. Un deseo que como pueden verificarse en el caso, tiene consecuencias embarazosas.

De inmediato surge la pregunta por ¿qué desea un analista? e incluso surge una inquietud, debido a que bajo sugestión el analizante se pondrá a realizar dicho deseo. Se tiene en este sentido que evocar la ética. Es por esta razón, por el hecho de que el deseo del hombres es el deseo del otro, que un analista tiene que haberse analizado, y aprehendido cuál es su deseo como sujeto y en qué fantasma se realiza.

Suena contundente, pero esta es otra verificación del por qué un analista que no analiza con su fin de análisis, y esto es que sabe algo de su deseo, no le queda más que analizar con su fantasma, lo cual provoca actos fuera y dentro de la cura. Lacan lo evoca cuando dice el fantasma de Winnicot de la madre suficientemente buena, o de Ferenczi dice que es el hijo que se engendra a sí mismo y analiza las consecuencias de esto en sus teorizaciones y en su clínica.

Pero, eso también hace pertinente la observación de que un analista tiene que responsabilizarse de su deseo como persona, para que esto no incida en sus curas. Por ello dice Lacan que en la situación analítica no hay espacio para los intereses y deseos de la persona del analista, dice que éstos se deben borrar, el deseo del analista, como concepto, es otra cosa que el deseo del sujeto que soporta la función de analista ; en la medida que se avance en la reflexión de la transferencia se impone de manera cada vez más masiva el esclarecimiento del concepto de deseo del analista. Más aún, cuando se puede generalizar lo que Lacan propone a continuación :

Esto nos lleva a la pregunta acerca de lo que el deseo de Freud determinó, al desviar toda la captación de la transferencia en ese sentido que ahora ha alcanzado los extremos de lo absurdo, a tal punto que un analista puede decir que toda la teoría de la transferencia no es más que una defensa del analista.

Yo le doy un vuelco a este término extremo. Muestro exactamente su otra cara al decir que es el deseo del analista… Con esta clave lean una visión general de la transferencia que puede escribir cualquiera. Alguien que escribe un Que seis-je? Sobre psicoanálisis puede también hacer una visión general de la transferencia. Lean pues, esa revisión general de la transferencia, ya suficientemente designada aquí, y que esta mira les sirva de guía.

Se decía que fue desde su posición uxuriosa que Freud pudo enfrentar diferentemente la transferencia en Anna O y los siguientes casos. e incluso, hacerse amo del pequeño Dios Eros para inventar por ese medio el psicoanálisis. Pero Freud no pidió la uxuria para todos los analistas. Sin embargo, en virtud de que es un fenómeno que se le impuso, tuvo que idear reglas técnicas para el manejo de la transferencia, por eso habla de abstinencia, que no deja de tener connotación de la abstinencia sexual, es porque también él sabia d los efectos del deseo en el otro en la histeria, así hubiera sido necesario esperar a Lacan para tener la fórmula del deseo.

Un Que seis-je? es una colección de pequeños libros de bolsillo que circula en Francia, y donde hay especies de compendios de todos los saberes al alcance de todos, sería un ¿qué sé de la transferencia? lo que pide, es un poco entre ironía y desafío.

Revisar tal como se pretende en este Seminario el recorrido diacrónico por la obra de Freud de los conceptos de transferencia y resistencia, cruzado con el corte sincrónico de las referencias pertinentes de Lacan a los pasajes que revisamos, tal vez sea el "Que seis-je du transfert.

Pero de paso, Lacan da un plan para esta revisión, he ahí un plan: ¿Qué es la transferencia, a la luz de la fórmula lacaniana: el deseo del hombre es el deseo del otro?

Finalmente evoca en otro Seminario (6), como la transferencia surgió de esta historieta de amor : a saber la historia de Breuer y Anna O. que entre nosotros muestra cosas mucho más interesantes… quiero decir que se pondrá de relieve la relación tercera, por supuesto, el hecho de que Freud haya podido al principio protegerse, defenderse a sí mismo, como se dice, de la transferencia, poniéndose al abrigo del hecho de que, cómo él le dice a su novia, porque ella también aparece, la novia, naturalmente, en la explicación en cuestión, porque va a tratarse nada menos que del acta de nacimiento del psicoanálisis, él le va a decir a su novia que son cosas, obviamente, que sólo pueden pasarle a un tipo como Breuer; un cierto estilo de pertinencia, de audacia barata, que va a mostrarnos a la transferencia como ligada totalmente a sus conjunciones accidentales.

Dos nuevos elementos se desprenden de aquí; primero que del mismo modo que la mujer de Breuer aparece en el relato diciéndole que se ocupa demasiado de su paciente, aparece la novia de Freud, a la que él asegura su fidelidad, comparando su conducta con la del otro, un hombre más fácil. Esto revela de un lado que en la transferencia todo no es un asunto simplemente de dos, hay al menos tres, después esto cobrará un mayor sentido.

En segundo lugar, Freud liga en ese comentario la transferencia a conjunciones accidentales. De un lado a particularidades del analista, error que luego pagará como se verá en sus propios casos, pero del que para provecho saca enseñanzas. Y del otro lado, a encuentros accidentales. Lo que en boca de Lacan se dilucidará como lo que hay en la transferencia de Tyché y de Automaton, otro hilo que se deberá anudar después.

En una nota de Strachey, a píe de página en los Estudios sobre la histeria (7) relata lo siguiente: En una oportunidad Freud me dijo señalándome con el dedo este pasaje del libro, que había una laguna en el texto. Se refería al episodio que puso fin al tratamiento de Anna O., y me lo narró a continuación. Aludió brevemente a él en su Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico -donde adoptando el punto de vista de Breuer, lo llamó "susceso abverso" y en la Presentación autobiográfica. Hizo un relato mucho más completo del asunto en su carta a Stefan Zweig del 2 de junio de 1932. Ernest Jones relata todo el incidente en su biografía de Freud. Bastará decir -anota Strachey- que cuando el tratamiento había llegado en apariencia a una consumación favorable, la paciente exteriorizó de pronto una intensa transferencia positiva no analizada hacia Breuer, de inequívoca naturaleza sexual. Según Freud, fue esto lo que movió a Breuer a postergar por tantos años la publicación del historial clínico y lo llevó, a la postre, a rehusar toda colaboración a Freud en las ulteriores investigaciones de éste.

Freud sabía que la naturaleza de la transferencia es sexual, es un saber que él pagó con creces, no era entonces por que se trataba de un tipo como Breuer sino por un rasgo estructural de la transferencia. La transferencia es sexual, es la realidad sexual del inconsciente. Se sabe entonces que fue con el pequeño Dios Eros que tropezó Breuer en el acta de nacimientos de la transferencia y con ella del psicoanálisis, ese fue el encuentro; pero fue Freud quien se hizo el amo del pequeño terrible Dios y se puso a su servicio para luego ponerlo a trabajar, esto le implicó abandonar la sugestión. La transferencia fue el concepto cuya función en la cura se convirtió en el medio de poner a trabajar el amor.

(1) Miller Jacques Alain Recorrido de Lacan, Ed. Hacia el tercer Encuentro del Campo Freudiano, Buenos Aires. 1984. p. 63

(2) Lacan Jacques El Seminario, libro VIII, Le transfert, Seuil, París, p. 12, 16

(3) Lacan Jacques El Seminario, libro X, La angustia, lección de 5 XII 1962, inédito

(4) Cottet Serge, Freud et le désir de l’analyste, París, Navarin

(5) Lacan Jacques, El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, p. 163

(6) Lacan Jacques, El Seminario, libro XV, El acto psicoanalítico, lección del 22-XI-1967, inédito

(7) Freud Sigmund, Estudios sobre la histeria, amorrortu Editores, t. II, p. 63


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