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Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por :
Oscar Pablo Zelis


Clase 3


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Retomamos aquello que venimos situando desde la Clase 1: ¿Cuál sería el lugar de “lo psi”, en el mapa de las ciencias? Ya comprobamos y dimos ejemplos de cómo la Cultura y la Sociedad, en su discurso común y cotidiano, reclama ese lugar para las problemáticas psicológicas (denotadas por diversos términos: “lo mental”, “el corazón”; “la cabeza”, etc.). Ahora es el momento de ver sus coordenadas dentro del mapa de las ciencias y ubicar la necesidad que se genera ahí, necesidad que motivó el surgimiento del psicoanálisis.

La Clasificación de las Ciencias (desde Peirce) y el lugar topológico de las ciencias psi.

Uno de los grandes temas de Charles S. Peirce a lo largo de su vida fue la Ciencia. No solo ejerciéndola concretamente, sino estudiando e investigando sus mecanismos. Esto lo lleva en un momento dado a la necesidad de establecer una Clasificación de las ciencias. Su método para articular un mapa clasificatorio de las ciencias, consistirá en partir, no de las ciencias que deberían ser, sino de las que hay.

“Esta clasificación, que pretende basarse en las principales afinidades de los objetos clasificados, no se ocupa de todas las ciencias posibles, ni tampoco de todas las ramas del conocimiento, sino de las ciencias en su condición actual, en tanto diversas empresas de grupos humanos vivos.” (Esbozo de una clasificación de las ciencias. (CP 1.180-202). (c. 1903).

No parte de definiciones previas de ciencia, sino que mira, observa, analiza las ciencias concretas, y de ahí va pensando y haciendo crecer su concepción de ciencia. Comienza con  una idea muy básica de lo que es esencial: la indagación y la búsqueda de respuestas ante problemas, ante enigmas que encontramos en la naturaleza; y cómo el método científico se va delineando, diferenciándose de otros métodos de instalación de creencias (que puntuamos en la Clase 2)  con la condición de ser transmisible y compartido por una comunidad de especialistas. ¿Qué es un hombre de ciencia?

“El hombre que está trabajando de la manera correcta para aprender algo que no se sabe, ya es reconocido por todo hombre de ciencia como uno de ellos. (…) cada uno de ellos recibe una formación para hacer alguna clase particular de observación y experimentos. Por tanto, vivirá en un mundo bastante diferente –un agregado de experiencia bastante diferente- del de los hombres no científicos, e incluso de hombres científicos que siguen líneas de trabajo distintas a la suya. Naturalmente, lee y comenta los escritos de aquellos que, teniendo la misma experiencia, tienen ideas que pueden traducirse a las suyas. Esta sociedad desarrolla concepciones propias. Junten dos hombres de áreas muy diferentes –digamos un bacteriólogo y un astrónomo- y apenas sabrán qué decirse el uno al otro, porque ninguno de los dos ha visto el mundo en el que vive el otro. Es cierto, los dos utilizan instrumentos ópticos, pero las cualidades que un objetivo telescópico busca carecen de utilidad para un objetivo microscópico, y todas las partes subsidiarias del telescopio y del microscopio son construidas sobre principios totalmente ajenos unos a otros, salvo su rigidez.” (1)

Pese a este acento en marcar la necesaria diferencia en los propósitos y métodos de observación de las distintas prácticas científicas, Peirce seguirá sosteniendo una conexión real entre todas. Desde esta idea, es que arma su clasificación de las ciencias donde trata de mostrar que hay relaciones e influencias entre ellas. “Cada una de las ciencias es, en parte, producida por otras. Así, la astronomía espectroscópica tiene como padres a la astronomía, la química y la óptica. Pero ésta no es la génesis entera, ni la parte principal de la génesis de cualquier ciencia amplia y definida. Tiene su propio problema peculiar que brota de una idea. (…) Una ciencia se define por su problema, y su problema se formula claramente con base a una ciencia más abstracta.” (pp. 184-85). Peirce hará notar la relación y el orden de influencia de una ciencia sobre otra en el gradiente de su clasificación (2).

                                           Clasificación de las ciencias (3):
    Su primer gran división es entre:
                                                      A) Ciencias teóricas  y
                                                      B) Ciencias prácticas.

Ciencias teóricas son aquellas cuyo propósito es el conocimiento de la verdad. Ciencias prácticas son aquellas cuyo propósito es servir para “los usos de la vida”. En este último grupo incluirá a: la pedagogía [el arte de enseñar]; batihojas; etiquetas; cría de palomas; aritmética vulgar; orología; topografía; navegación; telegrafía; imprenta; encuadernación; fabricantes de tinta; etc.
A su vez, las Ciencias teoréticas las dividirá en:
                                                              A.1: Ciencias de Descubrimiento
                                                              A.2: Ciencias de Revisión.

Las Ciencias de Revisión (A.2) incluyen a aquellas que se ocupan de ordenar los resultados de las Ciencias de descubrimiento (compilaciones; clasificaciones; filosofía de la ciencia…). “Su designio es recapitular los resultados de todas las ciencias teóricas y estudiarlas como formando un sistema. Puede ser llamada Retrospectiva (o ciencia de la revisión), para distinguirla de la ciencia activa.”(CP 1.256). Pero en estos textos, el interés mayor de Peirce será analizar las Ciencias de Descubrimiento, que a su vez desarrollarán las siguientes ramas:

A.1.CIENCIAS DE DESCUBRIMIENTO:

 A.1.1. Matemática:
                               A.1.1.1  - matemática sobre finitud.
                                 A.1.1.2 - matemática de infinitos.
                                 A.1.1.3  - matemática del continuo.
                                  
 A.1.2. Filosofía:
                       A.1.2.1. Faneroscopía (fenomenología).
                       A.1.2.2. Ciencias Normativas:
                                                         A.1.2.2.1 - Estética.
                                                         A.1.2.2.2 - Ética.
                                                         A.1.2.2.3 - Lógica.
                       A.1.2.3. Metafísica.

A.1.3. Ciencias especiales:
                         A.1.3.1. Ciencias físicas o Fisiognosis:
                                                          A.1.3.1.1   - Física.
                                                          A.1.3.1.2     - Química.
                                                         A.1.3.1.3      - Biología.
                                                         A.1.3.1.4      - Astronomía.
                                                         A.1.3.1.5     - Geognosis.
                                                                Otras.
                       A.1.3.2. Ciencias psíquicas o Psicognosis:
                                                    A.1.3.2.1   - Psicología.
                                                     A.1.3.2.2  - Lingüística.
                                                   A.1.3.2.3    - Etnología.
                                                     A.1.3.2.4  - Sociología.
                                                    A.1.3.2.5   - Historia.
                                                            Otras.

Es importante una diferencia que Peirce destaca entre las ciencias físicas y las ciencias psíquicas: las físicas ponen en marcha trabajos de causación eficiente (Aristóteles); mientras que las psíquicas ponen en marcha trabajos de causación final. Las dos exigen “ojos diferentes”. Este es un punto que nos interesa y que retomaremos más adelante, pero marca una indicación crucial para el estudio de “la mente” –curiosamente bastante olvidada en la actualidad-, que evidencia la insuficiencia de un abordaje solo mecánico-neuronal (causas eficientes). “La mente tiene su modo universal de acción, a saber: por causa final. El microscopista trata de ver si los movimientos de una pequeña criatura muestran algún propósito. Si es así, allí hay una mente…” (CP 1.269).  Sentamos con esto la alarma ante cualquier teoría de la mente que se base solo en los hábitos, y no en los propósitos que originaron o sostienen dichos hábitos. Es un reduccionismo pensar una intervención sobre la conducta humana sólo en base a instalar o desarmar hábitos por medio de la reiteración y la repetición, sin tener en cuenta la conexión esencial de dichos hábitos de conducta con un propósito (consciente o inconsciente) que los sostiene. O en el caso inverso, ante la necesidad de instalación de hábitos de conducta (por ejemplo con niños autistas o con trastornos del desarrollo muy severos), podemos señalar ahora la importancia de trabajar con el nivel de causa final (por ejemplo, el nivel del deseo) y no solo con las causas eficiente o materiales (instalar una conexión neuronal fija solo por la reiteración del circuito que lograría formar un surco físico como canal de conexión).

Nos interesa a nosotros ubicar el lugar que hemos indicado como A.1.3.2 que corresponde a las Ciencias psíquicas, y dentro de ellas, a su sub-rama Psicología. Aquí vamos a ubicar  al psicoanálisis a fin de poder realizar nuestro abordaje epistemológico.

Entonces, epistemológicamente, tenemos que ubicar al psicoanálisis dentro de las ciencias psíquicas. Podemos precisar más y decir que está dentro de la Psicología. ¿O correspondería agregar una sub-rama más, por ejemplo A.1.3.2.6 con el nombre de Psicoanálisis? Dejamos abierta la posibilidad de discutir esto más adelante. Sin embargo, con el mapa escrito por Peirce (4), deberíamos ubicar al psicoanálisis en el espacio topológico “Psicología”. Esto podría llegar a caer mal. Por ejemplo, algunos psicoanalistas protestarían por “degradar” al psicoanálisis a una rama de la psicología; y por el otro lado, algunos psicólogos –por ejemplo de orientaciones más cognitivas-conductuales -, protestarían diciendo que el psicoanálisis no podría sustentar el calificativo de “ciencia psicológica” (desde una perspectiva materialista o mecanicista, que los llevarían a la posición que S. Haack denominaba “cientismo”).

Podemos armar una argumentación que sancione esas dos posiciones citadas como “prejuicios”.  Por ejemplo, haciendo una analogía con un episodio de la historia de la ciencia Física (A.1.3.1.1). En efecto, en un momento, aparece la rama de la Física que se constituye a partir de la Teoría de la Relatividad General (Einstein). Sin embargo, no por ello esta rama de la física se autoproclamó como La Única Física, y degradó, por ejemplo, a la física newtoniana como fuera de la ciencia. O al revés. En el momento de aparición de la física relativista, ningún físico serio sostuvo que la teoría de la relatividad estaba fuera de la ciencia, alegando por ejemplo que la fórmula de la velocidad de la luz no podía deducirse  desde la fórmula que Newton escribió para la aceleración. Si la física relativista no destierra a la física newtoniana, es que hay un “background”, un terreno común a ambas, que tiene que ver con la esencial especificidad de la ciencia física, y que permite que puedan vincularse lógicamente. Por ejemplo, situando a la física newtoniana como un caso especial de una conceptualización física más basta. Otro ejemplo puede ser la convivencia de la física de partículas y la física ondulatoria, donde una sirve mejor para la explicación y experimentación en algunos tipos de objetos físicos, y la otra para otros.

Y entonces, en Psicología, ¿qué pasa con las distintas Terapias psicológicas y el Psicoanálisis? Decimos: pasa lo mismo. Debemos ubicar un “ground” común tanto a las distintas escuelas psicológicas como al psicoanálisis, que permita que uno “baje” de alguno de los marcos teóricos de alguna psicoterapia, y pueda dialogar, confrontar, comparar, indagar, con otra psicoterapia de distinto marco teórico. Siguiendo con la historia de génesis del psicoanálisis, podríamos nominar ese fondo común como la Psicología Médica que representaría el  punto de conexión entre la psiquiatría, la neurología, y el surgimiento del psicoanálisis. Hoy en día, un representante de este ground común (al menos en potencia) para todas las psicoterapias sería (o pretende serlo) por ejemplo el DSM IV y el DSM V.    Hagamos ahora una prueba sobre esto último.

Tomemos como ejemplo un niño que en la consulta médica es diagnosticado desde el  DSM como TEA (trastorno del espectro autista).  Es derivado a psicoterapia. Un psicoanalista lo recibe. En el transcurso de las primeras sesiones, puede darse el caso de que el analista descubra que detrás de los síntomas y trastornos TEA, hay un funcionamiento que lo lleva a diagnosticar que se trata de una psicosis infantil. Las características fenomenológicas descriptas en el DSM (IV o V), desde la praxis psicoanalítica pueden articularse lógicamente y brindar una conjetura de explicación etiológica, es decir, poder brindar una hipótesis (a modo de una inferencia abductiva) (5) de las posibles causas (no solo eficientes, sino sobre todo finales) de la producción de aquellos trastornos fenoménicos-conductuales.

La necesidad de las ciencias psíquicas surgida de la praxis médica.

Hemos visto ya la necesidad lógica y topológica de las ciencias psíquicas dentro del mapa o la red de las ciencias. En otro lugar, hemos mostrado cómo desde ciencias particulares, como por ejemplo, desde la genética, puede situarse también las coordenadas de necesidad de lo psíquico, y en particular del psicoanálisis (6). Vamos a agregar ahora otro ejemplo de la necesidad de las ciencias psíquicas, ahora desde la práctica de la Medicina. Para introducirnos en lo que ocurre con la práctica médica cotidiana, extractaremos a continuación fragmentos de la columna editorial de un Doctor en medicina y psiquiatra, que se publica con regularidad en un importante medio gráfico argentino.

“Los síntomas por somatizaciones, ansiedad y depresión abarcan casi el 70 % de los motivos que llevan a una persona a la consulta y aunque quizá no sean los más graves que trata el médico o el psiquiatra, sí resultan los que ocasionan mayor sufrimiento e incomodidad en la calidad de vida” (7).

Norberto Abdala nos refiere que lo más común es que esos pacientes salgan de la consulta médica (si no se ha logrado determinar una causación identificable) con una receta para tomar alguna “pastilla”.

 “No siempre se les explica que también podrían encontrar mejoría enfocando su malestar desde un punto de vista psicológico. Si no hay un sustrato orgánico o físico que permita justificar las causas de un trastorno, los psicofármacos sólo permiten aliviar o hacer desaparecer los síntomas, pero sin apuntar a la raíz de los mismos.”

El doctor continúa dando el ejemplo de algunos países (por ejemplo el Reino Unido) donde “focalizan más la atención psicológica que farmacológica ya que han evaluado que la primera resulta más efectiva y que es más económico contratar un gran número de psicólogos que el gasto por el uso masivo de psicofármacos (los cuales también producen efectos secundarios o complicaciones que obligan a una atención médica adicional).” Y hace referencia a un artículo de Frontiers in Psychology del 2015, donde se concluye que “un buen psicólogo es la mejor pastilla.” Abdala adscribe a un abordaje que incluya tanto lo biológico-físico como lo psicológico. “Los pacientes que mejor evolucionan son aquellos en que psiquiatra y terapeuta coordinan y complementan sus respectivas tareas. Lamentablemente, si el psiquiatra minimiza los tratamientos psicológicos y el terapeuta considera el terreno biológico como secundario, el paciente suele resultar el único perjudicado.”     

La necesidad del psicoanálisis surgida de la praxis médica.

Recorriendo las distintas entregas de la citada columna de la Revista Viva a lo largo de varios años (8), se advierte cómo el médico nos conduce a numerosas situaciones de consulta donde, una vez revisados los aspectos biológicos, químicos, anatómicos y fisiológicos del organismo, se llega a la necesidad de un abordaje específicamente psíquico. Y en muchos de ellos, advierte que la intervención psíquica debe tener un tenor particular, y allí no tiene inconveniente de llamar al psicoanálisis como una terapéutica necesaria en esas coordenadas específicas. Por ejemplo, en su artículo “Lo que se reprime produce dolor”. Ahí, avanzando sobre los distintos tipos de dolor, se interesará por el dolor “crónico o prolongado”, y dirá que “diversas investigaciones han confirmado que se pueden deber no exclusivamente a causas físicas sino también a factores emocionales que con frecuencia no son detectados”. “Los sufrimientos emocionales si quedan atascados por no ser expresados pueden generar diversas afecciones que se exteriorizan en distintos lugares del cuerpo como dolores de cabeza, intestinales, gástricos, alergias, caídas de cabello, cambios hormonales, aftas bucales rebeldes, artritis, disfunciones sexuales, hipertensión arterial, fibromialgia. Las personas que aparentan tranquilidad y son más contenidas y controladas para exteriorizar su angustia, tristeza o irritabilidad la suelen terminar canalizando a través del cuerpo, que es el escenario para su expresión física.” Y es este uno de los casos donde la medicina da su llamada al psicoanálisis:

“Desde el nivel psíquico, Sigmund Freud lo expresaba al señalar que lo reprimido siempre busca y encuentra un camino para salir a la luz e incluso, que cuanto más intensa sea la represión mayor será su fuerza y los estragos cuando aflore. Una de esas maneras de expresión es a través del cuerpo generando diversos trastornos y afecciones mencionadas más arriba, siendo el dolor prolongado una de sus exteriorizaciones más paradigmáticas.”

Si uno explora los distintos artículos escritos por Abdala para Clarín, se encuentran muchos otros síntomas médicos o afecciones donde el consultorio médico recomienda o habilita la intervención del psicoanálisis: algunos tipos de ansiedad; reacciones impulsivas; fobias, tendencias autodestructivas, amargura prolongada; del placer a la adicción; algunos casos de depresión; inestabilidad emocional; los problemas de la soledad; la culpa; la baja autoestima; las dudas que paralizan; las microagresiones en la pareja; las consecuencias del maltrato infantil; los daños que causa un abandono amoroso; etc.
Por último, en el artículo que trabajamos, también sitúa otra disciplina incluida en las ciencias psíquicas, que según Abdala aborda con especificidad la relación cuerpo-psiquis:

“Precisamente, la manera como las emociones afectan al cuerpo, y el cuerpo a las emociones, es, en la actualidad, lo que estudia la psiconeuroendocrinología.” (9)

En la próxima Clase retomaremos desde aquí, analizando con algún ejemplo posiciones de psicoterapias actuales, que se erigen como intento de constituir una psicología científica, ligada a la medicina o a las ciencias biológicas o neurológicas,  e intentando responder desde sus marcos teóricos a las ya evidenciadas empíricamente problemáticas “psi”.

Oscar P. Zelis;

Bs. As. 15/9/2018.

Notas

(1) Perice, C. S. (c. 1902): “Sobre la ciencia y las clases naturales.” En Obra Filosófica reunida, Tomo II; p. 189.

(2) Sobre esto, comenta Fernando Zalamea: “Por un lado, la obra global de Peirce proporciona un sofisticado arsenal de intrumentarios de cruce entre los más aparentemente disconexos campos de la cultura, y abre así la posibilidad muy concreta y real de reconstruir un verdadero continuo general del saber, más allá de las disyunciones a ultranza forzadas por las subdivisiones disciplinarias y las “pseudo-filosofías” localistas típicas del siglo XX. Por otro lado, sus ideas globales y locales sobre el continuo filosófico y matemático permiten retomar la problemática del continuo bajo perspectivas enteramente originales, y construir una visión sintética del concepto genérico del continuo que completa, diversifica y enriquece su percepción usual, acotada al objeto analítico cantoriano.” (Zalamea, F.: El continuo Peirceano. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia; Facultad de Ciencias; 2001.)

(3) El siguiente cuadro sinóptico está basado en los escritos de 1902: A detailed classification of the sciencies (CP 1.203) y de  1903: On outline classification of the sciencies (CP 1.180).

(4) Una nueva investigación se visualiza aquí, a partir de la Clasificación desplegada por Peirce. En efecto, Peirce no tiene problema en manifestar en varias ocasiones que su Clasificación es incompleta, o que varias ramas de ella están poco exploradas o no desarrolladas por él. Entonces, aplicando la consigna epistemológica de la dialéctica Saber-Verdad, o de la lacaniana lógica del no-todo, podemos ubicar esos puntos no escritos, esos vacíos en el mapa de las ciencias peirceano, como índices de la Falta en el Otro, o en otros términos, como índices del agujero, de la Falta en el Saber explicitado. Y este índice justamente nos muestra o es gérmen de una Verdad; de la Falta de ese Saber, pero también de las coordenadas de una verdad que debe ser desarrollada (otro desarrollo de verdad, que abre la posibilidad de reestructurar el saber instituido). Entonces, deja abierta nuevas investigaciones para descubrir qué verdades encierran esos huecos o incompletudes del sistema inicial. Por ejemplo, es llamativo que no esté en la lista que trabajamos, explicitada, la Medicina: ¿las Ciencias Médicas, en dónde se ubicarían?

(5) Otro aporte importante de Peirce fue formalizar el sistema inferencial como comprendido por tres modos de inferencia: las dos más conocidas: deducción e inducción, y la menos explicitada por los lógicos (al menos en su época), la abducción, que puede entenderse rápidamente como la operación mental de producir una conjetura explicativa (como posibilidad, no necesaria). Ver para más desarrollo:  Zelis-Pulice–Manson: “La lógica en Peirce: Algunas herramientas conceptuales de interés para la investigación y el psicoanálisis” En el Foro Investigación<>Psicoanálisis (http://www.psicomundo.com/foros/investigacion/peirce.htm ).

(6) En aquella ocasión tomamos como apoyo para nuestra argumentación la película Gattaca, experimento genético, y pudimos situar cómo los límites a los que llega la genética en la intervención sobre el ser humano, nos marcan el lugar libre para que el psicoanálisis pueda tomar ese relevo. (Pulice, Zelis, Manson: Investigar la subjetividad. Buenos Aires: Letra Viva, 2007. Capítulo II.)

(7) Norberto Abdala: “Un buen psicólogo es la mejor pastilla”. Columna escrita dentro de la Revista Viva del diario Clarín, del 27/8/2017.

(8) Puede accederse a la mayoría de los artículos en www.clarin.com/autor/norberto_abdala.html .

(9) Norberto Abdala: “Lo que se reprime produce dolor”. En Revista Viva (Clarín), del 12/8/2018.


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