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Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por :
Oscar Pablo Zelis


Clase 6


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En la clase anterior dejamos planteada una pregunta a partir de una duda epistemológica formulada por Gregorio Klimosvsky. Antes habíamos logrado situar algunos obstáculos que la misma producción teórica psicoanalítica puede producir y que propician que se articulen críticas o descréditos hacia la praxis fundada por Freud. El tomar ejemplos de una publicación psicoanalítica de 1987 nos evidencia que esta discusión epistemológica ya estaba desde hace tiempo. Pero lo notable es que sigue estando presente. Como ejemplo, podemos citar unos párrafos de un artículo publicado recientemente, en la revista Imago-Agenda, de otoño del 2019.
Se trata de un artículo de Alfredo Eidelztein (1) quien se aboca también a detectar y explicitar posiciones o actitudes de los psicoanalistas que colaboran para que se justifiquen las críticas o los prejuicios.

“Luego del fallecimiento de S. Freud y con la salvedad de J. Lacan, la estrategia llevada adelante por los psicoanalistas para defenderse de las críticas recibidas –destacándose el hecho de que el psicoanálisis fue y es la práctica “psi” que ha despertado los rechazos más violentos y sistemáticos, más virulentos y despiadados-, fue, en general, replegarse sobre sí mismos, cerrar filas, y hacer como si esas críticas, objeciones y rechazos no existieran” (2).

Y a continuación, explicita otro obstáculo –para la aceptación de nuestra práctica -, puesto por algunos psicoanalistas. Es la argumentación  de que el psicoanálisis sólo se justifica y se critica “internamente”.

“Se cree firmemente que su saber y su práctica surgen de sí mismo y que nadie de afuera tiene derecho a opinar. Su propia práctica le enseña al psicoanalista y lo que no puede aprender así, requiere de su propio psicoanálisis para su obtención. Consecuentemente para el psicoanalista, si algo es criticado o no comprendido del psicoanálisis, es el resultado de que quien realiza la crítica o el cuestionamiento no se analizó nunca o no se analizó suficientemente o que le falta práctica clínica.” (Eidelsztein, 2019)

Otro problema que señala es el error de tomar los textos freudianos como textos religiosos, en el sentido de excluir la posibilidad de falla o crítica en los mismos; o de cercenar la vitalidad del desarrollo de los conceptos que puede seguirse en el mismo Freud, o luego, en  los trabajos e investigaciones de quienes le sucedieron. Como ejemplo podemos retomar lo situado en la clase anterior, el problema de tomar “a la letra”, alguna frase de Freud, desconectándola de todo su corpus teórico. Era lo que pasó con la frase “el concepto inconsciente caca-pene-niño”.  El párrafo “polémico” de Freud es:

“La caca, el hijo, el pene, dan así por resultado una unidad, un concepto inconsciente –sit venia verbo-, el de lo pequeño separable del cuerpo. Por estas vías de conexión pueden consumarse desplazamientos y refuerzos de investidura libidinal que revisten significación para la patología y son descubiertos por el análisis” (3)

No trataremos de salvarlo, pero, como decíamos en la clase anterior,  Freud de entrada advirtió que no era “concepto” quizá el término más preciso, acotando:-“¡Sit venia verbo!” Integrando el párrafo al resto de lo obra freudiana, vamos a encontrar que va a formalizarlo en forma más precisa en otros lugares, como por ejemplo en 1933:

 “Es imposible orientarse en las fantasías –las ocurrencias influidas por el inconsciente- y en el lenguaje sintomático del ser humano si no se conocen estos profundos nexos. Caca-dinero-regalos-hijo-pene son tratados aquí como equivalentes y aun subrogados mediante símbolos comunes” (4)

Eidelsztein entonces señala aquel riesgo, diciendo que dicha actitud hace que muchos “críticos del psicoanálisis sostengan que los psicoanalistas mantienen, en general, una relación cuasi religiosa a la obra de Sigmund Freud” y esto genera la “idea de un Freud omnisciente”. Y también, una idea de que ya está todo desarrollado en psicoanálisis, y no habría entonces movimiento, avance y cambios en la teoría y práctica psicoanalítica. Postulado que va en contra de la idea general de las disciplinas científicas, que implica la superación a lo largo del tiempo y el avance y perfeccionamiento de su práctica y teorización.

En el texto de Maldavsky que citamos la clase anterior, teníamos un tipo de argumentación  que se alejaba de la posibilidad de un intercambio interdisciplinario, y por ello se alejaba de una posibilidad de discusión epistemológica. Es un ejemplo de un tipo de argumentaciones o de escritos que a veces se encuentran en el extenso corpus de trabajos psicoanalíticos, donde el analista en su intento de teorización se queda preñado de algunas ideas particulares, o de una imagen o descripción imaginaria (por ejemplo, algunos textos de Melanie Klein, que si no son leídos desde una perspectiva más estructural o lógica, pueden producir un efecto de rechazo al no-psicoanalítico (“pecho bueno”, “pecho malo”, “pene persecutorio”, etc).
Por otro lado, como bien lo situara Klimovsky, la conceptualización freudiana es muy basta, y no tiene un solo eje central. Hay pasajes de Freud que si uno los recorta del resto de su obra, pueden constituirse en núcleos de distintas doctrinas teóricas, a veces contradictorias. (véase por ejemplo algunas corrientes del psicoanálisis norteamericano, postulando una dirección de la cura de reforzamiento del Yo, en oposición a las más lacanianas, de desarticulación de identificaciones yoicas; o psicoanalistas que siguen sosteniendo que el núcleo del inconsciente sería la herencia instintiva, en contraposición a pensar la pulsión como el efecto de corte sobre el cuerpo de los significantes de la Demanda del Otro; etc., etc.).  Nuestra tesis es que las incompatibilidades entre distintas teorías freudianas sólo surgen si se toma en forma aislada y recortada algún pasaje de su obra, desconectado del resto. Si se toma como eje la continuidad de la obra freudiana, como investigación en movimiento de un campo psicológico novedoso, de una experiencia clínica novedosa y en movimiento, entonces no debería aislarse ninguna afirmación o hipótesis freudiana de un momento determinado de su investigación y formalización. Desde aquí es que valoramos la siguiente afirmación epistémica de Klimovsky:

 “Afirmo más bien que el psicoanálisis parece estar constituido por un grupo de problemas que, además se alteran dialécticamente con el tiempo y desarrollan y alteran la naturaleza de la propia disciplina. Y también que la manera como el psicoanálisis contesta a esos problemas va originando teorías, teorías psicoanalíticas que son muy distintas entre sí, incluso en cuanto a los objetos que, presuntivamente, ellos proponen, estudian, establecen o hipotetizan.” (Klimovsky, 1983; pag. 22) (5)

Y hará una descripción de lo que para él era el trabajo de los psicoanalistas en aquel tiempo, a partir del material del que tenía acceso:

“los psicoanalistas, como los problemas son muchos y diversos, hay complicadas cuestiones terapéuticas y hay que encontrar urgentemente soluciones, usan varias teorías al mismo tiempo, mezclando sin el menor pudor el pensamiento kleiniano, el discurso lacaniano, los conceptos freudianos, las concepciones de Bleger, etc, todo al mismo tiempo, como venga según la cuestión que a uno lo preocupe. En principio, creo que no hay nada malo desde un punto de vista práctico en “¡agarrarse de donde se pueda!”. Pero si después uno quiere saber si lo que ha producido así es realmente conocimiento o no, surge una cuestión bastante delicada. Así como la lógica nos enseña qué se puede deducir de una hipótesis o de una teoría, ella también nos indica otra cosa: nos muestra que ciertas hipótesis sostenidas simultáneamente llevan a contradicción y por consiguiente, como son contradictorias, no describen nada. (…) Por ejemplo: las hipótesis de la última parte de la obra de Freud, las que corresponden a su teoría estructural, más las hipótesis kleinianas, ¿forman un conjunto coherente o por el contrario, un conjunto contradictorio de hipótesis? (pag. 32).
(….)  “una gran cantidad de artículos que uno puede leer en la revista de la APA o en la revista de APDEBA, para considerar algún ejemplo (…) tienen la característica de que los autores usan sistemáticamente pensamientos, hipótesis o explicaciones provenientes de muchos autores distintos simultáneamente, sin la menor información previa acerca de si eso está produciendo o no la catástrofe lógica correspondiente. Estoy convencido de que algunos sectores de los trabajos freudianos, de la obra freudiana, tienen perfecta coherencia lógica, están bastante ordenados lógicamente y permiten una cierta conexión con la experiencia que puede ser la de hacer predicciones y también la de explicar casos y hechos que ya se han obtenido, según que uno, a los aspectos que conciernen a la observación clínica, se adelante o, por el contrario, ya los dé por sabidos pero los quiera explicar.” (pag. 33).

Klimovsky nos señala un defecto de algunos escritos de psicoanalistas: el que consiste en mezclar términos de lo que ahora podemos situar como distintas corrientes o escuelas psicoanalíticas. En efecto, si no se hace un trabajo “metapsicológico” que pueda articular distintas descripciones parciales de las problemáticas clínicas, no se pueden extrapolar concepciones de Melanie Klein con términos lacanianos, por ejemplo. Ese trabajo metapsicológico ha sido efectuado por Lacan, en varios momentos, mostrando que podían entenderse y articularse adecuadamente las exploraciones kleinianas si agregábamos un abordaje estructural, o, mejor, si al texto que describía un caso desde los términos imaginarios acuñados por la psicoanalista inglesa, se lo articulaba con la estructura simbólica que condicionaba dichos fenómenos- (Ver por ejemplo,  Lacan, Seminario 5: Las formaciones del inconsciente).
Entonces, una pequeña conclusión epistémico-metodológica: si vamos a escribir sobre un caso clínico o un desarrollo teórico, debemos tener en cuenta que cada concepto es una herramienta de un sistema lógico particular, y debemos ser conscientes y explicitar desde qué marco teórico tomamos un término, ya que dicho marco teórico es el que le dará “valor” (soussurianamente hablando).

Y esto precisamente, es lo que valoraba el epistemólogo cuando afirmaba su convencimiento de que “algunos sectores de los trabajos freudianos, de la obra freudiana, tienen perfecta coherencia lógica, están bastante ordenados lógicamente y permiten una cierta conexión con la experiencia…” Vale la pena que nos detengamos un momento más en esta problemática, que es desarrollada en otro artículo del libro-compilación que venimos citando. Se trata del texto “El problema metodológico de la comparación de teorías: el caso de Freud y el de Melanie Klein.” (6) 

“Uno de los problemas metodológicos del psicoanálisis reside en el fenómeno de la multiplicidad de las teorías que conviven dentro de su territorio. Cuando decimos “teoría” queremos decir “conjunto de hipótesis supuestas simultáneamente”. Nadie puede negar que dentro del psicoanálisis existe cierta unidad temática, pero tampoco puede dejar de advertirse que existen teorías diferentes, y aún incompatibles, a modo de distintas respuestas a la problemática básica. En primer lugar, está el hecho de que las hipótesis y supuestos cambian de autor en autor; no son los mismos en Freud que en Klein, ni en Bion que en Lacan, etcétera. Por otra parte, esos supuestos cambian según el momento del desarrollo científico de un autor dado que se considere; no es igual el pensamiento teórico de Freud en 1895, en 1910 o en 1925. (D´Alvia; Klimovsky; Maladesky; Picollo, 1983)  

Los autores señalan algunos peligros metodológicos y prácticos, que pueden acaecer cuando se yuxtaponen en una argumentación distintas teorías de diferentes autores sin evaluar su posibilidad de compatibilidad. A veces, el empleo simultáneo de conceptos de dos autores distintos puede llevar a engendrar contradicciones, “y de las contradicciones, como nos enseña la lógica formal, se deduce cualquier cosa, aún lo falso”. Señalan además que – y esto es quizá lo más importante para nosotros-, “puede resultar que las indicaciones terapéuticas que se deduzcan de dos teorías rivales sean distintas, lo que causaría una contradicción pragmática, ya que no lógica”. En definitiva, podrán en principio articularse teorías o sistemas conceptuales que tengan una vinculación y articulación lógica y semántica entre sí, que no implique contradicciones. Esto puede concebirse de teorías o desarrollos teóricos que por ejemplo parten de un corpus teórico-conceptual inicial, y luego lo van desarrollando, extendiendo, y aportando nuevos conceptos, pero articulados a los anteriores.  Aquí aparece el difícil tema de dilucidación epistemológica de lo que ha sucedido con las ideas iniciales de Freud, y lo que ha pasado con el desarrollo teórico y práctico de ellas a partir de los “post-freudianos”, donde pudo notarse que empezaron a surgir diferencias importantes, según se fueron apoyando en una parte u otra de las ideas iniciales del fundador del psicoanálisis, y también de agregados –a veces, agregados teóricos que contradecían algún sector del corpus freudiano inicial.  En este sentido, Jaques Lacan ha tenido siempre la intención de ubicar los fundamentos básicos de la práctica iniciada por Freud, tratando de darle una forma lógica a partir de la cual poder avanzar en la profundización y perfeccionamiento de los conceptos de la praxis. Hay evidentemente una “elección” de lo que para él serían los “conceptos fundamentales”,  que difieren de los elegidos  por algunos otros psicoanalistas (por ejemplo, los que eligieron como fundamental la dirección terapéutica al reforzamiento del Yo).  Este sí es un tópico epistemológico que obliga a una elección teórica que determinará distintas posibilidades de intervención clínica. Y desde ya, es importante asumir esto y poder situar qué corrientes llamadas psicoanalíticas a lo largo de su historia pueden articularse para enriquecer la praxis psicoanalítica y cuales son incompatibles o contradictorias para algún aspecto del abordaje clínico.
En el último texto citado, se advierte de que incluso un mismo término, puede tener distintos sentidos y producir distintos efectos en la práctica, según en qué teorización esté integrado. Y dan el ejemplo del término “instinto” en Freud y los autores kleinianos, demostrando que la concepción que tomará en Klein será en algunos aspectos diferente y de una utilización muy disímil.  

Oscar P. Zelis

Octubre del 2019.

(1) Alfredo Eidelsztein: “No hay que salvar a Freud”. artículo perteneciente al número 205 de la revista Imago Agenda (otoño del 2019); Letra Viva.

(2) Nosotros vamos a agregar que también ha habido y hay numerosos psicoanalistas además de Lacan (incluido Alfredo Eidelsztein) que han trabajado y trabajan escuchando las críticas racionales, y buscando desarrollar, optimizar y hacer más inteligible y transmisible nuestra práctica. 

(3) Sigmund Freud: De la historia de una neurosis infantil. (1918), cap. Erotismo anal y complejo de castración. Obras Completas, tomo XVII, Amorrortu; pag. 78.

(4) S. Freud: Nuevas conferenicas de introducción al psicoanálisis (1933): 32° conferencia: Angustia y vida pulsional.   

(5) Klimovsky, Gregorio (1983): “Problemas metodológicos del psicoanálisis”; en Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Volumen 8: “Psicoanálisis y epistemología”. 

(6) Autores: Rodolfo D´Alvia; Gregorio Klimovsky; Alfredo Maladesky; Augusto Picollo. En Revista Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. N° 8; 1983. Presentado en las Primeras Jornadas Argentinas de Epistemología del Psicoanálisis, en noviembre de 1981.


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