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Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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epistemepsa@edupsi.com

Organizado por : PsicoMundo

Dictado por :
Oscar Pablo Zelis


Clase 1


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            Bienvenidos a esta, la primera clase de este seminario. Para abrir juego, retomaremos lo planteado en el texto de Presentación, ahora con la oportunidad de explayarnos un poco más sobre cada ítem.

¿Porqué articular epistemología y psicoanálisis?

Hay varias razones, que implicaron que esta articulación esté presente desde los orígenes mismos del psicoanálisis. Y, tomando quizás sus dos mayores representantes, es ya aceptado que Freud siempre bregó para que el psicoanálisis fuera reconocido por su entorno científico, y que Lacan, menos seguro de la necesidad de dicha nominación, no por ello dejó de insistir en el vínculo-tensión necesario entre Psicoanálisis y Ciencia (ver para mayor desarrollo sobre el tema, Seminario Psicoanálisis y Ciencia dictado por Sauval & Albornoz).

No sería aventurado, lo veremos, plantear que Freud intentó realizar con referencia a la ciencia una operación homóloga a la “alienación”, mientras que le ha tocado a Lacan la “separación” del psicoanálisis de la ciencia. Los conceptos son de Lacan  y posibilitan establecer una serie particular que incluye una secuencia lógica. Si la “alienación” fue la “elección forzada” de Freud, la “separación”, por parte de Lacan ha implicado un vouloir (querer). (Sauval & Albornoz, Clase 1)

Si es ciencia, o si no lo es, o si está vinculado a ella, son todas proposiciones que pertenecen al análisis epistemológico.
Con respecto a la época actual, si el psicoanálisis quiere seguir existiendo como disciplina, como praxis –y los psicoanalistas queremos seguir trabajando, insertarnos en los sistemas de salud, poder tener voz en las discusiones sobre subjetividad-,  es necesario que pueda dialogar con los discursos de la época, poder modular sus conceptualizaciones con otras teorizaciones. Y en las confrontaciones con los discursos dominantes de la época, no jugar a ser “la excepción dejada de lado o ignorada” (posición neurótica), sino utilizar todo su potente andamiaje conceptual teórico-práctico para discutir y plantear la validez y necesidad del psicoanálisis ante múltiples problemáticas del ser humano y su mundo.  Pero  además, los que hemos pasado por la experiencia del psicoanálisis desde dentro, tenemos la convicción de su eficacia, de su importancia vital para el sujeto humano, y eso se transforma en un deseo de hacer saber que nuestra práctica puede dar aportes al ser humano integral, aportes que ninguna otra disciplina podría dar. Aportes que logran la mayor evidencia en el alivio o cura de ciertos padecimientos propiamente humanos, ahí donde otros abordajes terapéuticos o medicinales quedan sin recursos.  Por último, la reflexión epistemológica está incluida en la praxis misma del psicoanálisis. Freud decía que el psicoanálisis, además de ser una disciplina terapéutica,  era por sobre todo un método de investigación.

Psicoanálisis es el nombre: 1°) de un método para la investigación de procesos anímicos inaccesibles de otro modo. 2°) De un método terapéutico de perturbaciones neuróticas basado en tal investigación; y 3°) De una serie de conocimientos así adquiridos, que van constituyendo paulatinamente una nueva disciplina científica. (Freud, 1922,  Psicoanálisis y teoría de la libido.)

Y Lacan nos dice que el analista es al menos dos, el que está en la cura para “tener efectos”, y el que teoriza luego sobre su acción (1). Esta última (la acción del analista) puede descomponerse en dos niveles, el nivel epistémico (pregunta por la teoría, los conceptos, su relación con su objeto de abordaje, sus métodos…) y la ética (en íntima conexión con el concepto deseo del analista).

Nosotros en este seminario nos centraremos más en el primer nivel, el más favorable para discutir y articularse con otras teorizaciones epistémicas, y en particular con la ciencia actual, pero veremos que no se podrá obviar completamente la segunda (ética), aunque sea la más difícil de comprender desde una posición cientista (ya veremos más adelante a qué nos referimos con esto, por el momento, pensémoslo como el pensamiento cienficista, positivismo lógico, mecanicismos….).
Pero como decíamos en la Presentación, es un hecho de nuestro mundo actual, de nuestra cultura, de nuestras instituciones, que  hay psicoanálisis, hay psicoanalistas trabajando. Es una evidencia empírica. Por tanto, no habrá necesidad de justificar si puede o no insertarse el psicoanálisis, sino que –dado que ya está inserto y actuando en el mundo humano-, nos pondremos a analizar y conceptualizar su inserción, y su modo peculiar de abordaje de la naturaleza humana. Con más precisión: su modo particular de abordaje de problemáticas de la naturaleza humana. Esta última presentación es la que conecta al psicoanálisis con el propósito general de la ciencia: buscar responder racionalmente (con posibilidad de contrastación empírica) enigmas, problemas, preguntas que surgen de nuestro encuentro con la naturaleza (incluida aquí, la “naturaleza” humana).

El lugar del campo “psi” en la cultura.

Asistimos en la actualidad a algo que parece una paradoja. Como discurso amo (2)–en el sentido de un aparato argumentativo persuasivo y con efecto sugestivo-, podemos ubicar a lo que se llama “discurso de la ciencia”. Decimos discurso, para diferenciarlo del método o los métodos de la ciencia, de la praxis científica (más adelante abordaremos esta diferencia fundamental). Ese discurso se desliza a una especie de pensamiento único que consiste en creer que todo lo que lleva la etiqueta de científico es verdadero. Un primer problema es, por supuesto, cómo se ponen las etiquetas de “científico”, desde qué concepción. Pero el principal es el efecto de sugestión que origina a partir de su popularización y la creencia concomitante, produciendo una regresión en el intelecto, al restringirle su capacidad de indagación de causas, acotándolas solo a los fenómenos medibles, cuantificables; o en su nivel de mayor despliegue, a causas mecánicas, químicas, eléctricas o genéticas.  La paradoja es que para los temas más específicamente humanos –los que nos tocan, los que nos importan, los que influyen en nuestras decisiones, en nuestros estados de ánimo, en nuestros proyectos-, el “sentido común” nos lleva a utilizar palabras, términos, conceptos, que están por fuera de los marcos teóricos de la mecánica, la física, la química, la genética,  la neurobilogía…  El amor, el odio, las relaciones humanas, los conflictos humanos, las pasiones, las decisiones humanas… Lo más científico es, a todos estos fenómenos,  llamarlos “psicológicos”. Y este ya es un primer avance que contradice aquella creencia en apariencia monolítica de lo que llamábamos más arriba discurso cientista, porque éste en su efecto más reduccionista excluye a todo lo psicológico. Aún hoy escuchamos a muchas personas decir: “la psicología no es una ciencia”. Ahora bien, admitida la necesidad de una psicología, la defensa de este discurso actual cientista, es intentar regresionar y reducir todo lo que se diga psicológicamente, a un sustrato (al menos hipotético) orgánico-mecánico-funcional, o a reducirlo a la descripción de efectos y causas mecánico, químico, electro-neuronal, o genético, positivizando así la psicología conductista, y luego la psicología cognitivo-conductual. El mayor avance quizás sea que se admita una comprensión etológica, es decir, incluir la interacción de un organismo con su medio.  Podemos tomar esto, siguiendo a Freud en sus elucubraciones sobre la cultura, como un mecanismo del yo cultural, que se defiende de su división constitutiva y de sus aspectos más difíciles de pensar, con el mecanismo de la represión. Ahora bien, aquellos términos que quedaron reprimidos por la “episteme” yoica instituida, retornan desde el discurso cotidiano no-científico, desde las charlas comunes, desde las palabras que los seres humanos se intercambian en lo concreto de su existencia. Esas palabras son: deseo, pasión, culpa, envidia, rabia, fervor, tristeza, anhelo, ganas, emoción, lucha, bronca, rencor, ideales, venganza,  etc… O a veces mucho más descriptivas, metáforas como “corazón”, “bajón”, “garra”, “mala onda”, “buena vibra”, etc.

Tomemos por ejemplo, un acontecimiento actual, que ha implicado a gran parte de la población mundial. Nos referimos al mundial de futbol que se realiza en Rusia. ¿Cómo explicar las pasiones (comportamientos excesivamente aumentados, que no responden a una indagación cognitiva) que despierta el desempeño de un grupo de jugadores, de los cuales en general no tenemos ningún lazo o relación de vínculo objetivo concreto con ellos? ¿Qué decir de los periodistas y comentadores que de repente se convierten en “psicólogos” y tienden a explicar la baja “perfomance” de Messi por temas de “cabeza” o de “corazón”? En la conferencia de prensa previa al partido (3) que definiría el pase del equipo argentino a los octavos de final, un periodista le pregunta al director técnico: - “¿tienen que jugar más con el corazón o con la cabeza?”-. Y Sampaoli le responde: -“Es un partido para jugar con el corazón”-.  En esos mismos días, encontramos una nota de la sección deportiva de un importante diario argentino comentando el rendimiento de los jugadores de Rugby de los Pumas, donde leemos:

No pueden quedar dudas a esta altura de la historia del deporte que en el alto rendimiento, ante tanta paridad que se aprecia a diario en los aspectos físico, técnico y táctico de un atleta individual o de un equipo, la diferencia entre dos caras que, muchas veces indefectiblemente puede llevar a una victoria o una derrota, hay que buscarla en lo psicológico. En el bocho, para decirlo en buen criollo… (4)

Está claro que con términos de psicología científica como estímulo-respuesta, condicionamiento, reforzamiento, respuesta condicionada, cognición, estress, etc., no podríamos ni siquiera tratar de articular aquellas conductas humanas recién descriptas.
Ahora bien, es la cultura actual la que formula preguntas sobre las conductas humanas, de las cuales aquel discurso cientista no tiene marco teórico para asumirlas. Como dijimos antes, la actitud científica honesta y verdadera, es la que toma la interrogación, y siente la obligación de buscar respuestas. El concepto de identificación, en los distintos tipos desarrollados por Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, y más adelante su articulación con los tres registros (Real, Simbólico e Imaginario) por parte de Lacan, es un instrumento teórico-práctico válido y operativo para dar una explicación de muchos fenómenos humanos inexplicables de otro modo, como las pasiones antes descriptas en el mundo futbolero.  Los conceptos de deseo, inhibición, culpa, Ideal, por decir solo algunos, son también operacionalizables para poder articular una explicación racional de ciertas anomalías en el desempeño esperable de un atleta…

Hablábamos recién de una especia de mecanismo de represión que protege el “Yo” de la cultura. En principio, vemos resurgir esa fuerza, como una tendencia de una parte de la cultura o del pensamiento contemporáneo a reprimir todo lo que el psicoanálisis ha develado y aportado a la intelección de la condición humana. Sin embargo, como decíamos, lo reprimido retorna en la palabra alada (5) de los discursos cotidianos que tratan de dar expresión a las manifestaciones humanas más allá de los rendimientos cognitivos y de los esquemas de aprendizaje. Esta represión o negación, no es solo sobre conceptos psicoanalíticos, sino que se ha perpetrado con muchos otras ideas a lo largo de la historia. Ubiquemos solamente lo que ha pasado con el orden simbólico. Desde la filosofía antropológica, en su momento tuvo relevancia lo expresado por Ernst Cassirer por ejemplo, alrededor de 1930, que denunció que no puede comprenderse verdaderamente la esencia de las problemáticas humanas si no incluimos en su naturaleza al orden simbólico.  Cassirer dirá que una definición más acertada del ser humano sería la de “Homo simbolicus”, y demuestra (como tantos otros) que para la comprensión de la naturaleza humana debe admitirse que una parte de ella está constituida por el orden simbólico, que abarca la cultura, la religión, la ciencia…   

¿Es posible emplear el esquema propuesto por Uexküll (6) para una descripción y caracterización del mundo humano? Es obvio que este mundo no constituye una excepción de esas leyes biológicas que gobiernan la vida de todos los demás organismos. Sin embargo, en el mundo humano encontramos una característica nueva que parece constituir la marca distintiva de la vida del hombre. Su círculo funcional no sólo se ha ampliado cuantitativamente sino que ha sufrido también un cambio cualitativo. El hombre, como si dijéramos, ha descubierto un nuevo método para adaptarse a su ambiente. Entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema simbólico. Esta nueva adquisición transforma la totalidad de la vida humana. (…)  ya no vive solamente en un puro universo físico sino en un universo simbólico (…) Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico. (Cassirer, 1951, pp. 46-48) (7).

Esta evidencia de lo simbólico como constitutivo del ser humano, también es algo que se reniega, niega o reprime, en muchas concepciones actuales que pretenden abordar al sujeto humano, y aquí quizá no cabe otro calificativo que el de negligencia.
En la próxima clase avanzaremos en una concepción de ciencia que no reniegue de su propio método, y por tanto que al dar lugar a las preguntas situadas aquí como pertinentes al campo de la psicología, o “campo psi”, dan lugar a lo que se denomina ciencias psíquicas, o psicología. Esto es, en el mapa de las ciencias concretas, la localización de un lugar topológico necesario destinado a la psicología, que complete la articulación de la praxis científica en su acción esencial: buscar respuestas racionales a los problemas y preguntas que surgen de la confrontación con la naturaleza, incluida la naturaleza humana. Creemos necesario este primer paso, para el abordaje epistemológico del psicoanálisis. Como dijimos en la Presentación, para poder hablar de una relación que abarca psicoanálisis, ciencia y epistemología, tenemos que plantear una relación ente dichos términos. El “ground” común, será este mapa de las ciencias que hemos esbozado recién. Creemos necesario tomar ese lugar que nominamos como psicología o ciencias psíquicas, y ubicar al psicoanálisis en dicho nicho epistémico. Eso dará apertura a nuevas y viejas discusiones, enmarcadas en si el psicoanálisis es una disciplina psicológica, o si se aparte de ésta. Pero epistemológicamente, es necesario pensar esa conexión.

Oscar P. Zelis

Bs. As. 16/7/2018

Notas

(1) Lacan, J. Seminario 22: R. S. I. (inédito). Clase del 10/12/74.

(2) Nos estamos apoyando (como puede ser evidente para un psicoanalista, pero no para alguien no compenetrado con los desarrollos lacanianos) en la conceptualización de los cuatro discursos realizada por Lacan (que a su vez es deudora –al  menos como semilla-,  de Hegel y su dialéctica del Amo y del Esclavo) y que puede consultarse por ejemplo en su Seminario 17: El reverso del psicoanálisis (1969-70); Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1992.

(3) Conferencia de prensa realizada en Rusia el 25/6/2018.

(4) Mariano Ryan: “Jagures cambió el chip Puma y la clasificación quedó al alcance de la mano.” En Diario Clarín del 1/7/2018.

(5) “Palabras aladas”. Expresión utilizada por Homero y tomada por Peirce para referirse a la potencia del dialecto hablado, que puede llegar a producir expresiones mucho más ricas y dinámicas que las que se logra con la palabra escrita. Puede consultarse: José Vericat: “Twitter en las notas de C. S. Peirce”. Publicado en Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 37 (2013.1). Disponible on-line en:  www.unav.es/gep/JoseVericat2013.pdf

(6)   Para Uexküll, la realidad no es una cosa única y homogénea para todos los organismos, sino que cada uno de éstos posee esquemas y patrones diferentes, lo que hace que cada uno tenga lo que puede llamarse “un mundo propio” y una forma de experiencia peculiar.  Cada organismo es un ser monádico. Enel  mundo de una mosca, encontramos solo “cosas de mosca”, y en el mundo de un erizo de mar, encontramos solo “cosas de erizo de mar”.  La única clave para la vida animal nos la proporciona la estructura anatómica de una determinada especia animal. De ella podemos derivar todos los datos necesarios para reconstruir su modo especial de experiencias. Un estudio minucioso de la estructura del cuerpo animal, del número, cualidad y distribución de los diversos órganos de los sentidos y de las condiciones del sistema nervioso, nos proporciona una imagen perfecta del mundo interno y externo del organismo. Cada organismo, hasta el más ínfimo, se halla adaptado y coordinado con su ambiente. Posee un determinado sistema “receptor” y un determinado sistema “efector”. El organismo sobrevive gracias a la cooperación y equilibrio de estos dos sistemas, y son los dos eslabones de lo que Uexküll denomina “círculo funcional”. (Comentario de E. Cassirer del libro de J. v. Uexküll: Umwelt und Innenwelt der Tiere.  Berlín, 1909.).

(7) Ernst Cassirer: “Antropología Filosófica”; México: Fondo de Cultura Económica, 1951.

 

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